El MATRIMONIO Y LA SUJECIÓN: MUJERES Q’EQCHI’ A FINES DEL SIGLO XIX María Laura Lizeth Jiménez Chacón [email protected] Universidad de San Carlos de Guatemala Edificio S – 1, Segundo Nivel, Ciudad Universitaria, Zona 12 Ciudad de Guatemala, Guatemala. Telf. 4769854 Fax 476 9866 Introducción Una premisa fundamental para la Historia es su preocupación por el presente, la comprensión y explicación del hoy de mujeres y hombres y su construcción en el tiempo que desembocan en nuestras actuales situaciones. Por eso, para comprender nuestro presente es que nos remontamos en el tiempo, tratando de aportar miradas enriquecedoras. La historia dominante, en Guatemala da cuenta del crecimiento económico, del desarrollo social y el aporte de los hombres en estos aspectos; debido al trabajo de investigación, análisis y reflexión de incontables mujeres y algunos hombres, se hace cada vez más visible el aporte concreto de las mujeres en estos ámbitos. En ese esfuerzo colectivo, este trabajo de investigación histórica busca aproximarse a las circunstancias – la condición – que las mujeres en otras épocas afrontaron, en particular las mujeres indígenas q’eqchi’, de la Verapaz a fines del siglo XIX. Una de las condiciones genéricas de las mujeres es su invisibilidad y/o naturalización, la cual ha sido trasladada a la ciencia y por extensión, a la historia; primero por un enfoque tradicional, positivista y decimonónico de relatar grandes acontecimientos 1 donde los principales actores son los héroes, caudillos y villanos, que actuaron en ámbitos donde genéricamente no se encontraban las mujeres. Y si alguna participó debió ser por la fuerza del azar. Pero si ésta condicionante fue así, debe agregarse una realidad más compleja, vinculada a nuestras mismas circunstancias, ya que en algunas fuentes las actuaciones de las mujeres quedaron registradas, tanto como los hombres pero la selección de los sujetos, nuevamente las invisibiliza. Es decir, que las mujeres deben pasar por muchos filtros para que su actuación se conozca, tanto los de su época como los actuales. Hablar entonces, de las mujeres como sujetas históricas implica, desde el planteamiento del problema hasta seleccionar las fuentes que puedan dar cuenta de su actuación. Si a eso agregamos, como en el caso particular, el interés por la historia social de los grupos subalternos, y específicamente, las mujeres Q’eqchi’ a fines del siglo XIX, la búsqueda se torna más interesante. La información que queda registrada de la vida cotidiana, generalmente es escasa, dispersa y segmentada. Así, la aproximación a las particularidades del matrimonio de las mujeres q’eqchi’ de la Verapaz de fines del siglo XIX se hizo a través del registro de las denuncias de las desavenencias matrimoniales, intentando escuchar los puntos de vista, las causas, las normalidades, que recogen los juicios. Para ello se consultó el índice 103, del ramo penal criminal del departamento de Alta Verapaz, 1863 – 1899, en el cual se registran los juicios por adulterio. 2 1. El contexto liberal 1871 – 1900 La historia de Guatemala, a fines del siglo XIX se escribe en clave liberal. En esta época se ubica la adopción y auge del denominado modelo agroexportador o de desarrollo hacia fuera, basado en el cultivo del café. Las clases dirigentes, compuestas de forma heterogénea1 adoptaron las formas políticas y constitucionales liberales y los modelos culturales de la filosofía del progreso. Los grupos hegemónicos buscaron asegurar el acceso a los recursos eliminando las trabas legales y consuetudinarias para la posesión y el uso de la tierra así como el suministro de mano de obra. Este reordenamiento implicó, la construcción de los elementos para la conformación de un Estado liberal y la eliminación de la Iglesia como factor de poder económico y político. Para respaldar los cambios necesarios, se emitió un cuerpo jurídico que legitimara la visión y actuación de los grupos dominantes. Este ordenamiento jurídico liberal traería cambios que reflejarían de alguna manera, los acontecidos en Europa a principios del siglo XIX y afectarían todo el ordenamiento social guatemalteco. 1.1 Los cambios económicos A mediados del siglos XIX, el principal producto de exportación era la cochinilla o grana, la cual ocupaba las regiones de La Antigua, Amatitlán, y Baja Verapaz. Con la caída de los precios de este producto, debido al desarrollo de los tintes químicos europeos, se Véase: Taracena Arriola, Arturo. Etnicidad, estado y nación en Guatemala, 1808 – 1944. Nawal Wuj, 2002. Volumen 1. pagina 49. Ciertos autores señalan que la clase alta guatemalteca estaba formada por extranjeros y criollos; otros mencionan, criollos, extranjeros y algunos ladinos. La diferencia fundamental estriba en el énfasis que los diferente autores señalan en cuanto a quien es el grupo hegemónico dentro de la clase alta guatemalteca. 1 3 inició el fomento de la caficultura, como nuevo producto agrícola de creciente demanda en el mercado internacional. Las regiones ligadas con el nuevo cultivo fueron: Escuintla, Suchitepéquez, Guatemala, Sacatepéquez, la Verapaz, San Marcos, Santa Rosa y Chimaltenango. Esto provocó una incontrolable usurpación de tierras comunales que las leyes de este período, algunas veces de forma velada y otras abiertamente, legalizaron las agresiones contra las comunidades. A fines de junio de 1871 triunfó un movimiento armado liberal que derrocó el gobierno clerical y conservador de Vicente Cerna. Los dirigentes del movimiento insurgente fueron los caficultores Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios, criollo uno y mestizo el otro, representantes de los comerciantes y finqueros, interesados en “modernizar” la propiedad y la agricultura, al ritmo imperante del capitalismo. 