TEMA 12 La época moderna de la Historia de la Iglesia, se inicia con la reforma protestante y su separación en la vida de la Iglesia. La Contrarreforma católica, cuya manifestación más señera fue el Concilio de Trento, intenta contrarrestar dicha reforma con un impulso renovador de la Iglesia en sus labores, misionera, pastoral y de disciplina en el interior de la Comunidad eclesial. En esta época moderna se desarrollan diversos movimientos teológicos y espirituales. INTRODUCCION Comenzamos exponiendo aquellas premisas que son tanto para la reforma protestante como para la reforma católica. Tras un repaso de la figura de Martín Lutero y de su obra, abordamos el cisma producido en la iglesia y la difusión de la reforma protestante, primero en Alemania y luego en el resto de Europa, con la casi excepción de España e Italia. La reforma de la Iglesia Católica, después de vanos intentos de reforma, tendrá lugar a partir del concilio de Trento, donde reforma y contrarreforma ( o lucha contra el protestantismo) se superponen. Terminamos nuestra exposición con una relación de las órdenes religiosas que influyeron de manera especial en la reforma de la Iglesia, así como el surgimiento de los más importantes movimientos teológicos y espirituales de la Época Moderna. ESQUEMA A- CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA EDAD MODERNA EN LA IGLESIA B- ACONTECIMIENTO FUNDAMENTAL:LA RUPTURA LUTERANA (SUS PREMISAS O CAUSAS) 1. Las premisas de la reforma protestante. C- MARTÍN LUTERO: SU PERSONALIDAD Y SU PROCESO DE RUPTURA CON LA IGLESIA CATÓLICA. 1. Martín Lutero (1.483 – 1.546) 2. difusión de la reforma en Alemania. D- LA REFORMA CATOLICA: CONCILIO DE TRENTO Y NUEVAS ORDENES RELIGIOSAS. 1. Los comienzos de la reforma Católica. 2. Ordenes religiosas y reforma Católica. 3. El papado de la reforma. 4. El concilio de Trento. E- LA CONTRA REFORMA CATOLICA, COMO ASPECTO DIFERENCIADO DE LA REFORMA CATOLICA. F- NACIMIENTO Y DESARROLLO DE CIERTOS MOVIMIENTOS TEOLOGICOS ESPIRITUALES. 1. El jansenismo. 12.1 2. El galicanismo. 3. El quietismo. 4. El febronianismo. DESARROLLO DEL TEMA A- CARACTERÍSTICAS DE LA EDAD MODERNA EN LA HISTORIA La dolorosa ruptura de la unidad en el occidente cristiano, consecuencia de la reforma protestante, tiene su origen en el hecho de que la cúpula eclesiástica no comprendiese la necesidad y la urgencia de una reforma de la Iglesia en su cabeza y en sus miembros. Fracasados los intentos de reforma de las concilios de Constanza y Basilea, los papas dela segunda mitad del S.XV dejaron de lado los proyectos de reforma. Por lo que se refiere a la reforma de la Iglesia, la reforma católica, entendida como renovación interior con sus consecuencias prácticas, y la contrarreforma, auto afirmación de la iglesia frente al protestantismo, se superponen. La época moderna de la historia de la iglesia se inicia con la reforma protestante y su separación de la vida de la Iglesia. B- ACONTECIMIENTO FUNDAMENTAL: LA RUPTURA causas) LUTERANA ( sus premisas o 1. Las premisas de la reforma protestante. Alguna de las premisas de la reforma protestante fueron también de la reforma católica, como la evidente necesitad de reformar la iglesia en la cabeza y en los miembros, tan insistentemente invocado a partir del concilio de Constanza1. En el fracaso de la reforma en la cabeza de la Iglesia, hay que ver la cusa principal tanto, de la reforma protestante como de la católica. El humanismo había introducido en el papado el mecenazgo y el nepotismo2, los placeres sensuales y el gusto de la guerra. Decadencia moral que desde el papado se extendía a la curia romana, a los obispos, titulares de numeroso beneficios y ausentes con mucha frecuencia de su diócesis y, finalmente, al clero, en el que destacaban su ignorancia, su afán de lucro, la avaricia y hasta la superstición. 1 Este concilio tuvo lugar como consecuencia del gran cisma de occidente por la división de la cristiandad en tres papas: Gregorio XII, Benedicto XIII y Juan XXIII. Siendo este último quien convocó el concilio ecuménico. Como consecuencia tanto el 1º como el 3º abdicaron, mientras que Benedicto fue depuesto y excomulgado ante su tenaz negativa a abdicar. 2 Abuso de poder o reparto de cargos a favor de parientes o amigos. 12.2 Junto a estas premisas hay que colocar también la crisis de la teología escolástica que llegaba a discutir sobre el sexo de los ángeles y omitía profundizar grabes problemas, como la justificación o la presencia real de Jesús en la eucaristía. En Alemania, particularmente, se añadían: el nacionalismo alemán, exasperado por las gravamina o cargas impuestas por Roma; la oposición de los príncipes al centralismo de los Habsburgo; la situación crítica de los caballeros, que habían perdido su función medieval de protectores de los débiles, y la de los ciudadanos, oprimidos de todas formas por sus amos; aldeanos y habitantes de la ciudades, que encontraban algo de alivio en la exagerada devoción de los santos con prácticas que sabían frecuentemente a superstición. C- MARTÍN LUTERO: SU PERSONALIDAD Y SU PROCESO DE RUPTURA CON LA IGLESIA CATOLICA. 