Artículos la salud es responsabilidad social y no solo individual Dr. CHRISTIAN MIRANDA ORRILLO Director General de la Academia Peruana de Salud Presidente del Fondo Editorial del Colegio Médico del Perú Doctorado en Salud Pública Los determinantes sociales de la salud (DSS) son las circunstancias o condiciones en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan, se reproducen, envejecen y mueren; es decir, son situaciones que impactan sobre su salud. Por ello, éstas establecen las características de una población, resultado de la distribución de la riqueza de un país, de sus recursos y oportunidades que se extienden a nivel mundial y que dependen fundamentalmente de las políticas gubernamentales. En 1820, en Escocia, Alison describió la existencia de una estrecha asociación entre la pobreza y la enfermedad, y propuso ‘la necesidad urgente de atacar las causas de la miseria, si se quería prevenir la epidemia de entonces’. Basta con recordar la epidemia del cólera de 1991 en el Perú para reconocer lo lejos que estábamos y estamos en materia de prevención. Los brotes de peste en el norte del país, la actual situación del dengue y el paludismo y los numerosos casos nuevos de TBC multidrogo resistente y extremadamente resistente nos obligan a replantear el statu quo en salud en el Perú. Wilkinson, en 1992, mostró la correlación entre esperanza de vida, pobreza, nivel educativo, ocupación, lugar de residencia, etc. La desigualdad de ingresos es una característica de la población que se asocia con una mayor mortalidad. Evans, Barre y Marmor, en 1996, estudiaron la salud basada en el concepto de grupos sociales y airmaron que la gente que ocupa posiciones más altas vive más tiempo Rev AcAd PeRu SAlud 21(1), 2014 y, además, goza de mejor salud. La población que vive en países de menores ingresos padece mayor incidencia de cáncer de cuello uterino. El Perú, país con ingresos medios, presenta 4 a 5 veces más casos de enfermedad y mortalidad de cáncer de cuello uterino que en países desarrollados. El concepto de determinantes sociales surge con más fuerza en los últimos veinte años ante el fracaso de las intervenciones dirigidas a los riesgos individuales de enfermar, que no tomaban en cuenta el rol de las condiciones sociales y el medio ambiente. Los determinantes sociales, objetos de políticas públicas, son aquellos susceptibles de modiicación mediante intervenciones efectivas. Por ejemplo, el acceso a los servicios de salud y agua potable, el acceso a la educación y el hacinamiento de la población son condicionantes modiicables por un gobierno inclusivo. Los determinantes sociales se maniiestan en distintos rasgos de la sociedad, los que generalmente convergen, tales como la clase social, la educación, el género, el origen étnico, la discapacidad y la localización geográica, los cuales inluyen en la salud de la población. La justicia social es una cuestión de vida o muerte. Afecta al modo en que vive la gente, la probabilidad de enfermar y el riesgo de morir de forma prematura. La esperanza de vida de una niña que nazca hoy puede ser de 80 años si nace en Japón o Suecia o casi la mitad, vale decir 40 a 45 años, si nace en el África subsahariana. Las políticas sociales y económicas tienen 47 Artículos efectos determinantes en las posibilidades de que un niño crezca sano y desarrolle todo su potencial. La relación entre el medio ambiente y la salud está completamente demostrada: la mayor parte de los riesgos ambientales afectan en mayor o menor medida a la salud. El crecimiento económico no puede ser sostenible a largo plazo si se consigue a expensas del medio ambiente, es decir el aire, la tierra y el agua, del que dependen vidas humanas. Desde el año 2001, en la Declaración Ministerial de Doha, se reairmó la adhesión al objetivo de desarrollo sostenible.6 A estas alturas del análisis podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Hasta qué punto la salud es una responsabilidad social y no solo una responsabilidad individual? Desde el momento que nuestras acciones tienen implicancias sociales, ya deja de ser solamente un problema individual. El circulo de la pobreza, del cual habla Jeffrey Sachs, nos enseña que es imposible salir del hoyo de la indigencia sin salud, y sin salud no podremos trabajar. Si no intentamos sanar a una población condenada a la desaparición por la falta de recursos y de hombres que trabajen el campo, como es el caso de Malawi (donde la epidemia del HIV-SIDA diezmó a su población), no mereceremos ser llamados seres humanos. En la Declaración de Río sobre Determinantes Sociales en el 2011, los jefes de Estado y ministros asistentes, en su segundo considerando resaltaron que ‘entienden que la equidad sanitaria es una responsabilidad compartida que exige que todos los sectores gubernamentales, todos los segmentos de la sociedad y todos los miembros de la comunidad internacional se comprometan con un principio a escala mundial: todos por la equidad y salud para todos’. 