Palabras del Dr. Rocha - Academia Colombiana de Jurisprudencia

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PRIMERAS PALABRAS
Permítanme ustedes que mis primeras palabras sean de gratitud por la confianza en mí
depositada; sin lugar a dudas, uno de los más grandes honores de mi vida lo constituye el
mandato que ustedes me han conferido. Pueden estar seguros que pondré todo el empeño
en la encomienda, con lo mejor de mi voluntad y capacidad intelectual.
Como es natural, extiendo este sentimiento de gratitud al Dr. Marco Gerardo Monroy Cabra,
quien al iniciar su período de gobierno hace diez años, posibilitó la inclusión de mi nombre
como Segundo Vicepresidente. Su periodo de gobierno se caracterizó por el crecimiento de
la institución, nutrida con mentes jóvenes, el afianzamiento de la Academia dentro del Estado
de Derecho y la continuidad de su labor en la historia. Tuve la suerte de acompañarlo durante
todo el período comprendido entre el año 2.004 hasta la fecha, como integrante de la
comisión de la mesa. Fueron múltiples sus enseñanzas y las vicisitudes que afrontamos en
bien de la Corporación y de la vida nacional. La Academia se siente honrada por la huella de
su paso.
Ingresé a la Academia por invitación que me formulara Hernando Franco Idarraga, ilustre
coterráneo y destacado jurista. Era su Presidente por entonces, mi ex profesor de Derecho
procesal y de muchos de nosotros, el Dr. Hernando Morales Molina, el Primer Vicepresidente
Jorge Vélez García, el Segundo Vicepresidente Álvaro Tafur Gálvis y el secretario Hernando
Franco. Ello ocurrió el 9 de Junio de 1.993. Me acompañó en la sesión solemne entre otras
destacadas personalidades, el epónimo Maestro Fernando Hinestrosa, a la sazón Rector de
mi Universidad, de la cual por entonces era yo profesor de pre grado, el Externado de
Colombia
Posteriormente, el 5 de Noviembre de 1.998, fui elevado a la condición de miembro de número
durante la Presidencia de Jorge Vélez García. Entonces fungía como Primer Vicepresidente el
Dr. Marco Gerardo Monroy, el Segundo Vicepresidente era Jaime Vidal Perdomo y la
Secretaria General Sandra Morelli Rico. Ha sido una trayectoria de veintidós años, vividos
con persistente regularidad y dedicación.
Había tenido contacto con la Academia el 14 de Abril de 1.978, cuando ella se hizo presente
en la ciudad de Ibagué, mi tierra natal, con el objeto de vincular y tomar posesión a algunos
académicos que harían parte del Capítulo de Ibagué. El acto fue dirigido por su presidente el
Dr. Hernando Morales, en compañía de los académicos Policarpo Castillo Dávila, Tulio
Jiménez Barriga, Miguel Bernal Medina, Luís Sarmiento Buitrago, Presidente de la Corte
Suprema de Justicia, Guillermo Hernández Rodríguez, Álvaro García Herrera, Alejandro
Venegas Gil, Carlos Arturo Díaz, Néstor Madrid Malo, Gonzalo Vargas Rubiano, Julio Eduardo
Riveros, Gabriela Peláez Echeverri, Hernán Baquero González, Aidée Anzola Linares,
Humberto Mora Osejo, Marco Gerardo Monroy Cabra, Julio E. Rozo Rozo, Hernando Devis
Echandía y Guillermo González Charry quien llevó la palabra a nombre de la Academia. Me
correspondió
atender
entonces
a
esta
benemérita
institución, en mi condición de Gobernador del Tolima.
El impulso de los recuerdos
¿Recuerdos? Muchos y memorables, en primer término el discurso pronunciado por el
Presidente de la Academia de entonces, Hernando Morales Molina en el primer centenario de
nuestra institución el 23 de Septiembre de 1.994 en las instalaciones de la Academia de la
Lengua, cuando afirmó entre otros aspectos lo siguiente: “La corporación ha perseguido el
cumplimiento de sus fines estatutarios, y ha guardado, su absoluta independencia en todos
los órdenes. En distintas épocas, ha realizado intensa labor académica, como lo acreditan en
la fecha reciente las sesiones dedicadas al análisis de la ley sobre divorcio, así como a la
proyectada reforma constitucional, de la administración de Justicia. Por otra parte, la
Academia ha contribuido al mantenimiento del Estado de Derecho, o sea la sumisión al orden
jurídico de los poderes del Estado y se caracteriza por el reconocimiento de sus habitantes,
de sus derechos y libertades fundamentales y por la distribución entre cierto número de
órganos que se equilibran mutuamente, tal cual lo preconizó Montesquieu, bajo la inspiración
de John Locke por lo cual los organismos públicos, no obstante su independencia, colaboran
armónicamente en los fines del Estado.”
