® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International Información Legal y Tributaria diciembre 2014 ÁREA FISCAL La doctrina del Tribunal Supremo del “doble tiro” y la instauración de la inseguridad jurídica en el ordenamiento jurídico tributario Daniel Tarroja, Abogado Gerente del Departamento Fiscal Barcelona [email protected] La Sentencia del Tribunal Supremo de 29 de septiembre de 2014, dictada en el Recurso de casación para la unificación de la doctrina, ha fijado definitivamente como criterio jurisprudencial del Alto Tribunal, que la Administración Tributaria pueda girar una nueva liquidación en sustitución de la anulada en vía judicial. La presente Sentencia viene a confirmar la senda tomada por el Supremo con la Sentencia de 19 de noviembre de 2012, que sentó la doctrina legal por la que, estimado un recurso contencioso-administrativo frente a una liquidación tributaria por razón de una infracción de carácter formal, o incluso de carácter material, siempre que la estimación no descanse en la declaración de inexistencia o extinción sobrevenida de la obligación tributaria liquidada, no impide que la Administración dicte una nueva liquidación en los términos legalmente procedentes, salvo que haya prescrito su derecho a hacerlo y, sin perjuicio de la debida subsanación de la correspondiente infracción de acuerdo con lo resuelto por la propia Sentencia. Con dicho pronunciamiento el Tribunal Supremo intentó dar respuesta a dos cuestiones que se plantean cuando la liquidación efectuada por la Administración tributaria es impugnada y, los tribunales contencioso-administrativos resuelven anulando dicha liquidación por razones sustantivas o de fondo, ¿es posible la retroacción de las actuaciones administrativas?, y en caso negativo, ¿es posible entonces dictar una nueva liquidación en sustitución de la anulada? En relación a la primera de las cuestiones la jurisprudencia del Tribunal Supremo parece ser clara, la retroacción de actuaciones se concibe como un instrumento que permite reparar aquellos defectos procedimentales que hayan causado indefensión al obligado tributario reclamante, pero solamente en aquellos casos en los que se puedan subsanar defectos o vicios de menor enjundia, dado que si nos encontramos ante vicios o defectos determinantes de nulidad de pleno derecho, dicha posibilidad queda vedada, pues en palabras del propio Supremo “si no ha habido ninguna quiebra formal y la instrucción está completa (o no lo está por causas exclusivamente imputables a la Administración), no cabe retrotraer para que la Inspección rectifique, por ese cauce, la indebida fundamentación jurídica de su decisión”. Determinado con claridad que dicha posibilidad de retroacción sólo es posible cuando el acto administrativo contenga vicios determinantes de anulabilidad, cuando el motivo de anulación de una liquidación lo sea por razones sustantivas, materiales o de fondo, la Administración tributaria podrá dictar una nueva liquidación siempre y cuando su potestad no haya prescrito, habida cuenta que la interposición de un recurso o reclamación interrumpen la prescripción tal y como dispone el artículo 68.1 b) de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria. Lo que va de suyo, pues la Administración tributaria es plenamente consciente que por mucho que equivoque el “tiro”, la interposición del pertinente recurso o reclamación, por parte del obligado tributario paraliza el cómputo de prescripción. La posibilidad de que la Administración dicte una nueva liquidación en sustitución de la anulada por sentencia del órgano jurisdiccional, conocida como doctrina del “doble tiro”, parte de la base que el Tribunal Supremo no comparte las interpretaciones sobre las que la Administración Tributaria deba acertar siem- ÁREA LABORAL 3 >> Contratación temporal en fraude de ley >> El uso del correo electrónico en el trabajo ÁREA CIVIL 5 >> La llegada de los veinte años de entrada en vigor de la Ley de Arrendamientos Urbanos ÁREA PROCESAL Y ARB. 6 >> La reciente doctrina jurisprudencial sobre la “cautela socini” >> Compensación de deudas y grupo de sociedades >> El WhatsApp como prueba ÁREA MERCANTIL 8 CROWE HORWATH PLM AUDITORES 10 ACTIVIDADES CORP. 12 pre en su funcionamiento, de tal modo que si se equivoca, pierda la posibilidad de liquidar nuevamente el tributo, aunque dicho criterio no se haya adoptado por unanimidad, como demuestran los votos particulares de dos Magistrados. La adopción de la doctrina del “doble tiro” como criterio jurisprudencial, debiera cuanto menos, contar con el apoyo de una mayoría total, que no aceptase discrepancia alguna, habida cuenta de la trascendencia de la adopción de este criterio. La Sentencia de 19 de noviembre de 2012, la primera de las sentencias que estableció con claridad la doctrina del “doble tiro”, ya contó con los votos particulares de los magistrados D. Emilio Frías Ponce, D. Juan Gonzalo Martínez Micó y D. Manuel Vicente Garzón Herrero, si bien por distintos motivos. Hecho que se ha vuelto a producir en la reciente Sentencia de 29 de septiembre de 2014, que viene a consolidar la doctrina del “doble tiro”. ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International Lo que resulta importante remarcar de dicha decisión es que nos encontramos ante una decisión extremadamente controvertida, pues en palabras del propio magistrado D. Emilio Frías Ponce “nada tendría que objetar al criterio de la mayoría de la Sala si hubiera rectificado nuestra doctrina de que no tienen eficacia interruptiva de la prescripción los actos anulables”, demostrando con ello, que la propia sentencia dictada por el Supremo, contravenía sus propias decisiones en cuanto a los efectos que deben producir los actos aquejados de vicios de anulabilidad. En este mismo sentido, si bien con matices, se manifestó también el magistrado D. Juan González Martínez Micó, “una vez que un órgano judicial anula un acto tributario, éste ha de quedar definitivamente expulsado del ordenamiento jurídico, sin que sea admisible su reiteración y todo ello con independencia de la naturaleza del vicio o defecto que dio lugar a su anulación”. Con la consolidación de este criterio jurisprudencial por parte del Tribunal Supremo, en la reciente sentencia de 29 de septiembre de 2014, se afianza definitivamente la posibilidad de que la Administración pueda volver a pronunciarse sobre el mismo objeto del acto que ha sido anulado por decisión judicial. Este planteamiento supone dar oportunidades a la Administración de corregir sus propios actos, a pesar de haber cometido una infracción del ordenamiento jurídico (y esto, sin entrar a considerar que con la adopción de dicho criterio la teoría de los “actos propios” que emana del propio Tribunal Supremo, no quede en muy buen lugar) ya que obtiene un beneficio de sus propios errores y se le concede con ello, plazos más largos de prescripción. La subsanación que pretende la doctrina del Supremo, difiere de los efectos del acto administrativo, ya que toda actuación administrativa debe estar sometida al imperio de la Ley, dicho de otro modo, un acto administrativo nunca puede ser eficaz si no es válido y, aunque inicialmente al dictarse goza de presunción de legalidad, ésta se destruye con el pronunciamiento del Tribunal correspondiente que lo anula y que lo expulsa del ordenamiento jurídico. En acertadas palabras del magistrado D. Emilio Frías Ponce, “lo que diferencia el acto nulo del meramente anulable es que este último mantiene su eficacia si el interesado no reacciona frente al mismo, pero si se impugna y el recurso es estimado el pronunciamiento priva de todo efecto al acto impugnado, por lo que