1. Martín Lutero (1.483 – 1.546) Ciertamente que existía ya el polvorín, pero se necesitaba una fuerte personalidad y un valor como el de Martín Lutero para encender la mecha. Su modo de iniciar y de llevar a cabo la reforma fue muy personal. Ya Wiclef y Hus habían intentado introducirla en Inglaterra y en Bohemia antes que él, pero si algo quedó de su obra, fue muy poco. Lutero, por el contrario, fue un líder en el sentido pleno de la palabra, que arrastraba a las multitudes con su palabra y sus escritos, logrando, con el apoyo de algunos de los más poderosos príncipes alemanes, trastornar la cristiandad de su patria. Nació en Sajonia, de una familia de discreta posición social, recibió una rígida educación de sus padres. Tuvo una experiencia, aunque corta, con los hermanos de la vida común de Magdeburgo, que seguían una forma muy subjetiva y personal de piedad, fundada principalmente en la meditación de la Sagrada Escritura. Pasó después a la universidad donde estudió artes liberales y derecho. Un hecho marcó su vida. Sorprendido por un furioso temporal, un rayo lo arrojó al suelo y, por miedo a morir, hizo voto a Santa Ana de hacerse monje si le libraba de aquel peligro. Poco después, y a pesar de la oposición paterna entró en los agustinos reformados y fue consagrado sacerdote. Continuando con sus estudios obtuvo posteriormente, primero la licenciatura en Sagrada Escritura y después el doctorado en teología, siendo nombrado inmediatamente profesor de Sagrada Escritura. Desde las primeras lecciones se capta el núcleo de lo que va a ser su futuro pensamiento. Así en sus lecciones sobre la Carta a los Romanos ( 1.515 – 1.516) sostuvo repetidamente la justicia pasiva de Dios, no como una justicia que juzga y castiga, sino como una justicia mediante la cual Dios nos hace justos y que Él nos otorga gratuitamente. Justicia por la cual el hombre vive de fe3. Frente al descubrimiento de la salvación como don de Dios, estaba, el modo de hablar sobre las obras meritorias utilizado por los predicadores de indulgencias, subrayando su aspecto exterior. Ciertamente, en aquel tiempo, era un modo de conseguir dinero, para la construcción del nuevo edificio de San Pedro, así como, para aumentar el porcentaje que percibían tanto el que predicaba las indulgencias, como el que recogía el dinero. Pero este modo de actuar no estaba en consonancia con la doctrina católica sobre las indulgencias4, y menos aún con aquel matiz de la fe que salva, donde Lutero había encontrado finalmente la paz. 3 Rom 1,17 12.3 Entonces resumió su pensamiento sobre las indulgencias en las famosas 95 tesis, que envió para su conocimiento al comisario papal para las indulgencias y al obispo de su diócesis. Su finalidad era evitar las exageraciones de los predicadores, pero al no recibir respuesta, habló de ello a algunos amigos, que a sus espaldas las imprimieron y las difundieron. Generalmente se le atribuye a la difusión de las 95 tesis el principio de la reforma protestante. A petición del comisario papal para las indulgencias, interesado también económicamente, se le abrió en Roma un proceso como sospechoso de herejía. No obstante obtuvo ser escuchado en Alemania, donde en la dieta de Augusta, intentó persuadir al enviado papal, de la ortodoxia de sus afirmaciones. Pero el encuentro no se tradujo en nada concreto y Lutero huyó temiendo su apresamiento y apeló a un papa mejor informado y, posteriormente, a un concilio, que consideraba superior a éste. Entretanto, se divulgaron ampliamente las 95 tesis sobre las indulgencias, que exceptuando algunas muy concretas, se podían interpretar como ortodoxas o al menos discutidas entre los teólogos de su tiempo, pero que despertaron emociones y deseos de cambio en toda Alemania. Excepción lo era la negación de un tesoro de la Iglesia, entendido como el conjunto de los méritos de Cristo y de los santos, la afirmación de que las indulgencias sólo podían cancelar eventuales penas conminadas por la Iglesia y no las que había que pagar en el más allá. Lutero, en una disputa en Leipzig con el teólogo Juan Mayer de Eck, había afirmado además que la Iglesia no tiene necesidad de ninguna cabeza terrena, porque su cabeza auténtica es Cristo. De tal manera, que la Iglesia se apoya en la piedra constituida por la fe en Cristo y no en Pedro y sus sucesores. La consecuencia fue una amenaza de excomunión “bula Exsurge Domine (1.520)”5, que condenaba cuarenta y una proposiciones sacadas de los escritos de Lutero, invitándole a retractarse en el espacio de sesenta días. Aquel mismo año compuso él tres escritos programáticos, en los que su pensamiento teológico y las reformas deseadas resplandecen con mayor claridad aún: El primero 6 dirigido a los grupos dominantes y a la clase media, pequeña nobleza y caballeros invitándoles a derribar los tres muros que la curia romana había alzado para su defensa, reivindicando la libre interpretación de la Sagrada Escritura, afirmando la independencia del poder secular respecto al espiritual y convocando un concilio libre sin intervención de los legados papales. Para ello debían prestar, su ayuda los príncipes. Por lo que se refiere a las reformas, se pedía la abolición del celibato eclesiástico, de muchos días festivos y de las reservas de los beneficios. El segundo7 escrito afrontaba la cuestión de los sacramentos. Lutero sólo aceptaba el bautismo y la eucaristía, y con reservas de confesión. Niega la transubstanciación, considerándola opinión de los teólogos, y el carácter sacrificial de la misa, a la vez que reivindica para los laicos la comunión bajo las dos especies. El tercer8 escrito, compuesto después de la bula, quiere convencer al papa de su ortodoxia u exalta la libertad del hombre interior, justificado por la fe y unido íntimamente a Cristo. Las obras buenas, afirma él, no son necesarias para la justificación sino que son efecto suyo. 4 Denz 550-552, papa Clemente VI, de la bula “Unigenitus Dei Filius” (1.343) 5 Papa León X. Denz 741 – 781. A la nobleza cristiana de la nación alemana sobre la mejora de la situación cristiana, redactado en alemán y dirigido a los grupos dominantes y a la clase media, pequeña nobleza y caballeros. 