Características de los niños de 0 a 6 años de

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Características de los niños de 0 a
6 años de edad
Fuente: Diplomado Virtual en
Familia de la Universidad de la
Sabana. Instituto de Familia.
1. Características del desarrollo de cero a seis años
1.1. Áreas de desarrollo
a. Área físico - motora
Cuando se habla de área físico-motora, necesariamente se hace referencia a los
cambios en estatura, peso, desarrollo del cerebro, capacidad sensorial y
habilidades motrices que se van modificando con el tiempo y que ejercen una
influencia importante tanto en la personalidad como en el intelecto. La mayor parte
del conocimiento infantil acerca de lo que es el mundo llega al niño a través de los
sentidos y de su actividad motriz. Consecuentemente, en la infancia, el desarrollo
físico y mental actúa en absoluta armonía.
b. Área intelectual
El comportamiento inteligente hace referencia a la capacidad que tiene el niño
pequeño de adaptarse a su ambiente y de resolver los pequeños problemas que
se le presentan. Su desarrollo mental se va dando a través de una serie de etapas
que implican un progreso gradual y continuo del niño que, al comienzo, se
circunscribe al ámbito de las sensaciones y de los movimientos para llegar,
posteriormente a la adquisición y al uso de conocimientos.
c. Área del lenguaje
El desarrollo del lenguaje tiene que ver, muy directamente, con el estado de
madurez mental del niño, ya que es a través de esta madurez que el infante puede
exteriorizar su desarrollo mental y sus sentimientos.
El lenguaje comienza a formarse desde el nacimiento mediante una comunicación
preverbal que luego irá adquiriendo las características de un lenguaje verbal.
d. Área social y de la personalidad
El mundo social del niño menor de seis años gira en torno a la familia. Es evidente
que la conducta y las actitudes de los padres, así como otras experiencias
ambientales del infante, influyen en el desarrollo de la personalidad. Sin embargo
el niño también posee formas características de interactuar que le son propias y
que determinaran en gran medida su carácter. Esto se entiende claramente
cuando se observa que unos niños pequeños son más activos que otros, o más
regulares en sus patrones de sueño, o más atentos, etc.
Cada niño es un ser único e irrepetible digno
de ser amado y capaz de amar
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1.2. De los cero a los dos años
a. Desarrollo físico - motor
Los primeros dos años de vida constituyen el período más rápido de crecimiento
físico.
En los primeros cuatro meses de vida, el peso del niño se duplica y al final del
primer año se habrá triplicado. En el segundo año, el aumento proporcional de
peso es menor debido al incremento de actividad y al desgaste de energía que
implican el caminar y el correr. Durante los primeros cuatro meses, respecto de su
medida al nacer, el niño crece un 20% más, lo cual contrasta con el 100% de
aumento en su peso corporal.
En el crecimiento del niño inciden:
Factores genéticos. Estos factores son los que se transmiten a través de los
genes y tienen que ver con la herencia y el sexo.
Factores neuroendocrinos. En determinados lugares del organismo se
producen sustancias químicas, denominadas hormonas, que favorecen el
crecimiento. La más importante es precisamente, la hormona del crecimiento (S+H
o GH), producida por la hipófisis.
La alimentación. La lactancia materna y una dieta rica en nutrientes adecuados
proporcionan un sano crecimiento. Los niños desnutridos presentan tallas y pesos
bajos.
Problemas de salud. Las enfermedades agudas febriles activan el cartílago de
crecimiento; en cambio, los procesos crónicos y graves lo disminuyen. En cuanto
al desarrollo motor, a los bebés no se les tiene que enseñar las destrezas motrices
básicas como gatear, caminar y agarrar. Solamente necesitan espacio para
moverse pues tan pronto el sistema nervioso central, el muscular y el óseo están
suficientemente maduros, los bebés sorprenden a los adultos con sus habilidades.
Sin embargo, no se puede desconocer la influencia del ambiente en el normal
crecimiento de los niños. Una atención que sea deficiente en nutrición, cuidados
de salud y libertad física puede retrasar, en forma significativa, su desarrollo.
