El matrimonio y la sujeción: mujeres q`eqchi` a fines del siglo XIX

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El MATRIMONIO Y LA SUJECIÓN:
MUJERES Q’EQCHI’ A FINES DEL SIGLO XIX
María Laura Lizeth Jiménez Chacón
[email protected]
Universidad de San Carlos de Guatemala
Edificio S – 1, Segundo Nivel, Ciudad Universitaria, Zona 12 Ciudad de Guatemala,
Guatemala.
Telf. 4769854 Fax 476 9866
Introducción
Una premisa fundamental para la Historia es su preocupación por el presente, la
comprensión y explicación del hoy de mujeres y hombres y su construcción en el tiempo
que desembocan en nuestras actuales situaciones.
Por eso, para comprender nuestro
presente es que nos remontamos en el tiempo, tratando de aportar miradas enriquecedoras.
La historia dominante, en Guatemala da cuenta del crecimiento económico, del
desarrollo social y el aporte de los hombres en estos aspectos; debido al trabajo de
investigación, análisis y reflexión de incontables mujeres y algunos hombres, se hace cada
vez más visible el aporte concreto de las mujeres en estos ámbitos. En ese esfuerzo
colectivo, este trabajo de investigación histórica busca aproximarse a las circunstancias – la
condición – que las mujeres en otras épocas afrontaron, en particular las mujeres indígenas
q’eqchi’, de la Verapaz a fines del siglo XIX.
Una de las condiciones genéricas de las mujeres es su invisibilidad y/o
naturalización, la cual ha sido trasladada a la ciencia y por extensión, a la historia; primero
por un enfoque tradicional, positivista y decimonónico de relatar grandes acontecimientos
1
donde los principales actores son los héroes, caudillos y villanos, que actuaron en ámbitos
donde genéricamente no se encontraban las mujeres. Y si alguna participó debió ser por la
fuerza del azar. Pero si ésta condicionante fue así, debe agregarse una realidad más
compleja, vinculada a nuestras mismas circunstancias, ya que en algunas fuentes las
actuaciones de las mujeres quedaron registradas, tanto como los hombres pero la selección
de los sujetos, nuevamente las invisibiliza. Es decir, que las mujeres deben pasar por
muchos filtros para que su actuación se conozca, tanto los de su época como los actuales.
Hablar entonces, de las mujeres como sujetas históricas implica, desde el
planteamiento del problema hasta seleccionar las fuentes que puedan dar cuenta de su
actuación. Si a eso agregamos, como en el caso particular, el interés por la historia social de
los grupos subalternos, y específicamente, las mujeres Q’eqchi’ a fines del siglo XIX, la
búsqueda se torna más interesante.
La información que queda registrada de la vida cotidiana, generalmente es escasa,
dispersa y segmentada. Así, la aproximación a las particularidades del matrimonio de las
mujeres q’eqchi’ de la Verapaz de fines del siglo XIX se hizo a través del registro de las
denuncias de las desavenencias matrimoniales, intentando escuchar los puntos de vista, las
causas, las normalidades, que recogen los juicios. Para ello se consultó el índice 103, del
ramo penal criminal del departamento de Alta Verapaz, 1863 – 1899, en el cual se registran
los juicios por adulterio.
2
1.
El contexto liberal 1871 – 1900
La historia de Guatemala, a fines del siglo XIX se escribe en clave liberal. En esta época se
ubica la adopción y auge del denominado modelo agroexportador o de desarrollo hacia
fuera, basado en el cultivo del café.
Las clases dirigentes, compuestas de forma
heterogénea1 adoptaron las formas políticas y constitucionales liberales y los modelos
culturales de la filosofía del progreso.
Los grupos hegemónicos buscaron asegurar el acceso a los recursos eliminando las
trabas legales y consuetudinarias para la posesión y el uso de la tierra así como el
suministro de mano de obra.
Este reordenamiento implicó, la construcción de los
elementos para la conformación de un Estado liberal y la eliminación de la Iglesia como
factor de poder económico y político.
Para respaldar los cambios necesarios, se emitió un cuerpo jurídico que legitimara la
visión y actuación de los grupos dominantes. Este ordenamiento jurídico liberal traería
cambios que reflejarían de alguna manera, los acontecidos en Europa a principios del siglo
XIX y afectarían todo el ordenamiento social guatemalteco.
1.1
Los cambios económicos
A mediados del siglos XIX, el principal producto de exportación era la cochinilla o
grana, la cual ocupaba las regiones de La Antigua, Amatitlán, y Baja Verapaz. Con la caída
de los precios de este producto, debido al desarrollo de los tintes químicos europeos, se
Véase: Taracena Arriola, Arturo. Etnicidad, estado y nación en Guatemala, 1808 – 1944. Nawal Wuj, 2002. Volumen 1. pagina 49.
Ciertos autores señalan que la clase alta guatemalteca estaba formada por extranjeros y criollos; otros mencionan, criollos, extranjeros y
algunos ladinos. La diferencia fundamental estriba en el énfasis que los diferente autores señalan en cuanto a quien es el grupo
hegemónico dentro de la clase alta guatemalteca.
1
3
inició el fomento de la caficultura, como nuevo producto agrícola de creciente demanda en
el mercado internacional. Las regiones ligadas con el nuevo cultivo fueron: Escuintla,
Suchitepéquez, Guatemala, Sacatepéquez, la Verapaz, San Marcos, Santa Rosa y
Chimaltenango. Esto provocó una incontrolable usurpación de tierras comunales que las
leyes de este período, algunas veces de forma velada y otras abiertamente, legalizaron las
agresiones contra las comunidades.
A fines de junio de 1871 triunfó un movimiento armado liberal que derrocó el
gobierno clerical y conservador de Vicente Cerna.
Los dirigentes del movimiento
insurgente fueron los caficultores Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios, criollo
uno y mestizo el otro, representantes de los comerciantes y finqueros, interesados en
“modernizar” la propiedad y la agricultura, al ritmo imperante del capitalismo.
1.2
Proyecto agro exportador: el cultivo del café
Un elemento importante dentro del proyecto liberal agro exportador es la presencia
de capital alemán, que promovió el latifundismo y el desarrollo del monocultivo del café,
especialmente en ciertas regiones del país, como la Costa Cuca y las Verapaces.
