EL PENSAMIENTO ECONÓMICO-SOCIAL DE RODRIGO FACIO1

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Rev. Ciencias Sociales 138: 41-52 / 2012 (IV)
ISSN: 0482-5276
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO-SOCIAL DE RODRIGO FACIO1
THE ECONOMIC AND SOCIAL THOUGHT OF RODRIGO FACIO
José Luis Vega Carballo *
2
RESUMEN
Este artículo recoge los aportes principales de esta señera figura del reformismo socialdemócrata de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, así como de aspectos sociopolíticos muy relevantes de su obra y su accionar, sobre todo dentro del ámbito político y
del desarrollo del pensamiento estratégico en materia económica y de planificación democrática. Asimismo, destaca la importancia de Facio como aportador, quizás pionero en
nuestro medio y más allá, en materia de lo que luego se llamó la teoría de la dependencia.
Al final, llama a retomar el camino abierto por Facio sobre la problemática de la independencia y el desarrollo nacionales, en momentos donde el avance del neoliberalismo parece
haber cerrado las rutas hacia ambos.
PALABRAS CLAVE: RODRIGO FACIO BRENES * PENSAMIENTO ECONÓMICO * PLANIFICACIÓN
SOCIAL * TEORÍA POLÍTICA * DESARROLLO INTEGRADO
ABSTRACT
This article includes the main contributions of this landmark figure of social reformism of
the forties and fifties of the last century, as well as very relevant sociopolitical aspects of
his work and his actions, especially in the political area and the development of strategic
thinking in economic and democratic planning. It emphasizes the importance of Facio as
contributor, perhaps a pioneer in our country and beyond, in terms of what would later be
called the theory of dependency. Finally, it calls to retake the lead of Facio on the problematic of national independence and development, in times where the advance of neoliberalism seems to have closed the routes to both.
KEYWORDS: RODRIGO FACIO BRENES * ECONOMIC THOUGHT * SOCIAL PLANNING * POLITIC
THEORY * INTEGRATED DEVELOPMENT
1
Texto de una exposición realizada el 7 de junio de 2011, en un acto conmemorativo organizado en el auditorio de la
Escuela de Estudios Generales por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Costa Rica (UCR) y familiares del exrector Facio, al cumplirse medio siglo de su fallecimiento.
*
Catedrático de Sociología de la Universidad de Costa Rica (UCR).
[email protected]
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José Luis Vega Carballo
I
Rodrigo Facio Brenes fue abogado y a la
vez un economista autodidacta, quizás el más
sobresaliente de su generación, un distinguido
profesor de doctrinas económicas y banquero público. No fue un político tradicional ni
profesional, pero su influencia intelectual en
la política a partir de 1940 y en la Asamblea
Constituyente de 1949, fue notable, imperecedera y lo perfiló como un visionario estadista
en quien muchos pensaron para ocupar la
presidencia de la República. Fue un pensador
económico que podríamos ubicar perfectamente en el terreno de la economía política
interesada por un lado, en las interacciones
entre la producción y la distribución como
fenómenos colectivos y por otro lado, el Estado, el poder político y el estilo de desarrollo.
No fue, por tanto, un economista tecnocrático
o un econometrista al estilo de la mayoría
de los actuales profesionales de esa disciplina. Al contrario de ellos, no se interesó por
copiar recetas, ni por seguir modas y recomendaciones de algún Organismo Financiero
Internacional (OFI) como sucede actualmente.
Tampoco le importó vender sus servicios como
consultor o asesor o bien, como abogado de
un prestigioso bufete, a los dueños del capital
nacional o foráneo ni por hacerles modelos,
cálculos financieros o balances contables con
los cuales pudieran afinar sus maquinarias de
extraer excedentes y acrecentar fortunas en la
ruleta de los mercados.
Fue un pensador muy original entregado a buscar un mejor destino para su pueblo,
que utilizó la teoría económica de su tiempo
sin apego a dogma alguno ni subordinación a
intereses privados. Se esmeró más por ser un
hombre público que un aséptico profesional.
Tampoco fue partidario de los extremismos.
Como verdadero libre-pensador evitó los dogmatismos, los rígidos y abstractos esquemas de
análisis de la modelística económica neoclásica,
mostrando además un especial eclecticismo
teórico-metodológico al tratar por años de conciliar liberalismo y socialismo desde posiciones intermedias y no extremas en uno u otro
sentido; lo cual le acerca, con su concepto de
“liberalismo constructivo” lanzado en 1941, a
la corriente contemporánea del “social-liberalismo” asumida por muchos socialdemócratas
y exmarxistas europeos de la nueva izquierda.
Facio no hizo teoría económica por
la teoría misma, sino que basándose en los
clásicos del liberalismo inglés, en Marx y
en autores heterodoxos como John Maynard
Keynes, trató por una parte, de aprovechar
lo mejor de los aportes de todas esas vertientes sin encerrarse nunca en ninguna y por
otra, de manejar conceptos y teorías “heurísticamente”, a saber, como herramientas
útiles de investigación de nuestra realidad
económico-social y política, y nada más. Lo
hizo, eso sí, con una visión integral, estructural e histórica que lo coloca entre los precursores de la teoría del desarrollo que en el
medio latinoamericano de la economía y las
ciencias sociales surgiría como gran tema del
momento en las décadas de 1950 y 1960.
