LA PESCA Y LA POLICIÓN AGUAS DEL MAR POR EL PETROLEO

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LA PESCA Y LA POLICIÓN
DE LAS
AGUAS DEL MAR POR EL PETROLEO
por
ODÓN DE BUEN
ORIGEN DEL PROBLEMA. - El gran consumo de petróleo y de aceites pesados
por los barcos, el tráfico de tan abundantes cantidades de estos productos y el derrame
de las cargas que conducían barcos y submarinos naufragados durante la guerra
mundial, motivaron quejas fundadas por los perjuicios que causaban las grandes
cantidades de aceites minerales que se acumulaban en puertos y bahías, en estuarios y
playas. A las denuncias que se sucedían durante la guerra y se acentuaron al terminarse,
correspondieron diferentes Gobiernos dictando medidas que aminoraran los daños.
Pero estas medidas no eran suficientes. El lanzamiento de aceites pesados fuera de
aguas jurisdiccionales era un peligro serio para el litoral adonde podían conducirles los
movimientos del mar.
De aquí surgió la idea de convocar una Conferencia internacional, que, por
invitación de los Estados Unidos, se reunió en Washington el 8 de junio de 1926.
Concurrieron los Estados siguientes: Alemania, Bélgica, Canadá, Dinamarca,
España, Estados Unidos de América, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Italia, Japón,
Noruega, Portugal y Suecia. Casi todos ellos forman parte del Consejo Internacional
para la Exploración del Mar.
Cómo el problema se planteó en la Conferencia de Washington se expresa con
claridad suma en las siguientes palabras del Presidente (Senador Frelinghuysen)
“Las consecuencias graves de la polución de las aguas navegables por el petróleo
no necesitan grandes demostraciones. La negligencia en el lanzamiento de petróleo y
mezclas grasas, es una amenaza a la propiedad, a la salud, al bienestar y a la seguridad.
Esta negligencia ha motivado en los puertos incendios de edificios y buques. En
nuestras playas han desaparecidos recreos tan higiénicos como los baños de mar. Está
en peligro la fauna del aire y la del mar. Cualquiera que sean las indicaciones de que
esta polución se halla actualmente menos extendida que antes, gracias a las leyes y
reglamentos adoptados por los países marítimos y gracias a las precauciones tomadas
por los servicios interesados, existe todavía una situación grave. El problema puede y
debe ser resuelto.
“El objeto de esta Conferencia preliminar es facilitar un cambio de impresiones
sobre los puntos técnicos y estudiar el enunciado de proposiciones que abarquen el
problema de la polución de las aguas navegables por el petróleo, a fin de llegar a un
convenio internacional.
“El Gobierno de Estados Unidos es de opinión que debe ser prohibido el derrame
en plena mar de petróleo y mezclas grasas.”
La Conferencia de Washington, tras muy detenidas y concienzudas deliberaciones,
adoptó los siguientes acuerdos:
1.
Que los Gobiernos interesados señalen un sistema de regiones,
prescritas en las aguas de sus costas, más allá de los límites territoriales
(consultando a los Gobiernos vecinos si fuese necesario), en las cuales los
barcos de las clases mencionadas en el acuerdo número 4 no derramen petróleo
bruto, mazout, petróleo Diesel o materiales que hayan contenido petróleo en
cantidades superior a la indicada en el acuerdo número 5.
2.
Que a lo largo de las costas tocando alta mar, estas regiones no se
extiendan a más de 50 millas marinas de la costa, salvo en los casos en que esta
extensión se juzgue insuficiente por la configuración particular del litoral u otras
circunstancias especiales, en los que el Gobierno correspondiente podrá
aumentar su región hasta una anchura que no exceda de 150 millas marinas,
después de consultar, si fuera necesario, con los Gobierno vecinos.
3.
Que se comunique el debido aviso de todas las regiones
establecidas a los Gobiernos interesados, en forma de cartas trazadas o de otro
modo.
4.
