LA POSICION DE LA REPUBLICA ARGENTINA EN LA SEXAGÉSIMA SESIÓN DE
LA “COMISION DE DERECHOS HUMANOS” DE LAS NACIONES UNIDAS.
Por Felipe Barreda (*)
Lima, Perú. Como todos los años, los cincuenta y tres Estados Miembros que conforman la “Comisión de Derechos Humanos” de las Naciones Unidas se reunieron durante seis semanas -en Ginebra- para considerar su importante agenda que se refiere a la vigencia y promoción de los derechos humanos en el mundo. Una materia que
afecta directamente la vida diaria de millones de seres, todo a lo largo y ancho de la tierra.
Esta fue la sexagésima sesión de esta institución, que es un órgano subsidiario del Consejo Económico Social de
la organización multilateral, creado en 1946, de conformidad con lo específicamente dispuesto en la propia Carta
de las Naciones Unidas, en su artículo sesenta y ocho.
Cabe agregar que la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas tiene a su
cargo la labor secretarial de la Comisión que, además, cuenta con la invalorable ayuda de excelentes informes que
son preparados por expertos sobre temas particulares.
La posición de la República Argentina.
Desde las columnas del influyente Wall Street Journal, la prolífica analista de los temas de nuestra región, Mary
Anastasia O´Grady, ha sugerido que la administración del Presidente Néstor Kirchner es presumiblemente la responsable de haber diseñado y coordinado el andar táctico conjunto de tres países de la región ante la Comisión de
Derechos Humanos : el suyo propio, mas el del Brasil y el de Paraguay, en consecuencia.
Por ello, nos vamos a ocupar aquí de analizar cual fue efectivamente la posición argentina en la última sesión de
la Comisión.
Cabe apuntar que la Cancillería argentina no explica oficialmente cual es el sentido, ni las razones concretas, de
sus distintos votos en la Comisión, aunque han habido algunas reflexiones públicas, de tono tan solo genérico,
respecto del caso particular de los derechos humanos en Cuba.
Me refiero entonces al presunto liderazgo argentino en la coordinación de los votos de Argentina, Brasil y Paraguay en el caso de las violaciones de los derechos humanos en Cuba que culminara en la “abstención” de esos tres
países en el tratamiento de esa delicada cuestión. En línea ciertamente contraria a la de la mayoría latinoamericana
que, duplicando numéricamente a las “abstenciones”, se pronunció en favor de una condena de la grave situación
en materia de derechos humanos imperante en Cuba. Que, dicho sea de paso, había ya sido condenada por la Comisión en distintas oportunidades. La última, el mismo año pasado.
Cuba, por lo demás, no dejó a la experta designada por la Comisión, la francesa Christine Chanet, ingresar a su
territorio para poder preparar con la necesaria inmediatez el informe que sobre la situación allí imperante que le
encargara el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Los pronunciamientos concretos, a la hora de la verdad
La República Argentina se pronunció este año en una serie de diferentes decisiones adoptadas por la Comisión.
Concretamente, lo hizo sobre la situación de los derechos humanos en Cuba, Turkmenistán, Corea del Norte, y
Bielorrusia. Los cuatro países del globo que parecen concentran la preocupación de la comunidad internacional
en materia de violaciones de derechos humanos.
Respecto de Cuba, cuya dictadura de mas de cuatro décadas resultara este año condenada una vez más, la Argentina se “abstuvo”, con Brasil y Chile.
El representante de Zimbabwe, Chitsaka Chipaziwa, al defender a Cuba dijo : “Cuba debe ser dejada sola cuando
de decidir su propio futuro se trata”. Para qué, entonces, la Comisión ? Como se defiende, desde la comunidad internacional, a quienes ven sus derechos humanos violados por sus propias autoridades ? En la misma línea, Roger
Julián Menga, en representación del Congo, agregó : “Nadie es perfecto” y votó en contra de la resolución.
Con relación a los casos de Turkmenistán y Corea del Norte, la Argentina, con Brasil y Paraguay, votó a favor de
la condena.
En el caso particular de Bielorrusia, en cambio, la Argentina se “abstuvo” nuevamente (sin dar razones, desde
que la Argentina, a diferencia del Brasil, permaneció en recatado silencio, por lo que no intervino para explicar
sus votos, en ninguna de las cuatro votaciones), mientras Brasil y Paraguay se sumaron a la mayoría que votara a
favor de la condena.
