La Inglaterra victoriana

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La Inglaterra victoriana
Nombre: La Inglaterra victoriana
Inicio: Año 1830
Fin: Año 1901
Siguientes:
El Reino Unido entre 1830 y 1852
Primera época victoriana en Gran Bretaña
Última etapa victoriana
Albert Memorial (Londres),
de G. Gilbert Scott
El largo reinado de Victoria de Inglaterra, entre
1837 y 1901, marca la época de apogeo de una
determinada concepción política, económica y
Parlamento de Londres
social en cuyo centro, a modo de foco irradiador, se
sitúa la burguesía, grupo social que resultó
vencedor de la confrontación con la aristocracia y la
La reina Victoria
Iglesia sucedida en las turbulentas décadas
pasadas. Las décadas finales del siglo XIX ven
triunfar a un hombre optimista y confiado en sí
mismo, dominador del Mundo y la Naturaleza
merced a unos conocimientos técnicos y científicos
La reina Victoria ante la
catedral de San Pablo el 9
de noviembre de 1837
que se suceden con una rapidez nunca antes vista
en otro periodo de la Historia de la Humanidad. Por
primera vez es capaz de viajar por el aire y bajo el
agua, se combate con eficacia a la enfermedad, se
La reina Victoria en 1838
viaja a zonas inhóspitas; el hombre es capaz de
comunicarse a distancia, de tener un hogar cómodo
y tiempo de ocio. Inventos como el cinematógrafo,
el fonógrafo, el automóvil, la luz eléctrica o el
teléfono, entre muchos otros, hacen pensar al
Soldados indios de las
tropas británicas
individuo de principios de siglo que se encuentra en
la cima del Mundo y de la Historia. La Exposiciones
Universales devuelven al hombre europeo, a modo
Cajas de cerillas que
ilustran los posibles
inventos del año 2000
de espejo, una imagen de sí mismo engrandecida y
orgullosa. En ellas se exhiben los últimos adelantos
tecnológicos, el conocimiento y control sobre
pueblos alejados, primitivos y extraños, la victoria
sobre el tiempo y el espacio. Europeos,
estadounidenses y japoneses, las regiones más
Juegos infantiles en un
patio de colegio londinense
industrializadas, se lanzan a la conquista de
nuevos pueblos y territorios donde proveerse de
materias primas y colocar sus productos, a la par
que empiezan a lanzar sus dados sobre
estratégicos tableros de juego en los que empieza
a dirimirse la supremacía universal. Sin embargo,
son también tiempos de incertidumbre e
Representación del Imperio
Británico entre 1871 y
1900, cuadro de Harrogate
inestabilidad social. Si bien es cierto que la calidad
de vida en general alcanza un nivel inusitado, las
mejoras no alcanzan a todos ni lo hacen de la
misma manera. Los nuevos modelos económicos
surgidos de la Segunda Revolución Industrial
crearán diferencias, a veces irreconciliables, entre
los dos grupos sociales resultantes: la burguesía
capitalista y financiera y el proletariado,
básicamente industrial. Este último, armado
ideológicamente por diversas corrientes de
pensamiento y transformación social, iniciará una
época de reivindicación y contestación que se
prolongará hasta muchas décadas posteriores y
que marcará el conjunto de las relaciones sociales,
políticas y económica a lo largo del siglo XX.
La segunda revolución industrial
Galería de las Máquinas de
la Exposición Universal de
1900 en París
Construcción de los
cimientos de la Torre Eiffel
(París)
Nombre: La segunda revolución industrial
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
El despegue
La agricultura
Economías cerradas y abiertas
Industrializacion en los países desarrollados
Comienzos de la industrialización en Rusia
La demografía
Problemas de la sociedad industrial
La propia terminología de Revolución Industrial es
discutida por muchos autores que entienden que la
idea de revolución debería estar unida a "cambios
súbitos, incompatibles con el lento y gradual
Fonógrafo Edison
proceso de evolución económica", tal como señaló
hace ya sesenta años H. Heaton y, más
recientemente, T. S. Ashton. En todo caso, si
tomamos como referencia cronológica los apenas
tres mil años de historia documentada, la alteración
se produjo en un tiempo relativamente breve y de
forma brusca. El sistema económico se transformó
con la introducción del vapor y la nueva
maquinaria. Eso es lo que percibían algunos
analistas contemporáneos y lo que recogieron
historiadores, como Mantoux, para fijar el término.
Autores posteriores, como el propio Ashton, han
insistido en otros aspectos necesarios, además del
progreso técnico: los cambios en los sectores
agrícolas y comerciales, las innovaciones en los
transportes, las nuevas formas de organización
económica, social y política, la generalización de la
educación, las modificaciones en comportamientos
humanos relativos a la higiene, la sanidad, la
movilidad geográfica o la natalidad, que implica una
demografía distinta... Todo ello formaba también
parte de la Revolución Industrial, si se quería
utilizar el término. La polémica sobre una Segunda
Revolución Industrial, a partir de los años setenta
del siglo XIX, se inscribe dentro de los
planteamientos anteriores. En realidad, es una
continuidad del proceso iniciado en Inglaterra a
mediados del siglo XVIII que ahora se extiende a
muchos más países. Además del crecimiento
sostenido en los que ya habían alcanzado un
estadio económico, el periodo 1870-1900 se
caracteriza por la incorporación al desarrollo de una
buena parte de la población que se integra en la
sociedad de masas. Pero no es sólo eso, se trataba
también de cambios cualitativos. Como
gráficamente expuso G. Barraclough en un brillante
análisis de la historia contemporánea, editado en
los años sesenta, si una persona de un país
desarrollado actual "se trasladase al mundo de
1900 lo encontraría familiar, mientras que si lo
hiciera a 1870, aunque fuese a Inglaterra...
