! Como día festivo, ayer no recibimos la habitual in- formación del Observatorio Meteorológico CINCO EDICIONES DIARIAS n J Año XVIL—Núm. 4.892 :: Precio: 10 céntimos el ejemplar. m EDICIÓN DE MADRID Diario independiente fundado por D. Nicolás M. Urgoiti en 1917. Madrid, domingo 16 de abril de 1933 TRES TRÁGICOS ACCIDENTES DE AVIACIÓN Un aparato de los que tomaban parte en la demostración aérea de Barajas cae y se incendia sobre una casa de Madrid t^i piloto se arroja con paracaídas y desciende en la Casa de la Moneda.—El observador muere carbonizado.—Resultaron heridas tres mujeres, que fallecieron horas después En Barajas se estrella otro aparato y resultan muertos sus dos ocupantes.-ErTlas cercanías de Alcalá de Henares cae una avioneta y perecen el aviador francés que la pilotaba 3/ V una señorita *5»tttttt«;j TEMAS NACIONALES EL NEGOCIO DEL MAL LIBRO DE TEXTO POR AMERICO CASTRO él « ^^' ''^s.nera de acabar con p l^Sen estas y las otras dissu IÍK"^'^^' ^ ®' profesor sigue con Biu >,''°' ^ ' ^ texto es bueno, como »o ^ . ^^"^^^ acontece, o siquiera CQ^.'^Sno, la infracción de la ley HOB "^"^^ entonces un pecado m e j ^ ,^'^3-'^e. P e r o ¿cómo seguir so«01 ^ ^ ° ' ^ subsistencia, e) uso e s . +!._'" ^^ tig ">= los IOS libros libros insensatos msensatosí La leb 1 ''''•^l'gsiicia de los niños se V,-. ^ 3-1 comienz'o a laborar so''í* mate riaa repelentes y aburriUi, . lue .-'^ftgo se produce u n a deforba, ''" violenta, y la memoria aca^as ^^^^ aquellas desconcertata^j_,^^nes. Usando la coacción ^har.v*'^ podría lograrse de los m u j j . °s que m a s t i c a r a n ladrillos. tolej? ^^°^'' ^^^^ acabar con el pis<Je ('^''^0 que con los malos libros Pej, .'^'o- Pese a reglamentos e inspy .'^Ifis, el catedrático m á s nulo 6t¡ ^ forjar un librito, lo imprime gyj *&sa barato, se arregla con al^ os compafieroB, a quienes da el o el 60 por 100; fija u n precio ^«lace veces superior, al coste, y ^ t e n e m o s al buen hom'rre con ees *^° anual tres o cuatro vesuperior al sueMo que le otorga ' •'i.stado. U^ T . ^'^oho visitaba, por azar, tor- '^®*''-'^*^o> y pregunté al direc~~¿Libros de texto? ;rS° í°s hay. j, entonces, ¿por qué en tales tj- ^'®s clases cada alumno tiene Por ^•'^''^P^a-P de un texto escrito 6=i>. ^^ catedrático y con fecha de ^••e año? bri h a b r á comprado porque h a * ^ querido, v ^ . ^^taente, es u n a casualidad oijgji^ *1 señor director—; m a s no ^sted -^^^ pequeña casualidad, hit,!.' ®enor director, debiera p r o Ceat» ^ ^ ^ ° ^ catedráticos de un ixsg ° "^fi t a m a ñ a importancia que '"a-Ios libros. Los directores no saben que decir ^hte. una interrogación tan ceí'a.Pa .IgRi ^o^óin si tienen autoridad •ün^ "^tervenir; n o se atreven, de a^to .^^e; de otra, no saben et u n íia j.p'^^^'^^o d e esa naturaleza s e cag¡ j^^^jnentario; piensan que en Se Qj "^os los centros de i^señanza l*5jjA*° la m i s m a realidad, mucho 6s ax, ^'^ ciencias, donde el nivel Pfirin ^'^PSTior. E n resumen: todo En *^« igual. Institu'í''* de las clases de aquel libro c ° ^^ usaba p a r a el latín un Tina c i** *'' trozo p a r a traducir en telia.^ ^''^Ra y la traducción caslíiejjj. ^"^ otra. Aunque parcialProcojí^. ^'^ ailgún momento ese Perso»»-^'^"*'"' pudiera usarse con ^oaas niuy mayores, en la práctici ño q. '^^sultado es que n o h a y ni La if^l *P!^6nda latín en esa forma. a c<v^*?"^'^d del maestro lo lleva j^^^met,-^f u n error q u e u n a ins=ción "ace tie Wganizada debió atajar go, es"^"^'^- '^°^° «"<'• si'^ embarPadeoe'^*'^* junto a lo que h a n de <i«1 '' ' ° ^ alumnos en otras aulas aqu¡ "*'f»o establecimiento. H e Cía fp ,''^''° de texto p o r excelen^¡«¿6 .° ^'^ ^^^^- ^ " d\>eño obSas g^''*cias a él sumas cuantioft«s^° ° breves muestras- " P o r la 'Jrpr,!