ARTE DE EGIPTO LA CIVILIZACION EGIPCIA.

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ARTE DE EGIPTO
LA CIVILIZACION EGIPCIA.
Debemos comenzar hablando de los acontecimientos que permitieron el conocimiento de esta cultura, lo cual
fue debido de forma fundamental al trabajo de investigación realizado por Champollión en 1799, con el
descubrimiento y desciframiento del alfabeto jeroglífico de la piedra Rosetta.
Los signos jeroglíficos no eran simbólicos, sino fonéticos, la comparación entre escritura egipcia y griega
permitió llegar al conocimiento de esta cultura.
La aventura del conocimiento de la civilización egipcia, desde los textos de las pirámides que realizó
Maspéro, pasando por el estudio de las artes menores de Petrie y el último gran hallazgo realizado por
H.Carter, por orden de Lord Carnavon, de la tumba de un faraón de la XVIII dinastía, Tutankamen o
Tutankamon, ha sufrido muchas vicisitudes, hasta llegar a los equipos de científicos.
En el caso de Egipto parece certera la afirmación de que el medio físico constituye uno de los condicionantes
básicos de la producción artística. Egipto no tiene otra definición que la de País del Nilo, el río que desde el
Africa Central atraviesa las arenas del desierto para abrirse en un amplio delta al llegar al Mediterráneo. Su
tierra aluvial, el limo, es generadora de vida; si bien a los pocos kilómetros de nuevo el desierto se enseñorea
de la tierra. Ello representa apenas 1000 km. por una banda de 10−15 km. de anchura, salvo en el delta. La
vida de Egipto está condicionada por las crecidas del Nilo, subida que se inicia en el mes de junio y culmina
en el de agosto.
La división fundamental del Egipto se basa en la disyuntiva N/S, el N. o Bajo Egipto y el S. o Alto Egipto. En
el Bajo los campesinos sedentarios, en el Alto los pastores y cazadores. Ambos en los orígenes constituyeron
entidades separadas. Hasta el año 3000 a.C. no podemos tener referencias escritas de ahí problemática para
determinar lo que sucede en esos momentos previos y durante la unificación, pues los primeros hallazgos
escritos se corresponden ya con un Egipto unificado y consolidado en sus tradiciones religiosas, en sus
instituciones y en su lengua.
En torno al 3000 un mítico rey Narmer, según una paleta decorada, Menes según los textos más tardíos
consiguió unir los dos reinos del N. y del S. y ceñirse la doble tiara que desde entonces lucirán todos los
faraones del Alto y del Bajo Egipto.
La capital de este nuevo reino se situará en Tinis, cerca de la actual Abydos en el Alto Egipto, será la primera
dinastía o dinastía tinita. Dura hasta el 2770 y se trata de un periodo de consolidación del Estado. Desde el
punto de vista artístico destaca la arquitectura funeraria en adobe (necrópolis de Abydos). Así como el
desarrollo de la iconografía, expresada en la conocida paleta de Narmer.
Durante la II dinastía tinita, 2770−2649, se produce un periodo de expansión, en Nubia y el desierto arábigo.
En arquitectura el barro cocido deja paso a la piedra. La necrópolis real de Saqqara.
El Imperio Antiguo.
Se inicia con la III dinastía −2649−2575− no supone un cambio político con relación a la anterior, sino que la
expansión lleva a un periodo de gran esplendor en la IV − alrededor del 2150−. La capital se halla en Menfis,
cerca del Cairo. Se trató de la primera monarquía de poder absoluto basado en un rígido esquema teológico.
Momento de gran riqueza que se expresa también en el arte. Es la época de las grandes pirámides y templos,
desarrollándose la estatuaria, el relieve y la pintura, con la proliferación de las tumbas y de los hipogeos
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(tumbas excavadas en la roca).
Con la V dinastía, en torno al 2150, se inicia la decadencia, tal vez debido a la pérdida de su autoridad por
parte del monarca, así como de su carácter divino.
