Los expositores de la teoría republicana actual suelen remitirse a

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Sobre el concepto de “república” en las décadas finales del
siglo XVIII.
Joaquín Abellán.
Los teóricos del republicanismo en la actualidad suelen
remitirse a la existencia de una tradición de pensamiento
republicano, que ven iniciada en Cicerón, en la época de la
República
autores
romana,
de
las
y
continuada
repúblicas
por
Maquiavelo
renacentistas
y
otros
italianas,
por
James Harrington y otras figuras del período de la guerra
civil en la Inglaterra del siglo XVII y por otros muchos
teóricos de Inglaterra, Francia y Norteamérica durante el
siglo XVIII 1 . Suelen considerar, además, que esta tradición
de la que se reclaman forma una tradición distinta de
la
tradición liberal por el concepto de libertad y por la
concepción de la comunidad política que subyacen en ambas
líneas de pensamiento.
Las
páginas
que
diferenciación
siguen
entre
no
abordan
liberalismo
y
esta
cuestión
republicanismo
de
la
y
ni
siquiera analizan la relación del republicanismo actual con
sus “clásicos”;
sólo pretenden hacer una contribución a la
historia del concepto de “república”, analizando algunos
políticos
y
pensadores
“clásicos”
de
finales
del
siglo
XVIII, que marcaron las líneas del debate teórico sobre
algunos
conceptos
fundamentales
de
la
política
durante
algunos años. En primer lugar analizamos el concepto de
“república” en la Francia de antes de la Revolución de 1789
y de los primeros años revolucionarios (I), para pasar
luego a algunos teóricos de la Constitución norteamericana
1
Véase, por ejemplo, Philip Pettit, Republicanismo. Una teoría sobre
la libertad y el gobierno (1997). Trad. cast. de Toni Domènech,
Barcelona 1999, págs. 22-23.
1
(II), acabando finalmente con la exposición del concepto de
“república” en la Alemania de fines del XVIII (III).
I
En
la
Francia
anterior
a
la
Revolución,
Jean-Jacques
Rousseau ofrecía en su libro El contrato social, publicado
en
1762,
un
fundamentales
concepto
para
la
de
“república”
teoría
con
política.
implicaciones
Rousseau
llama
“república” a todo estado o cuerpo político gobernado por
leyes,
cualquiera
que
sea
su
forma
de
administración,
porque entonces sólo gobierna el interés público, y añade a
continuación que el gobierno legítimo es republicano (libro
II, cap. 6). La legitimidad consiste, en definitiva, en
estar vinculado a la voluntad de los ciudadanos, que se
manifiesta
en
las
leyes,
las
cuales
son
asunto
de
la
voluntad general, que es precisamente donde los ciudadanos
como tales se funden en una persona pública. Esta persona
pública recibe el nombre de cuerpo político o república.
República es, en resumen, el gobierno de las leyes. Este
gobierno de leyes -legítimo o republicano – puede conocer
distintas
formas
de
gobierno
o
de
ejercer
el
poder
ejecutivo, y lo que destaca Rousseau es que este gobierno
que ejerce el poder ejecutivo tiene que ser distinto del
cuerpo político o soberano, pues señala que “no es bueno
que quien hace las leyes las ejecute él mismo”. Ahora bien,
el gobierno ejecutor de las leyes está subordinado al poder
legislativo. De no ser así no habría una constitución, sino
una situación de anarquía.
Al entender la república como gobierno de las leyes y al
ser posibles varias “formas de administración”, Rousseau
distingue
claramente
entre
república
y
democracia.