“En la Alta Verapaz, (...)los finqueros alemanes llegaron a concentrar en sus manos
tres cuartas partes de la extensión total de los 8,686 kms2 que tenía el territorio
departamental. A tal grado llegó la apropiación de tierras y hombres por los empresarios
agrarios alemanes, que un jefe político constató que los campesinos desaparecían de sus
pueblos de la noche a la mañana huyendo de los finqueros. Estos, no satisfechos con
despojarlos de sus tierras, pretendían obligarlos a efectuar extenuantes tarea de desmonte y
4
a instalar plantaciones y beneficios de café en medio de la selva.”2 Esto último que se
consideraba una pretensión, se convirtió en la realidad de la región, la cual perduró hasta la
primera mitad del siglo XX.
1.3
Organización y uso de la fuerza de trabajo
El cultivo del café implicó un reordenamiento general de las condiciones
productivas y la eliminación de las trabas para el acceso a la mano de obra, considerada
abundante, por la gran cantidad de población, sobre todo indígena.
Es recurrente en la legislación de la época, como en la historiografía del período, la
referencia constante a los campesinos o trabajadores agrícolas, en masculino, que
invisibiliza la participación de gran cantidad de mujeres en el proceso productivo del café.
Sin embargo, las técnicas recomendadas según los manuales de la época, señalaban que
buena parte de la siembra y cosecha debía realizarse a mano y que “la fuerza laboral para la
cosecha incluía a las familias de los peones permanentes [...] y en las fincas campesinas, la
recolección era realizada por el núcleo familiar.”3 El proceso final de selección del grano
“para clasificarlo por calidades, era una tarea manual de sumo cuidado, encargada casi
exclusivamente a mujeres adultas y muchachas. En los beneficios más tecnificados, el
grano se movía ante ellas en una faja transportadora, pero usualmente esta labor se hacía en
plataformas o grandes mesas de gravedad con inclinación apropiada.”4 Podría pensarse que
2
Castellanos Cambranes, Julio. Tendencias del desarrollo agrario en el silgo XIX y el surgimiento de la propiedad capitalista de la tierra
en Guatemala. En : 500 años de lucha por la tierra. Guatemala: FLACSO, Volumen 1, 1992. Página 327.
3
Samper, Mario. Café, trabajo y sociedad centroamericana (1870 – 1930). En: Acuña Ortega, Víctor Hugo. Editor. Historia General de
Centro América. Madrid. Sociedad Estatal Quinto Centenario, FLACSO. Tomo IV, 1993. Página 79.
4
Ibid. Página 81
5
la inclinación apropiada era en referencia al grano y no a la comodidad de las escogedoras
de café.
Por regla general, la recolección del café se pagaba por volumen. Tanto el pago a
destajo como la diferenciación de labores por sexo obscurecían la remuneración desigual,
que sin embargo era generalizada y se daba también en tareas y jornadas idénticas. Así, por
ejemplo, en la Guatemala de fines del siglo XIX, la mano de obra era muy barata; el precio
para los hombres era de un real por día, para las mujeres de medio real.5
Nuevamente la diferenciación de género opera en contra de las mujeres
trabajadoras, mayoritariamente indígenas, pues la realización de tareas similares a las
masculinas como la poda o aquellas que requerían mayores habilidades como la recolección
y selección del grano no se reflejaba en un mejor salario sino todo lo contrario.
Los mecanismos impulsados por los liberales para obtener la fuerza de trabajo
necesaria variaron entre el restablecimiento legal de los mandamientos y el sistema de
habilitación por deudas. Estas medidas repercutían no sólo en el trabajador directo sino en
todo el grupo familiar ya que “las deudas pagaderas en trabajo, aunque contraídas
usualmente por el jefe de familia, obligaban a todos sus miembros y aunque la ley prohibía
la transmisión de deudas a los herederos al fallecer el deudor, en la práctica era frecuente
que viuda e hijos fuesen obligados a cumplir las obligaciones laborales del fallecido. Por
5
Samper, Mario. Op. Cit. Página 85
6
otra parte, en aquellos casos en que migraba solo el hombre, la mujer y los hijos e hijas
asumían entonces la totalidad de las labores agrícolas en la parcela familiar.”6
Como veremos más adelante, las condiciones de trabajo familiar descritas, la
ausencia estacional de los esposos y hacerse cargo de las tareas productivas, se convierten
en los elementos que rodean los casos denunciados por los hombres bajo la tipificación de
adulterio.
2.
Las mujeres y los cambios políticos
La historiografía de la época registra poco acerca de las mujeres, sin embargo una
viajera inglesa que se encontraba en Guatemala para 1873, relató
que “hay muchos
disturbios en la ciudad a causa del nuevo presidente, quien arresta a sus viejos amigos y
encarcela a las señoras.”7 Esta es la primera vez que se menciona a las mujeres como
enemigas políticas del nuevo régimen y que se tomaran acciones en su contra.
Sin
embargo, con los primeros liberales también hubo mujeres que públicamente expresaron su
descontento con las acciones emprendidas.
Si para las señoras las circunstancias son peligrosas, para otras, la vida en si misma
es difícil. “Las indias llevan cargas muy pesadas sobre sus cabezas por espacios de muchas
millas; corren muy rápido con un cesto pesado lleno de frutas sobre la cabeza o una gran
6
7
Samper, Mario, Op. Cit. Página 92-93
Salvin, Caroline Un Paraíso. Diarios guatemaltecos 1873 – 1874. Plumsock Mesoamerican Studies. Estados Unidos 2000. Página 106
7
tinaja de agua, con un niñito a la espalda y sin zapatos. Cada mañana, traen al mercado
grandes cantidades de bellas flores y frutas.”8
La escasa mención de las actividades de las mujeres en la escena política en el
ámbito nacional o regional – en la capital de la república o en los centros donde los
liberales disputaban el poder – es comprensible bajo la premisa que éstas no eran
actividades propias para las mujeres, ya que como veremos más adelante, sus funciones
estaban diseñadas para ser llevadas a cabo dentro del hogar, en el mejor estilo liberal
rousseauniano. Sin embargo, a través de breves menciones es posible ir delineando las
actividades que realizaban y la condición que para ellas era esbozada, por las leyes y los
usos y costumbres de la época.
2.1
Los cambios jurídicos
Los liberales dotaron a su movimiento de un respaldo jurídico que viabilizara los
cambios que promovían. Aunque los primeros intentos de promulgar la Constitución, en
1872 y 1876 no se concretaron, otras normativas fueron establecidas, entre ellas la Ley
Electoral en 1875, el Código Civil y el Código Penal en 1877, el de Procedimientos en
1879 así como la Constitución Política de la República y posteriormente el Código Fiscal
en 1881.