7 De captivitate babilónica ecclesiae praeludium ( sobre la actividad babilónica de la Iglesia), compuesto en latín. 8 Sobre la libertad del cristiano, compuesto en alemán. 6 12.4 Mientras los estudiantes universitarios favorables a la reforma quemaron los libros de derecho canónico y algunos escritos antiluteranos. Por su parte Lutero arrojo al fuego la bula que lo amenazaba de excomunión, manifestando así públicamente su ruptura con la Iglesia. La respuesta de Roma no se hizo esperar mucho, León X excomulgó a Lutero9. Carlos V, por su parte lo quiso escuchar temiendo una división religiosa del imperio por lo que convocó a la dieta de Worms. Lutero defendió calurosamente su doctrina y rechazó cualquier retractación, por lo que el emperador le desterró de todos los territorios imperiales. El principe de Sajonia, lo protegió llevándolo a su castillo. Es aquí, donde escribirá su comentario al “Magnificat” y traducirá al alemán el Nuevo Testamento. 2. Difusión de la reforma en Alemania. Fallecido León X, le sucede Adriano VI (1.521), quien ve truncado su propósito de emprender la reforma de la Iglesia, dado su breve pontificado (trece meses). Su nuevo sucesor, Clemente VII, estará más preocupado de las alianzas políticas y militares que de los problemas religiosos, favoreciendo de esta manera la expansión de la reforma protestante. La reforma, pues, cada vez va conquistando más seguidores sociales y políticos. Primero hubo, en nombre del evangelio, una rebelión de caballeros, y luego la guerra de los campesinos. Sus objetivos eran, entre otros, la libre elección de párrocos y la abolición de la servidumbre de la gleba. Lutero tras algunas vacilaciones iniciales terminó declarándose en contra de los campesinos. Entre tanto, la tercera dieta de Nuremberg (1.524) remitió la ejecución del Edicto de Worms10 (1.122) a los Estados. La dieta de Spíra (1.526) estableció que en las cuestiones religiosas cada uno se comportase hasta el futuro concilio como creyera que debía responder delante de Dios y de su majestad imperial. Sin embargo en la segunda dieta de Spíra (1.529), Carlos V, abolió aquella disposición, que anticipaba en cierto sentido la Iglesia del Estado. Los Estados que se habían adherido ya a la reforma protestaron contra esta decisión, y de ahí les viene a los seguidores de Lutero el nombre de “ protestantes”. Un primer intento de aclaración y de encuentro tuvo lugar en la dieta de Augusta (1.530), donde los protestantes, dirigidos por Felipe Melanchton presentaron la llamada Confesión de Augusta, en la cual, en los puntos dogmáticos, se podía ver un intento de acercamiento e, incluso, de armonía con la teología católica. Mientras que se consideraba como un abuso: la negación a dar la comunión bajo las dos especies, la prohibición del matrimonio a los sacerdotes y la imposición del ayuno. Augusta representó ciertamente el mayor intento de unión por parte de los protestantes. Sin embargo, tanto la postura de los teólogos católicos11como la de Lutero12 al que le parecían demasiadas concesiones, llevaron a que finalizara la dieta de Augusta renovando el edicto de Worms. 9 Bula Decet romanum pontificem (1.521) Entre el papa Calixto II y el emperador Enrique V, donde se puso fin a la lucha de las investiduras, jurisdicción temporal y jurisdicción espiritual. 11 Los teólogos católicos, guiados por Eck y por Cocleo, respondieroncon la confesión de fe Refutación romana. 12 Melanchton tuvo que ampliar y retocar sus propuestas (1.540) volviendo a formulas más rígidas de fe y menos ambiguas Confesión de Augusta modificada. 10 12.5 Ante la posibilidad eminente de la guerra entre católicos y protestantes y en vista de que el concilio a convocar por el nuevo pontífice Pablo III era continuamente diferido, Carlos V emprendió de nuevo el camino de los coloquios, llegando a acercamientos por las concesiones de ambas partes. Pero fueron lutero y la curia romana los que rechazaron tanto el acuerdo sobre la justificación13 como las concesiones hechas (pocas para Lutero y demasiadas para la curia), terminando así el último intento de discusión común. Uniéndose los príncipes luteranos en la liga Esmalcada (Smalkalda) y los católicos en la liga de Nuremberg. Europa estaba y debía permanecer desunida tanto en el campo político como en el religioso. Quedaba aún la guerra como instrumento para imponer el catolicismo. En 1.555, en Augusta, Fernando, el hermano de Carlos V, estipulaba con los protestantes una paz, en la que se fijaron algunos puntos fundamentales para el futuro religioso de Alemania. Católicos y luteranos gozarían de iguales derechos; los príncipes tendrían libertad de elegir confesión religiosa, mientras que a los súbditos no les quedaría otra opción que el destierro. Sólo en las ciudades libres cada uno podía seguir su religión. Zwinglio, será uno de los primeros difusores de la reforma, quien escribirá la obra “Comentario sobre la verdadera y la falsa religión”. D- LA REFORMA CATÓLICA: CONCILIO DE TRENTO Y NUEVAS ORDENES RELIGIOSAS. 