Literatura española siglo XX

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1.La Generación del 98.
Podemos definir la generación del 98 de una manera amplia, como un conjunto de escritores, pensadores,
científicos, artistas etc., que se sienten profundamente afectados por la crisis de valores de fines del XIX; y,
que creen que la guerra de 1898, y la pérdida de los últimos restos de lo que había sido el imperio español, es
un momento adecuado para la regeneración moral, social y cultural del país. En este sentido forman parte de
la generación del 98 médicos como Santiago Ramón y Cajal, historiadores como Ramón Menéndez Pidal,
pintores como José Gutiérrez Solana o escritores como Miguel de Unamuno
A los escritores de la generación del 98 les interesa la renovación formal del arte que proponen los
modernistas , pero se diferencian de ellos porque buscan un estilo sencillo y antiretórico, renuevan y
enriquecen la lengua con neologismos, pero prefieren recuperar léxico tradicional castellano caído en desuso,
a introducir las muchas palabras exóticas, sonoras, cosmopolitas, que encontramos en cualquier texto
modernista.
Si el modernismo encuentra en la poesía su género literario más representativo, el grupo del 98 cultivará la
prosa, la novela y sobre todo el con ensayo, como género adecuado para dar rienda suelta a sus inquietudes.
DESARROLLO DEL TEMA: CARACTERÍSTICAS, AUTORES Y OBRAS. Dos son los temas que
preocupan fundamentalmente a esta generación: el tema de España y el sentido de la vida humana.
La reflexión sobre qué es España, las razones de su ininterrumpida decadencia desde el siglo XVII, son
temas de amplia tradición en la literatura española, desde los escritores barrocos como Baltasar Gracian o
Saavedra Fajardo, a los ilustrados como Cadalso o Jovellanos, o los románticos como Larra.
Unamuno forma parte del grupo de intelectuales que pretenden sacar a España de su progresivo hundimiento
sin recurrir a soluciones políticas. En un primer momento, que puede representar su ensayo En torno al
casticismo, cree que el falso patriotismo, el militarismo, los malos políticos y la incuria de los intelectuales ha
propiciado la decadencia de España, que puede encontrar solución abriéndose a Europa y conservando lo
mejor de la raíz española, que perdura en el común de los hombres que con su que hacer diario va marcando el
paso de la historia, lo que él llamaba la intrahistoria.
Más tarde Unamuno rechazó esa apertura a Europa y en otro ensayo Vida de Don Quijote y Sancho, ensalza
al hidalgo manchego como paradigma de los valores morales y espirituales españoles frente al racionalismo
europeo.
Azorín en sus primeros escritos también hacen una aguda crítica de la España contemporánea. Azorín el
personaje que protagoniza sus novelas, Antonio Azorín o La voluntad, se angustia por encontrar un sentido a
la vida y por la miseria moral y social que percibe a su alrededor. Está convencido de que el anarquismo sería
la forma más rápida de alcanzar la justicia social. Azorín mitiga bastante su ideario a partir de Las
confesiones de un pequeño filósofo, cuando cree que sólo la educación y la cultura harían posibles las
reformas que España necesitaba.
Pío Baroja vierte su preocupación por España en sus novelas, en especial en La busca, la primera de la
trilogía La lucha por la vida. Presenta una imagen terrible de la realidad social de su tiempo, de los que
luchan por la vida desde el arroyo, denunciando la corrupción, la injusticia y el egoísmo de la sociedad
española.
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Al preguntarse por el sentido de la vida y no encontrar respuestas estos escritores viven una profunda crisis
vital y existencial. Todos ellos han superado la religiosidad tradicional, han sido profundamente influidos por
los primeros filósofos existencialistas y se han separado de la ortodoxia católica. Unamuno se siente
desgarrado entre la imposibilidad de reconciliar fe y razón, el deseo de creer en la inmortalidad y la idea
desgarradora de que tras la muerte no hay nada. Ante la imposibilidad de usar la razón para obtener respuestas
satisfactorias recurre al irracionalismo, la razón es enemiga de la vida terminará diciendo. Estos temas se
exponen en sus ensayos Del sentimiento trágico de la vida, La agonía del cristianismo; en sus novelas San
Manuel Bueno Mártir, Niebla; o en alguna obra teatral como El pasado que vuelve.
