EL MUNDO HASTA 1873

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EL MUNDO HASTA 1873
La guerra de Crimea (1853/56), que enfrentó a Rusia con Turquía (apoyada por
Gran Bretaña y Francia) supuso el primer conflicto armado en suelo europeo desde el fin
de los conflictos napoleónicos. Pero supuso algo más: el fin del modelo de equilibrio
ideado en el Congreso de Viena. La división de Europa en dos bloques, uno autocrático
en la zona centro-oriental, capitaneado por Rusia, y otro liberal que incluía a las
naciones occidentales, con un modelo político similar a Gran Bretaña. Los conflictos entre
estos dos bloques se resolverían a la manera “liberal” por medio del libre mercado. Pero
la guerra fue una manifestación de que las cosas estaban cambiando:
-Los bloques se resquebrajaban: Rusia se sentía abandonada por sus aliados
“naturales”, Austria y Prusia, con los que pronto encontraría motivos de rivalidad en sus
intentos expansivos en los Balcanes; Austria recelaba de los nacionalismos alemanes y
veía con inquietud el desarrollo del liderazgo prusiano en la Alemania del Norte. En el
bloque occidental, la política napoleónica (ver en el tema del nacionalismo) no gustaba a
los gobiernos británicos que no querían una alteración del “sistema” continental (una
Austria que sirviese de freno a la expansión rusa en los Balcanes, y una Prusia
suficientemente fuerte como para impedir cualquier atisbo de expansionismo francés
hacia el Rhin), y a los que la vuelta de Francia a una política expansiva en ultramar
(Argelia, costa Oeste de África e Indochina) les traía el recuerdo de viejas fricciones.
-La derrota rusa ponía de manifiesto lo arcaico de sus estructuras económicas y
sociales y la pérdida de la posición hegemónica que había adquirido en el Congreso de
Viena. Esta evidencia tenía tres consecuencias esenciales:
-Dentro del llamado bloque “oriental” se inician, a propósito de los Balcanes y de
la unificación alemana, rivalidades para dilucidar quien ocupará ese lugar
principal. Rivalidades que conducirán a Rusia a alejarse del bloque y a aliarse con
sus antiguos enemigos Francia y Gran Bretaña, y a la nueva Alemania a ocupar
ese lugar hegemónico. Estos cambios se producen lentamente a lo largo del
período que aquí estudiamos.
-Rusia se ve inmersa en la necesidad de una serie de reformas que, a juicio de
los gobiernos rusos, les permitan ocupar el lugar que les corresponde, pero que
tendrán dos consecuencias no deseadas:
-Los períodos de reformas supondrán fases de una cierta inactividad exterior
rusa, que será aprovechada por las potencias rivales para avanzar posiciones.
Por ello, a la urgencia con la que se acometen las reformas habrá que sumar la
urgencia con la que se les quiere poner fin, lo que ocasionará que muchas de
estas reformas no se concluyan o que sean ineficientes.
-Esta necesidad de reformas y esta “pérdida de posición” de Rusia ocasionan en
el interior una división en bandos, cuando no un malestar (cuya dinámica se
agudiza en un régimen tan autocrático como el zarista), que supondrá un factor
de debilidad añadido y que, a partir de 1905, limitó considerablemente su papel.
-Gran Bretaña, al amparo de su industrialización y de la penetración económica
en Europa, implementada por la progresiva implantación de regímenes
aduaneros librecambistas y por la demanda de capital y bienes de consumo y de
equipo de los países que están comenzando a industrializarse, se reafirma en su
«centralidad», ampliando momentáneamente la brecha que la separa del resto
de las potencias europeas.
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-La unificación alemana no se entiende bien sino es en el marco de ese
debilitamiento ruso y del apoyo británico (que considera necesario el
reforzamiento del estado prusiano a fin de limitar el “previsible” afán revanchista
francés ahora que se adormecía el “oso ruso”). Pero la constitución de Alemania
como la principal potencia europea pondrá en entredicho el escenario
geoestratégico previsto por GB: un sistema de contrapeso de poderes en el
continente que limitase las pretensiones de cualquier potencia y que impidiese la
puesta en entredicho de la hegemonía británica.
GRAN BRETAÑA Y EL EJERCICIO DE SU CENTRALIDAD
Hasta la década de los 50, la industrialización y la posesión de un amplio imperio
colonial «informal» y «formal», dieron a Gran Bretaña una posición central en el
desarrollo económico: como centro de innovación, controló la tecnología y el comercio de
la primera revolución industrial, lo que le permitió constituir un modelo de intercambio
en el que GB exportaba productos manufacturados, bienes de equipo y otros productos y
servicios de una economía desarrollada (con un alto valor añadido) e importaba
productos alimenticios y materias primas. Consolidando, así, su centralidad. No
obstante, a partir de esa década comenzaron a producirse cambios que alteraron
notablemente el panorama económico mundial:
1/ USA, Alemania, Bélgica y Francia comenzaron a alcanzar ciertos umbrales de
industrialización que les permitieron comenzar a competir con el antes
indiscutido “taller del mundo”, tanto en sus mercados internos como en el
comercio exterior. Las “ventajas” adquiridas por la pronta industrialización
comenzaron a desvanecerse para GB, lo que la obligó a buscar en ultramar un
mercado “de sustitución”, una demanda para sus manufacturas (que su mercado
interior era incapaz de absorber) y un abastecimiento para sus necesidades de
materias primas y productos alimenticios. El resultado fue la creación de un
sistema de economías complementarias1 en el que el centro, apoyándose en las
ventajas de la industrialización y del desarrollo de un poderoso aparato terciario
(finanzas, transporte, seguros...), adquiría una posición ventajosa con respecto
a otras economías periféricas, que pasaban a depender de aquel (era el lugar en
el que vendían su producción -materias primas- y del que obtenían apoyo
financiero).
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Es muy importante comprender como la centralidad actuaba en ese
sistema de economías “complementarias”, tanto en Gran Bretaña como en
los otros países que ejercían una cierta centralidad. Los países periféricos,
exportadores de materias primas y compradores de productos
manufacturados se vieron sometidos a un creciente endeudamiento
(balanza de pagos deficitaria) que les ocasionaba tendencias deflacionarias,
que suponían: 1/ una constante tendencia al descenso en los precios de sus
productos de exportación, que aún profundizaba más su endeudamiento; 2/
la necesidad de la llegada de capitales/inversiones del exterior para poder
mantener su liquidez exterior, lo que aumentaba su endeudamiento. En esta
situación, la periferia pasaba a encontrarse en una crisis permanente, que
sólo se evitaba por la llegada de inversiones extranjeras con las que poder
pagar sus importaciones y su endeudamiento externo. La dependencia
económica estaba asegurada y la centralidad reportaba sus ventajas a las
economías dominadoras.
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La balanza de pagos británica presentaba un constante déficit comercial
en la medida en que las importaciones crecieron más que las exportaciones y
porque, hasta 1873, los precios de los productos manufacturados presentaron
una tendencia a la baja más acusada que los de las materias primas y productos
alimenticios (la competencia industrial impulsaba los precios a la baja). Esta
situación resultaba ventajosa para la industria británica: las crecientes
importaciones conducían a incrementar las exportaciones (por el mismo precio
se colocan más exportaciones). Este déficit era compensado por el superávit que
la balanza de servicios y capital, en la que las exportaciones de GB superaban
con mucho a sus exportaciones, gracias a su centralidad (flota, intereses y
dividendos por inversiones, comercio y servicios en el extranjero, seguros,
correaje, comisiones, turismo, remesas de capital...)
De esta forma, la economía británica se fue haciendo cada vez más
dependiente del mercado exterior y cada vez más dependiente de su sector
terciario.
2/ La Segunda Revolución Industrial (SRI) supuso una nueva pérdida de ventaja
para GB, que, anclada en las ventajas que obtenía de su modelo de intercambio
en ultramar, realizó la inclusión de las innovaciones (muchas de ellas realizadas
en GB) en sus sectores productivos tarde y de forma incompleta, comenzando a
ir rezagada en el desarrollo industrial con respecto a USA y Alemania y
manteniéndose especializada en la producción de sectores DCTB, que sólo tenían
salida en la periferia y que se mantenían gracias al abaratamiento de costes que
permitía el intercambio desigual.
Otro cambio vino a ser definitivo para las transformaciones que se van a producir
en el ejercicio de la centralidad británica. El desarrollo de los sistemas de transporte
(FFCC, barco de vapor, sistemas de comunicaciones...) permitió la llegada a la Europa
“central” de una gran cantidad de productos agrícolas desde la periferia a unos precios
muy bajos (bajos costes de producción), que aún bajaron más cuando la demanda
europea “central” se mostraba incapaz de absorber semejante incremento en la oferta.
La agricultura de este núcleo desarrollado europeo entró en una profunda crisis, que los
gobiernos intentaron atajar (no olvidemos que estamos en países en los que aún una
mayoría de la población vive de las actividades agrícolas) levantando barreras
proteccionistas. Desde 1879 comenzó Alemania a levantar sus aranceles contra las
importaciones, y el resto de los países continentales le siguieron en un afán de
neutralizar el impacto que las medidas alemanas podían tener para sus economías. Es
más, es por estas fechas cuando los gobiernos comienzan a utilizar su política
arancelaria con fines estratégicos, como medidas para debilitar económicamente a sus
potenciales enemigos y para beneficiar a sus aliados. El mercado europeo comenzó, así,
a fragmentarse en bloque económicos (que lo eran políticos) y a verse erizado de
obstáculos al comercio, lo que repercutió en que las cifras de este crecieron a un ritmo
más lento. Gran Bretaña permaneció (junto a Bélgica y Holanda) ajena a esta marea
proteccionista. No fue casual, su modelo necesitaba de las importaciones de materias
primas y productos alimenticios y de las exportaciones de capital, bienes de equipo,
manufacturas y servicios, pero su comercio se orientó definitivamente hacia ultramar,
especialmente hacia EE.UU. y la India, aunque también tenía importancia Australia,
China, América latina o Sudáfrica.
