VI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Buenos Aires, Argentina, 5-9- Nov. 2001 El servicio profesional electoral en México: inicio de una era José Fernando González Sánchez Para dimensionar el papel que ha desempeñado la institución del servicio profesional electoral en la evolución política de México, debe considerarse el papel protagónico que tuvo la reforma electoral como eje de la reforma política que permitió la construcción de un sistema democrático. En este documento estableceremos las bases a partir de las cuales se construyó un servicio civil de carrera en el área electoral en México, a partir de inicios de los 1990s. La reforma electoral comenzó siendo, quizás, un pretexto, un paliativo, una manera de dosificar y conducir una reforma política que resultaba necesaria, pero no del todo urgente, después de la controvertida elección de Carlos Salinas, en 1988; de hecho, Salinas pudo recurrir con un éxito inusitado al viejo recurso del sistema hegemónico mexicano, que consistía en legitimarse mediante su gobierno, y no mediante su elección. En este contexto, Salinas decidió reducir la reforma política a una simple reforma electoral, trascendente en comparación con las inercias del autoritarismo sin concesiones que se vivía entonces en México, pero fundamentalmente inequitativa. Uno de los vicios más sutiles y aceptados de la vieja tradición electoral mexicana, era el de improvisar “autoridades electorales ciudadanas” que en realidad eran militantes o simpatizantes del partido hegemónico, como la mayoría de las personas que tenían alguna participación política de cualquier tipo. Su participación era sólo durante la elección, entonces tenían fuero, recursos, juego político: reyesuelos de temporal, terminaban por hacer de la campaña, su propia campaña de promoción política… y como el resultado de la elección era totalmente predecible, terminaban asumiéndose gustosos como alfiles del candidato postulado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), para acceder luego a mejores oportunidades. La creación de un servicio profesional de carrera, puso a estos personajes en la disyuntiva de cuidar su trabajo –un trabajo relativamente bien remunerado, seguro y con oportunidades de progreso-, o bien, jugársela con un candidato que no siempre era bien agradecido y, pero aún, que bajo las nuevas reglas de la competencia política, no siempre resultaba triunfador. Para amarrar este proceso de valoración del trabajo cómo funcionario electoral, las sucesivas reformas ocurridas entre 1993 y 1996 terminaron por definir un capítulo de delitos electorales que colocaban al funcionario electoral ante el riesgo constante e inminente de pagar con pena corporal cualquier coqueteo con la ilegalidad y el fraude. La disyuntiva a la que terminaron por enfrentarse los funcionarios electorales, operó claramente a favor de la democracia: o mantenían un buen empleo, con reconocimiento social creciente; o cometían una acción deshonesta que seguramente los colocaría a las puertas de la prisión. De manera que uno de los elementos que singularizan con mayor fuerza la reforma electoral de 1990 en México y que tuvo un impacto determinante en la consolidación del sistema VI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Buenos Aires, Argentina, 5-9- Nov. 2001 electoral de mi país, fue la definición de un servicio profesional electoral, como garantía de la permanencia, capacidad e imparcialidad de los órganos electorales. Tal definición, aparece como un avance sustantivo del modelo electoral, en un escenario donde el aceleramiento de los niveles de competencia política y la creciente complejidad técnica de la legislación en la materia, dificultaban cada vez más el manejo de los procesos electorales y cuando las fallas de operación en el proceso –fueran por ignorancia en factores de gran relevancia para la percepción global de los resultados, en términos de la legitimización y la construcción de los consensos. Actualmente contamos en México con un servicio profesional electoral más o menos consolidado, mismo que se ha puesto a prueba en por lo menos tres oportunidades, y que ha logrado en ellas un alto nivel de reconocimiento por su alta calidad en el trabajo. Sin embargo, es necesario establecer las bases históricas y técnicas a partir de las cuales se pudo formular un servicio de este tipo, para entonces comprender su papel en el México