Es innegable que los seres humanos que viven dentro de una

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NOMBRE DEL PANEL I: TEORÍAS DE LA DEMOCRACIA Y REPUBLICANISMO: A
PROPÓSITO DE REPRESENTACIÓN Y LA FORMACIÓN POLÍTICA
LÍNEA: DEMOCRACIA Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA
PONENCIA: ¿FORMAR EN O PARA LA POLÍTICA? UNA PREGUNTA A PROPÓSITO
DE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA.
Ponente: MARÍA DOLLY CUARTAS HENAO1
Resumen:
Es innegable que los seres humanos que viven dentro de una sociedad
determinada, y la que es particularizada por una forma específica de sistema
político, Estado, posee una relación inicial con sus conciudadanos y con su Estado
demarcado por el mundo jurídico; es decir, que cada habitante es reconocido con
el primer derecho dentro de su Estado: la ciudadanía; esto significa que se le
reconoce como un sujeto de derecho. En esta primera dimensión de
reconocimiento, es necesario que el sistema educativo se pregunte si su papel
para la realización de este derecho está en Formar En la Política o en Formar
Para la Política, si es la primera alternativa, entonces se reconocería que los seres
humanos son sujetos políticos por naturaleza, tal como lo manifestara Aristóteles,
y ahora se deberían de estar formando a las nuevas generaciones, en lo que se
podría llamar el deber natural moral público; pero si por el contrario, la
respuesta es la segunda, el sistema educativo y el político deberían de
conformarse que en la política sólo participen aquellos ciudadanos que tengan
vocación por lo público, similar a la vocación por la medicina o las artes, pero
también debe de aceptar a aquellos que se avocan a la política como medio para
alcanzar fines particulares individuales. Esta ponencia le apunta a la primera en
términos de reconfigurar las democracias liberales por democracias republicanas.
1
Filósofa, licenciada en Filosofía, Magister en Filosofía y estudiante de Doctorado en Filosofía, Instituto de
Filosofía de la Universidad de Antioquia. Profesora, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la
Universidad de Antioquia, Coordinadora del Semillero Estudios Críticos sobre Democracia, adscrito a la
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.
Contacto: [email protected]
1
Palabras claves: Formación, Participación política, Democracia.
Cuando se hace referencia a los sistemas políticos abiertos o libres las
democracias y las repúblicas, para el caso de las primeras, la pregunta al respecto
es ¿Cuánta cantidad de sus ciudadanos deben estar presentes en la esfera
pública? o ¿Cuántos de ellos deben hacer parte de la política, para que las
decisiones que se tomen allí de obligatorio cumplimiento, y de carácter universal,
gocen de plena legitimidad?
Al preguntar por la cantidad de ciudadanos que habitan lo público y hacen política,
es enunciar una pregunta por la Participación Política, ycomo consecuencia lógica,
aparece la pregunta por la Representación Política. No obstante pensar ambas
categorías en las actuales democracias es preguntarse por una relación
diametralmente opuesta, así lo manifiesta sistemas como el Republicanismo, otro
tipo de los sistemas abiertos; mientras que para este la importancia radical está en
el mayor número de ciudadanos participando públicamente (que se preocupan
más por la Participación Política) y la existencia de un menor número en la
Representación Política, para la Democracia es lo opuesto, ello precisamente
porque hay una permisión oculta a la sujeción de la mayoría de los ciudadanos al
mundo privado -económico- que justifica el abandono de lo público, el cual es
habitado por los “más capacitados”, quienes son una minoría.2 En este sistema
político, aunque tiene la presencia de los ciudadanos en la política como uno de
sus elementos constitutivos, en la actualidad se abre el sistema para una mayor
Representación Política, en ella deben estar incluidos todos los sectores de la
sociedad, identificados por la variedad de partidos políticos existentes, y no tanto,
por la Participación Política de la mayoría de esa diversidad de ciudadanos de
manera permanente en las decisiones públicas, ello precisamente, porque la
2
Aunque se debe aclarar que no para todas las democracias, existe la participativa, para la que es
fundamental la participación de sus ciudadanos y también hay aquellas democracias representativas, que si
bien reconocen la necesidad de la participación política de los ciudadanos, lamayor fuerzade su directriz
como sistema, está en la Representación, por considerarla más cualificada y que ella si contienen el interés
general. Ver. Teorías del elitismo.
