SITUACIÓN DE LA DEPURACIÓN EN ESPAÑA De la publicación del MOPT, "Medio Ambiente en España 91", pueden extraerse aquí los siguientes datos informativos. Mucho se ha avanzado en España, en materia de depuración de aguas residuales urbanas, si se tiene en cuenta que a finales de los años setenta sólo el 10 % de la población estaba conectada con algún sistema de depuración, mientras que en el momento actual se puede hablar de alrededor de un 40 %, un 10 % tienen ya proyecto, quedando un 48 % sin servicio. La situación en España en 1992 puede resumirse en la tabla 1.8. Tabla 1.8 ESTADO DE LA DEPURACION DE LAS AGUAS RESIDUALES URBANAS EN ESPAÑA Se hacen algunas consideraciones, que es preciso plasmar aquí como definitorias de la situación actual. Si bien la mayor parte de las instalaciones cuenta con un sistema secundario de tratamiento, existe un número nada despreciable de depuradoras que cuenta sólo con una etapa primaria. Existen asimismo sistemas de depuración mediante tecnologías llamadas "blandas". Aunque la Directiva hace una excepción (caso de lagunaje) sobre el grado de exigencia al efluente, sus rendimientos no son los esperados, ni cumplen con los requisitos establecidos en muchos casos. Quizá la respuesta a esta consideración esté en defectos de diseño al olvidar cuál es la misión de cada una de las lagunas en los tres escalones del proceso. - Se puede hablar de forma muy tímida sobre la implantación de tratamientos más rigurosos para la reducción de los elementos nutrientes que afectan a las zonas sensibles, normalmente asociadas a los fenómenos de eutrofización. - Se advierte que muchas instalaciones en funcionamiento no tienen capacidad suficiente para absorber los caudales que le llegan, lo que significa que una determinada carga contaminante llega al cauce receptor sin ningún tipo de tratamiento. Esta circunstancia es debida fundamentalmente a una deficiente valoración de los habitantesequivalentes que deben ser objeto de tratamiento, lo que resulta difícil e impreciso estimar con anterioridad a la construcción de los sistemas de saneamiento. Ante la falta de datos concretos puede ser aconsejable utilizar ratios avalados por la experiencia o por similitud con municipios de características similares. Este problema quedaría solucionado con unos estudios previos adecuados, definitorios de la contaminación en sus aspectos cualitativos y cuantitativos, imprescindibles en cualquier estudio serio. Por último, cabe reseñar también las diferencias existentes en el grado de mantenimiento y explotación de las depuradoras, lo que hace que sea uno de los problemas de análisis y reflexión permanentes, sin olvidar la adecuada formación de los responsables y operadores de las instalaciones. La eliminación y uso final de los fangos de las depuradoras son una preocupación constante para todos aquellos que están involucrados en la depuración de las aguas. En España se estima la producción anual de materia seca en 350.000 t, si bien en la próxima década, con la puesta en marcha de un mayor número de instalaciones de depuración, se puede afirmar que dicha producción se multiplicará probablemente por dos o incluso tres. Los datos del inventario-diagnóstico ya mencionado estiman de forma muy general que el mayor uso del fango en nuestro país es la actividad agrícola (= 45 %), seguida de la eliminación a vertedero (= 30 %). Por otra parte, la incineración representa teóricamente un 5 %, mientras que el vertido al mar supone alrededor de un 13 %. Con independencia de posibles ajustes y modificaciones que resulten del estudio actualmente en marcha, es previsible que en el futuro deba abordarse la posibilidad de incrementar el uso del fango, bien directamente, bien compostado, en la agricultura (ajustándose al Real Decreto 1310/1990 de 29 de octubre), estudiándose también los problemas derivados del envío de los fangos a los vertederos, sistema que en muchos países empieza a tener grandes limitaciones. No debe olvidarse nunca la importancia de la utilización de los lodos, procedentes de las depuradoras, sustituyendo los abonos químicos en agricultura. Bien es cierto que debe prestarse la atención debida a los aspectos sanitarios y al contenido de metales, pero no es menos cierto que estos lodos, ricos en humus, pueden constituir una barrera anticontaminante de primer orden. En relación con los vertidos industriales, vertiendo directamente a cauces, el principal problema radica en conseguir sistemas de depuración adecuados y económicamente viables. Siempre es recomendable analizar la compatibilidad de estos vertidos con los urbanos, para tratar de ir a depuración conjunta de ambos vertidos. En los vertidos industriales sobre una red municipal, resulta difícil el control de los vertidos. Para paliar esta dificultad, grave en los pequeños municipios, se ha establecido por la Orden Ministerial de 23 de diciembre de 1986, que en los municipios de menos de 20.000 habitantes las industrias conectadas a la red de alcantarillado deben tener autorización individual de sus vertidos, a excepción que el Ayuntamiento, expresamente asuma la responsabilidad. Entre las contaminaciones difusas de origen agrícola, la contaminación por nutrientes, principalmente por nitratos, viene siendo motivo de preocupación