contemporáneo. Una de las grandes necesidades de la lucha electoral en el país, fue lograr un órgano competente y apegado a principios de legalidad y racionalidad que proveyeran de legitimidad a los procesos electorales y sus resultados, con base en la eficiencia y eficacia en el desarrollo de los mismos. Es por ello que el imperativo constitucional de profesionalizar a los funcionarios electorales, garantizando su permanencia y la capacitación continuas permite incrementar la imparcialidad y perfección técnica de los órganos electorales y, por ende, su eficacia política. Podemos identificar al menos dos condiciones indispensables para la integración del Servicio Profesional Electoral, que se tenían que cumplir para el caso mexicano, debido al carácter altamente conflictivo entre los partidos políticos. El cumplimiento de dichas condiciones fue entonces determinante para poder continuar en la construcción del servicio. 1.- La permanencia, garantizada por la ministración oportuna y suficiente de recursos. Es importante recordar que los órganos electorales federales fueron siempre eventuales y no permanentes, por lo que cualquier experiencia o sistema que se hubiera implementado para una elección, se perdía en la elección siguiente debido a la falta de seguimiento y consolidación de un órgano permanente. 2.- La especialización, entendida como el proceso sistemático y permanente de actualización de los funcionarios electorales en su materia, con miras a lograr la perfección técnica en su desempeño. Al igual que el punto anterior, los funcionarios electorales no era profesionales puesto que se comisionaban de distintas esferas del ámbito gubernamental, y por unos meses se convertían en organizadores de elecciones sin que eso determinara su posible participación en elecciones posteriores. De esa forma la construcción de un cuerpo de funcionarios profesionalizados y especializados en la organización de elecciones, era necesaria puesto que se reducirían los 2 VI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Buenos Aires, Argentina, 5-9- Nov. 2001 márgenes de malos actos, mala organización, etc. Convenios con las autoridades estatales. En cuanto a la permanencia de la estructura electoral más allá del año de la elección, la integración del Servicio Profesional Electoral enfrentó, en primera instancia, un imperativo financiero. Para atender esta demanda adicional de recursos los órganos centrales del Instituto Federal Electoral buscaron establecer con los poderes ejecutivos locales de cada entidad de la República, mecanismos institucionales de cooperación que permitieran asegurar la permanencia y la viabilidad financiera de los órganos locales. Dichos mecanismos se materializaron en los llamados Convenios de Colaboración y Apoyo que fueron protocolizados por las autoridades del Instituto y gobiernos de cada entidad el 24 de marzo de 1992, en la sala del Consejo General Electoral, apareciendo publicado en el Diario Oficial de la Federación el 22 de abril del mismo año. Los convenios no tenían una duración preestablecida y constituían, en los hechos, un elemento de la mayor importancia para garantizar la permanencia de los órganos electorales, sin la cual la integración del Servicio Profesional carecería de toda viabilidad y permanencia. La Nueva Cultura Electoral Por cuanto al imperativo de la especialización, que subyace como uno de los principales supuestos para integración de un Servicio Profesional Electoral cabe destacar, en principio, que la promulgación del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales hubo de enfrentar en muchos casos lo que constituía una cultura político electoral tradicional, mal preparada para asumir una competencia real entre las distintas organizaciones partidistas y que percibía a las elecciones como materia exclusiva del Estado. El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, estableció mecanismos claros para la vigilancia y la corresponsabilidad de todos los agentes políticos –gobierno, partidos y sociedad—en todas las etapas del proceso y define sofisticados procesos de operación y control que exigen del personal de los órganos electorales un conocimiento profundo de su materia. Así, en una sociedad cuya vida política se torna cada vez más compleja, el derecho electoral tiende a ser también cada vez más especializado y la perfección técnica para convertirse en un factor esencial