La respuesta barojiana al sentido de la vida es negárselo, la vida carece de sentido, el fuerte triunfa siempre
sobre el débil, que debe luchar siempre, aunque sepa que la lucha está condenada al fracaso, en este sentido es
El árbol de la ciencia la novela de Baroja más inmersa en la corriente existencial.
Otro aspecto claramente noventaiochista son la admiración por Castilla y su austero paisaje, al que
contemplan de forma subjetiva y más que reflejar de manera realista tierras y gentes, proyectan en él su propio
espíritu, Castilla de Azorín o Viajes por tierras de Portugal y España de Unamuno, son libros que responden
a esta tendencia CONCLUSIÓN
Además de Unamuno, Azorín y Baroja, suelen incluirse en esta generación literaria a Valle−Inclán y a
Antonio Machado. El esteticismo de Valle en las Sonatas le acerca a los presupuestos del modernismo; la
dureza y el sarcasmo de sus esperpentos o de las novelas del Ruedo Ibérico van mucho más lejos, en su crítica
feroz a la situación social y política de su época que la mayoría de los postulados reformistas de la generación
del 98.
El interés por el paisaje y los tipos castellanos, la crítica social de algunos poemas de Campos de Castilla de
Machado le acercan a este grupo, aunque se diferencia de ellos por el intimismo simbolista de Soledades,
galerías de otros poemas, el popularismo de Nuevas canciones o por los poemas militantes que Machado
escribió en plena guerra civil, cuando las circunstancias mostraron. que las ideas del 98 habían quedado
ampliamente superadas por los acontecimientos que desencadenaron la guerra civil del 36.
1.Los movimientos estéticos de vanguardia.
Tras la Primera Guerra Mundial, la situación del arte europeo se caracteriza por una extraordinaria
complejidad, se desarrollan los llamados movimientos de vanguardia, que, en algunos países, adquieren un
carácter profundamente radical y se comprometen en la transformación o la crítica de la sociedad existente.
La profunda crisis de valores del cambio de siglo conduce a un rechazo de la razón por considerarla incapaz
para comprender la vida, por ello se da primacía a lo irracional, a lo inconsciente. El arte refleja este
irracionalismo rechazando lo figurativo, entusiasmándose por lo moderno, por los nuevos modos de
expresión: la fotografía, la tecnología, cine etc. No se buscará la belleza y el feísmo se incorpora como una
nueva e importante categoría artística.
A CONTINUACIÓN DEBES DESARROLLAR EL TEMA ENUMERANDO LOS MOVIMIENTOS DE
VANGUARDIA MÁS IMPORTANTES, SUS CARACTERÍSTICAS Y SUS PRINCIPALES
REPRESENTANTES:
Los principales movimientos de vanguardia son los siguientes:
El futurismo: ensalza los mitos y tópicos de la modernidad: la velocidad, las máquinas, la fuerza etc. Llegan
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a ensalzar la guerra y a propugnar la destrucción de los museos, de las bibliotecas, de todo lo relacionado con
el concepto tradicional de arte. Tuvo importancia sobre todo en Italia y su fundador, Marinetti, estuvo muy
cercano al fascismo.
El expresionismo: es un movimiento de origen alemán que deforma el mundo visible, como medio de
trasmitir al receptor la conciencia trágica de la vida. Expresa la realidad vista desde un yo atormentado. Se
caracteriza por sus colores fuertes, un cierto humor negro y una apología de la fealdad. Vasily Kandisky es
un pintor representativo de este movimiento Se pueden encontrar elementos expresionistas en los esperpentos
de Valle−Inclán y en las primeras obras de Baroja.
El cubismo: se caracteriza por su espíritu de geometría. Los cubistas analizan las formas hasta sus últimas
consecuencias, descomponiendo los volúmenes, estudiando sus partes y reduciéndolos a formas geométricas.
Picasso y Juan Gris son los nombres más representativos de este movimiento.
El abstraccionismo: los abstraccionistas quieren crear un arte puro. En pintura liberan a los elementos
pictóricos, la forma y el color, de su vehículo habitual: la realidad. De manera semejante se desarrolla por esta
época el concepto de poesía pura.
El dadaísmo: la primera guerra mundial supuso una crisis tal de valores que los dadaístas consideraban que
sólo la protesta, el irracionalismo, la negación absoluta, la anarquía eran las respuestas coherentes a la
estupidez del mundo.
