COMERCIO Libertad de establecimiento Toda restricción o limitación al principio de libertad de establecimiento ha de estar debidamente justificada, sin que el hecho de que la norma de aplicación sea urbanística sea óbice para el cumplimiento de este principio. Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Sección 5ª, de 30 de septiembre de 2013. Antecedente normativo Cita: -Directiva 2006/123/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de diciembre de 2006, relativa a los servicios en el mercado interior. -Ley 17/2009, de 23 de noviembre, sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio. 1. Planteamiento. ¿Puede un Ayuntamiento, a través de Ordenanzas reguladoras de actividades o de establecimientos comerciales, limitar de alguna forma la implantación de determinadas categorías? ¿No contravendría tal proceder la libertad de establecimiento que proclama el Tratado de funcionamiento de la Unión Europea, desarrollado en la Directiva 2006/123/CE, de 12 de diciembre de 2006 y que se ha incorporado en nuestro ordenamiento interno a través de la Ley 17/2009, de 23 de noviembre? Esta cuestión se responde en la sentencia de 30 de septiembre de 2013, del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en la resolución de un recurso contencioso-administrativo interpuesto por una asociación de grandes empresas de distribución, contra un Plan especial de equipamientos comerciales alimentarios. El referido Plan impide la implantación de nuevos grandes almacenes y restringe la superficie de venta de productos alimenticios en los grandes almacenes. 2. Consideraciones del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña El Tribunal analiza, en primer lugar, el recurso a la luz de la normativa europea en materia de libertad de establecimiento, contenida en la Directiva de servicios que ha sido objeto de transposición a nuestro ordenamiento interno a través de la Ley 17/2009 (a). En segundo lugar, afirma que la Ley de transposición ha de ser interpretada a la luz de la jurisprudencia europea, en este sentido, recoge unos criterios de aplicación (b). Finalmente, en tercer lugar, aplica los principios al caso planteado, para concluir que el Plan no justifica debidamente las restricciones que impone (c). a) Principios aplicables en materia de libertad de establecimiento. El Tribunal, en la resolución de este recurso, recuerda los principios inspiradores de la normativa europea en materia de libertad de establecimiento, a 1 los que ya se refirió en la sentencia de 25 de abril de 2012 (Roj STSJC Cat 2028/2012), contenidos en la Directiva de Servicios, Directiva que fue transpuesta en nuestro ordenamiento interno a través de la Ley 17/2009, que introduce el principio de libertad de establecimiento y la consiguiente eliminación o limitación de las restricciones existentes en nuestro ordenamiento. En este sentido, destaca la regla de interdicción de las autorizaciones y de los sistemas de control administrativo y advierte que su subsistencia, queda condicionada al hecho de que no supongan discriminación, estén fundamentadas en las razones imperiosas de interés general establecidas en la misma Ley y en la proporcionalidad de los controles. El Tribunal, en esta sentencia, recoge las limitaciones y requisitos prohibidos o de aplicación excepcional previstos en la Ley 17/2009 respecto las autorizaciones o sistemas de control; así recuerda que tal y como establece el artículo 7, tanto las autorizaciones como la comunicación o declaración responsable han de permitir el ejercicio indefinido de la actividad, de forma que “sólo resulten admisibles las limitaciones que puedan justificarse en una razón imperiosa de interés general o cuando el número de autorizaciones disponible quede limitado por la escasez de los recursos naturales o por inequívocos impedimentos técnicos -artículos 7.1 y 8-; caso éste en el que el procedimiento de adjudicación debe efectuarse de acuerdo con los principios de publicidad, objetividad e imparcialidad.” La autorización, además, ha de resultar inicialmente válida en todo el territorio nacional, de forma que sólo puede quedar territorialmente limitada “cuando concurra una razón de orden público, seguridad pública o protección del medio ambiente.” Sólo se puede exigir “una autorización por cada establecimiento físico si tal medida queda justificada en una razón imperiosa de interés generalartículo 7.3-.” Este planteamiento, sigue la sentencia, “se extiende a todos los requisitos que se puedan establecer, requisitos que igualmente tienen que quedar