En los años siguientes el poder del faraón es usurpado por los gobernadores de las provincias o nomos. Epoca
de grandes alteraciones sociales, y cambio de los valores. A esto se le conoce como el Primer Periodo
Intermedio finalizará hacia el 2040 cuando en la ciudad de Tebas, una nueva dinastía la XI unifica de nuevo el
país desde el Alto Egipto.
El Imperio Medio.
Este nuevo periodo perdura hasta el 1780 con el fin de la dinastía XII. Estos reyes se lanzarán a controlar la
situación de los gobernadores en algunos casos haciéndolos desaparecer. Fortificaron el Alto Egipto. Se
desarrollan las relaciones con Siria y el Líbano. Sin embargo, el fin de la línea real, y la invasión de un
pueblo, los hicsos, trae el fin de este periodo. Nos hallamos ante el Segundo Periodo Intermedio, hasta 1550.
Perdura hasta la dinastía XVII. Dentro de los profundos cambios que sufrió esta zona en los primeros siglos
del II milenio. Se trataba de movimientos de pueblos nómadas semitas. De nuevo desde Tebas se produce la
reconquista del país trayendo como consecuencia el Imperio Nuevo.
El Imperio Nuevo .
Se trata de la última época de esplendor del Antiguo Egipto. Es en este momento en el cual Egipto se va a
comportar como un auténtico Imperio, llevando sus afanes imperialistas hasta Mesopotamia. Esa relación con
pueblos y culturas más inclinadas al lujo y a la gracia influyeron de forma importante en el arte de este
periodo. Tres dinastías XVIII a la XX constituyen este periodo.
En está época gobierna la reina Hatsepsut −1473−1458− más preocupada de las relaciones comerciales que de
la guerra, contó entre sus asesores al arquitecto Senenmut, constructor del templo funerario de Dayr
al−Bahari.
Otro importante faraón fue Amenofis IV, intentó controlar el poder de los sacerdotes de Amón, eliminado su
culto y cerrando los templos e implantó un nuevo culto en torno a Aton, simbolizado por el disco solar.
Abandonó Tebas y trasladó la capital a Tell−el−Amarna, y se llamó a sí mismo Akenatón. Este cambió no
solo religioso y político fue también determinante para el arte, especialmente en la escultura se produce una
corriente anti−idealizante. Tal es el caso de los retratos de propio faraón y de la reina Nefertiti. Tutankamon
su yerno volvería las cosas a a la situación de antes de Akenatón, con el poder del culto de Amón.
Con la dinastía XIX se inicia la decadencia, salvo el reinado de Ramses II. Se inicia el llamado III Periodo
Intermedio 1070−712. Son las dinastías hasta el número de XXV. Se produce cada vez en mayor medida,
sobre Egipto, un control por parte de potencias extranjeras. Hasta el año 332 en que pasa a ser dominio de los
reyes de Macedonia, a través de la dinastía de los Tolomeos, reyes griegos que reinaron hasta la conquista del
país por Roma.
ESTRUCTURA SOCIAL.
El faraón era tenido por un dios o emisario de la divinidad, y por lo tanto digno de adoración. Con la muerte
del faraón se producía la alteración del orden cósmico. Identificación entre el faraón y Horus. El vivía en su
palacio alejado del pueblo que solo le podía contemplar en contadas ocasiones. De modo que delegaba el
gobierno en un visir o canciller, a veces dos y que era ayudado por una multitud de funcionarios .
Por otro lado, el clero tenia el papel de mantener el equilibrio universal. Se trataba de un poder dentro del
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poder.
Finalmente los hombres que trabajan para sí, los campesinos en pésimas condiciones de existencia y los
artesanos, ya que las propiedades que trabajaban era propiedad del faraón al que el debían un fuerte tributo
que apenas les dejaba para sobrevivir. No eran esclavos, pero como si lo fueran.
La falta de alteración de este orden, salvo excepciones, en casi 3000 años resulta significativo. Ello es debido
a una concepción del mundo muy arraigada. La vida es un breve periodo dentro del ciclo de la existencia que
resulta infinito en el mas allá. La muerte era la posibilidad de la felicidad eterna siempre que se hubiera vivido
de acuerdo con las reglas establecidas.