probablemente le impresionaría más la diferencia
que el parecido". Al capitalismo en sentido más
estricto le sustituye desde la década de 1870 un
capitalismo de concentración. Por decirlo de una
manera simplificada, el anterior era concurrencial e
individualista. El que va a surgir ahora no tendrá
como ideal la libertad de mercado, sino la
rentabilidad. Su orientación más característica (en
la que comienzan a intervenir los Estados) es la
búsqueda de mercados exteriores de otros países
desarrollados o, más frecuentemente en esta
época, de nuevos territorios por "colonizar". La
depresión económica, cuando aparece, plantea la
necesidad de un proteccionismo creciente y la
búsqueda de nuevos mercados y nuevas zonas de
inversión de capital y de obtención de materias
primas a bajo coste. Se desarrolla así el nuevo
colonialismo, esencialmente económico. La
autofinanciación industrial deja paso a las grandes
inversiones, que sólo pueden realizar poderosas
entidades bancarias. Se constituyen imperios
financieros, que influirán en la política y a su vez
serán manejados por los políticos. Se intentará
salvar la competencia mediante convenios
industriales, "cárteles" y "trusts", en lucha por el
oligopolio o, en ocasiones, por el monopolio. Los
avances tecnológicos para aprovechar mejor el
capital serán otro rasgo de esta etapa. Por otra
parte, como el resto del siglo XIX, el período que
abarca desde 1870 a la Gran Guerra se caracteriza
por una estabilidad monetaria. Tanto en 1820 como
en 1913 "una perra chica es una perra chica" en
Francia, la libra esterlina vale 25,22 francos y el
franco suizo vale un franco francés. La libra de pan
valía en Londres seis o siete peniques a principios
del siglo XIX y cinco o seis peniques en los
primeros años del XX. Aun atravesado por
revoluciones, guerras y conquistas, el período se
distingue del siglo XX, en estos aspectos, por una
cierta calma y regularidad (sobre todo cuando se
considera el conjunto del siglo XIX). Un apartado
interesante que tiene cabida en este capítulo es el
caso de Rusia. Durante la segunda mitad del siglo
XIX, en lo esencial, se mantuvo el sistema político
de los zares hasta 1905. Sin embargo, hubo unas
transformaciones notorias en los aspectos sociales
y económicos. Para Roger Portal, uno de los
máximos especialistas, se trata de estudiar cómo,
con qué ritmo y con qué dificultades un país,
colosal como Rusia, al margen del sistema liberal,
pasa de una estructura dominada por la nobleza
terrateniente (que tiene bajo sí a la inmensa
mayoría de siervos) a un pueblo agrícola y obrero
encuadrado en una creciente industria.
Del liberalismo a la democracia
Mitin de feministas
francesas reclamando sus
derechos
Nombre: Del liberalismo a la democracia
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
Alemania entre 1871 y 1900
La III República francesa hasta 1900
Medianas y pequeñas potencias
Vida política y acción del Estado
El hecho más relevante de la historia política de los
países europeos occidentales, durante las tres
últimas décadas del siglo XIX, fue el progresivo
reconocimiento de los principios democráticos en
sus estructuras legales. Con criterios de fines del
Cartel sufragista
siglo XX, muchos de estos avances pueden
parecer casi insignificantes. Por ejemplo, en su
momento de máxima extensión durante este
período, los electores franceses eran el 29 por 100
de la población total, los españoles el 24 por 100,
Representación del voto
secreto, introducido en
Inglaterra en 1872
los suizos el 22 por 100, los ingleses el 16 por 100,
y los italianos el 9,1 por 100. Pero no lo
entendieron así los contemporáneos, quienes
consideraron que se estaba llevando a cabo una
verdadera revolución en el sistema de gobierno y
expresaron su satisfacción o su temor ante la
extensión del poder concedido al hombre común.
Los principales objetivos de éste punto son exponer
Detención de sufragistas
inglesas
los principales cambios que tuvieron lugar, tratar de
explicar porqué se produjeron, considerar en qué
medida eran realmente democráticos los sistemas
políticos, tanto desde un punto de vista teórico respecto a un modelo ideal de democracia- como
práctico, y establecer las consecuencias que los
cambios institucionales tuvieron en la actividad
pública. Para ello, describiremos las instituciones y
trataremos de explicar el proceso político.
Posteriormente analizaremos el significado social
de las nuevas estructuras, en relación con los
dirigentes y con los participantes en las mismas y la
naturaleza de los cambios que tuvieron lugar en la
acción del Estado. En la mayor parte de los países
el avance democrático se produjo mediante la
transformación de los anteriores sistemas liberales;
en dos de los más importantes, sin embargo,
Alemania y Francia, los elementos democráticos
fueron un distintivo inicial de las nuevas
instituciones creadas en 1871.