Presente en dicho acto el Presidente de la República Ernesto Samper Pizano en su
intervención destacó el papel que cumplía la Academia en la vida nacional de la siguiente
manera: “Desde la época misma de su fundación, el Gobierno nacional ha reconocido la
importancia y seriedad del trabajo adelantado por los académicos juristas. Fue así como tan
solo cuatro años después de haber sido instituida mediante ley 48 de 1.898, la Academia se
convertía también en órgano de consulta del Gobierno Nacional. Hoy, el gobierno no solo
reconoce sus valiosos aportes al desarrollo de las ciencias jurídicas, sino que está
convencido del papel protagónico que le corresponde cumplir en desarrollo de la
Constitución de 1.991: en la puesta en marcha de sus nuevas instituciones y también en el
proceso
por
volver
más
eficiente
y
moderno
nuestro
sistema
judicial.”
Dentro de los documentos de relevante importancia me permito también destacar las
oportunas y paradigmáticas declaraciones de la Academia sobre la paz en uno de los tantos
momentos en que ella ha considerado importante señalar caminos y criticar infortunadas
situaciones de la vida nacional; de ellos, reproducimos el siguiente aparte por encontrarlos
dieciocho años después, absolutamente vigente, la primera en Julio de 1.997 y la segunda en
Junio de 2.000: “Fiel a su vocación democrática Colombia tuvo que enfrentar la insurgencia
armada sin salirse de los cauces jurídicos, con controles políticos y jurídicos sobre las
medidas adoptadas, mientras que en otros países del continente, la reacción contra la
violencia subversiva y la defensa del Estado produjo un abandono del Estado de Derecho
que por fortuna fue temporal; el retorno a la democracia en la década del 80 en los países
envueltos
en
el
denominado
conflicto
armado,
ha
sido
celebrado a escala mundial.
Colombia sigue, en cambio, amarrada a la violencia y a sus terribles reacciones que, en su
cadena de degradaciones, no ha vacilado en aliarse con el narcotráfico o en emplear
sofisticados e inhumanos métodos de mutilación por minas; o de perpetrar asaltos con gran
número de muertos, incendios, destrucción de bienes privados o pertenecientes a la riqueza
pública; secuestros de personas, extorsión, desplazamientos de vastos núcleos humanos,
etc.,
que
con
lamentable
frecuencia
leen
los
colombianos
en las informaciones periodísticas, o en los comunicados oficiales, o en los partes de victoria
de quienes se consideran habilitados para emplear tan atroces instrumentos de acción
violenta,
francamente
vertidos
hoy
hacia
el
simple
terrorismo.”
Y concluyó uno de tales documentos con el siguiente mensaje: “Debe llegar un momento en
que cese toda esta barbarie de sectores comprometidos en la violencia, poniendo fin a la ya
larga tragedia de muerte y destrucción, antes de que alcancemos la infeliz meta de aniquilar
definitivamente los principios de la civilización que hemos profesado y en que hemos querido
vivir sucesivas generaciones de colombianos.
Quiere la Academia Colombiana de Jurisprudencia formular este llamado y renovar su fe en
que son los conocidos y benéficos caminos del derecho, impregnados del sentido de la
justicia que él encarna, los que debe recorrer ahora Colombia en su anhelante propósito
nacional de paz”
Valga la oportunidad para hacer énfasis en los textos contendidos en la publicación de la
Academia en su colección portable, escritos por los Académicos Jorge Vélez García, Marco
Gerardo
Monroy
Misión de la Academia.
Cabra
y
Jaime
Vidal
Perdomo.
Soy consciente de que el cargo que asumo es de la mayor importancia en la vida del país, es
un hecho evidente que la Academia Colombiana de Jurisprudencia no solamente por su
historia y la categoría intelectual de sus integrantes, sino por su significado en el campo del
Derecho, su independencia conceptual, la hondura jurídica de sus conceptos y la densidad
de sus trabajos en las diferentes disciplinas de nuestra hermosa y en veces descaecida
profesión, es una institución arraigada y respetada en todo el escenario nacional.