El surrealismo: en 1924 el poeta André Breton publicaba en París el Primer Manifiesto del Surrealismo. El
nuevo movimiento heredaba de su antecesor, Dadá, la idea de que la razón no es más que un molesto
impedimento que obstaculiza el desarrollo de la creatividad.
Tomando como punto de partida la obra clave de Sigmund Freud La interpretación de los sueños, llegan a la
conclusión de que la única manera de eliminar las ataduras de la razón era propiciar el acceso al
subconsciente. Escogieron dos vías para "penetrar" en él, vías que constituyen las dos técnicas surrealistas por
excelencia: el automatismo, que consiste, en esencia, en dibujar o escribir sin lógica, moviendo libre e
incontroladamente la mano o el pincel y la desorientación reflexiva, procedimiento por medio del cual las
imágenes surgidas del subconsciente unen objetos completamente extraños entre sí. EL ÚLTIMO PARRAFO
DEBE ACTUAR COMO CIERRE DE LO ANTERIOR, EN ESTE CASO, PODEMOS RELACIONAR LA
VANGUARDIA EUROPEA CON LA ESPAÑOLA:
En el ámbito hispánico hay que nombrar dos importantes movimientos estéticos, el ultraísmo y el
creacionismo. Algunos de los escritores de la generación del 27 participaron activamente en ellos, otros como
Federico García Lorca en Poeta en Nueva York o Vicente Aleixandre en La destrucción o el amor han
hecho importantes contribuciones al movimiento surrealista.
2.Valoración critica de Luces de Bohemia.
INTRODUCCIÓN Luces de Bohemia es el primero de los esperpentos de Valle−Inclán, La definición y
teoría de este tipo de teatro aparecen formuladas fragmentariamente en una escena de la obra . En él se nos
cuenta la historia de las últimas horas de un poeta ciego Max Estrella, en una noche de invierno y en un
ambiente de bohemia madrileña. Max muere solo al amanecer en el quicio de su puerta. DESARROLLO La
mezcla de lo trágico y lo grotesco en esta obra es uno de sus aspectos más sobresalientes. Max Estrella no está
destinado a matar a su padre y a casarse con su madre como Edipo, ni a vengar la muerte del padre como
Hamlet, sino a enfrentarse a un destino terrible y grotesco a la vez: ha recibido una carta de despido del editor
de su periódico dejándole en la calle, sin los veinte duros necesarios para pagar el alquiler del tugurio, que
comparte con su mujer Madama Collet y su hija Claudinita, el carbón para no morir de frío, o algo que
llevarse a la boca de cuando en cuando.
Como Max carece de la dignidad del héroe trágico, su rabia e indignación ante el atropello que se le hace, son
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acalladas con unas cuantas pesetas del "fondo de reptiles" que su amigo Paco, antiguo compañero de la
farándula modernista y actual ministro de Gobernación, le proporciona. CONCLUSIÓN La época en la que
transcurre la obra no está para heroísmos. El trasfondo histórico de Luces de Bohemia corresponde a los
violentos años de la segunda década del siglo XX. Los disturbios políticos de 1917 y 1919 están recogidos
con exactitud, la ley de fugas de Martínez Anido se cumple con el anarquista catalán, uno de los escasos
personajes de la obra a los que Valle concede categoría humana y no transforma en fantoche.
1.El teatro de postguerra.
El movimiento de renovación teatral que, impulsado en los años 20 y 30 por autores como Valle−Inclán o
García Lorca, encontró en el ambiente cultural de la segunda República un marco idóneo para su evolución y
proyección, se vio truncado por la guerra civil y, en la inmediata posguerra, por una serie de
condicionamientos ideológicos, como la censura, y comerciales, como la política mercantilista de hacer teatro
en función del público burgués, que hicieron inviable durante muchas décadas un teatro abierto y renovador.
DESARROLLO En el teatro específicamente de posguerra, la década del 39 al 49, los escenarios españoles se
nutren de piezas de autores tradicionales que ya habían estrenado antes de la guerra: Arniches, Marquina,
Benavente etc.
En esta misma década hay que mencionar dentro del teatro del humor a los escritores Enrique Jardiel
Poncela, creador de un teatro de lo inverosímil, nuevo y audaz, de lo que es una buena prueba: Eloisa está
debajo de un almendro, y Miguel Mihura: Tres sombreros de copa o Sublime decisión.