Los cuidados y las atenciones del niño pequeño se reflejan en la salud y alegría de
la familia
b. Desarrollo intelectual
“El período que va del nacimiento a la adquisición del lenguaje está marcado por
un desarrollo mental extraordinario, se ignora a veces su importancia, ya que no
va acompañado de palabras que permitan seguir, paso a paso, el progreso de la
inteligencia y de los sentimientos como ocurrirá mas tarde”.
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En el momento del nacimiento, la vida mental se reduce a reflejos, es decir, a
coordinaciones sensoriales y motoras dadas de forma hereditaria. Hay quienes no
le dan importancia a los reflejos, pero se ha comprobado que si algunos o varios
de los reflejos del recién nacido no están presentes desde su nacimiento, ya se
comienza a sospechar la existencia de un grave daño cerebral.
En los primeros meses la vida del niño consiste en desarrollar y coordinar sus
acciones en esquemas sensorio motores. Por ejemplo, un niño recién nacido
presenta el reflejo de succión, el cual empleará instintivamente para mamar. Sin
embargo, esta conducta, poco a poco, se irá perfeccionando y generalizando
hasta llegar a coordinar el movimiento de los brazos para chuparse el dedo.
El recién nacido no sabe que él y el mundo están separados. A medida que se va
efectuando el desarrollo intelectual, se establecen barreras entre el yo y los
sujetos circundantes.
Durante los primeros dieciocho meses, existe una inteligencia práctica que Piaget
denomina “sensorio motora” ya que el niño, por falta de lenguaje y capacidad de
representación mental, llega a la solución de problemas apoyándose
exclusivamente en percepciones y movimientos. Por ejemplo, si se observa
a un niño de doce meses tratando de sacar por entre los barrotes de su cama un
juguete, lo jalará y jalará hasta que finalmente éste salga pero no se le ocurrirá
imaginarse una acción diferente para extraerlo.
Al finalizar el período sensorio motor (0 - 2 años), aparecerá una función
fundamental para la evolución de las conductas anteriores que consiste en poder
representar algo.
Cada una de las acciones de los bebés tiene un objetivo en el desarrollo de su
inteligencia.
c. Desarrollo del lenguaje
El desarrollo del lenguaje es inseparable del estado de madurez del niño y
comienza a formarse a partir del nacimiento.
Desde muy pequeño, el bebé es capaz de comunicarse con su medio, no con un
lenguaje estructurado pero sí a través del llanto. La madre al oír llorar a su hijo
puede identificar en su llanto qué es lo que desea. Al comienzo, es posible que se
equivoque pero, poco a poco, irá descubriendo cuándo su hijo llora por hambre,
por frío, por sueño, por cambiar de posición, por dolor, etc.
Posteriormente, (tres meses), comienza a aparecer el balbuceo, como una forma
de ejercicio fonatorio, con el cual el niño no tiene la intención de comunicarse. Sin
embargo lo hace ya que el adulto reacciona siempre en forma positiva a los
sonidos guturales del bebé y se los suele reforzar con entusiasmo y alegría. Esta
acción del adulto contribuye a la aparición, a los seis meses de vida, del silabeo: el
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pequeño comienza a pronunciar algunas sílabas que, particularmente, irá
asociando con algo concreto. Por ejemplo, ma-má, pa-pá, ne-né, te-té.
A los doce meses, aunque el niño pronuncia muy pocas palabras puede
comprender el significado de muchas e identifica claramente la carga afectiva con
que el adulto se comunica con él. La comprensión del “no” es fundamental en esta
edad.
A partir de los dos primeros años de vida comienza a aparecer el lenguaje
propiamente dicho. A esta edad el niño maneja un vocabulario de más o menos
cincuenta palabras y comprende todavía más.
El llanto, la risa, los gestos y los movimientos
del bebé hacen parte de su lenguaje preverbal
d. Desarrollo social y de la personalidad
La familia es el centro del mundo social del niño menor de seis años. No obstante,
desde muy temprana edad se pueden encontrar bebés y niños pequeños que se
muestran interesados por relacionarse no sólo con su mamá y sus familiares más
próximos sino también con otros niños o adultos.
