Un aparato de los que tomaban parte en la demostración aérea de

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Como día festivo, ayer no recibimos la habitual in-
formación del Observatorio Meteorológico
CINCO EDICIONES DIARIAS
n
J
Año XVIL—Núm. 4.892 :: Precio: 10 céntimos el ejemplar.
m
EDICIÓN DE MADRID
Diario independiente fundado por D. Nicolás M. Urgoiti en 1917.
Madrid, domingo 16 de abril de 1933
TRES TRÁGICOS ACCIDENTES DE AVIACIÓN
Un aparato de los que tomaban parte en la demostración aérea de
Barajas cae y se incendia sobre una casa de Madrid
t^i piloto se arroja con paracaídas y desciende en la Casa de la Moneda.—El observador muere
carbonizado.—Resultaron heridas tres mujeres, que fallecieron horas después
En Barajas se estrella otro aparato y resultan muertos sus dos ocupantes.-ErTlas cercanías de Alcalá de Henares cae
una avioneta y perecen el aviador francés que la pilotaba 3/
V una señorita
*5»tttttt«;j
TEMAS NACIONALES
EL NEGOCIO DEL MAL
LIBRO DE TEXTO
POR AMERICO CASTRO
él « ^^' ''^s.nera de acabar con
p
l^Sen estas y las otras dissu IÍK"^'^^' ^ ®' profesor sigue con
Biu >,''°' ^ ' ^ texto es bueno, como
»o ^ . ^^"^^^ acontece, o siquiera
CQ^.'^Sno, la infracción de la ley
HOB "^"^^ entonces un pecado m e j ^ ,^'^3-'^e. P e r o ¿cómo seguir so«01 ^ ^ ° ' ^ subsistencia, e) uso e s .
+!._'" ^^
tig
">= los
IOS libros
libros insensatos
msensatosí La
leb 1 ''''•^l'gsiicia de los niños se
V,-. ^ 3-1 comienz'o a laborar so''í* mate riaa repelentes y aburriUi, . lue
.-'^ftgo se produce u n a deforba, ''" violenta, y la memoria aca^as
^^^^ aquellas desconcertata^j_,^^nes. Usando la coacción
^har.v*'^ podría lograrse de los m u j j . °s que m a s t i c a r a n ladrillos.
tolej? ^^°^'' ^^^^ acabar con el pis<Je ('^''^0 que con los malos libros
Pej, .'^'o- Pese a reglamentos e inspy .'^Ifis, el catedrático m á s nulo
6t¡ ^ forjar un librito, lo imprime
gyj *&sa barato, se arregla con al^ os compafieroB, a quienes da el
o el 60 por 100; fija u n precio
^«lace veces superior, al coste, y
^ t e n e m o s al buen hom'rre con
ees
*^° anual tres o cuatro vesuperior al sueMo que le otorga
' •'i.stado.
U^ T . ^'^oho visitaba, por azar,
tor- '^®*''-'^*^o> y pregunté al direc~~¿Libros de texto?
;rS° í°s hay.
j,
entonces, ¿por qué en tales
tj- ^'®s clases cada alumno tiene
Por ^•'^''^P^a-P de un texto escrito
6=i>. ^^ catedrático y con fecha de
^••e año?
bri
h a b r á comprado porque h a * ^ querido,
v ^ . ^^taente, es u n a casualidad
oijgji^ *1 señor director—; m a s no
^sted
-^^^ pequeña casualidad,
hit,!.' ®enor director, debiera p r o Ceat» ^ ^ ^ ° ^ catedráticos de un
ixsg ° "^fi t a m a ñ a importancia que
'"a-Ios libros.
Los directores no saben que decir ^hte.
una interrogación tan ceí'a.Pa .IgRi
^o^óin si tienen autoridad
•ün^ "^tervenir; n o se atreven, de
a^to .^^e; de otra, no saben et u n
íia j.p'^^^'^^o d e esa naturaleza s e cag¡ j^^^jnentario; piensan que en
Se Qj "^os los centros de i^señanza
l*5jjA*° la m i s m a realidad, mucho
6s ax, ^'^ ciencias, donde el nivel
Pfirin ^'^PSTior. E n resumen: todo
En *^« igual.
Institu'í''* de las clases de aquel
libro c ° ^^ usaba p a r a el latín un
Tina c i** *'' trozo p a r a traducir en
telia.^ ^''^Ra y la traducción caslíiejjj.