Si aplicó la teoría de modo flexible y
creativo a la comprensión de nuestra realidad
nacional, no fue por mera ilustración ni para
sentar doctrina o dogma, sino para extraer
fórmulas creativas para su refundación sobre
bases de mayor bienestar y justicia social para
las grandes mayorías ciudadanas; de nuevo
procedió contrariamente a muchos de nuestros economistas neoliberales que se desvelan
solo por apoyar la gestión lucrativa de la clase
capitalista y de los inversionistas extranjeros,
así como por hacer formulaciones de política
económica y pública en función de sus estrechos intereses especulativos o bien, según las
prescripciones o “enlatados” de los OFIs.
En síntesis: Facio fue un pensador original que usó, pero no se dejó usar por la teoría
económica a modo de una camisa de fuerza
—tal como lo vemos hoy en muchos exponentes
del llamado “pensamiento único” de los OFIs,
promotores del neoliberalismo y el globalismo.
No se puso al servicio de ninguna ideología. La
teoría, que Facio bien dominaba, fue para él
un gran instrumento para comprender tanto
el estilo, los problemas y desafíos del desarrollo
de Costa Rica y de Latinoamérica en el sistemamundo, como para orientarse y fundamentar sus
tesis a la hora de hacer innovadoras propuestas
políticas y programáticas, algo que se convirtió
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en costumbre desde que fue miembro fundador
del Centro para el Estudio de los Problemas
Nacionales allá por 1940. Combinó siempre
teoría e investigación con la solución de problemas, para lo cual siempre mantuvo respecto
a la economía una visión de conjunto o macro,
histórico-estructural y de largo plazo. Primeramente, la analizaba como un sistema o un
todo contradictorio, sometido a los rigores y
hasta las violencias del ciclo económico cuando
las fuerzas y leyes del mercado se dejaban por
la libre, para pasar luego a examinarla sectorialmente y proponer fórmulas más concretas
y afinadas de fomentar el bienestar general y
el desarrollo. Tuvo, pues, una concepción que
podría llamarse un “humanismo socialista” de
su propio cuño: los mercados podían y debían
ser sometidos mediante la planificación a objetivos superiores tanto de racionalidad como de
bienestar y justicia, para lo cual era necesario
rectificar los errores y excesos del liberalismo,
hoy diríamos del libre comercio y la especulación financiera globalizada. Pero, en esto como
en cualquier otra materia de intervención y
manejo de política económica, era indispensable evitar el pensamiento cerrado y ortodoxo.
Como lo afirmó en una polémica que sostuvo
con un defensor a ultranza de la banca privada
a finales de agosto de 1949:
En esta materia de política económica general yo, como costarricense, no
puedo ser un extremista ni un radical…
Yo en esto soy pragmático, práctico,
valga decir, costarricense. No quiero ni
puedo ser ideólogo ni teorizante (Diario
de Costa Rica, 25 de agosto de 1949).
Por todo lo antedicho, Facio fue y sigue
siendo hasta hoy, la máxima figura intelectual y política del reformismo progresista,
una corriente político-ideológica que gusta de
jugar en el medio campo y que aún intenta
—quizás en vano— darle “rostro humano” al
capitalismo para avanzar hacia un socialismo
moderado, liberal y de mercado “a la tica”. Aunque no le hubiera gustado el término, fue quizás el primer gran ideólogo, aún no superado
del progresismo nacional hasta la derrota y
retroceso de sus ímpetus renovadores por la
imposición del programa neoliberal de ajuste
estructural de los años de 1980-90 al presente. En este sentido, pensó en la conveniencia
de adoptar una especie de economía “mixta”
como base de la Segunda República, donde
las clases medias y trabajadoras fueran poco a
poco mejorando su condición y abriendo más
oportunidades de bienestar y vida a su favor,
mediante concesiones arrancadas a los dueños
del capital; tarea para la cual se requería de su
parte el expediente del partido político ideológico y permanente, pluralista y poli-clasista,
así como, un reforzamiento institucional de la
democracia liberal. Si hubiera podido llegar a
verlo, le hubiera sorprendido y dolido mucho el
viraje contra-reformista de corte neoliberal de
esos años, aún en marcha.
II
Pero Facio no fue solo un pensador o
filósofo en materia de teoría y política económica, mucho menos un académico metido en
torre de marfil. Ocupó destacadas posiciones
en el campo de la enseñanza de la economía
y de su manejo. Entre otras, fue profesor de
Moneda, Crédito y Banca en la Escuela de Derecho de la recién fundada Universidad de Costa
Rica (UCR) en 1942; la misma materia dictó en
la Escuela de Ciencias Económicas y Sociales
junto a Teoría General de la Ocupación y Doctrinas Económicas. Luego se desempeñó como
vicedecano y decano de la misma Escuela entre
los años de 1947 a 1952, para convertirse este
año en rector de la UCR hasta su renuncia al
cargo en enero de 1961, motivada por su deseo
de ocupar posiciones en el campo internacional
y para dedicarse a investigar y escribir con más
holgura sobre temas de interés. Más fue este el
mismo año de su sorpresivo fallecimiento y el
final de su brillante carrera. En suspenso quedó
su obra “Latinoamérica en la Encrucijada”, así
como, varios escritos tendientes a desarrollar
más el gran tema que lo apasionó en los años
de 1950: la planificación económica en régimen
democrático.
