Voces: PROCEDIMIENTO CONCURSAL ~ CONCURSO

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Voces: PROCEDIMIENTO CONCURSAL ~ CONCURSO PREVENTIVO ~ QUIEBRA ~ CREDITO
CONCURSAL ~ VERIFICACION DEL CREDITO ~ LEY DE CONCURSOS Y QUIEBRAS ~ CREDITO
FISCAL ~ VERIFICACION DE CREDITO FISCAL ~ PRUEBA ~ CREDITO EXTRACONCURSAL ~
FUERO DE ATRACCION ~ APERTURA DEL CONCURSO PREVENTIVO ~ DECLARACION DE
QUIEBRA ~ SENTENCIA ~ EFECTOS DE LA SENTENCIA ~ COSA JUZGADA ~ JUICIO EJECUTIVO ~
PROCESO ORDINARIO ~ REVISION JUDICIAL ~ INCIDENTE DE REVISION ~ VERIFICACION
TARDIA ~ SINDICO ~ CONTRATO ~ COMPRAVENTA DE AUTOMOTOR ~ INSTRUMENTO
PRIVADO ~ INSCRIPCION REGISTRAL ~ RECURSOS ~ RECURSO DE REVISION ~ PLAZO LEGAL ~
COMPUTO DE PLAZOS LEGALES
Título: Controversias en la verificación de créditos
Autor: De Césaris, María Cristina
Publicado en: LA LEY2009-A, 742
Abstract: En el presente trabajo la autora aborda las problemáticas actuales que se suscitan a nivel
jurisprudencial en cuanto a la verificación de créditos. En especial, hace mención a los créditos reconocidos por
sentencias dictadas en juicios tramitados en sede extraconcursal y aquellos que fueran reconocidos por
sentencias dictadas con posteriorirdad a la apertura del proceso concursal en procesos "no atraídos" cuya
continuación está autorizada por la ley. Finalmente, trae a colación otra cuestión referida a los temas de
ineficacia concursal.
En un trabajo publicado hace ya quince años, Adolfo Rouillon advertía sobre la evolución de los criterios
jurisprudenciales en la verificación de los créditos a lo largo de las entonces casi dos décadas de vigencia de la
ley 19551 (Adla, XXVII-B, 1677), y señalaba que así como algunos casos dudosos ya no lo eran, otros estaban
en plena controversia, como por ejemplo la prueba de la causa en la verificación con títulos valores abstractos o
la oponibilidad y eficacia de las sentencias dictadas en sede extraconcursal invocadas como título por el
verificante, mientras que algunos temas recién comenzaban a insinuar su potencial conflictivo (1). Hoy, algunas
de aquellas cuestiones controvertidas no lo son tanto, pero otras persisten y también se renuevan, como es el
caso de "la prueba de la causa" que sigue siendo objeto de debate tratándose de la verificación de créditos
fiscales (2) o cuando se intenta ingresar en el pasivo concursal con sustento en el efecto de cosa juzgada de la
sentencia obtenida en otros tribunales (3).
Nos referiremos a algunos casos de verificación que exhiben aspectos controvertidos y soluciones dispares
de la jurisprudencia.
Créditos reconocidos en sentencias dictadas en juicios tramitados en sede extraconcursal:
Durante la vigencia de la ley 19.551 (Adla, XXVII-B, 1677) la cuestión que motiva nuestro interés fue
principalmente analizada en ocasión de decidir la admisibilidad de créditos laborales reconocidos en sentencias
dictadas en los juicios promovidos por los trabajadores o dependientes de la concursada y que tramitaban en el
fuero laboral conforme la norma contenida en el art. 265 de la Ley de Contrato de Trabajo (t.o. 1976) (Adla,
XXXVI-B, 1175) que exceptuaba del fuero de atracción a los juicios laborales. Puede considerarse un criterio
judicial consolidado el que entonces sostenía que "la legitimidad de los créditos emergentes de sentencia laboral
no puede ser cuestionada en sede concursal, salvo que se invoque que la sentencia fue fruto de un proceso
fraudulento" dejando a salvo la competencia del juez concursal para pronunciarse en materia del curso de los
intereses y de los privilegios de los créditos cuya verificación se solicita (4).
Por cierto que el problema que analizamos no se restringe a la oponibilidad o efectos de la sentencia dictada
en juicio exceptuado del fuero de atracción, sino que también involucra la situación que se plantea cuando un
acreedor pretende hacer valer la sentencia dictada antes de la presentación en concurso o declaración de quiebra,
y que fuera analizado por Rouillon en el trabajo citado al comienzo y por la Dra. Kemelmajer de Carlucci en
fallo dictado durante la vigencia de la ley 24.522 (Adla, LV-D, 4381), que es de ineludible lectura y sobre el
cual volveremos más adelante (5).
Hoy, luego de la reforma introducida por la ley 26.086 (Adla, LXVI-B, 1368) (B.O. 11-4-66), la cuestión
cobra nueva actualidad, pues son muchas las excepciones a la regla "suspensión-atracción" (arts. 21 y 136 LCQ)
y por lo tanto no es improbable que sean también muchos los acreedores que opten por ingresar al pasivo
concursal con base en sentencias que se dicten en las "causas no atraídas" y que sirven de "título" para requerir
la verificación conforme art. 56 LCQ.
Ahora bien: sin perjuicio de admitir que sea que se trate de verificación con sustento en una sentencia
dictada en juicio anterior al concurso o de sentencia dictada en juicio de conocimiento proseguido ante el "juez
natural" que luego se hace valer como "título verificatorio", lo que está en discusión es la facultad revisora del
juez concursal al momento de verificar un crédito con sustento en dicha sentencia, entiendo que para el correcto
análisis del tema que propongo, concretamente la oponibilidad de la sentencia pasada en autoridad de cosa
juzgada obtenida en sede extraconcursal, es preciso efectuar una necesaria distinción:
1. Créditos reconocidos en sentencias dictadas antes de la apertura del concurso o de la declaración de
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quiebra.
2. Créditos reconocidos en sentencias dictadas con posterioridad a la apertura del proceso concursal en
procesos "no atraídos" cuya continuación está autorizada por la ley (art. 21 incisos 2 y 3 y art. 132 LCQ).
