Prehistoria y etnoarqueología en el Nilo Azul (Sudán y Etiopía) VÍCTOR M. FERNÁNDEZ MARTÍNEZ Universidad Complutense. Madrid Introducción En misiones anuales desde 1989 hasta 2000, con dos interrupciones en 1991 y 1999, un equipo formado por arqueólogos del departamento de Prehistoria y Etnología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), junto con profesionales de otras instituciones (UNED, CSIC), han llevado a cabo una prospección prehistórica intensiva de la cuenca del Nilo Azul en el Sudán Central (orilla oriental entre Jartum y Eseilat, 1989-1998), una exploración general de la misma cuenca en Sudán hasta la localidad de Singa (2000), y una prospección prehistórica y etnoarqueológica de la región de Benishangul en Etiopía Occidental, entre la frontera con Sudán y el mismo río (2001-2203) (fig. 1). Las citadas campañas han sido dirigidas por Alfredo Jimeno (UCM), Mario Menéndez (UNED) en Sudán y el autor de este trabajo en Sudán y Etiopía, participando como antropólogo físico Gonzalo Trancho (UCM), como geólogo Javier Lario (CSIC, actualmente U. Castilla-La Mancha), como paleontólogo Louis Chaix (Museum d’Histoire Naturelle, Ginebra) y como etnoarqueólogo Alfredo González Ruibal (UCM). La subvención para estas investigaciones ha provenido fundamentalmente de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Muebles, completada por tres proyectos de la Dirección General de Investigación Científica y diversas ayudas de la Universidad Complutense o la Fundación Durán/VallLlosera en 1989. Las campañas de Sudán se propusieron ampliar el conocimiento de la prehistoria de la amplia región del Sudán Central donde se juntan el Nilo Azul que viene de las montañas de Etiopía y el Nilo Blanco desde los lagos de África Oriental, hasta entonces sólo conocida por sus restos en el Nilo principal al norte de Jartum (Arkell 1949a, 1953; Caneva 1983, 1988; Haaland y Magid 1995), e iniciar la investigación arqueológica y etnoarqueológica en una región hasta entonces inexplorada en estos ámbitos, Etiopía occidental. Prospección y excavaciones en el Sudán Central (fig. 2) Un total de 101 yacimientos fueron inspeccionados en superficie, en su inmensa mayoría descubiertos en el curso de la prospección aunque también visitamos seis yacimientos ya conocidos y analizamos en el Museo Nacional materiales de cuatro sitios que no pudimos visitar durante la prospección por hallarse alejados o ilocalizables con los datos disponibles (Menéndez y otros, 1994; Fernández y otros, 2003). De acuerdo con su asignación cronológico-cultural, los yacimientos se distribuyen de la siguiente manera, teniendo en cuenta que algunos contienen restos de varias fases: 119 Período PREHISTORIA Y ETNOARQUEOLOGÍA EN EL NILO AZUL (SUDÁN Y ETIOPÍA) Paleolítico (> 9.000 bp) ................ Mesolítico (9.000-6.000 bp)......... Neolítico (6.000-4.000 bp)........... Histórico (3.000-0 bp) ................. 120 Figura 1. Mapa del valle del Nilo indicando las dos zonas de prospección, en el Sudán Central (1) y la región de Benishangul en Etiopía Occidental (2). Número yacimiento 6 42 15 42 Los yacimientos de época histórica pudieron ser en algunas ocasiones clasificados con mayor detalle (p. ej. despoblados islámicos de época Funj, ruinas de iglesias cristianas) aunque en su mayoría, por tratarse de campos de túmulos en los que apenas se registraron materiales de superficie, no fue posible decidir su posible cronología meroítica o cristiana (en algunos casos, eran sin duda islámicos). La escasez de restos paleolíticos, que puede ser realmente menor que la indicada, puesto que algunos de estos 6 yacimientos son dudosos, no debe sorprender por ser un hecho conocido desde hace tiempo, aunque no por ello menos difícil de explicar si se tiene en cuenta la gran abundancia de asentamientos de este período registrados en otras zonas de la cuenca nilótica (Egipto, Nubia, norte de Sudán). Los escasos restos encontrados parecen en su mayoría del Paleolítico Inferior o Medio, estando así de acuerdo con lo registrado antes de nuestra intervención (Arkell 