Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar

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Principios Formativos para el Nuevo
Código de Justicia Militar
MINISTERIO DEL INTERIOR, MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES,
MINISTERIO DE JUSTICIA, POLICÍA DE INVESTIGACIONES Y
COMITÉ DE AUDITORES GENERALES
Santiago, junio de 2008
DOCUMENTO DE ACUERDO
COMISIÓN DE ESTUDIOS PARA LA REFORMA
DE LA JUSTICIA MILITAR
José Goñi Carrasco
Ministro de Defensa Nacional
Santiago, junio de 2008
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
ÍNDICE
Pág.
INTRODUCCIÓN
5
PRINCIPIO I: Aplicación del Derecho Humanitario
8
PRINCIPIO II: Prohibición de tortura, penas inhumanas o infamantes
y otros tratos crueles
9
PRINCIPIO III: Trato humano a prisioneros de guerra
10
PRINCIPIO IV: Respeto a la persona del prisionero de guerra
12
PRINCIPIO V: Manutención de los prisioneros de guerra
13
PRINCIPIO VI: Protección de civiles en tiempo de guerra
15
PRINCIPIO VII: Estatuto de protección de civiles en tiempo de guerra
PRINCIPIO VIII: Inserción de los tribunales militares en el sistema
judicial del Estado
17
PRINCIPIO IX: Aplicación de las normas de Derecho Internacional en
materia de juicio imparcial
20
PRINCIPIO X: Competencia funcional de los órganos judiciales militares
PRINCIPIO XI: Incompetencia de los tribunales militares para juzgar a los
menores de 18 años
21
PRINCIPIO XII: Derecho a juicio previo, oral y público
23
PRINCIPIO XIII: Prohibición de persecución penal múltiple o nom bis in idem
25
19
22
3
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Pág.
PRINCIPIO XIV: Presunción de inocencia
26
PRINCIPIO XV: Derecho de defensa jurídica
27
PRINCIPIO XVI: Derecho a guardar silencio
29
PRINCIPIO XVII: Legalidad de las medidas privativas o restrictivas de
libertad
30
PRINCIPIO XVIII: Principio in dubio pro reo
31
PRINCIPIO XIX: Garantía de habeas corpus
32
PRINCIPIO XX: Independencia de los tribunales militares
33
PRINCIPIO XXI: Reserva legal
35
PRINCIPIO XXII: Irretroactividad de la ley penal militar
37
PRINCIPIO XXIII: Prohibición de analogía in malam partem
38
PRINCIPIO XXIV: Lesividad del Derecho Penal Militar
39
PRINCIPIO XXV: Proporcionalidad de la pena
41
PRINCIPIO XXVI: Principio de culpabilidad
44
PRINCIPIO XXVII: Régimen de las prisiones militares
45
4
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
INTRODUCCIÓN
La Comisión de Estudios para la Reforma de la Justicia Militar fue creada por
Decreto Supremo con el objetivo de constituir una instancia de reflexión
técnica para la generación de un nuevo Código de Justicia Militar. Dentro
de las funciones de este órgano consultivo se encuentran el estudio de
propuestas para la reforma de la justicia militar y velar por el resultado
armónico de una reforma integral del código y demás leyes conexas.
Con el objeto de orientar el trabajo de la Comisión y generar un sistema
jurídico militar coherente en sí y en relación con la Constitución Política
de la República y los tratados internacionales ratificados y vigentes en
Chile, se ha elaborado una matriz de principios formativos que recogen las
bases esenciales para la reforma del Código de Justicia Militar. Se trata, en
consecuencia, de una labor de consenso respecto de aquellas posiciones
fundamentales que permiten coordinar la producción legislativa en la
materia, así como sentar aquellas directrices deontológicamente relevantes
para una futura praxis aplicadora del nuevo código.
El catálogo de principios que esta Comisión presenta, dibuja un mapa de
acción con marcos estructurales que se vinculan con el respeto y la promoción
de los derechos fundamentales de las personas. Es de público conocimiento,
en conexión con lo anterior, que la justicia militar fue postergada cuando
se reformó el Código Procesal Penal, dejando una parcela del ordenamiento
jurídico punitivo que carecía de las garantías y estándares de protección
requeridos en el ejercicio del ius puniendi estatal, en el marco de un Estado
Social y Democrático de Derecho. Cuestiones básicas, por tanto, como
la independencia e imparcialidad del juez, exigencias de publicidad y
transparencia del proceso, la debida atención a la víctimas en el marco de un
proceso penal, las garantías necesarias para ejercer el derecho a defensa y la
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
consolidación de principio de la presunción de inocencia, entendido como el
trato exigido a una comunidad política cuando juzga a sus integrantes.
