Billy Wilder: Comedias enfrentadas

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Marta Fernández González Billy Wilder: Comedias enfrentadas He decidido analizar dos escenas de diferentes comedias del director Billy Wilder, en las que se aprecia con bastante claridad los diferentes matices que dio a sus diferentes obras. La primera escena es conocida como "Chopsticks" (ejercicio de piano) de la película "La tentación vive arriba" (The seven years itch) (1955); y la compararemos con un fragmento de la escena "Fiesta en la 7A" de la película "Con faldas y a lo loco" (Some like it hot)(1959). La escena "Chopsticks" (desde el minuto 49:50 hasta el 51:17 aprox) comienza con Richard Sherman (Tom Ewell) sentado al piano de su casa, donde ha invitado a su nueva vecina (Marilyn Monroe). Él empieza un ejercicio de piano, y pronto se le une ella. Esta secuencia está formada por un único plano, que encuadra al piano y a los dos actores, en una perspectiva casi frontal. Se trata de un plano medio largo al inicio, que tras sentarse Marilyn se va acercando lentamente hasta encuadrar casi únicamente a ellos dos (plano corto), queriendo así el director resaltar el contacto entre ellos, y las sensaciones de Sherman cuando ella ("la tentación") se sienta a su lado. La cámara se sitúa a la altura de los ojos de los protagonistas, para centrar nuestra atención en ellos más que en la música, que para Sherman es una mera excusa para entablar relación con Marilyn. Sólo existe el movimiento de cámara que hemos referido, horizontal y de aproximación muy lenta, para no distraernos del foco, los dos actores. La propia música que ensayan nos marca el ritmo de la escena, con un cierto crescendo, tanto en volumen como en velocidad, y que acompaña a la excitación creciente de Sherman. Estamos ante un ejemplo claro de la comedia del cine clásico, donde, como dijo el propio Wilder, se trata de que "la gente olvide que ha habido una cámara y un director". En cambio la escena que comentaremos en segundo lugar, aunque rodada posteriormente, pertenece más bien al género "screwball comedy" (“comedia loca”), propio de los años 20 y 30. Volviendo a nuestra escena inicial, apreciamos que el tratamiento visual, junto con el vestuario y el decorado (salón, mobiliario, piano, etc) donde se desarrolla la Marta Fernández González escena, encajan perfectamente en los cánones del cine clásico. Y aunque la influencia de Lubitsch es muy clara en nuestro director, la aparición de una copa de champán en esta escena puede verse como indicio de la “democratización” de ciertos lujos, anteriormente limitados a sectores aristocráticos o más elevados de la sociedad, que eran los principalmente retratados por Ernst Lubitsch. Sin embargo, el contenido "ideológico" de la escena y de la película en general es bastante transgresor con las rígidas normas sociales de la época; carácter provocativo que resulta casi esencial en Billy Wilder (sucede de forma incluso más acusada en la película "Con faldas y a lo loco"). Y este carácter polémico, socialmente hablando, encuadraría a nuestro director más bien en la etapa posterior, que definimos como "cine moderno". Nuestra segunda escena, que podríamos titular “Fiesta en la 7A”, (min. 40:18 hasta el 41:00), tomada de una secuencia de la película “Con faldas y a lo loco”, destaca en primer lugar el tratamiento en blanco y negro de la cinta. Aunque parece ser que fueron los maquilladores y encargados del vestuario los que recomendaron esta opción al director para hacer más creíbles los personajes de Toni Curtis y Jack Lemmon (ambos disfrazados de mujer), es indudable que encaja perfectamente en el género de “screwball comedy” al que podemos asociar esta película. Es una escena ciertamente claustrofóbica, compuesta por cuatro planos, que comienza con un plano general de una camareta o litera del tren, seguido de un plano corto o cercano, donde innumerables personas (el número exacto no importa, estamos en una comedia loca) se van apiñando en dicha litera. Luego pasa el director a un primer plano de Jack Lemmon, en su papel de Daphne, rodeado de varias actrices (cabezas, brazos y manos con galletas – no cabe nada más en el encuadre). Y continúa con un primer plano de Marilyn Monroe (Sugar Kane en la película), también rodeada de cabezas, brazos y con la botella de Vermouth, dispuesta a hacer el cóctel (destacamos que la película estaba ambientada en época de la Ley Seca de Estados Unidos). No existen movimientos de cámara, y el espectador se siente inmerso (y agobiado) en dicha litera; el tratamiento es descriptivo, pero la sensación provocada en cada espectador se llena de subjetividad (para algunos predominará lo divertido, para otros lo opresivo). Marta Fernández González Resulta evidente el homenaje que se rinde en esta escena a la famosa escena “del camarote”, de la película “Una noche en la ópera” de los Hermanos Marx, aunque aquí Wilder lleva al límite la reducción de espacio físico. Y asimismo, la escena constituye un típico ejemplo de la “screwball comedy”, destacando también la velocidad y comicidad de los diálogos (recordar que Billy Wilder los escribía casi todos). Aunque como acostumbra, el director nos enfrenta a una situación polémica (para la época especialmente), como es ver a dos hombres disfrazados de mujer, y entremezclados con incontables chicas, a la hora de dormir/celebrar una fiesta de camas. Por no hablar de nuevos elementos que aparecerán posteriormente en la película, aún más polémicos para la época, como es el de la homosexualidad. Y aunque se salga del tema central, tenemos que apreciar la maestría humorística con la que aborda el tema en el diálogo final:
… Jack Lemmon: “¡Tengo un horrible pasado! Desde hace tres años estoy viviendo con un saxofonista”. Joe E .Brown: “Te lo perdono”. Jack Lemmon: “Nunca podré tener hijos”. Joe E. Brown: “Los adoptaremos”. Jack Lemmon: “No me comprendes, Osgood. Soy un hombre”. Joe E. Brown: “Bueno, nadie es perfecto“. 
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