A ISABEL ARÓSTEGUI DE QUESADA 1 Dicen sabios en dolor Y personajes profundos Que el mayor mal de los mundos Es vivir en Nueva York. Pero dicen que no pasa Dama o galán por la Villa Que no doble la rodilla Al pasar por esta casa. Dicen que oyen al pasar Murmullos de primavera Aun en las noches de fiera Nieve y duro ventear. Y dicen que aunque les cuadre Poco la ciudad, al menos Encuentran aquí los buenos Santo hogar y santa madre. Y yo que soy mariposa De almas y de jardines, De mirto traigo y jazmines La falda llena de rosas. Son puras ofrendas fieles De los que aquí hallan cariño Jazmines como el armiño Y rosas como laureles. 2 Y luego de saludar Con delicioso placer A la alta y noble mujer Que no se cansa de amar, Vengo a contar una historia Que oirán trigueñas y rubias Cual quien ve tras recias lluvias El arco iris de gloria. Vivimos las pobres flores Cubanas, en estos hielos De Nueva York cual sin vuelos Y sin voz los ruiseñores. Tiene el pájaro de nieve En su alto nido colgante Aire propio, brisa amante Que goce y fuerza le lleve. Pero a nosotras, perdidas Aves de otra floresta, ¿Quién viene a alegrar la fiesta? ¿Quién viene a animar los nidos? Vamos por hermosas calles Tristes, ignoradas, solas, Cual aves sobre las olas En busca de patrios lares. 3 Vamos por hermosas salas Para nuestras almas yermas Como palomas enfermas A quienes pesan sus alas. Llorando estas penas graves Y este mal de que morimos De soledad, decidimos Formar un Congreso de aves. Cuentan curiosos malvados Que atisbaban el Congreso Que era de perder el seso Ver tan lindos diputados. Trataron los oradores De amparar del extranjero Invierno, en invernadero Amable, las tristes flores. 4 ¿Dónde hallar un amigo Techo las niñas cubanas Y de las nieves insanas Del alma dó hallar abrigo? (Esto con tono doliente El Congreso repetía Sin mirar cómo venía Hacia esta casa la gente.) ¿Quién al Congreso le dijo Que en esta casa amorosa Vive una madre bondosa Que ve en todo triste un hijo? ¿Quién como al templo el cristiano, Al placer la mocedad, La cubana sociedad Trajo hasta aquí de la mano? ¿Será un engaño cruel? ¿Será ficción? ¡Ay de mí! ¿Nos echan? ¿Nos quieren? Di, Di pronto, noble Isabel. [OC, t. 17, pp. 199-202]