1.2 Proyecto agro exportador: el cultivo del café Un elemento importante dentro del proyecto liberal agro exportador es la presencia de capital alemán, que promovió el latifundismo y el desarrollo del monocultivo del café, especialmente en ciertas regiones del país, como la Costa Cuca y las Verapaces. “En la Alta Verapaz, (...)los finqueros alemanes llegaron a concentrar en sus manos tres cuartas partes de la extensión total de los 8,686 kms2 que tenía el territorio departamental. A tal grado llegó la apropiación de tierras y hombres por los empresarios agrarios alemanes, que un jefe político constató que los campesinos desaparecían de sus pueblos de la noche a la mañana huyendo de los finqueros. Estos, no satisfechos con despojarlos de sus tierras, pretendían obligarlos a efectuar extenuantes tarea de desmonte y 4 a instalar plantaciones y beneficios de café en medio de la selva.”2 Esto último que se consideraba una pretensión, se convirtió en la realidad de la región, la cual perduró hasta la primera mitad del siglo XX. 1.3 Organización y uso de la fuerza de trabajo El cultivo del café implicó un reordenamiento general de las condiciones productivas y la eliminación de las trabas para el acceso a la mano de obra, considerada abundante, por la gran cantidad de población, sobre todo indígena. Es recurrente en la legislación de la época, como en la historiografía del período, la referencia constante a los campesinos o trabajadores agrícolas, en masculino, que invisibiliza la participación de gran cantidad de mujeres en el proceso productivo del café. Sin embargo, las técnicas recomendadas según los manuales de la época, señalaban que buena parte de la siembra y cosecha debía realizarse a mano y que “la fuerza laboral para la cosecha incluía a las familias de los peones permanentes [...] y en las fincas campesinas, la recolección era realizada por el núcleo familiar.”3 El proceso final de selección del grano “para clasificarlo por calidades, era una tarea manual de sumo cuidado, encargada casi exclusivamente a mujeres adultas y muchachas. En los beneficios más tecnificados, el grano se movía ante ellas en una faja transportadora, pero usualmente esta labor se hacía en plataformas o grandes mesas de gravedad con inclinación apropiada.”4 Podría pensarse que 2 Castellanos Cambranes, Julio. Tendencias del desarrollo agrario en el silgo XIX y el surgimiento de la propiedad capitalista de la tierra en Guatemala. En : 500 años de lucha por la tierra. Guatemala: FLACSO, Volumen 1, 1992. Página 327. 3 Samper, Mario. Café, trabajo y sociedad centroamericana (1870 – 1930). En: Acuña Ortega, Víctor Hugo. Editor. Historia General de Centro América. Madrid. Sociedad Estatal Quinto Centenario, FLACSO. Tomo IV, 1993. Página 79. 4 Ibid. Página 81 5 la inclinación apropiada era en referencia al grano y no a la comodidad de las escogedoras de café. Por regla general, la recolección del café se pagaba por volumen. Tanto el pago a destajo como la diferenciación de labores por sexo obscurecían la remuneración desigual, que sin embargo era generalizada y se daba también en tareas y jornadas idénticas. Así, por ejemplo, en la Guatemala de fines del siglo XIX, la mano de obra era muy barata; el precio para los hombres era de un real por día, para las mujeres de medio real.5 Nuevamente la diferenciación de género opera en contra de las mujeres trabajadoras, mayoritariamente indígenas, pues la realización de tareas similares a las masculinas como la poda o aquellas que requerían mayores habilidades como la recolección y selección del grano no se reflejaba en un mejor salario sino todo lo contrario. Los mecanismos impulsados por los liberales para obtener la fuerza de trabajo necesaria variaron entre el restablecimiento legal de los mandamientos y el sistema de habilitación por deudas. Estas medidas repercutían no sólo en el trabajador directo sino en todo el grupo familiar ya que “las deudas pagaderas en trabajo, aunque contraídas usualmente por el jefe de familia, obligaban a todos sus miembros y aunque la ley prohibía la transmisión de deudas a los herederos al fallecer el deudor, en la práctica era frecuente que viuda e hijos fuesen obligados a cumplir las obligaciones laborales del fallecido. Por 5 Samper, Mario. Op. Cit. Página 85 6 otra parte, en aquellos casos en que migraba solo el hombre, la mujer y los hijos e hijas asumían entonces la totalidad de las labores agrícolas en la parcela familiar.”6 Como veremos más adelante, las condiciones de trabajo familiar descritas, la ausencia estacional de los esposos y hacerse cargo de las tareas productivas, se convierten en los elementos que rodean los casos denunciados por los hombres bajo la tipificación de adulterio. 2. Las mujeres y los cambios políticos La historiografía de la época registra poco acerca de las mujeres, sin embargo una viajera inglesa que se encontraba en Guatemala para 1873, relató que “hay muchos disturbios en la ciudad a causa del nuevo presidente, quien arresta a sus viejos amigos y encarcela a las señoras.”7 Esta es la primera vez que se menciona a las mujeres como enemigas políticas del nuevo régimen y que se tomaran acciones en su contra. Sin embargo, con los primeros liberales también hubo mujeres que públicamente expresaron su descontento con las acciones emprendidas. Si para las señoras las circunstancias son peligrosas, para otras, la vida en si misma es difícil. “Las indias llevan cargas muy pesadas sobre sus cabezas por espacios de muchas millas; corren muy rápido con un cesto pesado lleno de frutas sobre la cabeza o una gran 6 7 Samper, Mario, Op. Cit. Página 92-93 Salvin, Caroline Un Paraíso. Diarios guatemaltecos 1873 – 1874. Plumsock Mesoamerican Studies. Estados Unidos 2000. Página 106 7 tinaja de agua, con un niñito a la espalda y sin zapatos. Cada mañana, traen al mercado grandes cantidades de bellas flores y frutas.”8 La escasa mención de las actividades de las mujeres en la escena política en el ámbito nacional o regional – en la capital de la república o en los centros donde los liberales disputaban el poder – es comprensible bajo la premisa que éstas no eran actividades propias para las mujeres, ya que como veremos más adelante, sus funciones estaban diseñadas para ser llevadas a cabo dentro del hogar, en el mejor estilo liberal rousseauniano. Sin embargo, a través de breves menciones es posible ir delineando las actividades que realizaban y la condición que para ellas era esbozada, por las leyes y los usos y costumbres de la época. 2.1 Los cambios jurídicos Los liberales dotaron a su movimiento de un respaldo jurídico que viabilizara los cambios que promovían. Aunque los primeros intentos de promulgar la Constitución, en 1872 y 1876 no se concretaron, otras normativas fueron establecidas, entre ellas la Ley Electoral en 1875, el Código Civil y el Código Penal en 1877, el de Procedimientos en 1879 así como la Constitución Política de la República y posteriormente el Código Fiscal en 1881. Es importante señalar que “los textos legales encarnan la ideología del grupo dominante de la sociedad que las produce [...], los liberales sintetizaron en los códigos 8 Salvin, Caroline. Op. Cit. Página 120. 