De los seis meses hasta más o menos el año los bebés sonríen a los adultos
cuando se les acercan, les hablan o les juegan y también se emocionan cuando
comparten un espacio con otro bebé. Sin embargo, este tipo de conducta no está
presente en todos. Se ha visto cómo algunos aspectos de la sociabilidad, como la
disposición para aceptar a gente nueva, la adaptabilidad al cambio o el carácter
habitual de un bebé parecen ser heredados y son rasgos bastante estables del
temperamento. En los bebés también influyen las actitudes de la gente a su
alrededor. Los infantes sociables posiblemente tengan madres sociables.
“Los niños que pasan más tiempo desde la infancia con otros bebés parecen
socializarse en edades más tempranas. A medida que los niños dejan la infancia y
la niñez, exploran más el mundo fuera del hogar, las destrezas sociales se vuelven
más importantes”.
La madurez afectiva es fruto de un largo proceso que empieza desde antes del
nacimiento y no para nunca. Muchos autores coinciden en decir que los primeros
años de vida son la base para la futura personalidad, y por lo tanto lo son también
para la futura afectividad madura. En los dos primeros años de vida del niño, éste
debe realizar tareas que le serán fundamentales para la formación de una
personalidad sana y armónica. Dichas tareas son el desarrollo de la confianza y el
desarrollo de la autonomía.
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En el primer año de vida el niño debe haber alcanzado una confianza
representada de manera especial por la mamá o por quien la sustituya, pues es
con ella que el niño se relaciona casi exclusivamente para satisfacer sus
necesidades básicas de alimentación, bienestar, afecto, sueño, etc.
En esta primera etapa, el aspecto más positivo está en el hecho de que el niño va
interiorizando, a nivel inconsciente, experiencias de afecto y bienestar que son
muy importantes para el futuro desarrollo de la afectividad. El niño corresponde
con expresiones de placer y satisfacción a los padres los cuales se
sienten con ello estimulados a darle más afecto. Esto no significa que el niño
manifieste, conscientemente, amor a sus padres ya que todavía está muy
encerrado en su egocentrismo el cual irá cediendo con la edad y si el ambiente le
proporciona estímulos adecuados de aceptación.
E. Erikson explica como, paso a paso, el niño va asociando el bienestar interior
que experimenta con la persona que se lo proporciona y que le es familiar (mamá
o papá). Es decir, va haciéndose a la idea de que no debe temer pues hay quien
se preocupa por él.
La segunda tarea que también encuentra sus bases en esta primera etapa de la
vida es la autonomía.
Al comienzo, el bebé no distingue su yo del de su madre pero, poco a poco, va
descubriendo y construyendo su propia individualidad como ser separado de la
madre. Esto lo va logrando a través de la adquisición de habilidades que lo hacen
más autónomo e independiente.
Si el niño tiene la oportunidad de experimentarse activo y autónomo frente a las
pequeñas dificultades y en estas experiencias es aceptado y estimado, entonces
es cuando emprende el camino hacia la autoafirmación y hacia una estructuración
válida de la propia identidad. De lo contrario, si los padres lo frenan y lo cohíben
en su esfuerzo de emancipación va desarrollando un sentido de vergüenza y
duda, pues, inconscientemente, tendrá la impresión de que todo lo está haciendo
mal. La conquista de la propia autonomía pasa por momentos difíciles entre los
cuales está la crisis de los dos años, llamada también “edad del no” y surge
cuando el niño empieza a oponerse a muchas cosas, en particular a las peticiones
de los adultos. Dicha oposición no hay que interpretarla como rebeldía sino como
un aspecto normal dentro del proceso evolutivo del niño que afianza su
autonomía.
Las manifestaciones de afecto y cariño que se le brinden al bebé lo harán crecer
seguro de sí mismo
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1.3. De los dos a los cuatro años
a. Desarrollo físico motor
A los dos años el promedio de altura es, aproximadamente, de 85 cms. y crecerá
alrededor de 15 cms. entre los dos y los cuatro años. El peso promedio es de 12
kg y aumentará aproximadamente entre 2 y 3 kg.
