INSTITUTO de EMPRESA EL DESPEGUE ECONOMICO: IRLANDA EC8/64 (*) Mientras Mr. Ahern, primer ministro irlandés, se dirigía en su coche oficial a la Cámara de Representantes para dar un discurso sobre el estado de la Nación, repasaba con cierta inquietud, los papeles que le indicaban los últimos datos sobre las macromagnitudes irlandesas. Después de un duro esfuerzo para conseguir que las cifras entraran dentro de los criterios de Maastrich, Irlanda no sólo había hecho sus deberes, sino que estaba en un momento excelente desde el punto de vista económico. Mr. Ahern creía que Irlanda estaba preparada para entrar en la Unión Monetaria, pero la alta tasa de crecimiento con respecto a los otros países que iban a formar parte de la Unión le preocupaban seriamente. Además, últimamente en algunos periódicos económicos se cuestionaban las repercusiones de un diferencial de crecimiento tan elevado. Sin embargo, Mr Ahern, tenía previsto un discurso triunfalista en la Cámara. Las cifras se lo permitían. Además, en un breve periodo de tiempo, el primer ministro británico, Tonny Blair iba a visitar la Cámara en un gesto que resultaba significativo, pues desde hacía muchos años ningún representante del Gobierno inglés se dignó a aparecer por el Parlamento irlandés. Otra de las razones que llenaban de optimismo el discurso de Mr Ahern era la firma del acuerdo de paz con el IRA, en lucha armada contra los británicos desde principios de siglo. Parecía que Irlanda lo estaba haciendo bien. Durante los últimos diez años, Irlanda había disfrutado de un sorprendente éxito económico. Sólo entre los años 1995-97, la economía había crecido vertiginosamente a un ritmo medio superior al 7% anual. Como consecuencia, en 1998, con la creación del euro, el miedo a la inflación fue uno de los problemas más visibles de la economía irlandesa, pero no el único. En Irlanda, a comienzos de 1998, a cualquier turista que se paseara por las calles de Dublín, todo le parecía caro, debido a una revaluación de la libra irlandesa, lo que permitió también abaratar las importaciones y contener la inflación durante unos meses. El milagro tenía, a juicio de los expertos, serios problemas. Una actividad económica tan potente no era el escenario ideal para integrarse en la moneda única, cuando Francia y Alemania estaban creciendo tres veces menos que Irlanda. El resultado más probable de ese desacompasamiento en el ciclo económico era que todas las bisagras de la economía irlandesa podrían acabar chirriando creando tensiones internas a nivel de macromagnitudes. (*) Original del profesor Rafael Pampillón Olmedo del Instituto de Empresa. Versión original del 13 de Julio de 1998. Ultima revisión, 17 de Diciembre de 1999. Publicado por el Departamento de Investigación del Instituto de Empresa. María de Molina, 13. 28006 MADRID, España. Prohibida la reproducción total o parcial sin el permiso escrito del Instituto de Empresa. INSTITUTO DE EMPRESA -2- EC8/64 Los economistas más pesimistas creían que si Irlanda no se adaptaba rápida y suavemente al ciclo económico del resto de Europa, la secuencia de acontecimientos podría ser desastrosa: fuertes tensiones inflacionistas, crash bursátil, posible entrada en una recesión, presiones para que la libra irlandesa abandonara el euro lo que conllevaría una pérdida de confianza de los mercados y una posible subida de los tipos de interés. Ese podría ser, en todo caso, el peor de los escenarios, aunque no el más probable. La capacidad de maniobra del Gobierno irlandés por incorporarse a la moneda única, se había visto reducida, sobre todo la Política Monetaria y de tipo de cambio. Sin embargo el Gobierno todavía disponía de la Política Fiscal para intentar suavizar el fuerte crecimiento económico y con ello, controlar la inflación, criterio necesario para acceder a la moneda única. Si se tratara de contener la demanda y la inflación podía, por ejemplo, subir los impuestos. Sin embargo, la coalición gobernante (el Fianna Fail), se había comprometido en su programa electoral a no hacerlo. Además, en el acuerdo que tuvo con los sindicatos, estos se comprometieron a no exigir subidas salariales a cambio de una disminución de la presión fiscal, sobre todo en los escalones inferiores de la tabla. Pero en caso de necesidad, seguramente activaría todos los métodos a su alcance para convencer a la opinión pública de que un incumplimiento de las promesas, aunque fuera para elevar la presión fiscal, podía ser beneficioso para la buena marcha del país. El otro gran miedo era el Reino Unido. La dependencia comercial del poderoso vecino seguía siendo grande, y la ausencia de la divisa británica en el euro podía crear distorsiones graves en el mapa macroeconómico irlandés. El peligro más obvio era que Gran Bretaña se aprovechase de su libertad cambiaria para ganar competitividad a través de una devaluación de su moneda. En ese supuesto, las exportaciones de Irlanda sufrirían, y se perderían miles de puestos de trabajo. Las relaciones con el Reino Unido desempeñaban un papel muy importante en el futuro inmediato de Irlanda, pues con este país siempre había mantenido una estrecha relación comercial, que algunos consideraban de dependencia. Por un lado, una posible devaluación de la libra esterlina, por la libertad de acción que poseería por no pertenecer a la Unión Monetaria, podría afectar negativamente a Irlanda por la pérdida de su principal mercado de exportación. Sin embargo, esto no parecía muy probable, pues cuando Inglaterra decidiese pertenecer a la Unión Monetaria, Irlanda tendría mucho que decir sobre la paridad de entrada de la libra esterlina. La apuesta era fuerte. De otra parte, podría surgir la oportunidad de formar una coalición entre ambos países, dentro de la Unión Europea, para crear un núcleo duro y de esta manera tener un