MUJERES DE LA ANTIGÜEDAD Y ASTRONOMÍA1 Encarnación Castro Martínez [email protected] Universidad de Granada La astronomía es por sí misma una forma divina de conocimiento. […]. La maestra más venerada sabe que el estudio de la astronomía abrirá las mentes de sus alumnos a una esfera más allá de la cual sólo queda espacio para las experiencias místicas Carta de Sinesio a Peonio2 [1] INTRODUCCIÓN Es un hecho constatado que la mujer ha sido la gran olvidada cuando se ha escrito la historia de la humanidad, en sus diversas facetas. En escasas ocasiones, en dicha historia, aparece como protagonista una mujer y las ocasiones se reducen cuando se trata de la historia de la ciencia. Parecería que la mujer ha estado ausente del desarrollo de la actividad científica en el transcurrir de los tiempos. No ha sido así, sino que la mujer ha mirado el mundo tratando de entenderlo, desde siempre, y ha colaborado activamente en los procesos de especulación, experimentación y descubrimiento científico, si bien esta acción no ha sido reflejada en las manifestaciones históricas. Hace escasamente unas décadas, e impulsado por corrientes feministas, surge la toma de conciencia de la parcialidad con que se ha escrito la historia, achacada en parte a sesgos que padecen los historiadores (los hechos que tratan les llegan condicionados y tamizados, tanto por la subjetividad de quien los recoge, que decidirá qué cosas son o no importantes, así como por el paso del tiempo) y en parte, a que la historia, mayoritariamente, ha sido escrita por hombres, lo que hace que la misma tenga una mirada masculina. Actualmente, se está reivindicando el papel de la mujer, en diferentes ramas del saber, entre otras, a las mujeres científicas de todas las épocas. Nuestro interés por escribir este texto sobre las mujeres de la Antigüedad relacionadas con la Astronomía se justifica, por el deseo de 1 Citar como: Castro, E. (2007). Mujeres de la Antigüedad y astronomía. En Humanidades y Ciencias. Aspectos disciplinares y didácticos. (pp. 25-39). 2 Silesio y Peonio fueron discípulos de Hipatia. contribuir a la labor de difusión que se está llevando a cabo sobre la actividad investigadora realizada por mujeres, en todos los tiempos. La astronomía junto a las matemáticas y la medicina son ciencias que desde muy antiguo llamaron la atención de las personas observadoras, es de suponer que entre dichas personas se encontraran numerosas mujeres. De las que presentamos se conservan testimonios de su existencia. LOS SUMERIOS Se le reconoce a la civilización sumeria ser la primera del mundo. El Imperio Sumerio (4,500 y 2,000 a.C, aproximadamente) se inicia a partir de una colección de aldeas granjeras situadas en las orillas de los ríos Éufrates y Tigris, región del Cercano Oriente que formaba la parte sur de la antigua Mesopotamia, en lo que hoy es el sur de Irak. La sociedad sumeria estaba condicionada por su concepción religiosa del mundo. Creían que los dioses gobernaban la tierra y que los hombres habían sido creados para servirlos. Sus dioses eran astrales, y desde el cuarto milenio dieron nombres de animales a las estrellas y a sus agrupaciones. Su visión mitológica del cosmos conlleva la creencia de una tierra redonda y plana, rodeada de un océano a modo de anillo circular. Sobre esta tierra estaría el cielo, formando una bóveda, y asentado en una estructura montañosa, que constituiría el borde de la tierra y que contaría con puertas por donde entran y salen astros y dioses [12]. La mayor parte de la población vivía en el campo y era de condición libre. Con el paso del tiempo evolucionó otra población vinculada a los templos y palacios. Eran administradores, comerciantes y artesanos, que constituyeron una rica clase privilegiada. La administración del templo la llevaban un sacerdote, un intendente y un inspector ayudados por los escribas. Tenían importantes explotaciones agrícolas y ganaderas, así como personal especializado en diferentes tareas: pastores, agricultores, tejedores, carpinteros. Algunos de sus trabajadores, dedicados a labores de jardinería y molienda, eran esclavos, otros eran hombres libres que recibían un salario en especie y lotes de tierra para cultivar. Los templos ofrecían enseñanza y ejercían de observatorio donde se estudiaba y registraba los movimientos de las estrellas y los planetas. En el palacio residía el rey que desempeñaba funciones de juez y de sumo sacerdote. Como vicario del dios sobre