48 Las desigualdades están distribuidas al interior de una misma sociedad y entre ellas mismas, generando una injusta gradiente social a nivel mundial con características globales. No se trata únicamente de diferencias, sino de jerarquías y trato discriminatoriamente diferenciado, que relejan profundas desigualdades en la distribución de los recursos, la riqueza, el poder, el acceso a la salud entre los individuos y las comunidades. El informe de la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud, de la OMS,5 identiicó tres principios para la acción: 1) Mejorar las condiciones de vida y las circunstancias en que la población nace, crece, vive, trabaja y envejece; 2) Luchar contra la distribución desigual del poder, el dinero y los recursos, esto es, los factores estructurales de los que dependen las condiciones de vida, a todo nivel; y 3) Medir la magnitud del problema, evaluar las intervenciones, ampliar la base de conocimientos, dotarse de personal capacitado en materia de determinantes sociales de la salud y sensibilizar a la opinión pública a ese respecto. Asimismo, la experiencia del programa “Bolsa Familia”, de Brasil, es un ejemplo a emular ya que proporciona apoyo para promover y mejorar el acceso a redes de servicios públicos para la salud, el bienestar social, la educación y la asistencia social con el in de reducir la pobreza y la inequidad. Un factor clave del éxito de este programa fue el compromiso en las más altas esferas gubernamentales, así como la convergencia de diferentes sectores en torno a la meta común de abordar la exclusión social y las inequidades, que solo se puede vencer con un real compromiso de Estado. Rev AcAd PeRu SAlud 21(1), 2014 Artículos Han pasado tres años desde la declaración de Río, cinco desde la presentación del informe final de la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud y 35 años desde Alma-Ata y la frustración sigue latente, con un inadecuado desarrollo de los sistemas nacionales de salud, insuficiente financiamiento y concertación internacional con modelo neoliberal de mercado, que hace poco probable lograr la meta de salud para todos. Conocemos el problema y conocemos las soluciones; pero después de cuatro décadas no existe decisión política que nos lleve a ver la luz al inal del camino. Aún no vemos en el Perú acciones en el sector salud que lleven ese compromiso a la realidad. Se invertirá en el país 2.400 millones en armamento para el 2014 y sin embargo no se puede aumentar inteligente y signiicativamente la inversión en educación y salud. Si bien es cierto que han sido décadas de inacción, no podemos continuar siendo aquel padre de familia que tiene 80.000 dólares de reserva debajo del colchón y sus hijos están hacinados en un solo cuarto, no tienen acceso a educación de calidad y estando enfermos no acceden a salud de calidad. La estrategia macroeconómica debería estar articulada con el desarrollo social y estructurada sobre la base del crecimiento económico, buscando mejorar drásticamente la situación de salud en el país. La captación de los trabajadores informales incorporándolos a la seguridad social lograría incrementar la cobertura de 30 a 50% y por qué no al 70%, como en Argentina o Costa Rica. La generación de empleo digno y la utilización del bono demográico y de género Rev AcAd PeRu SAlud 21(1), 2014 no es otra cosa que la ventaja de contar hoy en día con más del 64% de la población económicamente activa en grupos etarios que por su juventud no requieren de pensiones ni atenciones médicas complicadas, hecho que solo nos ofrecerá ventajas hasta aproximadamente el año 2040, luego de lo cual aumentará progresivamente la carga de pensiones y las necesidades de atenciones médicas de enfermedades crónicas degenerativas propias de la edad. Existe un fuerte movimiento para adoptar la cobertura universal de salud en países pobres, sin existir experiencia alguna en países desarrollados. Resulta necesario emplear todo el esfuerzo y recursos disponibles para alcanzar la equidad en el acceso a la salud lo más pronto posible, apuntando al aseguramiento social universal o seguridad social para todos, ahora que los indicadores económicos son favorables. Para ello debemos abordar los determinantes sociales mediante la acción conjunta y coordinada de los sectores en las áreas prioritarias descritas en la Declaración Política de Río. No debemos olvidar que ‘el desarrollo de una sociedad, ya sea rica o pobre puede medirse por la calidad del estado de salud de su población’. Los determinantes sociales de la salud explican la mayor parte de las inequidades sanitarias, pero no la justiican. Estas diferencias injustas y evitables observadas en los países y entre ellos se presentan, desafortunadamente, no solo en la situación sanitaria, por lo que una política de Estado en salud podría comprometer a los próximos gobiernos a dar la prioridad que merece la población, y que hoy por hoy se encuentra postergada. 49