^"^ otra. Aunque parcialProcojí^. ^'^ ailgún momento ese
Perso»»-^'^"*'"' pudiera usarse con
^oaas niuy mayores, en la práctici
ño q. '^^sultado es que n o h a y ni
La if^l *P!^6nda latín en esa forma.
a c<v^*?"^'^d del maestro lo lleva
j^^^met,-^f u n error q u e u n a ins=ción
"ace tie Wganizada debió atajar
go, es"^"^'^- '^°^° «"<'• si'^ embarPadeoe'^*'^* junto a lo que h a n de
<i«1 '' ' ° ^ alumnos en otras aulas
aqu¡ "*'f»o establecimiento. H e
Cía fp ,''^''° de texto p o r excelen^¡«¿6
.° ^'^ ^^^^- ^ " d\>eño obSas g^''*cias a él sumas cuantioft«s^° ° breves muestras- " P o r la
'Jrpr,!- "aturaüeza d e 1 terreno.
»ai ^ ^^ divide en Septentrio• Central
x^j.
. — y Meridional". ¿Qué
'latu
liara _ ^^a de terreno h a r í a falta
^fse V^^ ^'^ P^'^ " ° pudiera dSvi"V
®^a suerte? " E l B r a h a m a Sr:r ^ la religión fundada por
fació'"'"'' ^^ufc consiste en la adotOíTj^^® u n a Trimurti o trinidad,
Va,'.^8- Por B r a h a m a , Visnu y Si«1 9;uf^'5"5sito todo ello. Claro que
^ toü! ^^^^ adonde va. U n libro
"^tan
puede estar repieto de
*>o Sev*^ y ^^ tosquedades; pero
"^^ la<. ^*®^ nocivo p a r a las ideas
'%ión '^ ,^^^ acom-odadas: " L a r e *is 1^ ú^?'^°''ca apostólica romana
^ a n ^":'* '^«i'dade,va." E n ningún
•^i-ícret 1^ ^® toleraría ese in^'sta 7^^'^'^a-d de saberen del tex
l ^ r e í r * ™ " ® asomarse a todo:
lo,
'aciones diplomáticas entre
dife;
^'«''«n r ^ " ^ ^ Estados o naciones
'•'««4 de
¿T^iJos
°^®''° •^^^^'^ P^'^ ' a Begu
«ón
individuos de u n a n a P ^ l ^ L ^ ^ * ^ ^ ^ ^ trabajos o esooupaciones h a n llevado a
otras". Y ¿quién velará entonces
por la seguridad del turista o por
la exportación de nuestros frutos?
¿ y la Sociedad de las Naciones?
P e r o ¿qué m á s da, al fin y a la
postre, este y cien pasajes m á s
cuando se piensa en su conjunto
abstracto e ingrato? ¿Qué interés o qué placer va a sacar de
esta prosa vulgar e inepta u n a
c r i a t u r a de diez' o doce año.i? ¿Qué
más da que este buen señor escriba que Italia estuvo poblada "por
individuos de la tribu de CroMagnon"?
D a empacho y fastidio Lablar en
público de errores de tanto volumen. N o se sabe, sin embargo,
cómo excitar la conciencia pública
p a r a que reaccione contra un mal
t a n profundo. El negocio del libro
de texto impedirá siempre la m e jora de la segunda enseñanza; es
el duen<ie que atiza el espíritu sindical del profesorado, dispuesto á
todo antes que renunoiar al supdemento de u n texto, como autor o
comdsíonista. Ahora bien: h a n sido
expulsadas d-e sus carreras muchas
personas cuyo delito fué participaj:
en el Gobierno dictatorial; pues
m u c h a mayor falta es publicar un
libro absurdo y pernicioso, que r e vela incapacidad en el cutor y causa daño incalculable al prestigio de
la acción del Estado.
Cuando u n catedrático vea que
al apafecer su libro en público
pierde la cátedra y el libro, quizá
entonces prefiera traducir o hacerse traducir obras extranjeras de
bondad reconocida. Si n o es así
—jubilando a ciertos catedráticos
mediante argumentos cuyo alcance
percibiría la opinión pública m u cho m á s fácilmente que en el caso
de los diplomáticos y magistrados—, si n o es así, ya pusde seguir
actuando en la "Gaceta" el Ministerio, el Consejo Nacional de Cult u r a y lo demás. No h a y , fuerza
h u m a n a que consiga, hoy por hoy,
acabar con t a n desagradable dolencia mediante procedimientos normales. P a r a u n a higienización de
estos casos extremos, n i hace falta
ley de revisión del profesorado, ni
nada. B a s t a con la ley de defensa
de las pobres inteligencias infantiles.