La pérdida de competitividad y la reorientación de su comercio exterior pusieron
en tela de juicio la centralidad británica. Gran Bretaña ya no era el taller del mundo, por
eso tuvo que buscar otra forma de afirmar su papel central, y la encontró
especializándose en el sector terciario, especialmente en el financiero. La city londinense
pasó a convertirse en el centro financiero y monetario del mundo, y, a través de esta
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vía, en el centro económico mundial. El sistema utilizado fue la progresiva implantación
del “patrón oro internacional”, que era un sistema de acuñación, de cambio y de política
monetaria. Analicémoslo:
Durante el siglo XIX convivieron en el mundo tres sistemas monetarios:
-El monometalismo plata en algunos países asiáticos, que tendió a desaparecer
desde finales de la década de los cuarenta.
-El bimetalismo oro-plata, que perduró hasta comienzos del siglo XX en EE.UU.
(hasta 1900) y en la Unión Latina (Francia, Italia, Suiza y Bélgica, a los se
sumaron España y Grecia).
-El monometalismo oro, que aplicó GB desde 1816 y al que se sumaron
progresivamente la mayoría de los países a partir de la década de los cincuenta.
La teoría económica del patrón oro internacional sostenía que:
-Las emisiones de moneda podían hacerse en oro (acuñación libre) o en papel
moneda, cuyo valor se fijaba en una cantidad determinada de oro, en la que la
institución emisora se responsabilizaba en cambiar el papel moneda (también
podía convertirlo en otra moneda de otro país que fuese convertible), si el
poseedor lo requería. De esta forma, un país podía emitir tanta moneda como lo
permitiesen sus reservas de oro y de divisas convertibles.
-El cambio entre monedas venía fijado por la cantidad de oro en la que eran
convertibles, de esta forma se evitaban problemas con la utilización que los
gobiernos pudiesen hacer con su política monetaria (devaluar para exportar, por
ejemplo). El cambio quedaba así estable y fijo y sólo podía variar si se alteraba
el valor del oro.
-La política económica de los gobiernos debía ser esencialmente monetaria. No
olvidemos que nos encontramos en el apogeo de la ideología liberal que limitaba
el papel del Estado a lo más imprescindible, en el plano económico a la emisión
monetaria. Esta política debía tener como objetivo que la circulación monetaria
(emisiones más crédito) no fuese ni demasiado grande (dando lugar a
tendencias inflacionarias) ni demasiado pequeña (tendencias deflacionarias) para
las necesidades de la economía. Desde este punto de vista, el “patrón oro
internacional” iba a permitir un equilibrio automático en las economías, sin
necesidad de que el Estado tuviese que tomar medidas intervencionistas en el
mercado: si se permitía la libertad de importación/exportación de oro entre los
países se produciría un proceso automático de equilibrio entre circulación
monetaria y necesidades monetarias:
En situación de una balanza de pagos excedentaria llegaría
oro aumentarían las reservas se emitiría más moneda aumentaría
la
circulación
monetaria se
desarrollarían
tendencias
inflacionarias comenzaría a perderse competitividad se frenarían
las exportaciones y aumentarían las importaciones aparecería el
déficit en la balanza de pagos comenzaría la salida de oro se
reduciría
la
circulación
monetaria aparecerían
tendencias
deflacionarias los precios tenderían a disminuir se volvería a
recuperar competitividad...
Para que este sistema de autorregulación económica se diese sólo era
esencial que los gobiernos/bancos centrales interviniesen lo menos posible y se
limitasen a respetar dos reglas:
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-Cuando se producía una salida de oro, debían aumentar el tipo de
descuento (los intereses de los créditos y de los depósitos), pero no
el cambio de la moneda. Así se daría un doble proceso:
Se frenaría el crédito y la demanda interna, dando lugar a
tendencias deflacionarias que podían permitir recuperar
competitividad.
Comenzarían a llegar oro y divisas del exterior en forma de
depósitos, atraídos por la mayor rentabilidad, con lo que se
recuperarían las reservas.
Esta “teoría”, que fue la política monetaria (y económica) que se consideró
ortodoxa hasta 1914, en realidad encubría el ejercicio de la centralidad financiera
británica y fue, como vamos a ver, su instrumento: en realidad, la cantidad de oro
disponible hacía que la moneda circulante fuese insuficiente para las necesidades
económicas, por lo que se tuvo que recurrir a la reserva en divisas y al crédito bancario
y comercial, y a las inversiones exteriores. Pero resulta evidente que:
>La divisa más fuerte, fiable en cuanto a su convertibilidad y, por tanto,
segura era la libra esterlina, puesto que Londres controlaba los mayores
yacimientos de oro (Sudáfrica, Australia...) y era la ciudad en la que se
encontraba el mercado central de metales preciosos, desde donde se
distribuía la mayor parte del oro mundial.
>El crédito comercial estaba controlado en gran parte por la banca
londinense, dado que GB organizaba gran parte del comercio mundial, era el
mercado de referencia para las materias primas, disponía de los más
elevados y acreditados servicios al comercio y el mejor y más eficiente
sistema bancario, y la mayor disponibilidad de capitales. Junto a ello,
debemos incluir que Londres era el lugar al que en mayor cantidad afluían
los depósitos que buscaban seguridad y eficacia.
>En el campo de las inversiones exteriores, Gran Bretaña ejercía una
preminencia sobresaliente, controlando prácticamente la mitad del mercado
mundial (aunque con la lejana competencia de Francia y la, aún más lejana,
de Alemania).
Por ello, Gran Bretaña se convirtió en la banquera del mundo y su moneda en el
valor de referencia para la mayoría de las monedas. De esta forma, las decisiones que se
tomaban en Londres en lo referente a la libra esterlina, a los tipos de descuento o a las
inversiones afectaban de inmediato al resto de los países sometidos al “equilibrio
automático”. Pero el sistema no sólo servía para que GB controlase el sistema monetario
y financiero mundial, sino que también le permitía aumentar la brecha (la asimetría) en
la que se asentaba su centralidad:
-En caso de crisis (disminución de las reservas), la elevación del tipo de
descuento en GB afectaba de inmediato a la periferia:
>Retenía los capitales ya depositados.
>Frenaba las inversiones y créditos al exterior.
>Atraía capital extranjero.
>Producía la repatriación de capitales británicos que se habían invertido
en el exterior.
De esta forma, esa elevación de tipos no sólo producía tendencias
deflacionarias, sino que permitía una muy rápida recuperación de las reservas,
por lo que GB podía salir antes de las crisis que los que actuaban con su
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periferia, que a los efectos generales de una crisis tenían que añadir los de una
fuerte descapitalización, que agravaba esa situación crítica.
-En caso de crisis, las medidas deflacionarias tomadas en GB suponían:
>Para la periferia un frenazo en la demanda del principal comprador
de materias primas y productos alimenticios del mundo, que se
manifestaba en un descenso en sus exportaciones, que repercutía en
una tendencia al descenso en los precios de esos productos que
encontraban dificultades para encontrar mercado. Descenso de las
exportaciones y del precio de las mismas que suponía una elevación
en su nivel de endeudamiento (déficit en su balanza de pagos), que
además se cubría con créditos tomados a los nuevos tipos de
referencia más caros.
>Para GB ese abaratamiento de las materias primas producido por la
falta de demanda (a lo que había que añadir el efecto de las fuertes
medidas deflacionarias que estos países se veían obligados a tomar
ante su progresivo endeudamiento) suponía un abaratamiento de sus
costes de producción, que repercutía en un aumento de su
competitividad, en una ventaja añadida para poder salir lo antes
posible de la situación de crisis.
De esta manera, el sistema de “equilibrio automático” suponía que GB se
convirtiese en la equilibradora automática y que consiguiese externalizar las
consecuencias negativas de las crisis y amplificar las ventajas que ya tenía. Gran
Bretaña ya no tenía la ventaja manufacturera que había poseído en la primera mitad del
siglo, los mercados europeos de mercancías se le cerraban en parte, pero el sistema de
libre circulación del oro y las divisas le permitía ejercer su centralidad sobre las
economías mundiales. Francia intentó competir, pero la debilidad del sistema bimetalista
(cambios en la ratio del valor del oro y de la plata que debilitaron el sistema) y lo más
limitado de sus capitales disponibles, resultado del ahorro interior, la situaron a distancia
y la obligaron a adoptar formas diferentes (control del Estado en las inversiones en el
extranjero, fines políticos de algunas de estas inversiones...) que redundaron en una
pérdida de competitividad para el mercado financiero francés, a pesar de que fue muy
boyante.
EL IMPERIALISMO
La expansión europea por ultramar venía siendo una constante desde finales del
s. XV, pero desde 1840-50 adquirió tintes nuevos: se extendió por Asia, África y el
Pacífico (antes tan apenas había salido de América), adoptó la forma de colonias de
“ocupación”, en las que una minoría de residentes europeos ejercían cierto grado de
control político, pero la colonia permanecía ajena a Europa en raza y cultura (antes se
trataba de colonias de asentamiento, en las que los emigrantes crearon sociedades cuasi
europeas), la expansión alcanzó una gran velocidad.
No obstante, cabe diferenciar dos fases en el período que aquí estudiamos:
Antes de 1880, la expansión europea corrió a cargo esencialmente de GB,
Rusia y Francia, y se realizó en la forma de colonias “informales”, zonas
consideradas de influencia de una metrópoli, pero en las que persistían los
gobiernos autóctonos y no se excluía comercialmente a otras metrópolis. Sólo se
recurría al control directo por parte de la metrópoli cuando otra potencia o los
autóctonos ponían en tela de juicio ese concepto de “área de influencia”. En
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general, los gobiernos preferían el sistema “informal” porque era más barato: no
requería la permanencia de una costosa administración y una guarnición, gastos
que en muchas ocasiones no se veían compensados por los beneficios que la
colonia reportaba a la metrópoli. GB partía como la gran potencia colonial
europea, cuyo status se apresuró a defender frente a las ambiciones
expansivas de rusos y franceses.