1949b). La abundancia de yacimientos mesolíticos, por otro lado, tampoco debería producir sorpresas. A comienzos del Holoceno la mejoría climática, que provocó un «Sahara húmedo» durante varios milenios, fue seguramente la causa de los miles de asentamientos conocidos en todo el hoy desierto y a lo largo del Nilo. Yacimientos amplios y relativamente estables, con abundante cerámica, una de las más antiguas conocidas (en nuestros sitios los fragmentos se contaron por decenas de millares), utillaje microlami- nar y geométrico y restos profusos de fauna salvaje y de pesca fluvial (cazadores-recolectores con cerámica, la cultura «acualítica» de Sutton 1977), tal vez estas gentes fueran los antecesores de los pueblos que hoy hablan lenguas nilo-saharianas, en nuestra región los conocidos pastores nilóticos, que todavía hasta hace poco decoraban sus vasijas con el mismo tipo de impresión pivotante (rocker) tan abundante en el Mesolítico (Mack y Robertshaw 1982). Nuestra investigación mostró por primera vez un sistema de distribución espacial de sitios que sugiere la alternancia estacional, con diferencias en la cultura material y la orientación económica, entre el río durante la estación seca, y los wadis estacionales en la húmeda (Fernández y otros 1993, 1994, 1997; Jimeno y otros 1996). Los análisis geomorfológicos realizados en las diferentes catas de sondeo sirvieron para establecer una secuencia climática de esta región de Sudán central (Lario y otros 1997), que muestra que la eclosión mesolítica también aquí coincidió con un máximo de humedad y que coincide con algunas diferencias respecto a la conocida en zonas más septentrionales del valle del Nilo (Hassan 1987). Las excavaciones extensivas de dos de los yacimientos, uno del Nilo (Sheikh Mustafa) y otro de la zona del Wadi Soba (Al Mahalab) (Fernández y otros 1997), permitió recuperar una amplia muestra de cultura material de la época (cerámicas –ver figura 2–, útiles microlíticos, hueso decorado, etc.), fauna (cuya variedad confirma la alternancia estacional propuesta para ambas zonas, cf. Chaix en Fernández y otros 2003), y evidencia de una intensa recolección vegetal como demuestran las abundantes improntas de semillas de cereales africanos (Sorgo, Setaria, Panicum, etc.) en las cerámicas del yacimiento (cf. Magid en Fernández y otros 2003; Magid 1989). Por desgracia, los yacimientos habían sido intensamente perturbados por alteraciones postdeposicionales (madrigueras, enterramientos recientes, erosión pluvial, etc.) y por ejemplo las tumbas humanas –que ocasionalmente se registran en los yacimientos de este período– fueron descubiertas en un pésimo estado de conservación. Las fechas radiocarbónicas obtenidas de muestras de estos yacimientos varían entre 7900 y 6300 B. P. Los yacimientos neolíticos corresponden ya a grupos con economía de producción de tipo pastoral (rebaños de bóvidos y ovicápridos), cuando la población se concentra en menos pero mucho mayores yacimientos, como muestra el único excavado extensamente, Sheikh el Amin situado en el área de Wadi Soba lejos del Nilo, tras una primera intervención nuestra en el sitio menos importante de Haj Yusif, próximo a Jartum (Fernández 1989, Fernández y otros 1989). Los trabajos en Sheikh el Amin durante dos campañas proporcionaron gran cantidad de restos cerámicos (cuyo análisis estadístico Figura 2. Mapa de la región de Jartum con la zona al este del Nilo Azul donde se realizó la prospección intensiva del área de Wadi Soba (izquierda) y una exploración extensiva en las áreas de Wadi Raboub, Wadi Hag y Wadi Hasib (derecha). En este mapa no se representan los demás yacimientos descubiertos en la exploración general realizada al sur de esta zona. (Leyenda: Rombos = Paleolítico; Círculos = Mesolítico; Cuadrados = Neolítico; Estrellas = Histórico). 