EL CONCEPTO DE LO ARTISTICO.
En primer lugar resaltar que nuestras categorías de lo artístico resultan difícilmente aplicables, a esta
civilización con una vida varias veces superior a la nuestra.
Para empezar el egipcio no consideraba la arquitectura o la pintura superiores en su realización a la cerámica o
los tejidos. Si bien distinguía entre las cosas de uso corriente, sin especial habilidad en su ejecución, y
aquellas que si necesitaban de este arte.
La cualidad de bien hecho le confiere valor al objeto. Lo bien hecho se convierte en un objeto artístico.
Para el egipcio es bello lo que es joven, agradable a la vista y que procura placer, o bien aquello que
emociona, como un canción. Otra connotación de lo bello es la de aquello que cumplía a la perfección la
finalidad para la que había sido creado. Estos son los rasgos más importantes del objeto de arte.
El artista en cuanto tal no se diferencia del artesano. Era en general un funcionario o semi− funcionario que
preferentemente trabajaba para el Estado. Si bien no resultaba un desconocido para sus contemporáneos y
recibía frecuentes recompensas por su trabajo.
LA ARQUITECTURA
De las ciudades egipcias apenas queda nada: las edificaciones de los vivos, estaban hechas con paja y adobe,
la piedra se destinaba a las tumbas, se han convertido en colinas de escombro con el paso del tiempo. Tan solo
del desarrollo urbano quedan los restos de la capital herética levantada por Akenaton en Tell−el−Amarna.
ARUITECTURA FUNERARIA.
Los egipcios cuidaban mucho más las moradas de los muertos que la de los vivos, ya que la tumba debía
poseer la esencia de lo eterno, ya que preservaba el cuerpo de cualquier destrucción y debía satisfacer las
exigencias materiales del difunto.
Las Mastabas.
Durante las primeras dinastías se construyen unas tumbas que se basan en fosas, que van adquiriendo el
carácter de cámaras subterráneas y cubiertas de una superestructura de adobe con forma de tronco de
pirámide. Son las mastabas (bancos de las viviendas musulmanas). Las más importantes las de Gizeh y
Saqqara. Constan de dos partes una cámara funeraria y la capilla. Imitando el conjunto, con el paso del
tiempo, una vivienda convencional. Las paredes de estos monumentos estaban cubiertas de bajorrelieves con
escenas de la vida cotidiana.
El complejo funerario de Zoser en Saqqara, desde la II dinastía, es la necrópolis de Menfis. Este recinto se
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halla dominado por la masa de piedra de la pirámide escalonada del rey Zoser, que se halla en su centro.
Siendo obra del arquitecto Imhotep (III dinastía). Se trata de una sucesión de Mastabas.
Las Pirámides.
Tiene lugar durante la IV dinastía, levantadas en Gizeh, se trata de las pirámides de Keops, Kefrén y
Mikerinos .
La de Keops supone el afianzamiento pleno de una arquitectura basada en el poder del plano y de la forma
abstracta, con 146 m. de altura. En piedra. El conjunto además de los templos de los difuntos y de los templos
de valle debió ser considerado por los propios egipcios como algo excepcional y digno de imitarla.
Continuación de las pirámides, en Saqqara y Abusir, se realizaron algunas de una manera un tanto tosca y de
menores alturas. Tumbas y símbolos de la vida al mismo tiempo .
Otras construcciones funerarias.
Tras la monumentalidad de las realizaciones del Imperio Antiguo ya no serán alcanzadas con posterioridad.
La falta de espacio en torno a la capital, hace que durante el Imperio Medio se realicen construcciones
aprovechando los acantilados del Valle del Nilo. Presentan un pórtico de columnas o pilares que abría una
fachada tallada en la roca. En ocasiones había nichos para la estatua del difunto. A través de una o dos salas
hipóstilas se accedía a la cámara sepulcral. En general pertenecían a los altos funcionarios.
En el Imperio Nuevo, al oeste de Tebas se construyeron los Valles de los Reyes y de las Reinas. Más que por
su construcción estas obras destacan por su decoración destacando la de la tumba de Ramsés VI y Nefertari.
