El Uso del Agua en Europa

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 El Uso del Agua en Europa Christos A. Karavitis Serie Folletos: B Número: 5 CONTENIDOS INTRODUCCIÓN DEFINICIONES ACERCA DEL USO DEL AGUA USO AGRÍCOLA DEL AGUA USO URBANO DEL AGUA USO INDUSTRIAL DEL AGUA USO DEL AGUA COMO FUENTE DE ENERGÍA USO TURÍSTICO DEL AGUA PRIORIDAD DE LOS USOS EN DIFERENTES ZONAS CLIMÁTICAS USO DEL AGUA Y CAMBIO CLIMÁTICO CONCLUSIONES REFERENCIAS 1
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INTRODUCCIÓN En Europa, el agua se utiliza generalmente de una manera no sostenible. Por un lado, en la parte norte del continente, los principales problemas están relacionados con la calidad del agua. Esta problemática se ve reflejada en la Directiva Marco de Aguas (CE 60/2000), que está particularmente orientada hacia la calidad del agua. Por otro lado, se considera que el sur de Europa está sometido a un régimen de escasez de agua. El paisaje mediterráneo, que es en su conjunto ecológicamente frágil, está siendo puesto en grave peligro por las tendencias sociales y económicas predominantes. En este sentido, el futuro de la región puede verse amenazado por la creciente presión sobre las zonas costeras, la acentuación de las diferencias entre las zonas turísticas y las zonas rurales del interior, los graves problemas que provoca la interdependencia de los recursos hídricos, la gran susceptibilidad a la contaminación y lo delicado del equilibrio entre el agua y el suelo (Karavitis y Kerkides, 2002). Los suelos de la región son extremadamente vulnerables a la erosión, lo que causa problemas en el manejo de los recursos hídricos (sedimentación en los embalses, estabilidad de los lechos fluviales, etc.). La mayor parte de la población europea se concentra cerca de las zonas costeras o en ellas. A esto se añade el aumento del turismo en la parte sur del continente, lo que genera una fuerte demanda estacional de agua. Las variaciones de la demanda de agua, tanto espaciales como temporales, aumentan mucho el coste de hacer que el recurso esté disponible. El aumento de la población urbana durante el verano trae consigo problemas cada vez más frecuentes de gestión de las aguas residuales y el deterioro de la calidad de las aguas costeras por los efluentes. En resumen, podemos considerar que los recursos hídricos europeos están sometidos a graves presiones físicas, sociales, económicas y ambientales, que se reflejan en los usos del agua (figura 1). 1 Figura 1. Disponibilidad anual de agua por habitante y por país en 2001 (AEMA, 2005). DEFINICIONES ACERCA DEL USO DEL AGUA Los diversos aspectos del uso del agua pueden describirse mediante varios conceptos. La extracción de agua es la cantidad de agua que se elimina físicamente de su fuente natural. El abastecimiento de agua es la proporción de agua extraída que se suministra a los usuarios (excluidas las pérdidas por 2 almacenamiento, transporte y distribución), y el consumo de agua es la proporción de ese suministro que es realmente utilizada en términos de balance hídrico (incluyendo fenómenos como la evaporación), mientras que el agua restante es devuelta a la fuente de la que se extrajo. El término demanda de agua se define como el volumen de agua solicitado por los usuarios para satisfacer sus necesidades. Para simplificar, se la suele considerar equivalente a la extracción, aunque conceptualmente los dos términos no se pueden interpretar de la misma manera. USO AGRÍCOLA DEL AGUA En los países del sur de Europa, el riego es necesario todos los años para garantizar el crecimiento de los cultivos, mientras que en Europa central y occidental se riega únicamente para mantener la producción en veranos secos. Las principales zonas de regadío de la UE se encuentran en los países mediterráneos, Rumanía, Bulgaria y en los antiguos países candidatos (PC) a la adhesión (figura 2). En las últimas décadas, la tendencia general en el uso agrícola del agua ha sido al alza, debido a la