Dentro de 1) también es necesario distinguir:
1.1. Crédito reconocido en sentencia dictada en proceso ejecutivo con eficacia de cosa juzgada "formal" (la
resolución es inimpugnable, pero no es inmutable, pues la cuestión puede ser replanteada en juicio posterior).
1.2. Crédito reconocido en sentencia dictada en un proceso de conocimiento pleno, con eficacia de cosa
juzgada "sustancial o material" (cuando a la condición de inimpugnable mediante recursos, se une la condición
de inmodificable mediante cualquier procedimiento).
Para comprender la razón de ser de la última distinción, conviene recordar que en el proceso ejecutivo, por
ejemplo aquel donde tramita una acción cambiaria directa o de regreso con sustento en pagarés o una acción de
regreso con sustento en cheques, la sentencia tiene eficacia de cosa juzgada formal cuando se agotan todas las
posibilidades recursivas previstas en el ordenamiento procesal para ese juicio ejecutivo, y sólo queda la
posibilidad del juicio ordinario posterior. Algunos doctrinarios sostienen, y me parece importante destacarlo a
los efectos de la verificación de créditos, que en ese juicio ordinario posterior se pueden replantear sólo aquellas
cuestiones que no hubiesen sido planteadas en el juicio ejecutivo. O sea que si el proceso de ejecución tramitó
con gran amplitud de defensas y pruebas por determinadas circunstancias —vg. haber permitido el actor que se
"ordinarice el juicio"— esa sentencia va a tener una eficacia mayor que aquella obtenida en un juicio ejecutivo
donde hubo un análisis estrictamente formal del título.
Pues bien: en relación a la demanda del acreedor que cuenta con sentencia ejecutiva a su favor y la invoca y
trae al proceso de verificación como "causa del crédito", aunque tal hipótesis se presenta con más frecuencia de
la deseada, existe consenso casi unánime en el sentido de que el pedido así escuetamente formulado es
defectuoso, porque la causa del crédito no es la sentencia: la causa es el hecho o acto jurídico, el negocio
jurídico, por ejemplo el contrato del cual se generó esa obligación insatisfecha a cargo del deudor concursado o
fallido. Ese crédito puede estar documentado en un título que tiene fuerza ejecutiva pero que no exime al
acreedor de hacer saber las circunstancias que determinaron el libramiento del título o cómo fue adquirido por él
si no está vinculado de modo inmediato con el librador. Así lo imponen los artículos 32 y 200 del estatuto
concursal que exigen que el acreedor invoque monto, causa y privilegio. La casi uniformidad doctrinaria y
jurisprudencial sobre el tema, no impide que algunos tribunales haya otorgado una eficacia superlativa a la
sentencia obtenida en juicio ejecutivo a tal punto que hay casos que llegaron a la Corte Nacional, como es el
caso "Collón Curá" en el cual la Corte descalificó un pronunciamiento dictado en el fuero comercial de la
Ciudad de Buenos Aires dando como razón de fundamentación que la sentencia dictada en un proceso ejecutivo
no era suficiente para tener por justificado el crédito que se esgrimía y legitimar el ingreso en el pasivo de ese
crédito cuantitativamente muy importante (CSJN, 3/12/2002, "Collón Curá S.A. s/quiebra" —LA LEY, 2003-C,
732—). Obviamente, como ya se adelantó, ello no significa que esa sentencia dictada en un juicio ejecutivo no
pueda ser computada por el juez como un elemento corroborante de la pretensión del acreedor. El hecho de
contar con una sentencia ejecutiva ha sido una circunstancia valorada al momento de decidir la verificación de
un crédito documentado en títulos cambiarios, y así se ha dicho que la existencia de un juicio ejecutivo en el
cual el deudor compareció y opuso excepciones al menos alcanzaba para despejar la idea de la connivencia
fraudulenta, que era la razón de ser de los conocidos plenarios "Translineas" y "Difry" (LA LEY, 1980-A, 332;
1980-C, 78) (6). En definitiva, la sentencia con eficacia de cosa juzgada formal, invocada y traída por un
acreedor al proceso de verificación, no es vinculante para el juez y carece de efecto alguno frente a los demás
solicitantes de verificación, terceros en el proceso donde la sentencia fue dictada. El deudor puede cuestionarla
con los límites con los que podría hacerlo en un proceso ordinario ulterior al ejecutivo donde logró la sentencia.
Podemos entonces concluir que la sentencia ejecutiva es en principio insuficiente para constituirse en "causa del
crédito", aunque es un elemento que según las circunstancias del caso puede tener singular importancia para
demostrar que no se trata de un acreedor "inventado" por el deudor.