GB, independizados los EE.UU., tenía su principal centro de referencia
en la India, que, tras la revuelta de los cipayos (1857), pasó al dominio “formal”,
a ser administrada directamente por la metrópoli. Se puede decir que casi toda la
política colonial británica, y gran parte de su política exterior, giraban en torno al
tema de la seguridad india:
>La India hacía de GB una gran potencia continental en Asia y en los
océanos orientales (Índico y Pacífico), además aportaba un ejército de
tierra (pagado con impuestos indios) que hacía que GB no sólo fuese una
potencia naval (la primera, eso si) en la zona.
>La India era un mercado vital (el segundo, tras EE.UU.) para la
producción manufacturera textil y metalúrgica británica. De hecho, era de
los pocos sitios en los que GB presentaba una balanza comercial positiva.
>La India había recibido el 20% de las inversiones exteriores británicas
(en FFCC, infraestructuras...).
>La India, que controlaba gran parte del comercio con Oriente, era una de
las principales puertas para el gran mercado chino e indochino, bien a
través de los comerciantes hindúes bien a través de la venta de
manufacturas (especialmente textiles) indias por parte británica. De
hecho, la balanza de pagos india podía sostenerse porque obtenía un
superávit en sus relaciones con China que financiaba el déficit que
presentaba su cuenta de resultados con GB. De esta forma, Londres
recibía de Calcuta unas remesas de oro (pago de pensiones a los
funcionarios británicos e hindúes residentes en GB, remisión a Londres de
los ahorros de los funcionarios británicos y de las fortunas indias, gastos
de la Oficina de Asuntos Indios en GB, inversiones privadas indias en GB,
pagos de la enorme deuda hindú, remesas de los beneficios que las
empresas británicas obtenían en la India, pagos por servicios...) que eran
esenciales para el sostenimiento de su balanza de pagos y de su primacía
financiera.
>GB obtenía de la India materias primas importantes: algodón en rama,
té, arroz, añil y azúcar.
Se entiende, así, que la seguridad india fuese una de las principales
preocupaciones de los gobiernos británicos y que el problema tuviese el alcance
que mostró:
-Requería que GB mantuviese su primacía naval en el Índico.
-Rodeada de estados relativamente débiles e inestables, obligó a “buscar
seguridades”, por la vía del control “informal” y, si llegaba el caso, del
“formal”, frente al posible avance en el área de otras potencias, que
pudiesen perturbar esa seguridad. Ello es extensible a la zona asiática
(Afganistán, Persia, Birmania, Tailandia, Sikkin, Nepal...), a la zona costera
de África oriental, a las islas del Índico e incluso a Australia (aunque esta
con el descubrimiento de yacimientos auríferos pasó a ocupar un lugar
propio).
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-Era esencial mantener bajo control las vías de acceso al Índico: Egiptocanal de Suez, mar Rojo, Aden, Golfo Pérsico, Ciudad del Cabo-Sudáfrica,
Singapur...
Por eso, la India fue la única posesión británica en la que no se mantuvo
el laissez-faire, y por eso GB consideró una grave intromisión en sus asuntos la
aparición de cualquier otra potencia en una zona que consideró de su
exclusividad.
En América central y del Sur, donde GB mantenían fuertes intereses
financieros y comerciales, la progresiva imposición de la doctrina Monroe y el
paralelo aumento del potencial norteamericano, evitarán pretensiones más allá
de lo económico y, sobre todo después de 1888, se observará como los intereses
de EE.UU. comienzan a desplazar (o al menos a frenar) a los de los de las
potencias europeas. GB, admitiendo lo inevitable de la situación optará por una
política de pacto y alianza con USA, en la que, aunque limitados, sean
respetados sus intereses.
Francia adoptará un modelo distinto. Olvidadas las pretensiones de
hegemonía mundial, en rivalidad con GB, anteriores a 1815, Francia desarrollará
su “reconstrucción” colonial a partir de varios ejes, algunas veces contrapuestos
o, al menos, no exentos de una cierta falta de integración, lo que condujo a
inconstancias y a ciertas contradicciones. Señalamos estos ejes:
-La política exterior francesa pretendió mantenerse cercana a la británica,
cuyo apoyo necesitaba para poder hacer frente primero al potencial del
bloque autocrático surgido del Congreso de Viena, y después al de
Alemania. Este apoyo suponía no poder poner en entredicho el “sistema
colonial” británico. Por eso, la expansión francesa se realizó en los huecos
que dejaba la británica, y, cuando la proximidad geográfica planteó
rivalidades, se prefirió el pacto/reparto al enfrentamiento.
-En la política colonial francesa intervinieron elementos políticos: intentos
de los gobiernos por atraerse a la opinión pública católica apoyando las
peticiones de las misiones cristianas, intentos de generar entre la opinión
pública francesa la idea de una vuelta a la “grandeur” que hiciesen olvidar
las limitaciones (y los fracasos) en política exterior... Estos elementos
políticos justifican ciertas irregularidades en la acción colonial francesa.
-Las inversiones en el extranjero fueron utilizadas como arma de la política
exterior, pero también obligaron a Francia a una política colonial: cuando
el pago de las inversiones no se respetaba o cuando otra potencia
amenazaba los intereses franceses, Francia se veía obligada a tomar
medidas que, cuando la situación se producía fuera de Europa, tenían que
ver con la política colonial.
-El interés prioritario francés se centró en la consecución de la hegemonía
en el Mediterráneo occidental; en el resto de las posesiones la política
francesa optó por una política de mantener su presencia en los diferentes
escenarios (siempre con expectativas económicas) y procurar que la
explotación colonial hiciese esa presencia lo menos gravosa posible para la
metrópoli.
-La falta de competitividad de la economía francesa con respecto a la
británica (y posteriormente a la alemana) condujo a la política colonial
francesa a imponer áreas de exclusividad muy tempranamente. Por otro
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lado, la ausencia de un sistema colonial integrado, en el que las diferentes
posesiones estuviesen conectadas por un sistema marítimo-comercial que
permitiese una cierta complementariedad entre las colonias y la metrópoli
y entre las propias colonias, condujo a un incremento de gastos y a la
realización de deseconomías que hacían más costosa la política colonial.
Ello obligó a desarrollar en las colonias políticas de búsqueda de la
autosuficiencia económica (colonias “viables”), que las condujo a fórmulas
de “subimperialismo” colonial (expansión buscando fuentes de recursos,
mercados, aduanas donde recaudar suficientes impuestos, intentos de
integración con otros territorios que se pensaban complementarios...) y
reafirmó la tendencia a declarar áreas de exclusividad.
-No tuvo Francia un modelo de expansión colonial. Así, cuando hizo falta se
recurrió a las ideas que los militares (formados en las guerras de Argelia y
Túnez), los comerciantes coloniales y los funcionarios coloniales habían ido
elaborando. Sin ser un corpus doctrinal sistemático, si que se pueden
encontrar varias ideas claras en este “ideario colonial”:
-Importancia del control militar de los territorios, especialmente
como forma de sometimiento de los indígenas.
-Desarrollo de formas de monopolio comercial y tendencia a crear
áreas de influencia en exclusividad.
-Predisposición a la implantación de “modelos franceses” en los
territorios de ultramar, tanto en lo administrativo como en lo jurídico
y en lo social...
Rusia fue la tercera potencia expansiva del período y, hasta 1853, la
segunda superpotencia mundial. Su objetivo prioritario era el acceso al
Mediterráneo, para lo que necesitaba controlar el mar Negro y el Bósforo. Para
ello contaba con la debilidad del imperio turco y las muestras de declive del
poder austriaco. Asia, que acabó siendo de hecho su principal zona de
expansión, ocupaba un lugar secundario: la colonización de Siberia se
desarrollaba con lentitud (en 1830, había una población de 1,5 millones de
habitantes), las comunicaciones eran pésimas (lo que dificultaba gravemente el
desarrollo económico de Siberia y, por tanto, la rentabilidad de la empresa
colonizadora y de cualquier empresa expansiva) y, sobre todo, el esfuerzo ruso
se orientaba hacia Europa. No obstante, se daban varias circunstancias
importantes:
-Tras el tratado de Nanking, en 1842, Rusia comenzó a temer que China se
llegase a convertir en una zona bajo influencia británica. Esta alarma se
sumaba a la concepción general rusa según la cual el expansionismo de GB
amenazaba los intereses rusos: en la India por su proximidad a esa Siberia
casi despoblada y sin unas fronteras claras y reconocidas, en Europa por la
fuerte resistencia que oponía a la “natural” expansión rusa en los Balcanes.
-Rusia, aún siendo una zona muy atrasada económicamente, comenzó una
lenta e incompleta industrialización que, entre otros muchos obstáculos, se
encontró con una ausencia de mercado suficiente (el interior presentaba
una demanda paupérrima), que se pensó encontrar en China, único lugar
en el que lo productos rusos podían llegar a ser competitivos, siempre que
se mantuviese alejada GB.
-El régimen político autocrático y la debilidad de las infraestructuras y del
control político sobre la administración provincial permitió a las autoridades
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siberianas llevar a cabo un “subimperialismo periférico”, que
posteriormente, en sus líneas esenciales, fue adoptado por el gobierno de
San Petesburgo, cuando volvió sus ojos hacia Asia. Las concepciones de
este subimperialismo eran:
-Siberia era concebida como campo de colonización, siguiendo el
modelo de EE.UU. Para poder llevar a cabo esta tarea y hacerla
rentable a los intereses rusos era imprescindible la creación de unas
infraestructuras de comunicación modernas, fundamentalmente el
FFCC. La posterior aparición de recursos mineros y petrolíferos
reforzó esta concepción. En el mismo sentido, el desarrollo de
cultivos de algodón (materia prima para la industria textil rusa) en el
Turquestán reforzó esta idea.
-La seguridad de Siberia requería:
-El sometimiento de los pueblos del Sur (Kazakistan, Bujara,
Jiva, Kokand, etc.) y la delimitación clara de una frontera
defendible con GB, que se procuraría llevar lo más al Sur
posible para evitar futuras expansiones británicas.