8 mencionados un conjunto de normas que expresaban su forma de concebir las maneras en que las vidas de sus conciudadanos y de ellos mismos debían conducirse.”9 Para el caso que nos interesa, las mujeres son normadas en su ausencia en algunos casos y otros específicamente, pero con principios diferenciadores para hombres y mujeres, tal como lo muestra la Constitución Política de la República y el Código Civil. 2.1.1 La Constitución Política de la República de 1879 La Ley Constitutiva de la República, promulgada el 11 de Diciembre de 187910, dividió a la población en guatemaltecos y ciudadanos. Estableció que la ciudadanía sería otorgada a aquellos guatemaltecos varones mayores de veintiún años que tuvieran renta, oficio, industria o profesión que les proporcionara medios de subsistencia11. Posteriormente, en 1885 se hicieron las primeras reformas constitucionales al artículo 8 el cual señalaba que eran ciudadanos: 1) los guatemaltecos mayores de 21 años que tengan renta, oficio, industria, profesión que les proporcionen medios de subsistencia. 2) Todos los que pertenecen al ejército siendo mayores de 18 años. Y el artículo 9 señala que los derechos inherentes a la ciudadanía son: 1) el derecho electoral. 2) el de opción a los cargos públicos para los cuales la ley exija esa calidad12. Ya en el Reglamento para la Elección de Presidente de la República , del 29 de marzo de 1873, estableció que serían electores, por tanto ciudadanos activos 1) los mayores Ericastilla Samayoa, Anna Carla. La imagen de la mujer a través de la criminalidad femenina en la ciudad de Guatemala (1880 – 1889) Guatemala, USAC / Escuela de Historia (Tesis de Licenciatura) 1997. Página 6 10 Es de hacer notar que desde 1871 hasta en 1879, Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios, gobernaron por medio de decretos. 11 Taracena Arriola, Arturo. Etnicidad, estado y nación en Guatemala, 1808 – 1944. Op. Cit. Página 176 12 Mérida Piedrasanta, Alba Cecilia. Mujer y ciudadanía. Un análisis desde la antropología de género. Tesis. Escuela de Historia. Guatemala, 2000. Página 29. 9 9 de 21 años que supieran leer y escribir, y los casados mayores de 18 que también lo supieran. 2) Los que aun sin saber leer y escribir poseyeran en propiedad una finca raíz o bienes de campo que tuvieran un valor mínimo de 1,000 pesos, y 3) los que tuviesen las funciones de gobernador o alcalde municipal, independientemente de su grado de alfabetización. La ciudadanía diferenciada establecida por los liberales tenía una clara dedicatoria para los trabajadores indígenas a quienes debía mantener bajo una política tutelar. Para las mujeres ocurrió otro tanto ya que sólo eran habitantes y no existían como ciudadanas. Sin embargo la categoría de habitantes no les excusaba del cumplimiento de ciertos normas jurídicas establecidas sobre todo en el Código Civil vigente. 2.1.2 Código Civil 1877 Los principios contenidos en el Código Civil señalan que su objetivo es “reglamentar las relaciones de los individuos entre sí y las de éstos con el Estado. Las leyes que rigen las relaciones de los individuos con el Estado o autoridad, constituyen el derecho público; y las que gobiernan las de los individuos entre sí, forman el derecho privado. Este último puede referirse a diferentes órdenes de relaciones sociales, y según ellas, subdividirse en otros tantos ramos como derecho civil, derecho penal, mercantil &.”13 En consonancia con lo actuado por los primeros liberales “el intento de secularizar a la sociedad conllevó la puesta en vigencia del matrimonio civil”14 contenido en el Código 13 Cruz, Fernando, Instituciones de Derecho Civil Patrio. Tipografía Progreso, Guatemala 1882. Tomo I, página 7. Jiménez Chacón, María Laura Lizeth Condición y situación de la mujer durante el régimen conservador: las propietarias de bienes inmuebles en Huehuetenango, Cuilco y Chiantla, 1839 – 1871. USAC/ Escuela de Historia. Tesis de Licenciatura. 2001. Página 41. 14 10 Civil emitido el 8 de marzo de 1877. Bajo esta nueva versión del matrimonio civil, este se consideraba un “contrato solemne, por el cual un hombre y una mujer se unen indisolublemente y por toda la vida con el fin de vivir juntos, de procrear y auxiliarse mutuamente.”15 Cuando las condiciones de vida de los cónyuges hacía imposible tal vínculo, la ley contemplaba el divorcio y ya que la ley establecía la indisolubilidad de este, el divorcio solo se consideraba como la separación de los casados, subsistiendo la recíproca obligación de no contraer otro enlace. Así, las leyes del matrimonio de los segundos liberales, más cercanas en espíritu al Código Napoleónico hizo que las casadas dependieran de sus maridos y constituyeron otra forma de sujeción de por vida que los primeros liberales no habían esbozado. 2.2 El matrimonio: contrato social y contrato sexual Un planteamiento fundamental es que sólo las mujeres tenemos un cuerpo que produce otro cuerpo16, por lo que existe una necesidad de controlar su capacidad reproductiva. Pero ¿Quién la controla? ¿Cómo lo hace? Las respuestas conllevan que para ejercer ese control se necesita reglamentar el acceso al cuerpo de las mujeres. En ese sentido, la primera pregunta es más fácil de responder, ya que en sociedades de dominación masculina, quienes controlan son los hombres; la segunda es un poco más compleja porque implica revisar los sistemas de parentesco y las formas del matrimonio así como el divorcio dentro de relaciones de poder en donde los dominadores y también las dominadas, en este caso las mujeres, “tienen posibilidades de readecuación, obediencia aparente pero 15 Código Civil de la República de Guatemala. Imprenta el Progreso. Libro I, 1877. Página 14. Artículo 119 De Barbieri, Teresita. Sobre la categoría género. Una introducción teórico-metodológica. En Fin de Siglo Género y cambio civilizatorio. Isis Internacional. 