la tierra era quien administraba sus bienes, pero también administraba sus ciudades, como si de una gran propiedad se tratara. Los sumerios idearon los primeros vehículos de ruedas, y dispusieron de carromatos agrícolas y militares. Practicaban la navegación y el comercio, si bien la base de la economía la constituían la agricultura y la ganadería. Entre sus logros se cuentan haber establecido las bases para la agricultura, el trabajo de la piel, los metales y la cerámica. Pero tal vez el invento más notable de los sumerios haya sido la escritura sobre el 3.500 a.C, sus caracteres cuneiformes se han conservados en tablillas de barro cocido. El suelo arcilloso de Mesopotamia proporcionaba barro para los adobes, que fue el material más importante usado en la construcción, y la terracota con la que realizaron cerámica, esculturas y tablillas para la escritura. Los sumerios eran expertos matemáticos, contaban usando diez como base, como se hace actualmente, y crearon un sistema de pesos y medidas, sexagesimal. Se conoce que entre los antiguos sumerios, hubo estudiosos que observaban pacientemente el cielo nocturno, registrando lo que veían. Esta ardua tarea pudo estar impulsada por varios motivos: uno sería la creencia de un vínculo entre la vida del hombre y las estrellas que fomentaría la necesidad de un mejor conocimiento de las mismas. Otro motivo haría referencia a las aplicaciones que dicho conocimiento tenía para la navegación, los marinos podían calcular la latitud, midiendo la elevación de la estrella Polar, y conocer el tiempo por la posición de las estrellas, estas ventajas eran tan apreciadas que llevó a los pueblos marinos a codificarlas, en la poesía o la mitología, mucho antes que apareciese la escritura. Un tercer motivo estaría en relación con el cálculo del tiempo, los agricultores tenían en el cielo un reloj y un calendario que les decían cuando plantar sus cultivos. Tener poder para ejercer el control sobre los demás, a través de la posesión del conocimiento, sería otro de los motivos. El poder político influiría en los primeros esfuerzos para identificar los movimientos periódicos del cielo, en la medida en que los hombres pueden pretender controlar lo que pueden predecir [6]. Las observaciones recogidas día a día les permitieron predecir eclipses de luna. Se les reconoce haber llevado a cabo el primer intento para explicar la creación y la composición de los cuerpos celestes. Llegaron a conocer, con relativa precisión, la duración del año terrestre, si bien la forma de medirlo difería considerablemente de cómo se hace actualmente. El año se componía de 12 meses lunares, pero era necesario intercalar un año de 13 meses, cuando el calendario se atrasaba demasiado. Todo este conocimiento se contaminó, dando origen a lo que hoy se conoce como astrología que ya no era una ciencia, sino la dueña del mundo. Los conocimientos científicos de los mesopotámicos eran patrimonio de los sacerdotes. Lo mayor parte de la población no tenía acceso a ellos. Los mitos sobre la creación de Mesopotamia incluyen a ambos sexos, siendo la parte femenina quien alumbra al mundo. La diosa más importante era Inanna, considerada reina del cielo y de la tierra. Representaba el amor, la salud y el nacimiento. Tablillas encontradas en excavaciones arqueológicas muestran que la región disfrutó de una época de adoración a la diosa, la descendencia era por línea materna y las mujeres no estaban controladas por los hombres [10]. Así mismo las mujeres sumerias participaron en actividades sagradas y, si estaban solteras, podían actuar como sacerdotisas. Algunas hijas de reyes fueron nombradas por sus padres sacerdotisas de Nanna-Sin, diosa de la luna, es el caso de Enkheduanna hija de Sargón I (2334-2278 a.C); Emenanna hija de Naram-sim (2254-2218 a.C); Ennirgalanna hija de Ur-Nammu (2.112-2090 a.C) y las hijas de Ibbi-Sin (2027-2004 a.C) y de Ishbigarra o Ishbi-Erra (2017-1985 a.C), cuyos nombres desconocemos [16]. Destacamos a Enkheduanna. Enkheduanna (o En-hedu-Anna) es la primera escritora de nombre conocido. Se conservan dos composiciones suyas a la diosa Inanna, La exaltación de Inanna, sería la más importante, y Los himnos de los templos, se trata de cuarenta y dos poemas dirigidos a los templos y a los dioses a los que éstos estaban consagrados. Se supone que realizó registros y estudios de los movimientos de los astros, si bien, no han sobrevivido escritos suyos sobre este tema [11]. La proximidad geográfica posibilitó las relaciones bélicas y comerciales entre Mesopotamia Egipto y Grecia, lo que facilitó intercambios culturales que incidieron en los desarrollos griegos posteriores. EGIPTO Supuestamente, parte de la población que habitaba en el Creciente Fértil (Mesopotamia), cruzó el río Jordán y la península del Sinaí para establecerse en Egipto, (si bien este supuesto no es compartido por algunos egiptólogos). El Antiguo Egipto disfrutaba de condiciones ecológicas y políticas relativamente estables. El río Nilo proporcionaba fertilidad a la tierra y su posición geográfica dificultaba las invasiones, ello contribuyó a que aparecieran y prosperaron las ciudades. Durante la mayor parte de su existencia, el Antiguo Egipto fue el país más rico del mundo. Dependían de los cultivos de las tierras inundadas por el Nilo, cultivaban cereales, verduras y frutas y criaban animales que les proporcionaban carne para su sustento. El pueblo egipcio estaba altamente influenciado por sus creencias en el Más Allá y fundamentalmente por el concepto de eternidad. Herodoto se refería a los egipcios como los más religiosos de todos los hombres. En la cumbre de la sociedad egipcia estaba el faraón, considerado todopoderoso. Los súbditos creían que el faraón era un dios viviente y sólo él podía unificar el país y mantener el orden cósmico. El poder del faraón era absoluto, se le identificaba con los dioses sol y cielo, especialmente con Horus, el dios cielo con cabeza de halcón. La mayoría de los egipcios eran campesinos que trabajaban la tierra, si bien, existían diestros artesanos que se encargaban de construir y decorar templos y tumbas, ayudados por los campesinos que estaban desocupados durante las inundaciones del río Nilo. Egipto siguió recibiendo y asimilando los conocimientos sumerios. Poco después del 3000 a.C, había adaptado la escritura. En lugar de escribir sobre tablillas de arcilla los egipcios usaron un soporte más sofisticado, de unas cañas que crecían en abundancia a orillas del Nilo extraían fibras con las que obtenían láminas, llamadas papiros, en ellos era fácil escribir con tinta. La egipcia se conoce como escritura jeroglífica, de figuras, de grabados sagrados. Los escribas desarrollaron otros dos tipos de escritura, la hierática y la demótica, que les permitía escribir con más rapidez. La ciencia se cultivaba en las Casa de la Vida que existían en varias ciudades, quizá asociadas al templo. Sacerdotes y sacerdotisas desarrollaron las partes de la astronomía y las matemáticas aplicables a los problemas del momento. La Casa de la Vida no era un centro de instrucción. A las distintas profesiones se accedía mediante la relación maestro-aprendiz (los artesanos enseñaban a sus hijos). La cultura estaba restringida a los escribas que desempeñaban las diversas funciones y puestos administrativos del Estado. En Egipto, más del 95 % de la población era iletrada. En astronomía sobre todo les interesaban aquellos fenómenos que servían para poner a punto calendarios y relojes. Consideraban que los fenómenos celestes eran signos de acontecimientos terrestres futuros, la astronomía estaba más próxima a lo que conocemos, actualmente, como astrología. Según la cosmología egipcia de Heliópolis, de un caos oceánico inicial emergió una tierra primitiva y Atón, el Sol, quien engendra una pareja primigenia de la que derivan los dioses: la tierra Geb y el cielo Nut que dan lugar a Isis y Osiris. Para esta cosmología, el cielo se asienta sobre cuatro montañas situadas en las esquinas de la Tierra que es cuadrada, por el centro de la cual discurre el Nilo procedente de un río cósmico elevado que rodeaba la tierra y por el que navegaban los astros [12]. Las mujeres gozaron en el Antiguo Egipto de cierta libertad como se desprende del siguiente texto de Herodoto: los egipcios han establecido sus costumbres y leyes a la inversa que todos los otros pueblos. Entre ellos las esposas van al mercado y venden mientras que los hombres se quedan en casa y tejen [7]. Tenían propiedades, supervisaban la industria textil y la perfumería y trabajaban como escribas. El sistema matriarcal, manifestación de las leyes planetarias, fue la base de la organización social en el antiguo Egipto La reina hermana y la reina madre tienen posiciones de gran respeto y ostenta la mayor autoridad. Era la reina quien transmitía la sangre solar. La reina era la verdadera soberana, dueña de la