418 BOLETÍN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA ellas resulta inaplicable. Irlanda y Holanda son los países clásicos para el combustible de que tratamos, el cual cubre también espacios inmensos en Westfalia, Hannover, Silesia y Hungría. Los habitantes de estos terrenos pantanosos é inundados, cuyo suelo ofrece míseras condiciones para la existencia, saben sacar mucho partido de la turba, la cual les proporciona un medio de calefacción sumamente económico y un combustible que emplean con ventaja para la cocina y para usos industriales. Sirve como abono de las tierras reduciéndola á ceniza, y en el Piamonte se ha aplicado con éxito á la fabricación de cartón y papel basto. En España la turba es conocida de muy antiguo, pero solo en ciertas localidades, y' aun en éstas no ha merecido gran atención ni de parte de los naturales del país para utilizarla, á pesar del elevado precio que tuvo siempre en todo él el combustible, ni por los geólog os para explorarla y describirla. Y, sin embarg'o, vamos á probar que dicho carbón no es tan escaso en la Península como suele decirse, y que tiene representación'en casi todas sus regiones; y si bien por lo general es de segunda calidad, podría utilizarse en muchos sitios en que indebidamente se desprecia. Además, algunos depósitos solo conocidos en la superficie, pueden contener turba mucho más rica en carbono en la profundidad, pues se sabe que la más alta y reciente, llamada musgosa, es de tejido flojo; debajo de ella viene la hojosa, de color más obscuro, y, en fin, la de la base aparece negra y homogénea, sin mostrar las partes vegetales de que procede mas que en el campo del microscopio, y aun eso imperfectamente (1). Numerosos son los términos castizos y provinciales con que se designan esta clase de formaciones ó turbales en nuestro país; así, por ejemplo, las regiones pantanosas en general se dicen marjales, sobre todo los prados ó valles de esta condición, la- (1) Según modernos estudios microscópicos de B. R e n a u l t fBnll. Muséiim d'Histoire nat., 1899) la t u r b a está formada en las regiones profundas, donde ha adquirido s u constitución definitiva, de m e n u d o s restos vegetales, cutículas, p a r t í c u l a s de corcho, esporas, granos de polen y restos de vasos, mezclado todo esto con g r u m o s de aspecto mucilaginoso que contienen granulaciones bacterianas. Estos elementos nó se hallan soldados, como sucede en los lignitos y h u l l a s , por u n a materia fundamental amorfa, sino disociados merced á la acción de u n a s bacterias, q u e el a u t o r llama Microcoecuspaludis, en las cuales d i s t i n g u e dos variedades, y ellas son las que parecen constituir los principales a g e n t e s de la formación de la t u r b a .