- "aturaüeza d e 1 terreno. »ai ^ ^^ divide en Septentrio• Central x^j. . — y Meridional". ¿Qué 'latu liara _ ^^a de terreno h a r í a falta ^fse V^^ ^'^ P^'^ " ° pudiera dSvi"V ®^a suerte? " E l B r a h a m a Sr:r ^ la religión fundada por fació'"'"'' ^^ufc consiste en la adotOíTj^^® u n a Trimurti o trinidad, Va,'.^8- Por B r a h a m a , Visnu y Si«1 9;uf^'5"5sito todo ello. Claro que ^ toü! ^^^^ adonde va. U n libro "^tan puede estar repieto de *>o Sev*^ y ^^ tosquedades; pero "^^ la<. ^*®^ nocivo p a r a las ideas '%ión '^ ,^^^ acom-odadas: " L a r e *is 1^ ú^?'^°''ca apostólica romana ^ a n ^":'* '^«i'dade,va." E n ningún •^i-ícret 1^ ^® toleraría ese in^'sta 7^^'^'^a-d de saberen del tex l ^ r e í r * ™ " ® asomarse a todo: lo, 'aciones diplomáticas entre dife; ^'«''«n r ^ " ^ ^ Estados o naciones '•'««4 de ¿T^iJos °^®''° •^^^^'^ P^'^ ' a Begu «ón individuos de u n a n a P ^ l ^ L ^ ^ * ^ ^ ^ ^ trabajos o esooupaciones h a n llevado a otras". Y ¿quién velará entonces por la seguridad del turista o por la exportación de nuestros frutos? ¿ y la Sociedad de las Naciones? P e r o ¿qué m á s da, al fin y a la postre, este y cien pasajes m á s cuando se piensa en su conjunto abstracto e ingrato? ¿Qué interés o qué placer va a sacar de esta prosa vulgar e inepta u n a c r i a t u r a de diez' o doce año.i? ¿Qué más da que este buen señor escriba que Italia estuvo poblada "por individuos de la tribu de CroMagnon"? D a empacho y fastidio Lablar en público de errores de tanto volumen. N o se sabe, sin embargo, cómo excitar la conciencia pública p a r a que reaccione contra un mal t a n profundo. El negocio del libro de texto impedirá siempre la m e jora de la segunda enseñanza; es el duen<ie que atiza el espíritu sindical del profesorado, dispuesto á todo antes que renunoiar al supdemento de u n texto, como autor o comdsíonista. Ahora bien: h a n sido expulsadas d-e sus carreras muchas personas cuyo delito fué participaj: en el Gobierno dictatorial; pues m u c h a mayor falta es publicar un libro absurdo y pernicioso, que r e vela incapacidad en el cutor y causa daño incalculable al prestigio de la acción del Estado. Cuando u n catedrático vea que al apafecer su libro en público pierde la cátedra y el libro, quizá entonces prefiera traducir o hacerse traducir obras extranjeras de bondad reconocida. Si n o es así —jubilando a ciertos catedráticos mediante argumentos cuyo alcance percibiría la opinión pública m u cho m á s fácilmente que en el caso de los diplomáticos y magistrados—, si n o es así, ya pusde seguir actuando en la "Gaceta" el Ministerio, el Consejo Nacional de Cult u r a y lo demás. No h a y , fuerza h u m a n a que consiga, hoy por hoy, acabar con t a n desagradable dolencia mediante procedimientos normales. P a r a u n a higienización de estos casos extremos, n i hace falta ley de revisión del profesorado, ni nada. B a s t a con la ley de defensa de las pobres inteligencias infantiles. Se producirían quizá m u c h a s baj a s en los Institutos, que fácilmente se cubrirían con personal interino, que, inspeccionado, estaría haciendo pruebas y ensayos bast a n t e tiempo. El público no se da cuenta del dislate que supone proveer en la Efepaña de l.oy, de u n a vez, centenares de cátedras en form a definitiva. Así va la enseñanza secundaria. L a gente quiere plaz'as, plazas, "tranquilidad y buenos alimentos", segiin nos decía u n epicúreo. P e r o esto llevará a crear un persona;! poco apto que difícilmente realzará el nivel de la enseñanza media. tT?itiS}t*t28ti?titi3' A las cuatro menos cuarto evolucionaba sobre el centro de Madrid u n grupo de aparatos. Cuando se hallaba exactamente sobre las entradas de las calles de Serrano y Claudio Coello, la gente que contemplaba los aviones quedó estremecida al ver que uno de éstos entraba en b a r r e n a y caía casi verticalme.nte. Observóse t a m bién que del aparato se descolgaba un hombre y que segnandos