mayor peso específico dentro de Europa. La unión resultante podría tener mayor importancia que el Benelux. Sin embargo, el éxito económico de los últimos años había reforzado la identidad irlandesa. El gesto más importante de soberanía fue la decisión de integrarse en eurolandia, pese a que la divisa británica permanecería al margen, al menos hasta el año 2002. Esto supuso cortar las relaciones de paridad entre ambas monedas, una apuesta fuerte de futuro para el conjunto de la economía y de la sociedad irlandesa. INSTITUTO DE EMPRESA -3- EC8/64 ANTECEDENTES HISTORICOS Desde que en 1.494, Enrique VII nombró virrey de Irlanda a un inglés tras varias luchas con los colonos, la vida de Irlanda había estado subordinada a la marcha de Inglaterra. En 1.919, se produjo un levantamiento contra el poder inglés, el llamado “Levantamiento de Pascua”, que si bien no tuvo éxito, provocó que el Sinn Féin se convirtiera en el partido más seguido. En 1.918 obtuvieron la mayoría de escaños para el Parlamento inglés correspondientes a Irlanda, y un año más tarde, proclamaron la independencia y formaron un gobierno subordinado al británico. Dos años más tarde el Parlamento británico reconocía la independencia total del Estado irlandés, excepto el territorio segregado del Ulster. En 1.922, se inscribía como país independiente en la Sociedad de Naciones. Comenzaba la andadura de Irlanda en solitario, aunque siempre cogida de la mano de mamá Inglaterra. Irlanda siempre ha sido un país eminentemente agrícola, y con un bajo nivel de vida. A pesar de que la revolución industrial tuviera lugar hacía tiempo en el país vecino, no fue hasta la mitad de la década de los cincuenta cuando el sector industrial irlandés comenzó a expandirse llegando a tener un peso de 37% del PIB. En la primera mitad del siglo, la economía domestica era pobre y poco competitiva, necesitaba ser impulsada por la importación de capital y experiencia extranjera. Es por ello que los gobiernos irlandeses desarrollaron posteriormente programas para atraer inversiones extranjeras cuyas consecuencias serían de gran importancia para el futuro de la economía irlandesa. En 1973, cuando Irlanda entró a formar parte de la Comunidad Económica Europea, se sucedieron distintos gobiernos, tanto conservadores como laboristas, con un objetivo prioritario en materia de política interior: conseguir la paz en el Ulster. No significa que la situación económica no importara sino que era preceptiva la estabilidad social para de este modo conseguir un marco adecuado de actuación en la vida económica del país. La confrontación entre católicos y protestantes, y las acciones del Ejército Irlandés Republicano (I.R.A.), así como de su brazo político, el Sinn Fein, hacían de Irlanda uno de los países europeos con mayores problemas internos. Las luchas entre el IRA y el ejército británico convertían los puestos fronterizos en auténticos campos de batalla, se sucedían los atracos a Correos, entidades financieras, bombas, asesinatos, etc. Además, en 1973, Irlanda sufrió una fuerte recesión con inflación como consecuencia de la crisis del petróleo. Los precios se elevaron un 20% y el desempleo alcanzó la tasa más elevada desde 1957. Esta paralización de la economía vino acompañada además por un empeoramiento en la balanza por cuenta corriente. Ante esta situación el gobierno irlandés, al igual que sus homónimos, opto por aplicar políticas keynesianas, en concreto una política fiscal expansiva, mediante incremento en el gasto, que impulsara la demanda de forma que desapareciera el desempleo ( a costa de mayor inflación). Los resultados no pudieron ser peores, creándose los efectos contrarios a los deseados y, por tanto, agravándose la situación apareciendo lo que se vino a denominar, estanflación, un proceso con paro y desempleo. Las políticas Keynesianas ya no servían. INSTITUTO DE EMPRESA -4- EC8/64 Además, esta política fiscal llevada a cabo trajo consigo un empeoramiento de las finanzas del Estado lo que conllevó un incremento en la carga impositiva que a su vez desalentaba la inversión La política monetaria orientada a mantener a la libra irlandesa dentro de la delgada banda de flotación del Mecanismo de Tasas de Cambio (MTC) de la Unión Europea, desde que se produjo la integración de Irlanda en el SME en 1978, se vio totalmente desbordada por la presión inflacionista de la demanda agregada. El descubrimiento de pozos de gas natural y petróleo en el condado de Cork ofreció grandes esperanzas de remontar la crisis. Sin embargo, en 1975, el país se sumergió en una profunda crisis que duraría hasta 1987. Tuvo el mayor índice de inflación de Europa, alta tasa de paro, presiones sindicales para conseguir incrementos salariales, déficit en su balanza de pagos, lo que situó a Irlanda al borde de la bancarrota. Con la integración de Irlanda en el SME, en 1978, se rompió la dependencia de la libra irlandesa de la libra esterlina, pero la recesión continuó, lo que dio lugar a intensas movilizaciones de protesta en todo el país, que se prolongaron durante todo el año 1979. En los años 81 y 82 se celebraron sucesivas elecciones, dado que no se produjo una mayoría clara de ninguno de los partidos políticos. Como causas de esta recesión podría señalarse que durante muchos años Irlanda mantuvo una elevada carga impositiva que desalentaba la inversión. Tampoco existía un control sobre los gastos sociales ni sobre la inflación (tuvo el mayor índice de inflación de Europa). A esto hay que añadir la alta tasa de paro, presiones sindicales para conseguir incrementos salariales, (las huelgas estaban al orden del día), y además un déficit en su balanza de pagos, lo que situó a Irlanda al borde de la bancarrota. El sentimiento general de la población era que no había nada más que hacer y, de esta forma, comenzó una