1. Los comienzos de la reforma católica. En lo que concierne a la reforma católica, se habla también de Prerreforma. Piénsese en la reforma de órdenes religiosas antiguas, camaldulenses, capuchinos, carmelitas; en las nuevas congregaciones, cuyas características permitían una acción pastoral de vida activa, teatinos, escolapios, jesuitas; en la acción estrictamente pastoral de algunos obispos reformadores en sus diócesis; los movimientos laicales como el Oratorio del divino amor o las Compañías de San Jerónimo; e incluso la labor de algunos de algunos pontífices como Alejandro VI que ordenó preparar una bula de reforma, que sin embargo quedó en letra muerta a Julio II que había convocado el concilio Laterano V. Este concilio, que había comenzado con la intervención del general de los agustinos, en la que había invitado a reformar a los hombres por medio de las cosas sagradas, no las cosas sagradas por los hombres, promulgó diversos decretos de reforma, como los referentes al nombramiento de los obispos, a la institución religiosa especialmente de los adolescentes, a la censura de los libros, a la predicación, a los montes de piedad; pero todo se quedó en letra muerta por la escasa energía de los que tenían que hacerlos cumplir y por la gran oposición de los que debían cumplirlos. Con ocasión del concilio, dos camaldulenses14, presentaron un memorial sobre la reforma de la Iglesia en la que denunciaban la ignorancia del clero, la difundida superstición, la decadencia de la curia romana y los litigios entre las diversas órdenes religiosas. Se postulaba luego un control más riguroso de los candidatos al sacerdocio, la difusión de la Biblia en lengua vulgar, la convocatoria frecuente de los sínodos diocesanos y provinciales, la visita apostólica a la diócesis, la celebración de la liturgia en lengua vulgar para hacerla comprensible al pueblo. 13 Esfuerzo del cardenal Gaspar Contarini (Dieta de Ratisbona), quien en base a la teoría propugnada por Gropper de una doble justificación, una imputada (protestantes) y otra inherente (católicos), consiguió su aceptación por los representantes protestantes (Melanchton) y católicos (Eck) 14 Tomás Giustiniani y Vicente Quirini. 12.6 2. Órdenes religiosas y reforma católica. También en este caso, como en otros momentos críticos de la vida de la Iglesia, serán las nuevas congregaciones religiosas y la reforma de las órdenes antiguas las que constituyan las tropas de asalto, por así decir, de la reforma de la Iglesia. La primera de las nuevas fundaciones fue la de los teatinos. Fueron características suyas el abandono de un hábito particular; un riguroso voto de pobreza, que rechazaba no sólo la propiedad sino también cualquier forma de entradas fijas e incluso la mendicidad; los superiores elegibles cada año y reelegibles no más de un trienio; la función determinante del capítulo; la renuncia a la recitación coral del breviario, pudiendo ser sustituido incluso, en caso de emergencia, con algunos padrenuestros, avemarías y gloria; la ausencia de reglas rígidas y fijas. Todo ello para permitir una acción pastoral de vida activa, impregnada de caridad y consagrada al servicio del clero y del pueblo. Cuidando de los niños, de las viudas, de los huérfanos; cuidando de los heridos en las batallas y de los enfermos de peste; servicio de los más pobres entre los pobres, tales eran los objetivos de los teatinos, relacionados con el Oratorio del divino amor, del que nacieron. Muchas fueron las nuevas congregaciones estructuradas más o menos al estilo de los teatinos. Recordemos la compañía de los siervos de los pobres; los barnabitas o clérigos regulares de San Pablo; los ministros de los enfermos o camilos; los clérigos de las escuelas pías, llamados también escolapios, instituto de San José de Calasanz que abrió la primera escuela elemental gratuita e impuso a sus miembros un cuarto voto, además de los tres tradicionales, a saber, el de dedicarse a la educación de los jóvenes; los oratorios de San Felipe Neri, que abrieron nuevos caminos pastorales, enlazando la catequesis bíblica con la música y la representación dramática, de donde se origino el oratorio como forma artística. En lo que se refiere a la reforma de las antiguas órdenes religiosas podemos recordar la de los camaldulense, que quiso establecer el eremitismo de su fundador, san Romualdo; el disputado nacimiento de la observancia franciscana de los capuchinos, una de las ordenes más fecundas en los siglos siguientes, la reforma de los carmelitas por obra de santa Teresa de Ávila y de san Juan de la Cruz. Lo más importante de las nuevas congregaciones fue sin discusión, la Compañía de Jesús. El vasco Ignacio de Loyola, herido durante el asedio de Pamplona, con la lectura de libros espirituales durante su forzoso período de reposo se convertirá al Señor, y compondrá el famoso libro de los Ejercicios espirituales. Decidido a entregarse a Dios, en Paris, emitirá los primeros votos con algunos compañeros. La orientación era aún incierta; debería decidirse después de una peregrinación a Tierra Santa. Pero la ocasión no se presentará jamás. Mientras, se preparaban a recibir el sacerdocio nacerá la idea de construir una orden religiosa para combatir a los herejes y difundir la fe. Características particulares de la Compañía, serán: el abandono del habito especial, del Oficio coral, de la penitencia en el monasterio, en lo que se diferenciarán de los teatinos, pero también la elección del superior general de por vida; en el nombramiento de los superiores por el general, y no por el capítulo; el cuarto voto de obediencia al papa, y ello en un momento de crisis del papado; la obediencia como un cadáver, pero unida a una responsabilidad personal y al empleo de los dotes individuales, una extraordinaria actividad que les llevó lejos y en todas las direcciones geográficas y espirituales, así como la superación de la separación entre ciencia y vida. 12.7 Surgieron además, por los siglos XVII y XVIII, numerosas órdenes y congregaciones religiosas, como lazaristas, trapenses, pasionistas, y los hermanos de las escuelas cristianas. La institución y la asistencia constituían sobre todo el objeto de la actividad de estas nuevas instituciones. Se trata de una suplencia del estado, que a lo sumo, instituía las casas de trabajo forzado para los mendicantes o algún lazareto para aislar a los apestados. El mismo cuidado, o mejor, custodia de los dementes estaba confiado a los religiosos. No faltaron santos en este período, como Vicente de Paúl, fundador de los sacerdotes de la misión y, con Luisa de Marsillac, de las hermanas Vicentinas, o como Francisco de Sales. 