Fuera de España los escritores exilados como Rafael Alberti: Noche de guerra en el museo del Prado o
Alejandro Casona: La dama del Alba, siguen escribiendo teatro, aunque apenas tuvieron posibilidades de
llevarlo a escena.
A partir de 1949 aparece un teatro marcado por preocupaciones existencialistas y por tendencias de tipo
social, que empieza a presentar sobre el escenario la realidad española, de una forma cada vez más crítica.
El estreno en 1949 de Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo significa el comienzo de este tipo
de teatro de protesta y denuncia que Buero seguirá cultivando a lo largo de su vida.
Alfonso Sastre es otro exponente de este teatro inconformista. Pretendió hacer del teatro un arma de denuncia
y crítica social tanto con la creación de grupos teatrales, como con manifiestos o con sus obras: La mordaza,
Escuadra hacia la muerte etc.
Al igual que en los años 50 y en los primeros 60, los autores españoles escriben novelas neo−realistas y
poemas sociales, toda una generación de dramaturgos retratan en sus obras la explotación del hombre, la
injusticia social, la alienación etc. Entre estos escritores están Lauro Olmo: La camisa, José Martín
Recuerda: Las salvajes de Puente san Gil, José María Rodríguez Méndez: Los inocentes de la Moncloa,
etc.
A lo largo de las décadas de los 60 y 70 empieza a aparecer un teatro renovador que trata de experimentar con
nuevas fórmulas teatrales, aunque por los condicionamientos comerciales e ideológicos mencionados
anteriormente, quedará frecuentemente como un teatro de minorías, al margen, muy a menudo, de los
circuitos comerciales. Además de Fernando Arrabal o Francisco Nieva, Buero Vallejo se incorpora a la
tendencia experimental en obras como La doble historia del Doctor Valmy o El tragaluz.
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En estas décadas aparecen los grupos de teatro independiente como Tábano o Los goliardos ya
desaparecidos, y otros como Els Joglars, Dagoll−Dagom o Els Comediants que siguen representando hasta
hoy. CONCLUSIÓN
Hoy el teatro en España es un género literario a cuya vitalidad contribuyen determinadas circunstancias:
Algunos autores que como José Sanchis Sinisterra con ¡Ay Carmela! o José Luis Alonso de Santos con
Bajarse al moro han tenido grandes éxitos de crítica y público.
El surgimiento de Centros Dramáticos Nacionales, en diversas autonomías, especialmente en Madrid y
Barcelona.
Las producciones colectivas de grupos como los ya mencionados o La Fura dels Baus, que hacen un teatro
provocador y rupturista que atrae a las generaciones más jóvenes.
La aparición de talleres de teatro que contribuyen a la formación de actores y directores.
2.Valoración crítica del ensayo que usted ha leido: El planeta americano. INTRODUCCIÓN La obra
ensayística que vamos a comentar es El planeta americano de Vicente Verdú, un libro publicado en 1996
por la Editorial Anagrama.
El libro es un ensayo sociológico sobre uno de los países que más influencia han ejercido en el resto del
mundo durante el sigo XX, los Estados Unidos; y sobre los peligros de esa influencia. DESARROLLO En
cierto sentido el libro es un repaso a los tópicos más característicos del mundo americano: su ingenua
religiosidad, el amor al dinero, el odio a los intelectuales, o el puritanismo que se contradice con un evidente
gusto por lo obsceno.
Con el sentido del humor que le caracteriza, Verdú nos presenta su particular visión de los elementos que
configuran el modo de vida americano: automóviles, música country, westerns, multimillonarios, rascacielos,
Calvin Klein, la NBA etc.
Es curioso que en este desfile de lugares comunes sobre Estados Unidos pocas veces se mencionan sus logros:
una investigación científica avanzada, interesantes movimientos artísticos de vanguardia, el cine
independiente, las cruzadas pacifistas o ecologistas de determinados movimientos juveniles, etc.