expansión de los regadíos. Sin embargo, durante los últimos años, el aumento del consumo se ha ralentizado en varios países. La extracción total de agua para el riego en Europa es de unos 105 068 hm3/año. La media de los recursos hídricos dedicados a la agricultura disminuyó de 5 499 a 5 170 m3/ha/año entre 1990 y 2001 (AEMA, 2005). Las reformas de la Política Agrícola Común (PAC) deberían traducirse en cambios en los tipos de cultivos, en la superficie de regadío y en la cantidad de agua utilizada. En general se pueden distinguir dos tendencias. Por un lado, si la producción se reduce, la demanda de recursos, como el agua, debería lógicamente disminuir. Por otro lado, podría producirse una evolución hacia cultivos más rentables, pero que habitualmente necesitan recurrir al regadío en las condiciones climáticas del sur de Europa. El ahorro de agua en el norte de Europa habrá que buscarlo probablemente en la mejora de la eficiencia de los sistemas de distribución, especialmente en el uso doméstico. En el sur de Europa, los mayores retos pueden ser la reducción de las pérdidas en los sistemas de riego y la promoción de una agricultura que requiera menos recursos hídricos sin dejar de ser rentable. USO URBANO DEL AGUA El volumen total de agua utilizada para fines urbanos en Europa se estima en unos 53 294 hm3/año, lo que representa el 18 % del total extraído y el 27 % del consumo. Durante el período 1990–2001, el uso urbano per cápita ha disminuido. Esta tendencia puede atribuirse a diversos razones: aumento del suelo urbanizado, cambios en los estilos de vida, uso de tecnologías y equipos más eficientes respecto al ahorro de agua, uso de fuentes de agua alternativas (desalinización, reutilización directa de las aguas residuales), mejora de las mediciones y uso de instrumentos económicos (tasas y tarifas), aunque estos últimos parecen tener un comportamiento inelástico (Karavitis, 1999). La población conectada a los sistemas de abastecimiento de agua también ha aumentado, especialmente en los países mediterráneos. El agua necesaria para beber y otros usos domésticos representa una parte significativa de la demanda total de agua. La proporción de agua extraída destinada a usos urbanos va del 6,5 % en Alemania a más del 50 % en el Reino Unido (PNUMA, 2004). La distribución y la densidad de la población son factores determinantes en la disponibilidad de los recursos hídricos. El aumento de la urbanización concentra la demanda de agua y puede conducir a la sobreexplotación de los recursos hídricos locales. Los patrones que sigue la demanda de agua también están siendo modificados por el aumento del nivel de vida y los cambios en los estilos de vida. Esto se refleja principalmente en un aumento del uso de agua en los hogares, especialmente para la higiene personal. La mayoría de la población europea dispone en su domicilio de aseos, duchas y baños para el uso diario. Esto hace que la mayor parte del consumo urbano de agua sea para uso doméstico. El agua utilizada en los hogares se gasta principalmente en el retrete (33 %), el baño y la ducha (20–32 %), y en las lavadoras y lavavajillas (15 %). La proporción de agua utilizada para cocinar y beber (3 %) es mínima en comparación con los otros usos (PNUMA, 2004). 3 Figura 2. Uso del agua en Europa por sectores (AEMA, 1999). USO INDUSTRIAL DEL AGUA El volumen total de agua utilizada para fines industriales en Europa es de 34 194 hm3/año, lo que representa el 18 % del agua consumida. Entre 1990 y 2001, el uso industrial ha disminuido constantemente. Durante el período considerado, se han producido diversos cambios que explican esta tendencia, como la disminución de la actividad industrial, la utilización de tecnologías más eficientes en términos de consumo de agua y el uso de instrumentos económicos (tasas sobre el consumo y los efluentes). Los mayores usuarios industriales de agua son la industria química, las industrias del acero, del hierro y de la metalurgia y la industria