2
cantidad de la población es demasiada y por practicidad se adopta el sistema de
representación política.
Esta relación entre la Participación y la Representación Políticas en la democracia
ha traído un fenómeno como el abandono de lo público y de la política; entendida
esta como ejercicio constante de deliberación sobre lo general, y que compete a
todos los ciudadanos. No obstante, algunos agentes públicos como quienes
forman las élites políticas y los medios de comunicación han reforzado el
imaginario a los ciudadanos, que lo mejor es dejar los asuntos del Estado en
manos expertas.
Las actuales crisis de legitimidad de los Estados democráticos tienen como una de
sus fuentes el rompimiento del lazo entre los ciudadanos y el Estado3, debido a
que la exagerada importancia del mercado y su imposición, por unos pocos grupos
sobre la mayoría, ha causado una serie de desplazamientos de categorías
políticas que permiten hablar de un vació en los Estados democráticos actuales.
A continuación se presentan tres críticas importantes al respecto de los Estados
demoliberales. La primera es de Ch. Mouffe (2005), su crítica está encaminada al
liberalismo, como uno de los componentes de tales Estados, y afirma que a raíz
del concepto de consumidor, el Liberalismo aliviana el conflicto entre quienes
deben ser concebidos como ciudadanos, tal “alivianamiento” los vuelve
competidores dentro del mercado, lo que saca al conflicto y en su lugar ubica la
competencia, así el liberalismo niega lo político, porque lo que necesita son
individuos (mentalidad disgregada) y no ciudadanos (mentalidad colectiva).
La segunda es presentada por H.C.F. Mansilla (2002), para quien tanto los
enfoques institucionalistas como desde las Teorías de la transición de la
Democracia, para los estados demoliberales, le presentan una insuficiencia traída
3
La otra es el Derecho según Ferrajoli. ¿Democracia sin Estado?
http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/4/1627/13.pdf
3
desde el liberalismo, porque este está basado en el contractualismo, haciendo lo
que se puede llamar una alegoría al “cálculo estratégico del interés egoísta”. Sus
defensores opinan que el liberalismo como tal es favorable al libre mercado,
porque en este los individuos pueden conseguir libremente lo que necesitan y
desean; la crítica de Mansilla al respecto va en el entendido que los defensores de
este están confundiendo crecimiento y desarrollo, y al tratarlos como sinónimos,
se va generando una opinión del precio sobre las cosas inclusive sobre las
personas, en el cual el valor desaparece como categoría que dignifica y humaniza;
además que traen dinámicas de producción que competen a la esfera económica,
no necesariamente adecuadas para la política.
Tales confusiones, permiten que cosas importantes para el Estado y la sociedad
incluidas en la esfera política, como la construcción de la opinión pública es dejada
a los medios de comunicación, los que están aliados en gran parte al mercado;
además “la calidad intelectual y ética de los grupos” como los partidos políticos,
se relativiza de tal manera que ya no se eligen a los mejores sino a los menos
peores. Una premisa derrotista para las democracias.
En tercer lugar, está la crítica de J. C. Monedero (2012), para quien la democracia
liberal dese los años 70 se convirtió en “el referente a seguir”, pero que exigía
cambios, fue así que: “El 'cliente' ocupó el lugar del 'ciudadano', la racionalidad de
la 'empresa' expulsó a la 'ineficiencia del Estado', la 'modernización' sustituyó a la
'ideología' lo 'privado' se valoró por encima de lo 'público' El 'consenso' desplazó
al 'conflicto'.