Se producirían quizá m u c h a s baj a s en los Institutos, que fácilmente se cubrirían con personal interino, que, inspeccionado, estaría
haciendo pruebas y ensayos bast a n t e tiempo. El público no se da
cuenta del dislate que supone proveer en la Efepaña de l.oy, de u n a
vez, centenares de cátedras en form a definitiva. Así va la enseñanza
secundaria. L a gente quiere plaz'as,
plazas, "tranquilidad y buenos alimentos", segiin nos decía u n epicúreo. P e r o esto llevará a crear un
persona;! poco apto que difícilmente realzará el nivel de la enseñanza media.
tT?itiS}t*t28ti?titi3'
A las cuatro menos cuarto evolucionaba sobre el centro de Madrid u n grupo de aparatos.
Cuando se hallaba exactamente
sobre las entradas de las calles de
Serrano y Claudio Coello, la gente que contemplaba los aviones
quedó estremecida al ver que uno
de éstos entraba en b a r r e n a y caía
casi verticalme.nte. Observóse t a m bién que del aparato se descolgaba
un hombre y que segnandos después
quedaba pendiente de un paracaídas, con el que descendió. Se advirtió que el viento derivaba la
caída hacia el paseo de la Castellana, en tanto que el avión caía
vertical sobre la casa número 31
de la calle de Claudio Coello.
De todos los alrededores de este
punto acudió la gente que lo había
visto caer, y mucha m á s a t r a í d a
después por ©1 humo que eurgia
del a p a r a t o incendiado, y que escalaba la altura en columna vertica], apenas descompuesta por el
escaso viento existente. Acudieron
algunas autoridades y se reclamó
el Servicio de Incendios; pero fué
en extremo difícil podar llegar
h a s t a cecrca del a p a r a t o incendiado
a causa de ocupar g r a n parte del
tejado de la flnoa. L a impresión en
en Madrid fué enorme.
El piloto aviador, con el paracaídas, cayó sobre el tejado del taller de máquinas de la Casa de la
Moneda, que da a la calle de Serrano.
Como el accidente de aviación y
la caída del piloto habían sido presenciados por mucho público que a
eea hora transitaba por los alrededores del lugar en que se desarrolló el suceso, buen número de peleonas acudió r á p i d a m e n t e a la Ca.
«a de la Moneda con propósito de
auxiliar al aviador. Los vigilantes
que había en este centro oficial,
que también presenciaron lo ocurrido, fueron inmediatamente hacia el tejado en que había caído
el aviador provistos de u n a escalera; pero al colocarla se vio que
faltaban unos doe metros p a r a alcanzar el tejado. Entonces se requirieron las llaves de ¡a dependencia p a r a subir por u n a escalera interior al propio tejado.
Eil vigilante Agustín Aviles fué
el primero que llegó al punto en
que estaba el aviador, y éste le
abrazó emocionado, al tiempo que
le decía:
—Afortunadamente, no m« he
hecho nada. Yo he salido bien. P o r
quien lo siento profundamente es
por el pasajero que m e acompañaba, que es u n s a r g e n t o y que está
cagado.
Reconocido rápidamente el piloto por las personas que habían ido
llegando al tejado, se apreció que,
por fortuna, no sufría herida alguna. Solamente tenía unos arañazos
en u n brazo.
Pasados algunos minutos, descendieron todos al patio de la Casa
de l a Moneda y cuando ya el piloto se hubo serenado de la fuerte
excitación nerviosa que í l suceso
le produjo, pidió u n " t a x i " y abandonó el edificio.
Oomo el suceso, repetimos, fué
presenciado por m u c h a s personas,
la noticia de lo ocurrido se difundi;ó rápidamente por Madrid, y de
todos lados comenzaron a llegar
cUiTioBos y personas d e las familiae
de los aviadores que intervenían
en la fiesta de ayer de Barajas, y
que ansiosamente pregnmtaban detalles de lo ocurrido.
E l a p a r a t o y s u s tripulantes
E l aparato, que era u n a avionet a señalada con el distintivo R-3",
lo ocupaban el piloto, cabo Andrés
García de la Calle, y el sargento, o b .
servador Tomás Garrido Barreira.
L a avioneta formaba parte del grupo núme,ro 22, escuadrilla n ú m e r o 1,
de la base de Sevilla, L a m a n d a b a
el capitán Sr. Heixa.