de la pasta y el papel. En la mayoría de países europeos, no obstante, el uso industrial viene disminuyendo desde 1980. En Europa occidental, ello se debe, principalmente, a la reestructuración económica que ha conducido al cierre de numerosas empresas del sector textil y del acero, grandes consumidores de agua, y a una tendencia hacia industrias con menores necesidades de consumo. A esta disminución también han contribuido las mejoras tecnológicas en los equipos que utilizan agua y el aumento del reciclado y la reutilización. En Europa oriental, la demanda parece haber disminuido como resultado del significativo descenso de la actividad industrial en todos los sectores. Los mecanismos de fijación de precios que fomentan la eficiencia en el uso del agua se han utilizado con mayor frecuencia en el sector industrial –puesto que las empresas están dispuestas a adoptar tecnologías para el ahorro de agua si con ello reducen sus costes– que en los sectores urbano y agrícola. También, las tasas que gravan el vertido de agua contaminada en la red de alcantarillado son un incentivo importante 4 para que las industrias mejoren su tecnología y reduzcan la cantidad de agua utilizada y vertida. Las previsiones sobre la utilización industrial del agua en Europa muestran, por lo general, una tendencia a la baja, que se explica por una mayor eficiencia en los procesos industriales, un aumento de la reutilización y una disminución de las actividades industriales que más agua consumen. USO DEL AGUA COMO FUENTE DE ENERGÍA La producción de energía hidroeléctrica, que se considera un uso no consuntivo del agua, representa aproximadamente el 30 % de todos los usos en Europa. Los países de la Europa centroccidental y los más occidentales de los antiguos PC son los mayores usuarios de agua para la producción de energía, destacando Bélgica, Alemania y Estonia, donde más de la mitad del agua extraída se utiliza para este fin. En general, las industrias utilizan la mayor parte del agua que consumen para procesos de refrigeración. Sin embargo, esta agua de refrigeración suele regresar al ciclo general sin haber sufrido cambios, aparte de un aumento de la temperatura y una posible contaminación por sustancias biocidas. USO TURÍSTICO DEL AGUA Los datos disponibles no permiten distinguir claramente entre los usos urbanos y los usos turísticos. En 1990 se estimó que las costas de la región mediterránea acogían 135 millones de turistas (nacionales e internacionales), lo que representaba más de la mitad del turismo de todos los países del Mediterráneo y el doble de la población de las zonas litorales (PNUMA, 2004). El turismo trae consigo muy diversas presiones ambientales. El efecto que tiene sobre la cantidad de agua (total y máxima) depende de la disponibilidad de agua respecto al momento y el lugar en el que se produce la demanda turística, así como de la capacidad del sistema de abastecimiento de agua para satisfacer máximos de demanda. El turismo genera un uso intenso de los recursos naturales que puede entrar en conflicto con otras necesidades, especialmente en las regiones donde los recursos hídricos son escasos en verano, en las que el turismo compite con otros sectores de la economía como el sector agrícola y el forestal. El desarrollo descontrolado del turismo, muy frecuente en las últimas décadas, ha llevado a una degradación de la calidad del medio ambiente, sobre todo en las zonas costeras y de montaña. Los turistas consumen generalmente más agua que los residentes. Un turista consume alrededor de 300 l/día mientras que el consumo medio de los hogares europeos se sitúa entre 150 y 200 l (PNUMA, 2004). Además, las actividades recreativas como piscinas, campos de golf y deportes acuáticos se aúnan para ejercer presión sobre los recursos hídricos. En este sentido, el informe más reciente de la AEMA (2005) estima que, aunque son pocos los países europeos que sufren una grave escasez de agua, el desequilibrio entre la oferta y la