Estas tres miradas de crítica negativa4 que pueden explicar las crisis de las
democracias liberales contemporáneas, tienen en común a la política como una
esfera des-habitada por los ciudadanos, quienes sin hacer resistencia se han
dejado arrinconar o trasladar de una esfera en la cual la igualdad cobra su sentido,
porque con la ciudadanía como status político del ciudadano, se le reconoce como
4
Una crítica positiva es la de G. O´Donnell: las crisis perpetuas de la democracia. Formato digital.
4
habilitado para deliberar acerca de las cuestiones fundamentales para todos, las
de obligatorio cumplimiento; es decir, en esta se discuten aquellos temas,
cuestiones y problemas de carácter general y la universalidad es el único criterio
que le da razonabilidad a las decisiones tomadas.
Arriba se estableció la relación necesaria y diametralmente opuesta entre la
Participación y la Representación Políticas, el objetivo de esta ponencia es el de
escudriñar alrededor de la Participación Política a partir del concepto de
Formación, la pregunta a responderse es ¿se debe Formar en o para la política?,
para responder esto desde el Estado se debe tener claridad Cuánta y Qué clase
de Participación está buscando asegurarse por parte de sus ciudadanos, además
qué tipo de ciudadanía es la que desea legitimar si es amplia y activa o restringida
y parcializada.
A continuación se traen las precisiones conceptuales al respecto. En primer
término está el concepto de Formación. Cuando H-G. Gadamer habla de
Formación trae en su conceptualización otros conceptos. En una de sus
afirmaciones dice: La formación pasa a ser algo muy estrechamente vinculado al
concepto de la cultura, y designa en primer lugar el modo específicamente
humano de dar forma a las disposiciones y capacidades naturales del hombre,
(…). (Gadamer, 1993:18). La referencia a la cultura, le da a la Formación un tinte
de singularidad de un grupo humano sobre otro, ello respecto a las maneras en las
cuales se toman las determinaciones para desarrollar la diversidad de las
potencialidades humanas.
No obstante, no es tan fácil, no es sólo un perfeccionamiento de habilidades, como
bien lo señala C.I. Ríos (1996), se requiere que quienes se adentren en el campo
de la Formación lo hagan guiados por la reflexión, esta rebasa lo meramente
tangible que acompaña a los seres humanos «Pero cuando en nuestra lengua
decimos 'formación' nos referimos a algo más elevado y más interior, al modo de
percibir que procede del conocimiento y del sentimiento de toda la vida espiritual y
5
ética y se derrama armoniosamentesobre la sensibilidad y el carácter» (Ibíd., 39)5.
La exigencia de la reflexión lleva consigo la humanidad en bloque de corte
kantiano, solo que esta no se encuentra por fuera sino al interior del ser humano,
es su humanidad conectada con la de los demás. Ese conocimiento construye un
criterio de igualdad que supera cualquier otro.
Un ejemplo de esto último se puede encontrar con el intento que realizan Ch.
Perelman y L. Olbrechts-Tyteca, con la renovación de la Retórica. Los autores
buscan resolver el problema de la justicia concreta con el criterio de justicia formal,
que es determinado por la igualdad (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1989:15).6 Al
respecto los autores afirman “la aplicación de un tratamiento idéntico a seres o a
situaciones que se integran en una misma categoría”, y continúan: “(…) seres de
la misma categoría esencial deben ser tratados de la misma manera” (ibíd.340).
Este concepto de justicia perelmaniano es precisamente formal, porque al no
determinar el cómo las categorías son esenciales, para aplicar el concepto, le
permite a las divergencias y al desacuerdo natural del momento surgir cuando se
lleve a la tarea de determinar sus características esenciales de la justicia, es decir,
cuando se hace el tránsito de la aplicación de la justicia formal abstracta a la
justicia concreta. (Cuartas, 2008: 41). Los autores como no pudieron resolver su
problema desde la lógica formal, no tuvieron otra opción que buscar una lógica de
5
Cfr. G. W. Fr. Hegel, WerkeXVIII, 62.
