jóvenes, cultura y religión - Centro de Medición MIDE UC

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD
CATÓLICA DE CHILE
JÓVENES, CULTURA Y RELIGIÓN
INFORME PROYECTO DIPUC - VRAID
PRIMERA MEDICIÓN
GENERACIÓN AÑO 2007
Unidad 2 “Creencias que orientan la vida”
Investigadores Responsables
Roberto González1, Jorge Manzi1 y Joaquín Silva2
1 Escuela
2
de Psicología PUC
Faculta de Teología PUC
Ayudantes de Investigación
María Paz Cadena, Diego Carrasco, Rodrigo Pizarro
Editora
Alejandra Arratia
Octubre, 2008
2.- Creencias que orientan la vida
2.1
Principios orientadores
Nos hemos preguntado por las creencias que van orientando la vida de los estudiantes de la
Universidad. La pregunta nº22 de nuestra Encuesta pidió que escogieran los principios orientadores más
importantes que se les presentó en la lista de alternativas de respuestas. La siguiente figura presenta los
resultados encontrados:
Figura 9: Principios que orientan la vida
Entre las cuestiones que se pueden destacar al respecto, mencionamos las siguientes:
Los dos principios más importantes están dados por los otros: “el respeto a los demás” y “la
dignidad de las personas”. No está inmediatamente claro que estos principios tengan una incidencia social
o política más o menos directa. Sin embargo, el principio de justicia y equidad social también es
fuertemente apreciado por los estudiantes como orientador para sus vidas, lo que nos puede estar
indicando una relación al menos indirecta entre la valoración del “otro” y la preocupación por la
existencia “social” de este “otro”.
Informe de Resultados estudio DIPUC Jóvenes, Cultura y Religión, generación 2007
2
La búsqueda de la felicidad también aparece entre las menciones más importantes y pareciera
que se distingue –al menos en importancia- de la búsqueda del bienestar personal que aparece menos
valorada como principio rector de la vida.
Casi el 46% de los estudiantes considera “la creencia en Dios” como un principio orientador en sus
vidas. Aunque se trata de una cifra que podría considerarse contradictoria con el más de 80% de
estudiantes que se declara creyente, no difiere tanto con las cifras de aquellos creyentes que declaran
vivir su fe “de acuerdo a una religión” (42%) o con la suma de aquellos católicos que son “practicantes” y
“observantes” (46%), por ejemplo. En cualquier caso, no es la fe en Dios el principio rector más importante
en la vida de la mayoría de los estudiantes de la Universidad.
Valores o principios formulados de modo más abstracto, como “lo bello”, “la bondad”, la
“búsqueda de la verdad”, no fueron indicados como orientadores de la vida de modo significativo.
Cuando se mencionaron, quienes lo hicieron fueron, principalmente, estudiantes que se declararon
“agnósticos” y “ateos”.
Ahora bien, estas observaciones de carácter general experimentan significativas alteraciones
cuando las consideramos según las opciones religiosas de los estudiantes. Según esta variable, los tres
principios mayormente valorados para los “católicos practicantes” son “la creencia en Dios”, luego “la
dignidad de las personas” y después “el respeto a los demás”. Para los “católicos observantes”, primero
“el respeto a los demás”, luego “la dignidad de las personas” y después “la búsqueda de felicidad”. Para
los “católicos nominales”, primero “el respeto a los demás”, en segundo lugar “la dignidad de las
personas” y en tercer lugar, “la búsqueda de felicidad”. Para los “evangélicos”, al igual que para los
“católicos practicantes”, el principal principio orientador de la vida es “la creencia en Dios”, luego el
“respeto a los demás” y en tercer lugar, “la justicia y equidad social” junto con “la búsqueda de felicidad”.
Los “creyentes no adherentes”, declaran que el principio que más orienta sus vidas es “respeto a los
demás”, luego “la dignidad de las personas” y después “la justicia y equidad social”. Para los “agnósticos”
y “ateos”, los tres principales principios son “el respeto a los demás”, seguido de “la justicia y equidad
social” y luego “la dignidad de las personas”.
De acuerdo a la variable religiosa, por tanto, queda en evidencia la importancia que adquiere
“la creencia en Dios”, especialmente para los “católicos practicantes” y para los “evangélicos”, como
también la transversalidad que representan los principios de “respeto a los demás”, el reconocimiento de
“la dignidad de los demás” y “justicia y equidad social”.
