EL CRITERIO MÉDICO. MADRID, 2 5 DE AGOSTO DE 1 8 6 9 . ESTUDIOS FILOSÓFICOS SOBRE LA MEDICINA HOMEOPÁTICA. XII. IXÁHBN CRÍTICO QUE HIZO HAHNEMANN DE LA MATERIA UÉDICA TRADICIONAL. cHace veinte y tres siglos que se dirigen grandes esfuerzos para conocer los medios de curación de las enfermedades; pero todos han sido inútiles, y nos encontramos casi como el primer dia. Si todos los médicos que han existido en este tiempo hubiesen empleado el medio por el cual se pueden descubrir las propiedades de los agentes curativos, esta parte de la ciencia estaría ya concluida; pero nunca se ha entrado en el buen camino, sino que se ha marchado por sendas tortuosas y que no conducen al punto al cual debía llegarse. Diez y siete siglos hace que Dioscórides dijo que tal sustancia era disolvente, 6 incisiva, ó diurética, y que tal otra era anodina, sudorífica , emenagoga, laxante, etc., y todavía hoy se conservan esas calificaciones en las materias médicas de mayor crédito. Los agentes curativos han sido dotados arbitrariamente de cualidades generales, que rara vez se encuentran confirmadas á la cabecera de los enfermos. La experiencia enseña que los medicamentos producen pocas veces efectos correspondientes á la virtud curativa que se les atribuye; y cuando esto sucede, depende de otras circunstancias el fenómeno, que, por otra parte, suele no tener más imporlancia que la de una modificación paliativa. No hay razón para establecer que una sustancia es diurética, sudorífica, etc., porque alguna vez, entre muchas de las en que se ha empleado, haya dado ese resultado, y esto en medio de circunstancias que no se han tomado en cuenta; 17 3G2 EL CRITIRIO MÍÍDICO. como no so iiliriniíí'i'i qiK! un ineiUirosu es verídico siempre, poniue iilgiiiia vez (liga la verdad. Y estas deducciones,süu tmito niénos^ exactas y fundadas, cnanto quocasi siempre se adniiiiisti-an varias snstaiicias mezcladas, y no es pnsil)le de este modo averiguar tas propiedades que correspoMiIen á cada una de ellas. ¡Cuan pocos son los médicos que dan á los enl'ermos un solo medicamento, y liasta (jue éste ha agotado su acción no eohau mano de ¿tro! Es probable que no haya existido ninguno que haya observado esta práctica. Lo común es que prescriban muchos reunidos; rancio rutinarismo lieredjtario, del cual no pueden desprenderse, pues no están tranquilos si'no asocian varias sustancias, aun Cuando iior'áea hjás qü'e iihá''i'r4fusion de cualquier tlor ó raíz con algún jarabe, para poner en este vehículo el medicamento principal. Relieren á ésto todo el efecto qui; buscan, no obstante que descdnocon su virtud especial; y sin eml¡arg(^, Ip m^ízclan cop otros que .dicen ,h^;i de ay^idar a l^.^vccion de aquél, () Lien para corregirla., ,4 .q^úeren que sea menos enérgica, ó para llenar otras indicaciones que reclaman otros órganos resentidos á la veí; como si los tnedica<inentós fuesen seres dcrtaítos de inteligencia y de voluntad, que obedecen .el ináiidato del médico y van á parar adonde éste quiere que obren. Esos medios accesoi'ios, que tienen también virtudes especiales, descaaocidas para los que no les han estudiado por la experimentación pura; no t)ueden serMmitados en su inodo de obrar dentro del orgauisnao por la voluntad del médico, y puede suceder que á ellos.se deba alguna vez la duración que se atribuye al medicamento principal. Préstese atencioii á las recetas de todos losprácticos, y se verá en laprimera linea de casi todas ellas ed nombre de una sustancia arbitrariauieHite elegida, a l a cual conceden el papel do base de un medio destinado á produckiun efecto lisiológico, el aumentar las orinas por ejeaiplo; ensoguidalcolocan dos, tres ó cuatro medicamentos, cuya verdadeía «¡ccioa igaoran, y que califican con los títulos de correctivo, uywdaute, escjpiepte, etc. Hacen tomar esta droga a,l enfermo, recouiendtodole¡al mismo tiempo que beba abundantemente algún liquido; leordenan ademas que vaya y venga sin «esar por la habitación, y algunas otras medidas del régiaxen higiénico; y se obtiene, en efecto, ,q|ue el enfermo orine más que de ordinario, atribuyéndose tal re&uUadoial medicamento que se ha empieado á título de base.. Los otros raedicamentos que á éste se han .unido, y el rógiíaei| empleadoi, se consideran como cosas (mramenite ao(;esorks, isin ninguua iCooAeeueacia, BL OBITERIO MÍDIOO. 363 y cOiíno si lio hubieran tenido parte en el éxito obtenido, que atribuyen por cgiOipleto á la s.ustanciu colocada en la primera línea de la receta, que es, como hornos diclio, el inedicameuto principal, ó el medipaniento base, de quien ,; sin embargo, ignoran su manera de obrar. A favor de seniejunt^s elogios, prodigados sin discernimiento á remedios,que tal ó cual médico recomienda por su capricho, es como se Imí ido estableciendo esas variedades de medicamentos 11a>ma(íos diurélicos, resolutivos, sudorílicos, expectorantes, antiespasmódicos,, y de otra porción de virtudes falaces conque figuran ejj la materin médica de todos los tiempos, sin que nadie se haya tomado el trabajo de investigar la realidad de seniejantes propiedades. Cuando no se sabe qué virtud atribuir á un medicamento se le llama al menos evacuante; y de uua manera ó de otra deben obrar en este sentido, porque, seguii las groseras ideas que se han tenido y se tienen de las enfermedades, no se concibe que éstas se puedan curar sin expulsar algún principio morboso. Y como en esta hipótesis, la más aceptable entre el vulgo, y seguida por los médicos rutinarios, que forman el mayor número, la producción y la duración de las enfernaedíides depende de principios ó humores morbosos que conviene eliiminar, se examinan los diferentes emultorios dal cuerpo por los que los medicamentos podrán conducirlos al exterior; y los remedios están obligados á prestarse á esas manías, sojbre las que se fundan muchos grupos de medicamentos evacuantes. Las propiedades que se atribuyen á los incisivos, resolutivos, excitantes, debilitante^,, etc., descansan igualmente en suposiciones; aparte de que, ^orao hemos dicho,con repetición, el procedimiento de dar mezclados log medicamentos impide que se conozcan sus virtudes y se sepa á quién debe atribuirse el éxito obtenido. ¿Quién ha visto jamas que los medicamentos en al interior del cuerpo hayan producido la incisión ó ja resolución ? ¿Por qué hechos se ha podido afirmar que ej^isten sustancias de acción disolvente sobre las partes vivas del organismo? ¿Ppr qué no se alegan las pruebas irrecusables de tales propiedades desplegadas por un medicamento cualquiera? Y si es imposible percibir los efectos mecánicos y químicos de un agente medicinal sobre las partes vivas del organismo,,cuyo interior se sustrae á nuestras investigaciones, ¿cómo hay valor para erigir semejantes hipótesis en dogmas fundamentales? Guando se trata de lo más sagrado á que el hoípbre puede dedicarse, 1^ curación de sus semejantes, los prror^s son deplprabjes jpoi¡'S(U8 tristes resultados, y cuando se de- 364 «L OHITBBIO MámOO. fienden á pesar de las demostraciones que se hacen para ponerlos en descubierto, la conducta del médico, entonces, es un verdadero crimen. »Por otra parte, ¿existe realmente lo que se dice estar en el interior del cuerpo reclamando la aplicación de una fueraa disolvente ú olra cualquiera venida del exterior? Los experimentos hechos en sujetos sanos con el método de Kaempf han demostrado que las deyecciones horribles, en las que este médico veia