1. A chacun la méme chose. (A cada uno la misma cosa)
2. A chacun selon ses mérites. (A cada uno según sus méritos)
3. A chacun selon ses oeuvres. (A cada uno según sus obras)
4. A chacun selon ses besoins. (A cada uno según sus necesidades)
5. A chacun selon son rang. (A cada uno según su rango)
6. A chacun selon ce que la loí luí attribue. (A cada uno según lo que la ley le atribuya)
6
6
los juicios de valor, la única que puede dar respuesta a las elecciones políticas y
morales de los hombres7.
No. La igualdad que establece la relación reflexiva en la Formación es la
consecuencia lógica por adentrase en el terreno de la ética, ella es la única que
permite la relación entre humanidades así estén inmersas en complejas
conexiones con el mundo, ya sea filosófico, político, social, cultural, sagrado, de
género o sexual. Lo anterior para señalar que en Verdad y Método Gadamer hace
referencia al devenir de la conciencia de Hegel (Hegel. 1983). En su ya clásico
capítulo IV de su Fenomenología del espíritu, Hegel afirma
“el objeto
no se
muestra ser en verdad como era de un modo inmediato en sí, como lo que es de
la certeza sensible, la cosa concreta de la percepción, la fuerza del entendimiento,
sino que este en sí resulta ser un modo en que es solamente para otro (…)”
(Hegel. Ibíd.: 107). En palabras de Hegel, la conciencia se hace conciencia de sí
para ser realmente conciencia de otro, ya ella no puede quedarse encerrada en sí
misma, necesariamente la reflexión la lleva a pensar en el otro.
Esa toma de conciencia de sí para otro, y lo que ocurre en su trayecto es lo que
Gadamer denomina apropiarse "uno se apropia por entero de aquello en lo cual y
a través de lo cual uno se forma", de una manera tal que "en la formación
alcanzada nada desaparece, sino que todo se guarda. "En este sentido, formarse
es un "constante desarrollo y progresión" que permite ser capaz de ver de otra
manera pero cada vez más abarcante (…) (Ríos; Ibíd., 18) (Gadamer, Ibíd., 40).
Es innegable la trayectoria que la Formación marca del mundo moral de los
hombres, en esta es imposible que un ser humano se piense sin evocar a los
otros, son sus referentes, objetos y objetivos, por este motivo cuando Kant hace
un llamado a salir de la minoría de edad, a ser autónomo, afirma la aparición de lo
7
Ver. Cuartas, M. D. (2008). RECONSTRUCCIÓN ARGUMENTATIVA DE LAS TEORÍAS DE LOS
DERECHOS. Una mirada en la modernidad. Tesis de maestría laureada), Instituto de Filosofía, Universidad
de Antioquia.
7
que se puede llamar un deber moral para con los otros (Kant, 2006). Este une la
humanidad libre del ser autónomo con los otros sean libres o no; es decir, se
encuentren en su mayoría de edad o no, ya sea desde el denunciar lo que está
mal hasta el de actuar teniendo presente a los demás, a través del principio de la
universalidad como único criterio para proceder. A esta forma de proceder se le
denomina aquí deber natural moral público.
Si bien Gadamer hace una referencia a Hegel respecto a lo anterior en términos
de sacrificio, su lectura no se queda allí, sino que eta va en consonancia con la
dignidad humana de corte kantiano; él afirma que (…). La formación comprende
un sentido general de la mesura y de la distancia respecto a sí mismo, y en esta
misma medida un elevarse por encima de sí mismo hacia la generalidad (…).
(Gadamer, ibíd. 46). La Formación es un concepto que lleva en sí la aceptación
como reconocimiento de los otros, y la igual dignidad es el criterio que une la
individualidad y la generalidad en un solo espectro, el ser humano público, o el
hombre político.