no puede interrumpir la prescripción ni el acto nulo ni el anulable, ni por supuesto los recursos ni las resoluciones de tales recursos, pues aquéllos no son sino un medio de reacción contra el acto administrativo, y éstas la consecuencia lógica de tales recursos”. El Tribunal Supremo desoye, ya no solo a la doctrina mayoritaria, e incluso a algunos de sus magistrados (como lo demuestran los votos particulares) sino que entra en conflicto directo, con sus propias decisiones recogidas en el ámbito de la recaudación de cuotas ante la Tesorería General de la Seguridad Social, pues en Sentencias de 3 de julio del 2000 y del 29 de septiembre de 2004, la misma Sala del Tribunal Supremo ya declaró con extrema claridad, que sólo los actos válidos producen los efectos que la Ley prevé para ellos, como es la interrupción de la prescripción. Con ello, el Tribunal Supremo consigue que la percepción social de dicho tipo de decisiones, altamente proteccionistas de la actuación de la Administración, sean las que en el aforismo anglosajón predica como el “one law for them, another law for us”. Piénsese en si las decisiones de los Tribunales darían amparo a la defensa efectuada por un contribuyente ante la liquidación efectuada por la Administración tributaria, basada en exactamente en el mismo derecho otorgado a la Administración con la presente doctrina, cual es manifestar que ha producido un error en su autoliquidación y que solicita al Tribunal que pueda volver a liquidar de nuevo para subsanar el error cometido y, con ello, evitar ya no solo la sanción tributaria, sino también la liquidación efectuada por la Administración. La respuesta a dicha cuestión parece muy clara, y es un rotundo no, efectuado por los Tribunales siempre bien acompañado de la teoría de los “actos propios”, que en latín es conocida bajo la fórmula del principio del “venire contra factum proprium non valet”. En otro orden, pero no de menor importancia, con la adopción de la presente doctrina se modificará muy nocivamente para los obligados tributarios, los tiempos de resolución de los conflictos tributarios. En el actual sistema de impugnación de un acto de contenido tributario, considerando que se efectúan todos los recursos a los que el ordenamiento jurídico tributario da pie, nos encontramos con procedimientos que pueden llegar hasta los 8 años, pasando por los Tribunales Económico-Administrativos Regionales en primera instancia, efectuando el recurso de alzada ante el Tribunal Económico-Administrativo Central y, finalizando en la vía contencioso-administrativa ante el Tribunal competente por razón de la materia. Con la adopción de dicho criterio, se institucionalizarán procedimientos que durarán, como mínimo, el doble de años, y todo ello sin contar los períodos que ocupan los nuevos procedimientos iniciados por la Administración tributaria, cuando pretenda volver a liquidar el tributo que ha sido objeto de controversia, dejando casi indefinidamente abiertos los procedimientos tributarios. Llegados a este punto, es importante remarcar que los efectos de la actual doctrina resultarán extremadamente perjudiciales para los obligados tributarios. En primer lugar, por cuanto contraviene a sus propias decisiones anteriores adoptadas en idénticas situaciones, llegando incluso a modificar el concepto de acto administrativo anulable y sus efectos en el ordenamiento jurídico. En segundo lugar porque se establecerán en el ordenamiento jurídico los procedimientos ad infinitum como lo más común y, sin castigo para una Administración a la que demasiado a menudo hay que recordarle que debe actuar en base a los principios de la buena fe y de la confianza legítima, pues así lo recoge la Ley 30/1992, Reguladora del Procedimiento Administrativo Común, la Constitución Española y expresamente lo recoge también la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 2 ÁREA LABORAL Contratación temporal en fraude de ley Javier Abelló, Abogado Departamento Laboral Barcelona [email protected] La contratación temporal para la realización de una obra o servicio determinado requiere que éstos tengan autonomía y sustantividad propias dentro de la actividad normal de la empresa y que su ejecución, aunque limitada en el tiempo, sea en principio de duración incierta. En puridad de términos legales, si el trabajador realiza labores propias de la operativa ordinaria empresarial, se da una carencia de autonomía o sustantividad que veda la utilización de este tipo de contratación temporal. En este sentido, el Tribunal Supremo estimó en sentencia del pasado día tres de junio de dos mil catorce el recurso de casación interpuesto por dos trabajadoras del Servicio Andaluz de Empleo, por estimar insuficientemente justificada la causa de temporalidad de sus contratos de trabajo por obra o servicio, por adolecer éstos de deficiente descripción de la obra o servicio, pues se había hecho por remisión a un “Plan Extraordinario de medidas de orientación, formación profesional e inserción laboral” cuya vigencia y prórrogas ni tan solo coincidían con las de los contratos. Así las cosas, el Alto Tribunal consideró esos contratos como suscritos en fraude de ley y, en su consecuencia, se presumieron celebrados por tiempo indefinido. El artículo 15 del Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores (ET) exige como causa para la validez del contrato temporal para obra o servicio determinados que éstos tengan «autonomía y sustantividad propia dentro de la actividad de la empresa», estableciendo el Real Decreto 2720/1998, de 18 de diciembre, por el que se desarrolla dicho precepto en materia de contratos de duración determinada, que tales contratos deben ”especificar e identificar suficientemente, con precisión y claridad, la obra o el servicio que constituya su objeto». El espíritu de la norma es el fomento de la estabilidad en el empleo, restringiendo las posibilidades de la contratación temporal a un muy limitado numerus clausus de supuestos de hecho, penalizando la utilización, por fraudulenta, de este tipo de contratos en supuestos diferentes, al establecer el artículo 15.3 ET que «se presumirán por tiempo indefinido los contratos celebrados en fraude de ley». Es pacífica la Jurisprudencia que exige el riguroso cumplimiento de ese requisito de delimitación concreta de la obra o servicio objeto del contrato, para justificar la concurrencia de la causa de temporalidad imprescindible para la validez del mismo. La propia Sala Cuarta del Tribunal Supremo se viene pronunciando desde hace años sobre la necesidad de que concurran conjuntamente todos los requisitos le- gales para que la contratación temporal por obra o servicio determinado pueda considerarse ajustada a derecho, y ha considerado siempre necesario para ello que quede expresamente acreditada la causa de la temporalidad, pues ésta no puede presumirse. De ahí la trascendencia de que se cumpla la previsión del citado Real Decreto en cuanto a la obligación de identificar en el contrato, con toda claridad y precisión, cuál es la obra concreta o el servicio determinado que lo justifican. En el caso que nos ocupa, conforme quedó acreditado en el acto del juicio, desde el inicio de su relación laboral, las recurrentes realizaron siempre labores normales del Servicio Andaluz de Empleo, evidenciándose así que el servicio que prestaban carecía de autonomía y sustantividad propias dentro de la actividad de dicho organismo. La sentencia concluyó que en los contratos de las recurrentes las descripciones de los servicios objeto de los mismos “no especifican e identifican suficientemente, con precisión y claridad, la obra o servicio”. Por otra parte, la vigencia