Es importante señalar que “los textos legales encarnan la ideología del grupo
dominante de la sociedad que las produce [...], los liberales sintetizaron en los códigos
8
Salvin, Caroline. Op. Cit. Página 120.
8
mencionados un conjunto de normas que expresaban su forma de concebir las maneras en
que las vidas de sus conciudadanos y de ellos mismos debían conducirse.”9
Para el caso que nos interesa, las mujeres son normadas en su ausencia en algunos
casos y otros específicamente, pero con principios diferenciadores para hombres y mujeres,
tal como lo muestra la Constitución Política de la República y el Código Civil.
2.1.1 La Constitución Política de la República de 1879
La Ley Constitutiva de la República, promulgada el 11 de Diciembre de 187910,
dividió a la población en guatemaltecos y ciudadanos. Estableció que la ciudadanía sería
otorgada a aquellos guatemaltecos varones mayores de veintiún años que tuvieran renta,
oficio, industria o profesión que les proporcionara medios de subsistencia11.
Posteriormente, en 1885 se hicieron las primeras reformas constitucionales al artículo 8 el
cual señalaba que eran ciudadanos: 1) los guatemaltecos mayores de 21 años que tengan
renta, oficio, industria, profesión que les proporcionen medios de subsistencia. 2) Todos los
que pertenecen al ejército siendo mayores de 18 años. Y el artículo 9 señala que los
derechos inherentes a la ciudadanía son: 1) el derecho electoral. 2) el de opción a los cargos
públicos para los cuales la ley exija esa calidad12.
Ya en el Reglamento para la Elección de Presidente de la República , del 29 de
marzo de 1873, estableció que serían electores, por tanto ciudadanos activos 1) los mayores
Ericastilla Samayoa, Anna Carla. La imagen de la mujer a través de la criminalidad femenina en la ciudad de Guatemala (1880 – 1889)
Guatemala, USAC / Escuela de Historia (Tesis de Licenciatura) 1997. Página 6
10
Es de hacer notar que desde 1871 hasta en 1879, Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios, gobernaron por medio de decretos.
11
Taracena Arriola, Arturo. Etnicidad, estado y nación en Guatemala, 1808 – 1944. Op. Cit. Página 176
12
Mérida Piedrasanta, Alba Cecilia. Mujer y ciudadanía. Un análisis desde la antropología de género. Tesis. Escuela de Historia.
Guatemala, 2000. Página 29.
9
9
de 21 años que supieran leer y escribir, y los casados mayores de 18 que también lo
supieran. 2) Los que aun sin saber leer y escribir poseyeran en propiedad una finca raíz o
bienes de campo que tuvieran un valor mínimo de 1,000 pesos, y 3) los que tuviesen las
funciones de gobernador o alcalde municipal, independientemente de su grado de
alfabetización.
La ciudadanía diferenciada establecida por los liberales tenía una clara dedicatoria
para los trabajadores indígenas a quienes debía mantener bajo una política tutelar. Para las
mujeres ocurrió otro tanto ya que sólo eran habitantes y no existían como ciudadanas. Sin
embargo la categoría de habitantes no les excusaba del cumplimiento de ciertos normas
jurídicas establecidas sobre todo en el Código Civil vigente.
2.1.2 Código Civil 1877
Los principios contenidos en el Código Civil señalan que su objetivo es
“reglamentar las relaciones de los individuos entre sí y las de éstos con el Estado. Las leyes
que rigen las relaciones de los individuos con el Estado o autoridad, constituyen el derecho
público; y las que gobiernan las de los individuos entre sí, forman el derecho privado. Este
último puede referirse a diferentes órdenes de relaciones sociales, y según ellas,
subdividirse en otros tantos ramos como derecho civil, derecho penal, mercantil &.”13
En consonancia con lo actuado por los primeros liberales “el intento de secularizar a
la sociedad conllevó la puesta en vigencia del matrimonio civil”14 contenido en el Código
13
Cruz, Fernando, Instituciones de Derecho Civil Patrio. Tipografía Progreso, Guatemala 1882. Tomo I, página 7.
Jiménez Chacón, María Laura Lizeth Condición y situación de la mujer durante el régimen conservador: las propietarias de bienes
inmuebles en Huehuetenango, Cuilco y Chiantla, 1839 – 1871. USAC/ Escuela de Historia. Tesis de Licenciatura. 2001. Página 41.
14
10
Civil emitido el 8 de marzo de 1877. Bajo esta nueva versión del matrimonio civil, este se
consideraba un “contrato solemne, por el cual un hombre y una mujer se unen
indisolublemente y por toda la vida con el fin de vivir juntos, de procrear y auxiliarse
mutuamente.”15 Cuando las condiciones de vida de los cónyuges hacía imposible tal
vínculo, la ley contemplaba el divorcio y ya que la ley establecía la indisolubilidad de este,
el divorcio solo se consideraba como la separación de los casados, subsistiendo la recíproca
obligación de no contraer otro enlace.
Así, las leyes del matrimonio de los segundos liberales, más cercanas en espíritu al
Código Napoleónico hizo que las casadas dependieran de sus maridos y constituyeron otra
forma de sujeción de por vida que los primeros liberales no habían esbozado.