Las Academias, adscritas al Colegio Máximo de Academias, desde su origen han cumplido
un papel bien importante en sus diferentes configuraciones y objetivos, ellas se han nutrido
en términos generales por lo más destacado de las diferentes profesiones. A ellas acceden
gentes maduras, espíritus recios, consolidados en las particulares formas de ser del
conocimiento científico, del juicio tranquilo y reposado de los fenómenos sociales, de las
variadas aristas de la vida. En el caso particular de la Academia de Jurisprudencia del
nacimiento, tránsito, modificación o extinción de la norma jurídica, su aplicación
jurisdiccional,
la
elaboración
de
doctrinas
y
jurisprudencias.
Mucho se ha escrito sobre la misión de la academia siempre confrontando su papel respecto
del entorno o marco de referencia de los hechos sociales y políticos en boga al momento del
análisis histórico, y por ello las connotaciones elaboradas han correspondido a un claro
reflejo de la realidad objetiva y a la presencia protagónica de nuestra institución, y su
influencia frente a la realidad nacional.
En este orden de ideas, me han llamado la atención dos reflexiones presentadas a la
comunidad por egregios juristas como lo son Bernardo Gaitán Mahecha y Luís Carlos
Sáchica, este último ya desaparecido, de quienes reproducimos los aspectos que nos han
parecido oportunos para el momento de elaboración de la presente memoria. Dijo Gaitán
Mahecha: “La misión en los tiempos presentes de la Academia debe ser eminentemente
participativa en cuanto a los “sucesos políticos económicos y sociales que afecten el interés
superior de los colombianos”, como se lee en el proyecto de estatutos, todo, desde luego, en
relación con la creación e interpretación del derecho. La Academia debe ser faro que ilumine
el pensamiento jurídico y promueva desde las instituciones el cambio necesario para afincar
de modo pleno el Estado social de derecho, haciendo posible su presencia donde fuere
necesario,
para
contribuir
al
mejoramiento
del
tejido
social, en mala hora deshilvanado y maltrecho por obra de la carga centenaria de las
falencias de nuestro desarrollo.
No es tarea fácil delinear el deber de la Academia pero es evidente que tiene que modernizar
sus objetivos y desarrollar actividades nuevas que la proyecten de manera más amplia
dentro del quehacer cultural de Colombia. El país necesita en estos tiempos aciagos de la
participación viva de todos sus estamentos, y sobremanera en el campo jurídico, porque
estamos en una época de honda crisis de las instituciones.”
Necesitamos como lo proponía Giscard d’Estaing “una sociedad democrática, moderna,
liberal por la estructura pluralista de todos sus poderes, avanzada por un alto grado de
realización económica, de unificación social y desarrollo cultural.”Necesitamos para
Colombia un cambio que ponga orden al desbarajuste institucional.”
Creo que aún transcurridos diez años desde que se pronunciaron estas palabras cuando
Gaitán Mahecha llevó la palabra en la celebración de los ciento once años de nuestra
corporación, ellas son absolutamente vigentes.
A su turno Luís Carlos Sáchica de manera descarnada, como era habitual en él, expresó su
pensamiento sobre nuestro “desbarajuste institucional” y puntualizaba: “El malestar en las
instituciones empieza cuando nadie sabe que tenemos prisa por la deliberada intención de
confundir lo jurídico con lo político, o a la inversa, ambigüedad tramposa ideada para el
engaño del popularismo constitucional y la justicia “justiciera”.
Lo jurídico ha sido politizado descaradamente, ya que no sólo se le ha dado como bandera
una presunta “justicia social” o un “orden justo”, sino que se pretende con
esa justicia ideal, absoluta, sea realizada por los jueces y se proclama, sin ningún reato, que
los jueces tienen una función política y que sus sentencias son, decisiones políticas. De
administradores de la justicia legal pasaron -y la galería aplaudió- a promotores y
determinadores de lo justo, que es función distinta.”
Como si lo anterior no fuera ya un duro cargo a la administración de justicia y a su
“politización”, más adelante, en el texto invocado afirma de manera contundente: “La
desinstitucionalización que está sufriendo el país ha hecho que la protesta violenta se tome
las calles y plazas e imponga a la brava sus pretensiones, obligando a las autoridades a
comprometerse con su posterior legitimación…Todo lo cual no es más que desvertebrar el
Estado de Derecho y sustituir la vía de jure por la vía de ipso, reconociendo el derecho del
más fuerte, el que se abra un espacio en contra de las limitaciones de la ley, y saca
verdadera la sentencia de Tomás Hobbes, el pensador inglés: voluntas facit ius, non ratio.”