Informe de Resultados estudio DIPUC Jóvenes, Cultura y Religión, generación 2007
3
2.2
¿Tiene sentido la vida?
La pregunta por el sentido de la vida afecta nuestra existencia de un modo tan radical, que de la
respuesta que demos a ella depende en gran parte nuestra posibilidad de ser felices e, incluso, de querer
y poder seguir viviendo. Aunque para algunos pueda ser una pregunta de la que es mejor huir, pareciera
que volvemos una y otra vez a ella. Es así como hemos querido saber cómo los estudiantes de la
Universidad se sitúan ante esta pregunta por el sentido.
En respuesta a la pregunta nº23 de nuestra Encuesta, más del 80% de los estudiantes afirmó que
“la vida tiene sentido”, cerca del 12% dijo: “no sé si la vida tiene sentido” y aproximadamente el 8%
consideró que “la vida no tiene sentido”.
La afirmación del sentido de la vida se da más entre mujeres (86,3%) que en hombres (78,8%);
más entre “católicos practicantes” (94,4%) que entre “católicos nominales” (78,3%); es muy fuerte también
entre los “evangélicos” (90,7%), pero menos frecuente entre los agnósticos (69,4%) y los “ateos” (62,4%).
De este modo, pareciera que la cuestión del sentido de la vida está fuertemente asociada a la
respuesta que se da a la pregunta por Dios y la intensidad con que se vive la fe. De hecho, quienes más
consideran que la vida no tiene sentido son los “ateos” (15,4% del total de “ateos”) y los agnósticos
(6,5%). Por su parte, quienes más dudan del sentido de la vida son, además de los “agnósticos” (24,2%) y
de los “ateos” (22,1%), los “católicos nominales” (el 20% de ellos).
2.3
Creencias religiosas y espirituales de los estudiantes
En la siguiente Figura 10 se pueden apreciar cuáles son las principales creencias de los estudiantes
de la Universidad.
De acuerdo a esta figura, se puede reconocer que las seis principales creencias la constituyen Dios
(77%), Jesucristo (70%), luego la Virgen María (58%), después el Espíritu Santo (57%) y finalmente los
Santos (48%), los ángeles (46%) y el diablo (32%). Por cierto, se trata de referencias principalmente
cristianas y, más específicamente, de creencias católicas, cuestión que se aprecia especialmente en la
creencia en la Virgen María, en los Santos y en los ángeles.
Las creencias que están más cerca de movimientos New Age, como “energías espirituales” y
“autoconocimiento” tienen, comparativamente, un escaso peso entre las creencias de los estudiantes. Esto es
más evidente aún respecto de creencias asociadas a la “astrología”, al “Tarot”, o el “I Ching”.
Informe de Resultados estudio DIPUC Jóvenes, Cultura y Religión, generación 2007
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Figura 10: Creencias espirituales de los estudiantes
Si comparamos los resultados de nuestra encuesta con la del Instituto Nacional de la Juventud1,
vemos que prácticamente en todos los ítems los estudiantes de la Universidad son “menos creyentes” que
los jóvenes a nivel nacional. Así, por ejemplo:
Tabla 7: Creencias espirituales de Estudiantes UC y Jóvenes chilenos
1 Véase
Estudiantes UC
Jóvenes Chile
Dios
77,4%
88,5%
Jesucristo
69,8%
84,0%
Santos
48,1%
52,1%
Diablo
32,4%
50,1%
Reencarnación
20,4%
35,3%
Astrología
11,0%
30,6%
p.147 de la Quinta Encuesta Nacional
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5
Siendo la creencia en “Dios” el objeto principal de la creencia religiosa, nos hemos querido
preguntar por la imagen de Dios que tienen los jóvenes en la Universidad. Y, en términos generales,
podemos constatar que prima una imagen de Dios más cercana al Dios bondadoso que a la de un Dios
restrictivo y coercitivo de la libertad de las personas. Sin embargo, al mirar el tema más de cerca,
constatamos que hay diferencias significativas entre los distintos grupos de creyentes.
De acuerdo a lo dicho, la expresión que menos adhesión obtuvo entre los estudiantes fue: “Dios es
un juez que sanciona a los pecadores”. En general, en una escala de 1 a 7, recibió cerca de un 3,0 como
nivel de aprobación, aunque entre los estudiantes “evangélicos” esta afirmación tuvo un considerable
mayor nivel de aprobación, un 4,5.