La
democracia es, junto con la aristocracia, la monarquía y el
gobierno mixto, una forma concreta de gobierno, a la que
2
Rousseau no le concede realmente muchas oportunidades. En
el capítulo dedicado a la democracia en el Contrato social
dice Rousseau que, tomando el término de democracia en su
acepción
rigurosa,
no
ha
existido
nunca
verdadera
democracia ni existirá jamás, pues “va contra el orden
natural que el gran número gobierne y que el pequeño sea
gobernado” y aduce una serie de argumentos a favor de esta
afirmación. Piensa que es difícil imaginar que el cuerpo
político permanezca continuamente reunido para los asuntos
públicos y añade a continuación que esa forma del gobierno
democrático
exige
unos
requisitos
muy
difíciles
de
conseguir: no sólo requiere un Estado muy pequeño, una gran
sencillez en las costumbres y mucha “igualdad en los rangos
y
fortunas”,
sin
la
que
no
podría
subsistir
por
mucho
tiempo la igualdad en los derechos, sino que ninguna forma
de gobierno está tan expuesta a las guerras civiles como la
democrática. Su exposición sobre la democracia termina con
su afirmación de que “si hubiera un pueblo de dioses se
gobernaría democráticamente; un gobierno tan perfecto no
conviene a los hombres”
El concepto de república así entendido se convierte para
Rousseau en la guía central para determinar el contenido de
lo él que llama la “religión civil” del cuerpo político. Es
precisamente el amor a las leyes el núcleo esencial de la
actitud de los ciudadanos respecto a la república. En el
penúltimo capítulo del Contrato social, donde analiza la
cuestión de si la religión es útil para el cuerpo político,
se manifiesta a favor de una religión puramente civil, sin
la que no se podría ser un buen ciudadano y un súbdito
fiel.
Esta
religión
civil
incluye,
entre
sus
dogmas
básicos, “la santidad del contrato social y de las leyes”,
constituyendo así
el núcleo esencial de la República: el
Estado no puede obligar a nadie a creerla, pero sí puede,
3
sin embargo, expulsar a quien no la crea, no por impío,
sino por insociable, por ser incapaz de “amar sinceramente
las leyes, la justicia y de inmolar su vida, llegado el
caso,
a
su
deber”.
Consideraciones
proyectada
En
sobre
reforma
otra
el
obra
posterior,
gobierno
(1772),
de
desarrolla
en
Polonia
Rousseau
y
todo
las
su
un
programa de educación del ciudadano, que incluye el cultivo
de las costumbres nacionales, el deporte, el teatro sobre
temas patrióticos y la celebración de fiestas públicas para
que asienten la República en el corazón de los polacos: el
amor a la patria consiste, en definitiva, en el amor a las
leyes y a la libertad.
Durante la Revolución francesa, el concepto de república no
fue al principio un concepto central, pues el debate giraba
en torno a la reivindicación de la “constitution” y de la
garantía de la libertad. Se trataba, antes que nada, de
eliminar
el
régimen
de
privilegios
y
particularidades
estamentales y territoriales y de eliminar el absolutismo
monárquico a favor de la libertad política. El resultado de
los primeros años revolucionarios fue la Constitución de
1791,
que
recogía
una
declaración
de
derechos,
la
separación de poderes y el principio de representación.
Pero como junto a la representación mediante la elección –
para la asamblea nacional legislativa- se había introducido
asimismo
una
representación
virtual
en
la
persona
del
monarca (título 3, art. 2 de la Constitución), se abrió un
debate sobre el concepto de república y su relación con la
monarquía.
Montesquieu
había
hablado
de
tres
clases
de
Gobierno: el republicano, el monárquico y el despótico, y
los había clasificado atendiendo a quién tiene el poder
soberano. En el gobierno monárquico gobierna uno solo, con
arreglo
a
leyes
fijas
y
establecidas;
en
el
gobierno
despótico gobierna una sola persona sin ley y sin norma, y
4
en el republicano tiene el poder soberano el pueblo entero
o una parte del pueblo. Si es el pueblo entero el que es
dueño del poder soberano, estamos ante una democracia, y si
el poder soberano está en manos de una parte del pueblo se
trata de una aristocracia (Espíritu de las leyes, 1748,
libro II). La república, por tanto, fuera un república
aristocrática
o
democrática,
se
oponía
a
la
monarquía.
Ahora, en los primeros años de la Revolución y con una
constitución política que establece un Estado que elimina
el poder absoluto y garantiza la libertad política, pero
con un monarca en el gobierno, el concepto de república
experimenta importantes transformaciones respecto a esta
formulación clásica de Montesquieu. Tanto Robespierre como
Sieyès se separan de esta concepción de Montesquieu, aunque
también entre ellos mismos lleguen al final a conclusiones
distintas.
Maximilien Robespierre afirmaba en un discurso pronunciado
el 13 de julio de 1791, después de la huida de Luis XVI,
que
la
palabra
república
no
significa
ninguna
forma
particular de gobierno, sino que es la denominación general
de todo tipo de gobierno de hombres libres que tienen una
patria. Y por eso afirmaba que la constitución francesa de
esa época era una república con monarca: los hombres, en
realidad, podían ser libres tanto con un monarca como con
un
senado. Algunos meses después, en mayo de 1792, vuelve
a afirmar que él prefiere antes una asamblea representativa
popular y de ciudadanos libres con un rey que un pueblo
esclavo
bajo
un
senado
aristocrático
o
un
dictador
(Expositions de mes principes, 1792). Cuando se abolió la
monarquía por acuerdo de la Convención nacional, el 21 de
septiembre de 1792, se proclamó la République française.