de los contratos de trabajo de las recurrentes se vinculó a la vigencia del referido Plan Extraordinario, que durante su ejecución había sido prorrogado en varias ocasiones, sin que ni la duración inicial de los contratos ni sus sucesivas prórrogas anuales coincidieran con la vigencia inicial, ni la sucesivas prórrogas bianuales del Plan. Así, cualquier intento de justificación de la duración de los contratos para adaptarse a la duración del Plan carecía de fundamento y, por ende, no cabía considerar que la ejecución del Plan podía constituir el «servicio determinado» justificador de la contratación realizada. La sentencia estableció, pues, que no dándose la causa legal de temporalidad, es claro que el objeto de dichos contratos (la realización de normales y permanentes del Servicio Andaluz de Empleo para hacer frente a las necesidades derivadas del continuo aumento del número de desempleados), debía haberse atendido mediante contratos indefinidos y, en tanto que la contratación temporal de las recurrentes fue considerada fraudulenta, declaró los contratos celebrados por tiempo indefinido. La Sentencia basó tal pronunciamiento en el antes referido artículo 15.3 ET y en anteriores pronunciamientos del propio Tribunal en esta materia cuales son que “la irregularidad del primero de los contratos laborales sucesivos, sin solución de continuidad, convierte la relación laboral en indefinida” y que “cuando un contrato temporal deviene indefinido por defectos esenciales en la contratación, la novación aparente de esta relación laboral ya indefinida, mediante la celebración de un nuevo contrato temporal sin práctica solución de continuidad, carece de eficacia a tenor de lo dispuesto en el artículo 3.5 del Estatuto de los Trabajadores”. ® 3 Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International Por lo demás, la Sentencia expone que “de la existencia de una subvención, no se deriva que la contratación deba ser necesariamente temporal”, por lo que “si en un determinado momento desaparecieran las subvenciones asociadas a la vigencia del citado Plan, ello podría justificar, en su caso, una extinción de esos contratos por causas objetivas de acuerdo con lo establecido en el artículo 52 del ET”, cuyo apartado e) habilita la posibilidad de este tipo de despido “en el caso de contratos por tiempo indefinido concertados directamente por entidades sin ánimo de lucro para la ejecución de planes y programas públicos determinados, sin dotación económica estable y financiados por las Administraciones Públicas mediante consignaciones presu- puestarias o extrapresupuestarias anuales consecuencia de ingresos externos de carácter finalista, por la insuficiencia de la correspondiente consignación para el mantenimiento del contrato de trabajo de que se trate”. En definitiva, la Sentencia abunda en la pacífica Jurisprudencia en materia de contratación temporal, del cumplimiento de cuya normativa reguladora no exonera a las Administraciones Públicas, que deben someterse a la legislación laboral cuando, actuando como empleadoras, suscriben con sus trabajadores contratos de trabajo, quedando vinculadas con los mismos en los términos de la normativa aplicable atendidas las circunstancias concurrentes en cada supuesto. ÁREA LABORAL El uso del correo electrónico en el trabajo Xavier Murciano, Abogado Departamento Laboral Barcelona [email protected] El correo electrónico es desde hace años herramienta indispensable en la mayor parte de los trabajos. Si bien la empresa puede establecer las reglas de uso del correo electrónico, ello no significa que el empresario pueda ejercer un control absoluto sobre lo que los trabajadores envían, pues tal proceder podría incidir en el ámbito de la intimidad del empleado; entra en juego el ámbito de los derechos fundamentales. La jurisprudencia viene afirmando que el empresario puede establecer pautas sobre el uso del correo electrónico, así como advertir con antelación de la existencia de controles periódicos. De no existir dicha advertencia sobre hasta dónde pueden utilizarlo y el control que se hace, se estaría vulnerando el derecho a la intimidad del trabajador. Así, el acceso de la empresa al buzón electrónico del trabajador sólo puede darse de forma excepcional cuando se pruebe que se trata de una medida justificada, necesaria, ponderada y equilibrada, en cualquier caso idónea para comprobar si el trabajador comete efectivamente la irregularidad sospechada por la que pueda ser sancionado. Por el contrario, no resulta, en este sentido, aceptable la mera conveniencia o interés empresarial como elemento justificativo de control, debiendo darse la debida proporcionalidad entre el uso de los sistemas de vigilancia del correo y las limitaciones al derecho a la intimidad de los asalariados. De este modo, si la empresa ejerce una supervisión en el marco de un previo conflicto laboral y de forma coetánea a la interposición de una papeleta de conciliación por extinción contractual, se evidencia un claro objetivo de buscar un motivo para despedir a la actora y no la defensa del patrimonio o de los intereses de la empleadora. Consecuentemente, estos fines deberán ser considerados como ilegítimos y, en el marco de un proceso judicial del orden social, no podrían ser tomados en consideración como pruebas obtenidas por el empresario. Además, en tanto el control empresarial llegue a menoscabar la dignidad del trabajador, éste podría instar la resolución judicial de su contrato de trabajo en virtud de lo dispuesto en el artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores. En cuanto al uso personal o ajeno al trabajo del correo electrónico de la empresa, debe ser acordado entre ésta y el empleado, con la única excepción de los representantes de los trabajadores, que lo pueden utilizar para comunicarse entre sí. Numerosas resoluciones judiciales han analizado la incidencia que tiene el uso del email en relación con el derecho de libertad sindical. A razón de ello, de la sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo de 12 de febrero de 2013 se deriva que la publicidad de la huelga no puede amparar contenidos tendentes a desprestigiar a la empresa sin que, a la inversa, quepa justificar actos empresariales desproporcionados que puedan limitar tal ejercicio. En la misma línea, el Alto Tribunal afirma que se lesiona este derecho cuando la empresa, al amparo de sus facultades organizativas y del derecho de libertad de expresión, dirige a todos sus empleados antes del inicio de la huelga un correo electrónico con una visible finalidad coercitiva y disuasoria. “El correo electrónico es herramienta indispensable en la mayor parte de los trabajos” Pese al análisis jurisprudencial que vienen haciendo los tribunales en relación a esta materia, existe un preocupante vacío normativo que da lugar a distintas interpretaciones, ante lo cual es una buena práctica -que aconsejamos- el establecimiento por parte de la empresa de una política de control del correo electrónico y demás medios informáticos, clara y bien comunicada, que no pierda de vista el necesario respeto a los derechos fundamentales de las personas. ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 4 ÁREA CIVIL La llegada de los veinte años de entrada en vigor de la Ley de Arrendamientos Urbanos Marta Pueyo, Abogada Socia del Departamento Civil Barcelona [email protected] La aprobación de la vigente Ley 29/1994, de 24 de noviembre de Arrendamientos Urbanos (LAU), que entró en vigor el 1 de enero de 1995, supuso el inicio del fin de los arrendamientos de local de negocio a favor de persona jurídica que, suscritos durante el marco normativo anterior (LAU 1964), estaban sujetos a prórroga forzosa y, por tanto, su duración era sine die. Recordemos, no obstante, que fue el Real Decreto-ley 2/1985, de 30 de abril, de Medidas de Política Económica (Decreto Boyer), que entró en vigor el 9 de mayo de 1985, el que supuso la supresión de la obligatoriedad de la prórroga forzosa determinando la libertad de pacto respecto al plazo de duración de los arrendamientos. La LAU de 1994, en su Disposición Transitoria Tercera, bajo el título Contratos de arrendamiento de local de negocio celebrados antes del 9 de mayo de 1985, incorporaba un régimen de extinción de aquellos contratos de arrendamiento de local de negocio a favor de una persona jurídica existentes en la fecha de su entrada en vigor y sujetos al régimen de prórroga forzosa de la Ley de 1964. Según la mencionada disposición, el plazo máximo en el que se extinguían estos arrendamientos -la ley preveía un escalado en función de la tarifa del IAE de entre 5 y 20 años- era, para las actividades comerciales, a los 20 años de entrada en vigor de la Ley, esto es, el 1 de enero de 2015. Los contratos suscritos a favor de una persona física se extinguen con la jubilación o el fallecimiento del arrendatario, con posibilidad de subrogación a favor del cónyuge que continúe la actividad. Por su parte, la Disposición Transitoria Primera LAU 1994, bajo el título Contratos celebrados a partir del 9 de mayo de 1985, declaraba que estos contratos continuaban rigiéndose por la normativa anterior. Y aquí surgió el problema. ¿Qué pasaba con los contratos de arrendamiento de local de negocio a favor de persona jurídica que suscritos a partir del 9 de mayo de 1985 quedaban, por expresa voluntad de las partes, sujetos al régimen de prórroga forzosa? Ciertamente el legislador no previó o no quiso prever un régimen especial y, por tanto, en el entendimiento de la mayoría de los operadores jurídicos, estos contratos continuaban rigiéndose por la normativa anterior, lo que implicaba que su duración no tenía limitación temporal. El propio Tribunal Supremo, en sentencia dictada el 31 de octubre de 2008, defendía la legitimidad del pacto de prórroga forzosa (en contratos anteriores al 1 de enero de 1995) si así resulta de la voluntad inequívoca de las partes y ello en base al principio de libertad contractual que, con carácter general, preconiza el artículo 1255 del Código Civil, manifestando, además, que tal pacto no es incompatible con el carácter temporal consustancial a los arrendamientos. Pese a ello y pese a la clara dicción de las Disposiciones Transitorias Primera y Tercera de la LAU 1994, el Tribunal Supremo, en sentencia de fecha 17 de noviembre de 2011, da un claro giro a la interpretación doctrinal y jurisprudencial existente hasta el momento, entendiendo, en base a la esencial naturaleza temporal de los arrendamientos, que aquellos contratos que aunque suscritos con posterioridad al 9 de mayo de 1985 estaban sujetos, por voluntad de las partes, al régimen de prórroga forzosa, les es de aplicación la Disposición Transitoria Tercera y, por tanto, su extinción se produciría el 1 de enero de 2015. Dado que la Ley no establece ningún tipo de plazo de preaviso, se están dando en la actualidad infinidad de notificaciones de extinción de contratos de arrendamiento cuyos arrendatarios tenían el absoluto convencimiento de su vigencia. La propia Sentencia hace mención de otra dictada en fecha 9 de septiembre de 2009 por el Pleno del propio Tribunal Supremo en la que analizando dos contratos de arrendamiento para uso distinto de vivienda suscritos con posterioridad a la entrada en vigor de la LAU 1994 y sujetos a prorrogas anuales obligatorias para el arrendador, declaraba: «Entender que cuando -como aquí sucede- el arrendatario es persona jurídica la duración máxima que cabe imponer al arrendador, sin perjuicio de que la voluntad de las partes pueda llevar los efectos del contrato más allá del indicado tiempo, es la de treinta años que la ley establece como límite temporal para el usufructo en el artículo 515 del Código Civil». En idéntico sentido que esta ha sido dictada por el Tribunal Supremo la Sentencia de fecha 14 de noviembre de 2012, también en relación a un contrato celebrado bajo la vigencia de la LAU 1994. Los fundamentos de estas Sentencias también hubieran servido para el caso examinado en la de 17 de noviembre de 2011 y, quizás, el criterio de la equiparación al límite temporal del usufructo (30 años) hubiera sido más respetuoso con la verdadera intención de las partes al contratar. En definitiva, la Sentencia de 17 de noviembre de 2011, que no ha dejado indiferente a nadie y que ha tenido defensores y detractores por igual, es única en ese sentido y, por tanto, no crea jurisprudencia, pudiendo producirse un cambio de criterio en el propio Tribunal, en cualquier caso, la polémica está servida. ® 5 Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ÁREA PROCESAL Y ARBITRAJE La reciente doctrina jurisprudencial sobre la “cautela socini” Miguel Ángel Serrano, Abogado Socio del Departamento Procesal y Arbitraje Madrid [email protected] El supuesto enjuiciado es el siguiente: El testamento contenía una cautela socini. A tenor de la misma, el testador prohibía la intervención judicial y cualquier otra en su testamentaría, expresando el deseo de que todas las operaciones se ejecutasen extrajudicialmente por el comisario contador-partidor. El incumplimiento de dichas prohibiciones suponía que el heredero incumplidor quedara automáticamente instituido heredero sólo en la proporción que señala la ley en concepto de legítima estricta, acreciendo la parte en que habían sido mejorados los restantes herederos.1 Pues bien, debemos poner de manifiesto, en primer lugar, que el problema jurídico que entraña el anterior supuesto radica en el hecho de que la jurisprudencia no había sido capaz de dar una respuesta clara sobre las dudas que siempre había despertado la cautela socini por su posible ilicitud al comprometer o gravar la legítima. Sin olvidar tampoco la posible incidencia que dicha cautela pudiera tener respecto a los derechos fundamentales de acceso a la justicia y a la tutela judicial efectiva consagrados en el artículo 24 de la Constitución. Tras una primera aproximación a estas cuestiones enunciadas, resulta palmaria la necesidad de comenzar el análisis de las mismas estableciendo la siguiente distinción: 1. La legítima como límite a la libertad de testar por parte del testador; y 2. Como derecho subjetivo del legitimario, que le permite accionar y solicitar la intervención judicial en beneficio propio, y a su arbitrio, para la defensa de la misma. Desde el primer enfoque, la cautela socini es admisible dentro de la libertad de testar y no constituye un fraude de ley dirigido a imponer una condición ilícita –coacción– o gravamen directo sobre la legítima. En efecto, aquélla permite al legitimario optar entre aceptar la disposición del testador o contravenirla reclamando la intervención judicial en defensa de la intangibilidad de su legítima y, en este caso, recibir únicamente la legítima estricta, acreciendo a los demás legitimarios conformes. Libertad de decisión que, en suma, 1 Debe ponerse de manifiesto que la cautela socini, como declaración testamentaria, puede alcanzar a cualquier beneficiario de la herencia, ya sea éste heredero o legatario de la misma. En este sentido, no resulta extraño encontrar cláusulas testamentarias que prohíben, sin más, “la intervención judicial en la herencia”; esto es, con independencia de que dicha intervención sea operada por los herederos o por los legatarios. una vez abierta la sucesión puede llevar, incluso, a