DIPLOMADO EN CONSEJERÍA PROFESIONAL EN ADICCIONES. MÓDULO IV. INTERVENCIÓN EN CRISIS. PSIC. GERARDO MERCADO L. ABRIL 2012. INTERVENCIÓN EN CRISIS. 1. INTRODUCCIÓN. La forma en la que transcurre nuestra vida puede verse interrumpida de forma brusca y absoluta. En otros instantes, el ciclo vital mismo nos va posicionando frente a cambios de carácter irreversible e irrenunciable. ¿Qué ocurre cuando la persona carece de las suficientes habilidades intrapsíquicas y sociales para poder enfrentar estos hechos? ¿Qué determina que diferentes individuos reaccionen de forma tan distinta ante situaciones similares? El origen de la moderna intervención en crisis se remonta a los trabajos de Eric Lindemann y sus colaboradores, tras el incendio del centro nocturno Coconut Grove en Boston, el 28 de noviembre de 1942. El informe clínico de este trabajador sobre los síntomas psicológicos de los sobrevivientes fue la piedra angular para teorizaciones subsecuentes sobre el proceso de duela, a partir de estos descubrimientos, Caplan, miembro del Hospital General de Massachusetts y de la Escuela de Salud Pública de Harvard, fue el primero en concebir la trascendencia de las crisis vitales en la psicopatología. Caplan menciona “Un examen a la historia de pacientes psiquiátricos muestra que, durante ciertos periodos de crisis, el individuo parece haber enfrentado sus problemas de manera desajustada y haber salida menos saludable de lo que había sido hasta antes de la crisis” (Caplan, 1964, p. 65). Fue a partir de estas observaciones que Gerald Caplan observó que las crisis o transiciones tratadas en forma deficiente conducen a desorganizaciones y enfermedad mental subsecuentes, entonces la prevención debería contemplarse por transiciones del desarrollo en la infancia y la adultez temprana. A partir de estas conclusiones, la teoría de Caplan se incluyó en la estructura de la psicología del desarrollo de Erikson, en la que los seres humanos fueron concebidos como susceptibles de crecer o desarrollarse a lo largo de una serie de ocho transiciones clave, así mismo, este autor rápido identificó la importancia de los recursos personales y sociales en la determinación de si las crisis del desarrollo (lo mismo que las incidentales o las traumáticas) resultarían en un mejoramiento o empeoramiento. La psiquiatría preventiva de Caplan, y su enfoque sobre la intervención temprana para procurar el crecimiento positivo y aminorar el riesgo de un deterioro psicológico, lo condujeron a un énfasis de la consulta en salud mental. Para el año de 1960, los planes de prevención del suicidio comenzaron a incrementarse en los Estados Unidos ofreciendo durante 24 horas los 365 días del año líneas telefónicas directas para la prevención del suicidio. Aunque ese era el objetivo principal, con el paso del tiempo estos lugares comenzaron a atender una gran variedad de crisis. A la par de que aumentaban estos programas se dio a conocer bibliografía sobre intervención. Sin embargo, la parte más importante fue la de lograr conjugar ambos trabajos: el dolor emocional y el sufrimiento están limitados en tiempo y puede, potencialmente, haber resultados positivos o negativos a largo plazo. Moos (1976), identifica cuatro influencias teóricas en la teoría de la crisis. La primera es la teoría de Charles Darwin de la supervivencia del más apto, analiza la lucha por la existencia entre los organismos vivos, en relación con su medio. Las ideas de Darwin condujeron al desarrollo de la ecología humana, cuya hipótesis característica es que la comunidad humana es un mecanismo adaptativo esencial en la relación de la humanidad con su medio. La segunda influencia se origina en la teoría psicológica que considera la realización y el desarrollo del ser humano. Las preguntas básicas conciernen a la motivación y el impulso. ¿Qué mantiene activa a la gente y con qué fin? La idea de Freud de que la motivación es un intento por reducir la tensión fundamentada en impulsos sexuales y agresivos, fue desafiada años más tardes por Carl Rogers y Abraham Maslow, quienes hicieron énfasis en la tendencia de los seres humanos hacia la autorrealización y el crecimiento positivo del hombre. La premisa de la autorrealización del hombre es congruente también con el énfasis de Buhler y otros en que la conducta humana es intencional y está constantemente dirigida hacia la persecución y reestructuración de metas. Este último concepto es un punto esencial de las teorías en las que se considera a las crisis como momentos en que los propósitos se ven obstaculizados o súbitamente parecen inalcanzables. El enfoque de Erikson del ciclo vital del desarrollo proporcionó una tercera influencia capital para la teoría de las crisis. La visión de Erikson en cuanto a ocho etapas, cada una de las cuales presenta un nuevo reto, transición o crisis proporcionó una alternativa para la teoría psicoanalítica primitiva, que sugiere que la vida está basada en los sucesos de la infancia y la niñez muy temprana. Esta teoría supone que, con cada transición, el desarrollo subsecuente está en línea, por así decirlo. Una cuarta influencia sobre la teoría de la crisis surgió de datos empíricos sobre cómo los humanos lidian con el estrés vital extremo. Los estudios en este ámbito incluyen luchar contra traumas de los campos de concentración, la muerte repentina de cónyuges o seres queridos, cirugía mayor, la lenta agonía de un niño y los desastres. Al generalizar este concepto para incluir el impacto de una serie de sucesos de menor importancia. 2. CRISIS. Antes de revisar a profundidad la metodología de la intervención en crisis, hagamos un pequeño detenimiento para estudiar las distintas definiciones que obtenemos: Una crisis es “un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente, por la incapacidad del individuo para abordar situaciones particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas, y por el potencial para obtener un resultado radicalmente positivo o negativo”. (Slaikeu, 1988). “Una crisis psicológica ocurre cuando un evento traumático desborda excesivamente la capacidad de una persona de manejarse en su modo usual” (Benveniste, 2000). En chino le dan un doble significado al término “Crisis” siendo al mismo tiempo peligro y oportunidad. “Evento traumático que produce una disrupción en el curso normal de nuestra vida y que nos provoca una reacción de estrés percibida como de intensidad excepcional”. “Cuando no es posible resistirse ni escapar el sistema de autodefensa humano se siente sobrepasado y desorganizado y los recursos habituales de afrontamiento resultan insuficientes”. “Período transicional que representa tanto una oportunidad para el desarrollo de la personalidad, como el peligro de una mayor vulnerabilidad al trastorno mental cuyo desenlace depende entre otras cosas, de la forma en que se maneje la situación.” (Caplan, 1964). Du Ranquet la define como: "estado de conmoción, de parálisis en una persona que sufre o ha sufrido un gran shock. Sobreviene cuando el estrés actúa sobre un sistema y requiere un cambio que se sitúa fuera del repertorio habitual de respuestas. La persona o la familia se encuentra ante un obstáculo que no pueden superar por sus propios medios". Personas que en circunstancias normales se comportan de forma eficaz, en situaciones excepcionales, buscan en su repertorio de aprendizajes y experiencias anteriores situaciones semejantes que les pueda servir de guía para afrontar la nueva situación. Pero ésta rebasa, tanto en intensidad como episódica, toda experiencia conocida. Por lo que únicamente les queda la biología, sus creencias y estilo personal para afrontarlo, pero les faltan la parte de procedimiento cognitivo, las experiencias que lo integren con las emociones. 