2.2
El matrimonio: contrato social y contrato sexual
Un planteamiento fundamental es que sólo las mujeres tenemos un cuerpo que
produce otro cuerpo16, por lo que existe una necesidad de controlar su capacidad
reproductiva. Pero ¿Quién la controla? ¿Cómo lo hace? Las respuestas conllevan que para
ejercer ese control se necesita reglamentar el acceso al cuerpo de las mujeres. En ese
sentido, la primera pregunta es más fácil de responder, ya que en sociedades de dominación
masculina, quienes controlan son los hombres; la segunda es un poco más compleja porque
implica revisar los sistemas de parentesco y las formas del matrimonio así como el divorcio
dentro de relaciones de poder en donde los dominadores y también las dominadas, en este
caso las mujeres, “tienen posibilidades de readecuación, obediencia aparente pero
15
Código Civil de la República de Guatemala. Imprenta el Progreso. Libro I, 1877. Página 14. Artículo 119
De Barbieri, Teresita. Sobre la categoría género. Una introducción teórico-metodológica. En Fin de Siglo Género y cambio
civilizatorio. Isis Internacional. 1992. Página 117
16
11
desobediencia real, resistencia, manipulación de la subordinación. De ahí que los lugares
de control sobre las mujeres [...] sean también espacios de poder de las mujeres.”17
En las sociedades primitivas, el parentesco era la forma por excelencia de la
interacción social. En la obra de Claude Lévi-Strauss, ”Las estructuras elementales del
parentesco”, el autor muestra cómo en estas sociedades funciona ‘el regalo y el tabú del
incesto’ por medio de la dinámica del intercambio de mujeres. “Lévi-Strauss añadió a la
teoría de la reciprocidad primitiva la idea de que el matrimonio es una forma básica de
intercambio de regalos, en que las mujeres constituyen el más precioso de los regalos.”18
Si el bien intercambiado son las mujeres, se sigue que son los hombres quienes las
dan y las toman y que las mujeres por sí mismas no pueden darse, de donde se concluye
que la sede final de la opresión de las mujeres está en el tráfico que de ellas se hace, cuando
son entregadas en matrimonio. Aunque esto puede cambiar en los diferentes períodos
históricos y sociedades concretas, cabe decir que por regla general “son los hombres los
quienes tienen derechos sobre las mujeres.”19 Cuando surgen instituciones para mantener
unidas y reglamentadas las sociedades, como el estado, el parentesco, aunque continua
vigente, su función es redefinida.
Se erigen otras formas de establecer relaciones y los
ritos del matrimonio son instituidos para asegurar dentro de un orden el reparto de las
mujeres entre los hombres, para reglamentar en torno a ellas la competición masculina, para
oficializar, para socializar la procreación20; así el contractualismo amplia el
17
De Barbieri, Tersita. Op. Cit. Página 124
Rubin, Gayle. El tráfico de las mujeres: notas sobre la “economía política” del sexo. En Nueva Antropología No. 30 Estudios sobre la
mujer: problemas teóricos. México 1986. Página 109.
19
Op. cit. Página 117
20
Duby, Georges. El caballero, la mujer y el cura. Taurus. Madrid. 1999. Página 20
18
12
relacionamiento no sólo entre los ciudadanos y el gobernante, sino entre los miembros de la
pareja, la familia y los espacios donde el poder debe pactarse.
3.
El contractualismo
El modelo político contractualista que se inicia en el siglo XVII y se perfila en
diferentes vertientes en el siglo XVIII, surge como negación del pensamiento político
medieval21.
Tanto el contractualismo del medioevo como el moderno tuvieron como
sujeto político al varón, con la diferencia que en el primero debía ser padre de familia y
para el segundo, esto ya no era un elemento necesario.
Este reordenamiento del siglo XVIII, tiene su origen en el movimiento de la
Ilustración, en la cual Juan Jacobo Rousseau tuvo un papel preponderante al ser el principal
teórico ilustrado que modeló el nuevo orden del Estado, la sociedad, los hombresciudadanos y la “naturaleza femenina” apropiada para que la nueva propuesta funcionara.
Se conoce más ampliamente la historia del Contrato Social, pero esta no alcanza a explicar
la sujeción de las mujeres, por eso es preciso conocer la otra historia, la del otro contrato.
3.1
El otro contrato: Contrato Sexual
Si bien la historia política moderna se vincula con los postulados del Contrato
Social y los planteamientos de cómo se creó la sociedad civil y una nueva forma de derecho
político, que pone en el centro al Estado y su legitimidad, hay otro contrato que subyace y
del cual poco o casi nada se dice, este es el Contrato Sexual22.
21
22
La historia del Contrato
Cobo, Rosa. Fundamentos del Patriarcado Moderno. Jean Jacques Rousseau. Ediciones Cátedra, 1995 Madrid. Página 144.
Pateman, Carole. El contrato sexual. Madrid. Anthropos. 1995. Página 9
13
Sexual es una historia sobre el derecho político como derecho patriarcal o derecho sexual,
que los varones ejercen sobre las mujeres. Generalmente, la historia del Contrato Social es
presentada como una relación en la cual los habitantes cambian las inseguridades de la
libertad natural, hobessianamente hablando, por una libertad civil, en la que todos los
adultos disfrutan de la misma situación civil y pueden ejercer su libertad. En este contrato
hombres y mujeres pactan; las mujeres aceptan la sujeción a cambio de protección.
En contraposición al Contrato Social, el Contrato Sexual es un pacto de dominación
de los varones sobre las mujeres en la cual, ellos acuerdan un igual acceso sexual a las
mujeres. Así, el Contrato Social es un mecanismo de regulación de la libertad de los
hombres, mientras el Contrato Sexual es de sujeción para las mujeres. Por lo tanto, la
libertad civil no es universal, sino un atributo masculino.23
Todas las relaciones que estén basadas en contratos, serán derivaciones, primero del
Contrato Sexual y luego del social; es decir del acuerdo entre varones del acceso sexual a
las mujeres y luego de la libertad civil que se les confiere a ellos. Así, el matrimonio,
planteado como pacto o contrato será la expresión civil de este ordenamiento.
Existe un aspecto importante en todos los contratos, que tiene que ver con la
propiedad de los individuos sobre sus propias personas. Esto tiene especial relevancia,
cuando en los contratos participan mujeres ya que surgen, generalmente problemas, pues
sólo los seres masculinos están dotados de los atributos y de las capacidades necesarias para
realizar un contrato, siendo el más importante la posesión de la propia persona, por lo que
23
Pateman, Carole. Op. Cit. Página 11
14
sólo ellos “individuos”.24 Las mujeres no son parte del contrato originario a través del cual
los hombres transforman su libertad natural en la seguridad de la libertad civil. Las mujeres
son el objeto del contrato.
Desde el siglo XVII, las feministas han tenido clara conciencia de que las esposas
están subordinadas a sus maridos, la explotación era posible precisamente porque, los
contratos sobre la propiedad de la persona ponían el derecho al mando en manos de una de
las partes contratantes. Incluso para el siglo XIX, las esposas tenían el carácter legal de
propiedad. “El Código Civil napoleónico restableció, y posiblemente reforzó, el poder
patriarcal dentro de la vida familiar [...] restableció la autoridad de maridos sobre mujeres.
El marido tenía la responsabilidad de proteger a su mujer; a su vez, ella le debía obediencia.