Imperios orientales y nacionalismo
Rusia asiática
Nombre: Imperios orientales y nacionalismo
Época: Liber-Demo
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
Imperio austriaco y Reino de Hungría
El Imperio turco
La Rusia zarista
Agrupar en un capítulo imperios desiguales tiene
sentido en ciertos aspectos, si bien, en la mayoría
de los sentidos, Alemania y Austria-Hungría
estaban más próximas que Rusia o Turquía y
Turquía asiática
Austria-Hungría. En todo caso, razones geográficas
que motivaron relaciones, con frecuencia adversas,
aconsejan esta ordenación. Los tres Imperios más
orientales de Europa y más occidentales de Asia,
en el caso del turco y el ruso, estaban declinando a
finales del siglo XIX. Después de la Gran Guerra
Turquía europea
desaparecieron como tales. En el último tercio del
siglo pasado Rusia creció al extenderse por Asia
central en un proceso que se verá más adelante. El
Imperio austriaco había perdido ciertas regiones
que formaron parte del Norte de Italia en el
transcurso del proceso de unidad de ésta; sin
embargo ocupó en 1878 la región turca de BosniaHerzegovina y su influencia en los Balcanes fue
cada vez mayor. El Imperio otomano se estaba
reduciendo cada vez más en Europa. Uno de los
elementos más claros en la Europa Oriental de
estas décadas será el nacionalismo emergente,
vinculado a la idea de soberanía popular. Como
consecuencia, habrá nuevas naciones o tensiones
constantes. Estas, en muchos casos, fueron
azuzadas por los Estados, rivales entre sí, para
atraerse a los países nacientes. Lograran o no la
independencia en los años que estudiamos, lo
evidente es que al cabo de poco tiempo serán esas
naciones las herederas de los imperios, enseguida
deshechos. Los nacionalismos son la clave para
explicar buena parte de los cambios que se
producen en la política europea entre 1870 y 1900.
La organización nacional, que la Europa del Oeste
había fijado prácticamente en su totalidad en 1870,
será el caballo de batalla de la historia de la Europa
del Este en las últimas décadas del siglo XIX. Las
dificultades de separación de sus antiguos
dominantes, el mosaico de razas y las
implicaciones e intereses del resto de los países
hicieron muy difícil encontrar soluciones sencillas y
pacíficas a la configuración de un nuevo mapa
político. Los conflictos se sucedieron en el período
finisecular pero sólo eran un tímido avance de los
horrores que estas cuestiones nos depararían a lo
largo del siglo XX, sin que se vislumbre su fin
cuando éste acaba. En Rusia las nacionalidades
(Finlandia, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia,
Caucasia, Armenia, Tartaria y Georgia) llevaron a
cabo manifestaciones o sublevaciones, mayores a
medida que se acercaba el siglo XX, que fueron
reprimidas con dureza. Las nacionalidades del
imperio austro-húngaro no habían llegado a la
independencia en 1880, aunque los húngaros ya
habían obtenido la autonomía y la igualdad de la
Monarquía dual. Algunas nacionalidades del
Imperio Otomano habían logrado la independencia
antes de 1870 (como ya había ocurrido en Grecia
en 1830) o la lograrán plenamente en la década
siguiente (tal es el caso de Serbia, Rumania y
Montenegro en 1878). En el mismo año 1878
Bulgaria aún estaba bajo la soberanía turca, pero
había logrado la autonomía y, tras muchas luchas,
la independencia legal en 1908.
Colonialismo e imperios asiáticos
Nombre: Colonialismo e imperios asiáticos
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
Africa negra hacia 1880
Presencia europea en Asia y Oceanía
China
Japón
Posesiones británicas en el
Mediterráneo
A lo largo del siglo XIX, los europeos continuaron
expandiéndose por Asia y África. Grandes
extensiones fueron conquistadas directamente,
sometidas a la administración de algún país
europeo o quedaron bajo su control económico. La
fase de conquista arbitraria fue sustituida a finales
del siglo por una organización y desarrollo
Mujer marroquí con traje
típico
metódicos llevadas a cabo por los Estados que,
frecuentemente, tuvieron intereses contrarios.
Tratados y convenciones, en los que normalmente
Balleneros en los mares del
Sur
pesó la ley del más fuerte, obligaron a las potencias
coloniales a respetarse recíprocamente los
derechos de soberanía. En África, los europeos se
encontraron con formas de organización débiles y
éstas no resistieron. A finales de siglo, quedaron
dos Estados indígenas: Marruecos y Abisinia; una
Cartel representando a
soldados de los principales
países
república negra de reciente creación, Liberia, dos
repúblicas independientes de colonos blancos,
Transvaal y Orange, y dos Estados vasallos del
imperio otomano, Trípoli y Cirenaica. Pero aun
estos países independientes se vieron involucrados
enseguida en nuevos intentos de conquista
Invitación al baile
celebrado en la Exposición
Colonial e India de 1886
llevados a cabo por países europeos. En Asia, el
problema colonial se planteó de forma distinta. Los
países occidentales se encontraron frecuentemente
con antiguas culturas, que habían establecido un
La emperatriz Victoria, por
George Hayter
orden social con tradiciones de gran arraigo y
capaces de organizarse. En mayor o menor
medida, se resistieron a la colonización. Era
evidente que, a pesar de su desmayo, hacer de
China una colonia resultaba imposible. Tampoco
China aceptó fácilmente la presencia europea en lo
que consideraba su área de influencia. Los
europeos, y singularmente Inglaterra, cuando no
pudieron crear colonias al estilo africano, buscaron
fórmulas para obtener beneficios económicos que
no implicaran la soberanía del territorio. Japón no
sólo no fue colonizado sino que pasó a ser una
potencia más en el concierto internacional y sus
aspiraciones de expansión, en competencia con los
occidentales y China, se centraron en el propio
continente asiático. Los conflictos a que dio lugar
esta situación no se solventaron hasta finales de la
década de los cuarenta del siglo XX, después de la
II Guerra Mundial y aún no se resolvió el problema
de Corea.