justificados en alguna razón imperiosa de interés general y en todo caso deben ser claros, inequívocos, objetivos, públicos y transparentes”. El artículo 10 de la Ley, en aplicación de este principio de libertad de establecimiento, establece los requisitos prohibidos, de entre los que el Tribunal destaca aquellos de “naturaleza económica o una demanda de mercado, a la valoración de los efectos económicos o, en general, la vinculación del ejercicio de la actividad a una planificación económica”. A estos requisitos prohibidos hay que añadir los de aplicación excepcional sujetos a una evaluación previa, previstos en el artículo 11 de la Ley, respecto los que el Tribunal recuerda que “tampoco son inicialmente admisibles las restricciones cuantitativas o territoriales, específicamente los límites fijados en función de la población o la exigencia de una distancia mínima entre prestadores, los requisitos referidos a la composición de la plantilla o las restricciones de precios como la imposición de tarifas máximas o mínimas”. Estas restricciones, sigue la sentencia, sólo resultan admisibles excepcionalmente, “cuando no sean discriminatorias y queden proporcionalmente justificadas en alguna razón 2 imperiosa de interés general”. b) Interpretación de la Ley de transposición a la luz de la jurisprudencia europea y criterios de aplicación El Tribunal recuerda que “estamos ante la aplicación de una Directiva europea, una disposición que ha sido objeto de transposición efectiva, de forma que la Ley 17/2009, es inicialmente la normativa de contraste. Esta norma -añadetiene carácter básico, de forma que se proyecta sobre todo el ordenamiento español, incluido el ordenamiento autonómico.” Además, sigue la sentencia, “estamos ante una normativa comunitaria que ha de ser interpretada, tanto en su configuración inicial como en su transposición, de acuerdo con el sistema conceptual y los principios comunitarios”. Desde este punto de vista, “los órganos jurisdiccionales internos actúan al tiempo como órganos jurisdiccionales de la Unión Europea y quedan vinculados por el derecho comunitario hasta el extremo de tener que inaplicar la norma interna si ésta resulta contradictoria con el derecho comunitario de aplicación directa (TJUE, sentencia “Simmenthal” de 9 de marzo de 1978).” En consecuencia, se ha de partir de la Ley de transposición pero, al tiempo, se ha de interpretar de acuerdo con los parámetros de la jurisprudencia europea, pues dado que se ha superado el plazo de transposición, “la Directiva desplegaría en este caso un efecto directo vertical (TJUE, sentencia “Von Colson” de 10 de abril de 1984).” El Tribunal, en su fundamento de derecho tercero, afirma que las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 1 de junio de 2010 y de 24 de marzo de 2011, han examinado la compatibilidad con las normas comunitarias reguladoras de la libertad de establecimiento de diversas disposiciones internas españolas reguladoras de otros tantos sectores de la actividad económica. De las referidas resoluciones pueden extraerse los siguientes criterios generales, alguno de ellos recogidos en la sentencia de 25 de abril de 2012: -“constituye una restricción cualquier medida nacional que, aunque se aplique sin discriminación por razón de nacionalidad, obstaculice o haga menos atractivo el ejercicio, por parte de los nacionales de la Unión, de la libertad de establecimiento garantizada por el Tratado”. -“las restricciones que no sean discriminatorias por razón de nacionalidad han de estar justificadas por razones imperiosas de interés general, siempre que sean adecuadas para garantizar la realización del objetivo que persiguen y no vayan más allá de lo que es necesario para alcanzar dicho objetivo”. -“las razones que pueden ser invocadas por un Estado miembro para justificar una excepción al principio de la libertad de establecimiento han de ir acompañadas de un análisis de oportunidad y de la proporcionalidad de la medida restrictiva adoptada por dicho Estado miembro, así como de los datos precisos que permitan corroborar su argumentación”. -“entre las razones imperiosas de interés general que justifican la imposición de restricciones a la libertad de establecimiento se encuentran las relativas a la protección del medio ambiente, la ordenación del territorio y la protección de 3 consumidores. En cambio, los objetivos de carácter meramente económico no pueden constituir una razón imperiosa de interés general”. -“corresponde al Estado miembro que invoca una razón imperiosa de interés general