De esta manera, la Argentina (con la obvia excepción de Cuba, que votara en contra de todas las condenas) se
convirtió en el país de la región que menos impulsara las condenas a las violaciones de los derechos humanos
en el mundo. Resulta no solo llamativo, sino hasta un tanto contradictorio, cuando la retórica oficial argentina
apunta, en teoría, a promover la vigencia de los derechos humanos. En dirección inversa a la acción concreta, en
consecuencia. Del dicho al hecho, queda visto, bastante trecho.
Cabe preguntarse si esto no supone, de alguna manera, exteriorizar una posición de, al menos, cierto escepticismo
respecto de la eficacia del propio organismo que la Argentina integra y, de ser así, preguntarse -además- porqué la
Argentina quiere permanecer en un órgano de cuya capacidad de acción pareciera desconfiar abiertamente.
No es ésta una reflexión de tono menor, atento a que menos de la tercera parte de los Estados Miembros de las
Naciones Unidas pueden acceder efectivamente a la Comisión.
Si bien la “abstención” argentina en el caso de Cuba puede quizás explicarse por razones de corte ideológico,
desde que el Presidente Néstor Kirchner pareciera adherir a la izquierda del continente, no es nada simple tratar
de entender, en cambio, su abstención respecto de las violaciones de los derechos humanos en Bielorrusia, uno de
los pocos “parias” de la comunidad internacional, al que la Argentina acaba de “dar una mano”. El autoritario e
irrespetuoso presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashensko, que accediera a la presidencia de su país en elecciones que se tienen por fraudulentas y que reprime -abierta y duramente- a opositores y disidentes, de parabienes
naturalmente.
El espejo regional
Aparentemente la región se distanció este año de la posición adoptada en materia de derechos humanos por la
Argentina. O, quizás, mas bien la Argentina de la de la región. En casi todos los casos.
En la cuestión de la condena a Cuba, Chile, Costa Rica, la República Dominicana, Guatemala, Honduras, México
y el Perú se unieron a los países democráticos en repudio expreso de la conducta -en materia de derechos humanos- del régimen cubano. Solo Brasil y Paraguay acompañaron a la Argentina.
En los casos de Corea del Norte y Turkmenistán, tan solo Cuba evitó pronunciarse en favor de condenarlos. El
resto de los países de la región, masivamente, votaron por la condena. Sin fisuras. Las razones de lo ocurrido en
estos dos temas en particular son evidentes desde que Cuba, al pronunciarse, hizo ostensible que pertenece a la
misma categoría de las naciones condenadas.
En lo que hace a la situación que específicamente tiene que ver con Bielorrusia, curiosamente, tanto la Argentina,
como Honduras, se “abstuvieron” en la respectiva votación, sin dar, ninguno de ellos, razón alguna para justificar
su actitud. El resto de la región (nuevamente, con la única excepción de Cuba, que votara nuevamente en contra)
apoyó la condena del organismo. Es posible que la dictadura del presidente Lukashenko, que procura activamente
reunificar a su país con la Federación Rusa, conozca el real porqué de esas abstenciones, que seguramente tendrán
detrás algún curioso “quid pro quo”, no explicitado en Ginebra ni por la Argentina, ni por Honduras. Tampoco en
sus respectivas casas.
Realmente, la abstención es una conducta que resulta bien difícil de explicar cuando lo que está en juego, en
Ginebra, es nada menos que la defensa de los derechos humanos. La razón misma de ser de la Comisión en cuyo
seno se vota.
Las evasiones de siempre
Finalmente, cabe señalar que la Argentina se pronunció sorpresivamente en contra de la moción procesal que
impidió condenar a Rusia por lo que, desde hace rato, sucede en materia de respeto y vigencia de los derechos
humanos en Chechenia.
Brasil y México, por su parte, se abstuvieron.
Respecto del artilugio procesal que, como todos los años, impide examinar lo que sucede en China, Argentina,
Chile, la República Dominicana, México, Paraguay y Perú, se abstuvieron.
Brasil, que procura el apoyo de China para su pretensión de un asiento permanente en el Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas, votó (con Cuba) específicamente en contra de examinar la situación de los derechos humanos en China.
Costa Rica, Guatemala, y Honduras se pronunciaron, en cambio, a favor de hacerlo.
Ocurre que China tiene hoy, en su inmenso “poder de compra”, un arma de mucho peso. Y lo demuestra constantemente. Cualquiera sea el escenario, la materia o las circunstancias. Para que no quede duda alguna.
(*) Analista de temas internacionales y regionales.