3. El papado de la reforma Se puede afirmar que sólo con la elevación al trono de Pablo III (1.534) El papado decidió iniciar una verdadera reforma de la iglesia. Este retraso fue también una de las razones que favorecieron la expansión de la reforma protestante. El primer paso fue nombrar una serie de cardenales promotores de la reforma. Luego, algunos de ellos, formó una comisión de estudio para la reforma. De ahí salió en 1.537 el “Proyecto para reformar la Iglesia”, unas pocas páginas, en las que se enumeraban los principales abusos, tales como el cúmulo de beneficios, la falta de residencia de los obispos y párrocos, la ligereza de las órdenes sacerdotales y, para la ciudad de Roma, la presencia de un gran número de prostitutas. Al principio se quedó también en letra muerta, pero constituyó una especie de puente en el Concilio de Trento. Tampoco corrió mejor suerte el programa sobre la reforma de la Dataria, órgano clave de la curia romana. El principal mérito de Pablo III fue convocar para 1.542 el concilio. Pero aquel mismo año restableció la inquisición romana, el Santo Oficio, hecho que indica ya el entrelazamiento entre reforma y contrarreforma. La contrarreforma católica cuya manifestación más señera fue el Concilio de Trento intenta contrarrestar dicha reforma con un impulso renovador de la Iglesia en sus labores misionera, pastoral y de disciplina en el interior de la comunidad eclesial. 3. El concilio de Trento (1.545 – 1.563) 15 El punto de convergencia entre la reforma católica y la contrarreforma fue ciertamente el concilio de Trento. Pedido ya por Carlos V en Worms y también por Lutero, era en cambio temido por el papa y por la curia romana, que temían el retorno de las ideas conciliaristas, de los predecesores concilios de Constanza y Basilea, así como la injerencia imperial. El concilio dará comienzo el 13 de diciembre de 1.545 en Trento, bajo dominio imperial. La participación fue al principio muy escasa: poco más de una veintena de obispos, además de algunos abades y de algunos superiores generales de órdenes religiosas, casi todos italianos y españoles. Enseguida surgieron algunas disensiones entre los legados pontificios y el emperador, y entre los legados y los obispos. El emperador quería que se tratase en primer lugar de la reforma de 15 Denz 782 – 1.000 12.8 la Iglesia, para cortar en cierto modo la hierba bajo los pies a los protestantes, mientras que a los legados pontificios parecía urgirles más aclara aquellos puntos doctrinales que habían sido una de las causas de que surgiera el protestantismo. Se llegó a un feliz compromiso, al tratar simultáneamente ambos aspectos, tema por tema, lo que tuvo consecuencias beneficiosas para el concilio: un nexo entre teoría y praxis. Hubo otras disensiones entre los legados pontificios y obispos. Estos últimos, sobre todo los españoles, querían que se les reconociese el derecho divino de su oficio y se lamentaron con frecuencia de ser tratados como lacayos. Hay que observar también que los participantes no votaron ya por naciones, sino personalmente lo que favoreció una neta preponderancia de los obispos italianos, frecuentemente sólo titulares de diócesis y más fácilmente alineados con la conducta de los legados. Sin embargo no se puede hablar de un concilio sin libertad o de un Concilio dirigido. Desde el punto de vista cronológico el concilio se desarrolló en tres etapas16. En la segunda fase estuvieron presente también los protestantes, pero pusieron condiciones inaceptables, como la anulación de todas las deliberaciones precedentes, la declaración de la superioridad del concilio sobre el papa y la no presencia de los legados papados, por lo cual se alejaron enseguida de Trento. En cuanto a las decisiones dogmáticas tomadas en los tres períodos, para el primero hay que señalar la fijación de los libros canónicos de la Escritura (73 libros: 46 libros el A.T. y 27 el N.T.)17, la afirmación de las dos fuentes de la revelación Escritura y Tradición18, en oposición a la sola Escritura luterana; el carácter inherente, y no sólo imputado, de la justificación19, abandonando la teoría de la doble justificación pero afirmando a la vez que la verdadera fe era la que llevaba al amor de Dios y del prójimo. En el campo disciplinar se subrayó el deber de los obispos y de los párrocos de residir y de predicar; se estableció que en los capítulos catedrales y en los monasterios hubiese sacerdotes para la explicación de la Sagrada Escritura; se prohibió acumular beneficios y se tuvo el valor de abolir las encomiendas, sobre las que se discutió también. En el segundo período se detuvieron sobre todo en la doctrina de los sacramentos, dando carácter oficial al número septenario20, reiterando el carácter sacrificial de la misa y canonizando el modo de presencia de Jesús en la eucaristía a través de la transubstanciación21. Más importancia revistió el tercer período, en el que se volvió sobre cuestiones ya tratadas como el carácter sacrificial de la misa22; la obligación de la residencia, que muchos obispos querían definir como de derecho divino, mientras que los legados veían en ello una limitación del poder papal y un impedimento para destinar obispos a cargos especiales23; la reforma de celebración del matrimonio24; el decreto Tametsi, que prohibía los matrimonios clandestinos25; la celebración anual del sínodo diocesano y la trienal para el sínodo provincial (aunque se vio enseguida que estos plazos eran irrealizables) y la visita pastoral. 