la causa de casi todas las enfermedades crónicas, no eran otra cosa sino el producto de las lavativas que administraba, á veces en muchos cientos. Y hubo época en que los médicos, adoptando las ideas de Kaempf, no velan en la mayor parte de las enfermedades otra cosa que obstrucciones de los capilares del bajo-vientre, agobiaban á los pobres enfermos con lavativas medicamentosas, en tanto número, que los conducian con ellas al borde del sepulcro. »Y aun admitiendo como verdaderas esas supuestas propiedades de los medicamentos, ¿quién los ha visto incindir ó resolver de una manera inmediata y por sí solos, sin que la fuerza vital haya hecho otra cosa que permanecer espentacte, dejando al agente medicinal trabajar sobre la parte del cuerpo que se pretende estar obstruida ó indurada? > Otrji de las bases en que se apoyan las virtudes asignadas á los medicamentos, se refiere á las cualidades tísicas que los caracterizan, estableciéndose lo que se llamaron las signaturas. Asi la pulmonaria, que tiene un tejido esponjoso como los pulmones, se la consideró como un remedio seguro contra la pulmonía; el lagarto se calificó de eücaz para las ulceras malignas porque su piel ofrece el color que éstas suelen tener; lasfloresde la eufrasia, que en su corola presentan una mancha que se asemeja á una pupila, se emplearon como remedio para las oftalmías; la cúrcuma, por su color amarillo, se adminis'tró en la ictericia; y todas estas y otras muchas extravagancias parecidas, que no han tenido otra razón de ser que la indicada, recibieron la sanción de los prácticos, y figuran todavía en las materias médicas y farmacopeas oficiales. » La misma crítica puede hacerse á la determinacion'de las virtudes de los medicamentos por su olor y su sabor; criterio de que todavía se valen en la actualidad los sabios doctores de la escuela ortodoxa para clasificar un agente medicinal. Se ha creído, en efecto, que con el paladar y la nariz se podía juzgar del modo cómo se compuiiaQ éQ BL OBITBMO MÍDIOO. 365 el organismo las sustancias medicamentosas; y apoyándose en esta pretensión, se han creado igualmente términos de terapéutica general. Las plantas de un sabor amargo se consideran corí una virtud igual, sin más razón que porque son amargas, ¡ Qué variedad infinita hay, sin embargo, en esa escala de los sabores amargos! Cada tinta ó tono de ese sabor ¿no deberla indicar que la virtud medicinal no es la misma? No obstante^ esa cualidad se ha tomado como idéntica y en absoluto por los autores de las materias médicas y por los médicos prácticos, y en vista de ella se ha afirmado que poseían virtudes estomacales y tónicas todas las sustancias amargas. Poro bien se comprende que prescribir indistintamente los amargos, siendo indiferente elegir uno ú otro de entre ellos, ó bien el mezclarlos en una sola fórmula, englobándolos bajo el nombre colectivo de amargos, como medicamentos idénticos sin género de duda, es dar la mayor prueba de una grande ceguedad y del rutinarismo más grosero. Si tomando al pié de la letra esta decisión dictatorial de los maestros del arte, consignada en sus códigos terapéuticos y farmacológicos, se considerase lo amargo como suficiente para establecer de una manera absoluta el poder de activar la digestión y de fortificarla, entonces la coloquintida^ la scila, el agárico, la angostura, la saponaria , el ácido hidrociánico y otras muchas sustancias tendrían derecho, en su cualidad de amargas, á ser colocadas en la clase do los tónicos y estomacales. Véase, pues, cuántas aserciones poco razonadas y arbitrarias constituyen la materia médica de la escuela tradicional, y cómo se ha venido formando sobre bases á cual más falsa. ¿No es crimen valerse de una terapéutica que se apoya en tantas mentiras?En la quina se encontró un sabor amargo y astringente, y esto bastó para juzgar de las virtudes inherentes á esta corteza. Desde entonces todas las sustancias dotadas de sabor amargo y estíptico , debieron tener las mismas propiedades medicinales que la quina. Tal es la precipitación, tales son las preocupaciones con las cuales se han establecido en las materias médicas las acciones que los medicamentos desplegan en el cuerpo humano, según la impresión que producen en el órgano del gusto. Sin embargo, es falso que la corteza del sauce, que el áloes, que la nuez de agallas, tengan las mismas virtudes medicinales que la quina. Y á pesar de que esto se halla al alcance de cualquiera, no hí(n faltado prácticos que recomienden diferentes sustancias como equivalentes á la corteza del Perú, ni tampoco gentes dotadas de mucha fe para creerlo bajo la palabra de algu- 366 EL CBITEBIO MEDICO, nos méflicos de diploma. Véase cómo la salud y la vida de los hombres vienen entregadas al capricho de embaucadores, sobre cuyds extravagancias so ha fundado lo que se llama materia médica. Lo mismo puede decirse de las propiedades deducidas del olor de los medicamentos. Multitud de olores, extraordinariamente diferentes los unos de los otros, se han reunido bajo la denominación común de aromáticos, para tener la comodidad de atribuirles un mismo modo de acción medicinal. Así el más imperfecto de los sentidos del hombre se erigió también en criterio para apreciar la acción de las sustancias medicinales sobre el cuerpo humano, siendo asi que todos nuestros sentidos reunidos no bastan para revelarnos el más importante de todos los secretos de la naturaleza, el cual no puede descui)rirse sino haciendo la experimentación en sf j)ropio ó en otras personas sanas, de cada una de las sustancias medicinales, y observando sus efectos inmediatos sobre la actividad vital del organismo. Agrupar como agentes dotados de la misma virtud , bajo el nombre de aromáticos, excitantes ó nerviosos, á todos los qué tengan olores fuertes, poco importa la acentuación de esa cualidad, ¿no es imprimir á la materia médica el sello de una presunción ignorante y sin conciencia? El último de los obreros no se vale de semejantes medios, ridiculos y absurdos, para conocer la manera cómo ha de servirse de los materiales y de los instrumentos de su arte. Es bien cierto Cfue comenzará por ensayar en una pequeña parte del objeto que tenga que elaborar, los materiales y los útiles, á fin de consultar ios cambios que pueden resultar de su empleo antes de aplicarlos á los trabajos en grande. Antes de preferir el hiló de cáñamo al dé lino, el zapatero se ha asegurado de que el primero tiene más solidez, que resiste mejor á las causas de destrucción y que posee, en el más alto grado, la propiedad de dilatarse por la humedad en los agujeros que él hace en el cuero con su lezna; y sin embargo, no es más qué un zapatero. Pero en la orgullosa medicina es donde únicamente se forman juicios por superficiales y engañosas apariencias, por opiniones formadas á pñori, llenas de ilusión y de errores. En la medicina es en donde se procede sin conocimiento de los medios que se emplean para ejecutar la obra más grave y delicada que un hombre puede hacer sobre sus semejantes, puesto que de ella depended lá vida ó la muerte de un individuo, y á veces hasta la felicidad ó la desgracia de familias enteras. > La química se ha abrogado también el derecho de dar á conocer BL ORfflSEIO MÍMCO. 