Es evidente que a Verdú no le gusta lo americano y sólo destaca los aspectos más negativos: la uniformidad,
la falta de imaginación, ya sea en la comida o en la forma de divertirse, la frialdad en las relaciones humanas,
el desastroso sistema de seguridad social; o los superficiales y tópicos que, por otra parte, son los que ejercen
una gran fascinación sobre el resto del mundo y especialmente sobre Europa, a la que el autor considera en
peligro de perder sus señas de identidad, tratando de imitar/alcanzar el sueño americano. CONCLUSIÓN
Porque éste es el gran problema que obsesiona a Verdú, la americanización: que el pensamiento único, el
mercado único y la aldea global se hagan a la americana, desde Indonesia hasta Chile pasando por Pekín y
contra lo que este libro parece ser un alegato. El autor cree que en un momento en que el mundo parece
desprovisto de ideologías, en nombre de la libertad, de la calidad de la vida humana, de la cultura no debemos
rendirnos a la fatalidad de un planeta americano.
1.Ensayo en el siglo XX.
Miguel de Montaigne, escritor francés de finales del XVI, escribió una serie de artículos sobre diversos
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temas, desde un punto de vista muy personal, a los que llamó Ensayos, nombre que hizo fortuna.
El ensayo es un subgénero didáctico en prosa que tiene unas determinadas características y que, dentro de la
cultura española, alcanza su máximo apogeo a finales del siglo XIX y principios del XX, aunque cuenta con
una serie de precedentes anteriores, como los ilustrados Cadalso o Jovellanos, los escritores románticos como
Larra o los krausistas de finales del siglo pasado.
DESARROLLO Los escritores de la generación del 98 encuentran en el ensayo la forma idónea de expresar
sus preocupaciones sobre España y sobre el sentido de la vida humana.
El pensamiento de Unamuno está formulado en sus diversos ensayos, especialmente en En torno al
casticismo, donde propugna la europeización como remedio a los males del país. Más tarde, en Vida de Don
Quijote y Sancho, opone los valores espirituales españoles frente al racionalismo europeo y en La agonía del
cristianismo o Del sentimiento trágico de la vida, en los que expresa su angustia ante la imposibilidad de
reconciliar fe y razón.
Ramiro de Maeztu o Azorín, son otros miembros de esta generación que cultivaron el ensayo.
El ensayo fue también el género preferido por los escritores novecentistas. Su visión del tema de España es
mucho más crítica que la de la generación anterior, proponen una definitiva europeización del país y el
abandono de los valores casticistas. Importantes autores de ensayos de esta generación son: Gregorio
Marañón: El conde duque de Olivares, Manuel Azaña: La invención del Quijote y otros ensayos, Eugenio
d'Ors: Tres horas en el museo del prado y especialmente José Ortega y Gasset, quién además de ensayos de
tipo político−social como La España invertebrada o La rebelión de las masas, cultivó el ensayo de carácter
humanístico, proponiendo un nuevo concepto artístico, un arte minoritario y separado de lo figurativo en La
deshumanización del arte.
Después de la guerra civil cultivaron el ensayo en el exilio, Claudio Sánchez Albornoz: España en su
historia y Américo Castro: La realidad histórica de España, que mantuvieron una importante polémica, a
propósito de la presencia de elemento judío en la vida y en la literatura española.
La dictadura no fue una época propicia para el ensayo, sólo a partir de los años 60 empiezan a publicarse
ensayos de carácter social y político en revistas como Triunfo o Cuadernos para el dialogo. En ellas
publicaron con cierta asiduidad Pedro Laín Entralgo, España como problema, Agustín García Calvo , José
Luis López Aranguren: Moral y sociedad. Importantes libros de ensayos escriben por estas décadas Julián
Marías, Meditaciones sobre la sociedad española o Julio Caro Baroja, Las brujas y su mundo.
Con la llegada de la democracia se vuelve a cultivar el ensayo político, especialmente desde las paginas de
los periódicos, en las que aparecen artículos de Enrique Tierno Galván, Gregorio Peces Barba, Manuel
Fraga, etc. CONCLUSIÓN
La tendencia actual es el cultivo del ensayo largo, en forma de libros. En los últimos años han tenido un gran
éxito libros como la Ética para Amador del filósofo Fernando Savater, Las semillas de la violencia del
psiquiatra Luis Rojas Marcos, El planeta americano del sociólogo Vicente Verdú , El bucle melancólico.
Historias de nacionalismos vascos del profesor Jon Juaristi o La ética para náufragos de José Antonio
Marina.
1.El teatro español anterior a 1936.