Como y a hemos dicho anteriormente, el cabo, al darse cuenta del
peligro, se lanzó al espacio provisto de u n paracaídas. Al sargento
observador n o le dio, pof lo visto,
tiempo p a r a h a c s r lo mismo, y cayó con el avión sobre el tejado de
««í«j{m««m««mtt»«mím«í««»»
"Para velar por los intereses de la gran causa alemana'
»»
se someten
Los Vascos de acero"
a la voluntad de Hítler
(Servicio especial de Eti SOL)
P A R Í S 15 (11 D,).—-Laa "cascos sa de muy vivos comentarios en los
de acero" v a n a someterse total- círculos políticos de Berlín, según
mente al yugo del nacionalsocialis- se dice en los despachos de Prenmo. Esto es lo que se desprende sa aludidos. Y se toman como indide la versión que da la P r e n s a cio seguro de u n a rápida centralifrancesa del discurso pronunciado zación de todas las manifestacioen Halle (Alemania) por t>l capitán nes de la vida oficial germana, que
Juttner, jefe de esta organización
h a s t a ahora seguían ofreciendo la
en la Alemania central.
Según este militar, los "cascos de semblanza de u n a débil coalición
acero" deben someterse en todo de distintos grupos y partidos.
E n lo futuro, los "casccw de acemomento y en cualquier circunstancia, "sin reservajs de n i n g u n a r o " seguirán manteniendo su acoíase", a las n o r m a s que les im- tual formación y disciplina; pero
ponga el canciller Hítler. si con- toda su actuación en ell p a n o r a m a
tinúan velando " p o r los intereses naoloaal estará totalmente sometide l a g r a n causa alemana".
d a a la voluntad del canofller n a E s t a s deolaracicmee bem. sido cau- clonailsociallsta.
Memorable, por su carácter precisamente
conmemorativo,
será et
dia de ayer. Memorable taynbicn, con un sombrío subrayado, con un
surco luctuoso en la t7iemoria de las gentes, por la contrapartida
dolorosa que un giro adverso de la suerte puso a la fiesta histórica. Un
di-a, votado por la voluntad de los patriotas para la exaltación y el
gozo del recuerdo, fué aquí, en Madrid, a empañarse, en kis primeras horas de la tarde, con la.Jra,f^¿^'¿de
odio muertos. La alegría de
los tres colores, ondeante a^sde póW'la mañatia en gallardetes,
colgaduras y banderas, pedia, ya mediada ki tarde, señales de crespón.
No luí querido esta vez el Destino ahorrarnos la amargura.
Ocho
vidas segadas en la hora de un triunfal festejo, son demasiado
lastre
de amargura para, sacar a flote, indemnes en el ánimo, el triunfo ni
el festejo. Entenebrecida
quedará esa fecha de ayer por mucho tiempo en la memoria colectiva, y ojalá el esplendor con que en otros
7nuchos años seguidos celebre España entera la conquista de su soberanía vaya desvaneciendo,
no el piadoso recuerdo de las vlctimn-s,
que debe ser y ha de ser perenne, sino ese trazo de horror con que
ayer luí quedado m.:ircado el día del a^iiversario.
Reposen en pas las victimas, y vaya al Cuerpo de Aviación y a
las familias de los desaparecidos el teMimonio de nuestra
solidaridad
con su honda
angustia.
la C3,3a número 31 de la calle de
Claudio Coello. La avioneta, al chocar, se incendió.
Rápidamente acudieron al lugar
del accidente un parque de bomberos, varias parejas de guardias,
y poco después u n a sección de
guardias de asalto p a r a contener
al numerosísimo público allí congregado, que pretendía entrar en
la casa donde había caído el aparato.
Los bomberos lucharon desde
los primeros momentos con grandes inconvenientes, pues no les e r a
fácil subir al tejado. P o r fin lograron extraer el cadáver del sargento. A consecuencia del choque del
aparato contra el tejado se hundió parte de éste, y los escombros
alcanzaron a los vecinos de uno de
los cuartos situados en el último
piso de la finca. P a r a recoger a
estas víctimas los bomberos tropezaron con muchas m á s diflculta-
FISONOMÍAS
y
des. Tuvieron necesidad de derribar un tabique que s e p a r a esta c a sa de la señalada con el número
29 de la mencionada calle de Claudio Coello, Las víctimas fueron
trasladadas rápidamente al gabinete médico del barrio de Salamanca, establecido en la misma casa,
donde el director, doctor Gil Mariscal, y el médico Sr. Lavilla procedieiron inmediatamente al reconocimiento y cura de los heridos.