LOS TEMPLOS
Los templos funerarios.
Las tumbas no eran sino el estadio final del rito funéreo egipcio, de forma que el cuerpo se preparaba en el
templo del valle, donde se le momificaba y purificaba para la eternidad. Entre estos destaca la planta
cuadrangular del Templo de Kefrén con dos entradas la del Alto y Bajo Egipto. Con una sala hipóstila a base
de 16 pilares de granito.
Los templos de la divinidad.
El templo era la residencia de los inmortales, y por lo tanto debían ser más perdurables que las de los
mortales.
Del Imperio Antiguo solo se conserva la Esfinge de Gizeh.
Pero los más importantes ejemplos son los del Imperio Nuevo. El núcleo del templo es una pequeña capilla
cuadrada solo abierta por el vano de la puerta, que contiene el tabernáculo donde se halla la divinidad. En
torno a este núcleo se sitúan pequeñas capillas consagradas al culto de las divinidades locales o dioses en
general. En frente se encontraba la gran sala rodeada de columnas, en forma de palmera, de loto o papiro y en
la cubierta se representa la bóveda celeste. Cuando más nos alejábamos del santuario se iban distribuyendo
distintas salas. Los rituales celebrados en la sala hipóstila podían ser observado por el pueblo desde el patio
del templo dispuesto detrás de los pilonos de entrada, que normalmente se hallaba rodeada de columnas, sala
hipetra. El pilono, monumental construcción compuesta por un muro en talud abierto en una puerta central. En
el que figuran relieves rehundidos, en cuyo frente además se levantan altos mástiles y colosales estatuas de los
reyes. Viene a representar el paso de una realidad profana a una sacra. Además pueden repetirse según los
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añadidos de la construcción. Antes de llegar al pilono la comitiva marchaba a lo largo de la Avenida de las
Esfinges.
Principales templos.
Esta tipología se afianzó en torno a la dinastía XVII, estableciendo lo que sería el canon clásico del templo.
Los más bellos y monumentales son los de Luxor y Karnac, unidos por una larga avenida de esfinges. En el
caso de Karnac se trata más bien de un conjunto de Templos.
Otro de los más significativos es el hemispeos de la reina Hatsepsut, en Dayr al−Bahari, donde el templo va
ganando de manera progresiva el acantilado a través de amplias terrazas sobre columnas, hasta llegar al
santuario excavado en la roca.
El más importante por su colosalismo es el realizado por Ramsés II en Abú Simbel 1260. Gran sala
flanqueada por colosos, adosados a pilares. Así la estatua de Ramsés flanqueada por Rá y Amón recibió los
rayos de sol de saliente en dos fases precisas del año.
LAS ARTES FIGURATIVAS.
Las artes figurativas buscan un sistema que les permita crear otro mundo, un microcosmos que pueda ser fiel
trasunto de lo que ocurre en el macrocosmos. La gran diferencia es que la realidad sufre el paso del tiempo
mientras la representación no. Para ello la representación debe trascender esa realidad a través de esencializar
todo aquello que existe en un momento dado.
Toda interpretación personal y acercamiento a lo individual debe ser eliminado. Para ello la gran lucha del
arte egipcio es la creación de un canon, un modelo de representación que fuese válido en cualquier instante.
La inmutabilidad de las formas es la máxima pretensión del arte egipcio.
Las imágenes no son meras representaciones o reflejos, sino 'dobles' de los seres o cosas reales.
LOS PRINCIPIOS FORMALES
Estas artes están profundamente ligadas a la noción de superficie plana. Cuando el caso era de escultura
exenta el bloque de partida era un bloque prismático y no la piedra bruta.
Las figuras dependen más que de los gustos del artista de las reglas preestablecidas o canónicas.
La frontalidad expresión de ese canon, no es sino la representación de imágenes mentales del artista, que
representase el original bajo su aspecto más típico, más claramente reconocible. Representación de los
esencial contra lo contigente.
El perfil. El contorno es el elemento plástico fundamental del arte egipcio, y por lo tanto, el resalte del perfil.
