La oleada de huelgas anuncia el nacimiento de un

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La oleada de huelgas anuncia el nacimiento de un nuevo movimiento sindical
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Brasil
La oleada de huelgas anuncia
el nacimiento de un nuevo
movimiento sindical
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Viernes 7 de octubre de 2011
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La oleada de huelgas anuncia el nacimiento de un nuevo movimiento sindical
Los trabajadores brasileños de la industria pesada, los servicios, el sector público y la agricultura están
protagonizando una serie de huelgas y protestas masivas nunca vistas en el país desde hace décadas. Los factores
que subyacen al empuje del movimiento obrero son: la potencia económica del país, la influencia de los sindicatos
en la sociedad y el aumento de la inflación. En 2007 y 2008, la economía brasileña creció a un ritmo del 5 % anual y
aunque en plena crisis en 2009 se contrajo un 0,02 %, en 2010 volvió a crecer un 10 %. Como dice Eduardo
Siqueira, profesional de la sanidad pública nacido en Brasil y activista en la comunidad de inmigrantes brasileños en
Estados Unidos, "los trabajadores en Brasil no temen perder los puestos de trabajo, ásí que tampoco tienen miedo
de declararse en huelga."
Y huelgas no faltan. Desde comienzos de septiembre han parado los trabajadores de banca, los de correos y los del
sector metalúrgico, incluidos los de la industria auxiliar del automóvil en las plantas de General Motors. Algunas de
estas huelgas siguen en pie. Con una tasa de inflación de alrededor del 5 %, muchos trabajadores luchan por
recuperar el terreno perdido y reivindican fuertes aumentos salariales: los metalúrgicos reclaman un 9,5 % y los
bancarios un 12,8 %. Los empleados de correos se han declarado en huelga para combatir una reforma aprobada
por el Congreso Nacional que otorga mayores poderes a la Empresa de Correos y Telégrafos (ECT), incluida la
facultad de establecer asociaciones con el sector privado.
Además de las huelgas en la industria, los servicios y el sector público, existe también un movimiento muy fuerte de
los trabajadores del campo. El mes de septiembre comenzó con las "Marchas das Margaridas". 70.000 trabajadoras
rurales, con sus camisetas de color lila y sombreros de paja, desfilaron por la capital del país, Brasilia. Maria Luiza
dos Santos, una trabajadora rural de Afonso Cunha, en el Estado de Maranhão, explicó que las mujeres reivindican
"derechos de las mujeres, igualdad salarial y distribución de tierras" a los campesinos sin tierra.
Los poderosos sindicatos brasileños
Un ejecutivo estadounidense que trabaja en la industria petrolera brasileña ha colgado este mes un artículo en el Oil
& Gas Financial Journal en el que advierte a sus colegas contra las leyes laborales "inflexibles" y los "poderosos"
sindicatos existentes en Brasil. "Decir que los sindicatos brasileños son poderosos es decir poco", escribe. "En
Brasil, los trabajadores se 'afilian' automáticamente a un sindicato, concretamente el de la región en que trabajan y
el ramo al que pertenece la empresa. La ley obliga al trabajador a cotizar al sindicato (el salario de un día al año). En
Brasil existen unos 18.000 sindicatos de trabajadores, todos profundamente arraigados en sus respectivos sectores,
con ingresos garantizados para financiar sus actividades y una enorme influencia política."
El asombro del ejecutivo petrolero estadounidense ante la fuerza del sindicalismo brasileño simplifica excesivamente
la gran complejidad del movimiento obrero. Brasil cuenta con varias federaciones sindicales, cuyas posiciones
políticas varían un poco entre sí, situándose unas más a la izquierda y otras en el centro-izquierda, considerándose
algunas de centro o moderadas. Estas federaciones compiten y cooperan entre sí, y últimamente, según Siqueira,
colaboran más que en el pasado reciente. Los sindicatos locales y los trabajadores también colaboran,
protagonizando huelgas de solidaridad, apoyándose unos a otros aunque no sean del mismo sindicato o de la
misma federación. Dice Siqueira que las huelgas y la efervescencia general del movimiento obrero ha forjado una
nueva generación de cuadros sindicales intermedios más combativos. Siqueira, que acaba de volver de un viaje a su
país, afirma que no había visto nada parecido a esta nueva ola de combatividad sindical desde los años ochenta.
Un movimiento sindical nacido en la lucha
El movimiento sindical contemporáneo de Brasil nació en las luchas contra la dictadura militar que gobernó el país
de 1965 a 1985. Encabezados por los obreros metalúrgicos de los suburbios industriales de São Paulo, los
trabajadores crearon primero sindicatos industriales y posteriormente una nueva federación (la CUT), junto con el
Movimiento de los Sin Tierra (MST), y finalmente el Partido de los Trabajadores (PT), que llevó a Luiz Inácio da Silva
a la presidencia del país en 2002 y de nuevo en 2006. Lula, como se le conoce popularmente, aplicó las políticas
neoliberales de sus predecesores, con la única diferencia de que impulsó programas de lucha contra la pobreza que
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beneficiaron a los brasileños más pobres.
La primera legislatura de Lula fue una experiencia ambivalente para los trabajadores. Dirigentes y militantes del PT
ocuparon importantes cargos políticos en el Gobierno. La CUT gozaba de la mayor influencia que jamás había
tenido el movimiento obrero en toda la historia del país, pero no fue más que eso, influencia, no poder, y la
tendencia de la federación a confiar en Lula para introducir cambios, en vez de organizar a los sindicatos y a los
trabajadores para luchar por ellos, debilitó al movimiento obrero. El Movimiento de los Sin Tierra (MST) siguió
luchando, siendo prácticamente el único movimiento social radical del país.
Pese a esta lamentable evolución, durante el segundo mandato de Lula -durante el cual el país conoció un fuerte
crecimiento económico y un gran aumento de la producción, con la creación de unos 14 millones de nuevos puestos
de trabajo- el movimiento obrero volvió a cobrar vida. Proliferaron las huelgas, los sindicatos forjaron alianzas con
otros movimientos sociales, surgieron nuevos líderes y se adoptaron plataformas reivindicativas para presionar
sobre el Gobierno.
La elección de Dilma Rousseff -la sucesora de Lula, nombrada a dedo por él- a la presidencia ha generado ciertos
temores en los movimientos sociales y en la sociedad en general. Aupada al poder sobre la base de una amplia y
heterogénea coalición política, Rousseff no solo no promete llevar al país hacia el socialismo, sino que ni siquiera
pretende desmantelar el sistema económico neoliberal. Se ha especulado acerca de si mantendría la política de Lula
de combinar el neoliberalismo con programas sociales a favor de los pobres, pero los sindicatos no esperan nada de
ella. De un extremo a otro de Brasil, los trabajadores se han puesto en movimiento en numerosos sectores.
Hasta ahora, la renovada combatividad no ha venido acompañada de un proceso de radicalización. En general los
sindicatos no se oponen al Gobierno, sino que presionan a la presidenta Rousseff, al PT y al Gobierno para que
cumplan sus promesas al movimiento obrero y a los pobres. Está por ver qué sucederá cuando el Gobierno se
muestre reacio o incapaz de hacerlo ante la nueva fase de la crisis económica mundial.
2/10/2011
Traducción: VIENTO SUR
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