en la valoración de los procesos, ya que cualquier error o desaseo puede alcanzar, en este escenario, consecuencias funestas. De esta forma la profesionalización atendió, desde la perspectiva de los funcionarios electorales, las necesidades de capacitación y actualización, promoviendo entre ellos el desarrollo de una nueva cultura político electoral que les permitiera apegarse a nuevos valores, y por ende a nuevas formas de ver y pensar la organización de un proceso electoral. Este proceso representó un reto formidable para las autoridades centrales del Instituto, y particularmente para la Dirección Ejecutiva del Servicio Profesional Electoral, área señalada por el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales como responsable de ejecutar esta tarea (Art. 95.1.c). 3 VI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Buenos Aires, Argentina, 5-9- Nov. 2001 El Estatuto del Servicio Profesional Electoral Como eje para la organización, operación y desarrollo del Servicio Profesional electoral, el 30 de abril de 1992 El Consejo General del Instituto Federal Electoral aprobó el Estatuto correspondiente. Dicho documento fue publicado el lunes 29 de junio del mismo año y entró en vigencia al siguiente día de su publicación. El Servicio Profesional Electoral fue definido por el Estatuto en su artículo tercero como, “un sistema de personal de carrera integrado por funcionarios electorales especializados, que tienen por objeto respecto del Instituto”: I. Asegurar el desempeño profesional de sus actividades; II. Proveer al mismo del personal calificado necesario para prestar el Servicio Profesional Electoral; III. Coadyuvar a la consecución de sus fines; y IV. Apoyar el ejercicio de las atribuciones de sus órganos. El Estatuto del Servicio Profesional Electoral de 1992 clasificaba al personal del Instituto Federal Electoral para su funcionamiento en la siguiente forma: PERSONAL DE CARRERA. Se estructuraba por dos cuerpos específicos; uno que realizaba la función directiva y cubría básicamente los cargos inmediatamente inferiores al de Director Ejecutivo en la Junta General Ejecutiva, Vocalías Ejecutivas y demás Vocalías en las Juntas Locales y Distritales (Art. 27); y el cuerpo de técnicos, que cubría los puestos abocados a realizar activamente especializadas. PERSONAL ADMINISTRATIVO. Comprendía a quienes prestaban sus servicios de manera que no fueran actividades exclusivas de los miembros del servicio profesional (Art. 7); y, PERSONAL TEMPORAL. “Será aquél que preste sus servicios al Instituto por un tiempo u obra determinados, ya sea para participar en los Procesos Electorales, o bien en programas o proyectos institucionales, incluyendo los de índole administrativa” (Art. 8) Para el caso del personal de carrera el Estatuto determinó una estructura de seis rangos para cada cuerpo. Así, en orden ascendente, los rasgos de la función directiva van de Coordinador Electoral “a”, “B” y “C”, en sus niveles inferiores, hasta “Directivo Electoral “A”, “B” y “C”, siendo este último el rango de mayor nivel jerárquico. En cuanto al cuerpo de técnicos se definió una estructura análoga que iba de “Técnico Electoral” “A”, “B” y “C”. Hasta “Técnico Electoral Especializado” “A”, “B” y “C”. Ambas estructuras eran equivalentes y podría existir movilidad entre uno y otro cuerpo, de acuerdo a las necesidades del Instituto y, excepcionalmente, a petición del interesado. Asimismo en su título tercero, donde regulaba lo relativo al ingreso al Servicio, el Estatuto 4 VI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Buenos Aires, Argentina, 5-9- Nov. 2001 señalaba como requisitos indispensables, los siguientes: - Haber acreditado el nivel de educación media superior. - No desempeñar o haber desempeñado cargo de elección popular en los últimos cinco años. - No ser o haber sido dirigente nacional, estatal o municipal de algún partido y organización política en los últimos cinco años y, Aprobar los exámenes que para el efecto se determine. Con ello se buscaba lograr cierta “pureza” en el animo militante del personal de carrera respecto a los partidos políticos. Se consideraba como rango inicial para los miembros el servicio el primero que ocupen para su incorporación. Para obtener su titularidad como miembros del servicio, el personal que hubiera obtenido nombramiento provisional en su rango inicial debería cumplir, además, los siguientes requisitos: a) Haber participado en un proceso electoral como servidor del Instituto; b) Acreditar los cursos de formación profesional que determine la Dirección Ejecutiva del Servicio Profesional Electoral y c) Obtener dictamen favorable con relación a su desempeño en el (Servicio Profesional Electoral Art. 57). El estatuto señalaba tres vías de acceso para la incorporación al Servicio Profesional Electoral, a saber: I. Acreditar los cursos básicos de formación que determine el Instituto; o, II. Por concursos de incorporación; III. Aprobar el examen de incorporación que al efecto se disponga. Dentro de su articulado transitorio el estatuto señalaba que los funcionarios electorales nombrados para el proceso electoral federal de 1991 con base en el Art. 8vo. Transitorio del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales recibirán una evaluación a su desempeño la cual será considerada como primera etapa para su ingenio a los cuerpos del Servicio Profesional Electoral. El Instituto atendía, a través de la Dirección Electoral del Servicio Profesional Electoral, el compromiso para llevar a cabo programas de formación y desarrollo encaminados a profesionalizar el personal de carrera y servir de base para programas de ascenso. La objetividad y la imparcialidad serán los principios para la formación y desarrollo profesional del personal de carrera (ART. 76). 5 VI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Buenos Aires, Argentina, 5-9- Nov. 2001 Dichos programas, comprendían tres niveles de formación: hLa formación básica. hLa formación profesional. hLa especialización se presentaba como un aspecto subsecuente a los niveles básicos y profesional, con un mayor nivel de abstracción en los conocimientos electorales por áreas de acción. Después de considerar las vías de acceso al Servicio profesional Electoral y de los grados que definía para el desarrollo y capacitación de sus miembros, el estatuto determinaba un conjunto de mecanismos para constituir un sistema de ascensos, como base para la movilidad del personal del servicio. El primero quedaba definido en el artículo 91, al establecer como base para la promoción la existencia de vacantes; la segunda era definida por el Articulo 93. A margen del procedimiento, el Estatuto anota dos requisitos fundamentales para el ascenso: Que quienes pretenda ser promovido cuente con dos años de antigüedad como mínimo en el rango inferir del que se pretender ascender y; Someterse a las evaluaciones que la Junta determine, así como obtener el puntaje mínimo requerido para la promoción. Entre el cuerpo de directivos y de técnicos existía movilidad recíproca, es decir; por necesidades del servicio o bien a solicitud del interesado, pueden transferirse de uno a otro y de manera indistinta los miembros que lo integran. (102, 103). Al momento mismo de estructurarse el cuerpo del Servicio Profesional Electoral quedan reglamentadas por el Estatuto, también los requisitos para dejar de ser miembro del Servicio y la calidad que se adquiere al hacerlo. Existen para ello tres casos circunstanciales regulados por el título séptimo: la disponibilidad, la separación y el reingreso. La disponibilidad posee un carácter suspensivo, pues el miembro dejar de percibir sus remuneraciones quedando igualmente suspendidas las prestaciones correspondientes, mediante esta figura el Instituto da autorización para que el interesado se dedique a actividades de su interés particular. Esto solo puede aportar durante los dos años anteriores al Proceso Electoral y no podrá exceder, de dos años. (116-130) La separación se encuentra definida en el Artículo 131, como el acto mediante el cual, el personal de carrera deja de pertenecer el Servicio Profesional Electoral. Dicha separación podía darse bajo tres supuestos: renuncia, retiro por edad o incapacidad sea física o mental, o por destitución. 