Relaciones internacionales en Europa
Nombre: Relaciones internacionales en Europa
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
La época de Bismarck
Fin del concierto europeo
La reina Victoria ante la
catedral de San Pablo el 9
de noviembre de 1837
Las últimas décadas del siglo XIX fueron las más
pacíficas del siglo en Europa. Después de 1871,
sólo las diversas guerras de carácter limitado y
Caricatura de Francisco
José arrancando Bosnia al
Imperio Otomano
periférico que se desarrollaron en las fronteras
occidentales del Imperio turco, ensangrentaron su
suelo. El ambiente internacional durante este
período, no fue, sin embargo, de distensión. Las
relaciones entre las potencias europeas fueron
extraordinariamente complejas y, a veces, se
Cartel de la Exposición
Universal de París en 1889
desarrollaron en un ambiente de temores y
amenazas. En ello pesaron tanto factores del
pasado como otros nuevos. Entre los
condicionantes heredados estaban los problemas
nacionalistas en los Imperios austro-húngaro y
turco, y la rivalidad entre Inglaterra y Rusia en el
Mediterráneo oriental. Factores nuevos fueron la
Manifestación en Londres
en favor de la Comuna de
París
crisis económica y la reacción proteccionista que
provocó en todos los países, excepto el Reino
Unido; la orientación de Austria-Hungría hacia los
Balcanes, después de haber sido desalojada de
Alemania y de Italia, lo que suponía un
enfrentamiento con las tradicionales aspiraciones
de Rusia; la misma existencia de una Alemania
unificada, que era tanto un factor de estabilidad
como de desconfianza hacia su poder; el
sentimiento de revancha existente en Francia, tras
la derrota de 1870-71; y, de forma creciente, el
choque de intereses entre los países lanzados a la
expansión colonial en el mundo. Fueron años de
"Realpolitik", de política realista, en la que los
intereses nacionales, y no los criterios ideológicos,
fueron los principios básicos de la acción
diplomática, de acuerdo con lo establecido desde la
guerra de Crimea. La apelación al sentido moral,
por parte de Gladstone, fue una excepción que no
tuvo respuesta. Los cambios en las estructuras y
en la naturaleza de la vida política, allí donde se
produjeron, influyeron relativamente poco en el tipo
de las relaciones internacionales durante este
período. Como ha escrito Th. Hamerow, "Richelieu
(..) podría, haberse horrorizado al ver en qué se
había convertido la sociedad europea en vísperas
de la primera guerra mundial, pero se habría
sentido como en casa en los ministerios donde se
decidían las cuestiones diplomáticas cruciales". En
Rusia, la política exterior siguió siendo patrimonio
exclusivo del zar. Alejandro III, por ejemplo,
aprovechándose de que no existía nada parecido a
la responsabilidad ministerial, no queriendo, o no
sabiendo qué dirección tomar, optó por seguir,
simultáneamente, políticas exteriores
contradictorias, a través de diferentes órganos de
gobierno: la orientación progermana del ministro de
Asuntos Exteriores, Giers, y la paneslava a través
del ejército, la policía, la prensa y parte del cuerpo
diplomático. Lo imperfecto del sistema
parlamentario alemán queda muy claro en este
terreno. La política exterior estuvo completamente
fuera del control del "Reichstag". Bismarck la dirigió
de una forma personal, habitualmente de acuerdo
con la opinión de Guillermo I, pero en contra de la
misma cuando el canciller quiso, y al margen
también de las iniciativas de la "Wilhelmstrasse",
donde tenía su sede el ministerio alemán de
Asuntos Exteriores. El protagonismo de Bismarck
fue sustituido por el de Guillermo II, a partir de
1890. En Gran Bretaña, en Francia y en los demás
Estados occidentales donde el proceso
democrático estaba más avanzado, las cosas sólo
fueron relativamente diferentes. En estos países la
opinión pública estaba mejor informada y jugó un
papel más importante en la política exterior. La
opinión británica, por ejemplo, fue
extraordinariamente sensible a las brutales
represiones llevadas a cabo por los turcos contra
búlgaros y armenios -en pocos días se vendieron,
en 1877, más de 40.000 ejemplares de un folleto
de Gladstone en el que denunciaba las primeras-.
La opinión francesa también fue importante en la
orientación colonial o en la política respecto a
Alemania. Pero también en estos países, las
cuestiones internacionales eran decididas por un
número muy reducido de personas, que sortearon
el control parlamentario mediante el carácter
secreto de las alianzas que contraían. En Francia,
la política exterior era competencia del presidente
de la República, y a Sadi Carnot se atribuyó gran
parte del mérito del tratado franco-ruso de 1894.
También el rey Eduardo VII habría de tener un gran
protagonismo en la política exterior británica, donde
el "Foreign Office" gozaba dé una gran autonomía.
Todavía en 1901, Salisbury recordaba que la
diplomacia era competencia tradicional de la
Corona, es decir, del ejecutivo, y no del
Parlamento, aunque afirmaba que ningún gobierno
llevaría a cabo alianzas contrarias a la opinión
pública. Hasta 1890, la escena europea aparece
dominada por el canciller Bismarck y los distintos
sistemas de alianzas internacionales que
construyó, de acuerdo con un procedimiento que
tiene un gran parecido con el juego de ajedrez:
avances y cesiones controladas, con objetivos
perfectamente definidos. Cuando Bismarck fue
desalojado de la cancillería, el equilibrio que había
creado -un equilibrio nada desinteresado, por otra
parte- se rompió. Al mismo tiempo, los problemas
mundiales sustituyeron a los continentales como
objeto de atención preferente y como principales
factores de riesgo.
