COMENTARIO CRÍTICO: TEXTO Pasé en el colegio unos cinco años, que ahora se me pierden como un sueño de madrugada en la lejanía del recuerdo, y a los quince volví a mi Valverde de Lucerna. Ya toda ella era don Manuel; don Manuel con el lago y la montaña. Llegué ansiosa de conocerle, de ponerme bajo su protección, de que él que marcara el sendero de mi vida. Decíase que había entrado en el seminario para hacerse cura, con el fin de atender a los hijos de una su hermana recién viuda, de servirles de padre; que en el seminario se había distinguido por su agudeza mental y su talento y que había rechazado ofertas de brillante carrera eclesiástica porque él no quería ser sino de su Valverde de Lucerna, de su aldea perdida como un broche entre el lago y la montaña que se mira en él. Y ¡Cómo quería a los suyos! Su vida era arreglar matrimonios desavenidos, reducir los padres a sus hijos indómitos, y, sobre todo, consolar a los amargados y atediados y ayudar a todos a bien morir. Me acuerdo, entre otras cosas, de que al volver de la ciudad la desgraciada hija de la tía Rabona, que se había perdido y que volvió, soltera y desahuciada, trayendo un hijo consigo. Don Manuel no paró hasta que hizo que se casase con ella su antiguo novio Perote y reconociese como suya a la criatura diciéndole: -Mira, da padre a este pobre crío que no le tiene más que en el cielo. (MIGUEL DE UNAMUNO, San Manuel Bueno, mártir. 1930. Hemos precisado el tema del texto (admiración por don Manuel del pueblo en la narradora) y, para desarrollarlo, se ha servido también de la vertebración de las ideas adoptando las siguientes jerarquización: 1.- Infancia de la narradora 1.1.- Cinco años en el colegio olvidados 1.2.- A los quince volvió lucerna 2.- El pueblo era don Manuel con el lago y la montaña 2.1.- Admiración del pueblo y ella misma por lo Manuel 2.2.- Identificación del cura con lucerna 2.2.1.- Lo deja todo por el pueblo 2.2.2.- La actividad en él era su vida. Unamuno, sirviéndose de un texto de naturaleza literaria y subgénero narrativo novelístico, nos presenta, dentro de la actitud regeneracionista de la Generación del 98, que “la grandeza de don Manuel estará en identificación con el pueblo”. Valverde es un broche que une el lago y la montaña. El término lago viene a representar el pasado, la historia. Por eso, en el contexto más amplio de la obra observamos cómo se hunde en él, se identifica, hallándose con el pueblo pasado y, de otro lado, el pueblo tiene su futuro representado en la montaña. Su vida, la de don Manuel, será una constante lucha entre la razón y el corazón. Algo parecido a lo que le sucediera al autor educado en el racionalismo y positivismo del siglo XIX, con la influencia de los filósofos Schopenhaure o Kierkegaard, adoptando con el transcurso de los años la necesidad de una creencia voluntarista de Dios y la consideración del carácter existencial de los hechos. ¿No ocurre algo parecido en esta obra?. ¿No es esta la postura de don Manuel?. Unamuno nos presenta sus meditaciones sobre la existencia de la vida, en el que juegan un papel fundamental la idea de la inmortalidad (que daría sentido la existencia humana) y de un Dios (que debe ser el sostén del hombre); son éstas un enfrentamiento entre su razón que le lleva al escepticismo, y su corazón, que necesita desesperadamente de Dios. Para ello elige un personaje que, en principio, no debiera presentar esta dificultad por cuanto que es el representante de la fe. Pero don Manuel es una persona más del pueblo, y como tal, como hombre, mantiene dentro de sí -según el autor nos viene a plantear -esa lucha constante y universal lo que podemos ver con la razón y lo que se puede llegar a percibir con el corazón. Hay algo que engrandece y enaltece a lo Manuel y precisamente un refrán popular: " Cada cual es hijo de sus obras ". Esa actividad incesante y desmedida por hacer, por construir historia, por llegar a un más si cabe a la laguna, a la historia de Valverde, sin una utilidad práctica, sino siempre en beneficio del necesitado, todos los pueblos, cualquier pueblo como Valverde de Lucerna en este caso, lo acepta como propio y, al mismo tiempo, como lo que el hombre puede hacer como más digno en esta vida. Esto es así hasta el punto de que habrá una identificación total del pueblo con su sacerdote y del sacerdote con su pueblo. Sin embargo, los valores del pueblo, la raza, la tradición - la laguna- tienen un valor de esencia. Valores acrisolado por la evidencia y el tiempo. La tradición que es la laguna y el futuro radiante, la montaña; pero unidos. El pueblo es un broche que une el pasado -el lago- y el futuro -la montaña-. Y esa Valverde era don Manuel: " ya toda ella era don Manuel ". Este trozo de novela, por tanto, está enmarcado en una obra que nos presenta la lucha del hombre entre la razón que le lleva al escepticismo y el corazón que busca incansablemente a Dios. Dos obras son las representativas de este sentir: " Del sentimiento trágico de la vida " y " La agonía del cristianismo ". Es en esta corriente donde mejor cabría el texto de la obra que comentamos. A pesar de lo distante en su publicación, nos parece que el tema es importante, por cuanto que afecta a todos los hombres de pueblos y culturas diferentes. Es un tema de vigente actualidad por cuanto plantea esa lucha interior entre la razón y el corazón. A sí mismo nos parece también original la manera de expresarnos el pasado y el futuro y la importancia que tiene para el hombre identificarse con sus ancestros. Y cómo el pueblo sabe reconocer lo que de importante podemos hacer en la vida: un trabajo desmedido y agotador en beneficio de los que más lo necesitan. Eso, el pueblo, la laguna, es decir siempre, lo ha identificado como lo mejor, y a quien lo realiza lo considera como suyo. ¿No es esa nuestra tradición?. ¿No están ahí las herramientas para construir un futuro más radiante representado en la montaña?. Un pueblo que desconoce su historia, que no la tiene en cuenta, que la despreciada por ser pasada, está despreciando un caudal de sabiduría acrisolada en la experiencia de millones de personas que, viviendo y sintiendo como nosotros, nos han legado su experiencia y su reflexión. En una palabra, nos han dejado su vida misma. El conocer nuestra historia, la intrahistoria, en palabras de Unamuno, y de mantenerse fiel a los principio que constituyen nuestra historia, lo acrisolado de la intrahistoria, es una urgente actualidad, porque, en este caso, parafraseando el texto, la altura y el brillo de nuestra montaña futura estará en saber sacar del pasado, de nuestro lago, el conocimiento y la sabiduría que necesitamos. Y éstos son tan grandes que Unamuno, una vez que los analizó, dijo que habría que españolizar a Europa.