después quedaba pendiente de un paracaídas, con el que descendió. Se advirtió que el viento derivaba la caída hacia el paseo de la Castellana, en tanto que el avión caía vertical sobre la casa número 31 de la calle de Claudio Coello. De todos los alrededores de este punto acudió la gente que lo había visto caer, y mucha m á s a t r a í d a después por ©1 humo que eurgia del a p a r a t o incendiado, y que escalaba la altura en columna vertica], apenas descompuesta por el escaso viento existente. Acudieron algunas autoridades y se reclamó el Servicio de Incendios; pero fué en extremo difícil podar llegar h a s t a cecrca del a p a r a t o incendiado a causa de ocupar g r a n parte del tejado de la flnoa. L a impresión en en Madrid fué enorme. El piloto aviador, con el paracaídas, cayó sobre el tejado del taller de máquinas de la Casa de la Moneda, que da a la calle de Serrano. Como el accidente de aviación y la caída del piloto habían sido presenciados por mucho público que a eea hora transitaba por los alrededores del lugar en que se desarrolló el suceso, buen número de peleonas acudió r á p i d a m e n t e a la Ca. «a de la Moneda con propósito de auxiliar al aviador. Los vigilantes que había en este centro oficial, que también presenciaron lo ocurrido, fueron inmediatamente hacia el tejado en que había caído el aviador provistos de u n a escalera; pero al colocarla se vio que faltaban unos doe metros p a r a alcanzar el tejado. Entonces se requirieron las llaves de ¡a dependencia p a r a subir por u n a escalera interior al propio tejado. Eil vigilante Agustín Aviles fué el primero que llegó al punto en que estaba el aviador, y éste le abrazó emocionado, al tiempo que le decía: —Afortunadamente, no m« he hecho nada. Yo he salido bien. P o r quien lo siento profundamente es por el pasajero que m e acompañaba, que es u n s a r g e n t o y que está cagado. Reconocido rápidamente el piloto por las personas que habían ido llegando al tejado, se apreció que, por fortuna, no sufría herida alguna. Solamente tenía unos arañazos en u n brazo. Pasados algunos minutos, descendieron todos al patio de la Casa de l a Moneda y cuando ya el piloto se hubo serenado de la fuerte excitación nerviosa que í l suceso le produjo, pidió u n " t a x i " y abandonó el edificio. Oomo el suceso, repetimos, fué presenciado por m u c h a s personas, la noticia de lo ocurrido se difundi;ó rápidamente por Madrid, y de todos lados comenzaron a llegar cUiTioBos y personas d e las familiae de los aviadores que intervenían en la fiesta de ayer de Barajas, y que ansiosamente pregnmtaban detalles de lo ocurrido. E l a p a r a t o y s u s tripulantes E l aparato, que era u n a avionet a señalada con el distintivo R-3", lo ocupaban el piloto, cabo Andrés García de la Calle, y el sargento, o b . servador Tomás Garrido Barreira. L a avioneta formaba parte del grupo núme,ro 22, escuadrilla n ú m e r o 1, de la base de Sevilla, L a m a n d a b a el capitán Sr. Heixa. Como y a hemos dicho anteriormente, el cabo, al darse cuenta del peligro, se lanzó al espacio provisto de u n paracaídas. Al sargento observador n o le dio, pof lo visto, tiempo p a r a h a c s r lo mismo, y cayó con el avión sobre el tejado de ««í«j{m««m««mtt»«mím«í««»» "Para velar por los intereses de la gran causa alemana' »» se someten Los Vascos de acero" a la voluntad de Hítler (Servicio especial de Eti SOL) P A R Í S 15 (11 D,).