Dicho lo anterior, desde la elevada cumbre de estos dos pensadores del Derecho, queda
nítido el juicio de nuestra deshilvanada conducta política, jurídica a nivel institucional, como
también evidente la conducta de los administradores de justicia convertidos en protagonistas
hirsutos del quehacer político. ¿No está acaso ratificada esta afirmación con la más larga
cesación de actividades de la rama judicial de los últimos meses del año pasado y los
comienzos del 2.015? ¿Actitudes de hecho prohibidas por la propia Carta Fundamental, (art.
56) como elementos para defender derechos, por los mismos funcionarios encargados de
aplicar la ley.?.
Es este controvertido instante de la vida nacional escenario para que la Academia
Colombiana de Jurisprudencia, consciente de su responsabilidad jurídica e histórica, estruje
la conciencia nacional, adormecida e inconsecuente, para que recuperemos la senda del
Estado de Derecho y enrumbemos a las instituciones democráticas por la senda de la cual
nunca ha debido apartarse el país.
Necesidad de un nuevo pronunciamiento No obstante la actualidad de las declaraciones en
referencia, el país sigue perturbado por fuerzas extrañas que no le han permitido volver al
respeto a las instituciones democráticas y por consiguiente, al sometimiento al imperio de la
ley. Pienso por lo tanto, que ha llegado el momento de producir una declaración similar; si
bien el gobierno nacional está inmerso en un proceso de paz con la narco guerrilla de la
FARC, dentro de un profundo escepticismo y anhelantes esperanzas, la polarización de la
sociedad colombiana es evidente, la inseguridad, la corrupción, el desempleo calificado, los
servicios de salud, saqueados desde su propio interior, las deficiencias del sistema
educativo, para hacer solamente unos enunciados, continúan en ostensible crecimiento; la
crisis en la administración de justicia ha llegado a los más altos índices de impunidad,
morosidad, congestión en los despachos de jueces y magistrados, ante la mirada atónita de
una
sociedad que simplemente no cree en la justicia, que vivió un paro de casi noventa días,
como si ello fuera parte de su rutina cotidiana. Considero que es imperiosa la necesidad de
una reforma al respecto, y corresponde a la Academia un nuevo pronunciamiento en este
sentido. Para lograrlo, creemos que es pertinente la designación de dos comisiones, una
para la redacción de la aludida declaración para la cual propongo los nombres de
Bernardo Gaitán Mahecha, Juan Rafael Bravo Arteaga, Emilssen González de Cancino,
Augusto Trujillo Muñoz, con la natural intervención de quien dice estas palabras. Para la
segunda, de reforma a la administración de justicia, dedicada al estudio de los más
importantes temas que juzgue pertinentes, la integraremos con personas de las diferentes
disciplinas del derecho que se inscriban en la Secretaría General dentro de los próximos
quince días y bajo la coordinación del Primer Vicepresidente, Fernando
Sarmiento Cifuentes .
Recomiendo para la primera comisión, la lectura del texto elaborado por el profesor emérito
y académico honorario Dr. Jaime Vidal Perdomo, elaborado como ensayo en el
año de 2.002 y publicado en la revista de la Academia al número 322 de Abril de 2.003
denominado “La Revolución frustrada en Colombia y la violencia indefinida” Y en el referido
libro de Noviembre de 2.003 de esta institución.