Con respecto a los alcances en el proceso concursal de la cosa juzgada de una sentencia dictada en un
proceso de conocimiento y en sede "extraconcursal", es posible distinguir tres posiciones doctrinarias, que
fueran magistralmente sintetizadas y reseñadas por la Dra. Kemelmajer de Carlucci en el fallo dictado por la
Sala I de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza el 20/6/96 "in re" "Lorenzo, José", anteriormente citado, y
reiteradas en "Bodegas y Viñedos El Desvío S.A."(7): 1) la tesis que admite la facultad revisora del juez del
concurso con fundamento en que "la pretensión verificatoria no se formula contra el deudor sino que está
enderezada a procurar un título judicial hábil oponible al deudor y demás acreedores para lograr un derecho de
participación en el concurso", de lo que se sigue que el juez del concurso no queda vinculado en términos
absolutos a lo decidido en esa sentencia que fue dictada en un proceso en el cual los terceros acreedores no han
sido oídos. Algunos autores que comparten esta posición aclaran que el síndico deberá demostrar el «error» de
la sentencia cuya oponibilidad se pretende y/o requieren que la impugnación se funde en la existencia de
causales tales como la existencia de un proceso fraudulento, o en defensas resultantes del estado de quiebra,
como la ineficacia concursal, existiendo diferentes criterios también respecto de la vía o etapa procesal oportuna
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para la impugnación de la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, vg. incidente de revisión; 2) la tesis
que deniega la facultad revisora del juez concursal (8), que se apoya en que la cosa juzgada no sólo es una nueva
fuente reguladora de la relación sustancial de los que fueron parte en el proceso sino que además ha creado un
derecho de propiedad definitivamente incorporado al patrimonio del vencedor, al igual que lo que sucede con
los contratos cuyos efectos son oponibles a los acreedores del acreedor común, y que la reversibilidad implicaría
la violación de tal derecho, aunque destacando que aun cuando el crédito deba ser verificado con ajuste a esa
sentencia, no está excluido de la carga de verificar; 3) finalmente la posición intermedia —a la que adhieren,
entre otros, Adolfo Rouillón y la Sala I de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza— que establece que, salvo
que el deudor concursado —que fue parte en el proceso y tuvo amplia posibilidad de defensa— funde su
impugnación en la afirmación de ser fraudulento el proceso en cuyo marco fue dictada la sentencia, o bien
invoque en su defensa actos posteriores al dictado de la misma, pues en ese caso no mediaría alzamiento contra
la cosa juzgada sino invocación de hechos posteriores a los cuales no alcanzó ni pudo alcanzar esa sentencia,
sólo los acreedores y el síndico están legitimados para impugnar la cosa juzgada que surge de un juicio de
conocimiento tramitado con el concursado. Esta posición intermedia —que comparto— se funda en las
siguientes razones: "a) la tesis que faculta al juez a revisar sin ningún tipo de distinción afecta la seguridad
jurídica pues otorga al concursado, por el solo hecho de ser tal, un recurso no previsto en la ley para revisar un
acto que había generado derechos subjetivos del litigante contrario frente al concursado... b) la tesis que niega la
revisibilidad «a outrance» da prioridad a un dudoso derecho de propiedad sobre el innegable derecho de defensa
en juicio de terceros, contra quienes hace oponible una decisión que los perjudica sin haber sido oídos... c) la
posición intermedia respeta la garantía de la defensa en juicio y la seguridad jurídica conciliando todos los
intereses en juego, da verdadero sentido a la tesis de la revisibilidad y no contradice jurisprudencia de la Corte
Federal" (del voto de la Dra. Kemelmajer en "Lorenzo, José" cit.).
Ahora bien, como dice la querida magistrada mendocina en el precedente que citamos, las dos posiciones
extremas, es decir, la que le niega eficacia a dicha sentencia y por lo tanto reconoce la facultad del juez del
concurso de revisarla, y la otra posición que establece la eficacia vinculante de esa sentencia y la oponibilidad
no sólo al deudor, sino a los terceros acreedores, reconocen excepciones de tal modo que podríamos decir que
casi todos están en una posición intermedia, pero a los efectos didácticos me parece adecuado "clasificar" para
mejor analizar la cuestión. Por ejemplo, el Dr. Adolfo Rouillon en el trabajo que citamos al comienzo, escrito
como ya señalamos bajo la vigencia de la ley 19.551, expresa que, como regla, la sentencia dictada en sede
extraconcursal carece de efectos frente a los terceros, pero no puede ser cuestionada por el deudor concursado o
fallido que participó en ese proceso. El fundamento de tal aserto se vincula con los límites subjetivos de la cosa
juzgada, pues la sentencia es oponible sólo a quienes intervinieron en el proceso y a ciertos terceros (por
ejemplo los sucesores, como lo establece el art. 249 del Código Procesal de nuestra Provincia). Pero además de
este argumento de naturaleza "procesal" existe otro argumento vinculado con los intereses involucrados en el
proceso concursal: a este proceso concurren muchos acreedores y el activo de ordinario es escaso, por ello el
contralor recíproco de los que pretenden convertirse en acreedores "concurrentes" debe garantizarse. Si los
acreedores pueden observar e impugnar las demandas de verificación no parece, en principio coherente ni
razonable, se les pueda oponer cualquier sentencia dictada en un proceso aun declarativo tramitado antes de la
apertura del concurso o de la declaración de quiebra. Como magistrada he tenido la oportunidad de ver juicios
promovidos cuatro, cinco, seis meses antes de la apertura del concurso, tramitados en rebeldía o con
allanamiento del concursado, concluidos con sentencias que no fueron recurridas: dichas sentencias califican
como "sentencia obtenida en un proceso declarativo con fuerza de cosa juzgada sustancial", pero es de toda
evidencia que en defecto de decisión adoptada previo debate y producción de pruebas, no son suficientes para
legitimar el ingreso de una acreedor en el pasivo.
La Dra. Kemelmajer de Carlucci en el caso "Lorenzo" explicita que para dar una respuesta a la cuestión que
estamos analizando no puede soslayarse que esa sentencia obtenida en un proceso de conocimiento es una
sentencia dictada por un órgano del Estado y que por lo tanto tiene una presunción de regularidad, razón por la
cual para desconocerla habrá que argumentar y en su caso probar. Pero también explicita que la definición del
conflicto a través de esa sentencia que pretende hacerse valer en el concurso debió fundarse en cuestiones
sustanciales, no en cuestiones procesales.
Cuando un acreedor invoca la "cosa juzgada de la sentencia obtenida en sede extraconcursal" y pretende la
verificación del crédito con sustento en aquella, lo que está en pugna, en tensión, es el derecho de propiedad de
ese acreedor que ha incorporado a su patrimonio un bien nacido de la sentencia, y el derecho de defensa de los
restantes acreedores. Por ello consideramos que si el deudor tuvo posibilidad de participar en ese proceso,
probar, recurrir, y no lo hizo, o lo hizo y las decisiones le fueron adversas, ese deudor no puede volver a
replantear la cuestión en sede concursal. Sólo podría esgrimir alguna defensa nacida con posterioridad a la
sentencia, por ejemplo un pago, o invocar la existencia de cosa juzgada fraudulenta.
Dos preguntas vinculadas al último aserto: ¿es siempre necesario plantear una acción de nulidad de cosa
juzgada irrita o puede esta acción encarrilarse en el trámite de la verificación? ¿Cuál es el trámite por el que
debería encarrilarse una pretensión enderezada a destruir la eficacia de cosa juzgada?
Al respecto, no existe acuerdo. Por mi parte considero que el incidente de revisión es apto y la verificación
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tardía también. Parece claro que no es en la etapa de la verificación tempestiva donde tal pretensión pueda
plantearse. Por otra parte, dado que ese proceso que tiene una sentencia firme contra el deudor concursado o
fallido debe ser atraído al Juzgado del concurso, y también debe ser requerido por el juez concursal porque sus
constancias constituyen "prueba trasladada" y soporte de la verificación, no hay dudas que la pretensión de
revocación de cosa juzgada debe ser decidida por el juez concursal.