121 PREHISTORIA Y ETNOARQUEOLOGÍA EN EL NILO AZUL (SUDÁN Y ETIOPÍA) 122 Figura 3. Cerámicas con decoración de líneas onduladas incisas (Wavy Line, arriba), líneas onduladas puntilladas (Dotted Wavy Line, abajo izquierda) e impresión pivotante (Rocker) procedentes de las excavaciones de yacimientos mesolíticos en el Sudán central. Estas cerámicas se fechan en esta zona y el Sahara central antes de 9000 B. P. y son por ello las más antiguas conocidas en África, Europa y el Próximo Oriente. no ha mostrado ningún modelo de distribución diferenciada por tipos, ni siquiera dentro de un área donde se conservaba un suelo intacto con materiales in situ y al que se dedicó una campaña entera para excavar tridimensionalmente 60 m2) y de fauna, de cuyo análisis aún parcial resalta la presencia de bóvidos pero estando ausentes los ovicaprinos. Dos fechas radiocarbónicas del sitio lo sitúan entre 5500 y 4600 B. P. Seguidamente comenzó, hacia 4500-4000 B. P., un período oscuro de la historia del Sudán central (a veces llamado «Neolítico Final»), durante el cual se supone que la población, en respuesta a la creciente aridez, se orientó a una economía cada vez más nómada y por ello dejó pocas huellas materiales de su existencia (Haaland 1987). En este sentido, nuestra prospección ha encontrado varios yacimientos grandes de este período, tanto en la zona oriental del Nilo Azul (Raboub, Wad al Amin) como en la región de la Gezira situada entre el Nilo Azul y el Nilo Blanco (3 sitios ya conocidos de prospecciones de la época colonial, pero hasta ahora mal fechados), que son los únicos conocidos en todo el Sudán Central. La presencia de decoración cerámica obtenida mediante impresión simple de peine es la marca de este período, puesto que su frecuencia va aumentando según disminuye la de impresión pivotante que era típica de los perío- dos anteriores (Mesolítico y Neolítico Inicial) (Fernández en prensa a), lo que sirve por un lado para unir estos sitios con los precedentes (observable por seriación estadística y carbono-14, la fecha de Raboub, 4690 B. P., se solapa con las de Sheikh el Amin) y por otro para ligar la región con el Sudán oriental, donde la impresión simple es dominante, y acercarse a teorías arqueológico-lingüísticas que sugieren que estos pastores del Neolítico Final podrían hablar ya las lenguas cuchíticas (hoy dominantes en el noreste de Sudán, norte y sur de Etiopía), mientras que los primeros del Neolítico Inicial serían los últimos nilo-hablantes del área y los antepasados de los nilóticos que hoy ocupan el sur de Sudán y hasta hace poco decoraban sus cerámicas con impresión pivotante (Mack y Robertshaw 1982; David y otros 1981; Haaland 1992; Fernández en prensa a). Arqueología de Benishangul (Etiopía Occidental) Una vez finalizados los trabajos en la región de Soba-Eseilat, y tras una última campaña de exploración extensiva en Sudán, a lo largo del Nilo Azul hasta cerca de la frontera con Etiopía (Fernández en prensa a), fuimos movidos por la curiosidad a empezar una nueva investigación en ese país, mucho menos conocido que el anterior (salvo en los restos de los primeros homínidos en el valle del Rift). De hecho, la nuestra fue la primera intervención arqueológica en toda la franja de frontera entre el árido valle sudanés y el verde Altiplano abisinio, franja muy boscosa donde todavía viven, casi ocultos en ese espacio intermedio, poblaciones sudánicas relativamente poco conocidas. Como resultado de las tres últimas campañas de prospección extensiva y sondeos en unos diez yacimientos, en su mayoría abrigos bajo roca granítica, en esta región hemos podido delimitar lo que podría ser la secuencia completa de su ocupación humana, hasta ahora sólo estudiada en los últimos siglos usando información oral y los escasos textos escritos disponibles (Triulzi 1981). Algunos hallazgos de útiles nucleiformes en las terrazas del Nilo Azul (Sirba Abay) sugieren que la región ya pudo estar poblada durante el Paleolítico Inferior. Luego las excavaciones del abrigo de Kaaba (Assosa) muestran una industria de la Middle Stone Age con puntas bifaciales y talla Levallois, de fecha todavía no precisada (tres muestras de arenas para luminiscencia óptica están siendo analizadas) pero que debería ser anterior a 40000 B. P. por razones tipológicas. En el mismo abrigo