-La obtención de un puerto marítimo en el extremo oriental de
Siberia, con vistas a la conexión comercial y militar de la zona.
-Comprender el Pacífico Norte como posible área de influencia.
Para lo que se debía reforzar la posición rusa en Alaska, se
debía crear una poderosa base naval para que la armada fuese
la garantía de los intereses rusos, y se debía ampliar la
presencia rusa en la costa asiática desde la región del Amur.
-En el marco de la rivalidad con GB, la expansión en Asia, que no se consideraba
“vital” para los intereses rusos, si que parecía “conveniente” como una forma de
inquietar los intereses británicos, de hacerlos sentir amenazados, de diversificar
sus esfuerzos militares y de permitir al ministerio de exteriores ruso contar con
una baza más cara una futura negociación.
1880-1914. A partir de 1880 la política colonial de las potencias europeas
experimentó un notable cambio: comenzaron a generalizarse los regímenes de
“exclusividad” y las formas de control “formal”, dando lugar a lo que hoy
denominamos propiamente colonialismo o imperialismo, aunque el período de
máxima expansión se sitúe en la etapa anterior.
Sobre las causas de estos cambios hay un buen informe en el libro de
texto. Nosotros aquí simplemente constataremos varios acontecimientos
capitales del período que ayudan a comprender las causas de estos cambios:
a/ La entrada, en 1873, de la economía mundial en una fase (Kondratieff)
depresiva, con una causa coyuntural en el descenso de los precios
agrícolas, provocado por las repercusiones que sobre el volumen de lo
importado y sobre su precio tuvieron los nuevos medios de transporte
(especialmente el FFCC). La respuesta a esta situación recesiva, cuyo
máximo crítico se dio en 1882, fue doble: la implementación de la segunda
revolución industrial y el levantamiento de barreras proteccionistas, que si
bien no impidieron el crecimiento del mercado mundial, si que provocaron
un descenso en el ritmo de este crecimiento. Estas dos consecuencias
incidieron, aunque no de una forma definitiva, en los cambios en la política
imperialista:
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-La reducción del ritmo al que se incrementaba el mercado
(levantamiento de aranceles proteccionistas) se produjo en un
momento de contracción de la demanda interna de los países como
consecuencia de la crisis económica, esto explica, en parte, la
tendencia a consolidar mercados en ultramar (reales o posibles en un
futuro), como una forma de “asegurar” demanda a la producción
nacional.
-El desarrollo de sectores innovadores (DCTA) que produjo la
segunda revolución industrial se dio en el marco de la persistencia de
sectores “maduros” (DCTB) que encontraban serias dificultades para
encontrar una demanda suficiente. Estos sectores, dada la
standarización de su producto, sólo alcanzaban mayor cuota de
competitividad abaratando costes o encontrando ventaja en alguna
circunstancia extra económica, como podía ser el monopolio, bien del
mercado interior (proteccionismo, trato diferencial...) bien del
colonial.
b/ La irrupción, en 1884, de una nueva potencia con ambiciones coloniales
declaradas, Alemania (Italia, apoyándose en sus pactos con la potencia
alemana, inició también sus reivindicaciones sobre Tripolitania, islas del
Egeo y Etiopía), que para que tuviese “un lugar al sol” obligaba a realizar
repartos e intercambios en el mapa que se había ido dibujando en el
período anterior. El temor a que las zonas de influencia de las potencias
tradicionales pudiesen ser puestas en entredicho condujo a estas a
acelerar los procesos de ocupación, o, cuando menos, a afirmar su
soberanía sobre estas zonas formalizando su control sobre ellas.
c/ La propia política exterior de las potencias europeas sufrió, como
veremos en el siguiente apartado, notables cambios:
>El nacionalismo se impuso sobre las prácticas liberales.
>La «realpolitik» se impuso sobre las políticas de base ideológica. Se
persiguió en poder, entendido como supremacía frente a otras
naciones, en el que se incluían como componentes lo económico, lo
social , lo político y lo militar. El resultado fue el comienzo de una
etapa caracterizada por el uso de la amenaza militar y por la carrera
armamentista.
>La negociación y el “equilibrio” dejaron sitio a la amenaza y la idea
de supremacía.
Estos cambios en la forma de hacer y entender la política tienen que
ver con el triunfo alemán sobre Francia y el establecimiento de su nueva
“supremacía continental”, y con el creciente alejamiento de Rusia de sus
antiguos aliados del “bloque autocrático” (En 1878, Rusia asume la
realidad de su conflicto de intereses con Austria en los Balcanes y de que
Alemania apoya claramente las reivindicaciones austriacas). Esta ruptura
del equilibrio elaborado en 1815 llevó a Europa a una situación de
desasosiego y recelo mutuo, en la que la expansión en ultramar de otra
potencia era interpretada como una amenaza virtual a la seguridad propia.
d/ Las sociedades indígenas entraron en estas fechas en una situación
crítica provocada por la presión a la que fueron sometidas por las potencias
colonizadoras. Unas, las más cohesionadas, desarrollaron movimientos
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xenófobos antieuropeos; otras, las que utilizaron el poder europeo para
mantener en el poder a una aristocracia generalmente corrupta, vieron
como explotaban movimientos populares en los que los sentimientos anti
gubernamentales aparecían yuxtapuestos a los xenófobos; y otras, las más
arcaicas y menos consistentes, vieron como la presión europea provocaba
la desintegración de sus formas sociales tradicionales y se originaba un
caos social y un estado de guerra civil permanente. En el marco de una
Europa en tensión, estas situaciones fueron interpretadas por los estados
europeos involucrados como:
-Una coyuntura favorable a la intervención, apoyando estas
situaciones en detrimento de la potencia rival.
-Una pérdida de control de la situación que ponía en peligro la
hegemonía de la potencia en la región.
El resultado siempre fue la intervención de la metrópoli y la
adopción de medidas para un control político y militar de la zona.
e/ GB, que hasta este momento había preferido el control “informal” y el
librecambio, cambió de estrategia. La pérdida de competitividad de sus
producciones, las necesidades financieras del sistema de “patrón oro
internacional”, el desarrollo de políticas proteccionistas por las otras
potencias, y el sentimiento de amenaza por el expansionismo de otras
potencias en puntos considerados estratégicos (Sudáfrica-minas de oro y
diamantes, Alto Nilo-canal de Suez, India-Rusia desde Afganistán y Persia
y Francia desde Siam, y Alemania desde Turquía y desde África del Este)
por Londres fueron determinantes.
POLÍTICA EXTERIOR 1853-1914
1853-1887 Fue el período en el que se quebró el sistema del Congreso de Viena, por el
que se establecía una división entre dos bloques: uno liberal, capitaneado por GB, que
agrupaba a los estados al Oeste del Rin (algunos estados no liberales, como el español o
el portugués, se incluían en este bloque simplemente como área de influencia de GB o
Francia); y otro autocrático, capitaneado por Rusia, que agrupaba al mosaico de estados
situados al Este. La península italiana, dividida en diferentes estados y áreas de
influencia quedaba como zona fronteriza. En realidad, se trataba de la plasmación de un
equilibrio entre dos grandes superpotencias: GB y Rusia, cuya rivalidad era el eje de las
relaciones internacionales. Las zonas de conflicto se situaban en Asia-India, en el Báltico
y, sobre todo, en los Balcanes, donde Rusia intentaba conseguir un acceso al
mediterráneo a costa del debilitado imperio turco.
La guerra de Crimea supuso el fin de un período de 38 años de paz y algo más:
Rusia fue derrotada por el bloque GB-Francia, mientras sus tradicionales aliadas, Austria
y Prusia, adoptaban un papel neutral, cuando no abiertamente hostil. La constatación de
la debilidad rusa supuso el fin del equilibrio elaborado en 1815, GB quedó como la única
superpotencia, pero en el continente se generó un vacío de poder por el que comenzaron
a rivalizar Austria, Francia, Prusia y Rusia. GB comenzó una complicada política
diplomática que consistió en dar coyunturalmente su apoyo a una u otra potencia en
virtud de mantener un equilibrio de poder y el statu quo fronterizo.
Es en este marco en el que se entiende la unificación italiana y el proceso
prusiano de unificación alemana. No obstante, este último supondrá un cambio en el
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panorama europeo: la aparición de una nueva superpotencia continental, que acabará
haciendo explícita su rivalidad con GB.
El período que va de 1870 a 1887 va a ser de gran tensión, pero los conflictos
serán localizados y se acabarán solucionando mediante la negociación (aunque en ellos
se utilicen las armas).
La forma en la que se produjo la unificación alemana es sintomática: el nuevo
estado surgió afirmando su poder frente a Austria y Francia, y con la aquiescencia de
GB, que pensaba en un contrapeso a Francia y Rusia, y de esta última, que buscaba un
aliado frente a Francia y GB. Pero las alianzas diplomáticas de la nueva Alemania se
mantuvieron hasta 1887 en el marco del antiguo bloque autocrático: la Triple Entente de
los Tres Emperadores (1873), que luego daría lugar a diferentes tratados de “los Tres
Emperadores”, mantiene la alianza de los estados del antiguo bloque, a la que luego se
sumaría Italia. Esta situación permitía hablar de un cierto equilibrio, aunque la situación
era engañosa:
-Rusia y Austria-Hungría mantendrán desde 1856 una enconada rivalidad en los
Balcanes2 por extender sus áreas de influencia, GB apoyará a Austria frente a
Rusia (buscando un equilibrio balcánico).
-Rusia mantendrá la alianza con Alemania (y, por ende, con Austria) como una
garantía frente a GB, que sigue siendo vista como el principal enemigo por el
gobierno de San Petesburgo. Pero, a su vez, recelando de Alemania, se opondrá
a cualquier debilitamiento de Francia a la que considera un contrapeso necesario
al poder alemán.