—-Laa "cascos sa de muy vivos comentarios en los de acero" v a n a someterse total- círculos políticos de Berlín, según mente al yugo del nacionalsocialis- se dice en los despachos de Prenmo. Esto es lo que se desprende sa aludidos. Y se toman como indide la versión que da la P r e n s a cio seguro de u n a rápida centralifrancesa del discurso pronunciado zación de todas las manifestacioen Halle (Alemania) por t>l capitán nes de la vida oficial germana, que Juttner, jefe de esta organización h a s t a ahora seguían ofreciendo la en la Alemania central. Según este militar, los "cascos de semblanza de u n a débil coalición acero" deben someterse en todo de distintos grupos y partidos. E n lo futuro, los "casccw de acemomento y en cualquier circunstancia, "sin reservajs de n i n g u n a r o " seguirán manteniendo su acoíase", a las n o r m a s que les im- tual formación y disciplina; pero ponga el canciller Hítler. si con- toda su actuación en ell p a n o r a m a tinúan velando " p o r los intereses naoloaal estará totalmente sometide l a g r a n causa alemana". d a a la voluntad del canofller n a E s t a s deolaracicmee bem. sido cau- clonailsociallsta. Memorable, por su carácter precisamente conmemorativo, será et dia de ayer. Memorable taynbicn, con un sombrío subrayado, con un surco luctuoso en la t7iemoria de las gentes, por la contrapartida dolorosa que un giro adverso de la suerte puso a la fiesta histórica. Un di-a, votado por la voluntad de los patriotas para la exaltación y el gozo del recuerdo, fué aquí, en Madrid, a empañarse, en kis primeras horas de la tarde, con la.Jra,f^¿^'¿de odio muertos. La alegría de los tres colores, ondeante a^sde póW'la mañatia en gallardetes, colgaduras y banderas, pedia, ya mediada ki tarde, señales de crespón. No luí querido esta vez el Destino ahorrarnos la amargura. Ocho vidas segadas en la hora de un triunfal festejo, son demasiado lastre de amargura para, sacar a flote, indemnes en el ánimo, el triunfo ni el festejo. Entenebrecida quedará esa fecha de ayer por mucho tiempo en la memoria colectiva, y ojalá el esplendor con que en otros 7nuchos años seguidos celebre España entera la conquista de su soberanía vaya desvaneciendo, no el piadoso recuerdo de las vlctimn-s, que debe ser y ha de ser perenne, sino ese trazo de horror con que ayer luí quedado m.:ircado el día del a^iiversario. Reposen en pas las victimas, y vaya al Cuerpo de Aviación y a las familias de los desaparecidos el teMimonio de nuestra solidaridad con su honda angustia. la C3,3a número 31 de la calle de Claudio Coello. La avioneta, al chocar, se incendió. Rápidamente acudieron al lugar del accidente un parque de bomberos, varias parejas de guardias, y poco después u n a sección de guardias de asalto p a r a contener al numerosísimo público allí congregado, que pretendía entrar en la casa donde había caído el aparato. Los bomberos lucharon desde los primeros momentos con grandes inconvenientes, pues no les e r a fácil subir al tejado. P o r fin lograron extraer el cadáver del sargento. A consecuencia del choque del aparato contra el tejado se hundió parte de éste, y los escombros alcanzaron a los vecinos de uno de los cuartos situados en el último piso de la finca. P a r a recoger a estas víctimas los bomberos tropezaron con muchas m á s diflculta- FISONOMÍAS y des. Tuvieron necesidad de derribar un tabique que s e p a r a esta c a sa de la señalada con el número 29 de la mencionada calle de Claudio Coello, Las víctimas fueron trasladadas rápidamente al gabinete médico del barrio de Salamanca, establecido en la misma casa, donde el director, doctor Gil Mariscal, y el médico Sr. Lavilla procedieiron inmediatamente al reconocimiento y cura de los heridos. Cómo ocurrió el accidente La escuadrilla regresaba de la fiesta de aviación que so celebraba en el aerádromo de Barajas. Marcha,ba rumbo a Getafe. Los a p a r a tos evolucionaban p a r a conseguir diversas formaciones. Al hacer u n a de éstas, dos de los aparatos—según nos h a n manifestado los (lue iban a derecha e izquierda del a p a r a t o ocupado por el jefe d-e la escuadrilla,—chocaron. Uno de ellos logró mantenerse en el aire; pero el otro, o s e a la avioneta "R.