la propia renuncia de la herencia ya diferida. Y en esta línea, la jurisprudencia que ha resaltado recientemente la aplicación del principio de favor testamenti – conservación de la validez del testamento– abona también la tesis de la validez de la cautela socini. Desde el segundo, se considera que la prohibición del testador de acudir a la intervención judicial en las operaciones de ejecución testamentaria llevadas a cabo por el comisario contador-partidor no afecta directamente al plano material del ejercicio del derecho subjetivo del legitimario, que conserva, de modo intacto, las acciones legales en defensa de su legítima. De ahí que el incumplimiento de la prohibición que incorpora la cautela no se produce con el mero recurso a dicha intervención judicial, pues no todo contenido impugnatorio de la ejecución testamentaria queda comprendido en la prohibición impuesta por la cautela socini, sino sólo aquellos contenidos impugnatorios que se dirigen a combatir el ámbito dispositivo y distributivo ordenado por el testador. Estos últimos, y nada más que estos, son los que incurren frontalmente en la prohibición y desencadenan la atribución de la legítima estricta, como sanción testamentaria. En cambio, escapan de esa sanción prevista aquellas impugnaciones que no traigan causa de este fundamento y se dirijan a denunciar irregularidades -propiamente dichas- del proceso de ejecución testamentaria, tales como: la omisión de bienes hereditarios; la adjudicación de bienes, sin la previa liquidación de la sociedad legal de gananciales; o la inclusión, en su caso, de bienes ajenos a la herencia diferida, entre otras. Y en fin, debemos concluir que, sobre la base de lo anteriormente expuesto y con una perspectiva eminentemente sistemática, la Sala Primera del Tribunal Supremo ha establecido, en fechas recientes y como doctrina jurisprudencial, la validez testamentaria de la cautela socini configurada por el testador, así como que la misma, además, no se opone ni entra en colisión con los derechos fundamentales de acceso a la justicia y a la tutela judicial efectiva, de forma que no está sujeta a una interpretación restrictiva más allá del marco legal de su respectiva configuración.2 2 A este respecto, pueden citarse las Sentencias de 17 de enero (Pleno), 10 de junio y 3 de septiembre de 2014, dictadas por la Sala Primera del Tribunal Supremo. ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 6 ÁREA PROCESAL Y ARBITRAJE Compensación de deudas y grupo de sociedades Miguel Ángel Serrano, Abogado Socio del Departamento Procesal y Arbitraje Madrid [email protected] La hipótesis que se plantea es la siguiente: (i) las compañías “A” y “B” pertenecen a un mismo grupo de sociedades; (ii) existe una tercera sociedad “X”, no perteneciente al referido grupo, que es acreedora de “A” y deudora de “B”; y (iii) “A” pretende compensar su deuda con la que “X”, a su vez, tiene con “B”. En el análisis de esta cuestión debe partirse del hecho fundamental de que cada una de las entidades integradas en un grupo de sociedades –en nuestro caso, “A” y “B”– tiene una persona- lidad jurídica independiente y es, además, titular exclusiva de un patrimonio que responde de sus obligaciones. Es decir, cada una de las sociedades constituye un centro de imputación individualizado de relaciones jurídicas. Por tanto, no existe una personalidad jurídica propia del grupo de sociedades, como tampoco un “patrimonio de grupo”, ni las responsabilidades entre los diferentes patrimonios de las distintas sociedades se encuentran comunicadas entre sí por el mero hecho de encontrarse estas últimas integradas en un grupo, sin perjuicio de situaciones excepcionales de confusión de patrimonios, o que justifiquen de otro modo el “levantamiento del velo”. Ahora bien, debe tenerse presente que no pueden ser las propias “A” y “B” las que, como personas jurídicas integradas en el grupo de sociedades y en un momento determinado, puedan “levantar el velo” y decidir que, frente a un tercero ajeno al grupo –en nuestro supuesto, “X”–, es improcedente la diferenciación de su personalidad jurídica y que frente a él han de aparecer y ser consideradas como si de una sola persona jurídica se tratara. En definitiva, y a la vista de todo lo anterior, resulta palmario que las partes, en el caso enunciado, no son acreedoras y deudoras recíprocamente entre sí por derecho propio. De ahí que no sea posible la compensación de las deudas arriba descritas. ÁREA PROCESAL Y ARBITRAJE El WhatsApp como prueba Camilo Porta, Abogado Departamento Procesal y Arbitraje Madrid [email protected] Los Smartphones han cambiado la manera de ver la vida. Las relaciones entre los seres humanos han cambiado tras este suceso tecnológico. Todo se lleva a cabo a través de este tipo de soportes digitales. El problema real con todo este asunto es cuando estos avances tienen lugar sin tener una identificación con otros avances del mismo tipo en los campos necesarios para su regulación. El WhatsApp es el soporte digital de mensajería más utilizado en el mundo, lo que produce que la mayoría de las conversaciones llevadas a cabo desde nuestros celulares se haga a través de esta app. Es este hecho lo que ha provocado que dichas herramientas se hayan convertido en un inesperado medio de prueba de actuación ilícita en numerosos procesos judiciales. Las conversaciones de WhatsApp se están admitiendo como medio de prueba como en la Audiencia Provincial de Las Palmas, en julio de 2011, que ratifica una sentencia del Juzgado de Instrucción Número Cuatro de Las Palmas en un caso de injurias debido a la aportación de las conversaciones por WhatsApp entre la acusada y el novio de la demandante. El Tribunal Supremo, en febrero de 2014 admite este tipo de conversaciones entre los acusados como prueba en un caso de tráfico de cocaína, entre otras muchas sentencias. Recientemente, sin embargo, dos hackers españoles lograron vulnerar la seguridad de WhatsApp para conseguir modificar el remitente de un mensaje. Por lo tanto, el simular conversaciones parece, al menos, al alcance. Esta noticia ha abierto el debate entre juristas sobre la viabilidad de este tipo de prueba. Por un lado, una de las corrientes de opinión piensa que la prueba toma consistencia si es facilitada por la empresa que proporciona los servicios (como en este caso sería WhatsApp). Si es facilitada por el propio denunciante serán necesarias ciertos medios para asegurar su validez. Otras opiniones son las que afirman que la prueba electrónica ha de ser lícita, auténtica, clara y gozar de integridad. Pese a la inexistencia de una definición legal y formal de este tipo de prueba se defiende la necesidad de un análisis pericial que contenga estos cuatro requisitos. Dentro de todo este debate también entra en juego la visión de los Notarios. Es habitual que se pretenda que ellos certifiquen las conversaciones que tienen lugar en dichas herramientas tecnológicas así como correos electrónicos. Es necesario resaltar que la actuación notarial simplemente se limita a la constatación de la existencia de dichos mensajes (a una hora, desde determinado teléfono u ordenador personal, destinatario…). A menos que el Notario tenga los medios técnicos y los conocimientos periciales suficien- ® 7 Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International tes, se recomienda que no se entre al juicio sobre si dichas conversaciones son falsas o no. Si la prueba es puesta en cuestión o no contiene algún requisito ha de argumentarse su aportación en base a los artículos 281 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil relativos a la prueba. Porque en todo caso, si hay algo que desde