Cómo ocurrió el accidente
La escuadrilla regresaba de la
fiesta de aviación que so celebraba
en el aerádromo de Barajas. Marcha,ba rumbo a Getafe. Los a p a r a tos evolucionaban p a r a conseguir
diversas formaciones.
Al hacer u n a de éstas, dos de
los aparatos—según nos h a n manifestado los (lue iban a derecha e
izquierda del a p a r a t o ocupado por
el jefe d-e la escuadrilla,—chocaron.
Uno de ellos logró mantenerse en
el aire; pero el otro, o s e a la avioneta "R.-3", entró en barrena, y
cayó luego verticalmente sobre el
tejado de la finca número SI de la
calle de Claudio Coello.
El apar;ato se incendia y se propaga el fuego a las guardillas.—
Tres personas heridas.
El aparato perforó el tejado, y
por efecto del golpe hizo fxplosión
el motor y se produjo el incendio.
L a gasolina del depósito, incendiado, se desparramó por el tejado y
las llamas prendireron en la techumbre de la finca.
E n u n o de los descansillos del
grupo de guardillas se encontraban
varios inquilinos. Pudimos hablar
con algunos de ellos. Nos manifestaron que oyeron u n gran ruido y
casi simultáneamente vieron, horroiTÍzados, que s.e hundía la techumbre.
A consecuencia del hundimiento
resultaron lesionados J u a n a Pérez
de León, con u n a herida profunda
en la cabeza, y Felisa García, con
algunas contusiones y g r a n excitación nerviosa.
Otra mujer, que se encontraba
en i m a ventana en el momento de
caer el aparato, sufrió tal impresión que intentó tirarse al patio
con un niño que tenía en los brazos.
Heroica diligencia d e t r e s obreros.
Cómo fueron auxiliadas u n a m u jer y su h l ^ .
Tres obreros, llamados Emilio
Pérez Rodríguez, de t r e i n t a y nueve años, domiciliado en la calle de
Prim, números 6 y 8 (Puente de
Vallecas); Ricardo García Montero, domiciliado en Ayala, 19, y Nicasio Cataluña Guzmán, de cuarenta años, domiciliado en Hilarión Eslava, 22, lograron evitar que
la mujer realizase eu propósito.
Estos obreros, que se dieron cuent a desde la calle del accidente, acudieron a la casa con la mayo-r r a pidez, subieron h a s t a las guardillas, y cuando se hallaban en el
pasillo oyeron gritos angustiosos
demandando auxilio. I n t e n t a r o n
p e n e t r a r en el cuarto de donde Bailan las voces; pero ante la imposibilidad de liaoerlo, rompieron u n a
ventana que da al patio, y por ella
llegaron a u n a cornisa de unos 25
centímetros de anchura; por esta
cornisa, y exponiendo eu vida, llegaron hasta la ventana donde se
encontraba la mujer que d e m a n d a ,
ba auxilio y que se llama Felisa
García. E s t a les entregó la niña, y
los tres obreros, pasándosela u n o
a otro, lograron poner a ealvo a la
criatura. Despuéis procedieron al
salvamento de la niadre, lo que
consiguieron tras grandes trabajos,
pues Felisa e r a presa de u n a g r a n
Las fuerzas naturales de los
nombres. De los Ríos Urruti
Sigue la serie. L a serie de nombres. L a serie de esto que llevamos
fortuitamente y q u e puede permanecer después de idos del mundo.
Porque lo otro, lo que hacemos,
pasa poco a poco a lo anónimo. L a
reforma tal, la copla esta, la desviación aquella impresa a la t r a yectoria que sea, todo esto lo recibirán los hombres de m a ñ a n a como cosa natural, no hija del hombre, sino de las coyunturas. Y con
raz.'ón. Cada, uno hace lo que puede, dadas tales o cuales circunstancias y en virtud de estas o
aquellas confluencias de hechos.
E l hacer cosas sia tener a m a n o
otra que la n a d a es algo que sólo
ocurre u n a vez, al principio del
mundo. Y eso, porque n o podemos
imaginarlo de otro modo. Lo pueril del creacionismo—en literatura
y en plástica—es creer que el individuo del siglo X X se halla en las
condiciones insólitas de aquel Señor supuesto que llamamos Supremo Hacedor.
Nadie crea totalmente. Todo fluye. Todo es continuar. Todo se
apoya en algo. El manantial, en la
roca; la roca, en la m o n t a ñ a ; los
ríos, en el manantial.
