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la Edad Media, son de por sí tan complejas que requieren la dedicación de todo un
curso anterior al estudio de la sistemática del Estado Moderno.
Andrés Serra Rojas, catedrático insigne de nuesua Facultad, considerado por los
profesores de la materia como s u decano, nos entrega en el texto arriba indicado las
primicias de su reconocida dedicación universitaria. La redacción, acertadamente concisa,
de profundidad no sacrificada por la claridad (su logro presupone la pericia qne proporciona la ardua tarea de la cátedra) sugiere para el lector especialiudo, enunciados o
conclusiones de temas, insinuados, dejados atrás para facilitar la comprensión, condición
obligada en el texto académico. Para el iniciado supone la sugerencia de nuevas rutas
magistralmente trazadas, enriquecidas por seleccionada y abundante bibliografía.
Uno de los dificiles problemas de la temática política es la distinción entre tearia
y ciencia política. Para el maestro Serra Rojas politica es "la actividad creadora.. . que
anima y fortalece al Estado.. . que en el pueblo se encamina al mantenimiento y des(pág. 25) de la que provienen dos grandes disciplinas: la ciencia
arrollo del poder".
política y el Derecho Político. Y asi, desde los comienzos del texto queda esto delineado
en dos enfoques básicos: la. titularidad soberana del pueblo y la afirmación de que el
Estado es ante todo, y sobre todo, la vida jurídica de una colectividad
suprema.
El autor logra la distinción entre teoría y ciencia política eligiendo das aspectos esenciales de la diferenciación, a saber: del tronco común de la doctrina del Estado que
contiene esencialmente juicios de meros conocimientos, en tanto que el contenido de la
política, no es una ciencia de lo que es, sino de lo que debe ser (pág. 26) mientras
que la ciencia está fundada en la descripción y clasificación de las instituciones politicas
y de las fuerzas que las crean (pig. 34).
Así, la teoría politiea equivale a filosofía politica en tanto opera con generalidades
abstractas y esenciales. El Derecho Político, rama según el autor, del Derecho Público,
se integra en las normas de organización del Estado. Al referirse más adelante (pág. 47)
a las fuerzas cansales de la transformación del Estado el autor adopta una posición
convergente entre la tearía y la ciencia politiea al afirmar, acertadamente, que la autoridad se conforma en los elementos de una ciencia explicativa al mismo tiempo que
normativa, y al aceptar la existencia de leyes en el ámbito politico: coincide este criterio,
que para la filosofía en general adoptara el neokantiano Cascirer (no reductibilidad entre los ámbitos de la naturaleza y de la cultura), con el que H. Heller transplantara
a la ciencia
al afirmar que el principio de identidad que opera dentro del
deteminismo natural se desglosa en el de analogía para los ámbitos de la cultura. Eii
este ámbito lo que diferencia al derecho de la política, dice Heller, consiste en que
aquel es una ciencia de sentida con lo cual instala a la politica en el vacío y limitado
recinto de lo inmanente (cuya no transeendencia nos conduciría a lo intrascendente).
Serra Rojas defiende la raíz ética de la política al afirmar que: "la actividad política
es conducta y ella debe estar subordinada a la ética, porque de este modo se mantiene
en pundad e l orden económico y social. Las ideas morales, como las ideas políticas brotan
e n el grupo primitivo para reprimir los actos antisocialec y hacer posible la vida de
una comunidad política'' (pág. 99).
Insistiendo el autor, en la importancia que el derecho guarda con el Estado afirma
que este "es una creación artificial de la sociedad y que el ingrediente creador es el
Derecho. Es par la m i m o una abstracción, que ha de ser diferenciada de la ficción.
Las abstracciones políticas enraivldas nos conducen a las psi~o~atologias
de los mitos,
-utopías, fibulas, alegorías y membretes que acaban por no ser más que etiquetas en
..
tuyos nombres se producen las mayores arbitrariedades de la historia. Las insurree.
ciitncs y asonadas, estas ya cotidianas en In vida d e Amtriea, se realizan en nombre de
:ihstr<ietns patologías como 1s nación, la libertad, la democracia, la rerolueióri, la patria,
los derechos del prole~eriado,la sobeiariía <Ir los Estados, g podrinmos añadir la eonfu.ióli, habilmente manejada de l a abstraciiúii "nuiodetermin~ción dr los puchlas trans.
formailn en niitndetcin~inai.ión de los gol,iirnos".