Aunque, en general, para el mundo protestante la teología de la retribución constituye un eje
central en su comprensión de la salvación y de la gracia, se observa que para los estudiantes
“evangélicos” la imagen de un Dios “juez sancionador” no es la imagen prevalente. De hecho, se puede
constatar que la imagen que los estudiantes evangélicos tienen de Dios se asemeja en muchos puntos a la
de los católicos practicantes. Así, por ejemplo, ambos grupos concuerdan en afirmar con una nota cercana
a 7 que “Dios es todopoderoso, creador y organizador del universo”. También ambos grupos reconocen
que, “Dios es mi mejor amigo, en quien me confío y apoyo”. Y con un semejante nivel de adhesión, cercano
al 6,3, ambos grupos afirman que “Dios es una padre para mi, que me guía y apoya en todo lo que
hago” o que “Dios es un modelo o maestro a seguir”. Ambos grupos, por último, piensan que “Dios es la
fuente de felicidad del ser humano” (6,2).
Otra cuestión importante de destacar es que en el plano de las creencias, los diversos grupos
católicos adhieren en grados muy distintos a cada una de las afirmaciones. Respecto de casi todas las
afirmaciones propuestas, se verifica una gradiente que parte con los “católicos practicantes” y que es
seguida, de modo casi simétrico, por los “católicos observantes” y luego por los “católicos nominales”. En
sólo dos de las once creencias que se podían marcar esta gradiente se quebró. En una de ellas se invirtió:
quienes más adhirieron a que “Dios es un misterio que no podemos explicar racionalmente” fueron los
“católicos nominales”, menos lo hicieron los “católicos observantes”, y menos aún los “católicos practicantes”.
Probablemente, la dificultad de una “comprensión racional” de Dios aumenta cuando ella está asociada a
bajos niveles de identificación y práctica religiosa. También aquí los “evangélicos” junto a los “católicos
practicantes” son los que menos adhieren a esa afirmación.
La otra afirmación en que se quiebra la gradiente entre los grupos católicos es aquella que
postula que “Dios es un juez que sanciona a los pecadores”. Aquí no son los “católicos practicantes” los que
más suscriben esta afirmación, sino los que menos lo hacen (2,8) junto a los “creyentes no adherentes”.
En general, también se puede afirmar que los “creyentes que no adhieren a ninguna religión”
tampoco adhieren en forma significativa a las diferentes alternativas que se le ofrecieron respecto de su
comprensión de “Dios”. Sólo en dos afirmaciones estos estudiantes se encontraron representados de modo
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significativo, adhiriendo a ellas incluso más que casi todos los grupos: “Dios es un misterio que no podemos
explicar racionalmente”; “Dios es la energía y fuerza que le da vida al universo”. Otra afirmación a la
que este grupo adhiere de modo importante (5,2) es aquella que dice que “Dios es todopoderoso, creador
y organizador del universo”, aunque en este caso es el grupo que más baja adhesión presta a esta
afirmación.
La única expresión en la que todos los grupos religiosos concuerdan y a la que le dan una
importante significación es que “Dios es un misterio que no podemos explicar racionalmente”. Esta
afirmación obtuvo un 5,5 en casi todos los grupos.
2.4
El sentido de la fe
En este estudio también hemos querido preguntar por el sentido que tanto creyentes (Pregunta
nº26) como no creyentes (Pregunta nº28) asignan a la fe. En la siguiente figura se expresan y contrastan
las respuestas de ambos grupos, en aquellos ítemes en los cuales era pertinente establecer una
comparación:
Figura 11: Sentido de la fe comparado
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7
Algunas observaciones que se pueden hacer sobre la base de las repuestas entregadas por los
estudiantes:

La fe es un apoyo que permite superar la contingencia. La vida humana está marcada por
una serie de situaciones contingentes que, independientemente de nuestra voluntad, exigen nuestra
atención y respuesta. Así, desde temprana edad, nos preguntamos “por qué”, “cómo”, “para qué”, “qué
es…”. Se trata de preguntas fundamentales: preguntamos por el ser y por sus múltiples modificaciones,
preguntamos por las causas, preguntamos por el origen y la finalidad, etc. Pero desde temprana edad no
sólo nos situamos ante preguntas que desafían nuestra razón y el pensar, sino que también nos
enfrentamos ante situaciones vitales que comprometen nuestra existencia en el mundo: la muerte, el dolor,
la culpa, la injusticia y otras tantas situaciones que amenazan radicalmente nuestros proyectos de vida, de
felicidad, de armonía con nosotros mismos y con el mundo en el que vivimos.