Robespierre identificó entonces república con democracia,
pues consideraba que la esencia de ambas era la igualdad:
5
“la
democracia
continuamente
no
es
un
reunido,
estado
regule
en
por
el
sí
que
el
mismo
pueblo,
todos
los
asuntos públicos;… la democracia es un estado en el que el
pueblo soberano, guiado por las leyes que son obra suya,
hace por él mismo todo lo que puede hacer bien y a través
de delegados todo lo que no puede hacer él mismo” (Discurso
de
5.2.1794).
Y
añade
a
continuación
que
ciudadano
es
equivalente a republicano y que el amor a la igualdad es un
componente esencial del amor a la patria. En ese mismo
discurso
Robespierre
desarrolla
toda
una
ética
social-
política, en la que deberían sustituirse las costumbres por
los principios, la tiranía de la moda por el imperio de la
razón, la vanidad por la grandeza de alma, en defintiva,
“todos los vicios y ridiculeces de la monarquía por todas
las virtudes y maravillas de la República”.
Emmanuel Joseph Sieyés, sin embargo, que también relativiza
la contraposición entre estado monárquico y estado libre,
es
decir,
entre
identificación
democracia.
monarquía
final
Para
de
y
república,
Robespierre
Sieyès,
no
entre
efectivamente,
llega
a
república
la
la
y
auténtica
contraposición en el terreno político-constitucional es la
que se da entre un sistema autocrático y un sistema con
representación
y
separación
de
poderes.
Para
él,
una
organización político-constitucional en la que no exista
con carácter esencial la representación no es legítima, con
independencia de cómo se denomine. Para la organización de
una comunidad como Estado sólo existe la alternativa de un
sistema representativo o el despotismo. La legitimidad de
una constitución no reside en que el poder ejecutivo sea un
gobierno monárquico o un gobierno republicano, sino en que
el gobierno como tal esté vinculado al principio de la
representación.
Y
a
representativa- la llama
esta
constitución
legítima
–
república. La república es, en
6
resumen,
un
gobierno
representativo.
Y
desde
esta
perspectiva, Sieyès considera que tanto el partido de los
monárquicos como el de los republicanos tendrían que estar
por la república y que los enemigos de la monarquía no
tendrían que llamarse republicanos, sino “poliarquistas” o
“policráticos”, pues de lo único que se trata ya es de
decidir si la mejor forma de gobernar la república es un
gobierno
monárquico
o
un
gobierno
poliárquico.
Esta
cuestión, piensa él, ya no es una cuestión de legitimidad,
sino simplemente de funcionalidad o conveniencia, pues se
trata de decidir cómo se pone la última piedra al edificio
de la constitución, si con un hombre solo o con un cuerpo
colegial,
es
decir,
si
el
edificio
de
la
constitución
termina en punta o en una plataforma (Moniteur 8.7.1791).
Este
planteamiento
de
Sieyès
de
situar
el
centro
de
gravedad del Estado, de su legitimidad, en la existencia de
un sistema representativo, dejando en un segundo plano la
cuestión de si el poder ejecutivo es más conveniente que
esté en manos de un monarca o de un cuerpo colegial, será
retomado
por
Immanuel
Kant
pocos
años
después,
quien
insistirá igualmente en que la cuestión central y primera
en el Estado es cómo se gobierna y no tanto quién o quiénes
detentan el poder ejecutivo.
II
Con
la
independencia
de
las
colonias
británicas
en
Norteamérica, en 1776, las constituciones de los nuevos
Estados
porque
según
fueron
usualmente
garantizaban
las
Government,
leyes.
en
que
John
1776,
el
consideradas
poder
Adams
que
la
como
político
escribía
auténtica
repúblicas
se
en
ejerciera
Thoughts
on
definición
de
“republic” es el imperio de las leyes y no el de los
7
hombres. En este mismo sentido, el propio Adams escribía
algunos años después que la constitución de Inglaterra era
en
verdad
una
república,
porque
tenía
una
monarquía
limitada constitucionalmente por dos ramas independientes,
el poder aristocrático y el poder democrático (A Defence of
the Consstitutions of Government of the United States of
America,
1787).