2.1 HIPÓTESIS DE LA TEORÍA DE LAS CRISIS. Las crisis tienen comienzos identificables. Algunos sucesos son tan universalmente devastadores que casi siempre son capaces de precipitar una crisis, por ejemplo, la muerte inesperada de un ser querido o una violación. Sin embargo, el impacto que un suceso en particular tiene depende de su oportunidad, intensidad, duración, continuidad y grado de interferencia con otros acontecimientos. Este tipo de eventos críticos son conocidos como SUCESOS PRECIPITANTES. Por su parte las crisis circunstanciales son accidentales o inesperadas y su rasgo más sobresaliente se apoya en algún factor ambiental. Las experiencias individuales de la pérdida de seres queridos en un desastre natural y quienes son víctimas de crímenes violentos, son ejemplos de crisis inducidas por situaciones circunstanciales. Esta categoría también incluye las crisis que se centran en sucesos como cambios de residencia, divorcios y desempleo. Las crisis de desarrollo, por otro lado, son aquellas relacionadas con el desplazamiento de una etapa del crecimiento a otra, desde la infancia hasta la senectud. Cada esta del desarrollo se relaciona con ciertas tareas del crecimiento, y cuando hay interferencia en la realización de las mismas, se hace posible una crisis. Desde el punto de vista de la teoría de las crisis, esto significa que muchas crisis son predecibles puesto que sabemos con anticipación que la gente tiene etapas decisivas que enfrentar en diversas ocasiones de sus vidas. Pero, ¿Cómo podríamos subdividir los estados por las que las personas en crisis podrían pasar? A continuación conoceremos los elementos teóricos de Caplan y Horowitz ante los pasos o fases por las cuales el individuo transita durante una crisis. Ambos modelos nos servirán para entender con mayor claridad el punto en el que se pueda encontrar nuestro paciente. Caplan (1964) describe el inicio de la crisis como sigue: 1. 2. 3. 4. Hay una elevación inicial de la tensión por el impacto de un suceso externo, que inicia a su vez las habituales respuestas para solucionar problemas. La falta de éxito en estas respuestas para la solución de problemas, más el impacto continuado del suceso estimulante, fomenta el crecimiento de la tensión, los sentimientos de trastorno e ineficiencia. En tanto la tensión se incrementa, se movilizan otros recursos para la solución de problemas. En este punto, la crisis puede desviarse por cualquiera de las siguientes opciones: reducción en la amenaza externa, éxito en las nuevas estrategias de enfrentamiento, redefinición del problema o la renunciación de propósitos fijos que resultan inasequibles. Sin embargo, si nada de esto ocurre, la tensión aumenta hasta un punto límite que da lugar a una desorganización emocional grave. Según Horowitz, podemos indicar que la desorganización conduce a las siguientes etapas. 1. 2. 3. 4. La negación conduce al amortiguamiento del impacto. Puede acompañarse de un entorpecimiento emocional, en no pensar lo que pasó, o la planeación de actividades como si nada hubiera pasado. la intrusión incluye la abundancia involuntaria de ideas de dolor por los sentimientos acerca del suceso, sea una pérdida o alguna otra tragedia. Las pesadillas recurrentes u otras preocupaciones e imágenes de lo que ha pasado son algunas características de esta etapa. Algunos individuos omiten la fase de negación y se desplazan directamente a la de intrusión. Otros oscilan de un lado a otro entre estas dos etapas. Translaboración, es el proceso en el que se expresan, identifican y divulgan pensamientos, sentimientos e imágenes de la experiencia de crisis. Algunos individuos progresan y translaboran estos sentimientos y experiencias naturalmente, en tanto que otros lo hacen únicamente con ayuda externa. La terminación es la etapa final de la experiencia de crisis y conduce a una integración de la misma dentro de la vida del individuo. El suceso ha sido enfrentado, los sentimientos y pensamientos se han identificado y expresado y la reorganización ha sido consumada o iniciada. En tanto el recuerdo de la pérdida, por ejemplo, puede traer tristeza o el pensamiento de “esto copudo haber pasado”, la característica principal de la desorganización del estado de crisis cesó. 2.2 FACTORES Y VARIABLES Las reacciones ante el estrés dependerán de muchos factores: La naturaleza del estresor, la intensidad percibida, el momento de aparición, la duración de los síntomas, el grado de exposición, edad, experiencia, personalidad y consecuencias. La forma de afrontar una crisis dependerá de una serie de variables: personales, de la situación y las consecuencias provocadas por el evento: Variables personales antecedentes: Biología, edad, sexo, grupo étnico, estilo personal, nivel socioeconómico, historia de aprendizaje, creencias, experiencias previas, situación personal, estilo de vida, momento vital en que sucede, sensación subjetiva de capacidad de afrontamiento, patologías previas, disponibilidad y educación de las redes de apoyo social. Variables de la situación: El tipo de evento, origen, magnitud, grado de exposición, recursos de ayuda disponibles, otros. Consecuencias: Consecuencias personales, significado de las pérdidas experimentadas, intensidad de los síntomas provocados, importancia subjetiva, estresores posteriores. 2.3 BASES BIOLÓGICAS DE LA RESPUESTA DE ESTRÉS. Los factores estresantes son estímulos intensos que imparten energía y excitan al sistema nervioso central, desarrollando reacciones psicofisiológicas particulares de los sistemas programados para sobrevivir. La respuesta al estrés activa el sistema autonómico y el eje hipotalámohipófisoadrenal y la conducta de “lucha o escape” es la conducta observable ante una situación peligrosa. El organismo depende de estos mecanismos biológicos para sobrevivir, pero si existen funciones de estos mecanismos inadecuados o excesivos pueden aparecer respuestas ineficientes o desajustadas. El cerebro es el centro que controla la interpretación de los estímulos estresantes, al mismo tiempo que responde y organiza reacciones fisiológicas y de conducta. Tiene la capacidad plástica de remodelar dendritas que cambian los sentimientos y conducta, dependiendo de los estímulos en el ambiente. El cerebro a su vez, es víctima de los sistemas fisiológicos del estrés, al igual que otros sistemas del organismo –cardiovascular, inmunológico. Las hormonas del estrés median reacciones adaptativas o mal adaptativas. El sistema hipotálamohipófisoadrenal, el sistema autonómico y los neurotransmisores que median los cambios fisiológicos de estrés sobre el cuerpo, tienen efectos protectores, efectivos y reversibles a corto tiempo, pero pueden acelerar reacciones patológicas cuando se produce un incremento o éste no se descontinúa, afectando la excitabilidad neuronal y la estructura plástica cerebral que es reversible. El sistema de la respuesta al estrés es un sistema genético fundamental que responde a las necesidades de la supervivencia del individuo y activa el despertar y la respuesta al estímulo físico y psicosocial del exterior y a los signos internalizados de peligro. Los sistemas de la memoria están implicados de manera intrincada para asistir este proceso. El sistema cognitivo y afectivo responden y las funciones de identificación/evaluación ante el peligro se enfocan en la sobrevivencia. 