El poder caminar y correr es característico del niño de dos años. El desarrollo
motor consistirá en el perfeccionamiento de destrezas de movilidad y de
coordinación motora fina.
En cuanto al desarrollo motor, que incluye destrezas de coordinación gruesa, se
tienen los siguientes logros:
A los dos años:





Tiran pequeñas bolas a una distancia de 40 o 50 cms.
Efectúan saltos de despegue, con los dos pies.
Caminan hacia adelante, al lado y hacia atrás.
Suben escaleras.
Corren.
A los tres años:







Parados en un pie, se sostienen dos o tres pasos.
Saltan desde el piso con los dos pies.
Caminan cortas distancias sobre un balancín.
Tiran una bola pequeña a 100 cms.
Montan en triciclo (el 63%).
Saltan bien (el 42%).
Suben y bajan escaleras, alternando los pasos.
A los cuatro años:





Bajan escaleras en un pie, con ayuda.
Montan en triciclo (100%).
Saltan en un pie.
Brincan hábilmente.
Suben eficientemente (60%).
En cuanto al desarrollo motor, que incluye destrezas de coordinación fina,
tenemos, entre otros, logros como garabatear, rasgar, pegar, abotonarse, vestirse
y utilizar cubiertos.
El niño conoce el mundo a través de sus movimientos. Por lo tanto, necesita de un
espacio apropiado.
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b. Desarrollo intelectual
Piaget denomina a la etapa que va de los dos a los cuatro años como la “fase
preconceptual”. En ella, la vida del niño es de permanente investigación, explora
su ambiente y las posibilidades de actividad en él.
Cuando un niño en esta fase no puede comprender una realidad, la asimila a su
fantasía. El juego ocupa la mayoría de sus horas y es el instrumento primario para
su progreso intelectual. El dibujo es una conducta intermedia entre el juego y la
imagen mental lo cual significa una gran ayuda para conocer las imágenes
mentales de los niños.
Otra conducta propia de esta edad es la imitación diferida, la cual se inicia cuando
el niño ha adquirido una capacidad suficiente en dominio de la imitación, haciendo
que ésta se produzca en ausencia del objeto. Es usual ver como la niña imita
acciones de su madre cuando ésta no está presente. Por ejemplo, la niña se
coloca una toalla en la cabeza y unas pantuflas exactamente igual a como lo hace
su mamá y juega a maquillarse como ella.
Otra característica del pensamiento preconceptual es el animismo o creencia de
que los objetos poseen vida y sentimientos. Por ejemplo, el niño sale corriendo de
su cuarto y se tropieza con la cama, inmediatamente se pone a darle patadas
diciendo “¡mala cama, por qué me pegó!”
El artificialismo o creencia de que todas las cosas han sido creadas por el hombre
es propio de esta edad y hace que el niño crea en que sus padres son capaces de
protegerlos de cualquier cosa mala.
El mundo del niño esta lleno de imaginación y fantasía que le permiten desear
todo lo bueno que hay en el.
c. El desarrollo del lenguaje
El niño de dos años ya ha superado la etapa del lenguaje preverbal y su lenguaje
verbal es muy parecido al del adulto.
La aparición del lenguaje se manifiesta con ciertas conductas específicas como
son el empleo de la “holofrase” que consiste en la utilización de una misma
palabra para nominar objetos similares. Por ejemplo, en esta edad el niño
generaliza la palabra “perro” a todo animal de cuatro patas.
Aparece luego un rudimento del lenguaje interior que es la imitación diferida en
donde el niño repite palabras de objetos en ausencia de éstos.
Más tarde se presenta el “soliloquio o monólogo” en donde el niño produce
verbalmente para él ciertas escenas modificándolas a su antojo y sirviéndose de la
palabra para auxiliar la acción inmediata.
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A los tres años, la comprensión de los conceptos sigue siendo mayor que la
capacidad que tiene de expresión.