F e r n a n d o de los Ríos se llama
Urruti en segundo término. Y
Urruti significa en vasco m a n a n tial.
Urruti da, fonéticamente, l a impresión de algo rugoso, engurruñado. Probablemente porque los
manantiales son asi. L a s bocas n a turales del agua no son t a n perfectas de forma como las bocas de riego creadas por el hombre según la
geometría. El Supremo Hacedor no
llegó a t a n t o ; ignoraba la geometría. Bien es verdad que dejó la
semilla en miultitud de cosas. De
esas cosas que llanaamos naturales
hoy al cabo de los siglos, precisamente por lo que dijo antes deil
paso al anónimo.
De modo que tenemos un individuo que es de los Ríos, y yendo
más lejos, es manantial. ¿Qué significa esto, ser de los ríos y ser
manantial?
E s demasiado fácil cxr.Vicar t a les signiifloados por el simbolismo
dioie.ndo: Todo buen profesor es u n
manantial, y l a s generaciones de
discípulos son los ríos.
E3n vez de e n t r e g a r n o s a t a n bon i t a como v a n a explicaoión, que
desde luego s e hace después de
conocida la obra del individuo,
prefiero que pensemos en cómo
debieron surgir ambos- apellidos
allá en el fondo de los tiempos.
Porque estos apellidos son muy
viejos, tan viejos quizá como el
ser humano. Desde luego, anteriores a la formación de las ciudades
y pueblos, y por lo tanto, a los
nombres toponímicos. Ser Fulano
de Uturbi, de Loyola o de Castro
es posterior a ser Fulano del río,
Zutano el del m a n a n t i a l .
Y nos encontramos con individuos agrestes, campestres, selváticos, dionlsíacos; seres q u e viven
«n l a Ubre Natuialeza, pesca¡ndo¡
regando, nadando, cantando al son
de u n guitarrico. E l cuadro es
ese cuadro que hoy envidian t o dos los hombres superfatigados al
ver o leer en la pantalla o en los
libros "fotos" y descripciones de
las seductoras islas del Pacifico,
No m e cabe duda de que el primer " d e los R í o s " vivió en un a m biente así. Del primer Urruti no
diría tanto, porque pudo ser el n a cido junto al manantial, o también
el que fué dueño del manantial. De
lo uno a lo otro h a y tanto como
de la existencia a la inexistencia
de la propiedad privada.
Lo indudable, de u n a m a n e r a o
de otra, es que ambos nombres
evocan dinamismo, frescor, fluidez,
alegría paisajista, campo. Y quien
dice campo dice amplitud de horizonte, semilla, laboreo, Jabranza,
sementera, cosecha. P o r esto digo
que responden a fuerzas n a t u r a les.
Claro que algunos no ven en las
fuerzas naturales m á s que el pelig r o : la inundación, l a quema, la
devastación. E s la gente medrosa,
que al acercarse al arroyo en una
m a ñ a n a luminosa y brisada como
esta del medio abril m i r a o no ve
en la luz otra cosa que el fuego y
en la brisa el tornado, sin gozar
de estas fuerzas ni de la del agua,
que va como avecilla r;n bajo vuelo sin motor y sin peligro de lastimarse en los riscos ni de recoger
cieno.
Agua, agua, agua, que fluye;
aquí está la unidad de ambos apellidos. E n esa fuerza telúrica que
sale m a n s a o a borbotones de la
tierra como la idea de la frente,
Ya sé que los ríos son pintorescos
por sus desigualdades, sinuosidades, etc. Sí; los ríos son desiguales y caprichosos en su línea, pero
hasta que se encauzan. H e conocido a varios antecesores y familiares del actual ministro; el m á s famoso, D. Praricisco Giner. Giner
tañía también mucho de fuerza elemental. E n c a r á c t e r campeaban el
agua, el fuego y el aire. Hablaba
con calor, con fluencia y con elegancia. Pero recordarán sus discípulos las veces que se interrumpía voluntariamente en el discurso, renegando de la elocuencia. Y
es que no e n balde se llamaba Giner. N o m b r e cortado, seco y frío.
Giner significa enero. Enero ea
principio. Enero, congelador, fren a b a l a corriente de Jos ríos.
¿Quién hace de Giner o de enero en este amigo que estudio? Como n o puedo salirme de la onomatología, es decir, como n o puedo
valerme de otros instrumentos que
los nombres, diré su nombre de
pila: Fernando. Gran jefe de la
E s p a ñ a medieval, jefe d-e E s t a do, engrandecedor del reino en
aquel siglo de las Universidades,
de los glosadores y trovadores.