-3", entró en barrena, y cayó luego verticalmente sobre el tejado de la finca número SI de la calle de Claudio Coello. El apar;ato se incendia y se propaga el fuego a las guardillas.— Tres personas heridas. El aparato perforó el tejado, y por efecto del golpe hizo fxplosión el motor y se produjo el incendio. L a gasolina del depósito, incendiado, se desparramó por el tejado y las llamas prendireron en la techumbre de la finca. E n u n o de los descansillos del grupo de guardillas se encontraban varios inquilinos. Pudimos hablar con algunos de ellos. Nos manifestaron que oyeron u n gran ruido y casi simultáneamente vieron, horroiTÍzados, que s.e hundía la techumbre. A consecuencia del hundimiento resultaron lesionados J u a n a Pérez de León, con u n a herida profunda en la cabeza, y Felisa García, con algunas contusiones y g r a n excitación nerviosa. Otra mujer, que se encontraba en i m a ventana en el momento de caer el aparato, sufrió tal impresión que intentó tirarse al patio con un niño que tenía en los brazos. Heroica diligencia d e t r e s obreros. Cómo fueron auxiliadas u n a m u jer y su h l ^ . Tres obreros, llamados Emilio Pérez Rodríguez, de t r e i n t a y nueve años, domiciliado en la calle de Prim, números 6 y 8 (Puente de Vallecas); Ricardo García Montero, domiciliado en Ayala, 19, y Nicasio Cataluña Guzmán, de cuarenta años, domiciliado en Hilarión Eslava, 22, lograron evitar que la mujer realizase eu propósito. Estos obreros, que se dieron cuent a desde la calle del accidente, acudieron a la casa con la mayo-r r a pidez, subieron h a s t a las guardillas, y cuando se hallaban en el pasillo oyeron gritos angustiosos demandando auxilio. I n t e n t a r o n p e n e t r a r en el cuarto de donde Bailan las voces; pero ante la imposibilidad de liaoerlo, rompieron u n a ventana que da al patio, y por ella llegaron a u n a cornisa de unos 25 centímetros de anchura; por esta cornisa, y exponiendo eu vida, llegaron hasta la ventana donde se encontraba la mujer que d e m a n d a , ba auxilio y que se llama Felisa García. E s t a les entregó la niña, y los tres obreros, pasándosela u n o a otro, lograron poner a ealvo a la criatura. Despuéis procedieron al salvamento de la niadre, lo que consiguieron tras grandes trabajos, pues Felisa e r a presa de u n a g r a n Las fuerzas naturales de los nombres. De los Ríos Urruti Sigue la serie. L a serie de nombres. L a serie de esto que llevamos fortuitamente y q u e puede permanecer después de idos del mundo. Porque lo otro, lo que hacemos, pasa poco a poco a lo anónimo. L a reforma tal, la copla esta, la desviación aquella impresa a la t r a yectoria que sea, todo esto lo recibirán los hombres de m a ñ a n a como cosa natural, no hija del hombre, sino de las coyunturas. Y con raz.'ón. Cada, uno hace lo que puede, dadas tales o cuales circunstancias y en virtud de estas o aquellas confluencias de hechos. E l hacer cosas sia tener a m a n o otra que la n a d a es algo que sólo ocurre u n a vez, al principio del mundo. Y eso, porque n o podemos imaginarlo de otro modo. Lo pueril del creacionismo—en literatura y en plástica—es creer que el individuo del siglo X X se halla en las condiciones insólitas de aquel Señor supuesto que llamamos Supremo Hacedor. Nadie crea totalmente. Todo fluye. Todo es continuar. Todo se apoya en algo. El manantial, en la roca; la roca, en la m o n t a ñ a ; los ríos, en el manantial. F e r n a n d o de los Ríos se llama Urruti en segundo término. Y Urruti significa en vasco m a n a n tial. Urruti da, fonéticamente, l a impresión de algo rugoso, engurruñado. Probablemente porque los manantiales son asi. L a s bocas n a turales del agua no son t a n perfectas de forma como las bocas de riego creadas por el hombre según la geometría. El Supremo Hacedor no llegó a t a n t o ; ignoraba la geometría. Bien es verdad que dejó la semilla en