Que los reglamentos adoptados respecto a las regiones prescritas
sean aplicables a todos los barcos de largo recorrido y otros barcos que, no
siendo de guerra, transportan petróleo en bruto, mazout o petróleo Diesel en
grandes cantidades, como carga o como combustible, para calderas o máquinas,
guardando las consideraciones debidas a las necesidades de los barcos pequeños.
Es de presumir que las autoridades navales de cada país adoptarán las medidas
necesarias para asegurar que los barcos clasificados como barcos de guerra
tomen todas las precauciones posibles para evitar la polución del petróleo.
5.
Que la descarga de petróleo o de mezclas grasas sea prohibida en
estas regiones si el contenido de petróleo es superior a 0,05 del 1%; es decir, si
es suficiente para constituir una película sobre la superficie del mar, visible a
simple vista a pleno día y con tiempo claro.
6.
Que cada Gobierno convenga en emplear todos los medios
razonables para exigir que sus barcos respeten estas regiones.
7.
Que no se impondrá penalidad o incapacidad alguna a ningún
barco, por cuantía de tonelaje, ni pagarán derechos por la sola causa de instalar
sistemas o aparatos para la separación del petróleo del agua.
8.
Que no se impondrán derechos de tonelaje por los espacios
inutilizables para carga, por la instalación de sistemas o aparatos de separación
del petróleo del agua.
9.
Que los términos “sistemas o aparatos para la separación del
petróleo del agua”, empleados en los acuerdos 7 y 8, comprenderán todo
depósito o depósitos de dimensiones razonables, empleados exclusivamente para
recibir el petróleo que se derrama por el sistema o aparatos, así como la tubería o
los accesorios necesarios para su funcionamiento.
10.
Que cada Gobierno deberá vigilar cuidadosamente las
operaciones y los efectos del sistema de regiones a lo largo de sus costas, a fin
de que si, después de las debidas pruebas, cualquier Gobierno considerase que
estas regiones no protegen suficientemente sus costas, o que más allá de ellas la
polución es o puede llegar a ser un peligro, dicho Gobierno puede presentar, con
los demás, la cuestión de si, por constituir un peligro, debe prohibirse también la
descarga de petróleo o mezclas grasas más allá de los límites de estas regiones.
11.
Que se establezca lo más pronto posible un organismo central
para recibir, coordinar y transmitir a los Gobiernos interesados los informes de
interés relativos al sistema de regiones indicado en los acuerdos precedentes, los
resultados de las pruebas de este sistema, así como cualquier observación que
pueda ser conveniente”
Ante estos hechos era lógico que al Consejo internacional para la explotación de
mar se le plantease esta cuestión:
FUENTES DE INFORMACIÓN.- Consultadas las diversas Delegaciones de los
Estados que forman parte del Consejo, han enviado algunos informes interesantes, pero
que no son suficientes para una resolución definitiva.
De Escocia se hace constar que no se ha recibido informe alguno que indique
perjuicio serio para la vida de los peces.
De Irlanda, que son pocos los casos en que se denuncia perjuicio para la pesca.
De Alemania, que hay muy pocas quejas de perjuicios causados para la pesca.
De Noruega, que no se ha hecho ninguna experiencia positiva; que no parece
justificado el miedo de los pescadores, cuando empezaron a generalizarse los mototes
de petróleo, que perjudicasen a la pesca; que no está bien estudiado si puede producirse
mal sabor a los peces comestibles; que son necesarias experiencias prácticas
concienzudas, y que debe procederse con cautela por lo incierto del daño.
De Holanda, resume su juicio nuestro colega el doctor Tesch en estos términos:
“El aceite mineral flotante, tal como se halla en la superficie del mar, no ejerce
efectos nocivos sobre el plancton, comprendidos los huevos y larvas de peces; se
evapora y descompone al poco tiempo. Una capa delgada de mazout, aunque emite
alguna sustancia tóxica para los organismos, conserva cierta permeabilidad para el
oxígeno atmosférico”
Ello no quiere decir que esa capa de aceite no pueda producir desventajosas
condiciones en la calidad comestibles de los peces en menor escala si son de petróleo o
mazout, más si son de alquitrán, y que la toxicidad no pueda tener algún influjo en las
condiciones biológicas del agua.