Las mujeres eran legalmente incompetentes: no aptas para ejercer de testigos en
certificados de matrimonio, nacimientos o defunción, incapaces de demandar ante un
tribunal de justicia sin el consentimiento de su marido y de hacer o recibir un regalo,
herencia o legado sin el consentimiento de éste [...] A los maridos se les daba control total
sobre la propiedad familiar y sobre los salarios o ganancias de sus esposas, también tenían
el poder de determinar todos los aspectos de la vida marital, el tipo de lugar de residencia, y
la escolarización de los hijos.”25
“El significado social y legal de lo que es ser “esposa” atraviesa todas las clases y
diferencias raciales. Por supuesto, no todas las parejas casadas se comportan de la misma
manera como “esposas” o “maridos”, pero la historia del Contrato Sexual arroja luz sobre
24
Pateman, Carole. Op. Cit. Páginas 14 -15
Caine, Bárbara y Glenda Sluga. Género e historia. Mujeres en el cambio sociocultural europeo de 1780 a 1920. Madrid: Narcea
Ediciones, 2000. Página 38
25
15
la institución del matrimonio; por mucho que una pareja intente evitar respuestas en
términos patriarcales en las relaciones maritales, ninguno puede escapar por completo a las
consecuencias legales y sociales de haber suscrito el contrato matrimonial.”26
4.
El matrimonio civil a fines del siglo XIX en Guatemala
En 1877 se promulgó el Código Civil y por encargo del presidente Barrios,
Fernando Cruz escribió, las “Instituciones de Derecho Civil Patrio”, la cual tenía por
“objeto explicar las disposiciones del Código Civil, presentándolas bajo la forma de un
sistema de principios y doctrinas que facilite su estudio y su inteligencia a los jóvenes que
se consagraran a la profesión de jurisprudencia.”27 De esa cuenta el autor comenta las leyes
y las explica para una mejor comprensión.
4.1
El matrimonio civil
Se señala muy claramente que el matrimonio es un contrato consensual solemne.
¿Qué implicaciones tenía esta clase de contrato para los cónyuges?
Los contrayentes
asumían obligaciones comunes como criar, alimentar y educar a sus hijos, así como la
recíproca fidelidad, socorros y asistencia28, y otras diferenciadas y específicas para cada
uno de los contrayentes, como: el marido debe proteger a la mujer y la mujer debe obedecer
al marido; la mujer está obligada a habitar con el marido y a seguirlo donde él tenga por
conveniente residir; el marido está obligado a tener en su casa a la mujer y a suministrarle
todo lo preciso para las necesidades de la vida, según sus facultades y situación29. Esto
colocaba a la mujer en una posición desventajosa frente al hombre ya que a cambio de casa
26
Pateman, Carole, Op. Cit. Página 30
Op. Cit., página 5
28
Código Civil de la República de Guatemala. Op. Cit. Página 17. Artículos 148 y 149.
29
Op. Cit. Página 17. Artículos 150 – 152.
27
16
y comida, le debía obediencia al hombre y se le conceptualizaba como menor de edad
permanente y necesitada de tutela masculina.
4.2
Condiciones para contraer matrimonio
La ley establece que sólo pueden contraer matrimonio los hombres mayores de
catorce años y las mujeres mayores de doce, con el consentimiento de las personas de quien
dependen, el padre y la madre en su defecto. Esto puede obedecer a la necesidad de contar
con nuevos miembros para el sostenimiento del grupo familiar, también, todo lo contrario,
terminar con la obligación de mantener a un miembro de la familia, sobre todo las hijas y,
una más que no riñe con las anteriores sino profundiza en las condiciones de precariedad,
sobre todo de los grupos subalternos, las cuales hacían indispensable la asociación
temprana de hombres y mujeres en el sobreesfuerzo para la sobrevivencia.
4.3.
El Divorcio
El Código Civil (1877) señalaba, en el artículo 165 que “el divorcio es la separación
de los casados quedando subsistente el vínculo matrimonial.”30
Los motivos debían ser
graves haciendo imposible o peligrosa la vida común, atentar contra la moralidad de la
familia o lastimar profundamente los sentimientos y derechos de los cónyuges. De esta
cuenta habían causales comunes a los esposos y otras específicas a la mujer o el marido.
Las causas de divorcio que puede alegar el marido son: a) el adulterio de la mujer y b)
la negativa, sin graves y justas causas de seguir a su marido. Las que puede alegar la mujer
son: a) el concubinato escandaloso o la incontinencia pública del marido y b) la negativa de
suministrar alientos a su mujer. Nuevamente, la normativa en cuanto a lo permitido y
30
Código Civil. Op. Cit. Artículo 165.
17
penado para hombres y mujeres es desigual, mientras ella causa la más profunda herida
para la honra – debe entenderse, por supuesto, la masculina -, él debe ser escandaloso en su
comportamiento para ofender la moralidad familiar y masculina, porque el solo hecho de
mantener relaciones con otra mujer diferente a la esposa, no es ningún delito o falta.
Una vez establecida la normatividad en cuanto al deber ser, otro instrumento, el
Código Penal estableció las sanciones para aquellos comportamientos que se alejaban de lo
socialmente aceptado y normado para la época. De esta cuenta, como lo revelan los textos
legales, los liberales tenían una gran preocupación por todo lo que tenía que ver con la
moral y la honra de los ciudadanos, así como con el honor.
En este sentido, es preciso aproximarse a la realidad de las mujeres q’eqchi´ de la
Verapaz de finales del siglo XIX para conocer cuáles eran sus condiciones de vida dentro
del matrimonio y si como dice Teresita de Barbieri tienen posibilidades de readecuación,
obediencia aparente pero desobediencia real, resistencia, y/o manipulación de la
subordinación.
5.
Mujeres q’eqchi’ a fines del siglo XIX
Con la presencia de los alemanes en La Verapaz, a fines del siglo XIX por el
cultivo del café, algunos testimonios, sobre todo de los viajeros, dan cuenta de las
condiciones de vida en la región y en algunos casos destacan particularidades de las
mujeres q’eqchi’. Tal es el caso de Karl Sapper, quien visitó Guatemala por primera vez en
1888, permaneciendo en el país hasta 1900. El 16 de octubre de 1889 se internó en las
selvas de la Alta Verapaz y en sus notas destaca:
18
“Que bonito es, además de sorprendente, salir de la oscuridad de un bosque y entrar
de repente a un claro: bonitas milpas rodean las cabañas cubiertas de palmeras,
pareciendo que gigante solitario de la selva quedó parado en algún lugar del cual
cuelgan pintorescamente lianas tan gruesas como un brazo. Al ama de casa le gusta
dar al forastero el refresco común: agua tibia mezclada finamente con maíz.