La pregunta ahora es entones, cuando se habla de formación de ciudadanos
¿hacia dónde va dirigida ella: a Formar ciudadanos en la política o a Formar
ciudadanos para la política? si es la primera alternativa, entonces se reconocería
que los seres humanos son sujetos políticos por naturaleza, tal como lo
manifestara Aristóteles, y ahora se deberían de estar formando a las nuevas
generaciones, en lo que se podría llamar el deber natural moral público; pero si
por el contrario, la respuesta es la segunda, el sistema educativo y el político
deberían de conformarse que en la política sólo participen aquellos ciudadanos
que tengan vocación por lo público, similar a la vocación por la medicina o las
artes, o que participen aquellos que la utilizan como mecanismo para enriquecerse
y conseguir reconocimiento social.
8
Antes de adentrase en tal disyuntiva en la que se ve la política a propósito de la
Formación de ciudadanos, es necesario hacer unas precisiones, las que se
presentaran desde el ya clásico texto de M. Weber (1979). La primera de ellas
tiene que ver con lo que él entiende por política “(…) entenderemos solamente la
dirección o la influencia sobre la trayectoria de una entidad política, aplicable en
nuestro tiempo al Estado” (Weber. Ibíd. 82). Y esta influencia va unida al Poder,
porque “Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la
consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder por el poder, para
gozar del sentimiento de prestigio que él confiere. (Weber, Ibíd. 84).
Dependiendo de los fines a ser conseguidos si son idealistas (los que se pueden
traducir en generales), o son egoístas e individuales, es la construcción personal
del ciudadano; es decir, es su sentir hacia lo público. De tal manera que puede ser
tomado como aquella esfera de todos (sentido idealista-universal), entonces el
principio de igualdad entre él y los demás es el único criterio para delimitar las
formas de actuación de los sujetos políticos; es decir, de los ciudadanos, en aras
de la construcción y salvaguarda de la sociedad, con características como las de
ser justa y cooperativa, consecuencia lógica por la permanente participación de
estos en la política.
En este sentido Weber señala que los ciudadanos hacen una entrega de
obediencia a un caudillo por su vocación hacia lo público, por lo que deciden estar
sometidos, creen en él y le tienen fe, por lo que se adhieren a este personaje
público justamente por su carisma:
(...) esta figura es vista como la de alguien que está
'internamente llamado' a ser conductor de hombres, los
cuales no le prestan obediencia porque lo mande la
costumbre o una norma legal, sino porque creen en él “(…),
y él mismo, si no es un mezquino advenedizo efímero y
9
presuntuoso, vive para su obra. Pero es a su persona y a
sus cualidades a las que se entrega el discipulado, el
séquito, el partido (Weber, Ibíd. 86)
Aquí cobra relevancia la conciencia colectiva de que existen personas, unas
dotadas, por alguna razón, de ciertas habilidades que les permiten por
“naturaleza” habitar lo público y ejercer la política, lo que hace a este reducido
número de personas un grupo distinto del resto de la sociedad.
Si se continúa definiendo los Estados y sus ciudadanos bajo supuestas premisas
de la existencia de un reducido grupo de personas que tienen unas cualidades
superiores, entonces se le sigue dando legitimidad a las teorías del elitismo.
Dividiendo a la sociedad en dos grupos los gobernados (la mayoría) y los
gobernantes (la minoría), ambos grupos ordenados de manera fija, es decir, es el
estatismo dentro del Estado propiciado y detentado por él mismo.
Si se acepta el punto de partida de Gadamer Das Bildung, entonces, Formar
para la política como una tarea fundamental del Estado llámese democrático o
republicano, se le daría a lo público, y entendiendo la política como el actuar
humano conjuntamente para “regular o gestionar los conflictos” (Vallés, 2010),
generados justamente por la aceptación de la diferencia como una característica
de tales sistemas, el lugar de completa simetría en el cual de acuerdo con Rawls,
(Rawls, 1995) es la única dimensión en la cual los seres humanos son realmente
iguales, porque sus diferencias aceptadas razonablemente (únicamente como
características que particularizan e individualizan a los ciudadanos) no son
mecanismos de exclusión o disgregación, ellas pasan a un segundo plano,
cuando lo que se debe decidir y sobre lo que se debe deliberar es lo de todos.