masiva migración a los Estados Unidos. Los irlandeses huían de la pobreza de su país y perseguían el sueño americano. Esta gran influencia en la actualidad en los Estados Unidos, le ha valido a Irlanda para tener un fuerte aliado cuando ha tocado el momento de despertarse del largo sueño agrícola. En esos años, la primera ministra británica, Margaret Thatcher, y el primer ministro irlandés, Fitz Gerald, firmaron un acuerdo donde se reconocía la situación de dependencia británica del Ulster, aunque también se afirmaba que si, en el futuro, la población de Irlanda del Norte estaba dispuesta a integrarse a Irlanda, los dos Gobiernos apoyarían la decisión popular. Como complemento al acuerdo, el Gobierno irlandés se comprometía a adherirse a la “Convención Europea para la supresión del terrorismo”, punto delicado debido al amplio apoyo popular de que disponía el IRA en suelo irlandés. En los últimos años, sobre todo desde la llegada al gobierno inglés del partido laborista en Mayo de 1997, las conversaciones entre ambos Estados para llegar a un acuerdo de paz se aceleraron, culminándose el proceso, en 1998, con el abandono de las armas por parte del IRA. INSTITUTO DE EMPRESA -5- EC8/64 ESFUERZOS DE CONSOLIDACIÓN FISCAL (1981-86) El desequilibrio en las cuentas del Estado fue la mayor preocupación del gobierno que pretendió corregir. Así, el gobierno de Hillery, que ligó a Irlanda al SME, aplicó mano dura y realizo una política fiscal contractiva para intentar reducir el Déficit Público, objetivo número uno, a través de una reducción del gasto público así como un endurecimiento del sistema impositivo. Aunque se consiguió reducir el Déficit Público del 12,9% en 1981 al 10,7% en 1986 sobre el PIB en dicho periodo, no se alcanzaron los objetivos fijados debido a una serie de dificultades: periodo de poco crecimiento tanto en Irlanda como en la UE, el aumento del desempleo (8% al 16,8%) provocó el aumento de las trasferencias (12,2% al 16,6%), la acumulación de los déficits llevó a que la deuda publica total pasara de ser el 79,2% al 115% del PIB entre 1981 y 1985 y la necesidad de capitales para financiar la deuda obligo a mantener unos tipos de interés altos que desincentivaban la inversión. En cuanto a la Política Monetaria el objetivo básico era reducir la inflación y atraer capitales para financiar la Deuda Pública para lo cual se llevó a cabo una Política Monetaria contractiva. La reducción de la oferta monetaria lleva en estos años a una reducción de la inflación de 13,2% en 1979 al 3,9% en 1986 así como una reducción de los tipos nominales (tinom = tireal + inflación) del 17,5% a 12,4%. En materia de Política Exterior cabe destacar que la perdida de competitividad de la economía irlandesa trató de combatirse mediante la realización de dos devaluaciones, una en 1983 de un 3,5% y otra en 1986 de un 8% frente al Marco alemán con lo que aumentó el saldo exterior neto. Por último comentar que la subida excesiva de los impuestos sobre todo de los directos trajo: evasión de impuestos, demandas de mayores salarios y la emigración de trabajadores altamente cualificados. Se podría decir que los impuestos habían sobrepasado el umbral optimo, al que hizo referencia Laffer, provocando una reducción de la recaudación EL INICIO DEL DESPEGUE (1987 - 91) A principios de los años ochenta, y como consecuencia de las medidas macroeconómicas que se adoptaron para proteger a la economía de la crisis del petróleo, Irlanda tenía una serie de desequilibrios: • • • • El ritmo anual de inflación sobrepasaba el 20 %. La tasa de paro se aproximaba al 10%. El déficit exterior era superior al 14% del PNB . El déficit presupuestario de las Administraciones Públicas alcanzó el 15% del PNB. INSTITUTO DE EMPRESA -6- EC8/64 Ante esta situación no había más remedio que emprender una serie de reformas radicales. El gobierno comenzó por reducir sus gastos (se eliminaron unas 40.000 plazas del hinchado sector público) y llevar a cabo acuerdos nacionales entre gobierno, empresarios y sindicatos (“Programa de Recuperación Nacional” y “Plan de Desarrollo Nacional”). Los principales resultados de estas medidas fueron que se puso fin a los conflictos, se limitaron los aumentos salariales, se redujo la tasa impositiva a las empresas del 40 al 32 por ciento y por último las tasas de interés disminuyeron. Los resultados de estas medidas no tardaron en plasmarse. Durante los años 87 y 88, la economía irlandesa empezó a recuperarse de los difíciles años precedentes, caracterizados por el estancamiento de la renta y el retroceso del empleo. En 1988, el conservador Haughey continuó con la política de austeridad iniciada por los laboristas: el paro, que había ido aumentando, se situó en el 16%, se controló la inflación, se redujo el déficit presupuestario del 13 al 6% del PNB, y se consiguió un crecimiento de la economía del 4%, crecimiento que alcanzó el 7,5% en 1990. No debemos olvidar que la estructura industrial irlandesa presentaba (y presenta) una clara dicotomía, con un sector de empresas modernas de propiedad extranjera, intensivas en capital, de alta tecnología y orientadas a la exportación, junto a otro subsector de empresas más pequeñas, intensivas en trabajo, tradicionales y de propiedad local, más orientadas al mercado doméstico. De este modo el desarrollo económico irlandés que se inició en la década de los 50, se estaba cimentando en la progresiva apertura del mercado y una política de concesión de incentivos financieros y fiscales a las empresas tanto nacionales como extranjeras Las primeras centradas más en la exportación, y las segundas que trabajaban fundamentalmente para el mercado interior. Se produjo un fuerte incremento de la producción, lo que hizo aumentar el empleo un 1% en 1988. Se produjo un traslado de la mano de obra desde el sector de