El Rapport Atlantique, de este Consejo, publicó las experiencias hechas por el
doctor Leenhardt en el laboratorio de Cette acerca de la acción del mazout sobre la
Ostrea edulis, Gryphoea arcuata y Mytilus galloprovinciales, deduciendo:
“Que el mazout, aunque contiene un principio tóxico para los animales marinos,
no puede, en las proporciones en que se usó en el ensayo, considerarse como
responsable de la mortalidad o desaparición de aquellas especies, como pretendían los
ostricultores”
En España son escasas las quejas de los pescadores respecto a este problema; pero
hay datos concretos de haber perjudicado a los viveros de mejillones (Mytilus edulis)
del puerto de Barcelona el derrame de los aceites minerales.
Datos de gran interés nos proporcionan otros informes y experiencias.
Numerosas entidades locales de la Gran Bretaña informaron en diferentes épocas.
Los juicios de los Comités y Delegaciones de pesca de los distritos son
contradictorios. Afirman unos que la polución de aceites minerales es una de las causas
de la disminución de la pesca; otros afirman lo contrario. Es sabido que los pescadores,
generalmente faltos de conocimientos biológicos y oceanográficos, atribuyen las
fluctuaciones de la riqueza pesquera, los periodos de escasez y de abundancia, a las
causas más fantásticas.
No obstante, conviene recoger como dominantes las ideas de que la polución de
aquellas materias es perjudicial a los crustáceos (cangrejos, langostas, camarones), que
motiva la destrucción de las redes, y que el pescado en contacto con los aceites
minerales no se puede comer por el mal gusto.
Un informe dice que el efecto del aceite en la vida del pescado es un problema de
investigación científica, y en ausencia de pruebas de esta índole, considera que la
polución es un perjuicio para la vida del pescado.
Datos más concretos proporciona la Memoria del Comité internacional de los
Estados Unidos de América, que fue sometido al juicio de la Conferencia de
Washington.
Respecto a la toxicidad de los aceites minerales, las experiencias demuestran que
el petróleo no es tan nocivo como los residuos de alquitrán. Algunos investigadores
dudan que estos aceites puedan mantenerse en la arena o en fango del fondo de las
bahías en cantidad suficiente para comprometer el cultivo de ostras. Otros afirman que
por su naturaleza física el petróleo y los residuos de alquitrán son más nocivos que las
demás sustancias que se vierten en las aguas litorales porque se encuentran, formando
películas, mientras otros productos se diluyen en el agua.
Los efectos perjudiciales pueden ser directos o indirectos; estos últimos por
producirse cambios en el medio, por la disminución o alteración de los alimentos y por
dificultar el desplazamiento de los peces. Parece, además, que la polución afecta
considerablemente a las cualidades comestibles de los animales marinos.
Es muy frecuente, al discutir los efectos de la polución, afirmar que el petróleo se
adhiere a los huevos de los peces, envolviéndolos en una capa. Las experiencias
realizadas demuestran que ni el petróleo en bruto ni los residuos alquitranados se
adhieren a los huevos de bacalao; las larvas que se ponían en contacto con la película de
petróleo no sufrían fenómenos de intoxicación, y los huevecillos que quedaban
adheridos a las paredes de las vasijas de experiencia, envueltos por el aceite, se
limpiaban rápidamente en un chorro de agua.
Rushton y Jee confirmaron que el aceite mineral de cualquier clase no se adhiere a
la superficie del protoplasma viviente. Mojando en estos aceites las agallas y la boca de
una trucha, no experimentó daño alguno. Ostras vivas ligeramente impregnadas de estos
productos, teniendo abiertas las valvas, sumergidas en agua, a los pocos minutos habían
soltado la totalidad del aceite, que aparecía flotando. Sólo en condiciones especiales
pueden los aceites combustibles ejercer una acción fisiológicamente perjudicial.
