La tasación de costas. Conceptos incluíbles DIONISIO MANTILLA. Decano del Colegio de Procuradores de Cantabria L Nº 75/Agosto 2008 Firma invitada AS tasaciones de costas hasta 1984 eran poco frecuentes en las secretarías de los juzgados y de las audiencias y tribunales. La razón estaba en que habitualmente las sentencias no imponían las costas. Sólo cuando los tribunales apreciaban que una de las partes había litigado con manifiesta “temeridad” o “mala fe” le imponían las costas. Y esto era lo que sucedía con menos frecuencia. Todos hemos conocido casos en los que un juez de primera instancia, al acoger la demanda, imponía las costas cuando lo más normal era no imponerlas, y se apelaba la sentencia para que fuese revocada en cuanto al pronunciamiento de la condena en costas. Los jueces y tribunales propendían a tener esa benevolencia con el perdedor, para no agravarle la condena. Premiaban al que había demostrado tener razón acogiendo su demanda y premiaban al per­ dedor quitándole la condena a soportar el pago de las costas del juicio (cuyo concepto más importante suele ser, como sabemos, el tener que pagar los derechos del procurador y los honorarios del abogado de la parte adversa). La consecuencia era que el vencedor veía reconocido su derecho devaluado porque a través de la sentencia lo obtenía disminuido por el coste del juicio. El panorama cambió radicalmente con la nueva regulación de la condena en costas, realizada en 1984 por medio de la Ley 34/1984, que introdujo el nuevo art. 523, que pasó a la LEC vigente con una corrección. Desde entonces la jurisprudencia de los ­juzgados de primera instancia y la de las audiencias sobre la condena en costas viene proclamando los buenos principios que se expresaron ya bajo el art. 523 de la anterior Ley de Enjuiciamiento Civil después de su reforma urgente por la Ley 34/1984, que fue el artículo que por vez primera en nuestra legislación procesal de muchos siglos estableció el principio del vencimiento objetivo como criterio fundamental para la imposición, sustituyendo al multisecular principio opuesto de la condena en costas a pesar de tener razón, salvo que se hubiese litigado con te- 52 Procuradores meridad o mala fe. En la bibliografía puede recordarse el extenso y documentado comentario que sobre aquel art. 523 escribió el profesor Vázquez Sotelo en la obra colectiva de Comentarios a la Ley 34/1984 (Ed. Tecnos, Madrid, 1985). Pero toda regulación fundada en el vencimiento objetivo necesita disponer de una “válvula de segu­ ridad” para resolver los frecuentes casos en los que, a pesar de haber obtenido victoria, no resulta justo condenar en las costas al vencido porque el asunto era muy dudoso o muy discutible, por razones de hecho o de derecho, de modo que no podía repro­ charse al derrotado que hubiese interpuesto la demanda o se hubiese opuesto a ella. En la regulación anterior, la válvula de seguridad de la regulación estaba constituida por la expresión “circunstancias excepcionales” que, si eran apreciadas por los jueces y lo razonaban debidamente, debían evitar la condena en costas. Las críticas a la regulación del art. 523 de la anterior Ley se centraban especialmente en esa expresión que debía funcionar como salida o válvula de seguridad para evitar aplicaciones injustas del nuevo criterio. Porque esas circunstancias, ¿por qué habían de ser “excepcionales”, que es tanto como exigir que sean infrecuentes? En esa crítica ya se defendía que en una futura reelaboración del artículo esa expresión debería ser sustituida por otra más adecuada y que, aunque pudiera parecer sorprendente, debería recuperarse la regulación que ya se había hecho hace siglos en las Constituciones del emperador Zenón (al que se debe la mejor regulación histórica de la condena en costas) que utilizaba la fórmula de que la demanda fuese “dudosa” o “muy dudosa”, de modo que defender la tesis que resultó derrotada en el litigio habría sido algo que era preciso considerar muy correcto. Lo que podía hacer “dudosa” a la demanda (o a la oposición) podían ser razones de hecho o de derecho. ¡Cuántas veces el hecho que se afirma en la demanda o en la contestación no se corresponde con el resultado de la prueba! Y, ¡con qué frecuencia es la propia ley la que crea la Cuestión sobre la aplicación del art. 394 sólo a los procesos declarativos o también a los de ejecución Un problema que ha planteado el nuevo art. 394 es si se aplica a todos los procesos, incluidos los de ejecución, o sólo a los “declarativos”. Dos interpretaciones son aquí defendibles, lo que demuestra que nos encontramos ante una de las regulaciones deficientes de la nueva LEC. El art. 394.1 comienza refiriéndose sólo a “los procesos declarativos”. El primer criterio interpretativo debe conducir Cuestión sobre la aplicación en los procesos de ejecución del límite de la condena al 1/3 de la cuantía En efecto, el problema se ha suscitado en términos realmente difíciles en relación a la aplicación a los procesos de ejecución del límite de un tercio del importe de la condena que establece el art. 394.3 de la LEC. La cuestión surge porque ese límite de la condena en costas a la tercera parte de la cuantía en los casos de pluralidad de partes, que ­establece