nota El precio de los campos sigue en alza

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nota El precio de los campos sigue en alza
sección Campo | fecha de publicación 26.07.2003
Mercado inmobiliario rural
El precio de los campos sigue en alza
Se debe, fundamentalmente, a que aumenta la demanda, pero la
oferta se encuentra muy restringida
 Los dueños de la tierra no están dispuestos a vender, por lo menos
a los valores que se manejan en el mercado
 El alquiler es la alternativa que más se ve
Paul Samuelson, uno de los más prestigiosos economistas de los últimos
años, se hizo acreedor en 1970 al premio Nobel de su especialidad por el
desarrollo de la teoría y análisis de los precios y, también, por la profundidad
de estudios en la dinámica de la economía.
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Estudió arduamente las famosas curvas de oferta y demanda. Decía entre
muchos conceptos: "Un oferente sólo venderá un producto muy demandado
cuando el precio sea suficientemente elevado".
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Resulta justamente este análisis el que permite comprender fácilmente
desde las bases teóricas qué es lo que está pasando en la práctica con el
mercado inmobiliario rural en las actuales circunstancias.
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Consulta
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Una extensa consulta realizada por diferentes regiones de nuestro país entre
las que se encuentra la zona núcleo, la mesopotámica y el noroeste y
nordeste argentino revela que la venta de campos está muy limitada por las
pocas ofertas de tierra que se registran en el mercado.
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En resumen, los dueños de la tierra no están dispuestos a vender, por lo
menos, a los precios que se manejan hoy en día.
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Resulta inusual que, en un mercado libre, completamente privado, sin
injerencias del Estado, los candidatos a vender la tierra retengan con tanta
fuerza la mercadería. Lo más común es una dinámica en la que alguien
vende y alguien compra. Eso no está sucediendo mayoritariamente.
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Vale comentar que en los últimos tiempos, las únicas operaciones que se
concretaron son en campos ubicados en Santiago del Estero, campos con
monte (promedio 200 o algo más dólares la hectárea), alrededor de 1500
dólares en Chaco y unos 800 dólares, "tras las sierras", en Córdoba.
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"A partir de junio de 2002 comenzó la recuperación de los precios de los
granos, cuando luego del shock inicial posdevaluación, se comenzaron a
observar mejores perspectivas para el negocio agropecuario. Esta tendencia
se mantiene hasta la actualidad, aunque se evidencia a través de pocas
operaciones, porque resulta difícil establecer precios que conformen al
comprador y al vendedor", comenta María Castro desde el Area de Economía
Aacrea.
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"En maíz una hectárea corresponde al valor de 51 toneladas, mientras que
en el trigo se necesitan 15 toneladas para comprar una hectárea. Estas
situaciones son similares a las que se daban en 1998, cuando se alcanzó el
máximo de la serie de la relación denominada "cantidad de producto
necesaria para comprar una hectárea de tierra".
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"Aquí conviene hacer una salvedad y es que en 1998 no existían las
retenciones a las exportaciones", agregan desde Aacrea.
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Según la Compañía Argentina de Tierras (Madero, Lanusse Belaustegui), un
campo en la zona de cría con una receptividad de 0,7 unidad ganadera por
hectárea tiene un precio solicitado de 600 dólares por hectárea.
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Otro de invernada vale 1600. Valores que duplican al que se registraba en
dólares corrientes en el año 1990. Cuando se mencionan las regiones
trigueras (25-30 quintales), los valores alcanzan a 1500 de la moneda
norteamericana, a las maiceras, 4000 (60-80 quintales); una zona mixta
está en niveles de 2400, mientras que una papera (800 bolsas de rinde) con
riego llega a los 3000. Valores altísimos comparado con el pasado.
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Explicaciones
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Aún con estos valores, que resultan los más altos de la serie de los últimos
13 años, las operaciones que en realidad se concretan son escasas. Cabe
preguntarse: ¿cuáles son las razones? En primer lugar, el dueño de la tierra
no quiere vender porque tiene la posibilidad de producir o alquilar su campo
a valores que le permiten vivir confortablemente en nuestro país.
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En segundo término, y muy a pesar de la retenciones, los valores de la
rentabilidad del campo son mayores que muchos otros sectores alternativos
de la economía. No hay muchas mejores opciones para colocar el dinero.
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En tercer lugar, la pesificación logró descomprimir muchas situaciones de
endeudamiento y son pocos los que se ven compelidos a vender por
necesidad.
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Los productores argentinos a diferencia de los uruguayos licuaron sus
deudas. Estos últimos, a pesar de la devaluación que se registró en ese país,
tienen que devolver sus deudas en dólares verdes.
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Y, finalmente, por el lado de la oferta, se observa a muchos pequeños
comerciantes o profesionales de fuera del sector que no saben dónde colocar
el dinero. Aún los bancos resultan entidades muy poco confiables para los
posibles inversores financieros. Esto presiona desde la oferta.
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Cabe consignar, además, que la fiebre por los alquileres de campos para
producir granos está alcanzando su máximo pico con valores que habrían
llegado hasta los 17 quintales de soja.
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Son prácticamente inexistentes las posibilidades que existen por
disponibilidad de campos para capitalizar hacienda. No se registran ofertas
de ningún tipo.
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Por Angel Palermo
Para LA NACION
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La salida de la convertibilidad
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Según la ingeniera agrónoma María Castro, del área de Economía de Aacrea,
a partir de la salida de la convertibilidad los precios de la hectárea cayeron,
ubicándose, de marzo a mayo de 2002, en un piso de 320 dólares para la
zona de cría, 960 para invernada, 850 para la zona triguera y 2500 para la
maicera. A partir de junio de 2002 comienza la recuperación de los precios
cuando, luego del shock inicial posdevaluación, se empezaron a ver mejores
perspectivas para el negocio agropecuario. Esta tendencia se mantiene hasta
la actualidad y se evidencia a través de pocas operaciones porque resulta
difícil establecer precios que conformen a compradores y vendedores. El
auge del negocio agropecuario a partir de la cosecha 2002/2003 lleva a los
dueños de los campos a pedir valores cada vez más altos. Este
comportamiento está provocando que haya poca disposición de los
compradores de ofertar, porque, se entiende, se estaría llegando a un techo
de precios.
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http://www.lanacion.com.ar/suples/campo/0330/db_514021.asp
LA NACION | 26/07/2003 | Página 08 | Campo
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