Alegría frente a lo desconocido por Bel Cesar - [email protected] Traducido por Melissa Park - [email protected] Recientemente viajé a un lugar donde nunca había estado. Que sorpresa al notar el poder que lo desconocido opera sobre nuestra mente para generar alegría! Fueron días de descubrimientos y mucha curiosidad: estaba relajada y dinámica al mismo tiempo! Con el pasar de los días, observé que este sentimiento de bienestar continuó en mi mente mientras me mantuve atenta apenas al momento presente. Sin pensar en los detalles de la rutina de mi vida, estaba libre del pasado y del futuro! Vacaciones! Ahora, de regreso a lo cotidiano, a pesar de concientemente querer preservar este estado libre-leve-ysuelto, sentí la energía de la alegría frente a lo nuevo desvanecerse... Una señal de alerta sonó en mi mente: “Peligro a la vista: no deje que las presiones externas se lleven su alegría de vivir!”. En tanto, la fuerza de los padrones antiguos invadió mi mente sin pedir licencia: me sentí, cuando comencé a lidiar con las tareas inquieta abandonadas hace un mes y presionada por presa al pasado incompletas el futuro cuando reconocí cuanto trabajo está por venir! Pasé entonces, a sentir y observar que esta ansiedad, hecha de pensamientos sutiles que vienen y van, estaba llevando de mí la calma de la mente espontánea y relajada conquistada en las vacaciones. Hasta el momento en que, como un insight liberador, la cuestión-clave vino a mí: “Como mantener el estado de alegría interna delante de la presión cotidiana”? Encontré una respuesta cuando me pregunté a mí misma: “quién siente la alegría?”, y luego me respondí: “el lado de mi mente que sabe jugar”. Ese era el punto: el secreto para mantener el estado de alegría interna está en la conexión con nuestra criatura divina interior: la capacidad innata de reír y sentir placer. Interiormente, evoqué mi criatura divina, pidiéndole a ella que no me abandonase frente a la vida tensa de la ciudad! Enseguida, trayendo inspiración hasta para escribir atrevidamente, ella retomó el texto... Todos nosotros tenemos una porción del arquetipo de la criatura divina en nuestro interior. Cuando nos conectamos con ella generamos automáticamente inspiración y coraje para lidiar con lo desconocido, pues ella contiene la inocencia y flexibilidad necesaria para no resistirnos al futuro. Si quedamos al servicio de nuestros deberes y obligaciones, desconectados de nuestra criatura divina, nos tornaremos rígidos y sin gracia. Por eso, precisamos siempre llevar en consideración la necesidad de reposar y literalmente jugar para activar la criatura divina que nos despierta la alegría y el buen humor. “Podríamos decir que la criatura interior es nuestro cerebro derecho – intuición, imaginación, entusiasmo – que vive en el presente, que siente las cosas, mientras que el adulto es nuestro cerebro izquierdo, que aprendió a raciocinar lógicamente, a acumular saber, que piensa y actúa.” esclarece Paule Salomon en La Sagrada locura de los matrimonios (Ed. Cultrix). Infelizmente, aprendemos a ser adultos aún siendo criaturas: nos enseñan a pensar, en vez de sentir. Ahora, para que nos tornemos adultos-saludables, tendremos que hacer lo contrario: sentir nuestros pensamientos. Si no caeremos fácilmente en las exigencias que interiorizamos cuando criaturas al no considerar nuestros sentimientos como algo de valor. Es importante resaltar que la criatura divina se distingue de la criatura-herida que también nutrimos en nuestro interior. Todos nosotros tenemos un quantum de energía bloqueada debido a la memoria de vivencias donde fuimos descuidados, abusados, humillados y criticados cuando criaturas. Esta porción de criatura herida nos hace exigencias muy intensas, pues ella no sabe si es seguro relajarse delante de los constantes cambios de la vida. La criatura-herida surge cuando dudamos de nuestra capacidad de ser feliz. Por ejemplo, observe la frecuencia con que creamos un problema “de la nada” cuando estamos delante de momentos felices... Aquí vale hasta engriparse en el día de su casamiento... Tenemos muy poco acceso a nuestra criatura divina por no valorizar nuestros sentimientos como auténticos y significativos. Si escuchamos nuestros miedos, ellos no precisarán ser expresados por medio de somatizaciones u olvidos. Paule Salomon profundiza esta cuestión en su libro La Sagrada locura de los matrimonios (A Sagrada loucura dos casais): “La resistencia a los cambios viene del hecho de que el adulto intenta actuar como si estuviese solo dentro de nosotros, sin tener en cuenta a la criatura interior, sin informarla, sin educarla. La mayoría de nosotros recibió una educación de adulto dominador delante de una criatura dominada. Interiorizamos esa relación y repetimos ese enredo en nuestro teatro íntimo. En cuanto las relaciones de dominación prevalecen sobre las relaciones de protección, estamos en una situación de dureza, de fuerza. No tenemos confianza en nosotros. El adulto en nosotros está en una situación aparentemente paradójica, pues, por un lado, él preserva la criatura y, por otro lado, él precisa aprender a no cerrarse, por el contrario, abrirse siempre cada vez más a las sensaciones de la criatura, inclusive la vulnerabilidad. Su tentación es siempre camuflar ese aspecto por juzgarse invulnerable”. Pema Chödrön nos alerta: “Lo más doloroso es que, cuando desaprobamos, estamos practicando la desaprobación. Cuando somos severos, estamos reforzando la severidad. Cuanto más lo hacemos, más fuertes se tornan esos aspectos. Es muy triste ver como nos convertimos en especialistas en causar mal a nosotros mismos y a los otros. El truco está en encarar todo lo que surge con curiosidad, sin hacer de eso algo muy importante. En vez de luchar contra la fuerza da confusión, podemos ir al encuentro de ella y relajarnos. Cuando actuamos así, gradualmente descubrimos que la claridad está siempre allí”. (Cuando todo se desbarata.” Quando tudo se desfaz”. Ed. Gryphus). La próxima vez que usted reconozca su criatura-herida evoque inmediatamente su criatura divina para que le haga compañía. Comience por jugar con usted mismo: con el agua de su baño o dibujando “tonterías” en su agenda. Y por fin, afírmese a sí mismo algo que le gustaría haber escuchado, pero nunca le fue dicho! Repetir interiormente mensajes positivos repetidas veces es una excelente manera de nutrirnos emocionalmente. Vale la pena probar: escriba algo que usted quiera decirle a su criatura-herida y déjelo a la vista para que usted pueda leerlo varias veces durante el día e intente observar lo que sucede. Pues cuanto mayor fuera el contacto con nuestro mundo interno, mayores serán las chances de que ocurran sincronicidades positivas en nuestra vida. La vida fluye a nuestro favor cuando dejamos de luchar contra nosotros mismos!