En este contexto, el principal significado que los diversos grupos de creyentes asignan a la fe es la
de sentirse apoyado por Dios. Así lo afirman casi el 80% de los “católicos practicantes” y de los
“evangélicos”. Para los demás grupos de creyentes, aunque en grado menor, es también la alternativa a
la que más asocian la fe. Otras alternativas marcadas nos están indicando que este apoyo divino es
experimentado por los creyentes especialmente ante situaciones existenciales adversas: “obstáculos y
adversidades”, “la muerte” y “las incertidumbres”. De este modo, el sentido que los creyentes atribuyen a
la fe pareciera que está principalmente asociado al desafío que implica enfrentar y superar la
contingencia de la existencia.
¿Qué diferencia hay entre creyentes y no creyentes al respecto? Habría que responder diciendo
que, en el caso de los no creyentes, esta contingencia que busca superar la fe no es tanto de carácter vital
– existencial, cuanto de carácter cognitivo: es así como cerca del 70% de los “agnósticos” y del 75% de
los “ateos” considera que la fe “entrega a los creyentes explicaciones acerca de lo que no pueden
explicar racionalmente”. Es decir, la fe permite a los creyentes superar un déficit cognitivo y racional; ella
se constituye en una especie de absurdo, por cuanto explica lo que no puede explicar; la fe sería el
espacio de lo irracional.
Pero, para los estudiantes que se declararon “agnósticos” o “ateos”, la fe también juega una
importante función de superación de contingencias más vitales. Así, las siguientes cuatro afirmaciones, que
más adhesión encontraron entre ellos, dicen relación al “sentir apoyo de un ser superior” (60% de los
agnósticos, 55% de los ateos), “fuerza para enfrentar obstáculos y adversidades” (58% de los agnósticos,
y 42% de los ateos), “tranquilidad ante la muerte” (58% de los agnósticos, y 52% de los ateos),
“tranquilidad ante las incertidumbres de la vida” (57% de los agnósticos, y 47% de los ateos).
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
La fe posee un débil sentido comunitario. Las religiones han sido consideradas como hechos
sociales por antonomasia. No existen religiones individuales. Aunque muchas veces se pueda identificar a
un “fundador”, las religiones se constituyen inmediatamente como comunidades de fe, que progresivamente
han desarrollado un culto, una doctrina y una moral en los que los miembros de la comunidad se identifican
y encuentran un sentido socialmente compartido. Por esta razón, entre otras, llama la atención que tanto
creyentes como no creyentes desconozcan este carácter social de la fe religiosa. Sólo para el 18% de los
creyentes la fe contribuye a “sentirse parte de una comunidad”. ¿Será porque efectivamente este sentido
social se ha debilitado y que las creencias religiosas han pasado a tener un sentido más de carácter
individual y privado? Sobre esta cuestión volveremos más adelante.
De este modo, expresiones que indican que la fe “permite sentirse unido a otras personas que
comparten mi fe” tienen escasa gravitación entre los creyentes. En efecto, ella es de las expresiones que
más baja adhesión encuentra, incluso entre los “católicos practicantes” (30%) y entre los “evangélicos”
(35%).
Entre los no creyentes, sólo el 20% considera que la fe “permite mantener tradiciones culturales y
familiares” o que “permite sentirse parte de una comunidad”.

La fe posee un débil sentido solidario. Entre las proposiciones que creyentes y no creyentes
pudieron marcar, había algunas que apuntaban al carácter solidario de la fe religiosa. Estas
proposiciones, a diferencia de aquéllas que representaban una superación de la contingencia existencial y
cognitiva, no fueron indicadas por los estudiantes como mayormente expresivas del sentido que pudiera
tener la fe.
Entre los creyentes, expresiones que indican que la fe “mueve a ser solidario con los demás” están
por cierto presente, especialmente entre los católicos más practicantes (55%), sin embargo, ellas no tienen
la misma gravitación que el significado de la fe asociado a la superación de situaciones existenciales
adversas.
El sentido solidario de la fe es aún menos reconocido por los no creyentes en el campo de la
justicia y de la solidaridad. No es que ellos piensen –al menos en este estudio- que la fe sea “opio del
pueblo”, puesto que la opción a la que menos adhieren (22% de los ateos y 6,8% de los agnósticos) es
aquélla que en la Encuesta afirmaba que la fe hace estar a los creyentes “menos preocupados de los
problemas sociales”. Más bien, pareciera que los no creyentes no perciben un nexo directamente negativo
con la solidaridad y la justicia, pero tampoco le reconocen a las creencias religiosas un nexo positivo. De
hecho, sólo 18% de los ateos y 21% de los agnósticos indican que la fe motiva a los creyentes “a ser
solidarios con los demás”; y un porcentaje mayor aún (casi 40% de los ateos y 37% de los agnósticos)
considera que la fe “les da tranquilidad ante las injusticias de la vida”.