Ya hemos dicho que el acreedor nunca está relevado de verificar. Ahora agregamos que el síndico debe
investigar siempre. Aun cuando se invoque una sentencia con efecto de cosa juzgada sustancial, el síndico debe
emitir un dictamen aconsejando y auxiliando al juez con la información proporcionada por los libros de
comercio y todos los antecedentes del caso, y en caso que el funcionario llegue a la conclusión de que el crédito
no se puede verificar con la extensión o con el alcance que surge de la sentencia tendrá que proporcionar
elementos para que el juez pueda decidir.
Por último debo aclarar que aun aquellas posiciones que le reconocen total oponibilidad a la sentencia
obtenida antes de la apertura del concurso, reconocen que esa sentencia debe ser "modalizada" o adaptada al
estado concursal. Por ejemplo, aunque el juez haya condenado a pagar los intereses hasta el efectivo pago,
dichos accesorios serán admitidos hasta el momento de la presentación en concurso o declaración de quiebra
(arts. 19 y 129 LCQ). Y con respecto a las tasas, muchos pronunciamientos se apartan del porcentaje reconocido
en la sentencia con fundamento en las facultades del juez para morigerar los intereses, y/o para preservar un
trato igualitario o equitativo: ello no significa desconocer la eficacia de la sentencia. Lo mismo sucede en
materia de privilegios: a partir del estado concursal, los privilegios se reconocen por el juez del concurso según
los principios y las reglas del estatuto concursal.
Para concluir y a modo de resumen: a) cualquier sentencia, como acto emitido por un órgano del Estado, se
presume ajustada a derecho. Ello no releva al acreedor de la carga de verificar; b) para que haya oponibilidad de
la sentencia es menester que haya definición "sustancial" no basada en contingencias procesales; c) La cosa
juzgada debe compatibilizarse con derechos y garantías constitucionales. Los derechos en juego son el derecho
de propiedad del acreedor que obtuvo sentencia a su favor y el derecho de defensa en juicio. Por lo tanto: c.1)
Como regla la sentencia es oponible al deudor que fue parte y consintió la sentencia, sin perjuicio de su facultad
de cuestionar la legitimidad del crédito con sustento en: * defensas personales o causales excluidas en el juicio
ejecutivo; ** hechos posteriores a la sentencia; *** existencia de cosa juzgada fraudulenta; c.2) Los acreedores
pueden cuestionar el título esgrimido por el verificante pues la eficacia plena de la cosa juzgada solo opera
directamente entre las partes del juicio; c.3) El síndico siempre debe investigar y dictaminar sobre la real
existencia del crédito y su monto. Deberá demostrar, en su caso, el error de la sentencia cuya oponibilidad se
pretende. En definitiva, para determinar el valor y alcance de la cosa juzgada que emana de un fallo que
pretende erigirse en "título" de un crédito contra el concursado o fallido nunca puede soslayarse que toda
verificación significa, además del reconocimiento de un crédito en contra de su deudor, admisión y oponibilidad
respecto a los restantes acreedores.
1ª Cuestión: Créditos reconocidos en sentencias dictadas con posterioridad a la apertura del proceso
concursal en procesos "no atraídos" cuya continuación está autorizada por la ley (art. 21 incisos 2 y 3 y art. 132
LCQ).
Esta cuestión adquiere renovado interés a partir de la reforma del año 2006, que asigna el carácter de "título
verificatorio" a la sentencia dictada en procesos declarativos que continúen su trámite en sede extraconcursal. O
sea que nos referimos a las pretensiones creditorias ventiladas en procesos que pueden ser continuados ante el
juez natural y que, en supuesto de sentencia favorable, deberán ser revalidadas ante el juez del concurso. Antes
del 2006, para el acreedor que ejercía la opción, la sentencia se consideraba "pronunciamiento verificatorio",
porque ese pronunciamiento verificatorio lo emitía el mismo juez del concurso, que "atraía" el proceso. Ahora
dichos procesos no se atraen y continúan tramitándose ante el juez concursal, y la sentencia no vale como
pronunciamiento verificatorio sino que es un "título verificatorio".
¿Qué es un título verificatorio? Es el título que sustentará una verificación, seguramente "tardía", que se
debe encarrilar por la vía del incidente si el concurso todavía está en trámite o por el trámite que corresponda a
la acción individual si el concurso ya se ha declarado finalizado (art. 56 LCQ).
Ahora bien, en este proceso continuado el síndico debe comparecer e intervenir, por eso cuando comencé
este artículo señalé que respecto a los efectos que proyectan las sentencias dictadas en sede extraconcursal debía
efectuarse una necesaria distinción, según se tratara de procesos tramitados antes o durante el proceso concursal.
Me explico: coincido totalmente con el Dr. Mariano Prono en que el síndico no es parte en un sentido técnico
procesal, pero si bien no es parte, la ley le impone comparecer, hacer acto de presencia, y al menos debe
controlar la regularidad del procedimiento de modo que la posibilidad de invocar y sostener luego que la
sentencia dictada en ese proceso fue obtenida vg. por connivencia entre el deudor y el acreedor, o como
culminación de un proceso viciado por afectación del derecho de defensa, etc., se diluye o al menos es menos
probable que ello ocurra.
Con respecto a la intervención del síndico en estos procesos, en las Jornadas realizadas en Mendoza en el
2006, Jornadas a las cuales asisten muchos contadores con Especialización en Sindicatura Concursal, se
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concluyó que las sentencias dictadas en estos procesos continuados y en cuales el síndico debe intervenir, son
oponibles al concurso e irrevisables salvo cosa juzgada irrita o fraude procesal (9). Creo que es una conclusión
atinada porque si el síndico se apersonó, controló, dio un dictamen al finalizar la etapa de prueba, lo que
nosotros llamamos "alegato", e incluso quizás pudo recurrir, se trataría de un proceso respecto del cual debe
presumirse que transitó regularmente, y por ende no podría restársele efectos a esa sentencia.