Si bien tanto los ojos como los hombros y parte superior del tronco no siguen este esquema.
El cuerpo humano. Cada miembro del cuerpo humano se entiende por separado, fruto de la frontalidad y del
perfil. Por ello la figura se convierte en algo intemporal y estático. Lo que se obtiene a través del canon, o
medidas de las distintas partes del cuerpo.
El espacio. Es un espacio plano. Para representar la situación en el espacio se utiliza la superposición, el
artista a partir de la figura dispuesta en primer plano sitúa escalonadamente el resto hacía un lado, que
representan zonas superpuestas.
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Tipos y temas. Si estas artes tienen como finalidad honrar a los dioses y plasmar la inmutabilidad de la
ordenación social. También cada una de estas manifestaciones juega un papel distinto, que a su vez
condiciona distintas tipologías y temas.
Así en la escultura o el relieve, el más frecuente de estos tipos sea el de la estatua de un individuo, sedente o
de pie, siempre sin dar lugar a vacíos, sobre todo en las figuras sedentes. También en la estatuaria existe una
inclinación hacia la representación de la unidad familiar. En diversas posturas y composiciones. Junto a estas
representaciones más o menos oficiales existen otras que representan oficios u actividades, en relación con el
difunto. Así como las representaciones de animales que abandonó progresivamente los convencionalismos y
se fijó en la realidad. En el relieve la posibilidades temáticas son mayores, pero se hallan frecuentemente en
relación con los rituales osiriacos y la reconstrucción de la vida en el más allá. Mientras en los templos son
escenas mitológicas o más frecuentemente de las hazañas de los propios monarcas, a mayor gloria del faraón.
Criterios jerárquicos. No todas las clases sociales reciben el mismo tratamiento. La representación de la figura
del faraón debe ser perfecta, siendo además la de mayor tamaño. Por lo tanto más que individuos vienen a
representar a clases sociales en el desempeño de su trabajo. A medida que la clase asciende la idealización es
mayor.
LA ESTATUARIA EXENTA.
La estatuaria egipcia es un caso evidente de la influencia del medio sobre el propio arte. Es decir la influencia
de las materias primas disponibles. En este caso la piedra sobre la madera y los metales.
El Imperio Antiguo.
La definición de lo que seria la estatuaria egipcia no se produce hasta la III dinastía. Entre estas producciones
destaca la estatua entronizada de Kefrén, protegido por Horus. Conforma un cuerpo de hombre − dios, ajeno
al paso del tiempo representación del poder inmutable e indestructible. A veces se produce una suavización ,
con tendencia más humanizadora, tal es el caso de la triada de Mikerinos procedente de su tumba. Representa
al rey en posición avanzada respecto al plano soporte, acompañado de la diosa Hator a su derecha y una figura
femenina a su izquierda que representa al nomo o provincia del perro negro. Muchos consideran esta estatua
como la primera aparición de la belleza femenina en el arte, aparecen ahora en su total dignidad, su cabezas es
cumbre de un cuerpo finamente modelado.
Profundamente humana es la representación del sacerdote lector Kaaper más conocida como el alcalde del
pueblo. Representación opulenta del prestigio del escribe, que en otros tipos estatuarios aparecen
representados escribiendo o leyendo son los 'escribas sentados'.
La estatua de Zoser, de la III dinastía.
Imperio Medio.
Tras el periodo intermedio, se intenta volver a los postulados clásicos de las primeras dinastías, covirtiéndose
en un modelo de academicismo.
En las estatuas de Sesostris III ello no impide que se le represente con el paso de los años. Y véase también
otra estatua real de carácter academicista. La realidad se ceba sobre aquellos miembros de grupos más
desfavorecidos en la que esta no se enmascara, tal es el caso de la cabeza de prisioneros asiáticos. O en el caso
de los portadores de ofrendas.
Imperio Nuevo.