se registra una evolución sin solución de continuidad (sería uno de los escasísimos ejemplos de transición local que se conocen en toda África, cf. Brandt 1986) hacia una industria de la Later Stone Age, muy tosca en cuarzo y definida por raspadores y escasos geométricos, que en otro abrigo cercano (Bel Kurkumu, figura 4) ya aparece asociada a cerámicas meso-neolíticas de origen sudanés (impresiones pivotantes) y fechada por radiocarbono en 5000 y 4500 B. P. Pero no sabemos si eran o no pastores porque los ácidos suelos no han preservado ningún resto óseo, y si unimos esto al hecho de que las cerámicas sudanesas sólo aparezcan en los abrigos situados justo al lado del escarpe que baja hacia Sudán, estando ausentes en los del interior que tienen sólo cerámicas recientes, todo lo cual sugiere que la difusión de la economía de producción desde el área sudanesa al Cuerno de África debió de producirse por zonas llanas y menos boscosas, como el Rift al sur o la llanura costera en Eritrea Figura 4. Excavación en el abrigo rocoso de Bel Kurkumu (Assosa, Benishangul, Etiopía Occidental). Este abrigo proporciona la primera evidencia de cerámicas mesolíticas y neolíticas sudanesas en el altiplano de Etiopía y una de las primeras conocidas en todo el África subsahariana. Incorporándose a una industria local microlaminar con escasos geométricos de la Later Stone Age, la llegada de estas vasijas a los últimos cazadores-recolectores etíopes tuvo lugar hacia 5000 B. P. (Barnett 1999). De cualquier manera, este hallazgo de cerámicas «acualíticas» lejos de los humedales sudaneses, en una región cultural tan diferente, es de gran interés puesto que sólo se habían encontrado hasta ahora en otra localidad, Lowasera en la orilla oriental del lago Turkana de Kenia (en un contexto de pescadores), un solo fragmento de decoración Wavy Line citado hasta la saciedad (Phillipson 1977; Stewart 1989). Otros dos abrigos cercanos a los anteriores (Bul Kayito-1 y 2, Assosa), junto a otros más lejanos en Bambasi y Menge, sirven para enlazar esta cultura con la siguiente, de tipos cerámicos hasta ahora no conocidos pero que recuerdan decoraciones del sur de Etiopía y Sudán y norte de Kenia, fechadas durante el I milenio de nuestra era (una única muestra carbónica hallada se está analizando). Su existencia en Benishangul nos muestra que la presencia de los pueblos sudánico-nilóticos que hoy pueblan la región es relativamente antigua, confirmando la hipótesis de que esta zona fronteriza sirvió ya entonces de refugio para grupos 123 PREHISTORIA Y ETNOARQUEOLOGÍA EN EL NILO AZUL (SUDÁN Y ETIOPÍA) 124 negroides ante la presión de los estados organizados en Sudán y Abisinia durante los dos últimos milenios. En los abrigos de Menge hay varios paneles de pintura rupestre esquemática, con figuras que también recuerdan modelos nilóticos de Kenia y Sudán, y que todavía hoy están relacionadas con luces milagrosas y son escenario de rituales islámicos de raigambre prehistórica, en ceremonias de propiciación de la lluvia, que pudieron ser recogidos en detalle en conversación con los ancianos del lugar. Por último, se registraron muchos despoblados recientes de la etnia Berta, en uno de los cuales realizamos un sondeo arqueológico preliminar. Esta antigüedad de los nilóticos y la fecha moderna de ocupación Berta resultan de interés para los conflictos que todavía subsisten en la región entre ellos y los semíticocuchíticos, y entre varias etnias nilóticas (Gumuz, Berta), en un ejemplo más del interés político y actual que puede llegar a tener la arqueología (Fernández y González 2001a). Etnoarqueología de Benishangul La riqueza étnica de esta región, cuya complicada orografía ha permitido a los grupos tradicionales resistir las guerras civiles mejor que en el cercano y llano Sudán, es tan impresionante que no podíamos dejar de registrarla en alguna manera, y para ello conseguimos compaginar la labor arqueológica con la etnoarqueológica. Se tomaron fotografías, vídeo digital y dibujos del instrumental agrícola, armamento, instrumentos musicales, cerámicas