los últimos años en los países de la CEE. Preocupación más seria es la utilización de herbicidas, pesticidas e insecticidas. En este campo debe marcarse una importante diferencia entre los fabricantes de las sustancias y los formuladores que las emplean para la preparación de productos agroquimícos. La utilización de formulaciones plaguicidas se extiende prácticamente por todo el territorio español, empleándose un total que supera las 100.000 tiaño. BASE PARA ESTABLECER EL NIVEL DE DEPURACIÓN Los vertidos de aguas residuales convergen sobre el sistema de afluentes y ríos, contaminando sus aguas. La cantidad de aguas residuales vertidas y el grado de contaminación de las mismas son factores básicos que, unidos a las características del sistema de afluentes y ríos, determinan su calidad bioquímica y, por tanto, el uso que puede hacerse de sus aguas. La limitación de vertidos, en el caso de saneamiento, viene por tanto impuesta por las características físicas de los ríos, y por el uso a que se los destine (abastecimiento regadío, etc.>. Conviene sin embargo destacar que, dentro de ciertos límites, ninguno de ambos aspectos es absolutamente rígido. Dentro de los límites muy reducidos, las características físicas pueden alterarse mediante mayor desembalse en las épocas de estiaje y los usos pueden estar sujetos a modificación, siempre que no se alcancen límites inaceptables. Las posibilidades de mayor desembalse son reducidas por la cuantía y uso de abastecimiento de las aguas embalsadas en cabeceras de cuenca, y por el costo relativo de los embalses comparados con las instalaciones de depuración. Dadas estas interrelaciones ya ceptando condiciones actuales de regulación y uso, la problemática actual, en cuanto a saneamiento, puede resumirse en una simple afirmación: Prácticámente la totalidad de los ríos, que transcurren aguas abajo de los núcleos urbanos e industriales, presentan grados de contaminación muy superiores a los que sería exigibles en función de los usos a que destinan sus aguas. Existe, por tanto, una problemática clara. El grado de depuración de las aguas es notoriamente insuficiente en casi todos los casos. Además, en algunas zonas, los niveles de asentamiento pueden haber llegado a un límite tal que, aun estableciendo niveles elevados de depuración, no se conseguiría eliminar totalmente el exceso de contaminación. Precisa realizarse por cuencas una clasificación de los tramos, definiendo los usos posibles actuales y futuros. Un estudio de autodepuración de los ríos y embalses determinará las condiciones de los vertidos. El objeto de este estudio será no sólo conocer el comportamiento autodepurador de los ríos, sino, primordialmente, el poder prefijar de forma objetiva y global los tipos de depuración exigibles a las actividades urbanas e industriales, tanto en el momento del estudio, como en el futuro. Asimismo, se pretenderá obtener una aproximación de techos poblacionales e industriales, por subcuencas hidrográficas, ya que el condicionamiento de tales techos influirá en la planificación futura. El modelo de autodepuración deberá estimar la evolución de oxígeno, nutrientes, sales, elementos químicos en los ríos considerados, mediante sucesivos balances de los mismos, en los diversos tramos en los que se habían dividido cada uno de los ríos estudiados. Uno de los modelos fundamentales será el de la curva de oxígeno disuelto. Teniendo en cuenta la desoxigenación producida por los vertidos urbanos e industriales, y por medio del conocimiento del oxigeno real (obtenido a partir de los datos unitarios y globales, resultados de las campañas de análisis realizadas en los ríos), se conseguirá cuantificar el comportamiento reoxigenador de los diversos tramos de los ríos considerados. Posteriormente se realizará la comprobación del modelo para las condiciones de estiaje y, a partir de las utilizaciones adscritas a sus aguas, se determinarán las alternativas de depuración, deduciendo la reducción necesaria de demanda bioquímica de oxígeno, que debiera adoptarse, para lograr que las características fisicoquímicas y biológicas de los ríos sean válidas, frente a las precisas por sus respectivas utilizaciones más restrictivas. Por último, y en función de las proyecciones de población y de la evolución de los vertidos, se fijarán asimismo las necesidades de depuración, para el estiaje del año horizonte de estudio, de forma que se garanticen correctamente las futuras utilizaciones de los ríos. La adopción de los estiajes como situación más desfavorable, viene justificada principalmente por las siguientes consideraciones: Menores caudales y, por tanto, menor capacidad de dilución y menor oxígeno disuelto circulante. Peores condiciones físicas de reoxigenación. Por una parte, la mayor temperatura de las aguas conduce a menores valores de saturación, con lo que la relación del oxígeno (real/saturado) aumenta, disminuyendo la capacidad unitaria de oxigenación. Por otra parte, la menor superficie de las láminas de agua conduce igualmente a menor oxigenación. Mayor desoxigenación, ya que la disminución de velocidad conduce, a igualdad de D.B.O., a mayores consumos de oxígeno en cada tramo. Incremento de vertidos en algunos ríos, por el fuerte aumento estival de población veraneante.