La escena española tiene poco que ofrecer a la cultura europea en los primeros años del siglo XX. El teatro
español se resistía a las tendencias experimentales que se daban en Europa durante esta época. Aunque hubo
autores como Valle−Inclán o Unamuno que se adelantaron a su época, chocaron con un público que no
admitió su tipo de teatro por lo que sus innovaciones tuvieron escasa o nula trascendencia. Carlos Arniches y
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Jacinto Benavente son los autores representativos del teatro comercial que, por otro lado, tenía una gran
vitalidad.
DESARROLLO Dentro del teatro tradicional hay un teatro poético escrito en verso especializado en temas
históricos y cuyos representantes máximos son Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa. Carlos
Arniches es el autor más representativo del teatro cómico. Se hizo famoso por sus sainetes de ambiente
castizo madrileño como ¡Que viene mi marido! y por sus tragedias grotescas como La señorita de Trévelez.
El teatro de Jacinto Benavente es un teatro realista y comedido. Fue el autor preferido de la burguesía desde
su primera obra Gente conocida, hasta las últimas como Titania. Su teatro se caracteriza por la ausencia de
conflictos grave y por ejercer una crítica muy suave. Los intereses creados es su obra más famosa. Dentro de
los intentos de renovación teatral hay que citar a Unamuno que utilizó el teatro como método de
conocimiento por medio de unos extraños dramas esquemáticos a los que llamó drumas como El otro o
Soledad y a Azorín con un teatro antirrealista, y sin conflictos como en Old Spain. Valle−Inclán es la
máxima figura del teatro español del siglo XX. Empezó a escribir teatro en 1905 y durante 20 años fue su
principal ocupación. Para él, el teatro es un espectáculo total, usa técnicas cinematográficas y experimenta
constantemente. Expresa su repulsa ante la sociedad contemporánea de dos maneras, o mediante la evasión
artificiosa o con el sarcasmo más mordaz. Su primer teatro es de tipo modernista: El Marqués de Bradomín.
Después de la etapa intermedia del ciclo mítico formada por las Comedias bárbaras y Divinas Palabras, en la
que utiliza Galicia como fondo para dar una visión del mundo en el que las fuerzas del mal y la destrucción
rigen la existencia de los hombres, llegamos a la creación genial de Valle, el esperpento, una visión grotesca,
deformada de la realidad que le sirve como reflejo de la época que le tocó vivir Luces de Bohemia, la obra en
la que nos cuenta las últimas horas de un poeta pobre y ciego, Max Estrella en una noche de invierno
madrileño, en el ambiente habitual de violencia y caos es su obra más representativa. CONCLUSIÓN Con la
llegada de la Segunda República en 1931 y el apoyo decidido que prestó al teatro a través de Las Misiones
Pedagógicas, o de La Barraca de Federico García Lorca, el teatro vanguardista de Pedro Salinas, Rafael
Alberti, Miguel Hernández, Max Aub, o del propio Lorca, tuvo lugar para desarrollarse. El teatro de
Lorca es el más importante de su generación. Empieza por un teatro de tipo poético en Mariana Pineda, pasa
por la fase vanguardista de Así que pasen cinco años, y termina con las grandes tragedias de la última etapa,
caracterizadas por el sentido social, el ansía de libertad, de justicia y de realización personal. Sus tres grandes
tragedias llamadas por él la Trilogía dramática de la vida española son Bodas de Sangre, Yerma, y sobre todo
su obra maestra La casa de Bernarda Alba, escrita en 1936.
1.Tendencias principales de la poesía de posguerra.
Dejando aparte a los poetas de la generación del 27 como Rafael Alberti o Jorge Guillén y alguno de
generaciones anteriores como Juan Ramón Jiménez o León Felipe, que pasan las primeras décadas de
posguerra en el exilio, las principales tendencias de la poesía de posguerra son:
Garcilasismo. Un grupo de poetas de la llamada generación del 36: Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco,
Leopoldo Panero o Dionisio Ridruejo escriben una poesía en estrofas tradicionales en la que no hay ninguna
referencia a la desoladora realidad circundante de esos años. Sus temas son los eternos de la poesía: el amor,
la muerte, Dios. A esta tendencia pertenecen libros como Ángeles de Compostela o Alondra de verdad del
poeta de la generación del 27 Gerardo Diego.
En 1944 se publican dos libros: Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre e Hijos de la ira de Dámaso
Alonso, en los que se manifiestan tendencias que estarán en vigor durante más de una década. Escritos en
verso libre y con alusiones a la realidad inmediata. Con el último se inicia la poesía española contemporánea,
frente al lenguaje preciosista de los garcilasistas este libro ofrece un lenguaje crispado y violento.