Vítolo, por el contrario, sostiene que la participación del síndico no convierte a la sentencia en
"pronunciamiento verificatorio" y por ende no son oponibles al concurso los efectos de cosa juzgada material
que aquélla pudiera tener (10).
Truffat en un libro, de muy reciente aparición, que está prologado por el Dr. Rouillon (11), sostiene que el
síndico no es parte coadyuvante ni parte necesaria porque no es titular ni sujeto pasivo de una pretensión. Lo
que dicho funcionario debe hacer es comparecer, controlar ese proceso y dar una opinión técnica imparcial. Y el
acreedor que obtenga una sentencia en ese proceso donde intervino el síndico, tiene que "concurrir", hacer una
demanda de verificación como cualquier acreedor, reiterarle al juez concursal cuál es la causa de su crédito,
pero no es menester "reproducir" cuestiones que ya fueron dirimidas por el juez natural. El autor que estamos
citando y cuya opinión compartimos expone que el acreedor deberá determinar adecuadamente el objeto de su
pretensión, pues "no basta una remisión a la sentencia originaria, pero no deberá ingresar en todo aquello que ya
quedó probado y fue sentenciado"(12). Ni el síndico ni el concursado pueden desconocer la sentencia, pero
pueden: oponer prescripción "concursal"; pedir se adecue la sentencia a "parámetros concursales" (vg.
Intereses); objetar la personería o legitimación procesal y denunciar que se está frente a sentencia írrita por
grosero error jurídico, fraude, violación del derecho de defensa y normas de orden público concursal (13).
Obviamente, dado que el problema de la cosa juzgada enlaza con el derecho de defensa en juicio, el alcance
de la sentencia obtenida en aquel proceso dependerá de las particulares circunstancias del caso, y así como
según explicitamos más arriba, se impone diferenciar entre las sentencias dictadas en juicios tramitados en
rebeldía o con allanamiento del deudor de los procesos donde se opusieron defensas o excepciones y ofrecido
pruebas, también deberá atenderse al estado del trámite al momento de sobrevenir el proceso concursal. No es lo
mismo un juicio promovido con mucha anterioridad que ya se encontraba en estado de dictar sentencia y en el
cual el síndico no tuvo posibilidad de controlar la producción de las pruebas, que otro recién iniciado en el cual
el síndico tiene efectiva posibilidad de intervención y el deber de denunciar al juez concursal situaciones
irregulares que potencialmente afecten a los acreedores concurrentes o lesionen el orden público concursal.
2ª Cuestión: Verificación de créditos e ineficacia concursal
Otra cuestión que, para mi sorpresa, es más frecuente de lo deseable, es el "punto de contacto" que suele
aparecer, no sólo en algunos informes individuales, sino en algunas decisiones judiciales sobre la verificación
de créditos y la ineficacia concursal. Concretamente nos preguntamos: ¿Puede observarse un crédito o un
privilegio con fundamento en la inoponibilidad del acto que dio origen al mismo? ¿Puede el síndico aconsejar el
rechazo de un crédito o un privilegio por entender que son ineficaces respecto a los acreedores conforme arts.
118 y 119 LCQ? ¿Puede el juez pronunciarse sobre la ineficacia en el momento de dictar la resolución de
verificación (art. 36 LCQ) o al momento de decidir el eventual recurso de revisión (art. 37 LCQ)?
En el material que se les ha distribuido, se agregaron sentencias dictadas en oportunidad de decidir
verificaciones de crédito en las cuales se exponen argumentos vinculados con la inoponibilidad. Estas
sentencias están comentadas por Ribichini (14). El tema también está desarrollado por Junyent Bas-Molina
Sandoval en su obra "Sistema de Ineficacia Concursal"(15).
La respuesta a las tres preguntas, es a mi juicio y como regla, negativa. Primero porque la verificación de
créditos y el sistema de ineficacia concursal tienen dos objetivos totalmente distintos. La verificación de
créditos tiene como objetivo determinar el pasivo del deudor y quiénes son acreedores concurrentes: a través de
la declaración de verificación y admisibilidad se decide sobre la real existencia del crédito, su extensión y
graduación. Por su parte, las ineficacias concursales tienen como objetivo incrementar el activo repartible: a
través de la declaración de inoponibilidad se resta eficacia al acto en interés de los acreedores.
En el proceso denominado de verificación de créditos lo que el síndico debe determinar y el juez decidir es
si el crédito existe, si tiene causa legítima, si no está extinguido por alguna de las causas de extinción de las
obligaciones y cuál es el monto y, en su caso, el privilegio. En cambio, la ineficacia es uno de los remedios que
tiene la ley concursal para reconstruir el activo, generalmente insuficiente para poder satisfacer a los acreedores.
Y como ese es el objetivo, si una quiebra concluye, porque prospera el recurso de reposición que interpone el
acreedor, por inexistencia de acreedores o por avenimiento, se presume que no hay perjuicio y el sistema de
ineficacia concursal no juega, no opera.
Pero además no puede omitirse considerar que la declaración de ineficacia de pleno derecho (artículo 118
LCQ) o la promoción de la acción revocatoria concursal (art. 119 LCQ), requieren de tres requisitos, como lo
explica claramente el Dr. Ricardo Prono (16), a saber: declaración de quiebra; fijación de la fecha de inicio del
estado de cesación de pagos (determinación del período de sospecha) y perjuicio representado por la
insatisfacción total o parcial de los créditos. Insuficiencia de activo para satisfacer el pasivo.
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La necesaria concurrencia de estos requisitos excluye que: 1°) la ineficacia sea proponible en un concurso
preventivo (17); 2°) la ineficacia pueda ser planteada en el proceso de verificación de créditos (18).
Por ello, en un concurso preventivo todos los argumentos vinculados con la inoponibilidad del crédito que
reconoce su causa en un acto realizado en una época en la cual "sospechamos" el deudor ya estaba en estado de
cesación de pagos no son dirimentes.