2.4 EFECTO DE LA CRISIS: PARA MEJORAR O EMPEORAR. Teóricamente, podemos hablar de tres posibles efectos de la crisis: el cambio para mejorar, empeorar o regresar a niveles previos de funcionamiento. No obstante, puesto que las crisis son tan desconcertantes, la tercera categoría tiene poco significado. Las crisis se consideran puntos decisivos de cambio, donde el peligro, y la oportunidad coexisten, y donde los riesgos son altos. En sentido muy concreto, los efectos peligrosos pueden ser físicos o psicológicos. No olvidemos que la salud emocional y mental se ve amenazada, por lo tanto, podemos hablar de la resolución de la crisis cuando exista una restauración de equilibrio, dominio cognoscitivo de la situación y el desarrollo de nuevas estrategias de enfrentamiento, que incluyen cambios de conducta y el uso apropiado de los recursos externos. Una palabra con la que debemos familiarizarnos en este ámbito es la de translaboración, y será el objetivo que perseguiremos en cualquier momento ante nuestro paciente, sus características son: reflexión sobre el suceso y su significado para la persona en crisis, la expresión de sentimientos, el mantener un grado mínimo de bienestar físico durante la crisis, además de realizar adaptaciones interpersonales y de conducta apropiadas a la situación. Como responda un individuo a un suceso precipitante y posteriormente translabore la experiencia de crisis, depende de los recursos materiales, personales y sociales del mismo. Los recursos materiales significativos durante una crisis incluyen el dinero, comida, vivienda y transporte. Un déficit de cualquiera de estas áreas tiene el potencial para cambiar moderadamente un suceso tensionante en una crisis. Los procedimientos de intervención en crisis deben contribuir por consiguiente a valorar el alcance que la carencia de recursos puede tener para agudizar la situación y el punto hacia el cual los esfuerzos deben ser dirigidos para recibir ayuda de urgencia, que puede facilitar otros esfuerzos positivos para el enfrentamiento. Los recursos personales del individuo componen el segundo factor principal para determinar la intensidad y el curso último de cualquier crisis. La fuerza del yo, la historia previa de enfrentamiento a situaciones tensionantes, la existencia de cualquier problema de la personalidad no resuelto y el bienestar físico, toman parte todos al determinar si un suceso particular conducirá a una crisis. Los recursos sociales se refieren en principio a la gente en su ambiente individual inmediato en el momento de la crisis como la familia, los amigos y los compañeros de trabajo. Los tres tipos de apoyo que el grupo social puede brindar al individuo son: primero, el apoyo utilitario que consiste en dar ayuda material como comida, ropa, albergue o dinero para aminorar las cargas financieras. La segunda es el apoyo emocional, específicamente al comunicar a una persona que sufre de crisis que es amada, apoyada o acompañada. Por último, los contactos sociales pueden proporcionar información y acercamiento a otros recursos de ayuda. Para tener ventaja en la intervención es importante saber quién puede ayudar y qué clase de ayuda proporcionaría. Diferencias entre crisis y estrés. Haremos un pequeño paréntesis para aclarar dos términos que en la actualidad son comúnmente confundidos. Tanto el estrés y las crisis conllevan incomodidad, sin embargo las diferencias principales son: a) Los patrones de enfrentamiento durante las crisis son diferentes de aquellos relacionados con el estrés. b) Durante el estado de crisis, el individuo tiende a ser menos defensivo y más abierto a las sugerencias, influencias externas y apoyos, aunque esto no es característicamente cierto en el estrés. c) El efecto de la crisis puede ser debilitante o de crecimiento. El estrés, por otro lado, está comúnmente relacionado con la patología y tiene como resultado más optimista la adaptación al deterioro y aflicción causados por circunstancias de la vida o un regreso al estado de cosas original. d) La crisis se observa como incidente durante un periodo relativamente corto, mientras que el estrés no está considerado para tener esta cualidad autolimitante en tiempo. Este último se considera con frecuencia, como un trastorno crónico que provoca sobre trabajo, en tanto que una crisis se relaciona con un trastorno repentino. 3. CRISIS VITALES DURANTE EL DESARROLLO. Quizás el aspecto más llamativo de la teoría de las crisis es la idea de que ésta puede conducir a un crecimiento personal. Esta perspectiva eleva a la crisis de un plano de desesperación, negativismo, peligro y desorganización, a uno más positivo; el sufrimiento puede estimular también el desarrollo persona y la madurez. Erikson (1963) fue el primero en formalizar la idea que la personalidad continúa su desarrollo en el curso de la vida. Él sugirió que el desarrollo psicosocial sigue una trayectoria de ocho etapas, cada una de las cuales posee un potencial de crisis. Dependiendo de cómo se resuelvan los conflictos para el desarrollo en cada nivel, el crecimiento de una persona podría detenerse en uno o progresar hacia el inmediato superior. (Revisar módulo de Modelos del Desarrollo Humano). Las hipótesis principales detrás de un planteamiento del desarrollo en las crisis vitales incluyen lo siguiente: 1. La vida, desde el nacimiento hasta la muerte, se caracteriza por el crecimiento y cambio continuos. El cambio que caracteriza el estado de crisis es único porque es extremista, no por el cambio en sí mismo. 2. El desarrollo puede considerarse como una serie de transiciones, como ya lo leíamos. 3. Las transiciones del desarrollo de la edad adulta son cualitativamente diferentes de las que se dan en la niñez y adolescencia. 4. Los sucesos que precipitan una crisis en el desarrollo deben entenderse en el entorno de la historia personal de un individuo. 5. Una crisis es la versión extrema de una transición. Las crisis para el desarrollo son desorganizaciones que preceden al crecimiento y, de hecho, lo hacen posible. Por su parte, hay una gran cantidad de hipótesis para indicar cuándo una transición puede convertirse en crisis, por ejemplo, una crisis puede ocurrir cuando el desempeño de actividades relacionadas con una etapa particular del desarrollo se perturba o dificulta. Así mismo, podemos hablar de la sobrecarga de exigencias al individuo pasando por un cambio de transición y no acepta o no está preparado para los sucesos determinantes. 