-Alemania mantendrá su presión sobre Francia, de la que “teme” un desquite,
pero no tanto por su poder militar (Alemania se sabía netamente superior) sino
por posibles alianzas (GB o/y Rusia, Italia) que pudiese realizar y que cambiasen
la situación establecida en Europa. Francia podrá resistir esta presión por el
apoyo “coyuntural” que le prestan GB y Rusia para evitar una hegemonía
“excesiva” de Alemania.
-GB y Francia mantendrán unas relaciones amistosas, pero ensombrecidas por
las rivalidades coloniales, que si bien siempre acabaron en “negociación”, pues
Francia necesitaba la amistad británica frente al coloso alemán, si que hicieron
que GB, que también necesitaba de la alianza francesa frente a Alemania,
recelase de las actitudes galas.
2
1875-78 Insurrección de Bosnia-Herzegovina y de Bulgaria (alentadas por
Rusia) contra el imperio turco, guerra Serbia-Turquía y guerra RusiaTurquía, que acaban en la paz de San Estéfano y, después, en el Congreso
de Berlín. Tras la victoria diplomática de Alemania-Austria-GB, Austria
avanza su influencia sobre Bulgaria, Serbia, Rumania y Bosnia-Herzegovina.
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De esta forma, observamos que la política de alianzas no se correspondía con una
identidad de intereses, sino que era una compleja maraña que aseguraba la paz por la
conciencia que tenía cada estado de que estas alianzas no eran firmes, sino el producto
de el interés coyuntural por mantener la paz, en base a reagrupamientos de fuerzas para
resolver los problemas concretos que se iban suscitando. El elemento clave de esta
“maraña” era Rusia, cuyos intereses estaban en conflicto tanto con GB como con
Austria-Alemania. La permanencia rusa en el ámbito de las alianzas de Alemania, le
permitía a esta ocupar la posición de supremacía europea continental de forma
incontestable, sin necesidad de utilizar las armas, mientras se movilizaba todo su
potencial económico.
Gran Bretaña, mientras tanto, establecía las bases de su centralidad financiera y
colonial.
1887-1914. Las cosas cambiaron drásticamente: el inestable equilibrio que se
había mantenido comenzó a derrumbarse y las dos superpotencias, Gran Bretaña y
Alemania,
se enfrentaron abiertamente. Era cuestión de tiempo que las armas
sustituyesen a las palabras. Analicemos los elementos de esta ruptura:
1/ En 1887, Rusia comenzó su ruptura con Alemania y comenzó negociaciones
con Francia, que concluyeron en un tratado en 1893. El motivo de la ruptura fue
el apoyo alemán a la intromisión de Austria en Bulgaria (donde llegó al poder,
con ayuda austriaca, un monarca alemán), que Rusia consideraba su área de
influencia y uno de sus principales agentes en los Balcanes, perdidas Serbia y
Rumania. De esta forma, Francia encontraba un aliado que le permitía ver a
Alemania como un igual, y el antiguo bloque oriental quedaba cojo y debilitado.
Francia, aliviada en parte del “peligro alemán” podía desarrollar una política
colonial más ambiciosa, para lo que, desde 1893, comenzó la creación de un
ejército colonial. De igual forma, Rusia dejaba de sentirse sola o “mal
acompañada” y se embarcaba en la colonización siberiana a gran escala (desde
1892 contaba con el FFCC transiberiano) y en la consecución de un área de
influencia en el norte de China.
2/ El nuevo ímpetu colonial y su alianza con Rusia requerían que Francia no
alarmase a GB, si quería que se mantuviesen sus buenas relaciones y, si era
posible, se incrementasen en forma de una alianza (básica para poder
enfrentarse al “peligro alemán” con éxito). Los acuerdos coloniales con GB no
eran nuevos, ya en 1876 se había acordado el condominio egipcio, en 1878 el
pacto por el cual Francia consentía la intervención militar británica en Egipto
(que se convertía así en zona de su hegemonía) y, a cambio, GB pasaba a
considerar a Túnez área de influencia francesa. Pero, a partir de 1896, la
voluntad de acuerdo se aceleró: en ese año se firmó el reparto en áreas de
influencia de Indochina, en 1904 se acordó el reparto definitivo del Norte de
África (tras el incidente de Fashoda) por el que Marruecos se incluía en la zona
francesa y Egipto y el Alto Nilo en la británica (además Etiopía se dividía entre
ellas e Italia, manteniendo la seguridad británica sobre el Nilo). Francia se
esforzaba, pues, por limar los escollos que la podían separar de GB y por evitar
los recelos que surgieron en esta cuando se consolidó la alianza entre Francia y
Rusia, cuyo expansionismo asiático levantaba los recelos y la hostilidad
británicos.
3/ En 1907, Rusia y Gran Bretaña llegaron a un acuerdo sobre Persia (reparto de
zonas de influencia), que, sin ser una alianza, supusieron un cambio en la
actitud que las dos potencias habían tenido hasta el momento. A partir de esta
fecha, dejaron de considerarse netamente hostiles y, a través de la mediación
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francesa, comenzaron a regularizar sus relaciones y a sentar las bases de la
“confianza mutua” y de una colaboración de facto.
4/ Alemania, como no podía ser de otra manera, sintió estos cambios como una
debilitación de su posición y tomó medidas: en 1898 anunció su intención de
convertirse en una potencia naval (planes de construcción de barcos de guerra),
lo que suponía una clara amenaza a GB, que hasta ese momento no había tenido
que enfrentarse a la amenaza de una escuadra que no sólo podía poner en
peligro su hegemonía sobre los mares, sino la propia seguridad de las islas
británicas.
5/ Alemania, que en 1884 había reivindicado su “lugar bajo el sol”, su lugar en
el reparto colonial, comenzó una política expansionista y de reclamaciones de
territorios y de su “derecho” a ser consultada en caso de nuevos
acuerdos/repartos. este acceso al “problema” colonial, que se puede fechar de
forma clara en 1893, supuso nuevas tensiones:
-El avance de su influencia en Turquía (penetración económica y
consecución, desde 1903, de la concesión de un FFCC Bagdag-Estambul)
suponían un evidente peligro para la seguridad de la India británica, pero
también para Rusia, que veía como ahora Turquía podría movilizar sus
tropas mucho más rápidamente, y para Francia que tenía fuertes intereses
financieros en el imperio otomano, que ahora podían ser puestos en
entredicho si Alemania conseguía una clara hegemonía.
-El avance en China (penetración comercial y consecución de una base
naval) y en el Pacífico puso en alerta los intereses británicos,
especialmente a ojos de los australianos, que tendían a ver el Pacífico Sur
como un área de uso exclusivo, y de los comerciantes hindúes y británicos
que tenían que competir con los alemanes.
-El avance en África (Sureste y Suroeste y pretensiones sobre el Congo y
en el Golfo de Guinea) afectaban a los intereses franceses y, sobre todo, a
los británicos que vieron como los “bóers” recibían apoyo alemán en sus
intentos secesionistas (guerra 1899-1900) de la colonia británica de
Ciudad del Cabo, donde GB tenía intereses “vitales” en las minas de oro y
diamantes.
-Alemania utilizó su presencia en las negociaciones coloniales para
desestabilizar la situación, fundamentalmente en detrimento de Francia, a
la que intentaba enemistar con GB. Así, sucedió en el caso marroquí.
6/ Italia, que venía reivindicando su tradición mediterránea y había sufrido un
claro fracaso en su intento de penetración en Túnez (1881, Francia con el apoyo
de GB se establece en Túnez), ante su falta de poder económico, militar y
diplomático para actuar como una gran potencia había recurrido a la alianza con
Alemania y Austria (Triple Alianza, 1882) para encontrar un respaldo a sus
aspiraciones. No obstante, el gobierno italiano llevó una política ambivalente,
firmando tratados secretos con Francia y Gran Bretaña, según iban los “vientos”
de la política internacional3. La política colonial italiana tuvo dos fases: hasta
3
También hay que tener en cuenta que Italia recelaba de la expansión
austriaca en la orilla balcánica del Adriático. Además Austria aún
conservaba los territorios irredentos de los Alpes italianos.
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1911 estuvo centrada en Etiopía, donde desde 1906 (tratado con GB y Francia)
había estabilizado un área de influencia tras una larga peripecia militar; desde
1911 reemprendió su política mediterránea, con su ataque a Tripolitania y la
guerra con Turquía, de la que obtuvo la ocupación de varias islas en el Egeo. En
esta segunda etapa amenazó los intereses británicos y, para defender su
posición, tuvo que afianzar sus alianzas con Alemania-Austria, dejando de lado
sus devaneos con GB y Francia.
7/ USA, concluida su colonización interior, comenzó a activar su política
expansiva en el exterior, a la par que su industria buscaba mercados (era ya el
segundo coloso industrial del mundo) y que su economía comenzaba a generar
excedentes de capital que buscaban colocación. Hasta 1898, la política
norteamericana se fundó en la llamada “diplomacia del dolar” que buscaba la
penetración económica (inversiones en zonas de interés económico), pero que
no estaba interesada en otras formas de control (político-militar), si este no era
necesario para asegurar los intereses económicos. La doctrina Monroe (1823) ya
había establecido el principio “América para los americanos” y había establecido
la prohibición a los estados europeos de establecer colonias en el continente
americano. La intervención USA en Cuba (1898)marcó un cambio de estrategia:
a partir de este momento los gobiernos norteamericanos marcaron zonas
“vitales” para sus intereses y se aprestaron a defenderlas. Esencialmente se
trató del Caribe: en 1901 firmaron un tratado con GB por el cual esta cedía a
EE.UU. sus derechos a construir el canal de Panamá; en 1903 suscitaron la
secesión de Panamá (de Colombia) y firmaron un acuerdo con ella por el que
USA obtenía la cesión de una franja de territorio por la que discurriría el canal; a
continuación se dieron las intervenciones militares sobre la República
Dominicana y Cuba, que quedaron incluidas en el sistema de seguridad USA
(Caribe-Panamá), a estas intervenciones siguieron después otras sobre
Nicaragua y Haití. En 1907, como colofón a esta política, el gobierno USA declaró
que sólo ellos tenían derecho a actuar como “policía internacional” en los
estados americanos, con lo que se prohibía cualquier intervención de los países
europeos con intereses en la zona, a la par que se establecía la hegemonía
norteamericana sobre el continente, que se hizo aparente a través de la
convocatoria de cumbres-conferencias interamericanas, en las que USA adoptó
el papel de mediador-juez. Los intereses británicos (mayor inversor mundial en
la zona de América latina) se vieron en peligro, pero GB, sabiendo indeseable un
enfrentamiento con USA, en los que tenía esenciales intereses económicos
(fuertes inversiones y lazos financieros), prefirió una política de pactos y
acuerdos que asegurasen sus intereses la zona a un enfrentamiento.