Hacia 1950 hay tres tendencias dominantes: la poesía desarraigada, la poesía arraigada y la poesía social.
La primera presenta al mundo como caos y como angustia y mediante la poesía se buscan orden y análisis.
Esta corriente se agrupa alrededor de la revista Espadaña. En la línea de poesía arraigada están los poetas que
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se llaman a si mismos Juventud creadora, y que publican en la revista Garcilaso. Los poetas buscan sus raíces
en Dios, la tierra y la familia. Tienen una visión optimista y esperanzada, del mundo y de la vida y prefieren
las formas métricas clásicas. La poesía social es una poesía objetiva y de denuncia que parte del clima creado
por la revista Espadaña. Los poetas de esta tendencia deciden convertirse en testigos de la vida cotidiana,
escriben con un lenguaje accesible y dan un predominio total al contenido del poema. En ellos denuncian las
injusticias sociales y la situación política de España. A esta corriente pertenecen poetas como José Hierro,
Gabriel Celaya, Blas de Otero.
La segunda generación de posguerra. Para poetas posteriores como Ángel González, Claudio Rodríguez,
José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma la poesía es sobre todo un método de conocimiento, sin renunciar
por ello a que sea también vehículo de comunicación. Aunque suelen emplear el verso libre son más exigentes
en cuanto al lenguaje poético que la generación anterior.
Los novísimos. En 1963 Pedro Gimferrer, publica Arde el mar, que supone una ruptura con la poesía
inmediatamente anterior. Alrededor de él se agrupa una serie de poetas reunidos en 1968 en la antología de
Nueve novísimos poetas españoles. La máxima preocupación de su poesía es la forma, se alejan de
preocupaciones sociales y políticas, hacen constantes referencias en sus poemas a motivos exóticos, culturales
y culturalistas con una artificiosidad que recuerda a los modernistas y utilizan procedimientos de carácter
surrealista.
Las últimas generaciones de poetas son difíciles de clasificar. En general se caracterizan por un lenguaje
poético muy cuidado, huyen de la poesía comprometida y atenúan el barroquismo y el culturalismo de los
poetas de la generación de los novísimos.
1.La poesía de la Generación del 27.
La generación del 27, llamada así por el homenaje en honor a Góngora que celebraron en 1927, es una de las
generaciones literarias más importantes de la historia de la literatura española. Es sobre todo una generación
de poetas, pues con excepción de Federico García Lorca que cultivó el teatro con gran brillantez, lo mejor de
la obra del resto está en su poesía.
La generación del 27 tiene una primera etapa anterior a 1936 en la que casi todos sus miembros discurren por
caminos paralelos. Esta generación, eco de numerosas corrientes, cultiva la vanguardia en sus distintas
versiones: el ultraísmo y el creacionismo con Gerardo Diego, Manual de espumas, el futurismo en Cal y
Canto de Alberti, el surrealismo de Lorca en Poeta en Nueva York, Cernuda, Un río un amor o Aleixandre,
Espadas como labios.
Salinas y Guillen se inclinan hacia una poesía pura, depurada de todo aquello que no sea emoción lírica en La
voz a ti debida del primero o Cántico del segundo.
Además cultivan en estas primeras etapas una poesía neopopular Alberti con Marinero en tierra, y Lorca
con El Romancero Gitano entre otros, o bien una poesía de raíz clásica inspirada en Garcilaso, Lope o
Góngora como Gerardo Diego con Versos humanos.
Después de la guerra la trayectoria de estos poetas es muy diferente. Lorca ha muerto, Alberti, Guillén
Cernuda y Salinas están en el exilio, los dos últimos morirán en él. Allí continúan escribiendo una poesía
alejada del entusiasmo de sus primeras horas. Para Guillén ha llegado la hora de Clamor, Salinas espera
volver algún día en El confiado, Alberti tiñe de melancolía Baladas y canciones del Paraná y a Cernuda le
obsesiona el final en Con las horas contadas o Desesperación de la quimera.
Dámaso Alonso, que antes de la guerra había cultivado la poesía sólo de manera tangencial, pública en 1944
Hijos de la ira que, junto con Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre, constituyen un punto de inflexión
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en la poesía de posguerra y tendrán una influencia decisiva en los poetas de las generaciones siguientes.