3.1 PREOCUPACIONES EN EL CURSO DEL CICLO VITAL. Durante la niñez podemos observar que algunos de los posibles sucesos de crisis pesan grandemente en las áreas de socialización, relación con los padres, amigos y éxitos y fracasos en la escuela. Los padres y maestros desempeñan un papel importante, en cómo los niños enfrentan la desorganización en el proceso de aprendizaje durante los primeros años de vida. La adolescencia proporciona la ocasión para tratar temas de la identidad que tienen componentes sobre la profesión, los valores y la intimidad. El trastorno en la adolescencia involucra una lucha por la autoafirmación, de tal manera que se establezca la identidad. Aunque parezca doloroso, los valores primordiales de la familia y otras instituciones sociales a menudo deben rechazarse para posteriormente se reclamen los propios. La adultez temprana es una etapa que implica preocupaciones relacionadas con la intimidad, la paternidad y la iniciación en una carrera u ocupación. Este periodo se refiere a una etapa de asentamiento y consolidación de las raíces, y al mismo tiempo de avance, en particular en la profesión. La adultez media es el momento para reelaborar asuntos previos del desarrollo, y al mismo tiempo confrontar por completo nuevos problemas y desafíos. Después de años dedicados a la profesión y al crecimiento de los hijos, existe un momento para hacer un inventario de lo que se ha logrado en las relaciones con el cónyuge, los hijos y el trabajo. Es aquí donde se pueden esperar una separación matrimonial, insatisfacción profesional y nuevos comienzos. Después, la vida puede dividirse en madurez y la vejez, desde la jubilación hasta la muerte. El incremento en las expectativas de vida, y con ello, la jubilación, han alargado la vida adulta. Las preocupaciones de la madurez implican enfrentar las nuevas libertades de los padres cuando los hijos han crecido, adaptarse a la muerte de un cónyuge, la preparación para la jubilación y cambios en las condiciones físicas de la vida. 3.2 IMPLICACIONES DE LA INTERVENCIÓN. Para este tipo de crisis debemos comprender las necesidades y metas de la persona en cada etapa de su desarrollo, por ello, es importante considerar la estructura vital como una pauta alimentada por dos grandes canales: el sí mismo y el mundo externo. Esta triada nos puede corroborar la oportunidad de evaluar los aspectos internos del sujeto (suelos y metas en la vida que componen los aspectos cognitivos, afectivos y somáticos) y sus aspectos externos (roles, responsabilidades y relaciones, que componen los aspectos conductuales e interpersonales). La intervención en las crisis vitales durante el desarrollo consideraría los siguientes puntos: La evaluación de la etapa previa y la actual por la que transita la persona; el explorar la posibilidad de la estructura vital como un concepto para ayudar a la organización de la información sobre la crisis; durante las sesiones de consejería, podría ser fructífero el asentar que una crisis particular pudiera ser reflejo de la lucha del paciente con conflictos del desarrollo; prevenir al paciente en crisis contra la realización de súbditos compromisos a largo plazo durante el trastorno de una crisis para el desarrollo; por último, todos los análisis y conexiones sugeridos entre los sucesos precipitantes y las preocupaciones en el desarrollo, deberán ser tentativos y ofrecerse a los pacientes para su consideración y observar cómo creen éstos que podrían adaptarse a una situación particular. 4. CRISIS CIRCUNSTANCIALES EN LA VIDA. No todas las crisis se relacionan de modo directo con el proceso natural de maduración; muchas son por lo completo imprevisibles. La característica sobresaliente de las crisis circunstanciales es que el suceso precipitante tiene poca o nula relación con la edad del individuo o la etapa de la vida en éste se halla. Las crisis circunstanciales pueden afectar, de modo virtual, a cualquiera, en cualquier momento. Las características principales de estas crisis son: aparición repentina, imprevisión, calidad de urgencia, impacto potencial sobre las comunidades enteras y peligro y oportunidad. En esta sección analizaremos tres aspectos importantes: crisis de salud, muerte repentina, familia y economía. 4.1 SALUD. Desde el punto de vista de la teoría de la crisis, la enfermedad física y las lesiones corporales son acontecimientos que desafían la capacidad del individuo y de la familia para enfrentarlos y adaptarse. El cómo se interpreta los sucesos – y de modo especial en relación con la autoimagen y los planes a futuro – y cómo se realicen los ajustes de comportamiento, serán fundamentales para determinar el curso esencial de la resolución de la crisis. El síndrome de enfermedad crónica es uno de los posibles resultados de una crisis seguida por una enfermedad grave. La intervención en crisis se enfoca a auxiliar a estos pacientes y sus familias para: el uso efectivo de la negación y el desarrollo de estrategias efectivas de enfrentamiento para las secuelas de la enfermedad. En otro caso, el diagnóstico de discapacidad emocional o física en un niño subraya cinco actividades psicológicas que enfrenta la familia en esos momentos: reafirmación de la autoestima del niño, comprensión de las limitantes del diagnóstico y aceptación de la pérdida concomitante; redisposición de los autoconceptos tanto de los padres como del niño; manejo de los distintos aspectos de desviación, que incluyen el estigma social asociado con el diagnóstico; y la adquisición de papeles que incrementen el crecimiento continuo y desarrollo de la personalidad. 4.2 MUERTE REPENTINA. El proceso de intervención pretende, ante todo, facilitar un proceso de duele que resulte de paso para permitir la variación individual y se ajuste a los usos y expectativas psicosociales. La meta esencial es complementar el proceso de duele con una sensación de alivio, equilibrio restaurado y una apertura para encarar el futuro. 4.3 FAMILIA Y ECONOMÍA. Numerosas crisis circunstanciales se relacionan con cambios en la vida familiar que incluyen la gama completa de cambios económicos que pueden precipitar crisis algunas veces. La migración y reubicación se caracterizan por un cambio ambiental completo para los miembros de la familia, lo que abarca la pérdida de amigos y familiares circundantes, el reto de nuevos ambientes, y el desarrollo de nuevos contactos sociales, estabilidad económica y otras adaptaciones a un nuevo medio. Los suministros sociales de los miembros individuales de la familia se pierden, y se necesita un ajuste y nuevos comienzos. 4.4 IMPLICACIONES DE LA INTERVENCIÓN. Algunas implicaciones de la intervención que están relacionadas de modo directo con la naturaleza singular de las crisis circunstanciales son: 1.- El sentido de una inmediatez asociado con la crisis circunstanciales subraya la importancia de proporcionar intervenciones que ayudes a los pacientes a tratar con sus intereses inmediatos, mientras, al mismo tiempo, se diagnostican las necesidades que requerirán atención más tarde. Este tipo de crisis exige un enfoque de “primero lo primero” en donde se buscará el alivio a los síntomas del paciente. 2.- En este tipo de crisis es necesario atender a los siguientes cuatro niveles de sistemas: la persona, grupo familiar/ social, comunidad y sociedad en la planeación de las intervenciones. 3.- Bajo ninguna circunstancia se debe perder el énfasis en lo que la persona quiere y necesita en ese momento de la crisis, y distinguirlo de lo que los teóricos creen que deberían querer y necesitar. Sin la aceptación del paciente, los esfuerzos de la intervención fracasarían. 5. ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN. Para nuestros propósitos estos son los datos importantes o materia prima a partir de los cuales emergerá un amplio modelo de intervención en crisis. L que sigue son los principios clínicos más importantes a considerar en lo que podemos llamar los aspectos prácticos de este módulo. Oportunidad: Debemos de recordar que en las crisis se elevan al máximo las oportunidades del paciente para crecer mediante una crisis al brindarle asistencia para auxiliarlo a obtener el dominio de la situación, y a moverse hacia la reorganización de una vida desorganizada. Por lo tanto, podemos decir que la efectividad de un servicio de intervención en crisis aumenta de modo directo en función de su proximidad tanto al tiempo como al lugar del incidente de crisis. La hipótesis es que si un paciente tiene que esperar horas, días o semanas para recibir ayuda, el factor de peligro en la crisis puede aumentar y redundar en la pérdida de una vida (muerte u homicidio).Otro peligro es que los hábitos disfuncionales y los patrones de pensamiento pueden impregnarse de un modo tan fuerte en la vida del paciente que se vuelva muy difícil cambiarlos después. Metas: El principal lugar hacia el que nos dirigimos es el de recuperar el nivel de funcionamiento que tenía la persona antes del incidente que precipitó la crisis. Esto es lo que nos hace distintos a la psicoterapia de largo plazo: la intención es reducir los síntomas, reorganización de la personalidad o cambios de comportamiento oportunos y claros. Valoración: Es importante que se abarque tanto la fortaleza como la debilidad de cada uno de los sistemas implicados en la crisis. Se debe determinar cuáles variables ambientales precipitaron la crisis, cuáles mantienen la desorganización y el sufrimiento, y cuáles pueden movilizarse para facilitar el cambio constructivo en la situación. Comportamiento del asistente: Nuestro papel debe ser completamente activa, directa y orientada a la consecución de objetivos, completamente distinto a cualquier otra intervención. El trabajo yace en el ser flexible en grado suficiente como para movilizar una amplia variedad de recurso supersistemáticos en el trabajo hacia la resolución de la crisis para el paciente. Dos son las áreas de nuestro desempeño: La primera se refiere a la capacidad del consejero para mostrar empatía, autenticidad y cordialidad hacia el paciente. La efectividad técnica se refiere a la capacidad del consejero para evaluar la mortalidad en casos de suicidio, sondear recursos, hacer las consultas adecuadas y cuestiones parecidas. 5.1 INTERVENCIÓN DE PRIMERA Y SEGUNDA INSTANCIA. Podemos comenzar por describir los primeros auxilios psicológicos, o de intervención de primera instancia, que abarca la asistencia inmediata y de modo usual lleva sólo una sesión. Los primeros auxilios psicológicos pretenden de manera primordial proporcionar apoyo, reducir el peligro de muerte y enlazar a la persona en crisis con los recursos de ayuda. Esta terapia toma algunos minutos o algunas horas, según la gravedad de la desorganización o trastorno emocional de la persona en crisis, y según la habilidad del asistente. El seguir la tradición clínica en el trabajo con crisis limita las metas, por lo tanto debemos trabajar con el enfrentamiento inmediato con el punto principal. En la práctica, esto se descompone en tres pasos: otorgar apoyo, reducir el peligro de muerte y el enlace con recursos de ayuda. La intervención en crisis de segunda instancia o terapia para crisis, se refiere a un proceso terapéutico breve que va más allá de la restauración del enfrentamiento, inmediato y, en cambio, se encamina a la resolución de la crisis. En este punto la persona incorpora el hecho traumático en su propia vida. El efecto que se desea para el individuo es que emerja listo y mejor equipado para encarar el futuro. Como un proceso terapéutico, la terapia para la crisis se comprende mejor como una empresa de duración corta. De manera ideal, la terapia acompañará al periodo de seis semanas o más durante el cual se restaura el equilibrio después de una crisis. 6. INTERVENCIÓN DE PRIMERA INSTANCIA. La meta principal de los primeros auxilios psicológicos es reestablecer el enfrentamiento inmediato. El objetivo primario del asistente es auxiliar a la persona a dar pasos concretos hacia el enfrentamiento con la crisis. Existen tres submetas de estos que dan dirección a la actitud del asistente: proporcionar apoyo es la primera, y se apoya en la premisa de que es mejor para las personas no estar solas, es tanto soportan cargas extraordinarias; reducir la mortalidad, se dirige a la salvación de vidas y la prevención del daño físico durante la crisis, es necesario tomar las medidas necesarias para hacer mínimas las posibilidades destructivas y desactivar la situación; por último, proporcionar un enlace con otras fuentes de asistencia, no podemos olvidar que los recursos se han agotado. 6.1 COMPONENTES DE LOS PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS. Podemos enlistar el proceso de los primeros auxilios psicológicos en cinco pasos precisos y necesarios, el elemento básico en estos pasos es el modelo de la resolución de problemas, que se corrigen a la luz de las emociones intensas de las situaciones en crisis. Lo que surge aquí son los siguientes pasos a considerar: a) b) c) d) e) Realizar un contacto psicológico. Analizar las dimensiones del problema. Sondear las posibles soluciones. Asistir en la ejecución de pasos concretos. Seguimientos para verificar el progreso. A continuación analizaremos cada uno de estos importantes pasos: Realización del contacto psicológico. Algunas personas definen este componente como empatía o sintonización con o sentimiento s de una persona durante una crisis. El escuchar de modo empático se identifica de manera más sólida con la terapia centrada en el cliente de Carl Rogers, en este contexto se necesita escuchar lo mismo los hechos que los sentimientos. Aquellos sentimientos que encontraremos con más frecuencia serán la ansiedad, la ira o depresión, a lo que se debe responder de manera tranquila y controlada, resistir la tendencia de quedar atrapado ante la intensidad de los sentimientos del paciente. El contacto psicológico no siempre se hace sólo mediante comunicaciones verbales. Algunas veces el contacto físico, no verbal es más efectivo. En otras ocasiones, tocar al paciente no es lo más adecuado y puede disminuir y alterar la interacción terapéutica por lo que se necesita una gran habilidad para ser sensitivos a cómo percibirá el paciente semejante contacto. Examen de las dimensiones del problema. La indagación en esta área se enfoca a tres áreas: pasado inmediato, presente y futuro inmediato. El pasado inmediato remite a los acontecimientos que condujeron al estad de crisis, en especial el incidente específico que desató o precipitó la crisis. Esto ultimo podemos realizarlos considerando “quién, qué, dónde, cuándo, cómo” esto se completa, en ocasiones, al obtener la narración de la persona. El objetivo principal de este segundo aspecto de los primeros auxilios psicológicos es trabajar hacia un orden jerárquico de las necesidades de la persona, dentro de dos categorías: conflictos que necesitan manejarse de manera inmediata y conflictos que pueden dejarse para después. Análisis de posibles soluciones. Se necesita adoptar un enfoque paso a paso al preguntar acerca de qué se ha intentado ya, para entonces, llevar a la persona en crisis a generar alternativas, seguido por lo que el asistente añade como otras posibilidades. Se analizan los más y los menos (o pérdidas y ganancias) de cada solución. Después aquellos son sintetizados y jerarquizados de modo adecuado a las necesidades inmediatas y postergables, identificadas con anterioridad. Otras dos cuestiones del proceso merecen mencionar se aquí: la primera es la importancia de adiestrar a algunos pacientes para aun considerar la idea de que existen posibles soluciones. Una segunda cuestión es la importancia de analizar los obstáculos para la ejecución de un plan en particular. El consejero no puede dejar todo esto al azar, en cambio, piensan por adelantado los posibles obstáculos y asumen la responsabilidad de ver que éstos se encaucen antes de desarrollar un plan de acción. Ejecución de la acción concreta. El objetivo en esta etapa es en realidad muy limitado: no es más que dar el mejor paso próximo. Es importante recordar que queremos que el paciente haga tanto como él/ella sea capaz de hacer. Si la situación tiene una alta letalidad, o si la persona no es capaz de cuidar de sí misma, entonces la actitud del asistente es directiva. Cuando no existe peligro entonces el papel del asistente es más facilitador que directivo. Seguimiento. En este punto es importante extraer información y establecer un procedimiento que permita el seguimiento para verificar el proceso. El objetivo es completar el círculo de retroalimentación, o determinar si se lograron o no las metas de los primeros auxilios psicológicos: el suministro de apoyo, reducción de la mortalidad y cumplimiento del enlace con fuentes de apoyo. 