la construcción al sector servicios, manteniéndose constante el sector manufacturero. La población activa disminuyó drásticamente debido al aumento de la emigración y a una ligera bajada en la tasa de actividad. La política anti-inflacionista se basó en el control del tipo de cambio. La depreciación del dólar y de la libra inglesa a partir de finales de 1985, supuso un grave problema para Irlanda; pero, a partir de 1987, mejoró su situación a causa del fuerte descenso de la inflación, lo que redujo el diferencial con el resto del mundo y, por tanto, le permitió ser un país más competitivo. La conclusión de este proceso fue un aumento de las exportaciones, que generó un excedente en la balanza por cuenta corriente. Entre 1987 y 1990, Irlanda conoció un crecimiento económico rápido, llegó a estabilizar sus precios y a mejorar sus resultados en materia de empleo, exportaciones y balanza de pagos. Este progreso fue posible gracias a la adopción de una estrategia a medio plazo basada en la moderación salarial, el rigor presupuestario y el mantenimiento de la moneda en el margen de fluctuación estrecho del mecanismo de cambio del SME, ayudado además por un entorno exterior favorable. INSTITUTO DE EMPRESA -7- EC8/64 La principal debilidad de la economía irlandesa en aquel momento residía en el elevado nivel de paro. Este problema dependía, en parte al menos, de distorsiones económicas estructurales y, en particular, del carácter contradictorio de ciertos impuestos y subvenciones. Para reducir estas distorsiones, se pusieron en marcha varias reformas: un cambio total del sistema fiscal y una reorientación de las políticas industriales. CRECIMIENTO ECONOMICO EN 1993 Y MEDIDAS PARA REDUCIR EL PARO El origen del milagro irlandés estuvo en el crecimiento económico de 1993. La expansión de las exportaciones, llegando a ser del 10% en ese año, fue una de las claves del crecimiento. Mientras Europa crecía con tasas negativas, el PNB de Irlanda se incrementó en un 3.8%, y la producción industrial se expandió a un ritmo más rápido que en el resto de países. El crecimiento de la producción generó un significativo número de puestos de trabajo. Una de las consecuencias de la devaluación de 1993 fue la afluencia de capital destinado a inversiones directas, lo que provocó una caída progresiva de los tipos de interés, contribuyendo así a la aceleración de la actividad económica. El efecto sobre los tipos de interés se vio acentuado por una progresiva disminución del gasto y la deuda pública. La bajada de los tipos de interés dio lugar a una recuperación del consumo privado y al incremento de las inversiones empresariales en el segundo semestre de ese año, que continuaron durante 1994. La política monetaria en 1993 y 1994 tenía como objetivo mantener una baja tasa de inflación y mantener la estabilidad de la moneda. El 30 de enero de 1.993 resolvió devaluando la moneda en un 10% con respecto a la Libra inglesa En 1.993 se produjo el efecto contrario al ocurrido en 1.992. La economía experimentó un aumento de la liquidez. El incremento de la oferta monetaria se produjo al ser cambiadas divisas extranjeras por IRL, lo que presionó a la baja las tasas de interés, cerrando el año en el 6,26%. Los altos tipos de interés mostrados en 1.992 comenzaron a bajar produciéndose así una moderación en la política monetaria haciéndose cada vez más expansiva en la medida en que la política de rentas (moderación salarial) estaba consiguiendo controlar la inflación y permitía progresivamente adicionales reducciones en los tipos de interés. El programa para la competitividad y el empleo, Programme for Competitiveness and Work (PCW), un pacto por tres años entre Gobierno, sindicatos, trabajadores y agricultores, fue firmado en febrero de 1994. Este programa fue diseñado para asegurar un crecimiento del empleo en el 2% anual y una reducción de la deuda pública. La subida de salarios fue limitada al 2% en 1994, 2.5% en 1995 y 3.5% en 1996. Estos límites estabilizaron las expectativas inflacionarias en el mercado laboral. El elemento clave, por tanto, fue la moderación. Por otro lado el PCW comprometió al Gobierno a incrementar el gasto en el Estado de bienestar, sanidad, educación y vivienda. Sin embargo, al final de 1994 la situación presupuestaria fue mejor de lo previsto, debido al elevado crecimiento, que hace que las recaudaciones por impuestos indirectos y beneficios empresariales fueran mayores de lo presupuestado. INSTITUTO DE EMPRESA -8- EC8/64 EL AFIANZAMIENTO PARA LA CONVERGENCIA EN LA UME Según la mayoría de los economistas, el problema fundamental de la economía irlandesa era su fortísimo crecimiento. Sin embargo, el aumento de la actividad económica de los últimos años había arreglado una parte importante de los desperfectos macroeconómicos de Irlanda. El paro, aunque seguía siendo elevado para el estándar europeo, había caído hasta el 9.2 por ciento; el déficit público se eliminó, teniendo en el año 1998 un superávit del 0.8% del PNB; por otro lado también disminuyó la deuda del Estado, situándose en un 58%, y la renta per capita dio un salto cualitativo hasta los 19,5741 dólares, por encima de la española. En el periodo 1995-97, las políticas fiscales se orientaron a mantener el déficit de los presupuestos generales por debajo del 2,5% del PIB, para reducir paulatinamente el alto nivel de la deuda pública. Desde la ratificación del Tratado de Maastricht, el alcanzar tales objetivos fue esencial para Irlanda, ya que pretendía estar bien posicionada en la última parte del proceso de unificación monetaria. Como este proceso limitaba el uso de instrumentos de política macroeconómica con el propósito de conseguir la estabilización, la flexibilidad del mercado laboral aparecía como la herramienta clave y necesaria para alcanzarla. Bajo esta