Propongo que hagamos los mejores esfuerzos para combatir la degradación judicial, su
infortunada politización, con iniciativas puntuales a la reforma que el Estado debe construir
y en la que al parecer está empeñado el actual gobierno; hilvanar un análisis sobre la
necesaria independencia de las ramas del poder público; un examen al sistema electoral, su
modernización tecnológica, la financiación de los partidos y movimientos políticos aspecto
que tanto contribuye a la inseguridad jurídica y a la irrupción de la corrupción; propugnar
por una reforma tributaria integral que el país, no los gobiernos de turno, demandan, sin
desalentar la inversión extranjera, con justicia y equidad en la redistribución del ingreso y la
indispensable tributación de los grandes capitales aún concentrados en pocas manos; el
estudio de fórmulas para hacerle frente a la dramática situación fiscal causada por los bajos
precios a nivel universal del petróleo; el cambio necesario de la política de hidrocarburos; el
estudio sobre las injusticias e inequidades del régimen pensional colombiano, frente a las
decisiones de las altas cortes, la fronda de intereses creados, el llamado carrusel, la
corrupción advertida en estos eventos, la tesis de la sostenibilidad fiscal y los derechos
adquiridos; la expresión de una posición jurídica, clara sobre el diferendo con Nicaragua, el
incumplimiento de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia, las consecuencias
derivadas de la ruptura del archipiélago de San Andrés. Estas son apenas unas pocas
sugerencias sobre lo mucho que puede estudiar la Academia para proponerle al país.
Catalogo de actividades:
En ejercicio de nuestras disposiciones estatutarias, seguiremos dedicados al “estudio,
desarrollo y perfeccionamiento del derecho.” Tal como lo hemos venido haciendo en los
años anteriores, ahora tratando de realizar el contenido de la propuesta de Marco Gerardo
Monroy en su discurso de posesión hace diez años cuando dijo entre otras ideas: “La
Academia no puede estar ausente de la problemática nacional y por tanto sería de enorme
importancia programar conferencias sobre reformas y aspectos de interés general, Sería
muy importante hacer un análisis muy de “puertas adentro” , sobre una revisión de las
habituales actividades de la Academia para conseguir que sus objetivos sean mejor
conocidos por la sociedad y le sirvan a ésta en forma real y efectiva.”
Parte de los anteriores proyectos fueron cumplidos, como a todos nos consta, otros
confiamos poder hacerlo de ahora en adelante. Para ello consideramos oportuno de manera
previa, integrar unos Comités de Trabajo que cubran de manera global los contenidos
estatutarios señalados en el Art. 3º y que en mi criterio, son los principios y predicados
adecuados para hacerle frente a la crisis institucional en la que está desde hace décadas
inmersa la Nación colombiana: “Defender la vigencia del Estado Social de Derecho, explorar
la realidad del país, de la ciencia jurídica para garantizar la legitimidad de las instituciones y
preservar la democracia, participar en los debates que incidan en la elaboración e
interpretación normativa y jurisprudencial y, cuando estos se reflejen en los hechos o
sucesos políticos, económicos o sociales, analizar el desarrollo de la legislación, proponer
modificaciones,
que
considere
oportuno
introducir
al
derecho
positivo colombiano y propender por la supremacía del Derecho, servir de órgano de
consulta del gobierno en los términos de la ley 48 de 1898. la ley 55 de 1.964, las entidades
de derecho público y la rama jurisdiccional cuando ellas lo soliciten, conceptuar por
iniciativa propia o a solicitud de personas naturales o jurídicas de derecho público o privado,
sobre cuestiones generales del Derecho o de las Ciencias políticas y Sociales, en tanto no se
trate de emitir opiniones sobre casos concretos, organizar tertulias, foros, seminarios,
congresos, cursos, sobre temas de actualidad jurídica o de interés cultural, científico,
político, económico o social para la comunidad jurídica o del país, para lo cual podrá
asociarse
con
Universidades,
centros
docentes
y
otras
Academias.”
Para actuar en consecuencia, procederemos a constituir los siguientes Comités de Trabajo
para lo cual ya hemos consultado a algunos académicos y pensamos que a ellos se pueden
sumar quienes se postulen, dentro de los quince días calendario a partir de la fecha o en su
defecto, los que designe la Comisión de la Mesa, como son: Comité de Relaciones Públicas,
Comité de Relaciones Institucionales, con la Rama jurisdiccional, Comité de Relaciones
Legislativas, Comité de Relaciones Universitarias: Comité de Actividades Académicas:
Comité de Capítulos Regionales, Comité del Colegio Máximo de Academias, Comité de
Publicaciones: Comité de Finanzas, además del Comité de Candidaturas y Postulaciones y el
Comité de reforma estatutaria.
Considero de imperiosa necesidad acometer una reforma estatutaria, de manera puntual,
solamente respecto de aquellos aspectos que ameritan ser reformados para darle agilidad a
nuestra institución frente a la dinámica de la modernidad, pero dejando intactos sus
fundamentos
esenciales,
la
fuerza
de
la
tradición
y
sus
principios.