miultitud de cosas. De esas cosas que llanaamos naturales hoy al cabo de los siglos, precisamente por lo que dijo antes deil paso al anónimo. De modo que tenemos un individuo que es de los Ríos, y yendo más lejos, es manantial. ¿Qué significa esto, ser de los ríos y ser manantial? E s demasiado fácil cxr.Vicar t a les signiifloados por el simbolismo dioie.ndo: Todo buen profesor es u n manantial, y l a s generaciones de discípulos son los ríos. E3n vez de e n t r e g a r n o s a t a n bon i t a como v a n a explicaoión, que desde luego s e hace después de conocida la obra del individuo, prefiero que pensemos en cómo debieron surgir ambos- apellidos allá en el fondo de los tiempos. Porque estos apellidos son muy viejos, tan viejos quizá como el ser humano. Desde luego, anteriores a la formación de las ciudades y pueblos, y por lo tanto, a los nombres toponímicos. Ser Fulano de Uturbi, de Loyola o de Castro es posterior a ser Fulano del río, Zutano el del m a n a n t i a l . Y nos encontramos con individuos agrestes, campestres, selváticos, dionlsíacos; seres q u e viven «n l a Ubre Natuialeza, pesca¡ndo¡ regando, nadando, cantando al son de u n guitarrico. E l cuadro es ese cuadro que hoy envidian t o dos los hombres superfatigados al ver o leer en la pantalla o en los libros "fotos" y descripciones de las seductoras islas del Pacifico, No m e cabe duda de que el primer " d e los R í o s " vivió en un a m biente así. Del primer Urruti no diría tanto, porque pudo ser el n a cido junto al manantial, o también el que fué dueño del manantial. De lo uno a lo otro h a y tanto como de la existencia a la inexistencia de la propiedad privada. Lo indudable, de u n a m a n e r a o de otra, es que ambos nombres evocan dinamismo, frescor, fluidez, alegría paisajista, campo. Y quien dice campo dice amplitud de horizonte, semilla, laboreo, Jabranza, sementera, cosecha. P o r esto digo que responden a fuerzas n a t u r a les. Claro que algunos no ven en las fuerzas naturales m á s que el pelig r o : la inundación, l a quema, la devastación. E s la gente medrosa, que al acercarse al arroyo en una m a ñ a n a luminosa y brisada como esta del medio abril m i r a o no ve en la luz otra cosa que el fuego y en la brisa el tornado, sin gozar de estas fuerzas ni de la del agua, que va como avecilla r;n bajo vuelo sin motor y sin peligro de lastimarse en los riscos ni de recoger cieno. Agua, agua, agua, que fluye; aquí está la unidad de ambos apellidos. E n esa fuerza telúrica que sale m a n s a o a borbotones de la tierra como la idea de la frente, Ya sé que los ríos son pintorescos por sus desigualdades, sinuosidades, etc. Sí; los ríos son desiguales y caprichosos en su línea, pero hasta que se encauzan. H e conocido a varios antecesores y familiares del actual ministro; el m á s famoso, D. Praricisco Giner. Giner tañía también mucho de fuerza elemental. E n c a r á c t e r campeaban el agua, el fuego y el aire. Hablaba con calor, con fluencia y con elegancia. Pero recordarán sus discípulos las veces que se interrumpía voluntariamente en el discurso, renegando de la elocuencia. Y es que no e n balde se llamaba Giner. N o m b r e cortado, seco y frío. Giner significa enero. Enero ea principio. Enero, congelador, fren a b a l a corriente de Jos ríos. ¿Quién hace de Giner o de enero en este amigo que estudio? Como n o puedo salirme de la onomatología, es decir, como n o puedo valerme de otros instrumentos que los nombres, diré su nombre de pila: Fernando. Gran jefe de la E s p a ñ a medieval, jefe d-e E s t a do, engrandecedor del reino en aquel siglo de las Universidades, de los glosadores y trovadores. E n el siglo XIII, que fué, como est e nuestro, de resurgimiento y de agitación. g. MOKrBNO yXSJlA EINSTEIN EN ESPAÑA LA REPÚBLICA REIVINDICA A LOS JUDÍOS POR R. BLANCO-FOMBONA L a revolución