6 VI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Buenos Aires, Argentina, 5-9- Nov. 2001 Por último, el reingreso, cuando lo demandara el Instituto estaría abierto a quienes se hubieran separado por renuncia o por alguna circunstancia derivada de reestructuración o reorganización administrativa. Para ello se establecerán bases y requisitos semejantes a los demás casos planteados en lo referente a las vías de acceso. En estricto sentido el Servicio Profesional Electoral está integrado únicamente por el cuerpo de directivos y el de técnicos. El personal administrativo y el temporal se clasifican separadamente, y por ello es regulado en otro apartado del Estatuto. El título noveno, último del Estatuto, daba cuenta de las sanciones administrativas de que serían objeto los servidores del Instituto o funcionarios electorales cuando incumplan sus obligaciones electorales. Las sanciones administrativas a que se hace referencia el título citado son las siguientes: AMONESTACION: Es una advertencia escrita dirigida al infractor, donde se hacen ver las consecuencias de la falta cometida y se le hace la solicitud de que se enmiende; LA SUSPENSION: Es una separación temporal del puesto, dejando sin efecto los derechos de quien incurrió en la infracción; LA DESTITUCION: Es la separación definitiva del puesto por acciones u omisiones graves en el desempeño del funcionamiento o servidor del Instituto Federal Electoral; y, MULTA HASTA LOS 100 SALARIOS MINIMOS GENERAL DIARIO Y VIGENTE EN EL DISTRITO FEDERAL; esta sanción económica es impuesta por los daños y perjuicios causados al Instituto, así como por beneficios obtenidos indebidamente por el funcionario o servidor del Instituto Federal Electoral. Contra los actos de autoridad que determinen la aplicación de las sanciones, el supuesto infractor tenía el recurso de reconsideración, el cual debe anteponerse a los 15 días naturales contando a partir de que le hayan notificado la resolución respectiva. La conformación de este servicio y las bases legales anteriormente mencionadas nos dan cuenta de los aspectos que fueron determinantes en la construcción del servicio profesional electoral en México, y además sirvieron de experiencia en el diseño e implementación de otros servicios civiles en otras áreas del gobierno mexicano unos años después de iniciada esta experiencia. Como lo mencionamos al inicio, para el Instituto Federal Electoral era determinante contar con un servicio profesional y no únicamente con funcionarios capacitados en la organización de elecciones, debido a que las características de un sistema como el servicio civil imponen la necesidad de evaluar constantemente a los integrantes del servicio como requisito para asegurar la permanencia de los mismos en él. Esto rompió además con un conjunto de comportamientos y creencias al interior de la administración pública mexicana, donde los empleados no pensaban en la posibilidad de ser evaluados para asegurar su permanencia en el trabajo, y mucho menos en su constante capacitación. 7 VI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Buenos Aires, Argentina, 5-9- Nov. 2001 Es por ello que la experiencia del servicio se convirtió en algo determinante para establecer nuevas bases en la organización del servicio público. A pesar de esto, las inercias y obstáculos para implementar servicios civiles en órganos de gobierno con estabilidad y antigüedad mayor han sido importantes. En el caso del IFE lo relevante para la implementación del servicio fue su carácter de entidad nueva y con necesidad de legitimar su trabajo a partir de la eficiencia y la eficacia en la administración y organización de elecciones. Esto no se ha reproducido en otros casos donde se ha propuesto la implementación de un servicio civil, pero donde la burocracia existente está consolidada y controla amplios márgenes de poder. Bibliografía IFE, Código Federal de Instituciones Políticas y Procesos Electorales, México, 1992. IFE, Estatuto del Servicio Profesional Electoral del Instituto Federal Electoral, 1993 Núñez Jiménez. Arturo. La reforma electoral de 1990, FCE, 1992. González Sánchez, Fernando. Trejo Catalán, José Humberto. El Servicio Profesional Electoral, experiencias y resultados, IFE, 1993. Biografía José Fernando González es Maestro en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Su actividad docente incluye diversos cursos de derecho electoral, elecciones y partidos políticos, campañas electorales, etc., en la UNAM, UNITEC y la Universidad Iberoamericana de México. Su actividad profesional también incluye haber sido responsable en la integración del servicio profesional electoral en el IFE, así como Director del Centro de Formación y Desarrollo del Instituto Electoral del Distrito Federal, donde fue responsable de la conformación del servicio profesional electoral local. José Fernando González Sánchez Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América [email protected] 8