Informe de Resultados estudio DIPUC Jóvenes, Cultura y Religión, generación 2007
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Por tanto, y en el sentido anterior, para los no creyentes la fe no jugaría un rol considerable
negativo en el campo de la justicia y de la solidaridad, pero tampoco se le reconoce a ella ninguna
incidencia positiva en este campo.

Similitudes y diferencias entre diversos grupos de creyentes. Distintos antecedentes del
estudio nos van indicando que los diversos grupos de estudiantes que se declararon “creyentes” no sólo se
diferencian en razón de sus creencias o prácticas, sino que de la comprensión misma de lo que significa la
fe. En la figura 12 (ver página siguiente) podemos observar cómo los diversos grupos de creyentes
adhieren con niveles de convicción muy diversos a las distintas afirmaciones propuestas respecto del
sentido de la fe y, a la vez, cómo se producen algunas similitudes entre grupos religiosamente diversos:
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Figura 12: Razones para creer
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Al observar estos resultados podemos establecer que:
Existe una fuerte similitud entre “creyentes no adherentes” y “católicos nominales”.
Llama la atención que ante las trece alternativas propuestas, los “creyentes no adherentes” y los “católicos
nominales” responden del mismo modo, adhiriendo casi con el mismo grado de intensidad a las
afirmaciones que expresaban la significatividad de la fe. Se aprecia que “católicos nominales” (17%) y
los que son “creyentes sin adherir a ninguna religión” (20%) asignan una escasa significatividad a la fe en
casi todas las alternativas propuestas, y no sólo respecto de aquellas a las que más evidentemente no
adhieren y que tienen que ver con sentidos comunitarios de la fe (transmitir alegría y sentido a otros,
sentirse unidos a quienes comparten la misma fe, ser modelo para otros). En el único caso en donde estos
grupos de creyentes superan a algún otro es respecto de la cuestión del sentido y del encuentro consigo
mismo. Es decir, aunque para ambos grupos la fe no tiene mucho sentido, comparativamente ella adquiere
mayor relevancia respecto de dos cuestiones que directamente tienen que ver con el sujeto individual: la fe
“mantiene mi búsqueda de sentido en la vida” y “es una forma de encontrarme conmigo mismo”.
Existe también una fuerte similitud entre los “católicos practicantes” y los
“evangélicos”. La similitud entre estos grupos, aunque casi tan fuerte como la que se produce entre
“católicos nominales” y “creyentes no adherentes”, disminuye ante cuatro cuestiones muy importantes; a
saber, respecto de la solidaridad, del sentido, del encuentro consigo mismo y respecto de la relación
personal con Dios. Puestos ante estas cuatro cuestiones, los estudiantes “evangélicos” y los “católicos
practicantes” divergen en la importancia que le otorgan a la fe y en sus respuestas se asimilan más a los
otros grupos de creyentes que entre sí o, derechamente, como sucede con la cuestión de la comunicación
personal con Dios, aquí los evangélicos se diferencian respecto de todos los demás grupos de creyentes.
Los grupos católicos asignan sentidos diversos a la fe. Los diversos grupos católicos, como
se ha dicho, se han constituido en razón de la frecuencia con que participan en el culto. Se podría pensar
que esa “razón” discrimina muy puntualmente y que respecto de otras cuestiones los católicos se
agruparían de un modo diverso. Sin embargo, respecto de una cuestión tan central, como lo es el sentido
que se le atribuye al creer, aquellos grupos también muestran un comportamiento claramente diferenciado.
En efecto, en ninguna de las trece alternativas que expresan el sentido de la fe, los grupos católicos
muestran alguna cercanía entre sí, semejante a la que se da entre “católicos practicantes” y “evangélicos”,
o entre “católicos nominales” y “creyentes que no adhieren a ninguna religión”. Sólo respecto de tres
alternativas la distancia entre los grupos católicos se acorta, sin por ello eliminarse: sentido ante la muerte,
la tranquilidad ante las incertidumbres de la vida, el encuentro consigo mismo. Sin embargo, estas
significaciones de la fe no son sólo mayormente compartidas entre los grupos católicos, sino que también
entre los demás grupos de creyentes.