El informe de la Scottisch Marine Biological Ass. (1922), como resultado de las
experiencias hechas con aceite extraído de los tanques en protozoarios, plancton,
gusanos, moluscos, huevos de peces, etc., afirma que el efecto general en la vida marina
es despreciable mientras la cantidad de aceite en el agua es razonable; los efectos
locales, si no se acumula el aceite en grandes cantidades, no afectan seriamente a la
economía del mar.
Las experiencias realizadas por M.C. James (Informe del Bureau of fisheries de
los Estados Unidos, abril 1925) sobre el efecto de la polución en los huevos pelágicos,
son de gran interés. Se tomaron como sujetos del estudio los huevos de bacalao y el
plancton del agua en que se hacía la experiencia. Las conclusiones son las siguientes:
1.
En las circunstancias más aproximadas posibles a las naturales no
se notó efecto alguno con diluciones al 0,1% de petróleo en bruto o refinado.
2.
Se observan efectos nocivos en grado variable cuando la aireación
es deficiente.
3.
En larvas de Pseudoploeunectes producen ligeros daños los
mismos aceites en las mismas condiciones.
4.
Los efectos causados en los organismos planctónicos son poco
más o menos iguales a los que se observan en los huevos.
5.
Los efectos perjudiciales que producen estos aceites se deben a su
toxicidad, en primer término, y en segundo, a que dificultan la aireación, sin
poder afirmar cual es el valor de cada uno de estos factores.
6.
Deben hacerse experiencias en gran escala, desde el punto de
vista biológico, pero basadas en el conocimiento de los fenómenos físicos y
químicos que acompañan a la polución.
EXPERIENCIAS DIRECTAS ÚTILES. – Los efectos de la polución por los
aceites pesados en la vía acuática se han observado y descrito documentadamente en lo
relativo a las aguas dulces.
Y aunque difiere mucho el medio, hay, sin embargo, experiencias aprovechables.
Claro es que la extensión enorme de los mares y la condición salina de las aguas
marinas, impone a la acción de los petróleos condiciones especialísimas, físicas y
químicas.
Pero por diversas circunstancias, en los mares se producen concentraciones que
multiplican los efectos de perjudiciales de la polución.
Es sabido que las aguas de las regiones petrolíferas no tienen vida; que ésta falta
en los estanques y lagunas donde se vierten aceites minerales.
Este Consejo ha entendido, sin duda, que es una fuente indirecta de experiencias,
para conocer los efectos de la polución en la vida de las aguas marinas, lo observado en
las aguas dulces, y ha publicado una Memoria muy documentada de nuestro colega el
doctor Redeke. En esta obra se consignan las experiencias de Kupzis (1922) respecto a
la acción de las naftas, demostrando la presencia en el mazout de sustancias venenosas
para el pescado; consignando, además, que son inofensivos los petróleos refinados, pero
pueden volverse tóxicos expuestos al aire y al sol.
Se hace constar también con Hein (1908) la toxicidad del alquitrán, tan fatal para
los peces aun en soluciones muy débiles (1: 80.000). Actúa como un veneno específico
del sistema nervioso, afectando principalmente las funciones respiratorias. Son más
resistentes a esta acción los invertebrados de los peces.
Y es interesante la observación de que ciertos animales que viven debajo de las
piedras o se esconden en la arena o el fango, están bien protegido contra toda clase de
poluciones.
Fuente también de observaciones útiles es el empleo del petrolado contra los
mosquitos.
En la lucha antimalárica se usa con gran frecuencia, en todos los países, el
petróleo, y con tal motivo se han hecho numerosas e interesantes experiencias sobre su
acción en los animales acuáticos.
El petróleo actúa (Hegh, 1921):
1.