Fuera del ámbito académico fue nombrado en 1948 por la Junta Fundadora de la
Segunda República como miembro del Comité
Asesor del Ministerio de Economía y Hacienda
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y en 1949, miembro de la Comisión Redactora
de la Ley Orgánica del Banco Central de Costa
Rica. Luego, integrará la Junta Directiva del
Banco Central entre 1950 y 1960, entre otros
cargos ligados al manejo de la banca pública
y la defensa de su autonomía frente a injerencias políticas. Como bien sabemos, una banca
nacionalizada (o más bien estatizada) por la
Junta de Gobierno figuerista en 1948 y a la cual
defendió brillantemente en muchas ocasiones,
ante ataques de las derechas conservadoras, en
especial del banquero Jaime Solera Bennett,
con quien mucho polemizó.
Supo comunicar bien su pensamiento
con estilo muy claro, llano y ameno. Sus publicaciones de orden económico son numerosas, en periódicos, revistas, folletos y libros
tanto de nuestro país como del extranjero. Solo
recordemos cuando en 1947, el Fondo de la
Cultura Económica de México publicó su obra
“La Moneda y la Banca Central de Costa Rica”,
anteriormente presentada exitosamente en un
concurso universitario. Hoy contamos con la
publicación de sus obras completas en tres
tomos por la Editorial Costa Rica.
Como joven diputado constituyente en
1949, defendió ardorosa y brillantemente la
nacionalización bancaria, el proyecto progresista presentando por la Junta y fue la figura
responsable de balancear el texto aprobado
de nueva Constitución Política entre liberalismo y dirigismo socialdemócrata, permitiendo
que, según las circunstancias, el péndulo de
las élites se moviera hacia un lado u otro del
espectro en materia de toma de decisiones y
evitando, por lo menos hasta que se aprobaron los tratados de libre comercio actuales (en
especial el pactado con Estados Unidos -EEUU),
que la Constitución perdiera su equilibrio y
fuera sobrepasada y violentada por camisas de
fuerzas a gusto de los intereses del gran capital local o internacional; ya que los tratados
en el caso de Costa Rica funcionan con rango
superior al de nuestras leyes internas y operan
como verdaderas “constituciones económicas”
apoyadas en la Convención de Viena y la enorme presión de los OFIs y los gobiernos de las
grandes potencia capitalistas que dominan la
globalización.
El trabajo de Facio como economista lo
combinó con el de educador en dos escenarios:
la clase en el aula y su labor destacada como
Secretario General de la Universidad (1946),
Decano de la Facultad de Ciencias Económicas
y Sociales (1947 a 1952) y rector de la institución (1952 a 1961).
III
Los escritos económicos de Facio
demuestran que bebió de muy variadas fuentes. Fue muy influido por los planteamientos
reformistas del expresidente González Flores,
el anti-imperialismo de Haya de la Torre y José
Carlos Mariátegui (espacio-tiempo histórico:
especificidad de América Latina y sus problemas: reduccionismo nacionalista) y conocía
bien, las tesis de Lenín, Hilferding y Hobson
sobre el imperialismo. Estudió y manejó a
fondo a Marx con su crítica a los teóricos clásicos del capitalismo liberal, así como, las tesis
heterodoxas de John Maynard Keynes en materia de crisis y política anti-cíclica, sin olvidar
a los estrategas del “New Deal” de Franklin
D. Roosevelt y a los aportes de los economistas, como el austriaco Joseph Schumpeter y el
sueco Gunnar Myrdal. También fue atraído por
el nacionalismo de la legendaria “Liga Cívica”
de finales de los años 20, los planteamientos de
Omar Dengo y del afamado Dr. Ricardo Moreno
Cañas; y lo influyó sobremanera el reformismo
colombiano recibido a través del embajador en
Costa Rica de ese país, el Dr. Plinio Mendoza
Neira. En Sociología Política, área incipiente
en su época donde Facio incursionó con mucho
interés y acierto como lo demuestra en casi
todos sus estudios, las mayores influencias
provinieron de Harold Laski, Walter Lippman y
Robert McIver.
Lo más notable es, ya en su tempranero
Estudio sobre Economía Costarricense, que se
anticipó por 10-15 años al pensamiento económico de la otrora prestigiosa Comisión Económica para América Latina de las Naciones
Unidas (CEPAL) y de su ilustre director, el economista argentino Raúl Prebisch. Lo observamos
cuando apenas teniendo 24 años, en el año en
1941, presentó el Estudio como tesis de licenciatura en Derecho para la UCR, obra publicada al
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de injerencia y explotación distinto al
inglés, que según Facio, apoyó un desarrollo autogenerado de capitales y fuerzas productivas alrededor del café y otros
cultivos en el siglo XIX y más adelante,
cuando apareció una incipiente pequeña
industria urbana local; es decir, lo que
ahora conocemos como un “desarrollo
desde adentro” y un “desarrollo desde
abajo” (o socialmente inclusivo) dentro
de la dependencia global externa, que
alentó la formación de una clase media,
la cual fue primero rural y posteriormente urbana, ya entrado el siglo XX en
el lapso de entreguerras mundiales; lo
que fue visto por Facio como impulsor
del progreso y el crecimiento económico nacional debido a la manera como
fomentó procesos de movilidad social
vertical y ascendente, a partir de las clases trabajadoras y campesinas.