Por otra parte, la cuestión es improponible en la verificación de créditos por razones de oportunidad, es
decir, de tiempos procesales: si tenemos en cuenta que el informe general en el cual el síndico debe opinar sobre
la fecha probable de inicio del estado de cesación de pagos, se presenta después de la resolución prevista en el
artículo 36 LCQ, no puede sino concluirse que al menos en la verificación tempestiva no hay ninguna
posibilidad de argumentar con sustento en la ineficacia. En una verificación tardía es probable, y en un incidente
de revisión también, por lo tanto algunos concursalistas sostienen que si al momento de decidir una verificación
en la quiebra ya estuviera determinado por resolución firme el período de sospecha y hubiera una acto
subsumible en el artículo 118 LCQ el juez podría dictar sentencia reconociendo por un lado el crédito, pero
simultáneamente declarando ineficaz el acto o el privilegio. Ello porque mediante la declaración de eficacia se
resta oponibilidad al acto respecto a los acreedores, pero el acto en sí mismo, genéticamente, estructuralmente,
es válido y surte sus efectos entre quienes lo celebraron, de lo que resulta que si el juez se convence de la
realidad del crédito, este debe ser declarado verificado por el monto y con el privilegio que corresponda sin
perjuicio de que simultáneamente declare inoponible el acto. La solución es, a mi juicio, muy discutible, más si
tenemos en cuenta que la posibilidad de la declaración de ineficacia está subordinada a la subsistencia del
interés de los acreedores, de lo que resulta que carezca de razón de ser si la quiebra concluye por alguno de los
modos no liquidativos o por pago total.
3ª Cuestión: Controvertida: oponibilidad de la compraventa de automotor celebrada mediante instrumento
privado y posibilidad de reclamar la inscripción registral
En este tema también hay una intersección entre los efectos de los contratos y la verificación de créditos. Se
trata del supuesto del comprador que tiene la tenencia del vehículo entregada en virtud de un contrato
instrumentado en un boleto, en un instrumento privado, y que reclama la verificación de una obligación de hacer
consistente en la transferencia del automotor ante el Registro Nacional del Automotor. La clara posición
mayoritaria es la que niega derecho al comprador para obtener la transferencia de dominio con fundamento en el
carácter constitutivo de la inscripción registral (art. 1° DL 6582/58 t.o. 1997 — Adla, XVIII-A, 1079—) y la
consecuencia es la conversión de la prestación adeudada por el fallido en una prestación dineraria conforme art.
127 LCQ (19). Para este tema recomendamos la lectura de las dos obras del Dr. Horacio Roitman (20), donde se
citan muchísimos fallos enrolados en la tesis restrictiva con sustento en la normativa que establece que el
contrato de transferencia de automotores debe tener determinada forma, concretamente los formularios 08 que
todos ustedes conocen (art. 14 Decreto Ley 6582/58) y que el contrato no tendrá efectos entre las partes ni
respecto a terceros si no se hace con esa determinada formalidad, de lo que resulta que en caso de concurso
dichos contratos otorgados "sin la forma requerida por la ley" no sean exigibles (art. 146 primer párrafo LCQ).
Hay otras decisiones jurisprudenciales, que según Rivera (21) serían más justas, conforme a las cuales el juez
debería hacer una investigación y si de acuerdo a las circunstancias del caso se convence de que no se está
intentando sacar "irregularmente" un bien del activo porque la venta fue real, los jueces deberían acceder a la
pretensión del acreedor. Ahora bien: ¿cuáles son esas circunstancias del caso que determinados tribunales
tuvieron en cuenta para autorizar la inscripción? Por ejemplo que los formularios 08 ya estaban firmados y
certificadas las firmas del vendedor y del adquirente por escribano público y por el encargado del Registro,
respectivamente, pero sobreviene la liquidación judicial de una ex-aseguradora y no se concreta la transferencia
en el Registro Nacional de la Propiedad del Automotor (22), o cuando estando ya iniciado el trámite en el
Registro, ese trámite es observado y sobreviene la quiebra (23). En estos casos se ha decidido que si los
formularios estaban firmados, ya no habría ninguna actividad requerible al fallido porque el trámite lo puede
hacer el comprador, y por lo tanto lo único que debía hacer el juez es ordenar el levantamiento de la inhibición
para registrar esa transferencia de dominio. Es importante advertir que algunos de estos casos donde se
encontraron soluciones más favorables para el acreedor, fueron resueltos no en el marco de la verificación de
créditos sino en trámites en los cuales se gestionaba el levantamiento de medidas cautelares para poder hacer
efectiva la transferencia en base a formularios ya firmados, y en los cuales se descartó que el acto fuera
simulado.
Reitero, los argumentos para desestimar la pretensión del acreedor son: a) no puede invocarse "posesión
legítima", porque de acuerdo con el régimen de transferencia de los automotores la posesión legítima la otorga
el título y el modo que es la inscripción registral (arg. Art. 2655 CC); b) tampoco puede invocar buena fe el
"comprador" que tiene la guarda de hecho sin la inscripción registral a su nombre porque la buena fe requiere
error o ignorancia de hecho (art. 2356 CC), y en este caso es una creencia sustentada en un error de derecho; c)
es irrelevante la "fecha cierta"; d) el contrato así otorgado es un "contrato sin la forma requerida por la ley" y
por ende inoponible al concurso. Por lo tanto, no es en principio viable la pretensión de verificación de una
"obligación de hacer" con apoyo en dicho contrato. Aclaro que no excluyo distinta solución atendiendo a
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determinadas circunstancias que puedan concurrir en algún caso particular (24).
Otra cuestión controvertida: Recurso de revisión (art. 37 LCQ) ¿Cuándo comienza a correr el plazo de 20
días para deducir el recurso de revisión?
El artículo 37 LCQ establece que el plazo para interponer el recurso de revisión, que es de veinte (20) días, se
computa desde la fecha de la resolución prevista en el artículo 36 LCQ. Esta norma aparece como una
excepción a la regla del artículo 273 inciso 5 LCQ que establece el sistema de la notificación "por nota" o
"ministerio legis" pues conforme una interpretación literal la sentencia debe considerarse notificada el mismo
día de su dictado y no el día que se presume notificada atendiendo a la regla general en materia de
notificaciones, o sea el primer martes o viernes posterior a su dictado o el día hábil siguiente, según art. 61 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa Fe, aplicable conforme art. 278 LCQ.