Muchos padres suelen preocuparse a esta edad porque su niño habla poco. Esto
no significa, necesariamente un retardo en el lenguaje, siempre y cuando el niño
comprenda el significado de las palabras e instrucciones que se le den. Por
ejemplo, si usted le dice al niño... “ve Juanito y me traes el libro que dejé encima
de mi cama...”, si el niño va y se lo trae, quédese tranquilo que ya aprenderá más
adelante a repetir la orden; lo importante en esta edad es que la comprenda.
A los tres años y medio el niño ya diferencia en sus frases el sujeto, el verbo y el
predicado; como el niño ya se distingue de los otros aparece el “yo”, “tú”, “él”,
“éste”, “aquí” y “allí”.
Así como el juego, el lenguaje es vehículo de desarrollo y la falta de éste deja al
niño en su mundo interior, tornándolo menos sensible al medio
d. Desarrollo social y de la personalidad
A partir de los dos años el mundo del niño deja de ser tan egocéntrico y se abre a
los demás.
Al llegar a los tres años el niño debe haber aprendido a reconocer a la mamá
como ser autónomo y a vivir separado de ella sin traumatismos. A su vez, pasada
la “crisis del no” el niño empieza a darse cuenta de que el mundo externo (papás)
es una realidad con la que hay que contar y que, por tanto, no es posible actuar
siempre según sus propios gustos y deseos.
Los padres que prevén todo deseo del niño y satisfacen todo capricho harán que
el desarrolle la convicción interior de que todos los que viven a su alrededor tienen
que estar a su servicio. Sin embargo, cuando el niño se enfrente a la realidad
(escuela, amigos, etc.) se dará cuenta de que los demás no sólo no estarán
dispuestos a satisfacer sus deseos y caprichos sino que lo rechazarán y lo
aislarán.
El principio de reciprocidad que consiste en la capacidad que va desarrollando el
niño de corresponder al afecto recibido es fundamental en esta etapa. Son los
padres quienes, a través del agradecimiento de las pequeñas demostraciones de
afecto del niño, hacen que éste sienta mucho agrado por corresponder.
El niño necesita de las relaciones con otros niños o adultos para poder compartir
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1.4. De los cuatro a los seis años
a. Desarrollo físico - motor
Entre los dos y los seis años los niños pierden su redondez y toman una
apariencia más delgada y atlética.
El estómago típico de los tres años se reduce y el tronco, los brazos y las piernas
se alargan. La cabeza es todavía grande pero las otras partes del cuerpo van
alcanzando el tamaño apropiado. Los cartílagos se vuelven huesos más
rápidamente y los huesos se endurecen dando a los niños una forma más firme y
mayor protección a los órganos internos. Estos cambios les permiten desarrollar
muchas destrezas motrices de los músculos largos y cortos.
A los cuatro años:
El promedio de altura de los cuatro años es de 100 cms. y el niño crecerá cerca de
15 cms. entre los cuatro y los seis años.
El peso promedio es de 15 kg. y hacia los seis años pesará de dos a tres
kilogramos más.
En cuanto al desarrollo motor, que incluye destrezas de coordinación gruesa, se
tienen los siguientes logros:
A los cinco años:





Saltan alternando los dos pies.
Se sostienen en un pie, durante ocho a diez saltos.
Tiran una bola por lo alto (74%)
Saltan, amplia y hábilmente
Agarran una bola mediana.
A los seis años:
 Montan bicicleta.
 Saltan ágilmente (92%)
 Lanzan una bola hábilmente.
En cuanto al desarrollo motor, que incluye destrezas de coordinación fina, se
observa un perfeccionamiento de las adquiridas en la etapa anterior. Además,
manejan las tijeras, ensartan y dibujan representando objetos. Generalmente, la
primera representación artística de objetos es una persona; el niño de cuatro años
dibuja la cara con un círculo, colocando puntos que representan las facciones.
Hacía los cinco o seis años dibuja edificios, aviones, carros y otras figuras.
Los ejercicios de motricidad fina, le permiten
al niño iniciarse en la escritura
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b. Desarrollo intelectual
En la etapa que va de los cuatro a los seis años, la capacidad de representar una
cosa por medio de otra va aumentando, sobre todo a medida que se desarrolla el
lenguaje. Como esto lo hace lentamente, el pensamiento del niño sigue ligado a
sus acciones; es mucho más difícil para él reproducir verbalmente una acción que
llevarla a cabo a nivel conductual.