año siguiente por la Editorial Surco del famoso
ateneo reformista “Centro para el Estudio de los
Problemas Nacionales”, del cual fue indiscutible
líder intelectual hasta su disolución en 1945
para forjar el Partido Social Demócrata. En
esta seminal obra, Facio anticipó y aplicó varias
nociones y esquemas analíticos que anticiparon
el pensamiento y el enfoque de los problemas
del desarrollo latinoamericano de los círculos
de la CEPAL y de Prebisch, y que posteriormente
terminaron de ser desarrolladas bajo el signo
de la “teoría de la dependencia y del desarrollo”
de la sociología latinoamericana de los años de
1960 y 1970. Veamos:
a)
b)
c)
La noción “de dependencia externa”
como dimensión compartida por el
neocolonialismo y el imperialismo —términos que a Facio no le daba miedo utilizar— la usó como variable estructural
para explicar la formación de la sociedad
y el Estado costarricenses en el contexto
de la mundialización capitalista anterior
a la segunda guerra mundial, al estudiar
los efectos de la penetración del capital
inglés y luego del norteamericano, aunque claramente esa dependencia tuvo sus
antecedentes absolutistas y mercantilistas en el modelo de la colonia española.
La noción de “subdesarrollo” afloró en el
momento de estudiar el atraso del sector de las subsistencias y el influjo de
la economía mini-fundiaria o pequeñocampesina de los siglos XVII y XIX como
abastecedora del mercado interno y
subordinada a la externa, dando a entender que este subdesarrollo era la otra
cara del desarrollo inducido por las relaciones con, y la dinámica de, el imperialismo en sus varias modalidades, unas
veces estimulantes, otras absorbentes.
Y en conexión con la investigación de
esa dinámica dualista, fue cuando surgió la noción de “economía de enclave”,
esbozada en sus agudos análisis del sector bananero, bajo dominio del capital
estadounidense y expuesto como modelo
d)
Aunque a inicios de la década de 1950,
utilizó varias veces el esquema “centroperiferia” para analizar la relación de la
URSS con sus satélites europeos, lo cierto
es que en el Estudio aparece ya implícito
y luego lo esgrime de manera explícita
y más amplia, cuando trata de entender
el dominio de las economías capitalistas
occidentales sobre las más débiles y desarrolladas; la mayoría salidas de experiencias coloniales anteriores a la segunda
guerra mundial y por tanto, ahora en la
segunda posguerra mundial, sometidas
a los embates y distorsiones del neocolonialismo y el imperialismo de las potencias capitalistas, principalmente —en
nuestro caso— de los EEUU.
IV
Para 1945, Facio ha llegado a la conclusión de que, por el camino del liberalismo
económico, el país no debía seguir transitando.
Había que “rectificarlo”; pero la opción no era el
socialismo marxista ni solo las “garantías sociales” o el Código de Trabajo, a las que según él
faltaba buen sustento económico. Conviene en
este caso citarlo:
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Apoyamos las Garantías Sociales, reconociéndoles el valor real que tienen:
ordenamiento y complementación de
leyes salariales gradualmente emitidas
en los últimos veinte años, relativo fortalecimiento de los principios en que ellas
se inspiran por su elevación a texto constitucional, y oportunidad para la difusión
de los nuevos conceptos de la democracia
social en nuestro medio.
Y agregaba:
fortalecer el régimen democrático y la redistribución del ingreso y el poder. Al respecto, se
mostró como un auténtico defensor de la clase
media y la movilidad social, factores capaces de
ampliar mercado interno y dinamizar la estructura social interna para de ese modo irle dando,
entre otras cosas, mejor sostén a la reforma
social del caldero-comunismo de los años 40.
Pero para eso se requería algo más; a saber:
1.
Intervención estatal selectiva y comedida, una especie de “liberalismo constructivo” o democracia social que sirviera de guía para forjar, como se diría
una “economía de mercado”; pero no
una “sociedad de mercado” al estilo del
neoliberalismo actual, con una clase
capitalista gobernante y excluyente, producto del libre mercado y los procesos
incontrolados de concentración y centralización de la riqueza en pocas manos;
muchísimo menos para darle aliento a
un modelo de Estado liberal gendarme
que funcione como gran palanca de los
negocios privados e intermediario de los
inversionistas extranjeros con el consiguiente refuerzo de la relación de la
dependencia neocolonial, como lo plantea la doctrina del Banco Mundial llamada “neo-institucionalismo” en estos días
cuando los OFIs impulsan una segunda
generación de reformas de ajuste estructural o “Consenso de Washington” con el
fin de acabar con los restos del Estado de
Bienestar en los centros y periferias del
sistema-mundo capitalista.
2.
Las teorías económicas serían solamente guías o paradigmas, simples medios
pragmáticos y flexibles de conseguir ese
fin. Facio afirmaba que, con ese intervencionismo estatal mesurado o dirigismo bien orientado y planificado, se
superarían muchos de las limitaciones de
la democracia y del subdesarrollo:
Habremos a sí abandonado el
liberalismo económico, pero no
destruyéndolo con una estatización de carácter totalitario, sino
Exigimos medidas de carácter complementarios, económicas, fiscales y políticas, que tiendan a darles fundamento positivo u oportunidad para su real
aplicación o goce (El Centro ante las
Garantías Sociales. Imprenta Borrasé,
1943: 13).