tierra, preservadora de la realeza y guardiana de la pureza del linaje. Los reyes egipcios obtenían su derecho al trono mediante el matrimonio con una princesa egipcia. Por medio del matrimonio ella transmitía su corona a su esposo que sólo actuaba como agente ejecutivo. El hecho de que las mujeres fuesen herederas legales del trono, les otorgó un importante papel en los asuntos de estado, actuando como un rey con todo el poder. Las reinas, a veces, ejercían excepcionales influencias como consejeras de los Faraones. Algunas gobernaron Egipto durante largas épocas, es el caso de Hatshepsut, mujer Faraón. Urania, musa de la astronomía, fue una de las nueve diosas e hijas de Zeus y Mnemosina, las nueve fueron fuente de inspiración de artistas, filósofos y poetas. Cantaban el origen del mundo y sus habitantes, del mismo modo que las heroicas hazañas de sus protagonistas. Urania se representaba con una esfera celeste en la mano izquierda y un pequeño bastón en la otra. O bien, vestida de azul, color que representa la bóveda celeste, teniendo cerca de sí un globo terráqueo y un compás en una de sus manos. En otras representaciones también tiene una corona o diadema formada por un grupo de estrellas, de las que su manto está repleto. A sus pies esparcidos algunos instrumentos de matemáticas, razón por la cual también se le considera musa de las matemáticas y de todas las ciencias exactas ANTIGUA GRECIA Se considera que la griega es la base de la cultura occidental. La cultura griega durante la época arcaica, era similar a la de sus vecinos y los filósofos griegos, desde Homero a Aristóteles fueron conscientes de la antigüedad del saber de los babilonios y de los egipcios a los que atribuían el origen de la escritura, las matemáticas y la astronomía. Los primitivos pueblos de la época griega, hicieron importantes aportes a la civilización: Incorporaron el hierro superando la era del bronce de las anteriores civilizaciones. Produjeron los primeros textos literarios escritos, como la Ilíada y la Odisea. Crearon una organización social y política basada en núcleos independientes. Expandieron el comercio y la industria por la zona del Mar Egeo, y sus colonias occidentales, ampliando las actividades iniciadas por los fenicios y alcanzando un importante grado de desarrollo en la economía basada en la división del trabajo y de las funciones económicas. Los sabios griegos fueron ciudadanos libres que ejercían a título personal en función de sus intereses y valores, en unas ciudades en las que los sectores más dinámicos se dedicaban a la industria y al comercio. Una aportación original que los griegos hicieron al saber fue la introducción de la filosofía de la naturaleza, desde ella se abordaron racionalmente y por primera vez, problemas que anteriormente habían estado ligados a la mitología y a la religión. La griega fue la primera civilización que trató de separar la astronomía de la religión, lo que les hace acreedores de ser los fundadores de esta ciencia. Los pueblos anteriores habían abordado el estudio de la astronomía con una visión astrológica y netamente religiosa. Si bien los descubrimientos, instrumentos y observaciones de los astrónomos griegos fueron copias y acomodaciones de los de civilizaciones más antiguas, la egipcia y la babilónica, Grecia recogió estos conocimientos y los llevó a sus cotas más altas a través de la observación metódica y de la progresiva eliminación de sus connotaciones religiosas y mitológicas. En los primeros tiempos, en Grecia se consideraba que la tierra era un disco en cuyo centro se hallaba el Olimpo y en torno suyo el Okeanos, el mar universal [14]. La Odisea de Homero se refiere a constelaciones como la Osa Mayor y Orión, y se describe cómo las estrellas pueden servir de guía en la navegación. La obra Los trabajos y los días de Hesíodo, informa sobre las constelaciones que salen antes del amanecer en diferentes épocas del año, para indicar el momento oportuna para arar, sembrar y recolectar [14]. El griego era un pueblo patriarcal y sólo en Esparta las mujeres tuvieron algún grado de poder. Las atenienses, al menos las esposas de los ciudadanos ricos, estaban totalmente recluidas. En una sociedad que veneraba la sabiduría, la mayor parte de las mujeres eran analfabetas [4]. Las aportaciones científicas griegas más importantes se asocian con los nombres de los filósofos Tales de Mileto y Pitágoras. Pitágoras se estableció en Crotona, colonia griega