luego resulta innegable es que la decisión al respecto corresponde al juez y a su sana crítica tal como incluye el artículo 326 de la Ley de Enjuiciamiento Civil sobre la Fuerza probatoria de los documentos privados en su apartado segundo: “Si del cotejo o de otro medio de prueba se desprendiere la autenticidad del documento, se procederá conforme a lo previsto en el apartado tercero del artículo 320. Cuando no se pudiere deducir su autenticidad o no se hubiere propuesto prueba alguna, el tribunal lo valorará conforme a las reglas de la sana crítica”. Otro de los aspectos importantes acerca de este tipo de prueba sería el demostrar que dicha conversación se consiguió de una manera lícita. Es decir, que se consiguió sin vulnerar el derecho a la intimidad y el secreto de las comunicaciones. Garantizar la autenticidad de la conversación es necesario del mismo modo. Para ello es conveniente estudiar y demostrar la cadena de custodia para acreditar que no se ha producido ningún hackeo. Para completar los requisitos es conveniente preservar la integridad de los medios y presentar la prueba de manera clara al tribunal. En definitiva, el mundo avanza y nosotros hemos de hacerlo con él. La prueba electrónica llama a las puertas de los juzgados como un medio probatorio sólido y útil. Pero ¿es tan sólido? Esta pareja de hackers españoles nos han demostrado que en cuanto a medios digitales nada está estrictamente a salvo. Del mismo modo se podría pensar en otro tipo de pruebas (también de carácter electrónico) como pueden ser los e-mails. Negar en rotundo la posibilidad de utilizar conversaciones de WhatsApp y al mismo tiempo afirmar la posibilidad plena de utilizar los correos electrónicos parece una ironía. Los e-mails también son susceptibles de ser manipulados. Por lo tanto, es un momento para la reflexión acerca de la viabilidad de este tipo de pruebas, ¿son seguras? ÁREA MERCANTIL Expira el plazo para las demandas por defectos de la construcción del “boom” inmobiliario Antonio Jaramillo, Abogado Socio Departamento Mercantil Madrid [email protected] Las consecuencias del boom inmobiliario de los últimos años son por todos conocidas, tanto las macroeconómicas como las que afectan a la economía doméstica, que en muchos casos se resumen en tener que afrontar todos los meses alguna hipoteca a un precio que puede ser exagerado, destinando a ella gran parte de los ingresos familiares. Pero no acaba aquí el calvario de los hipotecados, que además tienen que asumir o afrontar, en no pocos casos, defectos estructurales de sus viviendas como consecuencia de una defectuosa ejecución de la obra, normalmente en forma de derramas de gastos de comunidad. Estos defectos constructivos pueden aparecer por muchos motivos, achacables o no a la construcción, previsibles o imprevisibles, evitables o inevitables, pero en algunas ocasiones suelen estar relacionados por la defectuosa ejecución de alguno de los agentes que forman parte del proceso constructivo; las empresas, las promotoras, constructoras, arquitectos, etc. Si estos defectos son por el incumplimiento o cumplimiento defectuoso de las obligaciones de cualquiera de los agentes involucrados en la ejecución de la obra, son suscepti- bles de responder por ellos y, además, tienen la obligación de estar cubiertos por una póliza de Seguro de Responsabilidad Decenal (hasta diez años después de la entrega de la vivienda) para los edificios cuyo destino de uso sea el de vivienda. Algunos presidentes de comunidad o propietarios, por desconocimiento, en vez de reclamar al responsable que ha provocado el defecto, encargan directamente a una nueva sociedad constructora o promotora y a un nuevo técnico que lo arreglen, con el coste que conlleva para su comunidad de vecinos. Sorprendentemente, son pocas las veces que se inician acciones legales contra los agentes o contra las aseguradoras de estos, posiblemente porque no es fácil ejercitarlas por ser necesario un minucioso trabajo previo de peritaje y constitución de la prueba que puedan determinar, en su caso, cuál o cuáles de los agentes antes mencionados son los que tienen que responder de los defectos constructivos. La LOE establece los plazos de garantía que comprenden los periodos de tiempo durante los cuales debe surgir el daño para que esta sea susceptible de aplicación. El plazo de garantía para los edificios que se construyeron al inicio del boom inmobiliario está a punto de expirar. Básicamente se establecen tres plazos de garantía sin posibilidad de interrupción ni suspensión: de 10 años para los daños materiales causados por vicios o defectos que afecten a elementos estructurales y que comprometan directamente ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 8 la resistencia y estabilidad del edificio (pilares, tejados, columnas, etc.), que suelen ser reparaciones de una cuantía extraordinaria por la dificultad de ejecución de esos arreglos en una obra terminada y habitada; de 3 años por vicios o defectos de los elementos constructivos o de las instalaciones; y de solo un año por vicios o defectos de ejecución que afecten a elementos o acabado de las obras. Es importante resaltar que, para el cómputo del plazo, debemos tener en cuenta la fecha de suscripción del Acta de Recepción y no la fecha de terminación de la obra. Asimismo, las acciones de responsabilidad mencionadas prescriben en el plazo de dos años desde que haya tenido lugar el daño en particular. En muchas ocasiones estos plazos expiran, no porque no se pongan de manifiesto estos defectos, sino porque normalmente los usuarios de las viviendas o plazas de garaje no son técnicos. Por lo tanto, no son capaces de valorar, por ejemplo, que una humedad en un garaje puede responder a una simple rotura de una tubería o, por el contrario, que el motivo de la misma sea que no se ha tenido en cuenta en el proyecto arquitectónico un acuífero que pasaba por debajo de donde ahora está el edificio y que, tras el paso de los años, “lava” –como dicen los técnicos- los cimientos, provocando movimientos en las estructuras que luego no son nada fáciles ni baratos de arreglar. Y, cuando el presidente o el administrador de la comunidad se enteran de este defecto, es demasiado tarde para ejercitar las acciones antes mencionadas porque los abogados de las aseguradoras se acogen a mil argucias para alegar que ya ha expirado el plazo para iniciar la reclamación. Es importante poner de manifiesto que, por las fechas en las que estamos y por el volumen y calidad del boom de la construcción que vivimos hace ya casi 10 años, para muchos llega el momento de analizar y tomar una decisión, con la ayuda de técnicos en la construcción y abogados con experiencia en la preparación de este tipo de reclamaciones, para subsanar los defectos que pueda tener el edificio, recogiéndolos con anterioridad en informes periciales, de tal forma que las aseguradoras o agentes de la construcción no se zafen de su responsabilidades. ÁREA MERCANTIL La nueva ley de Navegación Marítima Jesús Moreno, Abogado Departamento Mercantil Madrid [email protected] El pasado 25 de julio de 2014 fue publicada en el Boletín Oficial del Estado la nueva y tan necesaria Ley 14/2014, de 24 de julio, de Navegación Marítima. Hasta ahora, nos encontrábamos con un derecho marítimo español que pedía a gritos una profunda reforma y actualización, el cual, hasta la fecha, no había sufrido modificación alguna en el sistema legislativo nacido a raíz de nuestra Constitución de 1978 aunque, como bien se expone en su preámbulo “se trata de una renovación que no busca una mera actualización y codificación, sino que también responde a su imprescindible coordinación