Hay una postura que es minoritaria en doctrina y jurisprudencia, que hace prevalecer la regla del artículo
273 inciso 5 LCQ y sostiene que el plazo comienza a correr desde la notificación "ministerio legis" de la
sentencia recurrida. La postura mayoritaria ha sido consagrada en el fuero comercial capitalino con el plenario
"Rafiki S.A."(25), y mediante tres fallos de la Sala Primera de la Suprema Corte de Mendoza que establecen que
el plazo de veinte días para interponer el recurso de revisión se computa desde la fecha de la sentencia que
declara admisible o inadmisible un crédito y no desde la fecha de su notificación (26). En el plenario "RAFIKI
S.A.", cuya doctrina legal no es obligatoria en esta Provincia pero todos sabemos que los fallos plenarios de la
Cámara Nacional de Comercio en materia concursal tienen "fuerza ejemplificadora y persuasiva" —basta
señalar los plenarios "TRANSLINEAS" y "DIFRY", y también el plenario "PUYOL"—, se hace una distinción,
que es importante porque también todos sabemos que en más oportunidades de lo deseable, la sentencia del
artículo 36 LCQ no se dicta dentro del plazo de diez días que establece la ley. Es una realidad constatable que la
sindicatura presenta en el plazo fijado los informes individuales pero por razones vinculadas con la sobrecarga
de tareas de los tribunales o con la complejidad del proceso de verificación de créditos, generalmente
absolutamente justificadas, aquella sentencia suele dictarse con una demora también generalmente tolerada.
El plenario "RAFIKI S.A." en lo fáctico se trata de un supuesto en el cual la sentencia de verificación se
dicta con anterioridad al día diez contado desde la presentación de los informes individuales del síndico,
concretamente el mismo día en que se presentó el informe individual según surge del Considerando 5 del voto
de la mayoría, esto es con "sorpresiva anticipación" según palabras de Lorente y Truffat (27).
Pues bien: conforme la doctrina legal impuesta por el referido plenario, la excepción consagrada por el art.
37 LCQ solo rige cuando se cumplen los plazos señalados por la ley para presentar los informes individuales y
dictar sentencia, es decir que el plazo para interponer el recurso de revisión se debe contar desde la fecha de la
sentencia siempre y cuando dicha sentencia se dicte el día que era previsible su dictado: el décimo día posterior
al fijado para la presentación de los informes individuales. En el fallo que estamos analizando expresamente se
explicita que si por alguna razón los plazos originariamente fijados en la sentencia de apertura han sido
modificados, si hubo postergación por decisión judicial expresa, también es previsible la fecha en la cual el juez
debe dictar la sentencia, y por ende el inicio del plazo de veinte días no se encuentra subordinado a la
notificación "ministerio legis" de la sentencia. A esta altura parece conveniente recordar que la ley no dice que
la sentencia se debe dictar el día "diez" sino "dentro" de los diez días de la presentación del informe individual.
Ahora bien: si la sentencia se dictó antes o después del momento en que previsiblemente debía ser dictada, la
solución es distinta: a) si el juez se "anticipó" y emitió su pronunciamiento antes del décimo día, el plazo
también se debe computar desde aquel "previsible momento", pues la celeridad del trámite no puede causar
perjuicios al pretenso revisante; b) si por el contrario la sentencia fue dictada vencido el plazo preestablecido, la
solución que establece la Cámara Nacional de Comercio es que no cabe aplicar el art. 37 LCQ sino el régimen
general de notificaciones con la consecuencia de que el inicio del plazo para interponer el recurso se encuentra
subordinado a la notificación "ministerio legis" de la resolución del art. 36 LCQ.
La Sala Primera de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza a través de los tres fallos ya citados ha resuelto
en cambio que la regla es siempre la del artículo 37 LCQ, salvo "trampa procesal". Y esa expresión es
sumamente ilustrativa de las situaciones que se pretende aprehender, pues refiere, a mi juicio, no sólo a la
extemporaneidad manifiesta o excesiva sino a la extemporaneidad "sorpresiva" que coloque al justiciable en
situación de denegación de justicia por circunstancias de las cuales surja que la sentencia dictada no ha podido
ser conocida de inmediato y por ende el recurrente ha sido "privado" del plazo que confiere la ley. Es
importante destacar que el tribunal mendocino ha computado en los casos mencionados si entre la fecha de la
sentencia y la de su "aparición en lista" ha mediado un lapso prolongado que implique en los hechos violación
del derecho de defensa. Dicho en otros términos: el Alto Tribunal deja a salvo el supuesto de no haber la
sentencia aparecido "en lista" o cuando no ha salido en tiempo oportuno y considera que en tales casos, "el juez
debería hacer prevalecer el derecho de defensa".
La terminología utilizada es ajena a nuestro Código y a nuestra costumbre "procesal" pero estimo que se
trata de algo similar a nuestra consulta por Internet o mediante los listados que se colocan diariamente en la
puerta de las Mesas de Entradas de los Juzgados, a través de los cuales se puede conocer el estado procesal de
los expedientes. No conozco ningún caso en nuestra Provincia donde se haya invocado la tardía aparición en los
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listados para justificar que determinado recurso o impugnación se interpuso en forma tempestiva y tampoco
conozco de ninguna decisión judicial que haya computado la fecha de emisión o publicación del listado a los
efectos de la notificación "ministerio legis". Pero no tengo dudas de que si se invocara y acreditara que entre la
fecha de la sentencia y la fecha en que el expediente está a disposición de los interesados en Mesa de Entradas
hubiera transcurrido un plazo "injustificado", estaríamos ante un supuesto de extemporaneidad sorpresiva, y por
ende imposible de prever, que impide aplicar el régimen excepcional del art. 37 LCQ. Si el deudor y los
acreedores obraron con diligencia, concurriendo al Juzgado los días de notificaciones para controlar el
expediente y firmaron el cuaderno en la Secretaría haciendo constar su presencia y que no pudieron revisar
aquél, tales constancias servirán para probar que se les ha impedido tomar oportuno conocimiento de la
resolución que intentan impugnar. O sea que el modo especial de computar el plazo de veinte días opera en
defecto de "trampa procesal" que implique violación de la garantía de defensa en juicio. Insisto: si de las
circunstancias comprobadas de la causa resultara que de la aplicación estricta de aquella regla derivara
restricción arbitraria al ejercicio de los derechos que la ley confiere, sea porque el plazo de veinte días ya
feneció o quedó reducido a un término breve o brevísimo, la solución no puede ser otra que subordinar el inicio
del plazo previsto en el art. 37 LCQ a la notificación de la resolución del art. 36 LCQ.