7/ Japón, tras su apertura forzada al comercio occidental (1854), había iniciado
una acelerada política de occidentalización que le debía conducir a un estado
cuasi constitucional, a poseer un ejército moderno (para evitar una situación
como la de mediados de siglo) y una economía industrializada. En 1888, había
conseguido los dos primeros objetivos, pero estaba comenzando a desarrollar el
tercero, que debía ser el pilar sobre el que se asentase su poder militar, su papel
como potencia asiática. Pero, para poder llevar a cabo su industrialización, Japón
necesitaba recursos mineros (para sus industrias) y productos alimenticios (para
alimentar a su creciente población) prevenientes del exterior. Por otro lado, la
creciente toma de posiciones de las potencias occidentales en las costas
asiáticas del Pacífico, especialmente de Rusia, que avanzaba por Manchuria y
Corea, era vista por el Japón como una amenaza a su seguridad. En 1894,
comenzó una activa política exterior orientada en estos dos frentes:
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-Conseguir zonas de influencia en las que conseguir el abastecimiento de
productos alimenticios y recursos mineros. Lo que hará a costa de la
debilitada China (guerra Japón-China, 1894-95), de la que obtendrá Corea,
Formosa, Islas de los Pescadores y la península de Liao-Tung (Manchuria
Sur).
-Evitar el peligro ruso. El establecimiento de Japón en Corea y en el Sur de
Manchuria suponía una amenaza para los planes rusos de expansión por
Manchuria. El choque se produjo en 1904, cuando Japón, apoyado por GB
(de nuevo en rivalidad con Rusia), derrotó a Rusia (debilitada por la
revolución de 1905) y estableció su hegemonía sobre Manchuria y Corea, y
un puesto entre las potencias con intereses en Oriente.
Estos cambios agudizaron las rivalidades y cristalizaron en un nuevo mapa de
alianzas que rompió definitivamente el viejo equilibrio diplomático. El bloque AlemaniaAustria-Italia (la Triple Alianza), con sus acólitos en Turquía y Rumania descansaba
sobre el poder económico y militar de Alemania, que ahora tenía que enfrentarse sola
(no ya sin el apoyo ruso, sino contra el enemigo ruso) al bloque que se iba formando
entre Francia y Rusia (unidas mediante tratados militares de mutua ayuda) y GB, que sin
suscribir pactos militares se inclinaba progresiva y explícitamente a la alianza, en la que
aportaría, amén de su propio potencial, sus buenas relaciones con USA. Alemania para
hacer frente a este “peligro” optó por una política de armamentos ambiciosa, que iba a
ser la manifestación de su superioridad industrial-económica (continental), y por
asegurar sus punto débiles: el principal, la debilidad estructural del Imperio AustroHúngaro. Así, condujo al gobierno austriaco a una política de solución militar al problema
de las nacionalidades balcánicas (desde 1911) e impulsó una política de alianza con
Turquía (1913, pacto para la reorganización del ejército turco), como garantía de control
de los Balcanes (y amenaza a una base esencial del poder británico, la India).
La respuesta de Francia y Rusia fueron sendas leyes de rearme. Gran Bretaña se
vio impelida a apoyar a la Entente. La guerra se desató en los Balcanes, y el escenario
bélico esencial estuvo en el continente europeo (frente francés y ruso) pero en ella se
dirimió la hegemonía mundial entre GB y Alemania. La primera era el centro financiero
mundial, la segunda una superpotencia industrial y militar.
EL CONFLICTO DE LOS BALCANES
El asesinato, el 28 de junio de 1914. del archiduque heredero Francisco Fernando
de Austria, en un atentado en Sarajevo, fue el detonante de la Primera Guerra Mundial.
Por ello, se suele hablar del “problema de los Balcanes” como de la evolución de unos
acontecimientos que, entre otras causas, condujeron al conflicto bélico. No obstante,
hemos intentado demostrar que el asunto balcánico fue uno de los campos en los que se
fueron creando y dirimiendo las rivalidades existentes. Lo que sucede es que la
península balcánica era territorio europeo y, por tanto, más próximo a las potencias que
se enzarzarán en la guerra que las lejanas tierras africanas, asiáticas, etc... Ahora bien,
también hemos intentado señalar que las rivalidades intra europeas no eran tanto
territoriales como por la hegemonía, por la centralidad. En este sentido, los conflictos
balcánicos, como los asiáticos o los africanos o los de Alsacia y Lorena no son sino
manifestaciones del ejercicio de la hegemonía, y en sí mismos no representaban un
problema suficiente como para declarar una guerra. De hecho, en el caso de los Balcanes
es evidente, durante casi un siglo (desde 1825 a 1914) las rivalidades entre las grandes
potencias europeas se habían ido resolviendo mediante tratados (excepto la guerra de
Crimea) y las armas sólo se habían utilizado contra terceros o entre pueblos balcánicos.
Así, lo que parece más evidente es que la guerra tuvo como causa profunda (estructural,
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frente a coyuntural) el haber llegado a un punto en la lucha por la hegemoníacentralidad en el que ya no era posible un arreglo. Pero esto se tratará en otro tema.
El problema de los Balcanes tiene una doble perspectiva:
La de los pueblos balcánicos, sometidos al poder otomano (los turcos actuaban
como una “casta” dominante sobre unos pueblos a los que denominaban raya,
rebaño, que eran los que con sus impuestos financiaban el estado turco, pero a
los que se dejaba vivir según sus propias leyes, tribunales, y autoridades, que
eran quienes eran responsables ante el gobierno de Estambul), que constituían
un conglomerado de comunidades religiosas e históricas. Estos pueblos reciben
del exterior ideas nacionalistas, que tienen un notable éxito:
>Habiendo mantenido sus tradiciones, religión y costumbre, perciben
fácilmente el concepto de nacionalidad frente a la “opresión” turca, cada
vez más palpable desde que el declive del imperio y la presión a la que es
sometido por las potencias con ambiciones en sus territorios, le obligan a
una mayor presión fiscal sobre sus raya, que solía ir acompañada de un
mayor esfuerzo represivo, como medio de intimidación.
>El impacto que la industrialización de las potencias occidentales tiene
sobre los mercados interiores balcánicos es devastadora para una
población urbana ocupada en actividades artesanales maduras, y para una
agricultura tecnológicamente muy atrasada pero que encuentra demanda
en los mercados desarrollados, lo que conduce a los grandes latifundistas
(generalmente, una aristocracia autóctona islamizada, que mantiene su
status gracias al apoyo turco, al que por lo tanto es fiel) a forzar las cargas
sobre los campesinos que se encontraban en una situación de cuasi
servidumbre.
Ahora bien, el concepto de nacionalidad asumido estaba fuertemente
“intoxicado”: la realidad de los pueblos balcánicos distaba mucho de ser
homogénea: ni raza, ni religión, ni historia eran comunes a muchos de los
pueblos que se proclamaban nacionalidad. El origen de esta “intoxicación” se
encuentra en el cómo llego el nacionalismo a los Balcanes: fue el arma ideológica
que utilizó principalmente Rusia para atraer a su esfera de influencia esos
territorios, y también el arma que utilizaron el resto de las potencias occidentales
implicadas en la zona para frenar el expansionismo ruso. Por lo tanto, la división
en nacionalidades correspondió, más que a la realidad de los pueblos, a la
geopolítica y a las estrategias de las potencias en conflicto.
La de las potencias que aspiran a ganar zonas de influencia a costa del imperio
turco. Para estas, nacionalidad se correspondía con la zona a la que aspiraban
incluir en su área de influencia o que aspiraban restar de la de su rival. Rusia
utilizó el paneslavismo (y la pertenencia a la iglesia ortodoxa) como arma
ideológica y política contra Turquía y contra Austria-Hungría. Esta se enfrentó al
problema con otra perspectiva: le era útil contra el imperio otomano, pero le
resultaba contradictorio su uso cara el interior de su propio imperio, pues en él
vivían eslavos, checos, húngaros, etc... que recibían esta propaganda
nacionalista como una forma de alternativa al poder primero austriaco y luego
austro-húngaro. Gran Bretaña, empeñada en el mantenimiento del statu quo, en
limitar las ambiciones rusas y austriacas, veía en las nacionalidades la forma de
limitar el expansionismo de sus rivales: estaba empeñada en que el imperio
turco se reformase para convertirse en un estado heterogéneo viable. No
obstante, cuando el problema se planteo en toda su crudeza, aludió a las
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nacionalidades como una forma de delimitación de las zonas de influencia, como
hacían las otras potencias.
Esto es así, porque para estas potencias el problema balcánico era el del
reparto del botín turco: Rusia quería llegar al Mediterráneo y, si podía controlar
la vía; Austria, evitar el intento ruso y asegurarse parte del mercado balcánico; y
Gran Bretaña, no ver peligrar su hegemonía marítima en la zona y la seguridad
de su acceso mediterráneo a la India.