al sur de Italia, entre 540 y 520 a.C. Fundó una comunidad o hermandad, entre religiosa y política que se dedicaba, entre otras cosas, al estudio la filosofía. Este movimiento permitió a la mujer introducirse en la corriente filosófica del momento, en una época en que la mujer solo tenía poder en la economía doméstica y, no podía tomar parte de la vida política. En la comunidad había, al menos, 28 mujeres entre estudiantes y maestras. Los trabajos y descubrimientos del grupo se consideraban de propiedad común y los conservaban como secreto místico. Dado que los miembros de la comunidad utilizaban el nombre de Pitágoras para atribuirle el origen de todos los conocimientos, no es posible saber el trabajo realizado por las mujeres, pero hay que suponer que participaron activamente y contribuyeron en los avances realizados [1]. Theano era natural de Crotona se casó con Pitágoras. Fue su discípula y más tarde dirigió y enseñó en la escuela. A Theano se le atribuye haber desarrollado gran parte de las ideas pitagóricas en textos como Vida de Pythagoras, Cosmología, Teorema de la razón áurea, Teoría de los números y Construcción del Universo. En ellas se recoge la cosmología pitagórica y se sostiene que el cosmos es un sistema ordenado y armónico, la armonía y el orden existen cuando las cosas se configuran en torno a sus relaciones apropiadas [9]. Se le atribuye, así mismo, la obra Sobre la Piedad en la que se describe la naturaleza diferente de hombres y mujeres por cuya razón tienen responsabilidades diferentes. Entre las responsabilidades de la mujer estaría mantener la ley, la justicia y la armonía en la familia. Si no lo hace así, contribuirá al caos y al desorden en le sociedad. Las mujeres han de ser conscientes de sus actos y de las consecuencias que, los mismos, tienen [9]. Todos sus escritos se perdieron. Es reconocida como la primera mujer matemática de la historia que poseía además, conocimientos de medicina y astronomía, y se le puede considerar precursora en la investigación científica. Pese a ello, Theano no figura en los escritos enciclopédicos, ni siquiera como esposa de Pitágoras. Fuera de la comunidad pitagórica, las mujeres tenían pocas oportunidades en la sociedad griega. La mujer aparece esporádicamente, siempre al margen del ejercicio de la filosofía, la medicina o la literatura, salvo excepciones. Pocas habilidades bien consideradas y que exijan competencia y destreza se atribuyen a las mujeres: el tejido, el gobierno de la casa, el cuidado de los hijos. Algunas mujeres pudieron superar las trabas culturales asociadas a su género y realizaron aportaciones a la ciencia. Han sobrevivido los nombres de mujeres que vivieron en el siglo V a.C. Se han identificado textos de Perictione, madre de Platón, de Aesara, Lucania, Damo, Fintis, Myia y, Melisa que escribió sobre obligaciones de las mujeres, Tymicha, espartana de Crotona, de la que se cuenta que fue llevada ante Dionisio de Siracusa, junto con su esposo, quien les exigió que le confesaran los misterios de la ciencia pitagórica prometiéndoles una fuerte recompensa. Tymicha se cortó la lengua con los dientes y la escupió al tirano Dionisio. Aglaonice, de Tesalia, se hizo famosa por su capacidad para predecir eclipses y, aunque seguramente utilizaba métodos descubiertos por astrónomos caldeos, fue considerada una hechicera que podía hacer desaparecer la luna, a voluntad. Se conoce poco de su vida, se le considera la primera mujer astrónoma [12]. Alejandro Magno (356-323 a. C.) Conquistó Egipto Babilonia y Persia quedando así conectada la práctica totalidad del mundo civilizado. En Egipto fundó la ciudad de mármol de Alejandría, en la desembocadura del Nilo, en la misma se crearon la Biblioteca y el Museo donde se investigaba sobre temas filosóficos y científicos. El Museo era una institución real, estaba presidido por un sacerdote y compuesto por eruditos pagados por el Estado. Disponía de un complejo de edificios entre los que se encontraban aulas, refectorios, salones de trabajo, jardines botánicos y zoológicos, el pórtico y la Biblioteca que incluía alrededor de 400.000 papiros. Cuando Egipto se convirtió en colonia romana en el año 30 a.C., Roma siguió siendo sede del poder político y Alejandría era el eje intelectual del imperio. Los romanos dejaron la cultura en manos de los griegos para dedicarse a lo que consideraban importante: el imperio, el ejército y la política [12]. En Alejandría, las costumbres