6.2 RESPUESTA A LAS AMENZAS DE SUICIDIO U HOMICIDIO. Recordemos que uno de los objetivos de los primeros auxilios psicológicos es la reducción de la mortalidad. El tema del suicidio sin lugar a dudas es uno de los más delicados en nuestro trabajo, para ello debemos tomar en cuenta las siguientes consideraciones: 1.- Existen muchas posibles razones para el surgimiento del comportamiento suicida: clamar por ayuda, intento de manipular a otros, resultado de un episodio psicótico, lineamientos políticos, desesperanza y falta de ayuda para encarar problemas vitales irremontables o un final razonado para el sufrimiento emocional o físico. 2.- Existencia de sentimientos ambivalentes: la persona tanto quiere vivir como quiere morir. 3.- La mayoría de las personas son suicidas de manera intensa tan sólo por un corto periodo de tiempo. Nuestro trabajo es posponer este asunto lo más que se pueda hasta que la persona reconsidera esta opción. 4.- La mayoría de las personas suicidas o que matan a alguien más dan algún aviso o clave de sus intenciones mucho antes de consumar el hecho. Hay quienes lo hacen verbalmente, otras personas muestran actitudes como la apatía, el arreglo de negocios y la preparación para la muerte, patrones de sueño anormales, ánimo depresivo (así como su súbita elevación). 5.- El peligro para la vida está en su punto más elevado cuando alguien que está en crisis tiene tanto un plan mortal como los medios para llevarlo a cabo. 6.- La meta de salvar la vida humana sustituye a la total fidelidad a la confidencialidad. 7.- Es importante por parte del consejero estar consciente de sus propios sentimientos y actitudes acerca de la muerte y del hecho del suicidio; estar listo para consultar con sus colegas o supervisores acerca de lo apropiado de cualquier paso directivo dado y preparado para lidiar con el “fracaso”, esto es, que el paciente complete el suicidio. En estos casos es necesario indagar cual fue el problema no resuelto que ha llevado a la persona a tomar esta opción como alternativa. La indagación en las etapas iniciales se dirige a reconocer la amenaza así como la evaluación de la peligrosidad, esto último debe considerar tres variables clave: plan, el historial de intentos previos y la voluntad de hacer uso de auxiliares externos. 6.3 CONSIDERACIONES PRÁCTICAS. En todo momento el consejero se debe preguntar ¿Qué clase de contacto he logrado con esta persona? ¿Están en competencia las posibles soluciones con las necesidades ordenadas de modo jerárquico? ¿Qué acciones concretas necesitan tomarse? ¿Quién las tomará? ¿Soy claro con respecto al seguimiento? 7. INTERVENCIÓN DE SEGUNDA INSTANCIA. La terapia para crisis resurge donde los primeros auxilios psicológicos cesan al asistir al paciente en el proceso de reconstruir una vida quebrantada por un incidente externo, lo mismo si éste es la muerte de un ser querido o una situación del desarrollo. Aquí es importante translaborar el incidente de crisis de modo que éste se integre de manera funcional en la trama de la vida, para dejar al paciente abierto, antes que cerrado, para encarar el futuro. Las energías terapéuticas se ajustan para ayudar al paciente a: a) identificar y expresar sentimientos que acompañan a la crisis; b) sobrevivir físicamente a la experiencia de la crisis; c) obtener un dominio cognoscitivo sobre la crisis y d) realizar toda una variedad de adaptaciones conductuales e interpersonales que requiere la crisis. En este nivel la valoración más utilizada es el perfil CASIC (conductual, afectiva, somática, interpersonal y cognoscitiva) elaborada por Slaikeu y sus colaboradores, a continuación haremos una descripción detallada de este perfil y de sus implicaciones en el trabajo de la terapia para crisis. Conductual: Se refiere a la actividad patente, en particular trabajar, jugar, y otros patrones vitales importantes que incluyen el ejercicio, los patrones de dieta y sueño y el uso de drogas, alcohol y tabaco. Al valorar el funcionamiento conductual de un paciente, se da atención a los excesos y carencias, antecedentes y consecuencias de los comportamientos clave y las áreas de particular fortaleza y debilidad. Afectividad: Incluyen un rango completo de los sentimientos que un individuo pueden tener acerca de cualquiera de estos comportamientos, de un incidente traumático o de la vida en general. También se da atención a la valoración de la adecuación social, o a la competencia entre el afecto y distintas circunstancias de la vida. Debemos considerar cuatro determinantes primarios de la emoción: algunas emociones han de comprenderse como respuestas psicológicas condicionadas a los estímulos ambientales; las emociones se pueden ver también como respuestas a estímulos internos tales como cogniciones, fantasías u otras imágenes ambientales; la conducta influye sobre la emoción, expresar una emoción, actuar una emoción aumenta el afecto; por último, las emociones también pueden verse como operantes orientados hacia metas. Somático: Se refiere a todas las emociones corporales, que abarcan la sensibilidad al tacto, el sonido, la percepción, el gusto y la visión. La valoración de esta modalidad conduce de manera directa a la primera tarea para la resolución de la crisis, la supervivencia física. Interpersonal: Incluye datos sobre la cantidad y calidad de las relaciones sociales entre un paciente y su familia, amigos, vecinos y trabajadores. Se pone atención al número de contactos en cada una de estas categorías, y en la naturaleza de las relaciones, en particular el papel que juega el paciente con distintos allegados. Cognoscitivo: Aquí se incluyen las imágenes o representaciones mentales con respecto a la vida, los recuerdos sobre el pasado y las aspiraciones para el futuro, así como las reflexiones no controladas de manera relativa, tales como sueños diurnos y nocturnos. La cognición es una clasificación que se utiliza para referirse al rango completo de los pensamientos y, de modo particular, las autoaseveraciones que las personas hacen acerca de su comportamiento, sentimientos, funcionamiento corporal y otros semejantes. La premisa capital de las terapias cognoscitivas es que nuestras reacciones emocionales a los acontecimientos de la vida dependerán de nuestras interpretaciones cognoscitivas y nuestras creencias. 