3fíí> las virtudes terapéuticas generales de los medicamentcfs; pero esta base (le la materia médica ordinaria no es m-ás pura que las anteriores. Se sostienen hipótesis, á ejemplo de Baumes, de Steffens y do Burdach, acerca de que tal ó cual de los principios elementales"de un medicamento es lo único que contiene de medicinal, y según' esto se le asignan virtudes curativas con una prontitud que admira. Gomo para obrar de esta manera no es necesario consultar la naturaleza, ni invocar'la experiencia, ni hacer ningún ensayo sobre el hombre sano, bastando aflojar las riendas á la imaginación, el edificio se completa bien pronto de este modo. Pero sin ocuparnos de estas hipótesis, en lo que conviene fijarse niás es en los concienzudos esfuerzos que los modej'nos han hecho para llegar con el auxilio de la quí'mica orgánica al descubrimiento de los verdaderos efectos puros de los medicamentos, cuya necesidad se hacia ya sentir én Itt sagrada materia médica. Hacer de la química, esta ciencia que produce maravillas ante nuestra vista, la base ó la fuente de las nociones positivas de la materia médica, era una idea mucho más razonable que todas las indicadas antes. Así es que sedujo á muchas personas, especialmente de aquellas que no tenían ningún conocimiento positivo de la química, á la cual pedían más de lo que ella podia dar. La química orgánica no extraede InS materias'animales otra ensaque elementos muertos, que se conducen de variables modtís én presencia de los reactivos. Pero esos elementos'y principios inttiediírtrts'rió son ni obrrtn'en el desacuerdo del organismo vivo, ni en la'curación délas enlévmedades, como nos los presentan loa químicos después de habcrlbs separado. Las partes que lá química extrae do los músculos, fibrina, linfa coagulable, ácido láctico y diversas sales, difieren completamente de lo que áfa el músculo vivo é irritable en el hombre sano Ó enfermo; cuando g'ozatta de su integridad' orgánica. LO'que ]tí química le ha extraído no tiene ni'aun slq'iiiera analogía con él.' ¿Qué conclusión sé''pi*etfende sacar'de laS'cualida'desdti esafe partes muei'tas, que sean splicablcs al organismo vivo, ó á lo qU'e:los medicamentos han podido producir rn esos elementos cíuartdO for-• maban.parlo del círculo Vital? La digestión, esa metamorfosis'admirable de las sustancias más heterogéneas en un liquido aprOfliadb para reparar las pérdidas delOS'órgaii/)*, tauprodigiostimentedívcrsos, del' cuerpoi'humhiio', ¿se explicará por la presencia de 'ün pOeo de clbrur(r de sodiort.defosfatos en el jugo gástrico? ¿ Lo queí la qnírtiicá-déscubrcen ese jugo dferá la razón de' las alteraciones' fnoírbosas dé'k 368 EL OBrrxRio MÍDIOO. digestión y de la nutriuion, liasta el punto de poderse fundar sobre ello un método de tratamiento digno de inspirar confianza? Nada menos que esto. » Otro tanto podemos decir de la química aplicada á los medicamentos. El análisis de una planta no dará nunca la razón de los efectos tan diferentes que los vegetales producen en el organismo; efectos que no se descubren sino por la experimentaciónfisiológicadel remedio, haciéndolo tomar á personas sanas. ¿Qué importancia puede tener pura la terapéutica el que la química establezca que en una planta hay goma, resina, tierras, sales y otra porción de sustancias que se encuentran con pocas diferencias en todos los vegetales ? La química dirá los principios que pueden extraerse, la manera como éstos se comportan con los reactivos; pero nada nos enseña acerca (Ic su acción dinámica, acerca de las modificaciones que producen en la manera de sentir y de obrar el organismo humano. La química demostrará que los calomelanos están compuestos de ocho ó diez par< tes de mercurio y de una de cloro, combinados por la sublimación, y que este preparado ennegrece en contacto con el agua de cal; pero no averiguará jamas que los calomelanos desarrollan una salivación acompañada de un olor particular en el aliento de los que los toman. Éste es un efecto dinámico,que se averigua por la experimentación, no por la química, la cual es siempre impotente para este género de estudios é investigaciones. La química enseña que las hojas de la belladona tienen, con corta diferencia, los mismos principios que la berza; albúmina, gluten, un extracto, resina, un ácido, potasa, cal, sílice, etc.; y sin embargo, á nadie se le ocurrirá que se pueda comer lo mismo una ensalada de hojas de col que de belladona. La química no da este conocimiento, y á guiarnos por ella, tan inofensiva sería una como otra ensalada. Si la química determina las virtudes medicinales de un cuerpo por los principios inmediatos que el análisis demuestra en él, no puede dejar de admitir, cuando los reactivos le indiquen la existencia de principios semejantes, la identidad de la acción medicinal; y puesto que el análisis de las hojas de la belladona y de la col da principios iguales, con ligerísimas diferencias, debe declarar que estos dos vegetales son igualmente inocentes ó igualmente venenosos; y como esto sería un absurdo, se pone en evidencia con este ejemplo la ridiculez de las pretensiones de la química, demostrándose su incompetencia para fallar sobre las propiedades medicinales de los cuerpos. Las modificaciones dinámicas, los fenó- Bt ORITEEIO MÍDIOO. 869 menos orgánicos que producen los medicamentos no se evidencian en las retortas ni á favor de los reactivos. »Cada ciencia tiene una esfera de acción, fuera de la cual es ya incompetente para explicar por sus leyes y principios fenómenos que corresponden á otras ciencias. Así, por ejemplo, á la hidrostática pertenece determinar el peso específico del oro y de la plata; pero no se abrogue el derecho de lijar el valor respectivo de estos jrietales en las transcicciones mercantiles, lo cual corresponde á la economía política. El agrónomo, que debe conocer los vegetales, no irá á buscar en la botánica sus conocimientos, ni se los suministrarán los sistemas de Linneo, de Jussieu, Tournefort, etc.; porque, como hemos dicho, cada ciencia se limita á un objeto, y no puede dar la razón de fenómenos y asuntos que pertenecen á otra. ¿Qué puede decir la química con respecto al imán natural y artificial? Del priiiiero, averiguará que es un mineral de hierro íntimamente combinado con la sílice y á veces con el manganeso; y del segundo, que es el hierro puro. El análisis más delicado no descubrirá la virtud magnética. Otra ciencia, la física, demostrará que esta fuerza reside en la piedra imán y en el imán artificial, y determinará sus propiedades y las relaciones que tienen con los cuerpos que los rodeen, averiguando la atracción que ejerce sobre el níquel, el hierro, el cobalto, la tendencia de una de sus extremidades á inclinarse hacia el Norte, y la variación de estas inclinaciones según las latitudes. Pero ni la una ni la otra de estás dos ciencias enseñarán otra cosa que aquello que entra en el circulo de sus atribuciones; ni la física ni la química enseñan la influencia especial que el magnetismo ejerce sobre el hombre y la enérgica virtud curativa que desplega en las enfermedades apropiadas á su modo particular de acción. La una y la otra deben, pues, abandonar esta investigación á la medicina, que es á quien corresponde semejante estudio. La qüinftica no tiene otro objeto que aislar y reunir los elementos de los cuerpos, y bajo este punto de vista presta grandes auxilios á la farmacia; pero los medicamentos no pueden entrar en sus investigaciones como tales medicamentos; esto es, como potencias que determinan cambios dinámicos en el hombre, sino únicamente como cuerpos químicos, cuya composición y propiedades de