Por otro lado el pensamiento, en esta etapa, sigue siendo concreto, es decir, poco
abstracto. El niño recorta en su mente un suceso de la realidad y lo hace de una
manera egocéntrica ya que es incapaz de ponerse en el punto de vista del otro. El
conocimiento que tiene el niño del mundo se limita a lo que percibe él y esta visión
limitada de las cosas, lo lleva al supuesto que todos piensan como él y lo
comprenden sin que él deba esforzarse por expresar sus sentimientos.
Según Piaget, de los cuatro a los siete años el niño está en la Fase Intuitiva. Con
el desarrollo del pensamiento intuitivo los intereses se multiplican y se diferencian.
Hay intereses por las palabras, por el dibujo, las imágenes, la música y ciertos
ejercicios físicos. Estos intereses se relacionan con los sentimientos de
autovaloración y los sentimientos de inferioridad. De acuerdo a esto es que el niño
se va formando un juicio sobre sí mismo.
Los intereses de los niños son diferentes a los de los adultos. La forma de
aprender del niño también es diferente a la del adulto
d. El desarrollo del lenguaje
A los cuatro años el monólogo adquiere mayor fluidez de tal manera que el niño
juega, habla y habla. Esto indica que el lenguaje interior ya está formado. Con el
monólogo colectivo cada niño habla para sí mismo, en voz alta, y no le importa lo
que esté diciendo el otro. Estos monólogos constituyen más de la tercera parte del
lenguaje espontáneo.
A los cinco años ya manejan, aproximadamente, 2.500 palabras y se desarrolla la
etapa del ¿por qué? y del ¿para qué? Es la época en la cual el niño pregunta
queriendo conocer a la vez la causa y la finalidad de las cosas.
A los seis años ya hay un buen manejo de las reglas gramaticales y el lenguaje
está perfectamente establecido. Es ahora y no antes el momento para comenzar a
utilizar el lenguaje escrito.
Los niños pequeños comprenden mucho más de lo que pueden expresar. Por ello
es tan importante no dejarle de hablar.
e. Desarrollo social y de la personalidad
Entre los cuatro y los cinco años el niño debe asumir nuevas metas y tareas que le
permitirán un mayor ajuste a su propia personita que está creciendo y al mundo
social que lo rodea. Dentro de dichas tareas tenemos:
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Espíritu de iniciativa: Se trata de la capacidad de iniciar una tarea, de la posibilidad
de utilizar creativamente las potencialidades o, simplemente, de la curiosidad de
explorar el ambiente por el placer de hacer algo, de sentirse activo y en
movimiento.
De los cuatro a los seis años, el niño está dotado de una supercarga de energía
que lo lleva a una incansable actividad y a salirse un poco de su entorno familiar,
comunicándose con personas nuevas y adquiriendo más independencia.
Identificación sexual y conocimientos morales: Otra tarea importante de
este período es la de alcanzar una buena identificación con las personas del
propio sexo, teniendo ideas claras de lo que significa ser hombre o ser mujer.
Aunque no hay casi diferencias, aparte de las fisiológicas entre niñas y niños
pequeños, la tarea del niño no es solamente la de descubrir que es un niño o una
niña sino la de aceptarse como tal, obteniendo así una sólida identidad sexual.
En la tarea de identificación es fundamental la imagen que estén dando papá y
mamá sobre sus roles y funciones ya que el niño tenderá a imitar a su padre y la
niña a la madre. De aquí la importancia para el niño de encontrar en sus padres
buenos modelos. Y no se trata únicamente de una imitación y asimilación del
comportamiento propio de su sexo, sino que también va interiorizando las normas
y prohibiciones paternas y descubriendo una serie de directrices que le permiten
ver lo que es deseable o indeseable, lo que conviene o lo que no.
Las diferencias entre el comportamiento del niño y de la niña no son muy notorias
pero ellos son capaces de descubrirlas y de adquirir una sana identificación
sexual.
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