Cultura de fin de siglo
Estación de metro de la
Karsplatz (Viena)
Nombre: Cultura de fin de siglo
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
Positivismo y ciencia
Desarrollo de las ciencias sociales
Debate intelectual en la historiografía
En su nivel más profundo, la historia intelectual de
las tres últimas décadas del siglo XIX, puede
resumirse en la pervivencia y difusión de una
actitud positivista acrítica -una especie de
fundamentalismo científico- y el surgimiento de una
Fachada de la Majolikahaus
(Viena)
reacción contra la misma, que sin negar las
posibilidades de la razón y la ciencia, subrayaba
sus límites. Esta última corriente indicaba una
nueva orientación del pensamiento que no haría
sino acentuarse a lo largo del siglo XX. Tanto el
Wiener Sezession (Viena)
positivismo como su revisión crítica afectaron a los
más diversos campos del pensamiento: ciencia,
teoría política, filosofía, psicología, literatura e
Gran Teatro del Liceo, de
Miguel Garriga,
remodelado por J. O.
Mestres
historiografía.
Ópera de París
La edad de las masas
Operarios en una imprenta
Manifestación durante la
Nombre: La edad de las masas
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
Industrialización y desarrollo
Crecimiento demográfico
Conferencia de Paz de La
Haya en 1907
Ciudades y vida urbana
La sociedad de masas
Estado y burocracia
Entre el 18 de mayo y el 29 de julio de 1899,
delegados de un total de veintiséis países
celebraron en La Haya, a instancias de Rusia, una
Representación del voto
secreto, introducido en
Inglaterra en 1872
conferencia internacional de paz con el doble
objetivo de definir y humanizar las leyes de la
guerra y crear algún tipo de mecanismo
internacional de arbitraje que propiciase la solución
pacífica de los conflictos. Al año siguiente, París
fue sede, entre los meses de abril y noviembre, de
una espectacular Exposición Universal que vino a
ser una exaltación de los avances científicos y
tecnológicos del siglo XIX, y que fue visitada por
Moda femenina de la época
victoriana
cerca de 40 millones de personas. Los dos
acontecimientos revelaban una misma realidad: la
extraordinaria confianza que los países
desarrollados, y sobre todo Europa, parecían tener
en sus valores y en el futuro. El progreso científico,
sobre todo, parecía incontenible. La electricidad,
gran protagonista de la Exposición de París, cuyo
uso se extendía desde la década de 1880, estaba
transformando el trabajo mecánico, los transportes,
la industria, la iluminación pública y doméstica y por sus aplicaciones al teléfono, fonógrafo,
máquinas de coser, ventiladores, estufas y
similares- la misma vida cotidiana. En 1895,
Guillermo Marconi (1874-1937) había inventado el
telégrafo sin hilos, utilizando el descubrimiento de
las ondas de radio hecho por Heinrich Hertz unos
años antes: en 1901, Marconi envió señales a
través del Atlántico, de Terranova a Cornualles.
También en 1895, Wilhelm K. Röntgen (1845-1923)
había descubierto los rayos X y los hermanos Louis
y Auguste Lumière, proyectado en París la primera
película animada. Antes, en 1885-86, Gottlieb
Daimler (1834-1900) y Karl Benz (1844-1929)
habían construido los primeros prototipos de
automóvil perfeccionando ensayos sobre motores
de gasolina de combustión interna hechos
anteriormente, y John B. Dunlop había patentado el
neumático. Muy poco después, en 1892, René
Panhard (1841-1908) pudo poner a la venta los
primeros coches comerciales. Tres años después,
Rudolf Diesel patentó un motor distinto, de aceite
pesado. En 1896, comenzó la fabricación de
automóviles en Coventry (Inglaterra), Detroit
(EEUU) y Auchincourt (Francia), por iniciativa,
respectivamente, de Harry S. Lawson, Henry Ford y
Armand Peugeot. En 1899, se les sumaron Louis
Renault y Giovanni Agnelli con fábricas en
Billancourt y Turín, respectivamente. Casi al mismo
tiempo, en 1903, los hermanos Orville y Wilbur
Wright realizaron el primer vuelo en un aeroplano
en Kitty Hawk, Carolina del Norte: "es a las razas
europeas -escribiría Bertrand Russell en 1915,
expresando lo que era una convicción universal-,
en Europa y fuera de ella, a quienes el mundo debe
más de lo que posee en pensamiento, ciencia, arte,
ideales de gobierno, esperanza de futuro". Desde
luego, en 1900, Europa mandaba en el mundo,
como diría expresivamente algo después el filósofo
español Ortega y Gasset. De una población
mundial estimable en aquel año en torno a los
1.600 millones de habitantes, la población europea
sumaba unos 400 millones, y la de los imperios
europeos en África, Asia y América, otros 500
millones. Sólo la población del imperio británico,
que incluía Canadá, Australia, la India, Birmania,
Sudáfrica, Egipto, Nigeria y muchos otros
territorios, se aproximaba a los 400 millones. Las
formas de vida europeas se extendieron fuera del
continente. Desde mediados del siglo XIX y hasta
la década de 1930, cerca de 60 millones de
europeos -británicos, irlandeses, italianos, rusos,