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Esta época supone la adopción de modos de concebir la obra influidos por la tendencia asiática, en las que la
majestuosidad propia del arte de épocas anteriores se conjuga con el sentido de la elegancia de lo dúctil y de
lo grácil propio de las culturas orientales, e incluso con el deseo de trasmitir la vida interior del personaje. Lo
podemos observar en la representación de las 'cabeza de la reina Tiyi'. O la ' princesa karomana'. Tal es
también el sentido de la representación de las estatuas de de la 'reina Hatsepsut' y de Amenofis II. Ese intento
de romper los cánones de la belleza de periodos anteriores lleva a la representación realista del faraón herético
Akenatón.
No cabe duda de que los talleres reales gustaron más que en cualquier época de dotar a sus obras de un
tratamiento final que acentuase la sensualidad de las formas, tal es el caso de la 'cabeza de la Reina Nefertiti',
hallado en el taller del escultor Tutmés.
A partir de estos momentos se produce una convivencia de ambos estilos realista e idealizante conviviendo a
lo largo del tiempo. Esta coexistencia en los mismo reinados permite hablar de eclecticismo al enjuiciar las
obras escultóricas de las dos últimas dinastías del Imperio Nuevo, lo que dificulta la adscripción de una obras
y de otras.
La larga decadencia de más de 1000 años no permite fijar un estilo propio, si bien se producen notables
avances en el retrato, entre las obras más notables destaca la llamada cabeza verde realizada
en esquisto verde, procedente de Alejandría.
BAJORRELIEVE, DIBUJO Y PINTURA.
Tanto la pintura como el relieve tienen la línea como elemento plástico rector. El escultor que trabaja los
relieves se diferencia poco del pintor, ambos parte de un dibujo inicial realizado por un escriba especialista en
contornos. La técnica empleada por el pintor es el temple, que permite que el artista no tenga que trabajar con
la preparación todavía húmeda. La paleta no es excesivamente rica: al negro de humo y blanco de cal, se unen
los ocres naturales, el amarillo y los rojos, el azul, el verde malaquita y el gris todos ellos disueltos en agua, y
utilizando la goma de cola o la clara de huevo como adherente.
Imperio Antiguo.
El periodo predinástico se caracteriza por los relieves pintados. El relieve tiene sus primeros exponentes en las
paletas de tocador. A partir de la III dinastía el relieve desarrolla un carácter más monumental, estas
representaciones se centran sobre todo en las paredes de las mastabas, una especie de microcosmos al servicio
del muerto. Pero es a partir de la v y vi cuando alcanza su máximo apogeo, mastabas de Ti y templo de Unas.
Imperio Medio.
Hasta fines del II milenio no parecen recuperarse las formas del imperio antiguo, perdidas en el primer
periodo intermedio. El relieve queda un tanto relegado de las tumbas privadas, para las que se prefieren
esculturas de bulto redondo. Pero sigue abunda su utilización en los sarcófagos. La pintura es la protagonista
en la decoración de los hipogeos, adquiriendo menos rigidez que las pinturas del Imperio Antiguo, las
actitudes de los personajes se hacen más dinámicas y las escenas ganan en complejidad.
Imperio Nuevo.
Inigualable en el campo de la pintura y del relieve. Es en esta época cuando la decoración de los pílonos de los
templos alcance un mayor desarrollo, donde se labran las hazañas de los faraones. Los cambios de la
revolución de Akenatón, llegan a estos campos donde aparece el intimismo y un gusto desconocido por el
cuerpo femenino y la naturaleza. Destacando las realización del santuario de Amon de Karnac y el templo
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funerario de Deir−el−Bahari.
No hay cambios en la temática, pero si en el espíritu que las inspira: una distinta consideración de algunos
rituales funerarios conlleva la presencia de la aficción por los muertos, plañideras en vez de jeroglíficos.
De este periodo de cambios destacamos las referencias a la familia de Akenatón, en Tell− Amarna o la tumba
de Ramose, de la misma época.
Existen, sin embargo, representaciones de tipo oficial que mantienen el carácter rígido de otras épocas tal es el
caso de las decoraciones de las tumbas reales del valle de los reyes y del valle de las reinas.
Dejamos las artes suntuarias. Ejemplo de ello la tumba de Tutankamon descubierta el 24 de noviembre de
1922 por Howard Carter.
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