7.1 SUPUESTOS DE LA VALORACIÓN. Debemos de ser capaces de valorar el impacto del incidente de crisis en todas las cinco áreas de funcionamiento de la persona. El desatender una o más áreas conducirá sólo a una comprensión parcial de la crisis, y a entorpecer las subsecuentes intervenciones terapéuticas. Los cinco subsistemas, arriba mencionados, se interrelacionan de manera que puede esperar que los cambios en uno conduzcan al cambio a los otros, por ello mismo, debemos considerar en todo momento tanto las debilidades como las fortalezas de dichas áreas. Es necesario tener siempre en mente cual fue el incidente precipitante de la crisis de nuestro paciente y qué es lo que el paciente quiere dela terapia para crisis, así mismo, se debe considerar el entorno directo de la persona, y de esta forma saber cual es el funcionamiento CASIC previo a la crisis, todo esto con la finalidad de determinar cuán bien funcionaba el individuo antes del incidente de la crisis. En tanto que cada una de las variables es importante, se pone atención especial a los patrones previos de enfrentamiento y conflictos personales irresueltos. En general, podemos decir que la terapia para crisis tiene cuatro tareas para la resolución del conflicto: a) Supervivencia física: La primera tarea para los pacientes es que permanezcan vivo y tan bien en el aspecto físico como sea posible. La principal tarea es la estructura de los primeros auxilios psicológicos abordados anteriormente. b) Expresión de sentimientos: La principal estrategia es escuchar activamente, donde el terapeuta escucha tanto lo que ha pasado al paciente como el cómo se siente este con respecto a los acontecimientos. Antes de que se puedan expresar los sentimientos se les debe identificar. Dos recursos que podrían ser utilizados para este objetivo son la catarsis y la terapia narrativa. c) Dominio cognoscitivo: Aquí se deben extraer las representaciones imaginarias de los pacientes, tanto como de los pensamientos, para la comprensión del por qué un incidente particular conduce a la crisis. Así pues, el papel del terapeuta es servir como verificador de la realidad, así como que el paciente comprenda el significado que el incidente tiene para él, cómo éste entra en conflicto con las expectativas y mapas cognoscitivos, metas vitales/sueños y creencias religiosas. d) Adaptaciones conductuales/interpersonales: En este punto el paciente es capaz de mantener contacto con otros, dar pasaos para ayudar a otros que estén en problemas y retener algún nivel de control sobre la vida diaria. Todo lo anterior como resultado de una característica que ha resurgido en nuestro paciente: mantener la confianza en la fortaleza interna de uno mismo. 8. RESILIENCIA. 8.1 EL CONCEPTO DE RESILIENCIA El concepto proviene de la física y se refiere a la resistencia y maleabilidad de los materiales y su capacidad de recuperación. El vocablo resiliencia tiene su origen en el latín, en el término resilio que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. También se dice que es una castellanización de la palabra inglesa resilience o resiliency. Se aplica por primera vez al campo de las ciencias sociales para caracterizar a aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos. (Rutter, 1993). El trabajo que dio origen a este nuevo concepto fue el de E. E. Werner (1982), quien estudio durante 30 años a 698 niños nacidos en medio de la pobreza en la isla de Kauai y que pasaron grandes penurias a lo largo de su desarrollo. Muchos presentaron patologías físicas, psicológicas y sociales, tal y como, desde el punto de vista de los factores de riesgo, se esperaba. Pero ocurrió que muchos lograron un desarrollo sano y positivo: estos sujetos fueron definidos como resilientes. “Si se logra conocer aquello que permitió a las personas protegerse del desarrollo de patología, se podrán desarrollar medios para mejorar la resistencia de las personas frente al estrés y la adversidad” (Rutter, 1993) Desde hace algunos años ha comenzado a estudiarse y manejarse el concepto de resiliencia como aquella cualidad de las personas para resistir y rehacerse ante situaciones traumáticas o de pérdida. Diversos autores la definen como: La capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. El concepto de resiliencia en los seres humanos es la capacidad para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas (Grotberg, 1996). El resorte moral o la cualidad de la persona que no se desanima, que no se deja abatir. (Bowlby, 1992). Habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva (ICCB, Institute on Child Resilience and Family, 1994). Desde la perspectiva ecológica, la resiliencia se basa en la idea de un sistema en equilibrio estable cuyo comportamiento es previsible, y en esta acepción, la resiliencia es equivale a la noción de estabilidad de un sistema, alrededor de un punto de equilibrio (Holling, 1996). Desde los modelos orientados a la salud y no hacia la enfermedad se entiende al individuo como un sujeto activo y fuerte, con una capacidad natural de resistir y rehacerse a pesar de la vivencia de adversidades. (Modelo economicista de Brofenbrenner). La resiliencia habla de una combinación de factores que permiten a un niño, a un ser humano, afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida (Suárez Ojeda, 1995). 8.2 CARACTERÍSTICAS DE LA RESILIENCIA ¿La resiliencia es algo natural de la persona o se adquiere con la educación? ¿Tiene que ver con la persona o más bien con la situación? ¿Se tiene una capacidad estable y persistente o varía a través del tiempo y/o las circunstancias? Los primeros investigadores consideraban los factores de riesgo y los factores protectores de las personas como algo estable, e innato. Los Factores de riesgo son ciertas condiciones estresantes en sí mimas y las personas resilientes los son de forma innata y de forma estable. Rutter y Grotberg entre otros investigadores de los años 90 no creen que esto factores formen esquemas fijos e inamovibles. En sus estudios constatan que la distinción que se establece entre factores promotores y factores de riesgo es muy permeable. Es una cualidad que puede ser desarrollada a lo largo del ciclo de la vida. Y que puede variar a lo largo de la misma según las circunstancias. La resiliencia no es absoluta ni se adquiere de una vez para siempre. Es una capacidad que resulta de un proceso dinámico y evolutivo que varía según las circunstancias, la naturaleza del trauma, el contexto y la etapa de la vida y que puede expresarse de muy diferentes maneras en diferentes culturas. Es un proceso, de forma que no es tanto la persona la que es resiliente como su evolución y su proceso vital. La resiliencia nunca es absoluta, total y para siempre. Es una capacidad que resulta de un proceso dinámico, evolutivo, en que la importancia de un trauma siempre puede superar los recursos del sujeto. La resiliencia es fruto de la interacción entre el propio individuo y su entorno. No es un “atributo” con el que los niños nacen, ni una “capacidad adquirida” en el desarrollo, sino que es un proceso “interactivo” individuo < > medio. “La resiliencia no es un rasgo que las personas tienen o no tienen. Conlleva conductas, pensamientos y acciones que cualquier persona puede aprender y desarrollar. Se trata de una nueva mirada de la manera en que los diferentes seres humanos afrontan posibles causas de estrés: malas condiciones y vejaciones en la familia, reclusión en campos de prisioneros, situaciones de crisis como las causadas por viudez o el divorcio, las grandes pérdidas económicas o de cualquier otra índole”. (García, Rodríguez y Zamora). El grado de resistencia es relativo, no es estable en el tiempo y varía de acuerdo a la etapa del desarrollo de los niños y de acuerdo a las circunstancias. (Rutter 1985). “La cultura de la persona puede influir en la forma como comunica sus sentimientos y se enfrenta a las adversidades, por lo que la expresión de la resiliencia variará también según la cultura.” (Medina Amor, J.L.) 8.3 LA PERSONALIDAD RESILIENTE. La Persona resiliente ideal sería aquella que enfrentada a un suceso traumático