1992. Página 117 16 11 desobediencia real, resistencia, manipulación de la subordinación. De ahí que los lugares de control sobre las mujeres [...] sean también espacios de poder de las mujeres.”17 En las sociedades primitivas, el parentesco era la forma por excelencia de la interacción social. En la obra de Claude Lévi-Strauss, ”Las estructuras elementales del parentesco”, el autor muestra cómo en estas sociedades funciona ‘el regalo y el tabú del incesto’ por medio de la dinámica del intercambio de mujeres. “Lévi-Strauss añadió a la teoría de la reciprocidad primitiva la idea de que el matrimonio es una forma básica de intercambio de regalos, en que las mujeres constituyen el más precioso de los regalos.”18 Si el bien intercambiado son las mujeres, se sigue que son los hombres quienes las dan y las toman y que las mujeres por sí mismas no pueden darse, de donde se concluye que la sede final de la opresión de las mujeres está en el tráfico que de ellas se hace, cuando son entregadas en matrimonio. Aunque esto puede cambiar en los diferentes períodos históricos y sociedades concretas, cabe decir que por regla general “son los hombres los quienes tienen derechos sobre las mujeres.”19 Cuando surgen instituciones para mantener unidas y reglamentadas las sociedades, como el estado, el parentesco, aunque continua vigente, su función es redefinida. Se erigen otras formas de establecer relaciones y los ritos del matrimonio son instituidos para asegurar dentro de un orden el reparto de las mujeres entre los hombres, para reglamentar en torno a ellas la competición masculina, para oficializar, para socializar la procreación20; así el contractualismo amplia el 17 De Barbieri, Tersita. Op. Cit. Página 124 Rubin, Gayle. El tráfico de las mujeres: notas sobre la “economía política” del sexo. En Nueva Antropología No. 30 Estudios sobre la mujer: problemas teóricos. México 1986. Página 109. 19 Op. cit. Página 117 20 Duby, Georges. El caballero, la mujer y el cura. Taurus. Madrid. 1999. Página 20 18 12 relacionamiento no sólo entre los ciudadanos y el gobernante, sino entre los miembros de la pareja, la familia y los espacios donde el poder debe pactarse. 3. El contractualismo El modelo político contractualista que se inicia en el siglo XVII y se perfila en diferentes vertientes en el siglo XVIII, surge como negación del pensamiento político medieval21. Tanto el contractualismo del medioevo como el moderno tuvieron como sujeto político al varón, con la diferencia que en el primero debía ser padre de familia y para el segundo, esto ya no era un elemento necesario. Este reordenamiento del siglo XVIII, tiene su origen en el movimiento de la Ilustración, en la cual Juan Jacobo Rousseau tuvo un papel preponderante al ser el principal teórico ilustrado que modeló el nuevo orden del Estado, la sociedad, los hombresciudadanos y la “naturaleza femenina” apropiada para que la nueva propuesta funcionara. Se conoce más ampliamente la historia del Contrato Social, pero esta no alcanza a explicar la sujeción de las mujeres, por eso es preciso conocer la otra historia, la del otro contrato. 3.1 El otro contrato: Contrato Sexual Si bien la historia política moderna se vincula con los postulados del Contrato Social y los planteamientos de cómo se creó la sociedad civil y una nueva forma de derecho político, que pone en el centro al Estado y su legitimidad, hay otro contrato que subyace y del cual poco o casi nada se dice, este es el Contrato Sexual22. 21 22 La historia del Contrato Cobo, Rosa. Fundamentos del Patriarcado Moderno. Jean Jacques Rousseau. Ediciones Cátedra, 1995 Madrid. Página 144. Pateman, Carole. El contrato sexual. Madrid. Anthropos. 1995. Página 9 13 Sexual es una historia sobre el derecho político como derecho patriarcal o derecho sexual, que los varones ejercen sobre las mujeres. Generalmente, la historia del Contrato Social es presentada como una relación en la cual los habitantes cambian las inseguridades de la libertad natural, hobessianamente hablando, por una libertad civil, en la que todos los adultos disfrutan de la misma situación civil y pueden ejercer su libertad. En este contrato hombres y mujeres pactan; las mujeres aceptan la sujeción a cambio de protección. En contraposición al Contrato Social, el Contrato Sexual es un pacto de dominación de los varones sobre las mujeres en la cual, ellos acuerdan un igual acceso sexual a las mujeres. Así, el Contrato Social es un mecanismo de regulación de la libertad de los hombres, mientras el Contrato Sexual es de sujeción para las mujeres. Por lo tanto, la libertad civil no es universal, sino un atributo masculino.23 Todas las relaciones que estén basadas en contratos, serán derivaciones, primero del Contrato Sexual y luego del social; es decir del acuerdo entre varones del acceso sexual a las mujeres y luego de la libertad civil que se les confiere a ellos. Así, el matrimonio, planteado como pacto o contrato será la expresión civil de este ordenamiento. Existe un aspecto importante en todos los contratos, que tiene que ver con la propiedad de los individuos sobre sus propias personas. Esto tiene especial relevancia, cuando en los contratos participan mujeres ya que surgen, generalmente problemas, pues sólo los seres masculinos están dotados de los atributos y de las capacidades necesarias para realizar un contrato, siendo el más importante la posesión de la propia persona, por lo que 23 Pateman, Carole. Op. Cit. Página 11 14 sólo ellos “individuos”.24 Las mujeres no son parte del contrato originario a través del cual los hombres transforman su libertad natural en la seguridad de la libertad civil. Las mujeres son el objeto del contrato. Desde el siglo XVII, las feministas han tenido clara conciencia de que las esposas están subordinadas a sus maridos, la explotación era posible precisamente porque, los contratos sobre la propiedad de la persona ponían el derecho al mando en manos de una de las partes contratantes. Incluso para el siglo XIX, las esposas tenían el carácter legal de propiedad. “El Código Civil napoleónico restableció, y posiblemente reforzó, el poder patriarcal dentro de la vida familiar [...] restableció la autoridad de maridos sobre mujeres. El marido tenía la responsabilidad de proteger a su mujer; a su vez, ella le debía obediencia. Las mujeres eran legalmente incompetentes: no aptas para ejercer de testigos en certificados de matrimonio, nacimientos o defunción, incapaces de demandar ante un tribunal de justicia sin el consentimiento de su marido y de hacer o recibir un regalo, herencia o legado sin el consentimiento de éste [...] A los maridos se les daba control total sobre la propiedad familiar y sobre los salarios o ganancias de sus esposas, también tenían el poder de determinar todos los aspectos de la vida marital, el tipo de lugar de residencia, y la escolarización de los hijos.”25 “El significado social y legal de lo que es ser “esposa” atraviesa todas las clases y diferencias raciales. Por supuesto, no todas las parejas casadas se comportan de la misma