1.Características del Modernismo.
Modernismo es un término general que afecta a todas las artes y que indica una corriente de renovación
artística común al arte occidental de principios del siglo XX, al que se conoce como "art nouveau" en Francia
y "modern style", en los países anglosajones.
Podemos definirlo como un movimiento artístico que busca el refinamiento en la ornamentación y la fantasía
en las formas.
Sus antecedentes están en la estética parnasiana con su búsqueda de un arte aséptico, de "el arte por el arte";
en el decadentismo finisecular que se sitúa al margen de la sociedad, atacando a la burguesía y a su moral
hipócrita; y en el simbolismo, que utiliza el símbolo como mecanismo poético fundamental.
El introductor del modernismo en España es el poeta nicaragüense Rubén Darío. En sus obras, "Azul" o
"Cantos de vida y esperanza" están presentes todas las características del movimiento: búsqueda de la
belleza, desinterés por la dimensión social del arte, sugerencia del símbolo, musicalidad de los versos,
correspondencia entre los estados de animo del poeta y el paso de las estaciones sobre la naturaleza.
En España modernismo y generación del 98 son dos movimientos simultáneos que tienen el mismo origen:
insatisfacción ante la literatura de la época y búsqueda de un lenguaje nuevo, es la respuesta del artista al
mundo burgués en el que vive, mostrando su desprecio por la mercantilización del arte. Son dos formas de
reaccionar ante la crisis fin de siglo, el modernismo busca un mundo estético basado en su rebeldía ante los
valores burgueses, crean una lengua artística muy elaborada, separada de la lengua habitual y a la que sólo
tienen acceso los iniciados, mientras que los hombres del 98, no intentan la construcción de un mundo
paralelo, sino que tratan de interpretar el existente, aceptan la realidad tratando de reformarla, para ello
intentan una revisión intelectual en busca de la esencia de España, de una España que sin abandonar sus raíces
tenga posibilidad de cambio.
Muchos escritores noventayochistas tuvieron su etapa modernista: Antonio Machado, Valle. Inclán etc.
1.La renovación de la novela a partir de los años sesenta.
A principios del siglo XX, escritores como James Joyce o Marcel Proust, entre otros hicieron una profunda
renovación formal de la novela europea. Esta renovación afecta al punto de vista desde el que se cuenta la
novela, pues en contraste con el narrador tradicional, el narrador contemporáneo está limitado y deja que los
personajes presenten ellos mismo la acción, tal como la perciben desde su personal punto de vista; como en lo
relativo a los personajes: frente al héroe tradicional, esta novela prefiere el grupo humano, o el personaje
anónimo, e incluso la ausencia de protagonista; o el argumento, pues no interesa contar una historia, ni narrar
sucesos o hacer descripciones, no hay argumento a la manera clásica con principio, nudo y desenlace; en
cuanto al tiempo y al espacio, la trama no sigue un orden cronológico, se funde el presente y el pasado en un
tiempo único, o bien hay un tiempo circular, en el que es indiferente el orden de lectura. El espacio se limita y
puede llegar a reducirse a un espacio interior como la mente del protagonista. Por razones básicamente
históricas (guerra civil, franquismo) esta renovación no llega a España hasta bien entrados la década de los 60.
La década anterior es la del auge de la llamada "novela social", novela que se inserta en los criterios de la
crítica marxista. Escritores y novelas representativas de esta tendencia son Jesús Fernández Santos: Los
bravos, López Salinas: La mina, Juan Goytisolo: Campos de Níjar, García Hortelano: Tormenta de verano
y un largo etc.
Con Tiempo de silencio de Luis Martín Santos (1962) se cierra, de alguna manera, el ciclo de la novela
social y se inicia esa renovación de la que hemos hablado antes. En este afán renovador participan novelistas
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de la primera generación de posguerra como Camilo José Cela: San Camilo (1936), Mazorca para dos
muertos, Miguel Delibes: las guerras de nuestros antepasados, Torrente Ballester: La isla de los jacintos
cortados, como otros más jóvenes, Juan Benet: Volverás a Región, Juan Goytisolo: Reivindicación del
conde don Julián.
Estos novelistas reconocen el agotamiento de la novela social y buscan nuevas formas narrativas con nuevos
enfoques y una mayor atención a la lengua literaria.
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