E n el siglo XIII, que fué, como est e nuestro, de resurgimiento y de
agitación.
g. MOKrBNO yXSJlA
EINSTEIN EN ESPAÑA
LA REPÚBLICA REIVINDICA A LOS JUDÍOS
POR R. BLANCO-FOMBONA
L a revolución española h a cometido errores. ¿Cómo no? Obra
al fin de honabres fa.Iibles. Los r e publicanos pudiéramos irlos señalando p a r a n o dejar ese cuidado
a los enemigos, y porque tales
errores no son de carácter que deban ocultarse. No avergüenzan ni
menos infaman al régimen que se
ha dado España. Son culpas individuales, y los individuos que las
motivaron pueden cargar con ellas.
Uno de estos errores, a m i juicio, h a sido el de simular abismos
que no existen entre algunos partidos de la República. Todos h a n
sabido ser republicanos revolucionarios y lo h a n sido abnegadamente.
Los socialistas h a n acoplado de
modo b a s t a n t e burgués su program a al de otros partidos, en beneficio de la revolución. Azaña y ¡os
suyoa h a n colaborado con loa sociaUatas sin ser socialistas. Lerroux sirvió con su pre.?tigio y con
sus huestes a la República naciente en asocio de los demás republicanos de todos los matices, Alcalá Z a m o r a h a presidido con
ejemplar austeridad h a s t a a h o r a y
con u n a altura moral tan descollante como su altura política los
destinos de la República.
Todos los partidos eficientes n a vegan en la nave republicana. L>a
República los necesita a iodos; y
m a ñ a n a habremos de ver colabor a r de nuevo, sí el régimen lo n e cesitase, . a los fundadoras de la
revolución española, iniciada en la
oposición común a Ja Monarquía y
continuada en común h a s t a hace
poco e n el Gobierno.
No existen, pues, por lo menos
h a s t a ahora, esenciales divergencias de ideas ni odios a m u e r t e
entre la.s personas. Me parece u n
error de algunos sectores t r a t a r
de orearlos y convertir, en el espíritu de la opinión pública, divergencia de menor cuantía, que puede y debe haber, en radicales disociaciones ideológicas, que h a s t a
ahora no h a oreado la realidad.
* * *
t r a e r a E s p a ñ a al g r a n sabio y
g r a n judío—hoy perseguido en .su
patria alemana por la reacción d«
un histérico—, a Einstein.
H a tenido la suerte de unir su
nombre a esta empresa de cultura—que pronto empezai'á a das
fruLos—el ministro eficiente y poco
espectaculoso que es, en su modestia y ejemplaridad, uno de los
mejores adornos de Ja República:
D. F e r n a n d o de los Ríos.
Y de D. F e r n a n d o de los Ríos,
de Albornoz, ministro de Justicia
—¡de Justicia!—, y en general, dal
Poder ejecutivo y del Poder legislativo de la República, impetra el
que esto escribe—alguien tenía que
hacerlo—la reivindicación en E s p a ñ a de l a raza judía.
H a c e m á s de cuatro siglos h a bitaba en E s p a ñ a u,na vasta población de raza hebrea. Eíata poblaoJón, pacífica y labori&sa, vivía l»i
vida común española ,ooBrto factor
social de importancia. Viviendo
ellos en E s p a ñ a s e realizó la últim a etapa de la Reconquista, s e
formó la unidad nacional y Españ a dio a E u r o p a el ejemplo de la
creación de un fuerte Efetado y Ja
ascensión de un país enderezado a
los m á s lisonjeros destino.s.
Entonces cometió la Monarquía
española, imbuida por el clero,
u n a de las mayores injusticias históricas que s e conocen: triünfant»
y poderosa, desterró a loa judíos.
Las circunstancias de la proscripción las conocen y las recuerdan todos.
Los proscritos se dirigían a los
cementerios a llorar sobre loa huesos de s u s padres y a decirles u n
triste adiós a los que no podían
llevar consigo. Los caminos sie llen a r o n de c a r a v a n a s inverosímiles.
E r r a n t e s anduvieron por el mundo
buscando pueblo hospitalario donde fijar la p l a n t a : unos fueron a l
África; otros, al Oríeate europeo,
muchos murieron de pena y d e
penalidades. F u é p a r a la raza h e brea u n segundo Éxodo.