española h a cometido errores. ¿Cómo no? Obra al fin de honabres fa.Iibles. Los r e publicanos pudiéramos irlos señalando p a r a n o dejar ese cuidado a los enemigos, y porque tales errores no son de carácter que deban ocultarse. No avergüenzan ni menos infaman al régimen que se ha dado España. Son culpas individuales, y los individuos que las motivaron pueden cargar con ellas. Uno de estos errores, a m i juicio, h a sido el de simular abismos que no existen entre algunos partidos de la República. Todos h a n sabido ser republicanos revolucionarios y lo h a n sido abnegadamente. Los socialistas h a n acoplado de modo b a s t a n t e burgués su program a al de otros partidos, en beneficio de la revolución. Azaña y ¡os suyoa h a n colaborado con loa sociaUatas sin ser socialistas. Lerroux sirvió con su pre.?tigio y con sus huestes a la República naciente en asocio de los demás republicanos de todos los matices, Alcalá Z a m o r a h a presidido con ejemplar austeridad h a s t a a h o r a y con u n a altura moral tan descollante como su altura política los destinos de la República. Todos los partidos eficientes n a vegan en la nave republicana. L>a República los necesita a iodos; y m a ñ a n a habremos de ver colabor a r de nuevo, sí el régimen lo n e cesitase, . a los fundadoras de la revolución española, iniciada en la oposición común a Ja Monarquía y continuada en común h a s t a hace poco e n el Gobierno. No existen, pues, por lo menos h a s t a ahora, esenciales divergencias de ideas ni odios a m u e r t e entre la.s personas. Me parece u n error de algunos sectores t r a t a r de orearlos y convertir, en el espíritu de la opinión pública, divergencia de menor cuantía, que puede y debe haber, en radicales disociaciones ideológicas, que h a s t a ahora no h a oreado la realidad. * * * t r a e r a E s p a ñ a al g r a n sabio y g r a n judío—hoy perseguido en .su patria alemana por la reacción d« un histérico—, a Einstein. H a tenido la suerte de unir su nombre a esta empresa de cultura—que pronto empezai'á a das fruLos—el ministro eficiente y poco espectaculoso que es, en su modestia y ejemplaridad, uno de los mejores adornos de Ja República: D. F e r n a n d o de los Ríos. Y de D. F e r n a n d o de los Ríos, de Albornoz, ministro de Justicia —¡de Justicia!—, y en general, dal Poder ejecutivo y del Poder legislativo de la República, impetra el que esto escribe—alguien tenía que hacerlo—la reivindicación en E s p a ñ a de l a raza judía. H a c e m á s de cuatro siglos h a bitaba en E s p a ñ a u,na vasta población de raza hebrea. Eíata poblaoJón, pacífica y labori&sa, vivía l»i vida común española ,ooBrto factor social de importancia. Viviendo ellos en E s p a ñ a s e realizó la últim a etapa de la Reconquista, s e formó la unidad nacional y Españ a dio a E u r o p a el ejemplo de la creación de un fuerte Efetado y Ja ascensión de un país enderezado a los m á s lisonjeros destino.s. Entonces cometió la Monarquía española, imbuida por el clero, u n a de las mayores injusticias históricas que s e conocen: triünfant» y poderosa, desterró a loa judíos. Las circunstancias de la proscripción las conocen y las recuerdan todos. Los proscritos se dirigían a los cementerios a llorar sobre loa huesos de s u s padres y a decirles u n triste adiós a los que no podían llevar consigo. Los caminos sie llen a r o n de c a r a v a n a s inverosímiles. E r r a n t e s anduvieron por el mundo buscando pueblo hospitalario donde fijar la p l a n t a : unos fueron a l África; otros, al Oríeate europeo, muchos murieron de pena y d e penalidades. F u é p a r a la raza h e brea u n segundo Éxodo. ¿Qué s e buscaba con aquella medida cruel? ¿Se buscaba la unidad espiritual de E s p a ñ a y su c a t o licidad? Lo esencial, la unidad politica, ya estaba logrado. N o podía peligrar n a d a en