En otro escrito de la época, insiste en
su apoyo al aspecto progresista de las Garantías Sociales y el Código de Trabajo, pero hace
hincapié en la necesidad de aprobar medidas
complementarias, económicas y políticas, que
las reforzaran permitiendo ampliarlas en el
futuro. Decía:
En un país como el nuestro, la justicia
social solo puede lograrse por la doble
vía de la legislación social que garantice
jurídicamente a las clases humildes su
derecho a la vida, y de la organización
económica que garantice materialmente,
en términos de una producción incrementada y diversificada, que las clases
humildes podrán efectivamente ejercer
ese derecho (Revista Surco 40. Octubre
1943: 26 y siguientes).
Para Facio, lo más importante para
el país era avanzar hacia el establecimiento
de la “función social” de la propiedad privada (afirmado en el plano constitucional en
1949) junto a una redistribución progresiva del
ingreso (función de “justicia social”), con lo
cual se podría estimular la formación de una
extensa nueva clase media urbana que, unida
a la rural desarrollada por el café, viniera a
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superándolo mediante un régimen
mixto de organizaciones autónomas cooperativas, y de intervención
del Estado a través de sus “Servicios” sobre las fuerzas económicas
oligarcas o monopolistas (Revista
Surco 52. Febrero 1945: 23).
3.
Hablaba a simismo de un “Est ado
Inteligente” en la Asamblea Constituyente de 1949, como eje de la estrategia renovadora, capaz de ponerle coto
al librecambismo manchesteriano.
Afirmaba:
Si ha de garantizársele al ciudadano medio, al hombre de la calle
todos esos recursos y seguridades,
pues ello tendrá que ser sacrificio
de un Estado liberal, neutral entre
los grandes problemas sociales,
ello tendrá que ser con abandono
del ejercicio libérrimo y absoluto de la propiedad particular, ello
tendrá que ser mediante la intervención inteligente del Estado
para distribuir mejor la riqueza
nacional, limitando los abusos y
las injusticias a que el absolutismo
de la propiedad privada sin límites
da lugar (Actas de la Asamblea
Nacional Constituyente de 1949.
Imprenta Nacional, 1951, tomo I,
sesión 50 del 6 de abril de 1949).
La visión de Facio en esta materia no termina ahí, en una clave internista. Siempre vio
la economía nacional como conjunto inserto
globalmente y por esa misma razón, la define
como suma de sectores nacidos en distintos
tiempos y espacios, aspecto que debe tenerse
en cuenta para efectos de política económica y
pública. Por eso, divide a la economía nacional
en al menos “tres zonas”, a cada cual debiendo
darle la política económica trato particular en
función de las especificidades regionales adquiridas mediante este patrón de “crecimiento de
agregación por sectores”, sin apegarse (como
ahora sucede) a decisiones que son centralistas,
abstractas y universales, como las impuestas en
estos tiempos que corren al calor de un neoliberalismo eliminador de las diferencias locales
y regionales, movido por un compulsivo afán
totalitario y autoritario de estandarizar la economía y su manejo dentro de los cánones del
globalismo y el “pensamiento único”. He aquí
el planteamiento de zonificación o regionalización de Facio:
a)
b)
c)
1era. zona. Actividades monopolizadas
donde el sujeto es el capital extranjero: fuerzas hidroeléctricas, navegación
aérea, ferrocarril al Atlántico, etc. Aquí
recomienda la expropiación y puesta de
los servicios y de empresas agroindustriales exportadoras, todo bajo administración pública para brindarlos al costo o
explotarlos con vistas al interés nacional
y público, no como enclaves extranjeros
(banano, abacá y demás frutos de exportación).
2nda. zona. Actividades semi-monopolizadas: transformación industrial del café
y de la caña de azúcar, comercio de granos, etc. Aquí plantea un control social y
público directo, o mejor el indirecto por
medio de organizaciones cooperativas
a las cuales Facio siempre vio como el
germen de lo que ahora se ha llamado un
“sector de economía social”.
3era. zona. Actividades sometidas al
mercado libre y competitivo: producción
agrícola o industrial a cargo de pequeños propietarios. Aquí se inclinaba por
el cooperativismo de nuevo, con fuerte apoyo estatal en combinación con
controles antiespeculativos y antimonopolio, ojalá a cargo de “instituciones
autónomas públicas”, o sea, descentralizadas aunque coordinadas y planificadas como conjunto armónico según lo
planteará posteriormente. Nótese aquí
el uso inédito del concepto ya en el año
1943, el cual luego y por su esfuerzo
quedaría plasmado en la Constitución
Política de 1949 (ver su “Programa
C o st a r r ic en s e d e Re c t i f ic acion e s
Económicas” en la Revista Surco 38-39.
Julio/septiembre de 1943).
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Es interesante lo que Facio dice sobre
cómo sería la dinámica estatal y socio-productiva en cada una de esas zonas que fija en el
“Programa”:
Dentro de cada una de esas zonas y en
relación con el grado de su organización
o control, cabría ir aplicando una legislación social orgánica llamada esencialmente a levantar el nivel de vida del asalariado y, por allí, a hacer más productivo
su trabajo.