Generalmente se encuentra en negligé cuando la encontramos moliendo el maíz. Su
atuendo consiste de una falda azul, en sus trenzas tiene cintas rojas y en el cuello
una cadena de perlas (para completar el atavío de calle sólo se pone su güipil, que
puedo definir con mis pocos conocimientos del lenguaje que usa una dama para
nombrar su ropa, como un corto costal de un material liviano como para cortinas, en
el cual hay una apertura en medio y dos en los lados, para la cabeza y los brazos).
La ropa para los niños es en muchos casos más sencilla aún, y consiste para un niño
en sombrero, para la pequeña hija de Eva es una cadena de perlas, mientras que
otras de su misma edad renuncian inclusive hasta a estas humildes prendas de vestir.
Todo es un cuadro de originalidad e inocencia patriarcal, que no se encontraría en
Europa.”31
Quizá más que un cuadro de originalidad e inocencia patriarcal, lo que Sapper vio
fue una situación de extrema pobreza generalizada en La Verapaz, que con toda seguridad
no se encontraría en Europa.
Otro elemento que resalta es que en algunas poblaciones,
debido al calor extremo, la ropa debía ser fresca, generalmente de algodón e incluso en
poblaciones como Cahabón, las mujeres no usaban güipil, tal como él señala. Una constante
a la cual hacen referencia las fuentes consultadas es que las casas estaban muy distantes
unas de otras y en algunos casos, no había vecinos cercanos.
31
Sapper, Karl Theodor Un viaje a nuevo mundo. En Revista Mesoamérica Vol. 2 Año 2, Junio 1981. CIRMA Plumsock Mesoamerican
Studies. Página 162
19
Después de sus excursiones por la selva, Karl Sapper regresó a la ciudad de Cobán
en abril de 1890 para pasar la Pascua y ofrece, con la misma riqueza que la descripción
anterior, su visión de la visita.
“Las casas y chozas de Cobán (1,313 m sobre el mar) están agrupadas
pintorescamente, y en su gran mayoría, muy dispersas en la cumbre y los declives
de una suave colina, cuya parte hacia el sur está bañada por el río Cobán. Casi sin
excepción las casas son de un solo piso, lo que constituye enormemente a la
comodidad de la vida ya que no hay que estar con el temor de que uno de los más o
menos frecuentes terremotos haga caer el piso superior de la casa. La ciudad de
Cobán cuenta, según censos de 1880 con 4,600 habitantes. Calles anchas, casi
siempre cruzándose rectangularmente, atraviesan el lugar. La plaza del mercado,
cuya forma se acerca a un rectángulo oblongo, está situada en la cumbre de la
colina. Allí es el centro del movimiento. Muchas mujeres indígenas se acurrucan
en el suelo delante de la iglesia, luciendo sus bonitos trajes (falda azul, güipil blanco
muchas veces bordado de rojo y cintas rojas en sus trenzas) y ofrecen en venta sus
tesoros a los transeúntes que con dificultad pasa en medio de gente y canastos:
tortillas, huevos, café molido, granos de cacao, pimienta española y cosas
análogas.”32
Al igual que en la descripción anterior, Sapper nos muestra una visión de las
mujeres indígenas realizando sus actividades, en este caso, son comerciantes que venden
sus productos en el mercado, posiblemente extraídos de sus propios cultivos y animales de
corral. Pero ellas son parte de un paisaje, son casi el continuo de la naturaleza, para este
viajero alemán.
32
Sapper, Karl Theodor Op. Cit. Página 166.
20
Pero las mujeres q’eqchi’ son mas que bondadosas amas de casa en negligé, damas
vestidas con telas para cortina o vendedoras de tesoros en el mercado de Cobán. Son
sujetas que viven, sienten, planifican y prevén, toman decisiones, calculan, acusan y se
defienden, corren riesgos, trabajan y buscan transformar su situación de vida dentro de una
condiciones dadas.
5.1
Las mujeres q’eqchi’ y el matrimonio
Para aproximarnos a las mujeres concretas, su situación y las decisiones que toman,
hemos privilegiado las fuentes que pueden recoger las voces de los grupos subalternos y
entre ellos a las mas excluidas, las mujeres indígenas. Una de estas son los juicios, en los
cuales podemos escuchar cómo la voz de las sujetas logra pasar los diversos filtros.
La información que queda registrada de la vida cotidiana, de la esfera reproductiva,
generalmente es escasa, dispersa y segmentada. Así, la aproximación a las particularidades
del matrimonio de las mujeres q’eqchi’ de la Verapaz de fines del siglo XIX se hizo a
través del registro de las denuncias de las desavenencias matrimoniales, intentando
escuchar los puntos de vista, las causas, las normalidades que recogen los juicios. Se
consultó el índice de los juicios civiles de Alta Verapaz, pero se constató que este sólo
recoge las causas seguidas por mujeres no q’eqchi’ para normar su relación con otras
personas o bienes. En este índice no se registró ningún juicio de divorcio.
En el índice 103, del ramo penal criminal del departamento de Alta Verapaz, 1863 –
1899, se registran los juicios por adulterio, que en la mayoría de las casos involucran
21
mujeres q’eqchi’, no así mestizas o ladinas de la época, al menos en la denuncia y
persecución del delito.
El Índice 103 registra 2,912 delitos cometidos en el lapso de 36 años, de estos el 16%
involucra a mujeres como demandadas o demandantes. Para el caso particular que nos
ocupa, hay dos tipos de delito que interesan: Adulterio y matrimonio ilegal. El índice 103
registra un total de 45 adulterios (9.45% de los delitos cometidos por mujeres) y 2
matrimonios ilegales (0.4%). Estos constituyen una fuente relevante ya que pueden aportar
elementos para aproximarnos a la historia de las mujeres q’echi’s de finales del siglo XIX,
en cuanto registran elementos de la vida cotidiana, así como comprender como operaba el
matrimonio en esta misma época.
5.2
Matrimonio ilegal
El Código Civil establece que “no pueden contraer matrimonio: El casado mientras
vive su cónyuge.”33, por lo que todos aquellos hombres y mujeres que volvían a casarse
estando viva su pareja cometían el delito de matrimonio ilegal. Los dos casos registrados
en el índice 103 bajo este delito, dan gran cantidad de información de las condiciones en
que se celebraban los matrimonios para la época.