E s p a ñ a porque unos hombres religiosos invocaran a Dios llamándolo Cristo y otros llamándolo Jehová. Pero no vamos a polemizar. N o polemizaremos respecto de este asunto. P a r a los h o m bres del siglo X X , a.quel¡a medida fué u n a injusticia. Lo que a h o r a se t r a t a es de que la República de 1833 rectifique el error m o n á r quico de 1492. P e r o si la República h a podido cometer erroreis, nadie le n e g a r á innumerables y múltiples aciertos. El primeí-o, y en bloque, el haber hecho avanzar a E s p a ñ a en dos años legislativa y espiritualmente más, mucho más, que la Monarquía durante dos siglos. Es natural. L a Monarquía española significa estagnación, quietismo; la República, a u d a c i i . avance. L a palabra simbóii de la u n a es Tradición; de la otra, Renovación. E n principio y a h a emipezado a E n el orden moral e intelectual, uno de los aoiertos de la Repúbli- hacerlo. L a Constitución espa|l^a. pagi(Continúa en ca—todavía n o podemos valorarlo garantiza la laicidad de! Elstádo. en todo su mérito—ha sido el de Ninguna religión tiene poder e n na 4.) < E s p a ñ a p a r a perseguir a otra. E i Estado español protege a los s e fardíes en África. E l ministro d e Instrucción pública t r a e a Espafia a uno d e los m á s conspicuos s a bios modernos, de origen judaico. Las p u e r t a s de l a República española están abiertas a los hebreos. No basta. Los judíos fueron arrojados da E s p a ñ a por un rescripto de los Reyes Católicos. Un decreto de .la República laica debe a n u l a r aquella disposición ea desuetud, pero n o derogada. E s a es l a satisfacción m o r a l q u « ^Servicio especial de EL SOL) puede darse a loa israelitas. E s a . P A R Í S 15 (11 n.).—Enorme sen- problema que p a r a ellos presenta es la seguridad que ellos debea e s sación sigue causando en la opi- todas las caj-acterísticas de u n in- p e r a r de E s p a ñ a , y no sólo el q u e nión oppulajr el ailcanoe del déficit trincado laberinto. L a s llamadas a título individual se acepte o »a del presupuesto deü Gobierno fran- insistentes al Gobierno p a r a que invite a u n a personalidad descocís, y a Stprobado por l a Cámara. adopte xma política de rígidas eco- llante. Con caracteres inconfundibles, las nomías h a n desaiparecido casi a u * • « cifras del presupuesto nacional po- tomáticamente. En cualquier momento huWeraa nen de relieve ante los miles de ¿Cuál es la causa? Posiblemente lectores de la P r e n s a diaria la gra- la inquietud que domina, el a m - considerado feliz y bienvenida, vedad que encierra e! oroblema. biente, por considerarse extrema- cuantos espíritus liberales pueblan Todo el mundo las comenta; pero, damente compleja y co^mplicada la la tierra toda, la revocación de a pesar de buscarse u n a solución, situación internacional. aquel decreto de los Reyes Católicos no la encuentran por ninguna A pesar de todo, las cifras del contra la convivencia de los judíos parte. presupuesto están fijas en la men- de Elspaña con los d e m á s españoEspeoiaímente preocupados es- te de todo buen francés. La im- les dentro del territorio nacional tán los medios comerciales e in- presión que deja en ella un déficit dustriales, p o r considerar inevita- presupuestario inicial de francos por el único crimen ¿ e profesar ble el a u m e n t o de l a s contribucio- 4.177.124.085, e n u n presupuesto cu- otra religión. nes, y a de suyo muy elefvada.s. P o r ya p a r t i d a de gastos se eleva a al(Continúa en la págiel momento, esperan confiados en go m á s de 50.000 millones de franque l a próxima Confere«cia B3co- ccffl, e s posible qvm n o s e b o r r e , na }2.), nón^Aa H u n d í » ! dé sotaeión a -ap.' m-uy fáoitoienta. la 4«nmí««ma«ttm! LA CRISIS ECONÓMICA EN FRANCIA El déficit del presupuesto francés asle cuatro mil milliIones cien a mas de de francos