['ara Seria Rojas el Estado como el derecho, la soberania como las poderes públicos
-on rlrmpntos creado. por los Iioniltres, para poder convivir politicamente. al servicio,
f.Sta conuivenriii 3. nqiirlli>i ~~lemenros,
de los liienes humanos eiiya realización garantiza
VIDirecho positivo decliir.a<lo por el Estado. Al originarse éste en la usociacián política
<Ir1 hombre, los tradicionales elementos contitutivos del Estado son trntados por el
mar-ir" ron iiri eiifoque S U ¡ gén(.rii. Y así, creemos entender que el puebla, el territorio,
el pod<:r y el ilcrrcho npuicccn forniiiiido ~iaite,como integrando, los propios fines de
1.i sr>i.irrlad ~ioliliri.raiz piirnein y eonatirutivu de las instituciones creadoras del DcrecIi<r I'Úl,lica.
Hegel y hlaix infliiyerori ~ioderosnmcritcrii diii~ndirla opinión de que el Estado es la
sociedad cii acción. H. Hrllcr mantiene eii iiiiestioi dias este criterio. El peligro de tul
;isrucraciÚn es manifiest<i. ¿DÚndc rnrontrar la pei.conifieación de la sociedad política?
Podria ser a 1ravi.s dc la iitorgánira opinión pública, tan &terea en nuestras dcmoeraeias
it~.tuaI<.s
que en ocasiones se le ha identificado con "el Don Nadie" del que no se sabe
ini <1iij4ti,:S, ni dónde esta". Es rnio de tantus comodines del juego político tergiversado,
iiiol ociirre con el concepto nación si nos limitamos a manejarlo desde el exclusivo criterio
di: In creencia en In existencia de los rasgos peciiliares de un puel>lo. Claro está que lo
iopiriión pública es consultada y controlada a travCs de libre juego de las panidos políticos
y sindicatos, con sus programas electorales y aspiraciones de elevacion, asociaciones patronales, alianzas politicos i~itrrnnsy externas, grupos de presión, "lobbys", etc. Pero,
sin duda algiina, todas lar inctitu<:iones politicns <le carártrr púlilico o privado tienen
cabida en el concepto piieblo, etlula originaria drl Estado, cuya presenria es tangible
ciiando l a ciudadanía d r un pais es convocada por el poder público para conocer su der,isión, d r última instancia, sobre asuntos politiros en controversia.
En el contexto qiie reseñamos hay un hálito de idralidad, de esperanza en las
r,oribilidud~s de la sociedad politira del homhrr criando éste se haya liberado
ili las irrniionales ataduras del pasado (lo atávico del ayer hecho prejuicio tribal hoy,
hilo invisible drl antecedrnte totimico dc niiemas socirdndes contemporáneas) y se
decida a coiistruir .U vida comunil bo1ir.e hases valorativas más cquitativnc, cual lo soñara
R O ~ ~ S S Py~ Uriiirnto
,
pensador hiiyii deseado para r l hombrr una sociedad mejor, más eii
i.onsonuncin pon la aiitcntieidu<l <Ir sii elrvado destino. Existe, además, en el maestro.
l a prcocuparión por el estildio de 18s notas peculiares del Estado mexicano que es incoripor~duen In parte final de ulpiini,s tcmns grncralcs. ( S a l es el cstiidio do las formas
iioliticn., elementos ronstitiztivos, doctrinas y hechos polí~icos,bibliografía mexicana, ete.)
De coiisidcrablc importancia es el cal>ítula dedicsdo al mktodo de la ciencia política.
tEii la bibliografía eorrespondierite figura la ucrrtada monogriifia del maestro de
nuestra Fu<:iiltad Héctor Gonzálcz Uribe "Naturaleza, olijcta y &todo dc l a Teoría
del Estado" manejada insuficienieniente u l i r s r de SU utilidad, por el estudiante de la
teoría política.)
Despues de referirse u las rnadiilidudcs r n e t ~ d o l ó ~ i c ade
s l a ciencia en general y d e
1;i nuestra en
Andits Serrn Rojas araba inclinándose a la aceptación del
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