18/1950 - Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

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MADRID
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OCTUBRE 1950
NUMERO 18-50 H
PASTOREO INTENSIVO
DE LOS PRADOS
Por CESAR FERNANDEZ QUINTANILLA
Ingeniero Agrónomo
l^^^ln. L X. 1'
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PASTOREO ItdTENSIVO DE LOS PRAD05
Hace ya más de treinta alios clue el aárónomo alemán
^Varmbold iniciaba, en la célebre granja cle Hohenheim, ttna
serie de e^perimentos sobre ]a e^plotación intensiva de los
prados. Estos e^perimentos condujeron a un sistema de pastoreo que hoy día está universalmente reconocido como el de
mayor rendimiento; con él se ha conseguido rápidamente dupliear o triplicar las posibilidades alimenticias de un prado.
Poco sabemos en España sobre el sistema Warmbold, y,
sin embargo, es indudable que si nuestros campesinos se decidiesen a adoptarlo, las hosibilidades de atunentar la producción de carne y leche serían muy grandes. Por ello nos
ha parecido interesante resumir, en la forma más sencilla
posible, las características esenciales de este sistema.
Naturalmente, nuestras explicaciones no ptteden considerarse más que como una primera orientación, que servirá
para que el agricultor progresivo tenga una base en que apoyarse y sea el que, én definitiva, adapte a cada caso particular el método que recomendamos.
Los tres funclament^iles pttntos cle partida de este sistema son :
i.° Ecluilibrar la superficie a pastar y el áanado que se
alimenta cle ella.
^.° Parcelar los pastos y utilizar la hierba cuando tiene
LIIl Vtllor mltt"1tl VO lllá\11710.
3.°
1^Iantencr la fcrtiliclad de la tierra.
Vamos á comentar por separaclo cacla uno de estos puiltos.
Equilibrio entre el pasto y la ganadería.
Toclo ^anadero esperimentado sabe perfectamente que, si
los anim.iles son pocos para el pasto cle clue clisponen, la hierba los "desborda", y dejan sin pastar los trozos peores. Esto
se tracluce en qtle las es^^ecies, generalmente de inferior calidacl, cle estos trozos sin pastar se multipliean y extienden
por el praclo, perjuclicándole notablemente.
Si, por el contrario, los animales son e^cesivos para eZ
pasto clue tienen a su clisposieión, es incluclable que estarán
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mal alimentaclos y al no encontrar suficiente ingreso nutritivo se moverán iníitilmente buscándclo, lo que, adcmás,
representa un clerroche desaprovechado de energía.
Es, pues, funclaméntal conseguir ese punto crítico cle equilibrio entre los animales y el pasto, que permite la más eficiente tttilización de los recursos de que se dispone, y que
además ayuda a conservar el prado en buenas concliciones.
5egíul ]a calidad del prado, las eaigencias alimenticias
del ganado, la época del aiio, etc., el labrador debe hrocttrar
equilibrar en todo tiempo el peso vivo de los animales que
sitúa en cada pasto, y esto solamente puecle consegttirse en
la práctica con la observación y experimentación de cada
caso concreto. Sin embargo, a modo de orientación vamos a
dar algunas cifras y normas que se dedujeron en los citados
experimentos cíe Hohenheim y en otros semejantes.
Es de observación comítn que a lo largo de ]a época del
pastoreo la hierba varía bastante en su crecimiento y valor
ntttritivo. En general, con mayor o menor desplazamiento
de fechas, segítn las zonas, suelen poder caracterizarse cuatro períodos distintes. El primer período se extiencle desde
que comienza el pastereo hasta mediados o finales de jtutio,
y es la época en que la hierba tiene más valor como alimento.
En' este períoclo se considera como una meciia aceptable los
i.8oo kilogramos de peso vivo por hectárea.
En el segunclo período, clue apro^imadamente se e^tiende hasta mediados de agosto, el valor nutritivo de la hierba
baja bastante, y como media práctica se recomiendan los
t .200 l:il.ogramos por hectárea.