alemanes, centroeuropeos, españoles,
portugueses, suecos y noruegos, principalmente-,
emigraron fuera de Europa: 34 millones a Estados
Unidos de América, y cifras inferiores, pero
significativas, a Argentina, Canadá, Brasil y
Australia. En 1870, Europa producía en torno al 80
por 100 de toda la producción industrial del mundo;
en 1913, cerca del 60 por 100. Era verdad que
muchas de las innovaciones tecnológicas de los
últimos decenios del siglo XIX y primeros años del
XX procedían de Estados Unidos, como el teléfono
(patentado por Alexander G. Bell en 1876), la
bombilla incandescente (Thomas A. Edison, 1879),
la linotipia (Mergenthaler, 1885), la cámara
fotográfica portátil (G. Eastman, 1888), las
máquinas de escribir, las calculadoras, los
micrófonos, las metralletas y un larguísimo
etcétera. Pero a Europa se debieron todavía
aportaciones decisivas. Así, innovaciones inglesas
fueron los métodos que revolucionaron la
fabricación del acero (Bessemer, Siemens-Martin,
Thomas-Gilchrist), la turbina de vapor (Charles
Parsons, 1884) y los neumáticos. Invención
alemana fueron los motores de combustión interna,
el automóvil, la dínamo eléctrica y la tracción
eléctrica. Alemania tuvo, además, un papel
preponderante en el desarrollo tanto de la industria
de la electricidad como de la industria química colorantes, pinturas, fibras, fertilizantes, medicinas,
insecticidas, cosméticos, plásticos-, cuyas
aplicaciones cambiaron radicalmente la vida: la
aspirina, por citar un solo ejemplo, fue sintetizada
en ese país en 1899. Sobre todo, la ascendencia
del pensamiento, del arte y de la literatura
europeos era indiscutible. Londres, con sus seis
millones y medio de habitantes, era en 1900 la
ciudad más grande del mundo, el prototipo, como
veremos, de la vida moderna; París, con 2,7
millones, era el centro del arte y de la vida
elegante, que tenía su prolongación en Montecarlo,
Deauville, Niza, Brighton, el Lido veneciano y
Baden-Baden. Berlín, Viena -la ciudad de
Schnitzler, Karl Kraus, Schoenberg, Anton Webern,
Alban Berg, Wittgenstein, Klimt, Egon Schiele,
Kokoschka, Stephan Zweig, Hugo von
Hofmannsthal, Adolf Loos, Robert Musil y Sigmund
Freud-, Praga, Munich, Barcelona, Roma, Florencia
eran los epicentros del modernismo. Hasta un país
nuevo y dinámico como Estados Unidos parecía
fascinado por el legado histórico y artístico de la
civilización europea: su mejor novelista, Henry
James (1843-1916), hizo de ello el tema de sus
mejores obras. En efecto, el fin de siglo, la belle
époque, las dos últimas décadas del siglo XIX y
primeros años del XX, fueron para Europa -o para
una parte de ella- y para Estados Unidos una etapa
de transformación sin precedentes, en la que se
alteraron sustancialmente las estructuras de la
sociedad y de la política, las formas de la vida
cotidiana, el comportamiento colectivo, las
relaciones sociales y la organización de la
producción, del trabajo y del ocio. Dos hechos
fueron determinantes: la llamada "segunda
revolución industrial" y el espectacular crecimiento
que la población, y sobre todo la población urbana,
experimentó en ese tiempo.
La irrupción del modernismo
Escalera de la Casa Grosses
Nombre: La irrupción del modernismo
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
La revolución de la Física
Genes y neurosis
La conciencia histórica
Glückert
Caja Postal de Ahorros de
Viena, de Wagner
Filosofía de la vida
Esteticismo y creación
Conflictos del arte moderno
La agonía del cristianismo
Desde la perspectiva del siglo XX, a la vista de las
guerras de 1914-18 y 1939-45 y de las
Casa de Alquiler en la
Linke Wienzeille 40
"Majolikahaus" (Viena), de
O. Wagner
experiencias nazi, fascista y comunista parecería
que, en efecto, Thomas Mann llevaba razón y que
haber vivido en los últimos años del siglo XIX, en
aquella atmósfera que Mann llamó burguesa y
liberal, fue una gran suerte. Pero no todos los
escritores o artistas eran de aquella opinión. Al
contrario, lo que parte del mundo de la cultura del
fin del siglo XIX revelaba era, ante todo, un
profundo malestar. Tal vez nadie acertó a
Casa de Alquiler en la
Linke Wienzeile 38 (Viena)
plasmarlo con más patetismo y fuerza expresiva
que el pintor noruego Edvard Munch (1863-1944).
Su obra maestra El grito en el que una figura
Palacio Episcopal de
Astorga
escalofriante, casi una calavera, con las manos
ceñidas angustiosamente a la cara, grita
desesperadamente desde un puente sobre un
fondo de líneas violentamente retorcidas, en
colores igualmente agresivos y atormentados, era,
ciertamente, la expresión del angustiado mundo
psíquico del pintor; pero quería ser una reflexión
general sobre la condición humana y, pintado en
El Capricho (Comillas,
Santander)
1893, era de alguna forma la contraimagen -llena
de tenebrosas premoniciones- de la "belle époque".
Por lo menos, un hecho fue cierto: desde finales del
siglo XIX, se alterarían radicalmente la conciencia
del hombre moderno y la visión que tenía de su
propia realidad y existencia.