El primer chispazo ocurrió en 1815, cuando se produjo en Serbia una revuelta
anti-otomana (dirigida por Milos Obrenovich) que tuvo éxito, y en el tratado de
Akkerman obtuvo la recompensa de una autonomía limitada, que en 1830 (tratado de
Londres) se vio ampliada hasta la autonomía completa (soberanía turca, pero
autogobierno). En el mismo tratado Grecia, tras una guerra de ocho años (1921-29)
obtenía la independencia. Pero es interesante señalar que, en 1829, Rusia, tras
intervenir en la guerra griega contra Turquía, obtuvo el “derecho de protección sobre
Serbia y Grecia” (este último le sería arrebatado en 1832, cuando Grecia entró en el
área de influencia británica), así como la desembocadura del Danubio.
Rusia, con Serbia como su peón en los Balcanes, desarrolló una política de
penetración económica y política en el gobierno turco (¡¡en 1848 tropas rusas aplastaron
un intento secesionista de los liberales de Moldavia y Valaquia!!) encaminada a controlar
el imperio otomano, que se vio contrarrestada por las presiones de GB (y Francia como
aliada). En 1853 se inició la guerra de Crimea, primero como ataque ruso a Turquía y
luego, cuando GB y Francia enviaron tropas para sostener al imperio otomano, como
conflicto internacional. Las pretensiones rusas eran:
-Protectorado sobre Moldavia y Valaquia (fueron conquistados)
-Protectorado sobre la iglesia ortodoxa en territorio turco
-Creación de Bulgaria, que quedaría bajo la influencia rusa, como toda la zona
oriental de los Balcanes.
-Control o al menos garantías de neutralidad en el Bósforo.
La victoria aliada impuso a Rusia el Tratado de París, por el que:
-Moldavia y Valaquia quedaban como territorios autónomos, aunque bajo
soberanía turca.
-Prohibición de tener flotas de guerra o arsenales en el mar Negro.
-La desembocadura del Danubio pasa a una comisión internacional que
garantizaría la libertad de navegación.
En 1858, nacía Rumania, como resultado de la unión de Moldavia y Valaquia, y,
en 1861, se proclamaba estado independiente, que se dotaba (1866) de un monarca de
la casa Hohenzollern (alemán filo austriaco). Rusia, mientras tanto, estaba:
1/embarcada en sus reformas internas y veía como se le escapaba de las manos una
zona que consideraba de su influencia; 2/diplomáticamente aislada: enfrentada a Francia
y GB, no había obtenido el apoyo de Prusia y Austria, de la cual tenía algo más que
recelos, viendo la extensión de su influencia en los Balcanes (Rumania y valles del
Morava y del Vadar). Fue el momento en el que sembró las semillas del paneslavismo,
como recurso para mantener vivo el pulso balcánico.
En 1870, con apoyo ruso, Bulgaria consiguió que se le reconociese el derecho a
una iglesia ortodoxa autónoma (jefe búlgaro, en Bulgaria). La propaganda Rusa y serbia
(que quería desempeñar un papel como el del Piamonte en Italia) comenzó a correr
entre los pueblos balcánicos, sacudidos por la crisis de 1873. En 1875, estalló una
sublevación en Bosnia-Herzegovina y, en 1876, en Bulgaria, la represión turca fue
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brutal. Serbia, alentada por su mentora, Rusia, declaró la guerra a Turquía. Poco
después, Rusia anuncia que si las potencias europeas no son capaces de ponerse de
acuerdo para imponer un programa de reformas al sultán, se verá obligada a actuar sola
para proteger a la población ortodoxa del imperio. En 1877, tras laboriosas
conversaciones diplomáticas para tranquilizar a GB y a Austria, tropas rusas entran en
Rumania (con el consentimiento del gobierno autónomo de Bucarest) y, en 1878,
rompiendo todo lo pactado, amenazan Constantinopla. El gobierno turco se vio obligado
a firmar el Tratado de San Estéfano con Rusia, la cual se anexionaba Dobrudja y varias
ciudades importantes en el Caúcaso; Serbia conseguía el valle alto del Morava;
Montenegro, el acceso al Adriático; Bosnia y Herzegovina, la autonomía; Rumania, la
independencia; y se formaba la “gran Bulgaria”, con la anexión de Rumelia y gran parte
de Macedonia, bajo protección militar rusa. El nuevo mapa no fue aceptado por las otras
potencias, que obligaron a Rusia a acudir al Congreso de Berlín (1878), donde se
estableció:
-Una Bulgaria autónoma dentro del imperio Turco, que perdía Rumelia, cuya
mitad norte pasaba a ser gobernada por un cristiano, mientras la zona
meridional se integraba netamente en el imperio, como la parte de Macedonia
anexionada en san Estéfano.
-Rusia se comprometía a no extenderse más por el Caúcaso.
-Rumania cedía a Rusia el Sur de Besarabia y recibía, a cambio, Dobrudja.
-Serbia y Montenegro perdían gran parte de sus anexiones.
-Austria-Hungría recibía el derecho a administrar Bosnia y Herzegovina y a
establecer guarniciones en Novi-Bazar.
-GB firmaba con Turquía una alianza defensiva (para la Turquía asiática) y
recibía la administración de Chipre para establecer en ella una base naval.
Rusia, de esta forma, volvía a ver limitadas sus ambiciones y cosechaba una
nueva derrota diplomática. Los tratados de 1873 no le habían reportado el apoyo que
esperaba de sus antiguas aliadas, Alemania y Austria; por el contrario, Austria había
vuelto a alinearse con GB. Cada vez aparecía más clara la situación de aislamiento rusa.
Sólo el temor a GB mantenía a Rusia en el ámbito de las potencias alemanas (en 1881,
volvía a reafirmar su alianza). Pero, ¿por qué Rusia se había lanzado a la aventura,
cuando ya conocía las consecuencias desde 1856?. La única respuesta es que esperaba
que Alemania le prestase apoyo (o al menos impulsase a Austria a buscar un acuerdo
con Rusia) para evitar que Rusia tuviese que acudir a una alianza con Francia. Pero
Alemania, segura de momento de que la rivalidad Rusia-GB impedía una acuerdo con
Francia (en la órbita de GB), prefería apostar por Austria.
De 1878 a 1887, Austria, aprovechando los efectos de la relativa derrota rusa,
consiguió incrementar su influencia en los Balcanes:
-En Serbia, el gobierno se encontraba en una situación delicada: decepcionado
por las pérdidas del Congreso de Berlín y por la falta de consistencia del apoyo
ruso, tenía dificultades internas ocasionadas por el endeudamiento al que había
conducido su política belicista y por los escándalos que ocasionaba la costosa
vida privada de Obrenovich. En 1881, firmó un tratado secreto con AustriaHungría por el que ambos estados acordaban:
-Mantener una neutralidad benévola en caso de que una de las dos se
encontrase en guerra.
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-Serbia se comprometía a no tolerar en su territorio intrigas (nacionalistas)
contra Austria y a no firmar tratados internacionales sin el consentimiento
del otro aliado.
-Austria apoyaría política y económicamente a la dinastía Serbia a
mantenerse en el poder (en 1882, M. Obrenovich fue proclamado rey).
De esta forma, Serbia entraba en la zona de influencia austriaca.
-Rumania, gobernada por un Hohenzollern (alemán), había perdido Besarabia a
cambio de la pobre Dobrudja, y lo que era peor, había sentido en sus carnes “el
peligro ruso”. En 1883, firmó con Austria-Hungría un tratado defensivo anti ruso.
-En Bulgaria, donde Rusia concentró sus esfuerzos al ver fracasar sus influencias
en los otros estados, la situación no fue mejor. Gobernada por Alejandro de
Battemberg, estaba controlada por Rusia: los ministerios de asuntos exteriores y
de defensa estaban en manos de dos generales rusos, los altos cargos de su
administración igualmente estaban reservados a personal ruso, y su economía
dependía de las inversiones rusas. Esta situación originó que se fuese
desarrollando un movimiento nacionalista anti ruso, que encontró apoyo en
Alejandro de Battemberg, que, aprovechando el debilitamiento de la influencia
rusa en la zona, intentó un alejamiento de esta potencia. La respuesta fue
contundente: en 1886, fue raptado por oficiales búlgaros a las órdenes de Rusia,
que lo trasladaron hasta la frontera. El escándalo fue mayúsculo y las presiones
internacionales, y del propio nacionalismo búlgaro, obligaron al gobierno de San
Petesburgo a devolver al monarca, que acto seguido abdicó. En junio de 1887, el
Parlamento de Bulgaria eligió como príncipe a Fernando de Sajonia-Coburgo, el
candidato de Viena.
Rusia se veía eliminada de la zona a la que creía tener derecho y, lo que
resultaba más grave para ella, constataba como sus peores enemigos eran sus aliados:
Austria, apoyada por Alemania4. Esto, y la situación de aislamiento diplomático real, más
allá de los inútiles tratados firmados, condujo al gobierno ruso a replantearse un cambio
radical en la orientación de su política exterior: el antiguo bloque oriental se estaba
rompiendo de forma irremediable. Comenzaba una nueva fase.
En 1894, comenzó la situación a cambiar. Las poblaciones cristianas de Armenia,
Creta y Macedonia se sublevaron contra la política represiva del gobierno turco y contra
los abusos fiscales a los que se veían sometidos. La represión otomana fue brutal y llegó
a conocimiento de la opinión pública europea que presionó a sus respectivos gobiernos
para que interviniesen. No obstante, los recelos existentes entre las potencias impidieron
la acción europea: cualquier acción unilateral hubiese sido impedida por el resto de los
estados: Rusia, aliada con Francia desde el año anterior, no contaba con su apoyo para
una ofensiva en los Balcanes; Alemania frenaba a Gran Bretaña y Austria, porque no
quería rivalidades entre estos dos estados (una expansión austriaca hubiese supuesto
que GB se viese agredida y viceversa), dado que sus objetivos estratégicos pasaban por
impedir la consolidación de un bloque Francia-Rusia-GB. De esta forma, a pesar de las
tensiones, nada sucedió.
4
Alemania hizo público su apoyo a Austria (publicó los tratados Austria-Alemania),
demandó al Parlamento de Berlín créditos con vista a un aumento de sus ejércitos,
en un claro intento de manifestar su voluntad de defender a Austria ante un eventual
ataque ruso, y ordenó a la banca negar créditos a Rusia.