16 Primera etapa: 1.545-1.549, convocado por Pablo III, con un traslado a Bolonia (1.547) por temor a la peste. Segunda etapa: 1.551 – 1.552, ordenada por Julio III, e interrumpida por miedo a la cercanía de las tropas de la liga protestante. Tercera etapa: 1.562-1.563, dispuesta por Pío IV. 17 Denz 784 18 Denz 783 19 Denz 811-843 20 Denz 844 21 Denz 876-877 22 Denz 940 23 Denz 960 24 Denz 969-970 25 Denz 990-992 12.9 Surgieron además nuevas deliberaciones. Las más importantes fueron : la institución de los seminarios para la formación del clero, sobre todo para los aspirantes pobres o intelectualmente dotados, y la prohibición del cáliz a los laicos, porque detrás se vislumbraba una formulación mal entendida del sacerdocio común de los fieles. Fue de suma importancia la mentalidad Desarrollada por el concilio, según la cual la cura de almas era lo principal. Esta mentalidad condujo a que no se debía otorgar el primer puesto al disfrute del beneficio, sino al cumplimiento del deber pastoral. En 1.563 concluyó el concilio de Trento y en 1.564 se constituyó una congregación especial para llevar a la práctica las decisiones del concilio. E- LA CONTRARREFORMA CATOLICA, COMO ASPECTO DIFERENCIADO DE LA REFORMA CATOLICA. Si Pablo III fue el papa iniciador de la reforma, Pablo IV fue el papa prototipo de la contrarreforma. Ya en 1.542 había sugerido que se restableciera la inquisición romana, bajo cuyo juicio hubieron de pasar hombres al margen de toda sospecha. Se negó terminantemente a convocar de nuevo el concilio, porque consideraba que debían bastar el papa y la curia romana para controlar a los sospechosos y condenar a los herejes. A él se debe la redacción del primer índice oficial de libros prohibidos, índice que tuvo tal extensión que hacía ineficaz la medida, por lo que sus sucesores lo redujeron enseguida. Pero la contrarreforma estaba ya en curso, entreverada con la reforma, y prosiguió sobre todo durante el siglo XVII con el apoyo general de los Estados católicos. Las disposiciones contrarreformistas más importantes se tomaron durante y después de la celebración del concilio tridentino. Entre ellas se ha de reservar el primer puesto a la institución de las nunciaturas estatales, en las que el nuncio había de estimular al soberano a la lucha contra el protestantismo, a mantener la ortodoxia de su estado y a cuidar de la aplicación de los decretos tridentinos. No era una tarea fácil, si en algunos casos se podía tropezar con un Luis XIV decidido a extirpar la herejía incluso por la fuerza, también había un Enrique IV dispuesto a la tolerancia. Para el soberano prevalecían los motivos políticos sobre todo y siempre pretende disfrutar de especiales privilegios incluso en la esfera religiosa. Otro instrumento fue la institución, sobre todo por Gregorio XIII, de visitadores apostólicos para las diversas diócesis. Gregorio XIII dio el ejemplo, enviándolos primero a las diócesis del Estado pontificio y luego a los demás estados italianos. Pero tropezó con la resistencia y oposición tanto de los obispos como de los soberanos. También entraba en el plan general la visita de ad limina, consistente en un acto de homenaje al papa y en la representación de la relación sobre la situación de la diócesis. Sin embargo, casi siempre se realizó por medio de terceros y las relaciones fueron enviadas con intervalos de hasta diez o quince años, sin contar con que frecuentemente el contenido, reproducía casi al pie de la letra la precedente, y que no siempre los obispos tuvieron el valor de exponer la verdadera imagen de la diócesis. Más incidencia en la estructura de la diócesis tendrá la visita pastoral, durante la cual casi siempre el obispo era llamado personalmente a controlar y a suprimir los abusos. La contrarreforma influyó también en el arte, que debía reproducir la verdad evangélica y el triunfo de la Iglesia. También el cariz de controversia de la teología frente a los protestantes fue signo de una contrarreforma teológica que sirvió para aclarar las verdades cristianas combatidas por los protestantes, impidió su desarrollo armónico. Hay que tener en presente la imposición de la liturgia 12.10 romana, salvo casos de probada antigüedad (rito ambrosiano y mozárabe). Una liturgia, la romana; una Biblia en la edición Sixtina clementina, y un único derecho canónico deberían iniciar un nuevo centralismo papal sobre bases religiosas y espirituales. Los papas de este período tomaron además diversas medidas, bien de índole reformista bien contrarreformista. Adoptaron medidas para reorganizar, y en cierto modo también modernizar, algunas estructuras de la Iglesia y de la curia romana. Comenzando por la reforma del calendario, realizada por Gregorio XIII para armonizar el