10
Por el contrario Formar en la política, claramente se privilegia la consecución de
un fin u objetivo egoísta y por lo tanto individual. Al tener una separación radical
de unos gobernando y otros siendo los gobernantes, claramente el Estado como
institución promueve no derechos, sino privilegios; es decir, no hay un
otorgamiento de beneficios para todos (derechos) sino para algunos (privilegios),
por lo que gran parte de las instituciones estatales reproducen dicho patrón.
Estas son utilizadas para Formar a unos de sus ciudadanos para la política, y aquí
entra en juego las capacidades especiales para ingresar en lo público y vivirlo
como un espacio natural de desenvolvimiento de esa clase o casta en particular.
Paralelo a ello, están quienes sin vocación o formados por la naturaleza para estar
en la política, “saltan a ella” para adquirir recursos económicos y honor social. Y
aunque no hagan parte de esa casta convencida que está llamada para dirigir
los destinos de todos, se hacen a un lado de estos para poder subir en el
escalafón del reconocimiento.
Si es cierta la actual preocupación de los Estados que se hacen llamar
democráticos, para que sus ciudadanos participen más en la política y las
decisiones tomadas sean mayormente acogidas por convicción y no tanto por
presión o uso de la violencia institucional o estatal, entonces se debe hacer lo que
Ramón Máiz (2001) denomina “radicalización de la política” o en palabras de
Sartori (1994) dichos estados se deben volver autoridades cada vez más
autorizadas.
Pero traspasando las fronteras de los estados demoliberales aparecen autores
como Javier Gallardo (2012), para quien la Democracia debe tomar características
del republicanismo, así se puede dentro del sistema buscar la manera de
radicalizar la dimensión política de la que habla Máiz; es decir, permitir que ella se
11
amplíe en la medida en que los ciudadanos se concienticen de la necesidad de su
presencia en ella.
Las democracias liberales tienen la dificultad que son agregativas, según Ramón
Máiz (2001), esta agregación es estratégica en tanto “las preferencias prepolíticas”
son opuestas y conflictivas, y sólo de manera artificial todas ellas se juntan para
obtener beneficios directos. Como el individualismo es lo que prima, entonces, la
política sólo es una herramienta para que los intereses particulares y egoístas
tengan concreción, por lo que la ciudadanía es ejercida para vivir de la política,
por lo cual, el interés general no existe.
Por el contrario para el caso de la democracia de corte republicana, la política es
tomada como aquella actividad que más que medio es un fin en sí misma, “(…) es
una actividad autotélica, educativa y expansiva en pro de ámbitos de mayor
acuerdo y transformación ética colectiva” (Máiz, 2001: 73), conceptualización que
apela al ciudadano virtuoso forado en y para la política, este para es diferente de
aquel de corte utilitarista desde teorías del autointerés, este para representa la
finalidad de concepto general, universal que agrupa a todos. No es que en la
dimensión política se exija de manera radical la anulación del interés individual,
sino que este pierde peso en relación con el bien general, aquí lo importante es
que quien ocupe el cargo público utilice el principio de prudencia, y haga ejercicio
de su poder en aras de todos sin sentir que se sacrifica, esa es parte de su
vocación o del convencimiento hacia el ejercicio de la política.
La concepción de una democracia republicana tiene como parte de su naturaleza
la formación de los ciudadanos para el ejercicio de su ciudadanía, en tanto esta
democracia requiere del ciudadano convencido de la importancia de su papel en
ella como sistema política, además ella es integradora, por ello promueve el
acuerdo racional entre los ciudadanos, además que plantea la ciudadanía como
12
categoría política que “(…) se concibe positivamente como participación activa,
directa y expansiva en la génesis de la voluntad política” (ibíd. 73).
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13
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