con el Derecho Marítimo internacional y su adecuación a la práctica actual del transporte marítimo”. Sus 524 artículos (divididos en diez títulos) y diez disposiciones adicionales la convierten en una norma con un amplio contenido en la que, sin ser estrictamente una ley mercantil, conviven todos los aspectos que afectan a la navegación marítima desde la perspectiva de su ordenación jurídico-pública y privada. los distintos convenios internacionales vigentes en España y la dispersa normativa que regula esta materia…”. Ha sido un proceso prelegislativo y legislativo largo, abarcando nada más y nada menos que once años desde que comenzase con el Borrador de Anteproyecto allá por 2003. Será ahora, cuando transcurran los dos meses de vacatio legis, en concreto el 25 de septiembre, cuando quede derogado el Libro III del vigente Código de Comercio de 1885, cuyas disposiciones reflejaban un modelo de comercio y transporte marítimo obsoleto y no adaptado a los nuevos tiempos. Y es que, la aplicación conjunta, en nuestros Tribunales, de un Código obsoleto en la práctica y de las normas internacionales producía una más que notable inseguridad jurídica, a pesar de ser introducida la competencia objetiva de los asuntos de Derecho marítimo a favor de los Juzgados de lo Mercantil tras la modificación del art. 86 ter, 2 c) de la Ley Orgánica del Poder Judicial (a través de la Ley Orgánica 8/2003). Nuestra nueva y aclamada norma se decide por remitirse, en este sentido, a los Convenios Internacionales ratificados por España en todas aquellas materias en las que continúan estando vigentes, estableciendo así este respeto como principio de interpretación dentro de una realidad marítima en continua internacionalización. El Derecho Marítimo español, cuya práctica comercial se basa esencialmente en el Common-Law, ha ido evolucionado a través de la incorporación de los distintos Convenios Internacionales, sin embargo, algunos de ellos entraban en contradicción con la ley nacional, es por ello por lo que esta nueva ley ha hecho hincapié en paliar esta situación proponiéndoselo de igual manera al comienzo de su preámbulo: “esta norma permite superar las contradicciones existentes entre Con vistas a una futura codificación, se establece en la Disposición Final Novena la posibilidad de refundir esta Ley con la de Puertos y Marina Mercante (cuyo texto refundido vigente fue aprobado por Real Decreto Legis- ® 9 Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International lativo 2/2011) en un verdadero Código de Navegación Marítima. El legislador en este caso, ha entendido que dicha refundición debe ser realizada en el corto plazo, al establecer que esta habilitación tendrá un plazo de tres años. En cuanto al contenido, como bien se ha mencionado anteriormente, se trata de una ley muy completa abarcando la inmensa mayoría de lo referente al derecho marítimo: normas de ordenación administrativa; la noción de buque y demás vehículos de la navegación y su inscripción registral; la hipoteca naval y los créditos marítimos privilegiados; los contratos de utilización del buque; los contratos de construcción naval y de compraventa de buques; los seguros marítimos; las sociedades de clasificación de buques y su responsabilidad; el armador y demás sujetos de la navegación (capitán, dotación, tripulación); contratos de pasaje, remolque y chárter náutico, los de gestión naval, consignación y practicaje y el de manipulación portuaria; los accidentes de navegación (averías, contaminación marina, abordaje, salvamento y hallazgos); prescripción de acciones… La navegación marítima continuará planteando problemas jurídico-mercantiles en el futuro, pero la aprobación de esta necesaria y actualizada Ley de Navegación Marítima ha sido un gran paso para recuperar nuestra economía marítima y ofrecer “un poco más y mejor” esa seguridad jurídica tan necesaria para el desarrollo político, social y económico de nuestro país. CROWE HORWATH PLM AUDITORES Plan de prevención penal: una necesidad de cumplimiento y un valor añadido para la organización y sus “stakeholders” Como introducción la Ley Orgánica, 5/2010, de 22 de junio, ha establecido la responsabilidad penal de las personas jurídicas, siendo modificada sustancialmente por el proyecto de reforma del Código Penal (CP), aprobado el pasado día, 20 de septiembre de 2013, por el Consejo de Ministros, afectando así tanto a las personas jurídicas como a los administradores de hecho y de derecho. En el marco de esta reforma interesa analizar el renombrado artículo 31 bis, apartado primero, del Código Penal, que al regular la responsabilidad de la persona jurídica por conductas cometidas por los empleados y por las partes dependientes de la organización, alude al ejercicio del «debido control», y, en su apartado cuarto, se configura como atenuante/eximente, la adopción de «medidas eficaces para prevenir y descubrir los delitos que en el futuro pudieran cometerse», es decir, serían responsables penalmente de los delitos cometidos por no haber implementado medidas de control de compliance penal (Plan de prevención penal). De este modo, la prueba del debido control y de la virtualidad de las medidas de prevención y detección de delitos, deviene tarea fundamental de las organizaciones que pretendan tal efecto atenuante o eximente, sobre las que recaerá la carga probatoria, con lo cual, resulta estrictamente necesario, delimitar los elementos que debe cumplir un programa eficaz de prevención penal. Con lo anteriormente expuesto, podemos ver claramente, como el legislador avanza hacia un argumento sólido que sustenta la importancia vital de estos programas de cumplimiento normativo en materia penal, donde se destacan ciertos lineamientos para que éstos sean efectivos. Por tanto si la persona jurídica demuestra que ha implantado “con anterioridad a la comisión del delito” un plan de prevención penal, podría quedar exenta de cualquier responsabilidad. En este sentido, los aspectos que se deben tomar en cuenta en su preparación son los siguientes: 1. El plan de prevención penal deberá constar por escrito, persiguiendo establecer una cultura de cumplimiento dentro de la organización. 2. Para el diseño de un programa de cumplimiento se debe inicialmente realizar un análisis de las situaciones de riesgo penal de la organización (determinando la probabilidad de que se produzcan, y la responsabilidad e impacto que llevan aparejada), por razón de su actividad y también por razón de su propio modelo de organización (lo que en inglés se denomina risk mapping). 3. Una vez identificadas las áreas y conductas de riesgos, el plan de cumplimiento debe incluir un sistema de control para reducir el riesgo de la comisión del delito. 4. Debe establecerse, además, un adecuado sistema de comunicación que permita la identificación de ilícitos penales en la organización. Con lo cual el programa de cumplimiento debe no sólo regular los cauces para canalizar las denuncias acerca de posibles hechos delictivos, sino también establecer mecanismos que faciliten o incentiven la comunicación e investigación de conductas delictivas a los órganos de vigilancia de la organización en concreto. 5. Consiguientemente, la persona jurídica, si quiere estar correctamente representada en el proceso, resulta esencial que elija a la persona física adecuada, elección que debiera recaer en el Chief Compliance Officer, como figura responsable de la implantación y vigilancia del plan de prevención penal. ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 10 6. Deben establecerse, adicionalmente, programas y actuaciones de formación, debido a que cualquier sistema de control preventivo requiere el conocimiento del contenido por parte de los miembros de toda la organización, para lo cual han de recibir la formación correspondiente con carácter periódico. 