Estas materias, como puede observarse, son claves a la hora de constituir las
relaciones de los individuos con el Estado, incluso cuando nos referimos a un
sector especial del ordenamiento jurídico: el militar. Por ello, en el marco del
trabajo desarrollado por esta Comisión, se ha entendido necesario consolidar
un catálogo con los principios jurídicos que informen las propuestas para un
nuevo Código de Justicia Militar. En ellos, por cierto, se encuentran diversas
materias: algunos principios se relacionan directamente con el Derecho
Internacional; otros con materias de derechos fundamentales; otros más se
refieren específicamente al proceso penal militar y sus garantías y, finalmente,
algunos principios se vinculan con el Derecho Penal Militar. Sin embargo, su
centralidad emana del estatus que gozan sus fuentes: la Constitución Política
de la República, los convenios de Ginebra de 1949, el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos y la Convención Americana de Derechos
Humanos, por mencionar algunas de las más importantes. De esta forma,
un Estado de Derecho demanda que su administración de justicia respete
el núcleo de los derechos fundamentales de los ciudadanos y, en ello, la
justicia militar no puede ser la excepción.
Los principios que a continuación se presentan, responden a la necesidad
de configurar las bases esenciales sobre las cuales se puede proyectar un
Código de Justicia Militar moderno. Dada su generalidad, no abordan de
manera exhaustiva todos los aspectos problemáticos que puede presentar la
reforma de un código, pero sí recoge una base mínima de consenso que es
coherente con los derechos fundamentales recogidos en nuestra Constitución
Política y en los tratados internacionales sobre la materia. En cada principio,
se da una descripción que detalla sus fuentes y su función, acompañado de
ciertos acuerdos a los que ha llegado la Comisión. Además, se recomienda
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
que algunos de ellos sean positivizados por el ordenamiento jurídico, de
manera tal que permitan auxiliar a los órganos aplicadores del Derecho, en
sus tareas de interpretación e integración de las normas de un futuro Código
de Justicia Militar.
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
PRINCIPIO I
Aplicación del Derecho Humanitario
En período de conflicto armado, los tribunales militares están
obligados a aplicar los principios del Derecho Humanitario, teniendo en
consideración, especialmente, a los convenios de Ginebra de 1949 y sus
protocolos facultativos ratificados y vigentes en Chile.
Todo tribunal de justicia, incluidos los tribunales militares, deben respetar
el Derecho Internacional Humanitario, que establece mínimas garantías en
materia judicial para tiempos de excepción, en caso de conflicto armado. En
términos generales, se refiere a lo preceptuado por los convenios de Ginebra
de 1949, sobre heridos y enfermos de las Fuerzas Armadas en campaña;
sobre heridos, enfermos y náufragos de las Fuerzas Armadas en el mar;
sobre prisioneros de guerra, y respecto de la protección de civiles en caso de
conflicto armado, al igual que sus protocolos facultativos. Como ha señalado
el Comité Internacional de la Cruz Roja, se subraya la necesidad de impartir
una justicia tan serena como sea posible, incluso en las circunstancias
extremas de un conflicto armado, en que el valor de la vida humana cuenta,
en los hechos, a veces poco. En el caso de este tipo de conflictos, toda
persona tiene derecho a que se le juzgue en conformidad a un proceso
ordinario previamente establecido por ley y que, en la aplicación de sus
normas, respete el Derecho Internacional Humanitario, tanto convencional
como consuetudinario y aquellas normas de ius cogens.
En ningún caso, en conformidad con este principio, se hará comparecer a un
prisionero de guerra ante un tribunal, sea cual fuere, si no ofrece las garantías
esenciales de independencia e imparcialidad generalmente reconocidas. En
caso que haya duda respecto de la calificación de prisionero de guerra, dichas
personas se beneficiarán de la protección de los convenios de Ginebra, en
espera de que un tribunal competente determine su estatuto.
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
PRINCIPIO II
Prohibición de tortura, penas inhumanas o infamantes y otros
tratos crueles
Nadie será sometido ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes. Además, nadie será constreñido a ejecutar un trabajo
forzoso u obligatorio en virtud del cumplimiento de una pena.
La prohibición de tortura es un principio general del Derecho Internacional y
se encuentra en diversos instrumentos convencionales, tales como en el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (en su artículo 7), la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (en su artículo 5.2) y los convenios de
Ginebra de 1949 (véase en particular III Convenio de Ginebra sobre prisioneros
de guerra en sus artículos 3, 17, 87 y 130). Asimismo, la Declaración Universal
de Derechos Humanos (en su artículo 5), recoge esta disposición, dando una
vigencia internacional y brindando una jerarquía de derecho internacional
imperativo. En general, puede verse la Convención contra la Tortura y Otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de 1984 y la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. Respecto de las normas de
Derecho interno, la prohibición de este tipo de sanciones se deriva implícitamente
del artículo 19 número 1 de la Constitución Política de la República.