De estos datos surge una importante pregunta: ¿La diversidad que se expresa entre los diversos
grupos de “católicos”, es una diversidad inherente al “catolicismo” y que, por tanto, lo expresa y
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fortalece? O, más bien: ¿La diversidad que se expresa en el catolicismo es síntoma de un debilitamiento e
inconsistencia que lo amenaza en su propia existencia y significación social? Por cierto, en base a estos
datos no se puede resolver este complejo asunto.
Los estudiantes “evangélicos” son los que más asocian la fe a una comunicación personal con Dios.
La posibilidad de asociar el significado de la fe a una comunicación personal con Dios es marcada por
todos los grupos creyentes, pero principalmente por los “evangélicos”. Casi el 70% indica esta posibilidad,
contra casi el 45% de los “católicos practicantes”, que son el grupo que le sigue. Además, se percibe que
para los “evangélicos” ésta es una de las alternativas que mejor expresa el significado de la fe, cuestión
que no es así para ninguno de los otros grupos creyentes. En este sentido, se pudiera pensar que para los
estudiantes “evangélicos”, la fe no sólo es un apoyo para superar las múltiples contingencias de la
existencia, sino también una posibilidad para establecer una relación personal con Dios.
Quizás porque para los estudiantes que se declararon “evangélicos” la fe está muy fuertemente
asociada a una comunicación personal con Dios, ella no tenga un significado tan relevante para la
búsqueda de sí mismo. De hecho, para estos creyentes, la alternativa de que la fe sea “una forma de
encontrarme conmigo mismo”, es la alternativa que menos expresa el sentido de la fe.

Similitudes y diferencias entre los grupos de no creyentes. En la siguiente Figura se
expresan con mayor detalle las respuestas de los estudiantes que se declararon “agnósticos” y “ateos” a
la pregunta por el sentido de la fe religiosa.
Informe de Resultados estudio DIPUC Jóvenes, Cultura y Religión, generación 2007
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Figura 13: Por qué razones los creyentes tienen Fe, según los no creyentes
Respecto de estos datos se pueden establecer las siguientes cuestiones:
Existe una fuerte similitud entre “agnósticos” y “ateos” respecto del sentido asignado
a la fe. De las onces afirmaciones propuestas, al menos nueve de ellas encontraron casi el mismo grado
de adhesión entre los “agnósticos” y los “ateos”, lo que nos estaría indicando una fuerte similitud entre
ellos respecto del significado que le atribuyen a la fe.
Los “ateos” piensan que la fe no sirve tanto para enfrentar obstáculos y
adversidades, ni tampoco da un sentido a la vida cotidiana. Ya se ha consignado que para todos
los grupos –creyentes y no creyentes- la fe ayuda a superar la contingencia. También los ateos lo
consideran así. Sin embargo, a diferencia de los “agnósticos”, quienes en un 51% adhieren a este sentido
de la fe y le otorgan así la segunda mayor preferencia, sólo el 40% de los “ateos” piensa que la fe es
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una “fuerza que ayuda a enfrentar los obstáculos y adversidades de la vida” y esta alternativa sólo
ocupa el quinto lugar entre las diversas alternativas. Algo semejante sucede con la cuestión del sentido,
donde sólo el 35% de los “ateos” considera que la fe otorga un “sentido a la vida cotidiana”, en contraste
a los agnósticos donde se observa un 41% de respuestas positivas a esta alternativa.
Los “agnósticos” le asignan una mayor significatividad a la fe. En el sentido de las
observaciones anteriores, se constata que de las once proposiciones presentadas a los no creyentes, nueve
de ellas encuentran mayor nivel de adhesión entre los estudiantes que se declaran “agnósticos”. Ello nos
podría estar indicando que, en general, los “agnósticos” le asignan una mayor significatividad a la fe, lo
cual sería coherente con el hecho de que su postura ante la religión está menos decidida que lo que está
para un ateo. Esta hipótesis la podríamos ver reforzada al mirar más de cerca las dos afirmaciones a las
que los estudiantes “ateos” adhieren más que los “agnósticos” y que son las siguientes: “Les hace estar
menos preocupados de los problemas sociales” (22%, contra el 6,8%) y “les da tranquilidad ante las
injusticias de la vida” (38% contra 31%). Claramente, de las once afirmaciones propuestas, éstas son las
dos con mayor carga negativa.
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