El indígena Domingo Caal34 del pueblo de San Pedro Carchá, se casó en segundas
nupcias con Manuela Coc, haciéndose pasar por viudo de Dominga Cucul, que aún vivía
engañando al padre cura de Cobán en donde se celebró el segundo casamiento. Domingo
Caal, al ser interrogado sobre su segundo matrimonio contestó que sabía que su mujer
33
Código Civil de la República de Guatemala, artículo 120, numeral 6º.Guatemala Imprenta de El Progreso, Calle de Guadalupe. Libro I,
1877. Página 14.
34
AGCA , Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 1, expediente 29, año 1877
22
murió pero él mismo no lo había comprobado, por lo que fue mandado a detener y se
mandó a buscar en los pueblos del a Dominga Cucul.
Una semana más tarde (22 de Diciembre de 1877) fue remitida por cordillera, desde
el pueblo de San Cristóbal, el cual dista aproximadamente, 30 kms., de San Pedro Carchá y
llevaba en sus brazos una criatura como de año y 2 meses. Al llegar a San Pedro Carchá,
Dominga Cucul fue reconocida por todos los residentes del pueblo ya que ella vivió varios
meses en casa de Nicolás Guillén como sirvienta y fue conducida en depósito a la casa
parroquial del lugar como molendera, mientras los trámites legales continuaron, ya que con
su presencia y reconocimiento se constató que Domingo Caal se había casado de forma
ilegal con Manuela Coc.
En los procesos judiciales, una fase importante son los careos, en los cuales se
contrastan las declaraciones de los acusados con los acusadores o testigos. En este caso, se
carean los cónyuges legítimos y ambos se reconocen. Destaca lo dicho por la esposa quien
dice que “si es su marido, que lo conoce bien, que hace como nueve años que se separaron
porque Domingo su marido y su señora madre le decían que no lo merecía, ni la quería, a lo
que repuso Domingo Caal que la madre de ella era la alcahueta que venía a aconsejarla.”35
En sus datos generales, Domingo Caal indica tener 21 años y nueve de casado, por
lo que se casó a los 12 años y se puede inferir que al igual que en su segundo matrimonio,
fueron las madres quienes llevaron a cabo los arreglos para casar a sus hijos y los jóvenes
vivieron muy poco tiempo juntos, pues ya tenían nueve años de separados. Entre las causas
que Dolores indica está lo que su suegra y su marido le decían: ella no lo merecía. Esto
35
Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 1, expediente 29, año 1877. folio 4.
23
puede interpretarse que él era muy bueno para ella o que Dolores no hacía los suficientes
méritos para que él viviera con ella. ¿Cuáles pueden ser los privilegios que un niño de 12
años, campesino, analfabeta le otorgue a una niña de edad similar e iguales limitaciones?
Posiblemente, lo único y lo más importante es, ser hombre.
Por su parte, el mayor insulto que se le puede hacer a la madre de Dolores es
llamarla alcahueta. Es decir que consiente, no corrige e incentiva las acciones contra la
sumisión que todas las mujeres deben demostrar a sus maridos y suegras.
5.3
El delito de adulterio
Durante el segundo período liberal, el derecho penal tipificaba el delito de adulterio,
entendiéndose que “comete adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su
marido”36, por lo que se constituyó en el delito femenino por excelencia. Para que un
hombre pudiera ser acusado de un delito similar, debía adoptarse la figura del concubinato
escandaloso, definido como el marido que tuviere manceba dentro de la casa conyugal.
Tanto la definición de los comportamientos considerados delictivos para las mujeres
y para los hombres fueron distintas, como las penas otorgadas a tales comportamientos,
según de quien se tratara.
Las mujeres encontradas culpables debían purgar prisión
correccional entre dos y tres años, mientras que los hombres también culpables, debían
permanecer entre uno y dos años en prisión.
36
Artículo 282, Código Penal de la Republica de Guatemala. Tipografía El Progreso, 1877.
24
Con el adulterio se dañaba el honor del ofendido, que siempre sería el esposo, ya
que la “opinión pública solía señalar con el dedo a quienes reciben tales injurias quizá por
suponerlas efecto del modo de conducirse con sus mujeres.”37 La persecución del delito
estaba sujeta a la petición del ofendido y el encarcelamiento de las esposas dependía
únicamente de su palabra, por lo que muchas de ellas se encontraban en prisión sin haber
sido declaradas culpables.
La duración de los casos es variada, un juicio se prolongó un año con cuatro meses,
y otro, dos años tres meses; los demás, duraron entre tres meses, el más largo y el más
corto, dos días. Como se mencionó anteriormente, todas las mujeres acusadas estuvieron
en prisión el tiempo que duró el proceso. Y solo en el más prolongado, la mujer fue
encontrada culpable y condenada.
Las edades extremas de las mujeres oscilan entre los dieciséis y los 30 años. Es de
hacer notar que las mujeres acusadas de adulterio, incluso las que tienen dieciséis años,
tienen por lo menos, dos años de matrimonio; es decir que corresponde con la edad mínima
autorizada para contraer matrimonio, que era de 13 años para las mujeres de la época. El
rango de edad con mayor incidencia de adulterio para las mujeres, oscila entre los 16 y 19
años. ¿Por qué, mujeres tan jóvenes ya no desean vivir con su pareja? ¿Cuáles son las
principales causales para el adulterio?
37
Escriche, Joaquín. Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia. París. Librería de Rosa, Bouret y Cía. 1852. Página 98 y 99.
25
5.4
Del delito cometido por las mujeres
Los casos consultados fueron presentados en su momento como delitos de adulterio,
sin embargo al examinarlos se pudo constatar que no todos respondían a este ilícito. Es
interesante hacer notar que en algunos casos, incluso los esposos reportaron inicialmente
los casos, como violación y posteriormente pidieron el castigo para el violador y para la
esposa, por considerar que hubo adulterio.
El 23.5% de los casos responden a esta
dinámica. Es decir que en principio, no hubo delito por parte de las mujeres, sino en contra
de ellas. En algunos, las condiciones de vida y trabajo, tanto de las mujeres como de los
hombres las dejaba a ellas en posición vulnerable. La distancia entre un rancho y otro, los
esposos tenían que irse por varios días a trabajar en las fincas de café o las largas distancias
entre la milpa y la casa, eran aprovechadas, generalmente por familiares, parientes políticos
o vecinos que previamente habían estado en la casa, y posiblemente conocían que ellas
estaban solas.