demanda ha creado ya zonas sensibles desde el punto de vista hidrológico, en las que la extracción local de agua supera con creces los recursos existentes, lo que tiene efectos perniciosos en el funcionamiento y la viabilidad a largo plazo de los ecosistemas. La escasez es más importante en torno a algunas grandes ciudades, en las islas pequeñas y en algunas zonas turísticas costeras del Mediterráneo (archipiélago griego). La escasez de agua también puede deberse a importantes fluctuaciones en el suministro, tanto de un mes a otro como de un año a otro. Esto sucede especialmente en el sur de Europa, donde la demanda, especialmente agrícola, es por lo general mayor cuando menor es el suministro. Por último, el uso del agua por sectores se resume en la figura 3. Figura 3. Uso del agua por sectores en Europa (PNUMA, 2004). PRIORIDAD DE LOS USOS EN DIFERENTES ZONAS CLIMÁTICAS Existen diversas estimaciones sobre la extracción de agua en Europa. El PNUMA (2004) considera que el 42 % del agua total extraída en Europa se utiliza para la agricultura, el 23 % para la industria, el 18 % para uso urbano y el 18 % para la producción de energía. La AEMA (2005) estima que la agricultura consume el 32 %, la generación de electricidad el 31 %, la industria el 13 % y el consumo doméstico el 24 %. Sin embargo, todos los datos apuntan a que el desglose del consumo de agua entre los diversos sectores económicos varía considerablemente de una región a otra, dependiendo de las condiciones naturales y económicas y de las estructuras demográficas. Por ejemplo en Francia (64 %), Alemania (64 %) y los Países Bajos (55 %), la mayor parte del agua extraída se utiliza para producir electricidad (PNUMA, 2004). En Grecia (83–88 %), España (72 %) y Portugal (60 %), el agua se utiliza fundamentalmente para el riego. En los países del norte de Europa como Finlandia y Suecia, solo una pequeña cantidad de agua se utiliza en la agricultura. Sin embargo, la fabricación de celulosa y papel, procesos ambos que consumen mucha agua, es allí una importante actividad industrial y el agua es utilizada principalmente para ese fin (66 % y 28 % del total extraído, respectivamente). A la hora de examinar las tendencias recientes y las posibles previsiones acerca del agua en Europa, se deben tener en cuenta estas disparidades en el uso del agua. A este respecto podemos decir que los volúmenes brutos de extracción de agua han venido disminuyendo desde principios de los noventa, una tendencia que debería de continuar, con previsiones de la AEMA que indican una reducción en las captaciones de cerca del 11 % entre 2000 y 2030, hasta alcanzar unos 275 kilómetros cúbicos al año (figura 4). El sector que experimentará una mayor reducción parece ser el eléctrico. 5 Figura 4. Extracción de agua en Europa (AEMA‐31, sin datos de Islandia) (AEMA, 2005). Los países del sur de Europa representan el 74 % de la superficie total de regadío en Europa. Se espera que este porcentaje aumente como consecuencia de la expansión de los regadíos en ciertos países. En los antiguos PC de Centroeuropa, los cambios en la estructura económica y en la propiedad de la tierra, y el consiguiente colapso de la producción agrícola, con sus sistemas de irrigación y drenaje a gran escala, han sido los principales impulsores de las transformaciones que ha experimentado la agricultura en los últimos 10 años. La demanda industrial de agua se produce especialmente en las zonas urbanas muy pobladas, puesto que es donde las industrias se instalan 6 habitualmente. La cantidad de agua utilizada por la industria y la proporción de la extracción total que ello representa varían considerablemente entre los países. Las extracciones con fines industriales han ido disminuyendo en Europa desde 1980. El uso urbano del agua en los países nórdicos es más alto que en Europa central, variando entre 104 m3 por habitante y año en Suecia a 310 m3 por habitante y año en Islandia. Algunos estudios sugieren que este consumo elevado