manera como “esposas” o “maridos”, pero la historia del Contrato Sexual arroja luz sobre 24 Pateman, Carole. Op. Cit. Páginas 14 -15 Caine, Bárbara y Glenda Sluga. Género e historia. Mujeres en el cambio sociocultural europeo de 1780 a 1920. Madrid: Narcea Ediciones, 2000. Página 38 25 15 la institución del matrimonio; por mucho que una pareja intente evitar respuestas en términos patriarcales en las relaciones maritales, ninguno puede escapar por completo a las consecuencias legales y sociales de haber suscrito el contrato matrimonial.”26 4. El matrimonio civil a fines del siglo XIX en Guatemala En 1877 se promulgó el Código Civil y por encargo del presidente Barrios, Fernando Cruz escribió, las “Instituciones de Derecho Civil Patrio”, la cual tenía por “objeto explicar las disposiciones del Código Civil, presentándolas bajo la forma de un sistema de principios y doctrinas que facilite su estudio y su inteligencia a los jóvenes que se consagraran a la profesión de jurisprudencia.”27 De esa cuenta el autor comenta las leyes y las explica para una mejor comprensión. 4.1 El matrimonio civil Se señala muy claramente que el matrimonio es un contrato consensual solemne. ¿Qué implicaciones tenía esta clase de contrato para los cónyuges? Los contrayentes asumían obligaciones comunes como criar, alimentar y educar a sus hijos, así como la recíproca fidelidad, socorros y asistencia28, y otras diferenciadas y específicas para cada uno de los contrayentes, como: el marido debe proteger a la mujer y la mujer debe obedecer al marido; la mujer está obligada a habitar con el marido y a seguirlo donde él tenga por conveniente residir; el marido está obligado a tener en su casa a la mujer y a suministrarle todo lo preciso para las necesidades de la vida, según sus facultades y situación29. Esto colocaba a la mujer en una posición desventajosa frente al hombre ya que a cambio de casa 26 Pateman, Carole, Op. Cit. Página 30 Op. Cit., página 5 28 Código Civil de la República de Guatemala. Op. Cit. Página 17. Artículos 148 y 149. 29 Op. Cit. Página 17. Artículos 150 – 152. 27 16 y comida, le debía obediencia al hombre y se le conceptualizaba como menor de edad permanente y necesitada de tutela masculina. 4.2 Condiciones para contraer matrimonio La ley establece que sólo pueden contraer matrimonio los hombres mayores de catorce años y las mujeres mayores de doce, con el consentimiento de las personas de quien dependen, el padre y la madre en su defecto. Esto puede obedecer a la necesidad de contar con nuevos miembros para el sostenimiento del grupo familiar, también, todo lo contrario, terminar con la obligación de mantener a un miembro de la familia, sobre todo las hijas y, una más que no riñe con las anteriores sino profundiza en las condiciones de precariedad, sobre todo de los grupos subalternos, las cuales hacían indispensable la asociación temprana de hombres y mujeres en el sobreesfuerzo para la sobrevivencia. 4.3. El Divorcio El Código Civil (1877) señalaba, en el artículo 165 que “el divorcio es la separación de los casados quedando subsistente el vínculo matrimonial.”30 Los motivos debían ser graves haciendo imposible o peligrosa la vida común, atentar contra la moralidad de la familia o lastimar profundamente los sentimientos y derechos de los cónyuges. De esta cuenta habían causales comunes a los esposos y otras específicas a la mujer o el marido. Las causas de divorcio que puede alegar el marido son: a) el adulterio de la mujer y b) la negativa, sin graves y justas causas de seguir a su marido. Las que puede alegar la mujer son: a) el concubinato escandaloso o la incontinencia pública del marido y b) la negativa de suministrar alientos a su mujer. Nuevamente, la normativa en cuanto a lo permitido y 30 Código Civil. Op. Cit. Artículo 165. 17 penado para hombres y mujeres es desigual, mientras ella causa la más profunda herida para la honra – debe entenderse, por supuesto, la masculina -, él debe ser escandaloso en su comportamiento para ofender la moralidad familiar y masculina, porque el solo hecho de mantener relaciones con otra mujer diferente a la esposa, no es ningún delito o falta. Una vez establecida la normatividad en cuanto al deber ser, otro instrumento, el Código Penal estableció las sanciones para aquellos comportamientos que se alejaban de lo socialmente aceptado y normado para la época. De esta cuenta, como lo revelan los textos legales, los liberales tenían una gran preocupación por todo lo que tenía que ver con la moral y la honra de los ciudadanos, así como con el honor. En este sentido, es preciso aproximarse a la realidad de las mujeres q’eqchi´ de la Verapaz de finales del siglo XIX para conocer cuáles eran sus condiciones de vida dentro del matrimonio y si como dice Teresita de Barbieri tienen posibilidades de readecuación, obediencia aparente pero desobediencia real, resistencia, y/o manipulación de la subordinación. 5. Mujeres q’eqchi’ a fines del siglo XIX Con la presencia de los alemanes en La Verapaz, a fines del siglo XIX por el cultivo del café, algunos testimonios, sobre todo de los viajeros, dan cuenta de las condiciones de vida en la región y en algunos casos destacan particularidades de las mujeres q’eqchi’. Tal es el caso de Karl Sapper, quien visitó Guatemala por primera vez en 1888, permaneciendo en el país hasta 1900. El 16 de octubre de 1889 se internó en las selvas de la Alta Verapaz y en sus notas destaca: 18 “Que bonito es, además de sorprendente, salir de la oscuridad de un bosque y entrar de repente a un claro: bonitas milpas rodean las cabañas cubiertas de palmeras, pareciendo que gigante solitario de la selva quedó parado en algún lugar del cual cuelgan pintorescamente lianas tan gruesas como un brazo. Al ama de casa le gusta dar al forastero el refresco común: agua tibia mezclada finamente con maíz. Generalmente se encuentra en negligé cuando la encontramos moliendo el maíz. Su atuendo consiste de una falda azul, en sus trenzas tiene cintas rojas y en el cuello una cadena de perlas (para completar el atavío de calle sólo se pone su güipil, que puedo definir con mis pocos conocimientos del lenguaje que usa una dama para nombrar su ropa, como un corto costal de un material liviano como para cortinas, en el cual hay una apertura en medio y dos en los lados, para la cabeza y los brazos). La ropa para los niños es en muchos casos más sencilla aún, y consiste para un niño en sombrero, para la pequeña hija de Eva es una cadena de perlas, mientras que otras de su misma edad renuncian inclusive hasta a estas humildes prendas de vestir. Todo es un cuadro de originalidad e inocencia patriarcal, que no se encontraría en Europa.”31 Quizá más que un cuadro de originalidad e inocencia patriarcal, lo que Sapper vio fue una situación de extrema pobreza generalizada en La Verapaz, que con toda seguridad no se encontraría en Europa. Otro elemento que resalta es que en algunas poblaciones, debido al calor extremo, la ropa debía ser fresca, generalmente de algodón e incluso en poblaciones como Cahabón, las mujeres no usaban güipil, tal como él señala. Una constante a la cual hacen referencia las fuentes consultadas es que las casas estaban muy distantes unas de otras y en algunos casos, no había vecinos cercanos. 