Por su acción tóxica.
2.
Por obstrucción de las vías respiratorias.
3.
Reduciendo la tensión superficial, lo que impide se mantengan en
la superficie del agua los pequeños animales con la facilidad normal.
Claro está que estos estudios se refieren principalmente a las larvas de mosquito
de respiración aérea, pero se han hecho extensivos muchas veces a los organismos
planctónicos.
Sella (1920) ya hizo constar que el petróleo en bruto no actuaba sobre los peces,
pero destruye la vegetación.
Las campañas españolas antimaláricas han probado (Sadí de Buen, 1928) que el
petróleo sin refinar, en pequeñas dosis, mata rápidamente la vegetación; con el refinado,
la vegetación no desaparece, pero mueren los insectos (notonéctidos); las gambusias
(peces aclimatado en España como larvicidas) procrean con dificultad lo mismo con
petróleo bruto que con refinado. El petróleo siempre se emplea en cantidad suficiente
para que forme en la superficie del agua una delgadísima película.
La conclusión de observaciones muy numerosas en extensas comarcas, durante
varios años, en España, es que puede conceptuarse el petróleo como un larvicida, pero
modifica las condiciones biológicas del agua.
CONCLUSIONES.- El estado presente del problema sólo permite conclusiones
provisionales. Hacen falta experiencias en gran escala acerca del estado físico y de las
transformaciones químicas que sufren el petróleo y los aceites pesados en el agua del
mar, según la salinidad, la temperatura, la oxigenación, y sobre todo deben precisarse
bien las influencias de la emulsión y de la viscosidad.
Es indudable que la acumulación posible en lugares donde se reúnen muchos
barcos de pesca que emplean aceites pesados, puede ocasionar perjuicios considerables;
igualmente en donde existen pesqueros fijos, parques de moluscos y viveros de
crustáceos.
Las conclusiones provisionales según los datos de que disponemos, más empíricos
que de rigurosa experimentación científica, son los siguientes:
1.
El petróleo y los aceites pesados tienen principios tóxicos que en
ciertas proporciones pueden modificar las condiciones biológicas del agua del
mar y ser perjudiciales para la vida de los seres marinos.
2.
Las proporciones de la polución actual no influyen en la vida de
los peces ni en la cuantía de la pesca, o por lo menos no puede afirmarse que
tengan influencia perniciosa.
3.
El zooplancton marino resiste bien las mezclas débiles de petróleo
en el agua del mar; en el fitoplancton y en la vegetación, en los lugares de mar
tranquilo y poco fondo, puede el petróleo ejercer acciones nocivas.
4.
Los huevecillos y las larvas de peces resisten, igualmente que el
zooplancton, mezclas débiles.
5.
El contacto del petróleo con los peces, moluscos y crustáceos
puede comunicarles un sabor desagradable, perjudicando mucho su valor
alimenticio.
6.
Las redes sufren bastante por la acción de las aguas petroladas.
7.
Para la defensa de la pesca han sido útiles las medidas tomadas
por los Gobiernos de diferentes países prohibiendo la polución en puertos,
bahías, estuarios y en aguas jurisdiccionales. Serán sin duda eficaces las que
deriven de los acuerdos tomados en la Conferencia de Washington.
8.
La intervención del Consejo Internacional para la Exploración del
Mar, respecto al problema de la polución de petróleo y aceites pesados, pudiera
consistir:
a)
En recomendar a los delegados de los diversos
países que en los laboratorios litorales, y por los servicios
respectivos de pesca, se realicen en gran escala experiencias
con riguroso método científico y se reúnan observaciones e
informes con el fin de precisar el alcance exacto de los peligros
que puede haber para la fauna marina, directa o indirectamente,
por la polución de petróleos y aceites pesados.
b)
Que los resultados de estas experiencias, de las
observaciones e informes recogidos, se transmitan al Consejo,
para que una Comisión competente los coordine, los ordene y
los divulgue.
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