está relacionado con la higiene personal y el uso de lavavajillas. En Europa central, las cifras varían entre 68 m3/hab/año en Alemania a 147, 122 y 106 m3/hab/año en Suiza, Irlanda y el Reino Unido, respectivamente (AEMA, 1999). Estas variaciones reflejan, además de los diferentes estilos de vida, las diferentes estructuras de los sistemas de abastecimiento de agua y las medidas de ahorro de agua aplicadas. Los antiguos PC del norte de Europa utilizan el 21 % del agua extraída para fines urbanos, lo que representa el 54 % de sus usos consuntivos. Bulgaria, Rumanía y Eslovenia, con 136, 110 y 110 m3/hab/año respectivamente, son los países con un mayor consumo urbano per cápita. La magnitud de estas cifras en el caso de Rumanía y Bulgaria se explica probablemente por el número de averías en las redes de abastecimiento, la falta de mediciones adecuadas, las pérdidas y el desperdicio de agua. Poco a poco se están llevando a cabo las reformas estructurales necesarias. La proporción del agua extraída que se dedica a usos urbanos en el sur de Europa es aproximadamente del 16 %, lo que supone el 21 % de los usos consuntivos, la más baja de Europa junto con la de los antiguos PC del sur. Figura 5. Consumo doméstico en Europa (AEMA, 2003). El consumo per cápita relativamente alto en los países del Mediterráneo, cerca de 120 m3/hab/año en 2001, refleja la calidez del clima (que aumenta el consumo de agua para las duchas, los jardines y los servicios públicos). Estas cifras también reflejan estilos de vida y una cultura del uso del agua muy arraigados que conllevan un gran consumo, y cuyo origen se encuentra en los baños de la antigua Grecia, del Imperio Romano, etc. Los antiguos PC del sur de Europa utilizan el 11 % del agua extraída para fines urbanos, lo que representa el mismo porcentaje de sus usos consuntivos. El uso urbano a partir de los recursos de agua dulce ha disminuido drásticamente en los últimos dos años. Actualmente, las desaladoras abastecen a las principales ciudades y zonas turísticas del litoral, para evitar que la población sufra escasez de agua y cortes del suministro. USO DEL AGUA Y CAMBIO CLIMÁTICO La AEMA (2005), así como otros estudios más recientes, ponen en evidencia cambios sustanciales en los patrones de precipitación en Europa, posiblemente relacionados con el cambio climático. En algunos países del norte se ha producido un notable incremento en las precipitaciones en las últimas décadas, sobre todo en invierno, mientras que se observa una disminución de las precipitaciones en el sur y el centro de Europa, especialmente en verano. Si estas tendencias continúan, ciertas regiones del sur de Europa corren el peligro de sufrir crisis de escasez de agua (figura 6). Las lluvias adicionales que experimentan algunas zonas del norte de Europa pueden aumentar el caudal de los ríos. En 2030, la disponibilidad de agua podría haber aumentado en un 10 % o más en gran parte de Escandinavia y en numerosas regiones del Reino Unido. En esa misma fecha, en el sur de Europa, la reducción de las precipitaciones combinada con el aumento de la evaporación podría causar una reducción de la escorrentía del 10 % o más en muchas cuencas hidrográficas de Grecia, sur de Italia y España, y parte de Turquía. En el sur de Europa, esta disminución de los recursos se vería agravada por el gran aumento de la demanda, en particular por parte de los agricultores, que necesitarían más agua para regar sus cultivos. Se prevé que el estrés hídrico que viven muchas cuencas en esta parte de Europa siga aumentando (figura 6). Figura 6. Disponibilidad actual de agua y previsión de cambios para 2030 (AEMA, 2005). Como ejemplos característicos se pueden citar las cuencas del Guadalquivir y del Guadiana en España y en Portugal. Las sequías que vivieron la Península Ibérica en la primavera‐verano de 2005 y Grecia en 2006–2007 ponen de relieve la gravedad de la situación general. En los ríos transnacionales, las 7 exigencias que supone el