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En 1903, la situación de las relaciones internacionales se fue clarificando y
repercutió en cambios en los Balcanes.
GB comenzó a asumir que su política de “no implicación directa” en los temas
continentales europeos debía cambiar: se estaba haciendo patente la necesidad de
contar con apoyos fácticos, reales:
-El desarrollo de una activa política norteamericana en el Caribe había privado a
Londres de la hegemonía en una zona que consideraba tradicionalmente de su
influencia.
-La dureza de la guerra bóer había puesto de manifiesto la insuficiencia del
ejército de tierra británico y la necesidad de contar con esas fuerzas para
defender las colonias no sólo contra los indígenas, sino también contra otras
potencias coloniales, que podían actuar bien directamente bien apoyando y
armando movimientos autóctonos.
-En 1898-99 Alemania anunció su intención de convertirse en una potencia
naval. Lo que fue interpretado en Londres como una amenaza a su supremacía
en los mares y a su seguridad interior (una potente flota situada frente a sus
costas era una amenaza insufrible para un país que basaba su defensa en la
inaccesibilidad por mar de su territorio).
-En 1903, Alemania comenzó la construcción del FFCC turco a Bagdag.
-Italia, en 1900, comenzó su política expansiva en Tripolitania
mediterráneo, a la par que aseguraba sus pactos con la Triple Alianza.
y
el
GB puso fin, en 1904, a sus enfrentamientos coloniales con Francia, y, en 1907,
comenzó a hacerlo con Rusia. No obstante, mantuvo hasta 1912 la esperanza de poder
frenar por medios diplomáticos a Alemania, por lo que no dio el paso definitivo de una
alianza militar con París y San Petesburgo.
El alejamiento ruso, situó a Alemania ante una situación que había tratado de
evitar durante mucho años: la posibilidad de tener que combatir en dos frentes: en el
Oeste, contra Francia, en el Este, contra Rusia. Para Berlín, en esta situación, el talón de
Aquiles de su sistema se encontraba en la debilidad de Austria, sometida a la influencia
disgregadora de los nacionalismos, que podía ser fácil presa de las tropas rusas. Por ello,
incitó al gobierno de Viene a una política firme y decidida orientada a poner orden en sus
territorios, bien mediante reformas constitucionales bien mediante la fuerza, si era
necesaria. Es por esto, que, a partir de 1900, Austria comenzó a implantar una “línea
dura” en su acción balcánica.
Rusia, debilitada tras su derrota ante Japón y por el movimiento revolucionario de
1905, estuvo muy interesada en ampliar sus buenas relaciones con París y Londres. Para
ello, era necesario evitar anteriores “aventurerismos” en los Balcanes, aunque ello no
quería decir abstenerse de intervenir. Por el contrario, frenada en Oriente, la política
exterior rusa volvió sus ojos hacia su antigua zona de influencia, aunque ahora
predominó la acción diplomática (no las armas).
Los cambios comenzaron a producirse en Serbia. En 1903, se produjo un golpe de
estado del ejército, de carácter nacionalista, contra la política pro austriaca de los
Obrenovich, que concluyó con el asesinato del rey y de la reina y el acceso al trono de
Pedro Karageorgevitch, que apoyó el desarrollo de una política nacionalista, que se
basaba en el recuerdo del proyecto de la “Gran Serbia”. En 1905, al amparo de esta
política, los jefes de las minorías Serbia, croata y eslovena de Austria-Hungría acordaron
establecer la “solidaridad yugoslava” frente a la opresión de Viena. Austria se sintió
amenazada e intentó recuperar su influencia sobre Serbia a través de una política de
“guerra económica”, esperando que el ahogo económico condujese a su gobierno a
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volver a sus antiguas obligaciones. Pero los resultados no fueron los esperados, lo que
condujo al gobierno a adoptar la política de “mano dura” que pedía Berlín: en 1908,
Austria se anexionó Bosnia-Herzegovina (para privar de esperanzas a los nacionalistas
eslavos); en 1909, Alemania obligó a San Petesburgo a aceptar la situación y al gobierno
servio a comprometerse, bajo amenaza, a “cambiar de actitud” hacia el gobierno de
Viena.
Pero, ni el nacionalismo balcánico desapareció, ni la acción rusa fue frenada. Por
el contrario, la política de fuerza impulsada por Alemania (que, desde 1903, comenzaba
una política de acercamiento al gobierno turco, que concluiría con una alianza en 1913)
condujo a posiciones más exacerbadas.
En 1911, el desarrollo de la guerra italo turca (ataque italiano en Tripolitania y,
desde 1912, escenario bélico en el mediterráneo oriental) supuso una clara
manifestación del debilitamiento turco y una amenaza a los tradicionales intereses
británicos en la zona. En 1912, aprovechando esta debilidad otomana, se reiniciaron las
protestas de las poblaciones cristianas de Macedonia. Rusia esta vez no estaba dispuesta
a perder la ocasión y favoreció una alianza entre Serbia, Bulgaria y Grecia (las potencias
interesadas en la zona), que daría lugar a un reparto de Macedonia tras el previsible
éxito de la sublevación. En 1912, tras una corta guerra, Turquía fue derrotada por los
aliados balcánicos y obligada a abandonar toda la zona, exceptuando una pequeña zona
de Tracia, en los Preliminares de Paz de Londres (1913).
El reparto de los territorios recientemente “liberados” no fue fácil: el recuerdo de
la “Gran Serbia” se enfrentaba al de la “Gran Bulgaria” y el expansionismo de estas
asustaba a Rumania y Grecia. En 1913, tuvo lugar la segunda guerra balcánica, que
enfrentó a Bulgaria contra una alianza de Serbia-Gracia y Rumania. El Tratado de
Bucarest, en 1913, tras la derrota búlgara, estableció el reparto:
-Bulgaria obtenía una pequeña zona de Macedonia, pero cedía Silistria a
Rumania y devolvía Andrinópolis a Turquía.
-Serbia y Grecia obtenían la mayor parte de Macedonia.
-Los territorios albaneses se convertían en estado independiente, en un intento
de las potencias por evitar el acceso al Adriático de Serbia.
La situación no se calmó, por el contrario, se intensificó la inestabilidad:
-La guerra intra balcánica dio lugar a una explosión de rencores y propaganda
“revanchista” entre los estados, que dio lugar a una eclosión de las rivalidades y
al una fuerte política armamentista, incitada por las “potencias”, que veían en
ella una forma de incrementar su control sobre la zona. Los estados balcánicos,
con una paupérrima estructura financiera, se vieron impelidos a unos gastos en
armamentos a los que no podían hacer frente, lo que los situó en la necesidad
de recurrir a un creciente endeudamiento exterior, principalmente de Francia (a
través de la influencia Rusa), y Alemania (influencia de Austria), que los
obligaba a situarse en sus respectivas zonas de influencia.
-El tratado de Bucarest ocasionó un cierto desorden territorial, que fue resuelto
por los estados balcánicos a través de brutales políticas de asimilación y
homogeneización, que generaron el desarrollo de un nacionalismo intra
balcánico e implementaron las rivalidades y rencores que la guerra había dejado.
-La situación en el nuevo estado albanés fue caótica. Primero, por los intentos
griegos de “retener” el Epiro del Norte, donde la población era mayoritariamente
de lengua griega, que se resolvieron en 1913 por una Comisión Internacional de
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Delimitación5. Posteriormente, por la propia situación interna (el nuevo estado,
que estuvo encabezado por un príncipe alemán (príncipe de Wied), se encontró
sometido a la fuerte anarquía social de un país que mantenía una arcaica
organización tribal, con una ausencia total de recursos financieros y con la
inexistencia de una tradición estatal y de una administración y un ejército
propios) y por constituirse en el campo de batalla de las influencias austriacas e
italianas. Austria pretendía, como ya hemos señalado, cerrar a Serbia el paso al
Adriático, pero Italia veía con recelo la posibilidad de que Albania cayese en
manos austriacas, dando a esta potencia toda la otra orilla del mar. Estas
rivalidades se manifestaron en el apoyo a los diferentes bandos tribales que una
y otra potencia dieron, originando una situación absolutamente caótica e
imposible.
-Turquía, tras las sucesivas derrotas sufridas y la pérdida del territorio europeo y
de gran parte de las islas del Egeo, fue consciente de:
5
Grecia obtuvo concesiones en las islas del Egeo.
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>La insuficiencia del apoyo británico y la necesidad de reorientar su
política exterior.
>La necesidad de rearmar y reorganizar su ejército para poder hacer
frente a las amenazas que se le venían encima.
Como resultado de todo ello, en 1913 se firmó el tratado por el que Alemania se
comprometía a asesorar y organizar el nuevo ejército turco. Un general alemán
(acompañado de oficiales del mismo país) se encargó de la tarea, además de dirigir el
primer cuerpo del ejército turco, encargado de la defensa de Constantinopla. La alarma
surgió en todas las cancillerías, pero especialmente en las de Londres y San Petesburgo,
Turquía pasaba a estar controlada por la Triple Alianza.
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El 28 de junio de 1914, Francisco Fernando de Austria era asesinado en
Sarajevo. El 23 de julio, Austria-Hungría (con el apoyo de Berlín) daba un
ultimátum a Serbia, que el 25 obtenía una contestación rusa (Francia se había
comprometido a intervenir militarmente contra Alemania, si esta apoyaba
militarmente a Austria): esta no aceptaría que Serbia fuese aplastada. Dos días
después Austria declaró la guerra al estado balcánico. El 29, Rusia inició una
movilización parcial, que fue contestada por la amenaza de Berlín de movilizar sus
tropas si continuaba haciéndolo San Petesburgo. El día 30, Rusia inicia su
movilización general. El 31, Alemania lanzó su ultimátum a Francia y Rusia. El
primero de agosto, Alemania y Francia llevan a cabo su movilización general. El día
4, ante el ataque alemán a Bélgica, GB entró en la guerra del lado de Francia y
Rusia.
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