Descle mecliaclos de agosto a principios de octubre vttelve
a mejorar el renclimiento y valor de los prados, aundue no
suele llegarse a las cifras de peso vivo por hectárea que se
aconsejan en el primer período, pucliéndonos conformar con
los r..^oo kilogramos por hectárea.
Descie principios o mediados de octubre comienza el íiltimo l.^eríodo de pastoreo, en el que la hierba es ya de inferior
^^alidacl y suele ser insuficiente para mantener a animales
e^igentes, como, por ejemplo, vacas lecheras, por lo que es
siempre necesario complementar el pastoreo con una a^le-
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cuada alimentación en el establo. Suele darse como cifra media para este período los c^oo lcilogramos por heetárea.
Naturalmente, todas estas cifras repetimos que tienen
una gran variabilidad, pues si el prado es muy malo, no será
posible conseguirlas, y, en cambio, si el prado es bueno y
está bien abonado, se puede incluso duplicar los rendimientos
que hemos dicho.
Parcelación de los pastos.
Una de las más interesantes consecuencias de los estucíios
llevados a cabo por Woodman y sus colaboradores en la Escuela de Agricultura de la Universidad de Cambridge ha sido
establecer en una forma precisa el valor nutritivo de la hierba joven. Se comprohó que a medida que va envejeciendo
la hierba su riqtteza en proteínas y su valor nutritivo disminuyen progresivamente.
Cuando se trata de alimentar animales con elevadas necesidades proteicas--como son, por ejemplo, las vacas lecheras y el ganado en gestación o crecimiento-es importantísimo conseguir que disponga cíe hierba tierna, de seis, ocho 0
diez centímetros de altura, que es la única que puede satisfacer sus exigencias.
Conseguir de una forma continua esta hierba joven es la
finalidad de la parcelación de los pastos. La superficie a pastar se divide en pequeñas parcelas, y sucesivamente se va
haciendo pasar por cada una de ellas los animales, que dispondrán siempre de hierba en comienzo de crecimiento.
Cuando se sigtte este sistema, en general, se separan los
animales en grupos, segíin sus diferentes características y
sus necesidades nutritivas. Por ejemplo, el primer grupo
puede ser el constituído por las vacas lecheras en producción ;
otro grupo estaría formado por las vacas secas, los bue}-es y
los animales en crecimiento; y un íiltimo grupo puede formarse con los caballos, asnos, ovejas, etc.
Dividido el prado en parcelas, se introduce en la primera
parcela el primer grupo, que es el más exigente, y se le permite que paste lo mejor del prado, lo que se llama la "punta
de la ^^ ierba". Después se le hace pasar a la segunda parcela,
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y así sucesivamente hasta clue pas^ l^or toclas y vuel^-a otra
vez a la primera, repitiendo el ciclu.
Cttanclo sale cle eacla parcela el l^riiner grupo se intrucltice
en ella el segttndo, qtte herrnanecerá el tiempo que se estin^e
necesario para completar el pastoreo que hizo el primer árupo, dejanclo solamente en el Praclo las plantas cle pequeñu
tamaño, clue no l^ueclen eomer estus animales y que, sin embargo, tttilizan pertectamente las especies del tercer grttpu.
Este tíltimo ^ruho entrar^^ en las Parcelas a continuaciún. ^r.o súlo serv irá l^ara con^l^letar el l^astoreo, sino también
para evit^u- que se hropa^tten y ^-a^-an imhoniéndose las hlantas que al^ttnos anin^ales no son capaces cle tttilizar. Entre el paso del tíltim^^ ^rupo p^n• cada parcela y la ^-uelta a la misula del hrimero clebe transcurrir el tiempc^ necesario para <^tte se reponga la hierba ^- ^-ttelva a estar en el
conveniente^ ^rado cle clesarr^llo para comenzar a ser hastatla de ntie^-o.