para justificar una restricción a la libertad de circulación demostrar que su normativa es ajustada y necesaria para lograr el objetivo legítimo perseguido. Sin embargo, esta carga de la prueba no puede llegar hasta el punto de exigir que dicho Estado demuestre de forma positiva que ninguna otra medida imaginable permitiría alcanzar dicho objetivo en las mismas condiciones”. c) Aplicación de estos principios al caso planteado Aplicados estos criterios al asunto planteado resulta, a juicio del Tribunal, que el hecho de que el Plan Especial se fundamente en el Decreto legislativo 1/2010, de 3 de agosto, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Urbanismo de Cataluña no impide la aplicación de las normas europeas e internas relativas al libre acceso a las actividades de servicio y a su ejercicio. El Plan especial incide en la libertad de apertura de establecimientos comerciales en las diferentes zonas de la ciudad y establece restricciones de carácter territorial que comportan la imposibilidad de instalar nuevos grandes establecimientos comerciales. Esta limitación, a juicio del Tribunal, “se halla sujeta a los condicionantes que establece la normativa reguladora de la libertad de establecimiento y que la invocación de razones urbanísticas no ampara la imposición de cualquier tipo de restricciones, puesto que aun cuando se reconozca que se trata de una razón imperiosa de interés general, ello no excluye la necesidad de acreditar la adecuación y la proporcionalidad de la restricción”. El artículo 11 de la Ley 17/2009, al establecer los requisitos de aplicación excepcional sujetos a evaluación previa, señala que “la normativa reguladora del acceso a una actividad de servicios o de su ejercicio no deberá supeditar dicho acceso o ejercicio … a restricciones cuantitativas o territoriales y, concretamente, a límites fijados en función de la población o de una distancia mínima entre prestadores. Los fines económicos, como el de garantizar la viabilidad económica de determinados prestadores, no podrán invocarse como justificación de restricciones cuantitativas o territoriales.” En su apartado segundo, el mismo artículo, permite excepcionalmente, supeditar el acceso a una actividad de servicios o a su ejercicio al cumplimiento de alguno de los requisitos del apartado 1 del artículo 11, cuando de conformidad con el artículo 5, no sean discriminatorios, estén justificados por una razón imperiosa de interés general y sean proporcionados. Este precepto ha de ser interpretado, afirma el Tribunal, de acuerdo con los parámetros de la jurisprudencia europea, “de modo que el análisis de la proporcionalidad de la medida restrictiva exige que se aporten los datos precisos que permitan corroborar la argumentación.” El artículo 5, al que se remite el citado artículo 11.2 exige la motivación de las restricciones en la propia ley que las establezca. En este sentido, el Plan que se analiza, establece una restricción a la apertura de grandes almacenes de forma indirecta, pues no los incluye entre los tipos de establecimientos permitidos en cada uno de los perímetros en que se 4 divide el término municipal. Este proceder no impide que la limitación sea menos efectiva. Se podría admitir, a juicio del Tribunal, una restricción por motivos urbanísticos o medioambientales, pero aun así debería estar debidamente justificada; no basta la invocación de la existencia de una razón imperiosa de interés general, sino que se ha de acreditar que la medida es adecuada a la finalidad que se persigue y, además, que no existen otros modos menos onerosos para alcanzarla. Esta razón es más necesaria en el caso planteado por cuanto el Plan no establece una mera limitación, sino que recoge una exclusión absoluta. Por este motivo el Plan contraviene lo establecido en la Ley 17/2009 en su artículo 11.2 según el cual, como se ha indicado, las restricciones cuantitativas o territoriales han de estar justificadas por una razón imperiosa de interés general y han de ser proporcionadas a la finalidad perseguida. Este mismo argumento se ha de aplicar a la limitación relativa a la superficie de venta de productos alimenticios en los grandes almacenes. 3. Conclusiones del Tribunal Superior de Justicia En consecuencia, el Tribunal considera que las restricciones contenidas en el Plan no se hallan debidamente justificadas y, por ello, deben anularse los artículos del mismo que impiden la implantación de nuevos grandes almacenes y restringen la superficie de venta de productos alimentarios en el caso de grandes almacenes. 5