Y añade algo aún más interesante e
innovador:
Tenemos, en consecuencia, dos clases de
instituciones u organizaciones económicas llamadas a sustituir o a controlar,
según el caso, la gestión del capitalismo
extranjero y nacional: las instituciones
autónomas del Estado —que llamaremos
Servicios…— y las cooperativas.
En 1943, en el citado “Programa de Rectificaciones”, las instituciones autónomas del
Estado son entonces definidas esencialmente
como “Servicios Públicos” y propone cuatro
tipos principales, los que se encargarían de
ejecutar dicho programa: “Servicios de administración” (encargados de negocios o empresas expropiadas o sustraídas de la propiedad
particular capitalista), “Servicios de control
e inspección” (para supervisar actividades o
empresas semi-monopolistas privadas), “Servicios de protección, estímulo y organización”
(con la función de apoyar a las medianas y
pequeñas empresas. Hoy diríamos “pymes”)
que trabajan bajo competencia de mercado,
en especial cooperativas y “Servicios de contratación pública internacional” (organizados
como oficinas dedicadas a estudiar y proponer
proyectos a contratar con empresas extranjeras,
administrar tratados comerciales y económicos
internacionales, etc.).
En Surco (Nro. 38 de agosto de 1943)
habla de que este programa de rectificaciones
económicas puede ser la guía para llevarnos a
“poner el país a tono con las tendencias internacionales, iniciando lo que podría llamarse
un socialismo costarricense”. Es decir, “un
plan de organización económico-social” centrado en reformas audaces y profundas que
no impliquen una “estatización autoritaria” ni
“desechar nuestra tradición política liberal y
democrática”, sino “fortalecer las bases sociales
a nuestro régimen democrático”, “resolver los
problemas con nuestras propias fuerzas y de
acuerdo con los intereses y los sentimientos de
las mayorías sociales” y “terminar con las causas de la miseria económica y el desequilibrio
social que día tras día se agudizan y tornan más
graves para el Pueblo y la República”.
Para impulsar ese modelo de “socialismo
a la tica”, para Facio es indispensable tomar el
tema del desarrollo, poniendo énfasis no solo en
la formación del capital físico y monetario, sino
por sobre todo en la formación y mejoramiento
del recurso humano, especialmente mediante
la educación y la salud. No es posible extenderse mucho aquí sobre este punto que es más
del resorte de la sociología económica y que
raya con el tema de lo que el ilustre profesor de
Sociología José Medina Echavarría llamó “los
factores sociales del desarrollo”. Baste anotar
que en un discurso de cierre del curso lectivo, el
26 de diciembre de 1958, luego de afirmar que
“la educación es claro requisito del mantenimiento y el desenvolvimiento de la propia democracia y, al mismo tiempo, del mejoramiento de
las condiciones materiales de vida”, pasa a plantear la siguiente tesis fundamental: para el desarrollo es “condición obligada que los recursos
humanos son el factor decisivo para el progreso
económico, y que la educación, muy lejos de ser
lujo y ni siquiera un gasto corriente de consumo, es una de las formas más eficaces y reproductivas de inversión o capitalización”. Culmina
afirmando que “caemos así en la cuenta —sin
sorpresa por cierto— de que el hombre es lo
primero, no solo espiritual y moralmente, sino
también desde el ángulo puramente material.
La economía se agrega a la religión y la ética
para confirmarlo como el punto de arranque y
el punto de llegada de todo en este mundo”.
En cuanto a la dimensión de la salud es
enfático al decir “y, debemos agregar, inversión
en salud. Pues el mejor financiado y equipado
programa de industrialización se frustrará,
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sino hay un pueblo sano que lo respalde, y,
en cantidades adecuadas, hombres de ciencia,
especialistas, profesionales, técnicos y operarios
calificados para llevarlo adelante”. Puntos de
vista estos que no han perdido su relevancia en
el escenario contemporáneo donde gracias al
neoliberalismo de moda, pero ya afortunadamente con signos de reculada y desbande, los
servicios públicos de educación y salud se han
ido deteriorando a pasos agigantados en cuanto
a cobertura y calidad de la prestación, lo que
ha puesto en severo peligro uno de los baluartes del progresismo nacional y del reformismo
desarrollista sobre los que se asentó la Segunda
República que Facio tanto contribuyó a construir. Esperemos que el país dé un giro pronto
hacia una refundación del Estado de Bienestar
bajo la consigna —que estamos seguros Facio
suscribiría en aras del socialismo costarricense
con que soñó— de no insistir en la fórmula
neoliberal de “menos Estado para más mercado”, sino en la de “más y mejor Estado de Bienestar”; dejando que el mercado haga lo suyo
hasta donde pueda hacerlo sin atacar a la justicia y la equidad sociales, y menos a la democracia como lo ha hecho bajo la fórmula de que
hay mucha ingobernabilidad y que se necesita
una “tiranía en democracia”, es decir, una dictadura reaccionaria, autocrática y camuflada
de régimen constitucional o Estado de Derecho,
según el planteamiento de un conocido expresidente y premio Nobel de la Paz.
