Esta sala del Museo está dedicada a los rituales de enterramiento de los romanos. Nos vamos a trasladar en el tiempo a una ciudad romana que se encuentra muy cerca de Antequera. Se llamaba Singilia Barba. Imagínate que estamos en el año 160 d.C. En la capital, Roma, gobierna el emperador Antonio Pío. En esta ciudad y en otras del interior hay muchas familias que se han hecho ricas gracias, sobretodo, a la producción y al comercio del aceite. Estas familias prefieren vivir en el campo (alejados de las prisas y ruidos de la ciudad), en grandes casas (villas) con habitaciones muy lujosas y con estancias dedicadas a las faenas propias del campo. En la villa de los Acilios están muy tristes porque una mujer que se llamaba Acilia Plecusa acaba de morir. Su familia se prepara para realizar la ceremonia de entierro según las costumbres tradicionales romanas. Amada madre: cierro tus ojos por Amada madre cierro ojos última vez y con un beso tus recojo tu por ultima vez y con un beso último aliento. recojo tu ultimo aliento. ¡Acilia ! ¡Acilia ! Ya están preparados los ungüentos Manio Acilio, su hijo, recoge su último aliento, ya que los romanos pensaban que el espíritu escapaba por la boca en el momento de la muerte. El cadáver estaba vestido con la stola. Este ropaje indicaba que la mujer estuvo casada. Los hombres se vestían con la toga, que, según su importancia, llevaba bandas de distintos colores. Tenemos urnas de vidrio, cerámica y No, quiero aquel sarcófago de mármol rojo y ese altar funerario del mismo color El hijo mayor de Acilia se encarga de comprar los objetos necesarios para el entierro. En estos momentos, está de moda la incineración (quemar el cadáver y recoger las cenizas en una urna u otro recipiente), aunque poco a poco se va imponiendo la inhumación (enterrar el cadáver directamente). Ella dejó dispuesto en su testamento que quería ser inhumada en su sarcófago de mármol. ¿Eres capaz de identificar algún objeto de la imagen en las vitrinas de la sala donde te encuentras? Fíjate su hijo mayor porta el retrato de su bisabuelo Ay que dolor El cortejo fúnebre se dirige hacia el foro (la plaza pública principal) de la ciudad. Nos ha abandonado para siempre ¡Qué gran mujer fue Acilia Plecusa! Respetó a los dioses y las leyes, amó a los suyos En el foro, su hijo mayor pronuncia un discurso sobre las virtudes de su padre: el elogio fúnebre. Posteriormente, el cuerpo de Acilia Plecusa fue introducido en esta tumba familiar, donde yacían las urnas con las cenizas de sus familiares, que estaban colocadas en aquellos pequeños nichos, pero, como ya sabes, ella no se quiso incinerar y, por eso, su cuerpo se introdujo en el interior de un sarcófago con una pequeña lucerna (candil o lámpara) que desde pequeña había sido su juguete preferido. Pequeños nichos Sarcófago ¡Encuentra el juguete de Acilia en la vitrina pequeña! Para los griegos y romanos el mundo de los vivos y el de los muertos estaban separados por una gran laguna llamada Estigia. Las personas, al morir, tenían que atravesarla en una barca, a cuyo dueño, el barquero Caronte, tenían que pagar el viaje. Por ello, a muchos se le colocaba una moneda en la boca, una lucerna para alumbrarse durante el viaje y algunos ungüentarios con sus perfumes preferidos. Esta lucerna representa un difunto en el momento de comenzar el viaje en la barca de Caronte. ¿Serás capaz de localizar las lucernas en esta sala del Museo? Una vez terminada la ceremonia del entierro, se sacrificaba un animal y se celebraba un banquete junto a la tumba. Este acto solía repetirse coincidiendo con los aniversarios. En el exterior, y en algunos casos en el interior, de la tumba se colocaba una estela o un ara (altar) en la que se indicaba con una inscripción los datos del difunto. D.M.S. ACILIA.PLAECUSA.SI NG.BARBENSIS. ANN.XXXIV H.S.E.S.T.T.L. DEDICADA A LOS DIOSES MANES SAGRADOS AQUÍ YACE, ACILIA. PLEACUSA. DE SINGILIA BARBA FALLECIÓ A LOS 34 AÑOS. QUE LA TIERRA NO TE PESE Busca alguna de estas piezas en la sala del museo. La mayoría de las veces se hacía una dedicación a los dioses funerarios (dioses manes), luego, el nombre del difunto, los años que tenía cuando falleció y alguna frase ritual como: “aquí yace que la tierra no te pese” o “fue piadoso con los suyos”. Este cementerio (necrópolis) siguió funcionando como lugar de enterramiento durante casi 300 años más. Se impuso definitivamente la moda de la inhumación. Ya las tumbas eran cada vez más sencillas. Como tapadera, se utilizaban unos ladrillos planos de cerámica que se colocaban sobre la fosa excavada en el suelo. Estos ladrillos se colocaban de manera horizontal, o bien formando un pequeño tejadito. Encuentra una de estas tumbas en la sala del Museo. Pasaron los siglos y la erosión, las crecidas de ríos y arroyos, así como los trabajos agrícolas acabaron por sepultar todos los restos visibles de la necrópolis bajo la tierra. Hoy Siglo XIX Edad Media. Siglo II después de Cristo. Siglo V antes de Cristo. Siglo VIII antes de Cristo. Recientemente (1993), durante las obras del tren, los arqueólogos encontraron este cementerio y la tumba de Acilia. La desmontaron pieza a pieza y, como si fuera un puzzle gigante, la volvieron a colocar en esta sala del Museo de la Ciudad para que todos podamos contemplarla. Fin. Dibujos: Miguel Pérez Ortiz. Autor de la adaptación: Manuel Romero Pérez. Ayuntamiento de Antequera. Concejalía de Patrimonio Histórico. Museo de la Ciudad de Antequera. Este trabajo es una adaptación para el Museo Ciudad de Antequera del Cuaderno de actividades: “El Mundo funerario romano: Columbarios de Cádiz”. Gabinete Pedagógico de Bellas Artes. Cádiz. Consejería de educación y Ciencia. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía 1999.