31 Sapper, Karl Theodor Un viaje a nuevo mundo. En Revista Mesoamérica Vol. 2 Año 2, Junio 1981. CIRMA Plumsock Mesoamerican Studies. Página 162 19 Después de sus excursiones por la selva, Karl Sapper regresó a la ciudad de Cobán en abril de 1890 para pasar la Pascua y ofrece, con la misma riqueza que la descripción anterior, su visión de la visita. “Las casas y chozas de Cobán (1,313 m sobre el mar) están agrupadas pintorescamente, y en su gran mayoría, muy dispersas en la cumbre y los declives de una suave colina, cuya parte hacia el sur está bañada por el río Cobán. Casi sin excepción las casas son de un solo piso, lo que constituye enormemente a la comodidad de la vida ya que no hay que estar con el temor de que uno de los más o menos frecuentes terremotos haga caer el piso superior de la casa. La ciudad de Cobán cuenta, según censos de 1880 con 4,600 habitantes. Calles anchas, casi siempre cruzándose rectangularmente, atraviesan el lugar. La plaza del mercado, cuya forma se acerca a un rectángulo oblongo, está situada en la cumbre de la colina. Allí es el centro del movimiento. Muchas mujeres indígenas se acurrucan en el suelo delante de la iglesia, luciendo sus bonitos trajes (falda azul, güipil blanco muchas veces bordado de rojo y cintas rojas en sus trenzas) y ofrecen en venta sus tesoros a los transeúntes que con dificultad pasa en medio de gente y canastos: tortillas, huevos, café molido, granos de cacao, pimienta española y cosas análogas.”32 Al igual que en la descripción anterior, Sapper nos muestra una visión de las mujeres indígenas realizando sus actividades, en este caso, son comerciantes que venden sus productos en el mercado, posiblemente extraídos de sus propios cultivos y animales de corral. Pero ellas son parte de un paisaje, son casi el continuo de la naturaleza, para este viajero alemán. 32 Sapper, Karl Theodor Op. Cit. Página 166. 20 Pero las mujeres q’eqchi’ son mas que bondadosas amas de casa en negligé, damas vestidas con telas para cortina o vendedoras de tesoros en el mercado de Cobán. Son sujetas que viven, sienten, planifican y prevén, toman decisiones, calculan, acusan y se defienden, corren riesgos, trabajan y buscan transformar su situación de vida dentro de una condiciones dadas. 5.1 Las mujeres q’eqchi’ y el matrimonio Para aproximarnos a las mujeres concretas, su situación y las decisiones que toman, hemos privilegiado las fuentes que pueden recoger las voces de los grupos subalternos y entre ellos a las mas excluidas, las mujeres indígenas. Una de estas son los juicios, en los cuales podemos escuchar cómo la voz de las sujetas logra pasar los diversos filtros. La información que queda registrada de la vida cotidiana, de la esfera reproductiva, generalmente es escasa, dispersa y segmentada. Así, la aproximación a las particularidades del matrimonio de las mujeres q’eqchi’ de la Verapaz de fines del siglo XIX se hizo a través del registro de las denuncias de las desavenencias matrimoniales, intentando escuchar los puntos de vista, las causas, las normalidades que recogen los juicios. Se consultó el índice de los juicios civiles de Alta Verapaz, pero se constató que este sólo recoge las causas seguidas por mujeres no q’eqchi’ para normar su relación con otras personas o bienes. En este índice no se registró ningún juicio de divorcio. En el índice 103, del ramo penal criminal del departamento de Alta Verapaz, 1863 – 1899, se registran los juicios por adulterio, que en la mayoría de las casos involucran 21 mujeres q’eqchi’, no así mestizas o ladinas de la época, al menos en la denuncia y persecución del delito. El Índice 103 registra 2,912 delitos cometidos en el lapso de 36 años, de estos el 16% involucra a mujeres como demandadas o demandantes. Para el caso particular que nos ocupa, hay dos tipos de delito que interesan: Adulterio y matrimonio ilegal. El índice 103 registra un total de 45 adulterios (9.45% de los delitos cometidos por mujeres) y 2 matrimonios ilegales (0.4%). Estos constituyen una fuente relevante ya que pueden aportar elementos para aproximarnos a la historia de las mujeres q’echi’s de finales del siglo XIX, en cuanto registran elementos de la vida cotidiana, así como comprender como operaba el matrimonio en esta misma época. 5.2 Matrimonio ilegal El Código Civil establece que “no pueden contraer matrimonio: El casado mientras vive su cónyuge.”33, por lo que todos aquellos hombres y mujeres que volvían a casarse estando viva su pareja cometían el delito de matrimonio ilegal. Los dos casos registrados en el índice 103 bajo este delito, dan gran cantidad de información de las condiciones en que se celebraban los matrimonios para la época. El indígena Domingo Caal34 del pueblo de San Pedro Carchá, se casó en segundas nupcias con Manuela Coc, haciéndose pasar por viudo de Dominga Cucul, que aún vivía engañando al padre cura de Cobán en donde se celebró el segundo casamiento. Domingo Caal, al ser interrogado sobre su segundo matrimonio contestó que sabía que su mujer 33 Código Civil de la República de Guatemala, artículo 120, numeral 6º.Guatemala Imprenta de El Progreso, Calle de Guadalupe. Libro I, 1877. Página 14. 