I_os experin^ent^s realizados sobre e5te sistema de pastoreo han herniitido fijar algttnas ciiras, ^hte ptteden servir de
base para calcular la sttherficie de 1as harcelas, el nítniero de
ellas, etc. I^.a car^;a global de peso vivo que pasta el conjunto
de las ^parcelas se considera qtte pttede ser un promecliu de
io.ooo a i^.ooo kil^;;ramos pc^r nectárea. Es decir, si c^^^nsideramos, l^^or ejemplo, un caso en el due se disponga cle do^
hectáreas de 1>asto, en el perío^clo que para éste hemos aclmiticlo, los i.^oo kil^^ramos h^r }Iectárea lx^clre^uos niantener: ^ X i.4oo = 3.Coo l.ilo^;ramos cle 1>eso vivo, y el tamaño de las i^arcelas debe ser ^.(ioo : io.ooo = o'^^i Ha.
EI mímero de parcelas ser^l ^: 0'^6 =^'^.
Como eii el primcr período el ^•alor nutritivo de la hierba
es mayor, en los otros períodos, para mantener el mism^^^ pes^^
de ^anaclo se necesíta disPoner cíe n^ás superficie. Sttele considerarse ^lue durante el se^undo y tercer Períodos se necesitan 3/^ de la sul^erficie clel hrimer heríodo. Es decir, si ésta
era, en nuestro ejemplo, dos hectáreas, en los períodos se^unclo y tercero necesitamos tres hectáreas. O sea, due una
hectárea má^-clue, Por ejeinplo, sc clejb crecer para •e^ar
a finale^ cle jiinio-se llará entrar c^n la rotación {le Parce-
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las. En el tercer período ya no tendremos más remedio que
completar el pasto con la alimentación en el establo.
•
l^Taturalmente, es necesario siempre qtte el nínl^ero de parcelas sea entero, y por eso, en el ejemplo que hemos citado
haríamos que el níunero de parcelas fuese seis en el primer
período, con lo que cada una sería cle ?: 6= 0'33 Ha.
.
En los otros períodos siguientes podríamos disponer de
otras tres parcelas más de o,3^ hectáreas, con lo que Pl número de parcelas en este período sería nueve. Es también
fundamental calcular lo que se llama los "ciclos de retorno" ;
es decir, el período de tiempo que transcurre entre dos pasos
sucesivos del ganado por cada parcela, pues, como hemos dicho ya, es necesario dejar tiempo a la hierba para que vue'.va
a crecer. Se considera que en el primer período el "ciclo de
retorno" debe ser, aproximadamente, de veinticinco días ; en
los dos períodos siguientes el ciclo es alrededor de treinta }cinco días, y en el último período deben transcurrir, por lo
menos, cuarenta días.
Si volvemos a referirnos al ejemplo que citábamos, y^uponemos, para simplificar, que no existe más que un grupo
de anitnales en pastoreo, nos encontramos en el primer período con que de cada seis parcelas una está ocupada y cinco libres ; y como tienen que transcttrrir veinticinco días entre
dos pases por cada parcela, la estancia del ganado en ellas
debe ser de z 5:^= 5 días. Es decir, que durante el primer período podrían clarse dos o tres vueltas a las parcelas,
segítn lo que dure la temporacla de pastoreo.
Análogamente podría calcularse sin dificttltad la duración
^lel pastoreo en los otros períodos, y sin grandes complicaciones puede aplicarse este cálculo a cualquier caso que se
presente en ]a práctica.
La división en parcelas puede ^acerse bien sea por vallas, bien setialando las parcelas y evitan^do que se salga de
ellas el ganado con la vigilancia del personal que lo cui ^a,
o bien sttjetanclo al ganado por medio de un piquete hincado
en tierra v de una cuerda atada a éL Hoy día el sistema más
^noderna y práctico son las vallas eléctricas, que representan
una economía de 6o u 8o por ioo sobre los sistemas corrien-
tes de cerramíento, y que por 5u tácil movilidad se adaptan
e^traorclinariamente bien al método que reconiendamos.
Fertilización ^de los pastos.
Una de las prácticas agrícolas nlenos extendidas en Lspaña es la clel abonaclo racional de los prados. Nuestros abricttltores, en general, no han comprenclido toclavía que el prado
no debe ser un peclazo de tierra abandonado a los euiclaJos
de la nia^clre Naturaleza, sino un cultivo que, con^o cualquier
otro, elige tratan^iento a^ecuado. Abonando y cuidando convenienten^ente los pastos se consigtte alargar el tienipo de
pastoreo, proclucir cantidades mttcho mayores de bierba, evitar enternieclades y debeneraciones de los prados y dar posibilidades a las plantas para que desarrollen sus raíces y resistan las sequías y las heladas.