Incluso algunas mujeres refieren que “nadie la ayudó porque no hay
vecindades”38; “no pidió auxilio porque su casa está en despoblado”39, “aunque gritó nadie
la oyó y él la amenazó que si hablaba la castigaría”40. Es importante recalcar, que en los
casos consultados, ninguna mujer fue violada por desconocido. Aunque los esposos les
pidieron explicaciones y ellas contaron lo sucedido y el abuso del que fueron sujetas, ellos
las acusaron bajo el delito de adulterio. Se puede interpretar que las mujeres son culpables
de los delitos que otros cometen y en el caso de violación es la misma víctima quien debe
demostrar su inocencia y el delito de los otros, quienes siempre pueden alegar que ellas son
las responsables de que se abuse de las mujeres.
38
AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 8, expediente 33, año 1882
AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 11, expediente 41, año 1884
40
AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 3, expediente 9, año 1879
39
26
Otro 23.5% responde a la presunción o sospecha de adulterio, siempre por parte del
esposo, al sorprender a las esposas, platicando con otros hombres. También son acusadas
de adúlteras las esposas que no se encuentran en la casa de habitación cuando el esposo se
presenta. Algunas de ellas se han dado a la fuga por malos tratos – violencia de género – y
hubo hombres que las auxiliaron. Esto fue interpretado por los esposos como adulterio. Tal
es el caso de María Malem y Nazario Ac, quien se ausentó de su casa por tres años y al
volver no la encontró41. En otro caso, Francisca Cho fue golpeada con una botella en la
cabeza, por su esposo Basilio Cahuec, porque la vio hablando con Francisco Calel quien
llegó a pedir un real a cuenta de la limpieza de la milpa que había realizado42. Esto muestra
que en algunas ocasiones, los hombres podían ausentarse por tiempo indefinido, sin dar
ninguna señal de su paradero, pero al volver las mujeres debían estar en su casa como el día
que ellos partieron. La sujeción funcionaba para ellas y la completa libertad para ellos.
Por otra parte, el 52.9% de los casos, responde al delito de adulterio y las mujeres
confiesan claramente que han estado con otros hombres y que han acordado tener
“relaciones ilícitas”.
En algunos de estos casos, los esposos las golpeaban y ellas
decidieron huir con vecinos o conocidos, para remediar su situación conyugal.
5.5
De las penas sufridas
Las mujeres acusadas de adúlteras y aquellas que fueron violadas y acusadas
también de adulterio, sufrieron la pena de prisión mientras se llevaba a cabo las
41
42
AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 6, expediente 2, folio 13, año 1880
AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 13, expediente 24 año 1885
27
averiguaciones y el juicio, si este último era procedente. Siendo el delito de adulterio de
carácter privado, existía la posibilidad que el ofendido – el esposo – concediera perdón para
la acusada y su cómplice, para dar fin a la causa con la previa aceptación del perdón por
parte de los encausados.
Del total de los casos, el 88.23% de las acusadas recibió el
perdón del esposo.
Las causas por las que los acusadores otorgaron perdón, son muy variadas; sin
embargo es revelador lo dicho por Mateo Cal, “aunque convencido de la culpabilidad de mi
citada mujer, así como la de su cómplice, Nazario Ac, el cariño que le he tenido siempre a
la primera y la necesidad de sus servicios mujeriles para poder sostener mi posición de
jornalero, me obligan a deponer toda acción en su contra, perdonándoles según la facultad
que el código me concede.”43
Otro esposo concede perdón en los siguientes términos:
“Mauricio Chen, de generales conocidas ante Usted con el debido respeto expongo que en
este de su digno cargo existe causa contra mi esposa, Mercedes Och y Santiago Tiul,
acusados por mi por adulterio; pero notando que estoy sufriendo pérdida en mis
intereses y no conviniendo que mi citada esposa continúe en prisión, vengo a perdonarla, lo
mismo que a Tiul [...] suplico se sirva ponerlos en libertad y ordenarlos que en los sucesivo
no vuelvan a cometer esta clase de delito.”44
Estos dos casos son parecidos en cuanto a las razones expresadas por los esposos,
pero difieren en cuanto que en el primer caso es un adulterio acordado, mientras que el
segundo es un caso de violación, el cual se juzga igual que el primero e incluso se les
amonesta en cuanto no cometer en lo sucesivo este delito, quedando la mujer como
43
44
AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo 6, expediente 2, folio 13, año 1880
AGCA, Índice 103, Penal criminal de Alta Verapaz, Legajo11, expediente 41, folio 18, año 1883.
28
culpable perdonada. Los esposos exponen claramente los motivos para perdonar a sus
esposas, sus necesidades se imponen para que ellas sean excarceladas y vuelvan a servirles
y ellos puedan cuidar sus intereses.
En estos casos es interesante cómo prevalece sobre los códigos de honor, que otras
clases o grupos sociales pudieran argumentar, las necesidades materiales. Tanto hombres
como mujeres precisan de la asociación de la fuerza y recursos para sobrevivir y cuando
uno de ellos falta es preciso encontrar los mecanismos para suplir las funciones que este
lleva a cabo o remediar, como explican los esposos, la situación en que se encuentran, ya
que están perdiendo por la ausencia de la esposa.
Conclusiones
Las leyes de la época, establecieron que el matrimonio era un contrato el cual
podía finalizarse y se penalizaban las faltas y delitos, como el adulterio. Sin embargo las
circunstancias que rodeaban este contrato y las relaciones desiguales de las partes hacían
que este pacto, necesitara de arreglos entre la pareja. Si bien las mujeres estaban sujetas y
subordinadas al hombre, no como esclavas o siervas, las colocaba en desventaja.
Los casos consultados nos muestran que la vida matrimonial de las mujeres q’eqchi’
como la de todas las mujeres estaba sujeta a la opinión pública y al comportamiento social
que de ellas se esperaba.
Las formas de trabajo y vida las colocaba en situaciones
vulnerables y peligrosas para su seguridad, tal como lo muestran los casos de violación, que
tanto la ley como los esposos no consideraban como un delito y agresión en contra de ellas.
29
Siendo otras mujeres – generalmente las madres y hermanas – quienes les prestaban ayuda
en esas circunstancias.
Es interesante, que en la práctica, algunos casos consultados muestran que el
matrimonio como un contrato solemne solo estaba registrado en el Código Civil, porque el
comportamiento de hombres y mujeres jóvenes y no tanto, no se ceñía a los establecido.
Aunque esto no las eximiera de las acciones legales que los esposos pudieran impulsar en
contra de ellas.
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