óptica, el Gobierno irlandés continuó la reforma de los sistemas de subsidio e impositivo, para proporcionar incentivos al mercado laboral y generar oportunidades a los parados. Estas intenciones estaban provocando unas situaciones conflictivas. Por un lado, el acuerdo PCW prometía una bajada de las tasas impositivas, sobre todo a las rentas menos favorecidas; sin embargo, en un contexto de alto crecimiento, el aumento de la renta disponible para los consumidores podría provocar un repunte de la tasa de inflación, el verdadero problema con que se enfrentaría Irlanda en un futuro no demasiado lejano. Por su lado, los sindicatos estaban empezando a exigir al Gobierno la prometida bajada de los tipos impositivos, pero el ejecutivo hizo oídos sordos a esta reivindicación, a pesar de lo difícil que era justificarlo políticamente en un entorno como el descrito. Los inversores extranjeros, probablemente atraídos por la participación de Irlanda en la UEM, provocaron una llegada de capital externo durante el año 1996. El crecimiento del crédito y el dinero fue extremadamente rápido en 1995 y 1996, debido a una fuerte demanda de crédito del sector privado nacional, lo que motivó un crecimiento del precio del dinero. También el préstamo ejercido por un gran número de bancos extranjeros creció rápidamente, de manera que influyó en el desajuste de M3. Durante este periodo el descenso en los tipos de interés propicio la expansión generalizada de la demanda interna ofreciéndose condiciones favorables para la inversión. Además la estricta política presupuestaria estaba consiguiendo disminuir la deuda. A la estabilidad de los precios contribuyó la constante observancia del acuerdo salarial celebrado con los agentes sociales, con arreglo al cual se permiten incrementos salariales acumulados ajustados a las previsiones de la inflación, pero inferiores al 1 Datos estimados . Financial Times , 22-9-98 INSTITUTO DE EMPRESA -9- EC8/64 crecimiento de la productividad de manera que no tengan efectos negativos sobre la producción ni sobre el impulso de la demanda. El consiguiente aumento de la competitividad, junto con las perspectivas favorables que presenta el comercio exterior, han hecho que las exportaciones netas contribuyan positivamente al crecimiento global del PIB. Sin embargo, contrariamente a los años anteriores en que el crecimiento se fundamentaba sobre el sector exterior, el principal motor en este años fue la demanda interna. Sin embargo, no se ha traducido en un descenso del desempleo debido a la mayor participación en el mercado laboral y, en particular, por un incremento de la participación de la mujer. Los bajos tipos de interés, la confianza en el sector industrial, el aumento de la producción y la saludable tasa de ahorro hicieron que se incrementara la inversión privada. Por su parte la hacienda publica seguía recuperándose, el déficit no parecía difícil de mantenerse en el 3% del PIB. Hasta el momento, la recuperación no había ido acompañada de una subida importante de los precios, y el índice de los precios de consumo reflejaba en el ultimo trimestre de 1995, frente al año anterior, un incremento del 2,4%. LA CONTINUACIÓN DE LA POLÍTICA PRESUPUESTARIA El presupuesto de 1996 presentaba un ligero incremento en el déficit con respecto al anterior (un 2.6% del PIB frente a un 2.3% en 1995). Los datos de 1996 arrojan un déficit menor del esperado, resultado de una política impositiva adecuada a los planes existentes. El crecimiento del gasto se mantuvo debido a la ausencia de factores especiales que lo dispararan, como sucedió en 1995. Además de sus objetivos macroeconómicos, este presupuesto se dirigió a mejorar la actividad microeconómica de la economía irlandesa. Incluía medidas para incrementar el trabajo, ayudando al parado a colaborar en la creación y expansión de planes de empleo y a mejorar los incentivos al trabajo. También se tomaron una serie de medidas contempladas en distintos programas destinados específicamente a mejorar las condiciones sociales de los trabajadores. El presupuesto de 1997 presentaba una ligera ampliación del déficit estructural del 1% al 1.5% del PIB. Debido a la caída de la deuda y a la proyección oficial de crecimiento, el incremento en el déficit estructural primario, que excluye los intereses, se situó alrededor del 1% del PIB. Este déficit reflejaba la mitad de los recortes impositivos prometidos bajo el acuerdo Partnership 2000 entre sindicatos y Gobierno durante el primer año del programa. En total, los recortes presupuestarios en materia impositiva alcanzaron los 490 M de libras irlandesas y elevaron el gasto en programas para reducir la exclusión social hasta 215 M en un año. INSTITUTO DE EMPRESA -10- EC8/64 Después de una década con éxito de consolidación fiscal, continuó la política de mantenimiento de un bajo déficit público y de reducción del nivel de deuda relativa al PIB, que estaba por debajo de la media europea, habiendo caído al 73%, al final de 1996, desde un máximo del 117% en 1987. Sin embargo, incluyendo cerca de la mitad de los recortes impositivos e incrementos de gasto prometidos en el marco del acuerdo trianual Partnership 2000, el déficit llegaría al 1.5 % del PIB, siempre que se produjera el ajuste cíclico. Simultáneamente, el Gobierno anunció un plan fiscal de 3 años, que podría reducir ese déficit hasta un 0.5% del PIB. En tanto en cuanto el crecimiento económico se mantuviese alrededor del 5% y el gasto se restringiese a un incremento anual del 2%, en términos reales, el objetivo del déficit debería propiciar una caída en la tasa media impositiva. Con respecto a los salarios, un nuevo acuerdo para el periodo 1997–99 contemplaba un incremento anual del 2.9% para todos los sectores de la economía, muy similar al alza permitida en 1.996. Reflejando la extensa