7. Por ende a lo anterior, debe implantarse la revisión y actualización del programa de cumplimiento, en base a labores de seguimiento o monitoreo, auditoría interna y evaluación de los resultados que dichos informes arrojan. En conclusión a lo anteriormente indicado, podría exigirse responsabilidad, tanto a la persona jurídica como al administrador de la misma, si se demuestra que el plan de prevención penal ha sido implantado aún y conociendo con anterioridad su falta de efectividad. Como último aspecto a destacar, el artículo 286 del proyecto de reforma del CP, establece que: 1. Será castigado con pena de prisión de tres meses a un año o multa de doce a veinticuatro meses, e inhabilitación especial para el ejercicio de la industria o comercio por tiempo de seis meses a dos años en todo caso, el administrador de hecho o de derecho que omita la adopción de las medidas de vigilancia o control que resulten exigibles para evitar conductas tipificadas como delito, las cuales pudieran haber sido prevenidas o mitigadas si se hubiera empleado la diligencia debida. Dentro de estas medidas de vigilancia y control se incluye la contratación, selección cuidadosa y responsable, y vigi- lancia del personal de inspección y control y, en general, las expresadas en los arts. 2 y 3 del art. 31 bis. 2. Si el delito hubiera sido cometido por imprudencia se impondrá la multa de tres a seis meses. De este modo, se incorpora un nuevo delito de omisión, que sólo podría ser cometido por los representantes legales o administradores de hecho o de derecho de cualquier tipo de persona jurídica. Llegados a este punto, cabe recordar que cada programa de cumplimiento (plan de prevención penal) deberá ajustarse a las particularidades de cada una de las organizaciones, ya que no existen modelos generales para ello. Igualmente su diseño e implantación debe ser elaborado y liderado por un equipo multidisciplinar, interviniendo especialistas en gestión de riesgos, consultores tecnológicos y de negocio y abogados penalistas. En este sentido, para acompañar a nuestros clientes en la implantación de un programa de cumplimiento penal, disponemos en Crowe Horwath de un servicio de asesoramiento legal y de consultoría de procesos y gestión de riesgos, conformado por un equipo de profesionales expertos y certificados en la gestión de riesgo y cumplimiento normativo. Para más información pueden ponerse en contacto con Olga Pascual, gerente de Consultoría de negocio y Yazomary García, gerente de Consultoría de Riesgo Tecnológico, a través de las siguientes direcciones de correo electrónico: [email protected]. [email protected] CROWE HORWATH PLM AUDITORES Miles de empresas europeas, incluyendo cientos de españolas, realizarán informes de sostenibilidad La Directiva europea sobre divulgación de información no financiera y de diversidad, adoptada por el Consejo de la UE el pasado 29 de septiembre, obliga a la elaboración de informes relativos a información no financiera y diversidad a partir de 2017. La Directiva se aplica a ciertas compañías grandes y grupos, pero se estima que la presión de los mercados y consumidores ampliará mucho el espectro de empresas que los realicen. mación de las empresas, más allá de las cuestiones financieras”. Luis Piacenza, socio de Crowe Horwath, experto en Global Sustainability Services, ha afirmado en una presentación ante directivos de empresas medianas y grandes, celebrado en la oficina de Crowe Horwath Barcelona, que la propuesta de realización de informes de sostenibilidad acordada por el Consejo de la UE “no es más que la adaptación normativa, a una demanda del mercado y los consumidores con el objetivo de obtener infor- Piacenza destacó en su intervención, que los dos años de plazo que tienen los estados miembros de la UE, para adaptar esta normativa a su legislación nacional, “es un tiempo que las empresas deben aprovechar para tomar la decisión de realizar estos informes y prepararse para tomar las ventajas que surgen de implementar los mismos”. Si bien la directiva habla de información no financiera y de diversidad, para el experto las guías existentes para la preparación de memorias de sostenibilidad y reportes integrados son la herramienta con que las empresas cuentan para darle cumplimiento. ® 11 Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Legal y Tributario Member Member Crowe Horwath International Para Crowe Horwath es obvio que el interés de los CEO’s, en cuestiones de sostenibilidad, está enfocado a la eficiencia operacional, atender a los requerimientos de los clientes, hacer lo correcto, valorizar la marca, fidelizar equipos humanos y cumplir con los aspectos regulatorios, lo que facilitará a las organizaciones, que no estén obligadas a realizar estos informes, a llevarlos a cabo de todas maneras. El interés del mercado y los consumidores por obtener información sobre las organizaciones, hace que el debate se aleje del coste que esta medida pudiera repercutir para las empresas, dado que la no realización de dichos informes puede ser interpretado como una falta de compromiso con la transparencia. Asimismo, para Piacenza “es evidente que las recomendaciones que surjan de los informes en materia de estrategia corporativa, modelos de gestión, riesgos y oportunidad de negocio, sean de alto valor para las empresas que realicen informes de sostenibilidad o reportes integrados”. Luis Piacenza en su presentación ante directivos españoles, citó un informe de una consultora, según el cual, las organizaciones que se posicionen como líderes en sostenibilidad, se diferenciarán de las restantes, mediante la fijación de objetivos y estrategias claras. En la Unión Europea, el hecho de que cada país haya adoptado su propia legislación en materia de información no financiera, representará en España unas 6.000 empresas que deberían emitir estos informes por imperativo legal. Sin embargo, de igual forma, las empresas que queden excluidas de esta regulación estarán sujetas a la presión del mercado, para divulgar esta información, por lo tanto la “onda expansiva” resultante de esta actuación se pudiera calcular en aproximadamente 18.000 empresas. En este sentido, para acompañar a nuestros clientes en la definición y preparación de informes de sostenibilidad e informes integrados, disponemos en Crowe Horwath de la división de Global Sustainability Services (GSS) conformada por un equipo de profesionales expertos y certificados en la gestión de riesgo y cumplimiento normativo. Luis Piacenza Socio de Global Sustainability Services (GSS) ACTIVIDADES CORPORATIVAS Conferencia sobre Novedades Fiscales para el 2015 El pasado 30 de octubre tuvo lugar en el Auditorio del Col·legi d’Economistes de Catalunya la conferencia “Novedades Fiscales para el 2015”. El objetivo de la jornada fue poner en conocimiento de los asistentes las novedades tributarias más relevantes en materia del Impuesto sobre Sociedades, IRPF e IVA, derivadas de la reforma fiscal 2015. ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Avda. Diagonal, 429, 5ª planta 08036 Barcelona Tel. + 34 932 448 900 Fax + 34 932 651 971 [email protected] P.º de la Castellana, 130, 7ª planta 28046 Madrid Tel. + 34 918 270 010 Fax + 34 918 334 028 [email protected] Depósito legal: B-5.968 - 2005. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos incluidos en esta publicación sin citar expresamente su procedencia. Juana de Vega,12, 2º 15003 A Coruña Tel. + 34 981 217 139 Fax + 34 981 208 528 [email protected]