el art. 394 LEC, no se establece en la regulación de los procesos de ejecución, y pese a esa falta de regulación el problema se produce igual, y las razones en las que se fundó el legislador al establecer ese límite pueden concurrir en los procesos de ejecución igual que en los juicios declarativos. Realizada una encuesta de opiniones sobre este punto entre magistrados se ha podido ver lo dispares que son las opiniones, que se adscriben a dos corrientes de opinión: los que consideran que en tales supuestos es aplicable la previ­ sión del art. 394.3 a la etapa de ejecución, y los que conside­ ran que la regulación de la condena en costas del art. 394.1 está circunscrita a los “procesos declarativos” y no es aplicable a los de ejecución porque para ellos hay una norma específica que es el art. 539.2, no faltando quienes sostienen opiniones intermedias o condicionadas. Las opiniones dispares que han expresado los magistra­ dos se han visto reflejadas en sentencias de audiencias contradictorias. Como ejemplo de jurisprudencia contradictoria pueden verse las sentencias de la AP de Baleares de 2 de marzo de 2005 (que considera que el art. 561 realiza una “remisión en bloque al art. 394” y porque las circunstancias pueden aconsejar repetir la misma regulación); y en contra, la sentencia de la AP de Málaga de 6 de abril de 2005: “Las costas de la ejecución, siendo por disposición legal a cargo de la parte que en lugar de cumplir voluntariamente da lugar a la ejecución, según el art. 539, no se rigen por el art. 394, que sólo es aplicable a los honorarios correspondientes a la primera instancia de los juicios declarativos”. Una cuestión que tendrá gran importancia económica en muchos casos se resuelve con criterios desiguales y de gran inseguridad jurídica, sin que el actual sistema de casa­ Procuradores Firma invitada a limitar la aplicación del nuevo precepto a los juicios declarativos, lo que supone excluir los “procesos de ejecución”. Quedaría la duda de si se aplicaría a los “procesos especiales” que sean de naturaleza “declarativa”. Y esta interpretación se funda en que para los procesos especiales y para los de ejecución la ley ha debido establecer criterios especiales de imposición de costas. En efecto, para los procesos de ejecución las costas están reguladas (aunque muy deficientemente) en el art. 539.2 que sigue el principio de que “a cargo del ejecutado sin necesidad de expresa imposición”. El debate no tendría mayor importancia si para los procesos de ejecución existen disposiciones específicas que permitan resolver adecuadamente las situaciones que se presenten. Pero las dificultades no han tardado en presentarse, como vamos a ver. Nº 75/Agosto 2008 duda al prestarse a varias interpretaciones que pueden ser igualmente defendibles! En efecto, al redactarse la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil 2000 se ha llevado al art. 394, núm. 1, que ha venido a reemplazar al art. 523 de la LEC anterior, la regulación de la válvula de seguridad que se había propuesto en aquel comentario de 1985. Ahora la nueva regulación contiene como excepción a la condena en costas que el caso presente “serias dudas de hecho o de derecho”, sin importar para nada la frecuencia o infrecuencia con que se produzca esa situación. La nueva fórmula legal no ha suscitado rechazo ni doctrinal ni jurisprudencial. En aplicación del art. 394 las audiencias han aplicado los principios que sobre el fundamento y naturaleza de la condena en costas y sobre su aplicación de oficio, habían sido avanzados en el comentario citado al principio. Se ha proclamado ahora que “la finalidad de la condena es evitar que la parte que ha visto reconocido su derecho sufra un perjuicio patrimonial por haber tenido que acudir a la vía procesal” (STS 1ª 300/2000, de 21 de marzo de 2000) o que “la condena en costas no es una sanción al perdedor en el litigio, sino un resarcimiento al vencedor” (AP Zaragoza, 23/5/2006; AP Gerona, 26/7/2007), recogiendo el famoso principio que ya a finales del siglo XIX formuló Chiovenda en su famosa obra La condena en costas. Se ha proclamado también que a partir de ahora “la imposición de costas no requiere que haya mediado petición de parte” sino que puede y debe hacerse de oficio, si se cumple el supuesto legal de la condena: (AP Cádiz, 14/6/2007), de modo que la sentencia que acuerda imponer las costas sin que haya mediado solicitar “no es incongruente” (AP Las Palmas, 29/5/2007), no rigiendo en la materia el principio dispositivo de “justicia rogada” propio del proceso civil (AP Madrid, 17/4/2007). El carácter imperativo o necesario de la condena en costas regulada en el art. 394 LEC hace que el “pacto sobre costas”, que muchas veces se incorporaba a los contratos, tenga muy pocas posibilidades para ser aplicado, porque el juez impone las costas en su sentencia en función de que acoja o rechace en todo o en parte la demanda, ateniéndose al art. 394 de la LEC como norma imperativa o de derecho necesario, sin sentirse vinculado por lo que las partes hubiesen podido pactar antes de que el litigio haya sido planteado (STS 1ª 9/5/2000; AP Guipúzcoa, 13/7/2007; y AP Almería, 8/3/2007). La nueva regulación ha hecho surgir algunos importantes problemas. 