representación de los participantes en el proceso del establecimiento del acuerdo nacional, éste contempló numerosos puntos en política social. Este programa presentó gran énfasis en la reducción de la exclusión social, lo que representaba uno de los mayores retos que afrontaba Irlanda. Bajo esta óptica, se le exigió al Gobierno que adoptase una estrategia nacional anti-pobreza, en 1997, dirigida a los parados de larga duración, y los carentes de escolarización y las rentas más bajas. La política del Gobierno debería dirigirse a aumentar las partidas dentro del gasto que incluyeran políticas anti-pobreza, pero manteniendo el déficit público por debajo del 1,5% del PIB, para tenerlo lo más cerca posible del 1% con el fin de dirigir los movimientos irlandeses hacia la UEM. Dada esta perspectiva, se hacía necesario incrementar la flexibilidad del mercado laboral para lograr que la economía alcanzara el equilibrio. En relación a la Política Fiscal se reduce el gasto público, como consecuencia de la reducción de la estructura pública, la reducción del desempleo que conlleva una reducción de los gastos de prestaciones y los cambios demográficos han hecho que sean más los que aportan que los que cargan gastos. En Política Monetaria el Sistema Monetario Europeo aplicó una política monetaria expansiva. La economía Irlandesa siguió creciendo fundamentándose como en periodos anteriores en el crecimiento apoyado por la estabilidad de los precios gracias al pacto social, la estabilidad del tipo de cambio y el control de las finanzas públicas. Los bajos niveles de intereses contribuyeron a una mejora de las expectativas privadas e industriales. Como resultado, el consumo y la inversión han crecieron fuertemente. Por su parte, la continua mejora de la competitividad hace que las exportaciones sigan incrementando y contribuyan al crecimiento de la economía, aunque en un menor grado comparado con años anteriores. Destacar que el crecimiento no provocó inflación, la cual fue de un 1,9%. INSTITUTO DE EMPRESA -11- EC8/64 El mercado laboral se benefició del incremento de la demanda doméstica con un incremento del empleo. Sin embargo, como en los años anteriores, no se tradujo en una caída igual en el desempleo debido al incremento continuo de la participación en el trabajo así como la vuelta a casa de muchos de los emigrados. Las expectativas de incremento, luego confirmadas, de los ingresos del estado permitieron que Irlanda siguiera bogando por un incremento de las inversiones publicas de capital, sobre todo en el sector industrial. No hay que olvidar que en este periodo se siguen recibiendo trasferencias de los Fondos Estructurales de la Unión Europea. PERSPECTIVAS DE FUTURO La evolución económica de los últimos años y la inminente entrada en la UEM había generado en los ciudadanos un sentimiento de euro-euforia que ningún político con aspiraciones intentaría desafiar. La gran pregunta que nadie se atrevía a formular era: ¿acabará el tigre celta como sus congéneres los felinos del sudeste asiático? La explicación del boom económico de Irlanda, que había colocado al país a la cabeza del crecimiento entre los países de la OCDE, era múltiple. Estabilidad macroeconómica y pactos sociales eran los dos argumentos más utilizados por los expertos. Pero el éxito irlandés estaba basado en las ventajas fiscales y en una política muy agresiva de captación de inversión en el exterior. La legislación establecía una tasa especial del 10% en el Impuesto de Sociedades para las empresas que produjeran bienes o servicios destinados a las exportaciones, y también para todas las compañías localizadas en el centro financiero de Dublín y la zona libre de impuestos de Shannon. Las cotizaciones de las empresas a la Seguridad Social también estaban muy por debajo del promedio europeo, y las ganancias de capital se gravaban al tipo único del 20%. Además, Irlanda recibía anualmente (en la década de los noventa) más de 1.000 millones de libras (212.000 millones de pesetas) en fondos europeos, representado alrededor del 4 – 5 % del PIB. Pero esta mina se estaba agotando. El espectacular crecimiento de su economía en los últimos años había transformado un país pobre en un socio con un nivel de producción per cápita en línea con la media europea (desde 1996); por ello, difícilmente se podría beneficiar en el futuro de subvenciones masivas. El problema se había planteado con motivo de la remodelación del sistema de subsidios aprobada por la Comisión Europea. En 1997, su PIB por habitante estuvo en torno a la media comunitaria, mientras el límite necesario para conseguir las ayudas destinadas a las regiones del Objetivo Uno era del 75%. Su única aspiración era conseguir retrasar la desaparición de las subvenciones mediante la aplicación de un periodo transitorio. Algo parecido ocurrió con los fondos de cohesión, dirigidos a fomentar las infraestructuras, y de los que también se benefician Portugal, Grecia y España. En este caso, el techo de renta era del 90% del PNB. Hasta el año 2004, Irlanda percibiría las ayudas, pero lo más probables es que las perdiera en la revisión de dicho año. INSTITUTO DE EMPRESA -12- EC8/64 Con estos incentivos y las buenas conexiones irlandesas en EEUU; las grandes multinacionales habían acudido como moscas a instalarse en el país y habían acabado por copar una parte importante de la actividad económica. Irlanda era uno de los pocos países donde la distinción entre PIB y PNB tenía sentido. Alrededor del 75% de las exportaciones procedían de multinacionales. Pero el resto de los miembros de la UE no estaban satisfechos con el éxito de Irlanda como polo de atracción. La Comisión Europea consideraba que el sistema de incentivos fiscales de Irlanda distorsionaba de forma injusta los flujos de inversión, y estaba presionando para que se