este orden le con'esponde determinar. > Otro de los fundamentos de la materia médica antigua ha sido la clínica; y se ha creído que, apoyándose en la práctica y en la observación de los remedios administrados durante las enfermedades, 17 T 870 Et OBITSBIO UÍDIOO. se podía llegar al conocimiento de los que reclamaban los diversos estados morbosos. Esta marcha se ha seguido desde el origen de la medicina, si bien ha sido abandonada de tiempo en tiempo para adoptar otros criterios que parecían mejores; pero se ha vuelto á la experimentación clínica como de mayor confianza para establecer las virtudes de los medicamentos. Admitamos por un instante que este medio sea, en efecto, el verdadero para llegar á tan importante resultado. Se creerá que con semejante punto do partida los médicos se limitarían á ensayar medicamentos simples y aislados, porque usando muchos á la vez es imposible saber á cuál de ellos se debe el resultado que se obtiene. Sin embargo, ábrase cualquier libro de medicina, y veremos que son rarísimas las ocasiones en que se ha seguido esa regla de conducta, concretándose al empleo de un solo medicamento para adquirir nociones precisas sobre su eficacia ó su inercia en la curación de una enfermedad. Siempre ha prevalecido la costumbre de dar muchas sustancias reunidas, con lo cual no ha sido posible adquirir la certidumbre sobre á cuál de los ingredientes pertenecía el honor de la curación. Asi es que este método no ha enseñado nada; y cuando la mezcla medicamentosa no producía el efecto saludable que se buscaba, ó se convertía en nocivo, como en el mayor número de veces sucede, era Igualmente imposible saber á cuál de los ingredientes se debía el mal éxito obtenido. Haya sido por un pedantismo de los médicos, ó por desconfianza en los medicamentos , el acumular varios en una sola fórmula, ello es lo cierto que esta absurda costumbre se remonta á los primeros siglos de la medicina, y todavía no se ha abandonado por completo, á pesar de que en la actualidad la práctica homeopática ha influido en este particular, y muchos alópatas abandonan, aunque no del todo, esa antigua y perjudicial rutina.» A. GARCÍA LÓPEZ. EL OBITEBIO MEDICO. S?l BIBLIOGRAFÍA. TRATADO DE HIDROLOGÍA MÉDICA, CON LA GUÍA DEL B A ÑISTA Y EL MAPA BALNEARIO DE ESPAÑA, POR D. ANASTASIO GAROIA LÓPEZ, MÉDICO DIHECTOH DE BAÑOS EN PROPIEDAD Y POR OPOSICIÓN. (1 voL 8.°, vii-SSO páginas. —Madrid, 1869.) La Medicina tiende á popularizarse cada dia más. No sé si esto es un bien ó es un mal; pero indudablemente el dogmático recipe, ante el cual se inclinaban mudos los extraños á la ciencia, ha sido sustituido, ya hace tiempo, por exigencias no interrumpidas sobre el cuándo y el eómo de la intervención médica en el tratamiento de las enfermedades. No ha contribuido poco áesto la homeopatía con sus reducidos manuales y bien dispuestas cajas, improvisando tanto medicastro, que no pocas veces curan, si bien muchas más dejan pasar un tiempo precioso, que luego lloran haber perdido. En punto á aguas minerales sucede lo mismo; el bañista no se contenta ya con saber esas noticias generales de situación, bellezas de los alrededores, comodidades del establecimiento, medios de conducción, etc., sino que necesita saber si están analizadas las aguas, cuál es el agente principal que revela el análisis, cómo obran mejor, si en bebida ó en baño, si los gases son más activos que los líquidos, si las duchas son perjudiciales ; en una palabra, todas las principales cuestiones de doctrina y de procedimiento han de ser sondadas por los profanos, que á toda costa quieren iniciarse en los misterios de la ciencia. Pasó ya la Medicina do las sombrías naves del templo á la clara luz de la plaza pública; todos los ciudadanos han de tomar de ella la parte que necesiten; el entendimiento humano ya no se presta á ser conducido como un ciego por un lazarillo; hay que manejarle con sus propias armas, hay que convencerle, hay que ilustrarle. En este sentido, son de gran necesidad y de suma importancia obras que, como la que nos va á ocupar, tienden á vulgarizar conocimientos médicos de inmediata aplicación, y á destruir errores que no pueden menos de ser perjudiciales á cuantos los abriguen. El Sr. García López ha venido á llenar un vacío en la literatura médica española, pues la conocida y reputada obra del Dr. Rubio, sobre aguas minerales, no satisfacia siquiera á la indocta muchedumbre, por la falta de ciertas nociones médicas, que siempre gusta 372 XL OBiTBRio vimao. saber ó recoMar, y por la notable inexactitud de muchas de sus noticias y datos, variados completamente en los diez y ocho años que han transcurrido desde su publicación; y respecto de otras obras y memorias, no hay para qué ocuparnos de ellas en este momento, siendo muy diferente su objeto y sus aspiraciones. En efecto, la hidrología se desenvuelve en un campo tan extenso, que por un lado toca á los confines de las cienciasfísico-químicas,y por otro se interna en los más arduos problemas de la Medicina práctica; es imposible abarcarlo todo en poco espacio, y para recorrerlo con segura planta, son indispensables trabajos y estudios, que suponen luengos años de aplicación constante. Tratados especiales de física aplicada y de análisis químico, de geografía é historia natural, corresponden á la i>rimera parte; obras más ó menos completas de terapéutica hídrica y de aplicación especial de las aguas minero-medicinales, llenan la segunda; pero estos tratados y estas obras, en su mayor parte extranjeros, ni son á propósito para los médicos que tienen otros estudios y otras atenciones, ni se ocupan particularmente dé las aguas de España, y mucho menos pueden andar en manos del vulgo y del bañista, que exige imperiosamente ciertas noticias y cierta ilustración , que le preserve de la rutina y de los malos hábitos, por inveterados que sean. Esto es lo que se ha propuesto el Sr. García López en su última publicación, y al poner mano en tal obra, lo ha hecho con la Incidía y perfección que acostumbra, y así debo decirlo, pues no porque sea amigo estimadísimo, he de callar las alabanzas que merece por su claro talento, su esmero en el decir y escribir, su buen tino práctico y su aplicación singular, que en otro país le habrían justamente pro[torcionado una envidiable reputación. £n dicha obra, tan esmerada como todas las suyas, encontrará el médico un compendio de patología y terapéutica hidrológicas, lleno de las mejores ideas consignadas en los autores clásicos, y muchas apreciaciones y conceptos originales en armonía con la doctrina dinámica del autor; nociones químicas , conocimientos generales de las aguas y aplicaciones médicas, en particular de algunos manantiales; los bañistas y curiosos hallarán muchos preceptos higiénicos, qué ojalá tuvieran presentes, y no pocas noticias sobre casas de baños y circunstancias de interés, que siempre les conviene saber. Y para demostrar mejor este juicio mió, nada más conducente que dar una idea exacta del plan de la obra. Bt oBiTEBio Mámoo. 