Pienso que el período del Presidente, los vicepresidentes y demás personal directivo, debe
ser de un año, reelegible solamente por otro año. Ello compromete la agilidad del trabajo
administrativo y permite que la dirección de la institución sea más participativa. Soy de
opinión de que las ausencias injustificadas de los miembros deben tener consecuencias
como la suspensión temporal o definitiva. La Academia soporta una gran carga de
ausentistas de más de veinte años y no nos parece justo que ello no produzca consecuencia
alguna.
Estamos convencidos que la actividad de la Academia debe ser cada vez más participativa en
la vida nacional, tal como está consagrada en los estatutos, con amplia divulgación por los
medios de comunicación, para lo cual podríamos contar con un asesor de prensa, radio y
televisión como es usual en instituciones similares; es preciso que la Academia vuelva a
realizar cursos, seminarios, diplomados conjuntamente con Universidades, no solamente en
la ciudad de Bogotá sino en las diferentes sedes de los capítulos seccionales, para hacerla
más visible, dándole cumplimiento a sus objetivos, y también buscando otras fuentes de
financiación, como actualmente ocurre con otras Academias integradas en el Colegio
Máximo,
sin
desvirtuar
su
carácter
de
entidad
sin
ánimo
de
lucro.
Dentro del ejercicio de la libertad de pensamiento no debe haber temas vedados o que no se
puedan tratar responsablemente. Todo depende de la claridad en la concepción y exposición
de las ideas, siempre y cuando se sujeten a los objetivos estatutarios esenciales.
Pienso que debemos continuar con reuniones quincenales, los días lunes, como está
establecido y si según el calendario correspondan a un lunes festivo, entonces que la
reunión se realice el martes siguiente, a la misma hora, a partir de las cinco de la tarde, a no
ser que los académicos piensen en alguna modificación de este horario. También creo que
las reuniones solemnes como las de ingreso o ascenso, entre otras, deberían seguir
ocurriendo los jueves a partir de las seis de la tarde.
Tenemos pendiente un homenaje a la memoria del Ex presidente Alfonso López Michelsen, la
colocación de los óleos del ex presidente Belisario Betancur y del Maestro Antonio Rocha.
Pienso que estos actos podrían realizarse entre Febrero y Abril del presente año. De la misma
manera me parece que debemos rendirle un homenaje al insigne jurista Jaime Vidal Perdomo
y colocar un óleo en nuestras instalaciones; seguir contando con conferencias de los
académicos, en cada sesión de trabajo, sobre temas de palpitante interés y desde ya los
exhorto para que se comuniquen con la Comisión de la Mesa para incluirlos en el calendario.
De tiempo atrás tenemos pensado la realización de una reunión acá, en la sede de la
Academia, con representantes de los Capítulos Seccionales, para lo cual sugeriremos un
temario acorde con las más palpitantes inquietudes jurídicas y un foro a nivel nacional
sobre la reforma de la Justicia y el Estado, dentro de la idea de seguir presentes en los
análisis de nuestra patética circunstancia; para lo cual crearemos las comisiones que se
encarguen de su desarrollo, ajustado a la realidad presupuestal. Ya incluimos en el
presupuesto enviado al Ministerio de Educación estos dos eventos. De igual manera, es
necesario acometer un estudio sobre la eventual indexación de la revista y la creación de un
boletín como medio de divulgación de las actividades de la Academia. Así mismo,
deberíamos acometer una revisión de la producción de libros en virtud de la cantidad de
ejemplares que no han entrado en circulación y si constituyen, año por año,
un “peso muerto” en nuestras instalaciones y subsidiariamente pensar en la utilización de
los medios tecnológicos actuales como instrumentos de divulgación, además de la óptima
utilización de la página web.
Confío contar con el apoyo de los académicos dentro de estos propósitos, con su opinión
crítica, sus ideas, iniciativas, observaciones y sugerencias, sus planteamientos objetivos,
pensando siempre en la razón de ser de esta centenaria institución; el Presidente es
solamente un “primus inter pares” un coordinador de actividades, un ejecutor de la voluntad
general. Si pensamos de diferente manera, pero dentro de los mismos objetivos, en ejercicio
de la controversia de opuestos pareceres, podremos lograr que nuestra Academia siga
siendo faro fundamental del Estado de Derecho y una de las más insignes y vigentes
instituciones de la vida nacional.
Que Dios nos ilumine en este sublime empeño. Muchas gracias.
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