¿Qué s e buscaba con aquella
medida cruel? ¿Se buscaba la unidad espiritual de E s p a ñ a y su c a t o licidad? Lo esencial, la unidad politica, ya estaba logrado. N o podía
peligrar n a d a en E s p a ñ a porque
unos hombres religiosos invocaran
a Dios llamándolo Cristo y otros
llamándolo Jehová. Pero no vamos
a polemizar. N o polemizaremos respecto de este asunto. P a r a los h o m bres del siglo X X , a.quel¡a medida
fué u n a injusticia. Lo que a h o r a
se t r a t a es de que la República
de 1833 rectifique el error m o n á r quico de 1492.
P e r o si la República h a podido
cometer erroreis, nadie le n e g a r á
innumerables y múltiples aciertos.
El primeí-o, y en bloque, el haber
hecho avanzar a E s p a ñ a en dos
años legislativa y espiritualmente
más, mucho más, que la Monarquía durante dos siglos.
Es natural. L a Monarquía española significa estagnación, quietismo; la República, a u d a c i i . avance. L a palabra simbóii
de la u n a
es Tradición; de la otra, Renovación.
E n principio y a h a emipezado a
E n el orden moral e intelectual,
uno de los aoiertos de la Repúbli- hacerlo. L a Constitución espa|l^a.
pagi(Continúa en
ca—todavía n o podemos valorarlo garantiza la laicidad de! Elstádo.
en todo su mérito—ha sido el de Ninguna religión tiene poder e n
na 4.) <
E s p a ñ a p a r a perseguir a otra. E i
Estado español protege a los s e fardíes en África. E l ministro d e
Instrucción pública t r a e a Espafia
a uno d e los m á s conspicuos s a bios modernos, de origen judaico.
Las p u e r t a s de l a República española están abiertas a los hebreos.
No basta.
Los judíos fueron arrojados da
E s p a ñ a por un rescripto de los
Reyes Católicos. Un decreto de .la
República laica debe a n u l a r aquella disposición ea desuetud, pero
n o derogada.
E s a es l a satisfacción m o r a l q u «
^Servicio especial de EL SOL)
puede darse a loa israelitas. E s a
. P A R Í S 15 (11 n.).—Enorme sen- problema que p a r a ellos presenta es la seguridad que ellos debea e s sación sigue causando en la opi- todas las caj-acterísticas de u n in- p e r a r de E s p a ñ a , y no sólo el q u e
nión oppulajr el ailcanoe del déficit trincado laberinto. L a s llamadas a título individual se acepte o »a
del presupuesto deü Gobierno fran- insistentes al Gobierno p a r a que invite a u n a personalidad descocís, y a Stprobado por l a Cámara. adopte xma política de rígidas eco- llante.
Con caracteres inconfundibles, las nomías h a n desaiparecido casi a u * • «
cifras del presupuesto nacional po- tomáticamente.
En cualquier momento huWeraa
nen de relieve ante los miles de
¿Cuál es la causa? Posiblemente
lectores de la P r e n s a diaria la gra- la inquietud que domina, el a m - considerado feliz y bienvenida,
vedad que encierra e! oroblema. biente, por considerarse extrema- cuantos espíritus liberales pueblan
Todo el mundo las comenta; pero, damente compleja y co^mplicada la la tierra toda, la revocación de
a pesar de buscarse u n a solución, situación internacional.
aquel decreto de los Reyes Católicos
no la encuentran por ninguna
A pesar de todo, las cifras del contra la convivencia de los judíos
parte.
presupuesto están fijas en la men- de Elspaña con los d e m á s españoEspeoiaímente preocupados es- te de todo buen francés. La im- les dentro del territorio nacional
tán los medios comerciales e in- presión que deja en ella un déficit
dustriales, p o r considerar inevita- presupuestario inicial de francos por el único crimen ¿ e profesar
ble el a u m e n t o de l a s contribucio- 4.177.124.085, e n u n presupuesto cu- otra religión.
nes, y a de suyo muy elefvada.s. P o r ya p a r t i d a de gastos se eleva a al(Continúa en la págiel momento, esperan confiados en go m á s de 50.000 millones de franque l a próxima Confere«cia B3co- ccffl, e s posible qvm n o s e b o r r e ,
na }2.),
nón^Aa H u n d í » ! dé sotaeión a -ap.' m-uy fáoitoienta.
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LA CRISIS ECONÓMICA EN FRANCIA
El déficit del presupuesto francés asle cuatro mil milliIones
cien a mas de
de francos
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