53 Firma invitada ción facilite que el Tribunal Supremo pueda establecer criterios generales y vinculantes. Además se plantean muchas otras cuestiones. Honorarios de un perito de parte al que sigue después en el juicio la designación de perito judicial Una vez tasadas las costas, ¿es preciso interponer demanda ejecutiva para exigir el pago? Es discutible si pueden incluirse los honorarios de un perito designado por la parte cuando después, en el juicio, se opta por pedir un peritaje judicial. La jurisprudencia suele entender que al existir dos peritajes sólo deben comprenderse en la tasación las costas las correspondientes al perito judicial, pero no las del perito extrajudicial designado por la parte. La LEC 2000 ha modificado el criterio de la anterior de considerar la ejecución como una segunda fase del juicio (primero había la etapa declarativa y después la de ejecución). La LEC 2000 quiere dar más autonomía al proceso de ejecución y dispone que comience por demanda ejecutiva, arreglada a los requisitos que exige. Lo que antes era un simple escrito instando la ejecución ahora ha de tener forma de demanda y cumplir todos los requisitos establecidos. La tasación de costas lo que hace es crear un título ejecutivo, con el cual ha de incoarse un proceso de ejecución, formulando la correspondiente demanda. El auto aprobatorio de la tasación, si ha habido impugnación, es título ejecutivo al amparo del art. 517, núm. 9°. Una complicación innecesaria pero establecida por la ley. ¿Quién debe cargar con las costas de un codemandado absuelto, el codemandado condenado o el actor? La jurisprudencia de las audiencias ha resuelto con buen criterio esta cuestión. Cuando la demanda se dirige contra varios demandados y alguno es absuelto mientras otro es condenado, las costas correspondientes al demandado absuelto no pueden imponerse al demandado condenado sino al demandante, que es quien trajo indebidamente a juicio a aquel codemandado al que la sentencia absuelve (a no ser que existan razones especiales que pudieran justificar la condena). Se trata de un reflejo de la legitimación pasiva que no ha debido ser bien calculada por el actor. Así lo han resuelto la sentencia del TS de 19/5/1998, las sentencias AP de Madrid de 21/4/2004 y de 16/10/2007, y la AP de Málaga en sentencia de 18/4/2007. Nº 75/Agosto 2008 Los informes de los investigadores privados o detectives, ¿pueden incluirse en la tasación? La LEC ha dado entrada legalmente en el proceso a los informes de averiguaciones realizadas por investigadores privados o detectives, que suelen ser ratificados en el juicio. La LEC admite la prueba por informes, y al autorizar expresamente la aportación de tales informes crea el problema de la inclusión de las facturas en la condena en costas. La jurisprudencia los equipara a los dictámenes periciales aportados por la propia parte, y considera que sus facturas pueden ser incluidas en la tasación de costas junto con las de los demás peritos de parte. Así, AP de Barcelona, Sección 13, sentencia 716/2005. 54 Procuradores Condena en costas y beneficio de justicia gratuita Tener concedido el beneficio de justicia gratuita no afecta a la condena en costas, que puede imponerse igual. A lo que afecta es al cobro o exacción de su importe, que dependerá de la fortuna o bienes del titular del beneficio. Incluso la hipótesis está contemplada en la Ley 1/1996, de 10 de enero, sobre justicia gratuita. Así, AP de Madrid, Sección 21, sentencia de 28/7/2007. Mancomunidad o solidaridad entre los condenados Se ha discutido si, cuando son varios los condenados, la condena en costas es mancomunada o solidaria ­entre todos. La jurisprudencia ya ha resuelto esta cuestión pronunciándose a favor de la condena mancomunada de todos los condenados. Así la AP de La Coruña, Sección 4ª, sentencia de 29/11/2006. Una reciente sentencia de la Sala 1ª del TS (16/10/2007) ha precisado más: la condena de los varios condenados es mancomunada entre ellos. Pero si alguna de las partes está compuesta por varias personas (parte compleja), para ellos la condena es solidaria en la parte que les afecte. Costas al demandado que se allana después de haber sido interpuesta la demanda pero antes de ser emplazado El demandado que en lugar de contestar a la demanda se allana recibe como premio la no condena en costas (art. 395). Pero el precepto hace una excepción para los casos en los que e1 Tribunal aprecie mala fe en el demandado, en cuyo caso, razonándolo debidamente, puede imponerle las costas causadas. En la existencia de mala fe puede influir mucho que hayan mediado requerimientos para evitar interponer la demanda que hayan sido desatendidos por el demandado. Se ha presentado en la jurisprudencia el caso de que el demandado se allana antes de recibir el emplazamiento para contestar la demanda, pero después (a veces bastante después) de saber que se iba a tener que interponer. En estos casos hay sentencias que le condenan en costas. Entendemos que los casos concretos deberían resol­ verse según lo que ha quedado indicado: ver si el demandado ha actuado de buena o de mala fe, y si se puede decir que ha sido él quien con su conducta ha obligado a devengar las costas producidas. q