En
estos
mismos
años,
sin
embargo,
se
escuchaban otras voces de otros contemporáneos, como la de
Thomas
Payne,
que
denunciaban
la
constitución
británica
precisamente por considerar que el rey era una tirano o una
figura decorativa innecesaria (Commen Sense, 1776).
Con su
concepto de república, John Adams iba a poner en entredicho
la
consigna
independencia
de
los
primeros
de
que
“el
años
pueblo
no
de
lucha
puede
por
obrar
la
mal”,
expresando sus temores por el posible abuso del poder por
parte
del
pueblo.
necesariamente.
escribe:
República
En
“podemos
su
y
democracia
libro
encontrar
mencionado
en
cualquier
no
coincidían
anteriormente
página
de
la
historia… pruebas irrefutables de que el pueblo, cuando no
ha
tenido
brutal,
contrapesos,
bárbaro
y
ha
cruel,
sido
como
tan
injusto,
cualquier
rey
tiránico,
o
senado
poseedor de un poder incontrolado. La mayoría ha usurpado
eternamente y sin excepción los derechos de la minoría”. Y
en una carta a Jefferson, en 1815, le resumía su credo
político
en
los
siguientes
términos:
“el
principio
fundamental de mi credo político es que el despotismo o
poder absoluto es el mismo en una mayoría de una asamblea
popular, un consejo aristocrático, una junta oligárquica o
un emperador”.
Partiendo de este concepto de república como el imperio de
las leyes y no de los hombres, James Madison establece
asimismo una clara diferencia entre república y democracia.
Sus
reflexiones
al
respecto
están
contenidas
en
los
8
artículos que escribió “al pueblo del Estado de Nueva York”
sobre la Constitución federal de los Estados Unidos de 1787
–artículos
que
escritos,
junto
con
los
de
Alexander
Hamilton y John Jay, entre octubre de 1787 y mayo de 1788
fueron reunidos en el libro El Federalista. Para Madison,
la república implica un sistema de representación política
y
comprende
a
un
número
grande
de
ciudadanos
y
un
territorio más extenso, mientras que la democracia es “una
sociedad integrada por un reducido número de ciudadanos,
que se reúnen y administran personalmente el gobierno” (El
Federalista, núm. 10). Su posición contra la democracia se
deriva de la que él considera incapacidad de la democracia
para evitar los peligros del espíritu sectario dentro de la
sociedad,
ejercen
atajar
pues,
al
ser
personalmente
sus
los
mismos
el
gobierno,
e
intrigas,
ambiciones
ciudadanos
nada
hay
pudiendo
quienes
que
pueda
brotar
la
tiranía en la primera ocasión favorable que se presente. La
democracia, piensa Madison, es, además, incompatible con la
seguridad personal y con los derechos de propiedad. Por el
contrario, en la representación política se encuentra la
garantía de la libertad. En el núm. 51 de El Federalista
escribe: “todo el poder del gobierno en proyecto estará en
manos
de
los
representantes
del
pueblo.
Esta
es
la
seguridad esencial y, después de todo, la única eficaz de
los derechos y privilegios del pueblo que es asequible en
la sociedad civil”.
La primera ventaja, por tanto, de la república sobre la
democracia, es la delegación del gobierno en unos cuantos
hombres
por
parte
representación
del
actúa
resto
como
un
de
los
filtro
ciudadanos;
que
refina
la
los
intereses de los particulares, pasándolos a través de un
cuerpo
de
ciudadanos
elegidos,
cuya
sabiduría
puede
discernir mejor los verdaderos intereses de su país y cuyo
9
patriotismo y amor a la justicia hará menos probable que
los
sacrifiquen
a
consideraciones
particulares
o
transitorias (El Federalista, núm. 10). Este filtro de la
representación puede así desactivar el espíritu de facción,
es decir, la unión de varios ciudadanos “movidos por algún
impulso
de
derechos
pasión
de
los
o
por
demás
algún
interés
ciudadanos
o
contrario
a
los
a
los
intereses
permanentes de la comunidad”. Pero como el filtro de la
representación
podría
convertirse
en
un
mecanismo
distorsionador, sirviendo a la selección precisamente de
personas indeseables, la segunda ventaja de la repúblicaque
puede
ser
extensa,
y
por
tanto,
diversa-
permite
solucionar este problema: en un estado más grande existe
una
posibilidad
juiciosos;
mayor
siendo
intereses
el
de
encontrar
estado
distintos
más
y,
representantes
extenso,
habrá
consiguientemente,
mas
menos
probabilidad de que puedan combinarse en el sentido de una
facción
vasta
contra
los
república
de
derechos
los
de
Estados
otros
Unidos
ciudadanos:”en
y
entre
la
la
gran
diversidad de intereses, partidos y sectas que abarca, una
coalición integrada por la mayoría de toda la sociedad rara
vez podría formarse sobre la base de principios que no
fuesen
los
de
la
justicia
y
el
bien
general”
(El
Federalista, núm.51).