No vain^s a tratar aquí de los cuidados de cultivo de un
prado, pero sí vamos a señalar las prácticas cle abono quc
con^plenientan el nlétodo que venimos clescribienclo.
l^s relativanlente frecuente la iclea cle clue los prados no
necesitan aboiios nitro^enaclos, ya que las le^uniinosas se encar^an cle hacer la fijación clel nitró^eno atn^ostérico. Sin
embaráo, en contra de esta opinión, difereates experimentos^
han demostrado que el nitrbgeno incorporado a la tierra por
inedio de los abonos :Eavorece el desarrollo de la hierba e incre^nei^ta la proporción de hojas con relación a tallos, lo ^^ue
se traciuce en un aumento en proteínas, que es como clecir en
el valor nutritivo del pasto.
Por otra Parte, se l^a pocliclo comprobar también que; en
contra <le io que es frecueiitemente aclniitido, el abono nitro
gena^lo n^ perjudica el desarrollo de las leauminosas a e.^
pensas de las gramíneas, sino que, por el contrario, si su
einl^leo se hace cle una forn^a adecuada, puede tanlbién .favore.cer ?a propagación cle las leñuminosas.
]?s verdad que el nitró^eno en e^ceso es perjudicial, sol^re
toclo cuando está en forma an^oniacal; pero si se administra
convenienten^ente su uso, se dan los olaortunos cuidados de^
cultivo al terreno y, sobre todo, se complernentan ]os aportes
nitro^enados con otros abonos, su acción es de una importancia decisiva para el prado.
,^
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En el sistema ^Varmbold es fundamental utilizar bien los
abonos, pues sino no sería posible conseguir convenientes crecimientos de la hierba en los períodos de tiempo que hemos
dicho. Se recomiendan en este sistema las dosis intensivas,
llasta 75o kilogramos de nitrato ^le cal por hectárea (o su
equivalente en otros abonos nitrogenados); pero este aporte
de nitrato debe repartirse en varias veces. Unas semanas
antes de comenzar la temnorada de pastoreo se hará el primer
aporte, de ioo a i5o kilogramos de nitrato por hectárea; con
ello se podrá adelantar varios días* la entrada del ganado en
los pastos. Los aport^es siguientes d^e abono nitrogenado,
aproximadamente iguales al primero, se harán a n^edida que
los animales vayan saliendo ^le cada parcela. Se continuará
con este sistema hasta mediados de agosto.
^demás de los abonos nitrogenados es necesario dar toc^os los años, en el otoño o comienzo de invierno, un abonado
fosfoPotásico, que complementa la aceión del nitrógeno y
permite su máxima utilización. Para este abona^do se recomienda una fórmula, constituída por 50o kilogr^amos de escorias (z6 por Ioo) y i^o a^oo kilogramos de sulfato o cloruro potásico (^o por zoo), todo esto por hectárea. Después
cle repartir estos abonos conviene pasar la grada, para mezclarlos bien con la tierra.
Tal vez pueda parecer a algunos que son muchos los gastos _^- molestias que origina este método intensivo de pastorei^, pero todo ello se compensa de sobra con el aumento de
rendiiniento conseg^uido, ya que, segíln diferentes experimentos, la producción de hierba en peso es del 53 al gg por ioo
mayor; y como, a^demás, su valor nutritivo también mejora.
el aumento en peso wi^-o que puede conseguirse por unidad
cle superficie es cle io8 a i^r por 100.
Estas cifras son sobradamente ^elocuentes para hacernos
^-er el enorme interés que tiene todo lo que llevamos dicho en
un país como el nuestro, donde ^es evid^ente ^la necesidad de
aumentar las producciones de carne y leche, y donde el casi
pertnanente ^clesequilibrio entre el cultivo y la ganadería constitu^-e la mayor rémora para el progreso agrícola.
GItAFICAS UGUINA - MELEND6Z VALDES, ^- MADltLD
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