Casa Vicens (Barcelona)
Sagrada Familia
(Barcelona), de Gaudí,
iniciada en 1883
Casa Tassel (Bruselas)
Barandilla de escalera, de
Louis Majorelle
Desafío al liberalismo
Reunión de soberanos
europeos en los funerales
por Eduardo VII
Nombre: Desafío al liberalismo
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
Apogeo de los nacionalismos
La ilusión socialista
El fracaso del anarquismo
El mismo Bertrand Russell, haciendo un breve
balance de su vida cuando en 1952 cumplió los
Manifestación durante la
Conferencia de Paz de La
Haya en 1907
ochenta años, recordaba la ilusionada confianza en
el futuro en que su generación, nacida en torno a
1875, había sido educada: "en mi juventud escribió- nadie ponía en duda el optimismo
victoriano. Se pensaba que la libertad y la
prosperidad se extenderían gradualmente por todo
el mundo, siguiendo un ordenado proceso de
desarrollo; se esperaba -añadía- que la crueldad, la
tiranía y la injusticia irían disminuyendo de manera
continua". Políticamente, la idea de progreso
decimonónica quedó asociada a la creación de
sistemas políticos liberales y parlamentarios. Y en
efecto, la edad de las masas propició en principio el
desarrollo de las instituciones parlamentarias.
Ciertamente, en 1900, Rusia era un Imperio
autocrático; Bulgaria, Serbia y Montenegro eran
monarquías autoritarias, y Alemania y AustriaHungría, imperios conservadores con Constitución,
libertades políticas, parlamentos, partidos y
elecciones pero con gobiernos designados por la
Corona y no plenamente parlamentarios. Pero Gran
Bretaña, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Portugal,
España, Suecia, Noruega (que se separó de
Suecia en 1905), Italia, Rumanía, Grecia y
Luxemburgo (desgajado de Holanda en 1890) eran
ya monarquías parlamentarias, gobernadas por
gabinetes responsables ante legislaturas elegidas
por electorados más o menos amplios; y Francia y
Suiza eran repúblicas. El sufragio universal
masculino había sido introducido en Francia y en
Alemania en 1871; en Suiza, en 1874; en España,
en 1890; en Bélgica, en 1893; y en Noruega,
todavía integrada en la Corona sueca, en 1898. En
Gran Bretaña, las reformas de 1867 y 1883 habían
elevado el electorado a 2,4 millones de electores
en 1869 y a 5,7 millones en 1884, lo que suponía
que tenía derecho al voto aproximadamente el 30
por 100 de los varones de más de 20 años. La vida
política distaba aún de ser plenamente
democrática. El sufragio femenino tardó en ser
aceptado: antes de 1914, sólo lo hubo en Finlandia
(1906) y Noruega (1913). A principios del siglo XX,
el mismo sufragio masculino tenía severas
limitaciones de edad: hacia 1914, la edad electoral
de una mayoría de países estaba fijada en torno a
los 25 años (en Italia, en los 30), por lo que, como
en Gran Bretaña, el derecho al voto correspondía
en términos generales sólo a una tercera parte de
la población adulta. El poder de muchos
Parlamentos era limitado: por ejemplo, en la
Alemania imperial. En muchos países (Gran
Bretaña, Francia, Italia, España, Dinamarca,
Suecia), existía una Cámara alta que primaba la
representación o censitaria o indirecta, e incluso,
en el caso británico, la representación hereditaria (y
ya quedó dicho que la Cámara de los Lores no
perdió su poder de veto hasta 1911). El trazado de
los distritos tendía, en muchos países, a disminuir
el voto urbano y a primar el voto rural y
conservador. Los sistemas y leyes electorales eran
complejos y en muchos casos, excluyentes: el
sistema del voto plural belga de 1893, por ejemplo,
daba votos adicionales a los padres de familia, a
los propietarios y a los licenciados, mitigando así el
sufragio universal. Los censos siguieron siendo
imperfectos hasta bien entrado el siglo XX. Muchas
constituciones monárquicas aún reservaban
amplias facultades ejecutivas a la Corona: era el
caso, entre otros, de Dinamarca (hasta 1901),
Suecia (hasta 1917), Holanda, Bélgica, Italia,
España y Portugal. Las formas tradicionales de
clientelismo perduraron y en algunos países -Italia,
España, Portugal, por citar sólo países
occidentales- siguieron de hecho suplantando a la
voluntad nacional. Los partidos políticos,
finalmente, base del sistema parlamentario, eran
todavía en casi toda Europa partidos de notables:
en Inglaterra, el club aristocratizante, exclusivista y
minoritario por definición, siguió siendo pieza
esencial de la política hasta bien entrado el siglo
XX. Pero con todo, el principio de que el poder
político debía derivarse de la voluntad popular
manifestada en elecciones periódicas, y
estructurarse en gobiernos parlamentarios
presididos por un primer ministro salido de la
mayoría parlamentaria, constituía en 1914 un
principio casi indiscutible en la política europea. En
ese contexto, la aparición de las masas electorados ampliados, opinión pública articulada,
prensa moderna, partidos populares- en la vida
pública en los últimos veinte años del siglo XIX y
primeras décadas del XX cambió sustancialmente
la política. De una parte, potenció las posibilidades
democráticas implícitas en los supuestos del
liberalismo parlamentario europeo: fue entonces
cuando se produjo la definitiva evolución hacia la
monarquía democrática de países como Gran
Bretaña, Bélgica, Holanda y los Países
escandinavos, y cuando se modernizó
sensiblemente la política en Alemania, AustriaHungría, Italia, España, Grecia, Portugal e incluso
en Rusia y Turquía: a título de ejemplo, el sufragio
universal masculino se extendió ahora a Finlandia
(1906), gran ducado autónomo del Imperio zarista,
Austria (1907), Italia (1912), Dinamarca (1915),
Holanda (1917) y Suecia (1918). Pero la entrada de
las masas en la política conllevó también la
irrupción de ideologías y mitos colectivos, ilusiones
universales, pomo las llamó según quedó apuntado
Gaetano Mosca, y propició, además, en casi todas
partes, una amplísima movilización política y social
de la opinión y una polarización sin precedentes de
la vida pública (e incluso, en ocasiones, el estallido
de manifestaciones de irracionalismo colectivo
previamente desconocidas). Fue por eso que
aquella evolución hacia formas más democráticas
de participación y organización políticas no siguiese
más que excepcionalmente aquel ordenado
proceso de desarrollo en que, según Russell, se
creía mayoritariamente hacia los años setenta y
ochenta del siglo XIX.