Ambos elementos, por tanto, son esenciales a la república
tal como la entiende Madison: la representación y, para que
ésta surta efecto, un territorio extenso. El propio Madison
dice que es difícil que un gobierno representativo hubiera
podido tener éxito dentro de los estrechos límites en que
se desarrollaban las democracias griegas. Y aunque acepta
que,
en
un
desconocido
cierto
por
sentido,
completo
la
los
antiguos
representación
no
habían
–pues
había
cargos públicos elegidos que, en cierto modo, representaban
10
al pueblo en su capacidad ejecutora-, la representación en
la
república
norteamericana,
sin
embargo,
desempeña
un
papel esencial. Esta representación implica, precisamente,
la exclusión del pueblo en su “collective capacity” de la
participación política.
III
También en Alemania, donde la mayoría de los Estados tenían
un régimen monárquico absolutista, se debatió a finales del
siglo XVIII en torno a la constitución y a la “república”,
teniendo
presentes
las
experiencias
y
las
doctrinas
francesas, inglesas y norteamericanas y revisando, al mismo
tiempo, la propia tradición alemana del derecho natural de
más
de
décadas
un
siglo.
del
En
siglo
este
XVIII,
sentido,
se
en
desarrolla
las
en
dos
últimas
Alemania
un
derecho natural nuevo, que dio base teórica al liberalismo.
El punto central de ese nuevo derecho natural es un nuevo
concepto de constitución, según el cual la constitución
tiene
como
finalidad
la
realización
de
la
libertad
personal, civil y política de los hombres. Y entre los
autores que dan un impulso a este nuevo derecho natural, y
concretamente, a un nuevo concepto de “república” destaca
Immanuel Kant.
Con el mismo planteamiento de Sieyès, cuyo artículo en
Moniteur había sido publicado en alemán en 1792 ( en el
Göttingisches
historisches
Magazin),
Kant
desplaza
la
cuestión tradicional de las formas de estado, según quién
tiene el poder, a la cuestión de la forma de gobernar. En
su
escrito
La
paz
perpetua
(1795)
afirma
que
“la
constitución civil de todo Estado debe ser republicana” y
desarrolla a continuación los principios de la forma de
gobernar republicana. Se trata de una forma de gobernar en
11
la que se parte del reconocimiento de la libertad, de la
igualdad y de la dependencia respecto a la legislación
común de todos los ciudadanos. Y este republicanismo –
término que utiliza el propio Kant- implica asimismo el
principio de la separación entre el poder ejecutivo y el
poder legislativo. Esta separación de poderes implica un
sistema representativo, pues “toda forma de gobierno que no
sea representativa es, en propiedad, una no-forma, porque
el legislador no puede ser al mismo tiempo ejecutor de su
voluntad en una y la misma persona”. El modo de gobierno
contrapuesto
al
republicanismo
es,
según
Kant,
el
despotismo. Este tipo de gobierno se caracteriza porque el
gobernante utiliza la voluntad pública como si fuera su
propia voluntad particular, tratando al pueblo como si éste
fuera
parte
de
su
propiedad.
En
el
despotismo
no
hay
tampoco separación de poderes, porque ejecuta las leyes el
mismo que se las ha dado.
Y una vez expuesto lo que entiende por republicanismo o
constitución republicana, Kant analiza cuál de las formas
de Estado –la monarquía, la aristocracia o la democraciaes la más adecuada para poder gobernar republicanamente. En
este punto, Kant afirma que a la aristocracia le resulta
más difícil que a la monarquía llegar, mediante reformas,
al modo de gobierno republicano, y que a la democracia le
resulta
totalmente
capacidades de
imposible.