37.3. Divídese este libro en cinco partes, y en la primera, después de encomiar el autor la importancia de la hidrología médica y la necesidad de su estudio, trata de las enfermedades llamadas diatésicas, y de algunas otras de órganos y aparatos importantes, como el digestivo, génito-uiinario, visual, etc., que en mi concepto, sólo por ser trónicas, indican que siempre están bajo el dominio de nn vicio general, llámese diatésico, si se quiere, no estando en semejante punto conforme del todo con Durand-Fardel. En rucha primera parte son muy notables el capítulo que se refiere al linfatiSmo y la escrófula, el de la gota, la sífilis, las parálisis, enfermedades del ojo y del aparato respiratorio. Las indiciciones y contraindicaciones de las aguas minerales están perfectamente estudiadas, y dan lugar á la exposición de una buena doctrina práctica. Forma el objeto de la segunda parte el tratamiento hidrológico y las reglas higiénicas necesarias para su uso; entrando con tal motivo en el examen del modo de obrar las aguas minerales, y sosteniendo que el único criterio positivo para llegar á ese conocimiento es la experimentaciónfisiológica,que yo también he sostehidu, y que cada dia me parece más difícil <en esta materia. Sigue la enumeración y descripción de los diferentes medios de administrar y aplicar las aguas, bebida, inhalación, estufas, baños, chorros, pulverización, etc. Concluye esta sección del libro con un bien meditado capítulo sobre los tratamientos preventivos, las medicaciones asociadas á las aguas, y el régimen durante su uso y en el período subsiguiente, llamado cuarentena. Ocúpase el autor en la tercera parte de la clasificación de las aguas minerales, indicando algunas de las más conocidas, y exponiendo la suya, que me parece bastante bien estudiada, aun cuando no esté exenta de los inconvenienjtes que todos echamos de ver en las otras; el resumen de la clasificación es un estudio muy l)ueno. En cuanto al capítulo de mineralizacion, nociones de historia natural y de química, podía haberse suprimido, porque para las personas entendidas en estas ciencias, es nmy poco, y para las profanas, es demasiado; no así el referente al origen de las aguas minerales y su termalidad, que es sumamente curioso, y en él están presentadas y juSigadas las teorías más admitidas para explicar estos maravillosos fenómenos de nuestro pequeño planeta. La cuarta parte constituye la Guia del bañista, y allí se encuentra lo más importante que conviene saber acerca de las propiedades de 374 ai, ORITBMO KáDIOO. las aguas y de las condiciones de los establecimientos, temporadas en que están abiertos, enfermedades que se modifican ó curan en ellos, agrupaciones analógicas de los diferentes manantiales, y por fin, la descripción de los establecimientos declarados de utilidad pública, y de otros muchos manantiales donde acuden algunos enfermos. La quinta y última parte de la obra está destinada á la legislación hidrológica de España, desde principios del siglo hasta la novísima de Abril último, censurada por el autor, si bien no tanto como merece el haber hecho cuestión de personas la que debia haberse juzgado con un criterio más elevado. La hidrología médica yace en el más lamentable abandono en nuestra nación; rica en aguas minerales, medianamente explotadas, y dotada de un personal bastante capaz, en general, para dar los resultados prometidos, nunca ha teniíio una dirección celosa, entendida é imparcial, que haya hecho por la humanidad y por la ciencia lo que era de su deber. La hidrología necesita grandes esfuerzos individuales y colectivos para vivir como ciencia; los libros clásicos de patología y terapéutica de aguas minerales no se escriben sino después de larga é ilustrada experiencia, y con poderosos estimules, que toca proponer á los gobiernos; los estudios individuales de cada agua minero-medicinal, estudios importantísimos, que no pueden ser sustituidos en manera alguna, porque la Medicina hidrológica es esencialmente individual y especial; esos estudios que los médicos-directores hacen ó deben hacer, necesitan ser conocidos, publicarse y premiarse. El saber que las aguas sulfurosas curan las erupciones cutáneas; las cloruradas, las escrófulas; las bicarbonatadas sódicas, las gastralgias y dispepsias, etc., etc., es no saber nada, porque la experieticia desmiente esas tan generales aseveraciones, y hace descubrir en cada agua propiedades exclusivas, que no están consignadas en la clase á que se refieren. Hé aquí la gran reforma que era de esperar de un gobierno justo y entendido; levantar la ciencia hidrológica, estimulando al trabajo, premiando al mérito y considerando á los profesores, no deprimiéndoles y dejándoles en la libertad de no hacer nada, á trueque de despojarles de ciertos derechos, matando la ciencia, al propio tiempo que se satisfacen exigencias infundadas. La obra del Sr. García López lleva adjunto el mapa balneario de España, que es un trabajo ya ventajosamente juzgado por cuantos le conocen. Por 8u estilo claro y sencillo; por su excelente método; por las bue- Bli OBITKBIO M4DI00. 875 ñas ideas médicas en que abunda; por los preceptos higiénicos que encierra; por los muchos y nuevos datos que suministra, el Tratado de Hidrología médica y la Gula del bañista es un libro digno del nombre de su autor; puede estar seguro que con él ha prestado un verdadero servicio á los médicos, á los alumnos de Medicina y á las personas que necesiten hacer uso de las aguas minerales; se lo recomendamos con el mayor ínteres, y al mismo tiempo que le felicito sinceramente, le ruego que no abandone ese camino, que no ceje en su propósito, que tanto brillo puede dar á la hidrología médica española. Santa Águeda, 6 de Agosto de 1869, Da. VlLLAFRANGA. PRUEBAS EN FAVOR DE LAS ALTAS POTENCIAS. (id Homeopatía.) Tratamos en Neiva á una señora nerviosa, cuya extremada susceptibilidad no reconocia limites; médicos distinguidos concurrieron allí antes que nosotros y no lograron hacerle ni la menor aplicación ¡ ningún medicamento, bajo ninguna forma, era tolerado; ningún alimento ni bebida, ningún aroma ni olor, por más tenue que fuese, ni la vista resistía la presencia de esos objetos, que á la distancia de dos metros no más la trastornaban profundamente; la cocina se había alejado al último de la casa, y sin embargo, el olor de las comidas llegaba, aunque diseminado, teniendo que atravesar en ligeras partículas las rendijas de varias puertas que estaban cerradas, y esa cantidad infinitesimal de olor producía á la enferma un trastorno mortal; consiguientemente el humo que exhalaba alguna persona que pasara por la calle fumando tabaco, á pesar de estar obstruidas con cuñas de trapos las junturas de la ventana, con todo esto calaba y la producía los mismos efectos, esto es, un vómito tenaz de muchas horas. No pudíendo, pues, tolerar ni la vista, ni la idea siquiera de ningún medicamento, se pensó si la homeopatía tendría medios apropiados, y los médicos aconsejaron á la familia el llamamos. Y nosotros mismos fuimos contrariados, aun administrando la 80.' dilución, y en glóbulos en seco; una vez logramos hacer suspender el vómito y la agonía ocultando de la vista de la enferma un glóbulo 80.' de Nux v., y colocándolo sobre la lengua; pero á la segunda vez, el ademan solo de llevar el glóbulo de la mesa á la cama, sin dar lugar á ponérselo, produjo un vómito que duró cuatro horas. Apelamos á las olfaciones, y aun eligiendo la Nux, la impresión, 876 VL OBtTBBIO lláDIOO. era la misma. Para aquella enferma no habia dosis posible. Entonces deseamoa poseer una dilución altisima, que desgraciadamente no teníamos. Finalmente echamos mano de un medio poco usado y menos conocido; nosotros sabíamos que el agua magnetizada con el fluido magnético mineral del polo positivo tenía una influencia poderosa para reaccionar