V
El problema del desequilibrio social
(“sociedad de mercado” con predominio de los
más fuertes y los “ganadores” en la competencia) y de los atentados del liberalismo individualista contra la democracia (régimen de “tiranía
plutocrática en democracia”), no solo lo ubicó
a Facio en el plano local, sino también en el
internacional y lo hizo con claridad y contundencia, denunciando los males del imperialismo
y el neocolonialismo de las grandes potencias
del capitalismo metropolitano o central, con
sus abusos e injerencias distorsionantes en los
países de la periferia. Sobre todo en sus últimos años, a finales de la década de 1950, Facio
señalaba que los desajustes del “mundo liberal”
deben rectificarse allí también, precisamente
donde “... las naciones económicamente fuertes tienden a convertir a las débiles en simples
productoras de materias primas y frutos alimenticios” (“Planificación Económica en Régimen
Democrático”, separata de la Revista de Ciencias
Sociales de la UCR, septiembre de 1959). En una
conferencia dictada en octubre de 1957, en un
ciclo universitario sobre “La Filosofía del Siglo
XX”, donde aborda el tema Clasicismo y Marxismo, insiste en ciertos aspectos positivos del liberalismo, pero se refiere ante todo al “liberalismo
del espíritu” y a esferas como “independencia
personal, garantías frente al poder político, tolerancia religiosa, libertad de conciencia, libertad de pensamiento científico y filosófico, libre
manifestación de las ideas, etc.”. Pero de inmediato agrega algo que no aceptaría de buena
gana el liberalismo individualista y librecambista anglosajón: “junto con la adopción de la
igualdad y la fraternidad —por lo menos en el
pensamiento enciclopedista francés— como
principios normativos de la organización social”.
De seguido proclama, en la misma conferencia,
la necesidad de corregir los malos resultados
del liberalismo económico de origen manchesteriano advirtiendo que, si no se emprende un
programa de rectificaciones, entonces:
... la experiencia nos ofrecerá un espectáculo de desajustes económicos y conflictos sociales: ciclos económicos con
sus terribles fases de depresión; concentración de los capitales en grandes
corporaciones con su secuela de abusos contra las firmas pequeñas, el obrero y el consumidor; surgimiento de la
competencia limitada o monopolística;
desocupación obrera; pugnas industriales con sus puntos culminantes de la
huelga y el paro; y todo esto sin contar
los problemas de la economía mundial
y el creciente divorcio del nivel de vida
de los países industriales y los subdesarrollados (Conferencia publicada en la
Revista de la Universidad de Costa Rica
16. Enero 1958: 97-124).
Cabe preguntarse en este punto: ¿dado
el escenario actual gobernado por los dictados
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José Luis Vega Carballo
del capitalismo neoliberal y global, y ante todo
por esa entidad llamada eufemísticamente “los
mercados” (que no es otra cosa que el conjunto articulado de los voraces y desenfrenados sectores especulativos, monopolísticos e
internacionalizados del capitalismo financiero
parasitario), no es ese el escenario que anticipaba con toda justeza Rodrigo Facio y más aún,
habrá quedado atrás la necesidad y urgencia
del “programa de rectificaciones” tanto el local
como el internacional? ¿Será descartable hoy su
tesis de colocar en formación “por la vía de los
hechos, sin dogmas ni apriorismos, una nueva
concepción económica y social de carácter
pragmático, realista y flexible, en donde rasgos
capitalistas se mezclan con rasgos socialistas y
matices individualistas y liberales con matices
estatistas, pero teniendo siempre por estrella de
orientación el respeto a la dignidad del hombre
y el mejoramiento de sus condiciones de vida”?
En el ensayo “Planificación Económica
en Régimen Democrático” de 1959, insiste en
el tema, que venía planteando desde los años
de 1940, del programa de las rectificaciones
orientado a fortalecer las bases sociales de la
democracia y el humanismo socialista, pero
destacando mucho más que en esa época la
posibilidad de utilizar la herramienta de la planificación que “ha desbordado las rígidas fronteras de los dogmatismos económico-sociales”,
eso sí combinada con la descentralización y
desconcentración del poder; y reafirmando que
“... no existe una incompatibilidad inherente
entre el principio del gobierno democrático y
los grandes proyectos de reconstrucción económica…” (“Planificación económica en régimen
democrático”. Separata de la Revista de Ciencias Sociales de la UCR 4. Septiembre 1959: 24).
Al final, resume su propuesta de cambios a ejecutar en cerca de una veintena de lineamientos
de política económica-social que se sintetizan a
continuación: establecimiento de un organismo
central de planificación, señalamiento de metas
u objetivos económicos, proyectos específicos
de inversión con indicación de prioridades y
establecimiento del control democrático sobre
la planificación, fortalecimiento de un claro
liderazgo nacional capaz de concebir y aplicar una estrategia integral del problema del
desarrollo, adopción de una política social que
prepare la base humana del desarrollo, especialmente mediante políticas de educación y
salud; reconocimiento jurídico y social del
papel decisivo de la empresa privada, fortalecimiento de las clases medias y trabajadoras de
la ciudad y el campo, preparación para llevar
a cabo las inversiones básicas de la economía
nacional, introducir una legislación para la
atracción controlada de inversiones extranjeras, claras políticas y garantías de estabilidad
monetarias; política económica internacional
autónoma y flexible con arreglo a convenios
internacionales de precios y controles adecuados del capitalismo internacional, y revisión y
ajuste permanente de las estructuras de economía mixta.