calendario formal con el real, hasta la edición clementina de la Biblia, preparada apresuradamente por Sixto V en persona, pero que hubo de ser revisada por Clemente VIII, si bien algunos padres del concilio habían manifestado la idea de realizar varias traducciones oficiales en lengua vulgar e, incluso, la reordenación de las congregaciones romanas, establecidas como permanentes y la del colegio cardenalicio, fijado en setenta miembros. En esta época moderna se desarrollan diversos movimientos teológicos y espirituales. F- NACIMIENTO Y DESARROLLO DE CIERTOS MOVIMIENTOS TEOLOGICOS Y ESPIRITUALES 1. El jansenismo. Entre todos los movimientos teológicos y espirituales de la edad moderna, el más importante y el más difundido fue sin discusión el jansenismo. Inicialmente se sitúa en el ámbito de las controversias sobre la gracia, proseguidas incluso después del concilio de Trento con el propósito de conciliar la eficacia de la gracia divina con la libertad del cristianismo. También se había creado comisión expresa, que no había logrado dar una respuesta definitiva, por lo que Pablo V decidió que los dos partidos, molinistas y agustinianos, no discutiesen más entre sí, imponiendo silencio y reconociendo implícitamente la legitimidad de ambas escuelas. Sustancialmente se trató de una reacción contra el relajamiento y la tibieza que se había introducido en el mundo cristiano. En realidad, algunos achacaban gran parte de la culpa a los molinistas, que subrayaban demasiado la libertad humana. Entre ellos se contó Cornelio Jansenio, que había recogido algunas tesis de Bayo26, acercándolas al pensamiento de San Agustín, y que plasmó en su obra titulada Agustinius. Su pensamiento se caracterizaba sobre todo por la eficacia de la gracia y el absoluto albedrío divino en concederla o negarla, por un fuerte rigorismo moral, por la oposición a la atrición27 incluso en el sacramento de la confesión, por la concepción de que la ignorancia invencible no excusaba de pecado, por la afirmación de que la comunión debía considerarse como un premio y no como una ayuda para el obrar el bien por la desvalorización del matrimonio y por la necesidad de penitencia extraordinaria. El jansenismo lo hicieron suyo un grupo de sacerdotes franceses. La abadía de Port Royal se convirtió muy pronto en el centro del jansenismo, por lo que al final Luis XIV ordenó destruirla, creyendo que había dado por terminada una corriente de espiritualidad que dividía al clero francés. La congregación del Índice había incluido la obra de Jansenio (Agustinius) y el papa Inocencio X condena cinco proposiciones sacadas de la misma28. Un sacerdote francés, Antonio Arnaud ( hermano de la abadesa de Port Royal), ideó entonces la distinción entre cuestión de derecho y cuestión de hecho, en virtud de la cual, por derecho, la Iglesia era infalible cuando condenaba una 26 Tesis condenada por San Pío V en la bula Ex ómnibus afflictioctionibus (1.567), Denz 1.001-1.080. Dolor de haber ofendido a Dios. 28 Denz 1.092-1.096. 27 12.11 proposición como herética, pero no podía pretender interpretar aquella proposición fuera del contexto. Condenado nuevamente el jansenismo por Alejandro VII29 a instancias de Luis XIV, varios obispos franceses pensaron que bastaba el llamado silencio obsequioso, es decir, se aceptaría la condena con algún acto exterior, pero en el interior se seguirían creyendo justas las ideas condenadas. Tanto la distinción entre cuestión de derecho, como el silencio obsequioso volverían a usarse luego, y no sólo por los jansenistas. Clemente IX intentará restablecer la paz religiosa en Francia, pero condenará las tesis del silencio obsequioso30 y las nuevas ideas jansenistas que se habían difundido31. Con la muerte de Pascal el principal polemista del jansenismo la condena de las principales jansenistas, y la proclamación por parte de Luis XIV de la bula condenatoria de Clemente IX como ley de Estado, el jansenismo perdió muchos de sus seguidores. Sin embargo, la mentalidad jansenista se mantuvo durante mucho tiempo y se difundió también en otros países. Se trataba de una mentalidad adaptada no tanto a la masa cuanto a pequeños círculos que deseaban también una reforma de la Iglesia, sobre todo en el culto y en la liturgia, y que no creían en una iglesia Santa y pecadora en sus miembros. 2. El galicanismo El galicanismo, aunque se manifestó en la segunda mitad del siglo XVII, hunde sus raíces épocas muy remotas. Tendencia a una Iglesia nacional, intromisión del poder político en la esfera eclesiástica son manifestaciones que se ven ya en la lucha entre Bonifacio VIII y Felipe el Hermoso, en el papado aviñonés, en las ideas conciliaristas introducidas en la pragmática sanción de Bourges, en el concordato que concedía al rey privilegios relativos a algunos nombramientos episcopales y en la negativa en un primer tiempo a publicar los decretos tridentinos. Será en el encuentro con el absolutismo de Luis IX donde encontrará nuevos motivos para reafirmarse y adoptar actitudes concretas, explotando las reacciones jansenistas contra las condenas romanas, la diferencia religiosa favorecida por el rigorismo, los progresos del escepticismo y la actitud nacionalista del clero. En el podemos observar dos elementos: uno dogmático, a saber, la idea conciliar y otro políticoeclesiástico, que se expresaba en la independencia de la Iglesia francesa frente a Roma y en la defensa de los derechos particulares. En este clima fue donde maduró la proclamación, hacha en una asamblea del clero convocada por Luis IX, de los cuatro artículos de la Iglesia galicana. En ellos se afirmaba: 1. Que Pedro y sus sucesores no han recibido poder alguno sobre los reyes en asuntos temporales. 