en el sintoma vómito, y se la administramos en muy pequeña cantidad, y lhecho admirable! al tocar apenas la lengua, la señora Be sintió transformada favorablemente ; un aura deliciosa de bienestar inefable se extendió con velocidad eléctrica por todo su ser; el vómito cesó, el apetito volvió, y empezó la tolerancia de todos los ingesta; después continuó ya bien, y restableció su salud. Otra sefiorita estamos tratante actualmente en Bogotá, que se halla en caso idéntico; ocho meses de constancia incansable hemos empleado infructuosamente con la homeopatía , administando remedios á la 30.' dilución y en glóbulos en seco, y todos lian producido el mismo resultado, esto es, impresionarla, agravándola y ocasionándola toda la patogenesia de Cada medicamento, y por semanas enteras. En vaiio hemos apelado á los llamados antídotos, pues éstos & su vez hacían los mismos daños. Finalmente, habiendo obtenido á los ocho meses la llegada de un botiquín de altísimas diluciones, nos resolvimos é emplearlas, y administramos á la enferma un glóbulo de Sulph. & la 6000.' de Jenichen; y i otra maravilla! por primera vez, después de ocho meses de medicación homeopática, y de un afio anterior de medicación alopática , no solamente el medicamento no le ha producido agravaciones medicinales, sino que sus males calmaron de un modo satisfactorio, y esa calma ha durado más de seis semanas, siendo de advertir que ese mismo medicamento había sido antes administrado á la 30." infructuosa y peijudicialmente. ¿ No es verdad, pues, que si no se hubieran inventado las altísimas potencias, estos hechos reclamarían su invención, y que ésta es un progreso en homeopatía, aunque sea para estos casos? SALVADOR M . ALVA*KZ. CURACIONES HOMEOPÁTICAS. (Z(t Homeopatia.) TENIA (LOMBRIZ SOUTARIA), CON FIEBRE HÉCTICA ABDOMINAL. El 26 de Diciembre de 1860, en Neiva, me fué presentada por su padre la niña Mercedes Herrera, de nueve años de edad, pálida, flaca, macilenta, triste, taciturna, en fin, en un estado de consunción y de XL OBITBBIO KÍDIOO. 377 marasmo, y por cuya mirada comprendí que era presa de una ayanzada helmintiásis. Hacia algún tiempo que esta niña venía enflaqueciendo y deteriorándose, sufriendo de un completo trastorno del canal digestivo. Las indigestiones y la demacración eran constantes , lo que, unido á la desgana de comer, la tenia en un grado extremo de debilidad. ÍJI todo de este cuadro era mortalmente agravado por unafiebrehéctica continua, con exacerbaciones por las tardes, que, al progresar, amenazaba su existencia. La administré Ferrum met. S.', 5 centigramos en 125 de agua destilada, para tomar una cucharada cada nocbe. 1861. Enero 10. Aunque la fiebre ha disminuido, las indigestiones persisten todas las noches; Nux v. 30.', 6 gl. 126 gr. ag. para tomar una cucharada cada noche. 17. En este dia arroja una tenia (lombriz solitaria, ó lombrices chatas llamadas por el vulgo) de 60 centímetros de largo. 27. (Luna llena.) Aun alguna fiebre; ,(Suí/Ur.30.* 2 gl. Febrero 9. La fiebre ha desaparecido, aunque las digestiones son malas; Mere. viv. 30.*, 6 gl. en 125 gr. de agua para tomar una cucharada todos los dias. 25. (Luna llena.) Está mejor; Sulf 80.*, 2 gl. Marzo 10. La demacración ha desaparecido; continúa la mejoría en todo, con sólo alguna digestión irregular; PM¿S. 30.*, 3 gt. en 125 gr. de agua, una cucharada cada noche. La niña se restablece, gana en carnes y ei^ apetito, vuelve i, su alególa y carácter natural, y va á tomar aires al qampo. T Í N I A V HBLHINTlXsiB OOMFLBTA. Este caso es de mayor interés que el precedente por el cuadro espantoso de los síntomas, y más que todo, por haberse presentado en un solo individuo á la Tez todas las especies de lombrices que comunmente se ven por separado en diferentes individuos, ¿ saber: el ascáride lomhricoideo (lombrices comunes), el oxyuro vermicular (vulgarmente en Colombia gusanillos del ano) y el tcenia ó te'nia (lombriz solitaria). Todavía más, y es la observación más interesante, á saber: que dicho individuo presentó, y en prodigiosa abundancia, una cuarta especie de lombrices, que en el común de los autores np se mencion% por ser muy rara en el hombre. Esta cuarta especie es el trichqc^halo (tricocófalo, palabra compuesta de dos griegas, ír«cA<?8, oabellp, y cq>halos, cabeza, pues esta especie tiene tres cuartos de;su cuerpo hasta la cabeza delgado como un cabello, y el otro cuarto , que es la cola, enroscada en espiral, es más gruesa). Los primeros que le describieron y le observare» en la epidemia de Goettinga, fueron los módicos Koederer y Wagler. En varios animales le habia yo observado algunas veces, pero en el hombre fué ésta la primera que noté su presencia; con toi4o. 378' Ki)'dilii*ÉÍRl6 MátoiOo. observando hiás atentamente, pude después notar la existencia de este entozoario ein'algunos' touchachos, en el Tolima. El caso faé el' siguiente : ' • ' Anastasio Perdomo, jóvén de catorce á diez y seis años, de Neiva, doméstico de la bácieUda de La Vega, á cargo del Sr. Ramón CíOnza^ lez Gnitan, fué atacado dé un mal horrible, y con tal motivo hubieron de traerlo á las inmediaciones de la ciudad, adonde me condujo el señor González para visitar al muchacho el I." de Julio do 1858. Ese dia tenia : fiebre abrasadora, pulso violento y precipitado, A 160, delirio con actíesos' Ae recargo de mediodía para la noche, palpitaciones de corazón fnértísihiás, perceptibles aun á la vista, calor nrcnite en el pecho y vientre, sudor profuso. Cuando el acceso subia de punto, el delirio se conrertia en locura. Entonces la cara palidecia y se poma terrosa, el semblatnte era aterrador, indescriptible; ojos salientes, feraces, pupilas extrema y tenazih'ente dilatadas sin pbderse) contraer ni acercándolas una luz artificial muy viva, mirada exaltada; semejante al estrabismo, pero característica, que sólo la he notado en mayor 6 ' menor grado en los que padecen de lombrices , y por esto la llamo mirada helmíntica, y la de este niHichacKo estaba elevada al más alto grado de feroéidad; tódó este' Aspecto estaba acompañado de la expresión déiina ansiedad y una fatiga indecibles; gran sed y loco apetito, que le hacia pedir de comer con instancia, pero no comia. '• Se tne informó qm elífeímaba sólo en los dias de nuvilunio y plenilunio, pero que nunca cómo' eü éste, porque sus males no pagaban dé una pequeña fiebre, de que no so hacia caso. Esa circunstancia y el signo de la mirada me denuneiaronque teniaique tratar una helmintiásis (enfermedad de lombrices). Le prescribí Acón, cada tres horas. Enétíté'dia' arrojó tiá'lte'cíálimi'ás irtuchasatticnlaciones detéflitt (solitaria ó ¿ointrt'c«4''cftaf<l!s'j''de'Ün centímetro de largo (media pulgada); qué al estirarse áe hacidü dé dos centímetros. Ese arrojo media 14 oontimetros en contráüciotí ó 28 dn extensión. El 2,' dití siguiente, apena* bajó la fiebre, pero los deiJaüs síntbttiaB no estaba*»toodificadoH'yarrojó más lombrices chatas, 18 eentímettws; el éiismi'ránedio. ' ' • • : * ' • " •'!'"'.' El 4 «1 aparato de Wntbniftb es el mismo,' el hambre se aíírtft'éntfftV'Ett'' esté di'aí'ft'i'i'ójfl tres 'especies' de lombrices". í.\ «.íma ó solitaria; 8á Ceíi-' • timétroé;'^.'?, niWéhláimOB íricócéjViles, poritíhnojos ú ovillos fiettlejftflteB' á madejas' de'hilo rebtij^das', y del'grueso de un cuarto ó nn tercloi de ' milímetro', del largíidie'trés, cuatro áocho centímetros, y ennúraeiro que ntj btijkbb, de SOOfJomyriciéSj'y 3.