VI
Finalmente, para cerrar esta disertación en memoria y homenaje a Rodrigo Facio,
una reflexión personal, tomada de un artículo
publicado en la revista Estudios Sociales Centroamericanos (Nro. 4. Enero-abril de 1973:
145-156) bajo el título “En torno al Estudio
sobre Economía Costarricense de Rodrigo
Facio” y la cual mantiene plena actualidad y
pertinencia en este momento cuando las fuerzas del neoliberalismo se aprestan a terminar
de destruir el Estado Social de Derecho para
consumar el modelo del ajuste estructural salido del llamado “Consenso de Washington” y a
su vez, sustituir ese Estado, finalmente, con un
“Estado Liberal de Mercado”, elitista, excluyente
y antidemocrático bajo la fórmula autoritaria,
ya proclamada orbi et urbi, de una “tiranía en
democracia”. Lo cual implica, adicionalmente,
el desnacionalizarlo y liquidarlo como auténtico
Estado-Nación para ponerlo a funcionar como
una maquinaria globalizada más al servicio de
los grandes bancos, las corporaciones transnacionales y los OFIs.
He aquí el texto de aquella reflexión
de 1973:
Se ha confundido la indispensable
modernización del país con una ampliación de los márgenes de consumo de
selectos grupos urbanos, los que cada
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El pensamiento económico-social de rodrigo facio
vez dejan más atrás a los sectores obrero-campesinos, quienes pagan con su
indigencia las ganancias exorbitantes de
las minorías acaparadoras. El problema
de siempre, diría Rodrigo Facio. Pero no
es así. Asistimos a una época que solo
en sus inicios, en su etapa preparatoria,
vivió el autor [del Estudio]. La dependencia externa que a él tanto preocupara se
ha profundizado, absorbiendo no solo a
los grupos empresariales y gerenciales
privados, sino también a una burocracia
estatal sin iniciativa y totalmente supeditada a los planes que le vienen desde el
exterior, programados y financiados [por
los OFI s]. Por otra parte, los pequeños
propietarios rurales han visto cómo se
reducen más y más sus niveles y posibilidades de vida y forman ahora una capa
social miserable en constante aumento; mientras los obreros urbanos recién
incorporados a la economía del consumo
tendrán que esperar mucho tiempo para
mejorar realmente sus condiciones de
vida, a lo que sin duda aspiran incitados
por la propaganda comercial...
El reformismo a cargo de diletantes políticos debe dar paso ahora a un período de
reconstrucción nacional, de defensa de
nuestra economía y nuestros recursos, y
de auténtico desarrollo social de los sectores de la población menos privilegiados. Se impone el poner fin a los efectos
deformantes que, sobre la totalidad de la
estructura del país, están teniendo tanto
las operaciones desenfrenadas de la burguesía gerencial al servicio de intereses
foráneos, como el peculado y el despilfarro burocráticos. No se trata de entrar
en un período chauvinista y aislacionista.
Lo que se debe buscar es un conjunto
de estrategias y precisas reglas para el
manejo de las relaciones internacionales
estatales y de consorcios privados, todo
en beneficio de los más altos intereses de
la sociedad costarricense y de las clases
sociales que, desde el siglo pasado, vienen siendo explotadas por las minorías
privilegiadas. Hay que ir al análisis de la
situación actual, de las alternativas viables de acción que se ofrecen. Y diseñar
una teoría que nos guíe en el proceso de
transformación de la realidad nacional;
en la solución de los problemas que presenta la remoción de los nexos y obstáculos que impiden el máximo aprovechamiento de los recursos y el talento de los
costarricenses; y sobre todo en cuanto a
la organización de los sectores populares
que debe acelerarse para que estos puedan luchar independientemente por sus
intereses.
Rodrigo Facio tiene el indiscutible mérito de habernos señalado hace tiempo
un camino, una vía de acción renovadora para el logro de una avanzada cultura nacional en donde la productividad
ascendente del trabajo de los costarricenses contribuyera a la afirmación de
su autonomía, al avance de la creatividad
y a la remoción de las barreras clasistas
que atentan contra nuestro desarrollo
social integral e imponen severas restricciones a la transformación de las fuerzas productivas. Al servicio de ese ideal
hizo su contribución a la historia social
y económica de Costa Rica. Por todo ello
es que se hace necesario retomar el análisis histórico-social y la reflexión allí
donde los dejó Rodrigo Facio, volcarse de
lleno hacia el estudio de las condiciones
reales de nuestro subdesarrollo y nuestra dependencia, de las posibilidades de
autonomía y abolición de la pobreza, la
miseria y la ignorancia, utilizando para
ellos los aportes de nuevos estudios y de
audaces planes que exploren las alternativas del desarrollo y comprometan en la
acción política.
Y terminamos diciendo en el artículo, lo
que hoy deseamos reafirmar:
Solo una acción político-social orientada sobre la base del estudio de la historia y la experimentación, consciente
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José Luis Vega Carballo
asimismo de la necesidad de resguardar las mejores tradiciones nacionales
y democráticas, podrá garantizarnos
la reconstrucción del país y el máximo
aprovechamiento de sus potencialidades.
¿Y qué es esta propuesta sino una renovación del ideario que animara a Rodrigo
Facio, un llamado para su actualización
en momentos cuando la sociedad costarricense parece dejar atrás una etapa
más de su evolución?
Fecha de ingreso: 03/07/2011
Fecha de aprobación: 05/08/2011
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