Para evitar "sorpresas" y "agravios" los abogados y contadores que ejercen la sindicatura concursal tienen
que efectuar un particular seguimiento de los expedientes. No es reprochable que la sentencia de verificación de
créditos se dicte vencido el plazo de diez días pues si la celeridad y la diligencia judicial es plausible y
elogiable, también es requerible que el juez concursal examine los legajos de cada acreedor, analice el dictamen
del síndico y decida conforme "lo estime procedente" (art. 36 LCQ) pues aquél no es vinculante. Obviamente si
esa tarea y la elaboración de la sentencia le insume más días del plazo decenal, deberá el juez cuidar que su
sentencia sea protocolizada con ajuste a todas las formalidades legales para garantizarles a los acreedores, al
síndico y al deudor, un oportuno conocimiento de la misma, y también, excepcionalmente en juicios de especial
complejidad, podrá postergar mediante resolución fundada el dictado de aquella (28). Si así no se procediera y se
constatara fehacientemente que se colocó a los justiciables en efectiva situación de denegación de justicia,
necesariamente deberá vincularse el inicio del plazo de veinte días con la notificación de la sentencia que se
pretende recurrir.
Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723)
(1) ROUILLON, Adolfo, "Problemas Actuales en la Verificación de Créditos" en JS Revista de Doctrina y
Jurisprudencia Santafesina N° 2, pág. 29, Editorial Panamericana.
(2) ALEGRIA, H., "La relación Fisco-Concurso" en LA LEY, 2002-E, 648; SPISSO, R. "Acreditación de
la causa de la obligación y tasa de interés de los créditos fiscales en el concurso del deudor" en LA LEY,
2007-C, 17 y NAVARRINE, S. C., "Las condiciones para que las deudas tributarias...puedan ser consideradas
créditos del Fisco en el pasivo de los concursos y Quiebras" en LA LEY, 2007-C, 24.
(3) DASSO, Ariel, "Verificación, Títulos abstractos. Sentencia Judicial en juicio ejecutivo u ordinario. Cosa
Juzgada" en LA LEY, 2003-C, 732.
(4) TONON, A., "Derecho Concursal", T. 1, pág. 239, de Depalma, 1988; en el mismo sentido reiterada y
uniforme jurisprudencia: vg. RDCO 1988, págs. 275 y ss.; CCC Santa Fe, Sala III, 3/2/92, "Frigorífico Maciel
S.A." Zeus 60 J-82, N° 8908; CNCom., Sala E, 30/9/92, "Ferrotécnica S.A. s/concurso", LA LEY, 1993-B, 6,
N° 91185.
(5) SC Mendoza, Sala I, 20/6/96. "Lorenzo, José" en LA LEY, 1997-B, 188.
(6) ROUILLON, A., "La prueba de la Causa en la Verificación Concursal de Títulos Abstractos", nota a
fallo en LA LEY, 1999-D, 199 y sus remisiones en nota 5, entre ellas "Rogani c. Mulé" publicado en Zeus 58
J-79).
(7) RDPC 2003-1-513.
(8) Sustentada entre otros por RIVERA, J. C. en LA LEY, 1998-C, 1355.
(9) Las conclusiones están publicadas en Zeus 102 D-47.
(10) "El síndico, como parte necesaria en los juicios de contenido patrimonial..." en DSE, N° 226,
ERREPAR.
(11) "Fuero de Atracción en los Concursos", Astrea, 2007.
(12) Op. cit. pág. 162.
(13) Op. cit. pág. 163.
(14) RIBICHINI, G. E., "Verificación de créditos e ineficacia" en LA LEY, 1999-F, 44 y "Acerca de una
problemática interferencia: verificación de créditos e ineficacia concursal" en LL Litoral, 2001-376.
(15) Rubinzal Culzoni Editores, 2002, págs. 353 y siguientes.
(16) PRONO, Ricardo, en Zeus 29 D-81.
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(17) PRONO, Ricardo, en op. cit.
(18) CÁMARA, "El Concurso Preventivo y la Quiebra" Vol. I pág. 697 y Vol. III, págs. 2127/2130,
Depalma, 1982.
(19) SC Mendoza, Sala 1°, 26-4-88 en LA LEY, 1988-E, 74: CCCRosario, Sala I, "Sabella s/quiebra" en
Zeus 78 J-25.
(20) ROITMAN, H., "Efectos de la Quiebra sobre los contratos preexistentes", segunda edición actualizada,
Rubinzal Culzoni Editores, 2005, págs. 175 y sigs. y "Efectos del Concurso Preventivo sobre los Contratos
Preexistentes", Rubinzal Culzoni Editores, 2005, págs. 153 y siguientes.
(21) RIVERA, J. C., "Instituciones de Derecho Concursal", T. II, pág. 169, Rubinzal Culzoni Editores,
1997.
(22) CNCom., Sala D, en JA 1993-IV-105.
(23) CNCom., Sala D, 04-02-2002 en JA 2002-III-125 anotado por Mauricio Boretto.
(24) Ver reseña crítica de Mauricio BORETTO en RDPC 2003-2-533.
(25) CNCom., en pleno, 28-02-2006, en LA LEY, 2006-B, 175.
(26) SC Mendoza, Sala I, 28-8-2000 en JA, 2000-IV-133; 8-7-2003 "Gutierrez y Belinsky" en LA LEY,
2004-C, 878 y 26-5-2004 en "HSBC Bank Argentina en Ripiera San José S.R.L." en LA LEY, 2204-E, 759.
(27) LORENTE, Javier y TRUFFAT, Daniel en nota a fallo publicada en LA LEY, 2006-B, 176.
(28) Consultar ALEGRÍA, Héctor "Breve apostilla sobre la flexibilidad en la interpretación de los plazos en
la ley concursal", nota a fallo publicada en LA LEY, Suplemento Concursos y Quiebras, septiembre 2004 y
Derecho Comercial, Concursos y Quiebras, Doctrinas Esenciales, I, 741.
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