*, muchos OKÍWOS ó gasanitoB di- * minutb^V'ií© éliatro milímetros; le administré Ciña, que exacerbó'la calentura esai noche; pero'el dia siguiente amaneció sin fiebre y sin tina ' cefalalgia' qtíftíiabia sido incesante en los dias anteriores. El 6 lo niísmo. ' Bl V le haíiH'tielto I»'calentura; ti«ne gana de comer, todo le gust»;'; l l i OltltEKlO' MÍJDIOÓ. 379' todo se le antoja. Evacúa poco, poro no ha vuelto á echar lombrices. Le administré Sulphur ese día y los siguientes, en que siguió bien. El 11 (novilunio) volvió la calentura, aunque en poco grado ; pero no ha vuelto á arrojar lombrices; le doy Mere. viv. El 16. En todos estos días ha seguidtt mejorado'; hoy arroja la 4.* especie, esto es, lombrices comunes , una de ellas'de 85 contimetros. Agosto 1." Estos 15 dias últimos ha estado bueno; no ha vuelto á tener la menor novedad , dice é\ no sentir nada. Del 10 al 12 (novilunio), fiebres ligeras intenfaitentes; Mere. viv. El 23 (plenilunio), fiebres intermitentes; Sulphur. Setiembre 7 (novilunio). En esta luna ni en l!a quincena no ha tenido novedad; tomó Mere. viv. El 22 (plenilunio). Bien; Sulph. El 6 de Octubre (novilunio) tampoco' sufrió nada y en todo el mes estuvo perfectamente bueno, continuando después en complata salud, sin que los noviluniofi ni los plenilunios, ni las lombrices, ni mal alguno se la alterasen. SALVADOR M . AIÍVARBZ. MATERIA MÉDICA. PATOGENESIA DE P T E L E A T l t l f OLIATA por el Dr. EDVVIM BU. HALfE. DE CHIGUtaQ. El Dr. Hale ha tenido la bondad de reniitinios un folleto, elegantemente impreso por acuerdo y á expensas del Instituto Homeop¿Uico, Americano, que trata con extensión de la patogenesia del medicamento Píeica rri/b/iota. En la primera parte se ocupa el autor de la historia botánica^ farmacéutica, química y médica, y de las experimentaciones puras de dicha planta, y en la segunda de su piitbgenesia, que se compone de/ 387 síntomas. ^ Ea la imposibilidad de publicar íntegra la primera parte á. causa de Kw mucha extensión, haremos sólo yn extracto de ella, y la segúndala traduciremos tai como está en elfolleto,por ser la más i«iportante para nuestros comprofesores. Reciba él Dtl E. M. HVile nuestras taás expresivas gracias por Su recuerdo, así bcimo por la atenta comunicación que nos ha rértiitido, á la que ya hemos tenido el honor de contestar. 380 KL QBITEBIO MÍPIOO. PTELEA TRIFOLIATA. h&ptelea trifoliata, de Linneo, es un arbusto ó pequeño árbol del orden natural do las rutáceas, y también se le comprende en la clase artificial de las monoecias, orden tetra-pentandria del sistema sexnal de Linneo. El género ptelea tiene flores polígamas, con cuatro ó cinco estambres , fruto de dos celdas, pero nna por aborto. Sus seis conocidas especies son todas norte-americanas. Tres son mejicanas , ptelea pentandra, ptelea podocarpa y ptelea anguatifolia. La ptelea mollis, de la Carolina, tiene una pubescencia sedosa. La ptelea Baldwinii, del este de la Florida, tiene pequeños cortes con boj illas obtusas. La última, ó sea \tk ptelea trifoliata, conocida también con los nombres de ptelea de tres hojas, árbol-lúpulo, semilla alada, olmo de Sa- . maria de tres hojas, etc., etc., se encuentra en todas partes de los Estados Unidos hasta más allá del Missisipi, y especialmente en Tejas, en sitios húmedos y sombríos, en los bordes de los bosques y entre las rocas. Es un arbusto elevado; pero con el cultivo llegó á adquirir, en 1835, una altura dé cuarenta y cinco pies, con un tronco de quince pulgadas de diámetro, extendiéndose sus ramas en una circunferencia de veinte y siete pies. HISTORIA FARMACÉUTICA.— La parte oficinal es la corteza de la raíz. Desarrolla sns propiedades en el ag^a hirviendo, pero el alcohol es su mejor disolvente. Es , cuando está seca, de un ligero color amarillo oscuro, se presenta en forma de rollos cilindricos ó canutos de uiía linea ó dos de espesor, y de una á varias pulgadas de longitud: irregularmente' arrugada y estriada en su éxteritir,[con anchas líneas trasversas ó círculos cortos, pero á irregulares intervalos, y cubierta con una epidermis delgada: en su interior es blanco-amarillenta, pero se pone más opcura en contacto del aire libre, y esté arrugada irregxilarmente. Es quebradiza, con fractura resinosa brillantísima, granular mirada con el microscopio, asemejándose á la cera. Tiene un olor especial, según algunos semejante al de la planta del regaliz; pero á mi me parece que la corteza, y especialmente la tintura, se asemejan en su olor al del aceite de linaza usada en la manufactura de la pintura blanca. Su sabor es peculiar también, casi indescriptible, amargo, resinoso, picante, acre, muy desagradable, que obra rápida y profundamente en la boca y fauces; la ftc^itud es persistente, debida, sin duda, al aceite. La tintura de la corteza deberá hacerse con alcohol muy fuerte; la adición de una pequeña cantidad de agua la pone tan lechosa como al bálsamo de Copaiba en iguales circunstancias. IL ORTTBBIO UÍDIOO. 381 La trituración hecha con la tintura se ejecuta con la tintara madre, y es una preparación muy buena. Las flores, el fruto, las hojas y corteza de las rautas poseen iguales cualidades medicinales, pero en mucho menor grado; he usado la tintura del fruto verde. La parte leñosa del arbusto es muy poco medicinal. La pteleina, ó sea el principio activo, puede usarse en tintura, porque es perfectamente soluble en el alcohol, pero las trituraciones son las preferibles. No sé que las preparaciones medicinales de la corteza fresca sean superiores á las de la seca. La corteza debe ser cogida en su caida, época de su mayor fuerza, después que sus cualidades constituyentes han sido elaboradas en sus celdas. Las hojas pueden usarse cuando están completamente desarrolladas, pero antes de la madurez; las flores &ntes que los pétalos desaparezcan; y los frutos en el periodo de la madurez. Se pueden secar estas partes del arbusto en un sitio caliente, pero á la sombra, cuidando de que no se pongan mohosas, ó se posen en ellas insectos de ninguna clase. HISTORIA QUÍMICA.—Una oleo-resina, llamada impropiamente pteleina, es considerada como el principio activo de ptelea. Se la describe; de la consistencia de un jarabe espeso ó miel; osbura subida en masas, y más blanca en capas delgadas, con un olor peculiar, algún tanto semejante al del extracto de regaliz, y un gusto aceitoso, picante, acre, persistente , peculiar y más bien desagradable, y que obra poderosamente en las fauces. Es soluble en el alcohol, éter, aceite de trementina, y algo imperfectamente en las soluciones alcalinas; ittsoluble en los ácidos y agua. Comunica un ligero color lechoso al agua, y se separa en dos partes, una de las que nota en el agua, y la otra baja al fondo. Si se añade ácido acético á sus soluciones alcohólicas ó etéreas, no las altera, á menos que no lo sea en exceso. Cuando se añade agua á las soluciones alcohólicas las da un ligero color lechoso y precipita la resina; añadida á las etéreas, separa el aceite, que flota en la superficie. La corteza no ha sido sometida á los análisis químicos hasta 1862, cuando Jorge M. Smyser, de Filadelfla, presentó una Memoria al Colegio de Farmacia de dicha ciudad, sobre el análisis químáca 'de la 'ptelea trifoUata. {^Sigue la descripción de h» cuatro ensayos que hizo.) HisTOKiA MÉDICA. — Despues de hablar el autor de la historia de su enupleo pot-los alópatas, dice : El primer médico homeópata que usó la, ptelea fuétel Dr. P. H. Hale. Guiado por los síntomas patogenésicos que leyó en la Famacopea de King, la administró en algunos casos rebeldes de enfermedades orónicas de las erisipelatosas, también en las afeccionSíSde los brott^uios y estómago producidas por las metástasis de dichiiB enij^cibnes. CtAiiti- |3^2 JEtiiiQfilTEAIO HÉDICO. guió oucaoiottea noWilas.