acceso compartido a los recursos añaden complejidad a la situación. Por ejemplo, en 2005, el caudal de algunos ríos en Portugal se vio muy reducido, afectando de manera significativa a la generación de energía hidroeléctrica, la disponibilidad de agua para el riego e incluso para el consumo humano. Si consideramos el conjunto del continente, es probable que las regiones del norte de Europa tendrán un mayor riesgo de inundación, mientras que las del sur sufrirán con más frecuencia períodos de sequía, puesto que la energía extra que se incorpora al sistema climático aumenta la probabilidad de aparición de fenómenos extremos, no sólo sequías y olas de calor, sino también fuertes tormentas y crecidas, como las que se han producido en Europa en los últimos años. CONCLUSIONES Si resumimos, desde el punto de vista del desarrollo sostenible, las principales preocupaciones y conflictos asociados con la utilización de los recursos hídricos en Europa y, por extensión, en zonas similares, podemos destacar algunas crisis y problemas relacionados entre sí que se integran en el análisis más profundo realizado por Vlachos y Braga (2001): 1) Una crisis de la demanda y del abastecimiento de agua que presenta sobre todo una dimensión ingenieril. Esta dimensión incluye el desafío de reducir el consumo de agua al mismo tiempo que se aumenta la capacidad de abastecimiento. 2) Un deterioro de la calidad del agua que supone una crisis desde el punto de vista ecológico. Las cuestiones más acuciantes son la falta de recursos suficientes de agua potable en el sitio y momento necesarios, el deterioro y la contaminación de las aguas subterráneas, y la interferencia que supone en los ciclos naturales el desarrollo de sistemas de gestión de los recursos hídricos. 3) Una crisis organizativa que se traduce en cuestiones relacionadas con la gestión. Se debe prestar gran atención a cómo se combinan el personal, las instalaciones y los procesos apropiados, el fomento de niveles y pautas de uso más razonables, así como las orientaciones jurídicas y administrativas (creación de capacidad). 4) Una crisis de información y de datos, relacionada con su validez, fiabilidad, disponibilidad y comparabilidad, así como 8 con la combinación de datos y análisis, la modelización y la construcción de sistemas de apoyo a las decisiones. En este contexto, todos los factores pertinentes estudiados apuntan hacia la necesidad de elaborar sistemas de planificación y gestión de los recursos hídricos para cada zona, basándose en criterios de oportunidad, de previsión de las contingencias y de anticipación, en vez de esperar hasta que se produzcan situaciones aún más graves de escasez de agua, contaminación y erosión de las tierras. REFERENCIAS Aquastat, 2003. Review of world water resources by country. FAO, Rome. EC, 2002. 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_report_2003_10/Chapter8 EEA, 2005. The European Environment:. State and Outlook 2005. European Environmental Agency, Copenhagen JMP, 2003. Joint Monitoring Programme (WHO and UNICEF) for water supply and sanitation: The Global Water Supply and Sanitation Assessment 2000 Karavitis, C. A. 1999. Decision Support Systems for Drought Management Strategies in Metropolitan Athen, Water International ,Vol. 24, No. 1, pp. 10‐21. Karavitis, C. A. and P. Kerkides, 2002. Estimation of the Water Resources Potential in the Island System of the Aegean Archipelago, Greece, Water International, Vol. 27, No. 21, pp. 243‐254. OECD, 2002. Environmental Data : Compendium 2002, Inland Waters; OECD Environment Directorate, Working Group on Environment Information and Outlooks. UNEP, 2004. Freshwater in Europe ‐ Facts, figures and maps. UNEP/DEWA‐Europe, Switzerland. Vlachos, E.C. and B. Braga, 2001. The challenge of Urban Water Management. In: Frontiers in Urban Water Management: Deadlock or Hope. C. Makcimovic and G.A. Tejada‐Juibert, Eds. IWA Publishing, London, UK 
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