Declinar de la Europa liberal
Palacio de Justicia
(Bruselas)
Estación de metro de la
Karsplatz (Viena)
Nombre: Declinar de la Europa liberal
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
Problemas de la República francesa
La Italia de Giolitti
El Imperio alemán
La Inglaterra eduardiana
Decadencia de la Rusia zarista
Negros presagios
Élie Halévy llevaba en parte razón: nacionalismo y
socialismo fueron, al menos, las dos fuerzas
colectivas que cambiaron el clima político de la
Europa anterior a la I Guerra Mundial. Como se ha
visto, el problema de las nacionalidades hizo
inviable el parlamentarismo en Austria-Hungría y
Estación de Metro de
Hofpavillion (Viena)
creó en aquella región las tensiones que acabarían
por provocar la guerra mundial en 1914. El
nacionalismo de la derecha erosionó la legitimidad
de la III República en Francia y de la monarquía en
Italia, y alimentó el revanchismo antialemán francés
y el irredentismo antiaustríaco italiano. El
nacionalismo irlandés alteró el bipartidismo
británico; el alemán inspiró la política mundial que
Alemania proclamó en la década de 1890 y que,
como se verá, fue otro de los factores
Catedral de Marsella
desencadenantes de la guerra de 1914. Como
también ha quedado dicho, toda Europa conoció
grandes huelgas y numerosas protestas laborales -
Manifestación durante la
Conferencia de Paz de La
Haya en 1907
sobre todo, en los años 1910-14-y el ascenso de
los partidos socialistas y obreros: ya se vio que el
Estado moderno se transformó radicalmente como
consecuencia, al asumir, como respuesta al
malestar laboral, amplias y crecientes
responsabilidades en materia de legislación y
Reunión de soberanos
europeos en los funerales
por Eduardo VII
servicios sociales. La capacidad de adaptación de
los distintos sistemas políticos europeos a la
irrupción de las masas en la vida política encarnada en el auge del nacionalismo y del
socialismo- fue muy distinta. Resultó mejor allí
donde, como en Gran Bretaña, existían
instituciones (Monarquía, Parlamento, Gobierno
local, sistema judicial, etcétera) sólidas, flexibles y
enraizadas en la vida social, y donde, por razones
históricas, el parlamentarismo liberal constituía la
esencia misma de la cultura política del país. Fue
peor, o imposible, en países como Rusia, de
tradición autocrática y carentes de un sistema de
libertades constitucionales, en los que la política
parecía anclada en un "impasse" sin salida,
oscilando entre el autoritarismo gubernamental y la
violencia revolucionaria. Pero en todo caso, la
política no pudo ignorar en ningún país los nuevos
problemas.
América: problemas y desarrollo
Ferrocarril en México
Nombre: América: problemas y desarrollo
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914
Siguientes:
Las economías iberoamericanas
Sociedad y política iberoamericanas
Expansión de los Estados Unidos
Tras lograr la emancipación, las jóvenes repúblicas
iberoamericanas aun habrán de afrontar un
proceso de construcción nacional que pasa por
Explotación del guano en
Perú, grabado de El Museo
Universal
definir nuevas estructuras económicas y políticas.
La base de sus economías la hallarán en las
exportaciones, principalmente de productos
agrarios, si bien las necesidades de financiación
será una fuente de conflicto en el futuro al
subordinar las diferentes soberanías nacionales al
poder de Gran Bretaña y Estados Unidos,
Obras de construcción del
Canal de Panamá, de la
Ilustración Europea y
Americana
principalmente. Por otro lado, el proceso de
construcción política, tras la larga etapa
administrativa colonial, será largo y costoso. Los
grupos oligárquicos pugnarán por mantener su
situación de privilegio económico y político, si bien,
fruto del desarrollo urbano e industrial, nuevos
grupos reivindicarán su derecho a participar en el
juego de poder. Grupos urbanos y sindicatos
intentarán hacer valer sus derechos frente a las
oligarquías tradicionales. Las guerras de
independencia dejan fronteras tenuemente
trazadas entre países aun en busca de definición e
identidad. Los conflictos territoriales serán una
cuestión habitual a finales del siglo XIX y principios
Recolección de café en Río
de Janeiro, de la Ilustración
Europea y Americana
del XX. Por su parte, Estados Unidos experimenta
un desarrollo sin precedentes y con una rapidez
inusitada. En unas pocas décadas, su potencial
industrial le permite ponerse a la cabeza del mundo
como la nación más desarrollada. Sin embargo,
graves desigualdades internas minan la solidez del
sistema, si bien generan respuestas de carácter
progresista -sufragio universal, prensa libre, etc-
Poste de teléfono y
telégrafo en Nueva York,
de la Ilustración Europea y
America
Buscando patria.
Emigrantes a bordo, de
Rafael Romero de Torres
Vista de la Alameda de
Veracruz (México), de la
Ilustración Europea y
Americana
que más tarde serán adoptadas en otras naciones.
Comercio en Cuba
Isla de Ellis con la Estatua
de la Libertad al fondo
Monadnock Building
(Chicago)
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