^oinlwi l)p,jtis ililuoiones. En las sesiones celebradas por el Western Institute of Hommopathi, ^n luxlianófwjlis, en 1867,:r(efirió «1 Dr,;; Hile alguRas de acjuéllas ouraolones, que Aun no han sido publiot^da», La he prescrito ile vez qn cuanUo, en.sintoBotó samtg antes é,lo&í obtenidas m los expericasatos, espeojíulinetitB.en uoa variedad de iiíticaj-iia» en la que las meiucbas tenían el aspecto de mna contusión, pq ^Igujios casos ha quitado el dolor y picor, ,y: disminuido la duración de la enfermedad. No sé de más experiencias clínicas CE la escuela honjeop^ticaí HISTORIA DE SÜ EXJPBBIMIINTACION PURA.—En 1^66 me nombró individao.de la Comisión de Materia Médica el Instituto Americano de Homeopatía,. .Elegí, á/?<«/««como objeto de mis estudios, y ofrecí dqs pyeipios á JaS;,do,s mejores patogenesias que se me enviaran; y un prejfíio,(i,«,,^,0 4urp^,.^lm9|flr trabajo q.u^ &^ Ijicieragpn experimentos (?|ljtológícos en los animales, que hábia de tratar de todos los síntooiftí ol>,seív,«,dos.ílijrianteia Yii4a,; nna relación del aspecto uorni^l y patológico ,d,e cada órgano d.espues de la muerte; un ¡examen microscópico ¡del tejido de los órganos afectados y los tejidos y piodPiCtoB anormales phsei;v;^9ft.,,,-, :,,,,,,; -!,•-..;'; , : ,,• •• . . 'iten JS^Z.Pu^iwiv, cel,ebró,«us ;s^ai(jnes el/«ÍÍÍÍMÍO , sólp habia rpcib;ido ,ciií^trv,;,f*pei;Íwepto8 fisiológicos. No concedí ningún premio, pi di cuanta f^i^ník fjc) ^^tjO al Instituto, y sólo pedí seguir formando parte de lft,|(¡)omision4e Mjkteria Médica en el año siguiente. En el cjixso de ,1868 recibí siete experimentos fisiológicos más; pero no p^itplciEl (tutor, mer).cipna en s^^ida.loB experim^ntadorfis, quefveron 22, entre .me'dicoa y profanos, y después ptiblfca íntegros los síntomas comunicados por cada uno de ios experimentadores, que por su mucha extensión es. imposible insertar: en ni:¡.estro periódicOf OBSERVACIONES CLÍNICAS DE PTELEA. PitiriasijS veraicolor.-rrVv^ íhopibro de mediana edwi fué atacado de esta ernpcion en todo su cue^o .esc^pto paanos y «ara, T^RÍ^ todos los fiintowas carapterísticos de ^ta,enfermedad. Habia.tpma4pi A^rsen., Kali hidr.yj Sassap, sin ningún resultadp, jP<eíí« ^ V W ó este cfi^o «n seis semanas. — E. M. Hale. Gastritis crrfnííia.—Una mujer de mediana edad tienia hftcia ;^ños una sensación constante de corrosión, calor ó ardor en el estómSigo , vómitos de vpa en,.«ua(Udo de alimentqs i^^geridos, astricción de víentrpj.fie^brevespeütin^c^^a segundo ,<Ji^, espíritu abatido y dd)ijidad. Hja,bia tpmado. Ny.» vom,, Carh.v^y Pho^ph. J otros medicamentos,, que n9.,lMicift» masque >livi»r, fteUa 2.'$foixíjo 1$, curación en cinco aei»wa8.,-T:J>^H.,Halfi.,;, ./ Erisipela.—Dos casos (le erisipela he tratade, en los (juo usé la quina y el hierro sin éxito, y el último con perjuicio del euferuiü. Se curaron ambos rápidamentá'6Art|JJí^M.KJIir\^iller. Ictericia con hiperetnia (leí hígado,— \n casos graves do esta enferipedad he visto que Ptelea es un excelente medicamento. Ptelea afecta primitivamente al hígado, las deposiciones son generalmente de un coi IOT oácTiro ói gris, ocrtí ó'lor éoiísideráblek'-^üri IMillerv •"' * •' ' ' '! i A s m a . ' ^ E n dos cásesele asma óWüv'e con' Pf'(!?ía"níis'i%feultadb8 que eon^wíngun otío medicaTMento.-^Dr. Millér. "• '• .'• Ageitís.-^PUiea curó oin casó' de'loa má» grttresi'Jif'eti'eí ffwé'rio •dieK»nTesuW»do alguno los demás medicaMeritoí'et«|lleádós.:—Dbctór • Milléi-i'' . • • - : > : '••• ' •<•• ^' •' -. •.!)> r > i l . : . ^ - ¡ I . i ••>;: ' Tisis.—Varios casos de fiebre héctica, con ei^étitWWcló'n'jWrtSeAía de sabor dulzaino, sin otro síntoma pectoral más que un ligero estertor mucoso y sibilante, fueron curados completamente con Ptelea.—Doctor Miller. . ,, :: :;• PATpfGEBlESIA w i ' ; : , >:.•'.' ^ Explicación de lo» signo».— (•) Síntoma patogenésico no confirmado'atftipor'la clínica. — (*) Síntoma confirmado por la clínica. — (0) Síntoma clínico no observado en la patogenesia. — (v) Observado por uno ó más experimentadores. —Los síntomas impresos en bastai'dilla denotan la persistencm de un síntoma en todos los experimentadores.— Con, en bastardilla, une síntomas de dos clases. ••• i ' '.'•' •'• '"•;' •• , l —; ' . ' I í.;.! • síoRAL * lyotivA'dloNESj '••• •'' -"•"•• - • • • ' ' • ' / •:' •, ^ •' I i ' i i I -"..•i'::'i : ,¡.l .i lili lili " I M ' i ' . ü . -, úran lünguiden y repugnanóia'á cualquier tralugio tiácoté u ^ n ít{lli(YViVV').'. • • : M :l ..•,-• o! !lr.. •.''. '•>. . 1 1 ••••i '= . ¡rtiMaJestar. físico, y moral ( w ) ; diesea aCoatarse y aotpeniai'-en n d d a . : ; -. • ¡ ':•••• - i - '• - - Imposibilidad de reunir sus ideas , parece que huyea-. lina^ 'tras -.Otr*9 4;-trflvtís del cerebro.. .: . . • .j.::i'. JVI'-I.M; D , : , ; .ii M. ;,•;,! • ! - Incapacidad completa para ejercicios mentales, con cefalalg¡*>(iíV)). 5. - Se encoleriza é irrita aun con las causas más leves (vv). - Se ve obligado á dejar sus ocupaciones por la tarde. - Ejecuta sus obligaciones indolentemente. •l'^ Gran confusión mentáí'i{y\). • ''^ > • ., -^ ¡ + í El'pensamiento trabaja lenta y tirkteíaíieniso, -ccn dlfitiáltad al ie• cordaTicosas ordinarias. ' '!' ' ' " ' ' " ' • ilOi -J DtíHlidad esítraordinariade'la líi^tofcHaj ímpoMbiKAad de recordar nombres familiares. •' " ' ' - Carácter impertinente é irritable; no puede soportar el ruido (v). - Olvido muy notable, con cefalalgia aumentada, con predisposición já.cpníuttdirso cuando lescril»*''^ ><••'•< i ; ; . ' , i . i ' i r j .•:• ' 'Wi^.v 384 BL OBITBBIO IcfolOO. VARIEDADES. El Dr. Gox, de Ohio, asegura, en TÍrtud de una prártica de treinta años, qi^e la cerveza es la bebida más perniciosa para el hombre; que los hijos de los bebedores Bempitemos de cerveza sucumben prontamente á las enfermedades que les atacan, 7 en los casos de úlceras y heridas que se presentan en los bebedores, se observa que la curación es mucho más difícil que en los que acostumbran á beber aguardiente en grandes cantidades. £1 Dr. Bayes, de Norwich, recomienda Terehinthina en los casos de hematuria pasiva que procede, al parecer, de congestión venosa de los ríñones. El Instituto Americano de Homeopatía ha celebrado este año sus reuniones anuales en la ciudad de Boston, en los dias 8, 9, 10 y 11 de Junio último. Las sesiones celebradas en estos dias han sido de las más importantes que registran los anales del Instituí desde su fundación, en 1844. Al fin han logrado las mujeres en la reunión de este año, y después de una acalorada discusión, el poder ingresar en el Instituto, pero sólo pueden conseguirlo las que sean doctoras en medicina ho' meopática. La reunión de 1870 tendrá lugar en el mes de Junio en la ciudad de Chicago. El Congreso Central de los módicos homeópatas alemanes se reunirá el 10 de Abril de 1870, en Dresde, bajo la presidencia del Dr. Hirsohel. La sesión preparatoria se celebrará á las siete de la tarde del dia 9, en casa del Dr. Hellbig, y la solemne el 10 á las diez de la mañana. MADBID, 1869.-IMPBKNTA Y KSTBBKOTlPU DB M. RIVADKNBYBA, ' «áU< M Diqut i» Oíaai, nnm. 3.