y otros contenedores, estructuras agropecuarias y se levantaron planos con localización de objetos de las cabañas típicas (fig. 5), y mapas de los poblados típicos de las principales etnias de la región: los «pre-nilóticos» Berta, Gu- muz, Mao y Komo (Grotanelli 1940, 1948, Cerulli 1956, Bender 1975), y las poblaciones intrusivas de «montañeses», los mucho mejor conocidos cuchíticos (Oromo) y semíticos (Amhara), estos últimos reasentados hace pocos años pero que mantienen su tradición del norte de Etiopía (aunque con bastantes e interesantes préstamos de los Berta locales). Resulta muy instructivo comprobar la diferente visión del mundo que tienen los primeros (horticultores de roza, en gran medida recolectores, móviles con una organización social muy igualitaria y propiedad comunal de la tierra) que hasta hace poco no han estado sujetos a una autoridad estatal, comparados con los segundos que han tenido esta organización desde hace dos milenios (Amhara) o varios siglos (Oromo) (agricultura fija, exclusivamente productores, sedentarios, jerárquicos con propiedad privada de la tierra). Esas cosmovisiones se reflejan claramente en la cultura material (sólo ganado menor, palo cavador y hachas planas, producción cerámica y de metal no profesionalizadas entre los primeros, ganado mayor, arado y hachas tubulares, alfareros y herreros entre los segundos) y en la organización de las viviendas y el espacio de los poblados, mucho más abierta entre los primeros y cerrada y privatizada con los segundos (González y Fernández en prensa). De todas formas, las influencias mutuas son grandes y están asimismo relacionadas con los conflictos étnicos actuales, cuando se da la paradójica situación de que los antiguos dominados (y muchas veces esclavos) son los únicos con derecho a participación y poder político en el gobierno regional, como resultado de la política de «devolución» de la democracia federal «étnica» del estado etíope desde 1991. Las pervivencias «paganas» entre los pre-nilóticos, en su mayor parte islamiza- Figura 5. Planta de una cabaña de la etnia «pre-nilótica» Gumuz en el poblado de Berkassa junto al Nilo Azul (Sirba Abay, Benishangul, Etiopía Occidental), con indicación del uso individual de cada vasija cerámica. Este modelo de cabaña sin separación interior parece uno de los más antiguos de la zona, donde la influencia de poblaciones próximas más modernizadas como los Amhara y Oromo del altiplano, o de las activas misiones protestantes, están provocando un cambio hacia estructuras más compartimentadas. Diámetro de la cabaña: 9,30 m. dos (Berta) o cristianizados (Gumuz por misioneros evangelistas) también resultan de enorme interés para atisbar cómo pudo ser aquel mundo ya casi desaparecido y entender la forma en que se produce la transición e hibridación hacia la modernidad en esta región situada en la misa «periferia de la periferia» de nuestro planeta. Se realizaron entrevistas con dos brujos de la religión tradicional (ñeri), muy útiles para entender, al igual que las sutilezas del sistema matri- monial Berta, muchos aspectos de la organización social y espacial de los poblados. Por último, esa misma introducción de la modernidad en la zona fue analizada en una exposición fotográfica presentada en Madrid y Barcelona (Fernández y González 2001b) y en un análisis de la misma como un espejo deformado, tal como es representada en la música y la pintura popular publicitaria de Sudán y Etiopía (Fernández en prensa b). 125 PREHISTORIA Y ETNOARQUEOLOGÍA EN EL NILO AZUL (SUDÁN Y ETIOPÍA) Bibliografía 126 ARKELL, A. J.: Early Khartoum, Oxford University Press, Oxford, 1949a. ARKELL, A. J.: The Old Stone Age of the Anglo-Egyptian Sudan, Sudan Antiquities Service Occasional Papers no. 1, Khartoum, 1949b. ARKELL, A. J.: Esh Shaheinab, Oxford University Press, Oxford, 1953. BARNETT, T.: The Emergence of Food Production in Ethiopia, BAR International Series 763, Oxford, 1999. BENDER, M. L.: The Ethiopian Nilo-Saharans, Addis Ababa, 1975. BRANDT, S. 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