34 AGCA , Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 1, expediente 29, año 1877 22 murió pero él mismo no lo había comprobado, por lo que fue mandado a detener y se mandó a buscar en los pueblos del a Dominga Cucul. Una semana más tarde (22 de Diciembre de 1877) fue remitida por cordillera, desde el pueblo de San Cristóbal, el cual dista aproximadamente, 30 kms., de San Pedro Carchá y llevaba en sus brazos una criatura como de año y 2 meses. Al llegar a San Pedro Carchá, Dominga Cucul fue reconocida por todos los residentes del pueblo ya que ella vivió varios meses en casa de Nicolás Guillén como sirvienta y fue conducida en depósito a la casa parroquial del lugar como molendera, mientras los trámites legales continuaron, ya que con su presencia y reconocimiento se constató que Domingo Caal se había casado de forma ilegal con Manuela Coc. En los procesos judiciales, una fase importante son los careos, en los cuales se contrastan las declaraciones de los acusados con los acusadores o testigos. En este caso, se carean los cónyuges legítimos y ambos se reconocen. Destaca lo dicho por la esposa quien dice que “si es su marido, que lo conoce bien, que hace como nueve años que se separaron porque Domingo su marido y su señora madre le decían que no lo merecía, ni la quería, a lo que repuso Domingo Caal que la madre de ella era la alcahueta que venía a aconsejarla.”35 En sus datos generales, Domingo Caal indica tener 21 años y nueve de casado, por lo que se casó a los 12 años y se puede inferir que al igual que en su segundo matrimonio, fueron las madres quienes llevaron a cabo los arreglos para casar a sus hijos y los jóvenes vivieron muy poco tiempo juntos, pues ya tenían nueve años de separados. Entre las causas que Dolores indica está lo que su suegra y su marido le decían: ella no lo merecía. Esto 35 Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 1, expediente 29, año 1877. folio 4. 23 puede interpretarse que él era muy bueno para ella o que Dolores no hacía los suficientes méritos para que él viviera con ella. ¿Cuáles pueden ser los privilegios que un niño de 12 años, campesino, analfabeta le otorgue a una niña de edad similar e iguales limitaciones? Posiblemente, lo único y lo más importante es, ser hombre. Por su parte, el mayor insulto que se le puede hacer a la madre de Dolores es llamarla alcahueta. Es decir que consiente, no corrige e incentiva las acciones contra la sumisión que todas las mujeres deben demostrar a sus maridos y suegras. 5.3 El delito de adulterio Durante el segundo período liberal, el derecho penal tipificaba el delito de adulterio, entendiéndose que “comete adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido”36, por lo que se constituyó en el delito femenino por excelencia. Para que un hombre pudiera ser acusado de un delito similar, debía adoptarse la figura del concubinato escandaloso, definido como el marido que tuviere manceba dentro de la casa conyugal. Tanto la definición de los comportamientos considerados delictivos para las mujeres y para los hombres fueron distintas, como las penas otorgadas a tales comportamientos, según de quien se tratara. Las mujeres encontradas culpables debían purgar prisión correccional entre dos y tres años, mientras que los hombres también culpables, debían permanecer entre uno y dos años en prisión. 36 Artículo 282, Código Penal de la Republica de Guatemala. Tipografía El Progreso, 1877. 24 Con el adulterio se dañaba el honor del ofendido, que siempre sería el esposo, ya que la “opinión pública solía señalar con el dedo a quienes reciben tales injurias quizá por suponerlas efecto del modo de conducirse con sus mujeres.”37 La persecución del delito estaba sujeta a la petición del ofendido y el encarcelamiento de las esposas dependía únicamente de su palabra, por lo que muchas de ellas se encontraban en prisión sin haber sido declaradas culpables. La duración de los casos es variada, un juicio se prolongó un año con cuatro meses, y otro, dos años tres meses; los demás, duraron entre tres meses, el más largo y el más corto, dos días. Como se mencionó anteriormente, todas las mujeres acusadas estuvieron en prisión el tiempo que duró el proceso. Y solo en el más prolongado, la mujer fue encontrada culpable y condenada. Las edades extremas de las mujeres oscilan entre los dieciséis y los 30 años. Es de hacer notar que las mujeres acusadas de adulterio, incluso las que tienen dieciséis años, tienen por lo menos, dos años de matrimonio; es decir que corresponde con la edad mínima autorizada para contraer matrimonio, que era de 13 años para las mujeres de la época. El rango de edad con mayor incidencia de adulterio para las mujeres, oscila entre los 16 y 19 años. ¿Por qué, mujeres tan jóvenes ya no desean vivir con su pareja? ¿Cuáles son las principales causales para el adulterio? 37 Escriche, Joaquín. Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia. París. Librería de Rosa, Bouret y Cía. 1852. Página 98 y 99. 25 5.4 Del delito cometido por las mujeres Los casos consultados fueron presentados en su momento como delitos de adulterio, sin embargo al examinarlos se pudo constatar que no todos respondían a este ilícito. Es interesante hacer notar que en algunos casos, incluso los esposos reportaron inicialmente los casos, como violación y posteriormente pidieron el castigo para el violador y para la esposa, por considerar que hubo adulterio. El 23.5% de los casos responden a esta dinámica. Es decir que en principio, no hubo delito por parte de las mujeres, sino en contra de ellas. En algunos, las condiciones de vida y trabajo, tanto de las mujeres como de los hombres las dejaba a ellas en posición vulnerable. La distancia entre un rancho y otro, los esposos tenían que irse por varios días a trabajar en las fincas de café o las largas distancias entre la milpa y la casa, eran aprovechadas, generalmente por familiares, parientes políticos o vecinos que previamente habían estado en la casa, y posiblemente conocían que ellas estaban solas. Incluso algunas mujeres refieren que “nadie la ayudó porque no hay vecindades”38; “no pidió auxilio porque su casa está en despoblado”39, “aunque gritó nadie la oyó y él la amenazó que si hablaba la castigaría”40. Es importante recalcar, que en los casos consultados, ninguna mujer fue violada por desconocido. Aunque los esposos les pidieron explicaciones y ellas contaron lo sucedido y el abuso del que fueron sujetas, ellos las acusaron bajo el delito de adulterio. Se puede interpretar que las mujeres son culpables de los delitos que otros cometen y en el caso de violación es la misma víctima quien debe demostrar su inocencia y el delito de los otros, quienes siempre pueden alegar que ellas son las responsables de que se abuse de las mujeres. 