no experimenta síntomas disfuncionales ni ven interrumpido su funcionamiento normal, sino que consiguen mantener un equilibrio estable sin que afecte a su rendimiento y a su vida cotidiana. Pero esto, aun no siendo un fenómeno tan raro o excepcional, lo más habitual es que tras la experiencia traumática se pase por un periodo de disfuncionalidad de la que se recuperan de forma natural. Y hablamos de personalidad resiliente, pues a pesar del periodo de desequilibrio provocado por el suceso traumático, se mantiene un cierto equilibrio durante todo el proceso que apoya la recuperación. Contempla un grupo de importantes y valiosas variables psicológicas y sociales. De aquí que no sólo su comprensión, sino también sus posibilidades de formación y entrenamiento se conviertan en importantes aliadas de los profesionales sanitarios para lograr mayores niveles de salud y bienestar entre las personas a quienes brindan sus servicios. Habrían tres componentes fundamentales de la personalidad resiliente: las tres C, Compromiso, Control y Cambio. Las personas resistentes tienen un gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de control sobre los acontecimientos y están más abiertos a los cambios en la vida. Compromiso: Es reconocerse a sí mismo como persona valiosa y capaz de lograr determinadas metas y propósitos existenciales que se proponga, el ser capaz de tomar responsablemente decisiones congruentes con los principios y valores y, como consecuencia, comprometerse con las consecuencias de las mismas. Presupone el implicarse y no permanecer como un simple espectador en las diferentes esferas de la vida en que se participa, tanto las familiares como las laborales, sociales y recreativas. Protagoniza y hace o propicia que las cosas ocurran y se interesa en el propio bienestar y también en el bienestar de los otros. Este concepto conlleva también un sentimiento de comunidad, una sensación de pertenecer, de disposición de ayudar a los otros, y también de recibir y beneficiarse con su apoyo cuando así lo necesite. Control: es la propensión a pensar y actuar con la convicción de que son ellos, y no la casualidad o los demás, quienes deciden o pautan el curso de los acontecimientos. Asumen su propia responsabilidad, al sentirse capaces de cambiar el curso de los acontecimientos en la dirección de las propias metas y valores... de aquí su estrecha relación con los compromisos anteriormente expuestos. Las personas con limitadas cualidades de control fracasan ante los nimios obstáculos pues al tener la creencia de falta de control renuncian a sus intentos de afrontamiento y se dan por derrotados antes de tiempo, lo que los puede conducir a un miedo generalizado a la vida en que todo lo ven como un peligro o una amenaza que desborda sus posibilidades de control. Cambio/reto/desafío: (del inglés challenge, la tercera “C”) Asume el cambio y no la estabilidad como lo que caracteriza a la existencia humana. Las personas que poseen la cualidad de ver la vida como un reto, ven en la existencia humana y los inconvenientes que ponen a las personas ante disyuntivas de cambio, una constante oportunidad de crecimiento y mejora humano más que como un peligro o amenaza, lo que evidentemente hace que predominen en ellas las emociones positivas que acompañan a las ganas y el coraje de vivir... tal vez pueden encolerizarse, pero raramente les atrapa la depresión y la angustia y esto favorece su calidad de vida y bienestar. Competencia social, robustez (hardiness), invulnerabilidad, resistencia al estrés, son términos que se utilizan para explicar las características de la personalidad resiliente. Por ellos podemos hablar de que existen ciertos factores de la personalidad que son protectores y favorecedores de la resiliencia y por el contrario, factores perjudiciales o de vulnerabilidad: 8.4 FACTORES RESILIENCIA: PROTECTORES Y FAVORECEDORES DE LA Factores personales de protección: - Control emocional y valoración positiva de uno mismo. - Apoyo social y estilos de vida equilibrados. - Afrontamiento activo de las dificultades cotidianas. - Sentido del humor. - Actitud positiva ante la vida. - Creencias religiosas o espirituales. - Aceptación de las limitaciones personales. - Satisfacción laboral y/o personal. 8.5 FACTORES (VULNERABILIDAD): PERJUDICIALES O NO RESILIENTES - Mostrarían carencias en el sentido del compromiso (alienación). - Un locus de control externo. -Tendencia a considerar el cambio como negativo y no deseado. - Personas rígidas. Todo el mundo, en cualquier etapa de su vida y en cualquier ámbito, puede encontrarse en una situación traumática que podría superar; y al hacerlo, salir fortalecido pues ha adquirido nuevas experiencias y estrategias de afrontamiento que favorecerán el crecimiento de los valores de resiliencia personal. Por eso podemos hablar de educar y favorecer la resiliencia. Según Grotberg y Rutter todas las personas podemos ser resilientes. El desafío consiste en encontrar la manera de promover la resiliencia en cada persona, tanto individualmente como en las familias y las comunidades. La resiliencia es un proceso que puede ser promovido y que, por tanto, es necesario estudiar la elaboración de modelos que permitan promoverla de forma efectiva mediante programas de intervención. 8.6 CUALIDADES DE LAS PERSONAS RESILIENTES. La teoría del desafío y los siete pilares de la resiliencia (Wolin, 1999), habla de las cualidades de las personas resilientes y los sistemas de apoyo que predicen el éxito personal y social: 1. Introspección: Capacidad de preguntarse a uno mismo y darse una respuesta honesta. 2. Independencia: Capacidad de saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas sin caer en el aislamiento. 3. Relacionarse: Capacidad de establecer lazos con otros para equilibrar la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a los otros. 4. Iniciativa: Gusto por exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más complejas. 5. Humor: Encontrar lo cómico en la propia tragedia. 6. Creatividad: Capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden. 7. Moralidad: Consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a toda la humanidad y capacidad de comprometerse con valores (Sobre todo a partir de los 10 años). Los factores que suelen contribuir a fortalecer y dinamizar estas capacidades son la resistencia, la flexibilidad y la capacidad de adaptación. 9. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA. BENVENISTE AD. ; “Intervención en crisis después de grandes desastres.” Trópicos. Revista de Psicoanálisis. 2000; 1(1): 137-48. CAPLAN, GERALD “Aspectos preventivos en salud mental “ Ibérica, S.A. (1993) ISBN84-7509-947-5. Ediciones Paidós DU RANQUET, MATHILDE: “Los modelos en trabajo social” ed.: Siglo XXI (1996) ISBN 13: 9788432309403. DUQUE, F.; ·Impacto Psicológico”. Cuso Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes. ENPC ESPAÑA. (Nov.2009). ERIKSON, ERIK; “El ciclo vital completado”, Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica. (2000). ISBN 84-493-0939-5 LAZARUS, ARNOLD A. El enfoque multimodal: una psicoterapia breve pero completa. Bilbao: Desclée de Brouwer [2000] Páginas: 167 ISBN: 8433014676. LAZARUS, R. Y FOLKMAN, S. (1984) “Estrés y procesos cognitivos” (Richard S. Lazarus, Susan Folkman); traducción de María Zaplana; revisión y prólogo de Manuel Valdés Publicación: Barcelona: Martínez Roca, D.L. 1986 468 pág.; 23 cm ISBN: 8427010133. SLAIKEU, K.A.:” intervención en crisis: manual para la práctica y la investigación” (2ª edición). (1999).