2. Que el papa posee plenos poderes, pero el concilio es superior al papa. 3. Que la autoridad papal está limitada por los cánones de la Iglesia universal y por los usos de la Iglesia Galicana. 4. Que las decisiones papales, incluso en materia de fe, sólo son irreformables después de haber recibido el consentimiento de la Iglesia. 29 Denz 1.098 Bula Vineam Domini Sabaoth (1.705). Denz 1350 31 Bula Unigenitus (1.713) contra los herrores de Quesnel. Denz 1.351-1.451 30 12.12 En realidad el conflicto había comenzado entre Alejandro VII y Luis IX, tanto a propósito de la extensión territorial de la inmunidad diplomática de Roma como de las pretensiones de Luis IX de gozar de las regalías espirituales ( facultad de nombrar a los titulares de beneficios) y las temporales (incautarse de las entradas de las diócesis bacantes). Lo que valía para algunas diócesis del norte, el rey pretendía extenderlo a toda Francia. El choque continuó con Inocencio XI, quien abolió todas las franquicias de barrio de la embajada francesa en Roma. Luis XIV reaccionó violentamente. Ordenó ocupar las posesiones papales de Aviñón y del condado enasino, mandó encarcelar al nuncio y apeló a un concilio. Luego hubo una serie de concesiones y de resistencias entre Luis XIV y los sucesores de Inocencio XI. El rey restituyó los territorios ocupados, Alejandro VIII32 promulgó una bula que declaraba nulos los cuatro artículos sin condenarlos explícitamente; Luis XIV se comprometió a que no se enseñasen en los seminarios y en las universidades, compromiso que no siempre los reyes cumplieron; hubo acuerdos de compromiso tanto para las regalías como para la libertad del barrio. No obstante el espíritu de la Iglesia galicana continuó durante mucho tiempo entre el clero francés. 3. El quietismo. Un sacerdote español, Miguel molinos, se había impuesto enseguida como director de conciencia, incluso por carta, y había publicado una Guía espiritual, síntesis de su pensamiento, para un público más amplio. En ella subrayaba el dolo absoluto de Dios sobre el hombre y la importancia decisiva de la gracia. La consecuencia de esta afinación debería ser la supresión de todas nuestras actividades, incluso espirituales, salvo en caso de una segura inspiración divina. Lo que Molinos recomendaba era la oración de quietud, el abandono en Dios hasta el paroxismo. Esto podía agradarle también al papa Inocencio XI en un mundo entusiasta de los valores terrenales. Pero ante el arresto de Molinos y la condena a cadena perpetua por la inquisición, declarará que se había equivocado33. El quietismo, como el jansenismo, representó más un estado de ánimo que una verdadera doctrina. Un conjunto de vago misticismo con riesgos de anarquía, una devaluación de la actividad espiritual. Se afirmaba que el ascetismo era hijo del miedo, mientras que lo que importaba era el acto de fe pura para llegar posiblemente al éxtasis. Este estado de ánimo esta ya presente en parte de los estoicos, en el budismo, en el islamismo, en los beguinos de la Edad Media y en los alumbrados españoles del Siglo XVI. En Francia el quietismo prendió sobre todo en los ambientes de la nobleza femenina. 4. El febronianismo. Nicolás von Hontheim, publicó bajo el seudónimo de Febronio, el “Libro singular sobre el estado de la Iglesia o sobre la legítima potestad del sumo pontífice, escrito para reunir a los que disienten en la religión”. Su propósito era, por así decir, replantear el alcance de la autoridad papal frente al episcopado. Con ello pretendía facilitar la reunificación a los protestantes y ortodoxos. 32 33 Bula Inter. Multíplices (1.690). Denz 1.322-1.326 Denz 1.2221-1.288 12.13 Las ideas expuestas en sus escritos fueron las siguientes: la autoridad suprema de la Iglesia reside en el concilio y en el colegio episcopal. El papa sólo tiene preeminencia honorífica y de dirección para hacer respetar las divisiones del colegio episcopal. Todos los restantes poderes son resultado de una larga serie de usurpaciones, por lo que han de ser restituidos a los obispos, estando llamado el poder político a colaborara este fin a través de un uso más amplio del placet y del execuatur, así como de la convocatoria de concilios nacionales. Detrás de esta concepción estaban el modelo de la Iglesia primitiva y el de la edad constantiniana. La obra fue incluida enseguida en el índice de los libros prohibidos34, Pero algún tiempo después las ideas de Febronio tuvieron en Alemania dos aplicaciones prácticas. La primera ocurrió cuando los príncipes electores catalogaron la gravamina de sus territorios, lamentándose de que Roma no respetase las normas del concordato y solicitando que se les eximiese de cargas y abusos. La segunda cuando, después de la elección de una nunciatura en Munich, los príncipes electores eclesiásticos, a saber los obispos de Maguncia, Tráveris y Colonia, se reunieron en señal de protesta a fin de redactar una declaración de guerra a los nuncios. Entre otras cosas, se insistía con energía en la independencia episcopal y en la autoridad de los metropolitanos. Debido a la oposición de muchos obispos, que preferían la autoridad lejana de Roma, incluso representada por los nuncios, a la cercana de los metropolitanos, y ante la inminencia de la revolución francesa, aquella declaración se quedó en mero acto de desafío a Roma. 34 Pío VI (1.786). Denz 1.500. 12.14