38 AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 8, expediente 33, año 1882 AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 11, expediente 41, año 1884 40 AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 3, expediente 9, año 1879 39 26 Otro 23.5% responde a la presunción o sospecha de adulterio, siempre por parte del esposo, al sorprender a las esposas, platicando con otros hombres. También son acusadas de adúlteras las esposas que no se encuentran en la casa de habitación cuando el esposo se presenta. Algunas de ellas se han dado a la fuga por malos tratos – violencia de género – y hubo hombres que las auxiliaron. Esto fue interpretado por los esposos como adulterio. Tal es el caso de María Malem y Nazario Ac, quien se ausentó de su casa por tres años y al volver no la encontró41. En otro caso, Francisca Cho fue golpeada con una botella en la cabeza, por su esposo Basilio Cahuec, porque la vio hablando con Francisco Calel quien llegó a pedir un real a cuenta de la limpieza de la milpa que había realizado42. Esto muestra que en algunas ocasiones, los hombres podían ausentarse por tiempo indefinido, sin dar ninguna señal de su paradero, pero al volver las mujeres debían estar en su casa como el día que ellos partieron. La sujeción funcionaba para ellas y la completa libertad para ellos. Por otra parte, el 52.9% de los casos, responde al delito de adulterio y las mujeres confiesan claramente que han estado con otros hombres y que han acordado tener “relaciones ilícitas”. En algunos de estos casos, los esposos las golpeaban y ellas decidieron huir con vecinos o conocidos, para remediar su situación conyugal. 5.5 De las penas sufridas Las mujeres acusadas de adúlteras y aquellas que fueron violadas y acusadas también de adulterio, sufrieron la pena de prisión mientras se llevaba a cabo las 41 42 AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 6, expediente 2, folio 13, año 1880 AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 13, expediente 24 año 1885 27 averiguaciones y el juicio, si este último era procedente. Siendo el delito de adulterio de carácter privado, existía la posibilidad que el ofendido – el esposo – concediera perdón para la acusada y su cómplice, para dar fin a la causa con la previa aceptación del perdón por parte de los encausados. Del total de los casos, el 88.23% de las acusadas recibió el perdón del esposo. Las causas por las que los acusadores otorgaron perdón, son muy variadas; sin embargo es revelador lo dicho por Mateo Cal, “aunque convencido de la culpabilidad de mi citada mujer, así como la de su cómplice, Nazario Ac, el cariño que le he tenido siempre a la primera y la necesidad de sus servicios mujeriles para poder sostener mi posición de jornalero, me obligan a deponer toda acción en su contra, perdonándoles según la facultad que el código me concede.”43 Otro esposo concede perdón en los siguientes términos: “Mauricio Chen, de generales conocidas ante Usted con el debido respeto expongo que en este de su digno cargo existe causa contra mi esposa, Mercedes Och y Santiago Tiul, acusados por mi por adulterio; pero notando que estoy sufriendo pérdida en mis intereses y no conviniendo que mi citada esposa continúe en prisión, vengo a perdonarla, lo mismo que a Tiul [...] suplico se sirva ponerlos en libertad y ordenarlos que en los sucesivo no vuelvan a cometer esta clase de delito.”44 Estos dos casos son parecidos en cuanto a las razones expresadas por los esposos, pero difieren en cuanto que en el primer caso es un adulterio acordado, mientras que el segundo es un caso de violación, el cual se juzga igual que el primero e incluso se les amonesta en cuanto no cometer en lo sucesivo este delito, quedando la mujer como 43 44 AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 6, expediente 2, folio 13, año 1880 AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo11, expediente 41, folio 18, año 1883. 28 culpable perdonada. Los esposos exponen claramente los motivos para perdonar a sus esposas, sus necesidades se imponen para que ellas sean excarceladas y vuelvan a servirles y ellos puedan cuidar sus intereses. En estos casos es interesante cómo prevalece sobre los códigos de honor, que otras clases o grupos sociales pudieran argumentar, las necesidades materiales. Tanto hombres como mujeres precisan de la asociación de la fuerza y recursos para sobrevivir y cuando uno de ellos falta es preciso encontrar los mecanismos para suplir las funciones que este lleva a cabo o remediar, como explican los esposos, la situación en que se encuentran, ya que están perdiendo por la ausencia de la esposa. Conclusiones Las leyes de la época, establecieron que el matrimonio era un contrato el cual podía finalizarse y se penalizaban las faltas y delitos, como el adulterio. Sin embargo las circunstancias que rodeaban este contrato y las relaciones desiguales de las partes hacían que este pacto, necesitara de arreglos entre la pareja. Si bien las mujeres estaban sujetas y subordinadas al hombre, no como esclavas o siervas, las colocaba en desventaja. Los casos consultados nos muestran que la vida matrimonial de las mujeres q’eqchi’ como la de todas las mujeres estaba sujeta a la opinión pública y al comportamiento social que de ellas se esperaba. Las formas de trabajo y vida las colocaba en situaciones vulnerables y peligrosas para su seguridad, tal como lo muestran los casos de violación, que tanto la ley como los esposos no consideraban como un delito y agresión en contra de ellas. 29 Siendo otras mujeres – generalmente las madres y hermanas – quienes les prestaban ayuda en esas circunstancias. Es interesante, que en la práctica, algunos casos consultados muestran que el matrimonio como un contrato solemne solo estaba registrado en el Código Civil, porque el comportamiento de hombres y mujeres jóvenes y no tanto, no se ceñía a los establecido. Aunque esto no las eximiera de las acciones legales que los esposos pudieran impulsar en contra de ellas. Bibliografía Caine, Bárbara y Glenda Sluga. Género e historia. Mujeres en el cambio sociocultural europeo de 1780 a 1920. Madrid: Narcea Ediciones, 2000. Castellanos Cambranes, Julio. Tendencias del desarrollo agrario en el silgo XIX y el surgimiento de la propiedad capitalista de la tierra en Guatemala. En : 500 años de lucha por la tierra. Guatemala: FLACSO, Volumen 1, 1992. Cobo, Rosa. Fundamentos del Patriarcado Moderno. Jean Jacques Rousseau. Ediciones Cátedra, 1995 Madrid. Código Civil de la República de Guatemala. Imprenta el Progreso. Libro I, 1877. Cruz, Fernando, Instituciones de Derecho Civil Patrio. 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