eliminasen. A pesar de todo, se estaba iniciando un proceso para reducir progresivamente el tipo (impositivo) del Impuesto de Sociedades, con el objetivo de fijar un suelo del 12,5% en el 2006. El presupuesto de 1997 ya había comenzado el recorte, pasando el tipo nominal del 36% al 34%. CONCLUSIONES Incluso un escéptico respecto a las políticas intervencionistas puede observar la utilidad temporal de los incentivos estatales a las industrias nacientes. Los acuerdos sociales, subvenciones y políticas industriales para atraer inversiones extranjeras en Irlanda, pusieron en entredicho las teorías de la economía de mercado. El crecimiento de la productividad irlandesa permaneció en torno al 3% anual desde principios de los años 60. Sin embargo, buena parte del crecimiento económico irlandés se debió a incrementos de la fuerza laboral: reducción del desempleo, aumento de los niveles de ocupación (especialmente entre mujeres), y sustitución de la tradicional emigración por la inmigración. En definitiva, la incógnita del éxito irlandés eran los factores que habían conseguido atraer inversiones extranjeras: las compañías norteamericanas valoraban positivamente las bajas tasas impositivas (del impuesto sobre sociedades) y las subvenciones; sin embargo, en otras regiones periféricas de Europa también existían similares condiciones (la competencia con Escocia y Gales era intensa). Se podría decir que el éxito de Irlanda se ha basado en la aplicación acertada de políticas de demanda así como de políticas de oferta desarrollándose el siguiente proceso: las grandes y constantes entradas de divisas suponen una fuente de Reservas Internacionales imprescindibles para mantener la estabilidad y solidez de la moneda. Esto junto a los incentivos fiscales (ampliamente criticados por implicar cierta competencia fiscal), así como el idioma común, los campos de golf y el elevado nivel de formación irlandés que atraen a inversionistas extranjeros. Todo esto mejora la capacidad productiva y la competitividad de la economía (sobre todo en empresas intensivas en capital) que alcanza sucesivos incrementos del PIB (gracias básicamente al incremento en la demanda agregada de sus componentes más sanos Inversiones y Exportaciones) que en gran parte vuelve a exportarse reanudándose de nuevo el ciclo. La pregunta que se hacían los analistas era cómo 11 países tan diversos podrían convivir con un único tipo de interés, especialmente en el caso de Irlanda. De hecho y desde un punto de vista estrictamente doméstico, los tipos de interés a corto plazo necesitarían subir bruscamente para contrarrestar un posible recalentamiento. Por otro lado, la INSTITUTO DE EMPRESA -13- EC8/64 incorporación de Irlanda al euro, en enero de 1999, exigía que los tipos a corto descendieran hasta un 4%, aproximadamente. La polémica estaba servida. Otro problema importante era el tipo marginal del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (superior al 50% para ingresos relativamente modestos). No obstante, el aumento de la recaudación fiscal proveniente del rápido crecimiento permitió reducir los tipos impositivos. Era, además, importante que Irlanda lograse un crecimiento económico más equilibrado a nivel regional, pues Dublín, Cork y sus alrededores concentraban la inmensa mayoría de las inversiones, mientras que el oeste del país, registraba tasas de desempleo entre tres y cuatro veces mayores a la media nacional. La migración de los trabajadores a las zonas industrializadas era una de las salidas, sin embargo era necesario el desarrollo de estas regiones para conseguir un equilibrio regional. A comienzos de 1998 existían aún muchas restricciones y regulaciones que afectaban más al retraso del sector público e industria irlandesa tradicional que a las dinámicas inversiones de propiedad extranjera. Se llevaron a cabo importantes procesos de privatizaciones, con la intención de hacer más competitivas las industrias y empresas públicas. La joya de la corona era la línea aérea Air Lingus, que estaba siendo privatizada por tramos. El Gobierno también estaba tratando de desregular ciertos sectores estratégicos de la economía, como el energético y el de las telecomunicaciones. La economía irlandesa había mantenido un crecimiento medio del 5,6% a lo largo del último decenio, impulsado por una fuerte expansión de la inversión. Pero, a comienzos de 1998, Irlanda iba tan extraordinariamente bien, que los economistas empezaban a preocuparse. El crecimiento del PIB en el primer trimestre de 1998 rozó el 10%, el de las ventas al por menor el 9%, las matrículas de vehículos nuevos habían subido el 80% desde 1993, los créditos hipotecarios subían como la espuma. Entre 1987 y 1997 los precios de la vivienda en toda Irlanda subieron un 128% (en Dublín, los precios de la vivienda subieron un 20% durante 1997). La Bolsa subió un 75% durante 1997. Existían algunas válvulas de escape: la más importante era el regreso de los irlandeses que se encontraban trabajando en el extranjero; si la demanda laboral era suficientemente fuerte, muchos irlandeses residentes en el extranjero volverían a su país natal, lo que serviría de freno al aumento de los salarios. El único freno que le quedaba a la economía irlandesa era la moderación salarial. El Gobierno iba a hacer todo lo posible para reforzar “Partnership 2000”, el cuarto acuerdo nacional de concertación entre sindicatos, patronal y Administración. (El éxito irlandés se debía en gran medida a la plena participación de los sindicatos, clave del descenso del crecimiento salarial del 13,5% en 1.981 al 4,1% en 1991 e incluso crecimiento negativo en términos reales en 1998). Lo que quedaba por ver era si la política consensuada de moderación salarial podría convivir con un boom de activos financieros e inmobiliarios. Los sindicatos protestaban