griegas sobre la vida de los ciudadanos siguen manteniéndose. A los hombres conviene la vida al aire libre tanto en tiempos de paz como de guerra, a las mujeres la vida doméstica y la permanencia en el hogar. Hacia los doce años las niñas pasaban de la potestad del padre a la del marido. Alejadas de la vida pública estaban llamadas a ejercer las virtudes de la “mujer valerosa”, esposa, madre, buena administradora, todo en el interior de la casa. Hipatia (370-415 d.C.). Era hija de Teón, matemático y astrónomo que fue el último director de la Biblioteca y el último profesor de matemáticas del Museo de Alejandría. Según la leyenda, Teón estaba decidido a que su hija fuese un ser humano perfecto. Hipatia Viajó por Italia y Atenas perfeccionando sus conocimientos. Impresionaba a todos por su inteligencia y belleza. Se dice que sobrepasó en sus conocimientos a todos los filósofos de su tiempo. Fue profesora de la Escuela de Alejandría y directora de la misma. Enseñó matemáticas y filosofía a miembros de todas las religiones. Hay indicios que permiten asegurar que no desempeñó cátedra alguna financiada por el Estado, ni fue filósofa con sueldo. Sus alumnos eran estudiantes de otros lugares que acudían a Alejandría a recibir las enseñanzas de Hipatia. Sus trabajos no han sobrevivido, no obstante, existen numerosas referencias a ellos y se observa que eran, sobre todo, textos para sus estudiantes. Hay razones para creer que esos textos gozaron de popularidad durante varias generaciones posteriores. Las obras que se le reconocen son: Comentarios a las cónicas de Apolonio, tratado en ocho libros sobre la geometría de las cónicas de Apolonio. Comentario a Diofanto, trece libros en los que se comenta la Aritmética de Diofanto. Se cree que colaboró con su padre en un tratado sobre Tolomeo y en la revisión de la versión definitiva de los Elementos de Euclides. Se le atribuye la invención de aparatos científicos como: un areómetro (para medir líquidos), un planisferio (localizador de estrellas y constelaciones), un aparato para medir el nivel del agua y otro para destilarla, y un astrolabio (para localizar la altura de los astros sobre el horizonte). Era experta en el manejo del astrolabio, defensora del heliocentrismo, frente al geocentrismo imperante en su época. Reelaboró las tablas astronómicas y realizó un nuevo cálculo de los valores matemáticos de los eventos celestes descritos por los astrónomos antiguos. Hipatia participó en las actividades de la polis, se le consideraba una consejera estimada en cuestiones de actualidad y un personaje político influyente. Ello favoreció a que se le considerase una mujer peligrosa en una ciudad que cada vez era más cristiana. El forcejeo por el poder político entre Cirilo, patriarca de Alejandría, y Orestes (antiguo alumno y amigo de Hipatia) prefecto romano en Egipto, y la influencia de la Iglesia sobre los asuntos seculares, termina con la muerte de Hipatia. Fue un asesinato brutal y estremecedor, un crimen provocado por conflictos políticos que venían de antiguo [5]. PARA FINALIZAR En estas páginas, al recoger la relación que tuvieron ciertas mujeres de la antigüedad con la astronomía, hemos tratado de poner de manifiesto que desde el pasado, la ciencia está llena de descubrimientos y aportaciones que han hecho mujeres científicas a la humanidad, si bien estas aportaciones no han sido recogidas en los textos de historia. Las mujeres, con su esfuerzo, han contribuido a cambiar el mundo y a hacerlo más humano y comprensible [2]. La empresa, no obstante, no ha sido fácil. Durante siglos se sostiene su inferioridad intelectual frente al hombre, se le niega la capacidad de razonar y se minusvalora su saber, siendo relegadas, a las ocupaciones menos apreciadas. Las mujeres que destacaron, fueron privilegiadas (pertenecían a una determinada condición social) y tuvieron la oportunidad de ser instruidas. Lo lamentable es que muchas otras de las que pudieron haber hecho aportaciones a la ciencia, acabaron siendo relegadas y finalmente olvidadas por la historia. BIBLIOGRAFÍA [1] M. ALIC, El legado de Hipatia. Traducción de Flora Botton-Burlá 1991. Siglo XXI. Máxico. 1986 [2] M. CASADO. Las damas del Laboratorio. Mujeres científicas en la historia. Debate. Barberá del Vallés. Barcelona. 2006. [3] A. CASO. Las olvidadas. Una historia de mujeres creadoras. Planeta. Barcelona. 2005. [4] E. CASTRO. 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