Su
afirmación
sobre
las
la monarquía para llegar al republicanismo
la basa en que cuanto más pequeño sea el número de los que
tienen el poder y cuanto mayor sea su representación, se
puede esperar que, a través de las reformas, pueda elevarse
su
constitución
actual
hasta
el
republicanismo.
La
democracia tiene, por el contrario, según Kant, el peor
punto
de
gobierno
partida
para
republicano,
intentar
pues
ella
ajustarse
implica
al
modo
de
realmente
un
12
despotismo. En la democracia cada ciudadano tiene poder por
derecho propio, y cada uno quiere, por tanto, ejercer el
poder directamente. Al poder y querer todos y cada uno de
los ciudadanos ejercer el poder directamente pueden decidir
sobre alguien, que no quiera, con lo que se está atentando
contra la libertad y produciéndose un ejercicio despótico
del poder.
Este concepto de república de Kant –libertad e igualdad de
los
ciudadanos,
sistema
representativo
y
división
de
poderes- actúa como una idea reguladora, como una norma,
para
cualquier
política
como
produciendo
constitución
tal
en
le
la
política
queda
encomendada
realidad
ejemplos
concreta.
la
de
tarea
ese
A
la
de
ir
modelo,
procurando llevarlo a la realidad a través de paulatinas
reformas
de
los
revolución.
sistemas
Esta
constituciones
vigentes
transformación
vigentes
obligación derivada del
en
una
y
no
mediante
paulatina
de
republicana
la
las
es
una
espíritu del “contrato originario”
por el que se funda el Estado – o república, según el
término
latino
de
res
publica-;
una
transformación
paulatina y continuada hasta que la constitución actual –
una
monárquica,
por
ejemplo-
se
adecue
a
la
única
constitución legítima, que es la republicana (Metafísica de
las costumbres, 1797, #52). La grandeza de la Revolución
francesa había consistido, según Kant, precisamente en que
había puesto ante los ojos de la humanidad el camino de un
progreso hacia algo mejor, hacia una situación en la que el
derecho,
y
no
el
poder,
se
estaba
convirtiendo
en
el
criterio organizador de las relaciones entre los hombres.
Y con optimismo afirma Kant que
el proceso abierto por la
Revolución francesa no es algo concluso, sino que continua
su
marcha
hacia
el
establecimiento
general
de
la
constitución republicana (Disputa de las Facultades, 1798).
13
Este
concepto
kantiano
de
república
fue
aceptado
por
algunos de sus contemporáneos, que, sin embargo, llegaron a
conclusiones distintas a las de Kant. Es el caso de Johann
Adam Bergk y de Friedrich Schlegel, entre otros. Bergk
también
afirma
republicanas
república
que
y
y
todas
las
presenta
de
la
constituciones
como
deben
características
constitución
ser
de
la
republicana
la
representación, la división de poderes y la elección para
un plazo determinado de las personas que han de ejecutar el
poder.
Sin
embargo,
no
encuentra
contradicción
entre
república y democracia hasta el punto de que califica las
constituciones
francesas
de
1793
y
1795
como
“constituciones republicanas democráticas”. Su concepto de
constitución republicana lleva a las últimas consecuencias
el
planteamiento
kantiano
y
desarrolla
un
concepto
de
ciudadano mucho más amplio que el kantiano, al considerar,
por ejemplo, que las mujeres y no sólo los varones deben
ser
también
ciudadanos
Metaphysische
(Briefe
Anfangsgründe
über
der
Immanuel
Rechtslehre,
Kants’
1979).
Friedrich Schlegel, por su parte, en la recensión que hace
del libro la Paz perpetua, escribe que el republicanismo es
necesariamente democrático y critica la tesis kantiana de
que
la
democracia
diferencia
de
precisamente
(Versuch
el
über
sea
necesariamente
Kant,
Schlegel
ideal
al
den
Begriff
que
ve
hay
des
en
que
despótica.
la
ir
A
democracia
aproximándose
Republikanismus,
1796).
También el joven Görres escribe, después de la guerra de la
primera coalición contra Francia, que la forma ideal de
estado es la democrática y que Francia constituía la forma
del
“estado
normal”,
es
decir,
la
democrática
(Der
allgemeine Frieden, ein Ideal, 1798).
14
A lo largo del siglo XIX el concepto de república, aunque
se siguió utilizando como el concepto general de un Estado
de
derecho
o
una
constitución
representativa,
con
independencia de la forma de gobierno concreta, se fue
identificando progresivamente con el concepto de democracia
y con un programa de reforma social.
15
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