cada vez más por el mal reparto de la tarta. Los salarios habían registrado un aumento acumulado del 22% entre 1987 y 1993, frente al incremento del 120% en los beneficios de las empresas. Se habían producido varias huelgas en el sector público durante los primeros meses de 1998, reivindicando aumentos salariales. Por otro lado, las INSTITUTO DE EMPRESA -14- EC8/64 multinacionales extranjeras optaban cada vez más por negociar aumentos salariales más generosos. El Gobierno pretendía reforzar “Partnership 2000” mediante un recorte del Impuesto sobre la Renta para impulsar el poder adquisitivo del trabajador sin subidas salariales; existían, sin embargo, dudas respecto a la efectividad de este acuerdo. También tomó medidas para enfriar el sector de la vivienda eliminando, en 1998, los incentivos fiscales a las empresas inmobiliarias que invertían en pisos de alquiler. Pero fueron cortafuegos poco eficaces ante la expansión del crédito bancario y las previsibles bajadas de tipos de interés. Además, la inmigración aumentaba la demanda de viviendas. INSTITUTO DE EMPRESA -15- EC8/64 ANEXO 1 PRINCIPALES MACROMAGNITUDES (Millones de Libras Irlandesas) PIB PNB Tasa Real de Variación Inflación Tasa de Paro 1989 25.459 22.420 6,1 4,0 15,6 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 27.231 24.311 7,8 3,4 13,7 28.310 25.513 2,1 3,2 14,7 30.080 26.870 4,0 3,1 15,8 32.316 28.796 3,1 1,4 15,1 34.833 31.258 6,5 2,4 14,7 38.616 33.801 10,3 2,5 12,2 41.589 36.983 8,7 1,6 11,9 45.956 40.263 10,5 1,4 10,2 49.909 43.726 11 2,5 7,8 Fuente: OCDE. ANEXO 2 COMPONENTES DE LA DEMANDA (Millones de Libras Irlandesas) Consumo Privado Consumo Público Inversión Formación de stocks Exportaciones Importaciones (%PIB) Consumo Privado Consumo Público Inversión Formación de stocks Exportaciones Importaciones 1989 1990 1991 1992 15.774 3.672 4.320 176 16.196 14.732 16.280 4.067 4.881 720 16.175 14.891 17.147 4.481 4.664 621 16.984 15.587 18.358 19.012 5.248 5.581 4.688 4.734 -95 -138 18.881 22.033 16.591 18.573 1989 62,0 14,4 17,0 0,7 63,6 57,9 1990 59,8 14,9 17,9 2,6 59,4 54,7 1991 60,6 15,8 16,5 2,2 60,0 55,1 1992 61,0 16,1 15,6 -0,3 62,8 55,2 1993 1994 1995 1996 1997 1998 20.836 5.883 5.249 -208 25.170 21.796 22.055 5.883 6.031 94 30.016 25.463 23.444 6.089 6.990 203 33.798 29.169 25.086 6.144 7.913 n.d. n.d. n.d. 26.791 6.310 9.036 n.d. n.d. n.d. 1994 59,8 16,0 15,1 -0,6 72,3 62,6 1995 57,1 15,2 15,6 0,2 77,7 65,9 1996 56,4 14,6 16,8 n.d. n.d. n.d. 1997 54,6 13,4 17,2 n.d. n.d. n.d. 1998 53,7 12,6 18,1 n.d. n.d. n.d. 1996 102 13.422,3 13.320,3 1997 289,7 15.108,6 14.818,9 1993 58,8 16,2 14,6 -0,4 68,2 57,5 Fuente: OCDE ANEXO 3 FINANZAS PUBLICAS (Millones de libras) Déficit (-) / superávit Ingresos Gastos 1991 -235,4 9.457,5 9.692,9 1992 -700,5 9.812,9 10.513,4 1993 -260,4 10.872,8 11.133,2 1994 -322,6 11.676,6 11999,2 1995 -259,5 12.422,3 12.682,9 1998 1.935 17.336 15.401 Fuente: FMI ANEXO 4 TIPOS DE INTERES (%) Interbancario (1 mes) Fuente: OCDE. 1989 7,9 1990 12,4 1991 11,1 1992 10,7 1993 18,0 1994 6,6 1995 5,75 1996 4,75 1997 6,1 1998 4 INSTITUTO DE EMPRESA -16- EC8/64 ANEXO 5 TIPO DE CAMBIO 1989 0,86 2,67 1,29 1,52 1 Libra esterlina 1 DM 1 ECU 1 $USA 1990 0,87 2,67 1,29 1,42 1991 0,93 2,67 1,3 1,66 1992 0,91 2,67 1,3 0 1993 0,97 2,66 1,31 1,71 1994 0,98 2,42 1,25 1,47 1995 0,98 2,43 1,26 1,5 1996 1,03 2,28 1,22 1,6 1997 0,93 2,63 1,3 1,51 1998 0,82 2,51 1,26 1,35 Fuente: OCDE. ANEXO 6 BALANZA DE PAGOS (Millones de dólares USA) Exportaciones Importaciones Balanza Comercial Balanza Servicios Balanza Cuenta Corriente Balanza Básica 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 18.378 14.550 3.828 -5.278 -2 -264 20.347 16.332 4.015 -6.079 -564 -1.701 23.303 19.342 3.961 -6.667 -371 -2.850 23.607 19.293 4.314 -6.565 337 -1.029 28.082 21.048 7.034 -8.609 545 -1.493 28.479 20.371 8.108 -8.196 1.827 378 33.483 24.187 9.296 -9.596 1.425 -1.169 43.949 30.621 13.328 -13.536 1.571 1.112 Fuente: OCDE. ANEXO 7 TRANFERENCIAS DE LA UNION EUROPEA (% PIB) 1989 4,1 1990 5,6 1991 6,9 1992 5,4 1993 5,4 1994 3,8 1996 3,4 1995 3,8 1997 2,9 1998 2 Fuente: OCDE. ANEXO 8 DEUDA PUBLICA Millones de Libras % PIB 1989 26.257 103,4 1990 26.422 95,8 1991 27.343 95,0 1992 28.274 92,0 1993 31.370 94,5 1994 31.690 87,9 1995 32.755 81,6 1996 1997 32002 30.469 72,7 66,3 Fuente: OCDE. ANEXO 9 MIGRACION INTERNACIONAL Miles de Personas Emigración Inmigración Fuente: OCDE. 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 150 -480 200 -570 250 -430 240 -280 300 -270 280 -280 220 -270 230 -250 270 -230 1998 29.546 57,2 INSTITUTO DE EMPRESA -17- EC8/64 ANEXO 10 EVOLUCION PIB PER CAPITA (a precios corrientes en PPA) 1970 60,0 70,9 Irlanda España 1975 62,8 77,7 1980 64,3 70,8 1985 65,6 69,8 1990 71,9 74,5 1992 79,5 77,3 1994 88,0 75,7 1995 95,1 76,1 1996 100,7 76,6 1997 103,9 76,9 1998 108 80 Fuente: Censo 1.996 ANEXO 11 BALANZA POR CUENTA CORRIENTE (en millones de libras irlandesas) Exportaciones Importaciones Saldo balanza comercial Servicios Royalties Otros servicios Rentas Transferencias corrientes Balanza por cuenta corriente Fuente : Banco de Irlanda 1993 19.495 14.633 4.826 -1.366 -897 -469 -3.521 1.309 1.248 1994 22.424 17.028 5.396 -1.978 -1.218 -760 -3.575 1.156 998 1995 27.698 20.239 7.459 -2.991 -1.617 -1.374 -4.508 1.110 1.070 1996 30.723 21.967 8.756 -3.782 -2.071 -1.711 -5.151 1.354 1.176 1997 36.506 25.422 11.084 -4.690 -2.655 -2.035 -6.322 1.290 1.362 ANEXO 12 FISCALIDAD IMPUESTO SOBRE SOCIEDADES (%) 1990 1998 IVA (%) 1990 IRLANDA 43 32 23 FRANCIA 37/42 36 18,6 ESPAÑA 35 35 12 ALEMANIA 50/36 45/30 14 GRAN BRETAÑA 35 31 15 Fuente: González Páramo. en Gámir, L. (Director) Convergencia real de la Economía Española. Edit.: Price Waterhose- Cooper (1999). *** 1998 21 20,6 16 16 17,5 1998 45.966 30.570 15.396 -7.711 -4.166 -3.545 -7.676 1.038 1.047