Esta prohibición tiene su fundamento en la dignidad intrínseca del ser
humano y en la proscripción de su utilización y de rebajarlo a un medio
utilitario para la consecución de cualquier fin en sede militar. La legitimidad
del accionar estatal requiere, necesariamente, del reconocimiento de esta
dignidad y de sus implicancias y consecuencias normativas para nuestro
ordenamiento. Por tanto, están absolutamente prohibidos estos tipos de
tratos y, más aún, de penas crueles, inhumanas o degradantes o, en general,
de cualquier medida de coerción que dañe severamente la integridad física y
psíquica de la persona, así como también su honor.
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Finalmente, en razón de la misma dignidad y de la autonomía que el
ordenamiento asegura a todas las personas, se excluye perentoriamente la
posibilidad de ordenar trabajos forzados en el cumplimiento de una pena. En
caso alguno, los tribunales militares podrán dictar una resolución que afecte
este margen de libertad y todo trabajo penitenciario deberá ser libremente
consentido por el afectado, así como estar sujeto a una justa retribución.
PRINCIPIO III
Trato humano a prisioneros de guerra
Los prisioneros de guerra deben ser tratados humanamente en todas las
circunstancias.
Se prohíbe toda acción u omisión ilícita por parte de la potencia detenedora
que comporta la muerte o ponga en grave peligro la salud de un prisionero
de guerra en su poder. En particular, ningún prisionero de guerra podrá
ser sometido a mutilaciones físicas o a experimentos médicos o científicos
de cualquier índole, que no se justifiquen por el tratamiento médico del
prisionero concernido, y que no sean por su bien.
Los prisioneros de guerra deberán ser protegidos en todo tiempo,
especialmente contra todo acto de violencia o de intimidación, contra los
insultos y la curiosidad pública. Se prohíbe toda medida de represalia
contra ellos.
Este principio está recogido de diversas disposiciones expresas del III Convenio
de Ginebra de 1949, relativo a prisioneros de guerra. Se puede concordar de
manera directa con el artículo 19, número 1 de nuestra Constitución Política,
así como, en general, la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes, de 1984 y la Convención Interamericana
para Prevenir y Sancionar la Tortura. En general, tienden a dar un estatuto
de protección a los prisioneros de guerra, bajo las categorías que el mismo
convenio explicita en el artículo 4, a saber, los miembros de las Fuerzas
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Armadas de una parte contratante que participa en un conflicto armado, así
como los cuerpos de milicias y grupos voluntarios que formen parte de las
Fuerzas Armadas; los miembros de las otras milicias y de los otros cuerpos
de voluntarios, incluidos los de movimientos de resistencia organizados,
pertenecientes a una de las partes en conflicto (siempre que cumplan con las
condiciones que explicita el artículo 4); los miembros de las Fuerzas Armadas
regulares que sigan las instrucciones de un gobierno o de una autoridad no
reconocidos por la potencia detenedora; las personas que sigan a las Fuerzas
Armadas sin formar realmente parte integrante de ellas; los miembros de las
tripulaciones de la marina mercante y de la aviación civil y, finalmente, la
población de un territorio no ocupado que, al acercarse el enemigo, tome
espontáneamente las armas para combatir contra las tropas invasoras. Como
puede desprenderse de lo anterior, se trata de una categoría ampliada de
sujetos beneficiados por la protección humanitaria que dispone el convenio.
Además de lo anterior, debe señalarse que los derechos que se establecen
para los prisioneros de guerra son inalienables e irrenunciables, con el objeto
de evitar coacciones ilegítimas en torno a la utilización instrumental de un
prisionero de guerra, respecto de fines militares, como puede ser la privación
de garantías por consideraciones pragmáticas. Se trata de un estándar y un
umbral mínimo de protección que no puede ser vulnerado bajo ninguna
condición y que sólo puede ser ampliado por los Estados partes, dando una
mayor vigencia y tutela a los derechos involucrados. Esta consideración, se
encuentra en directa relación con el artículo 5 de la Constitución Política
de la República, que establece los derechos fundamentales de las personas
como un límite sustancial al ejercicio de la soberanía.
Con respecto del régimen de cautiverio de los prisioneros de guerra, el
estatuto de protección que establece el convenio presenta garantías mínimas
que propenden a la protección de los prisioneros y a las obligaciones en la
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
mantención de los mismos por parte de la potencia detenedora, cuestiones
que son abordadas más adelante.
Finalmente, debe señalarse que, al igual de lo que actualmente dispone
nuestro Código de Justicia Militar, son los tribunales militares los competentes
para juzgar a prisioneros de guerra, previendo para ello los convenios
determinadas garantías en la ejecución de sanciones.
PRINCIPIO IV
Respeto a la persona del prisionero de guerra
Los prisioneros de guerra tienen derecho, en todas las circunstancias,
al respeto de su persona y de su honor.
Todas las personas tienen derecho a una igualdad de trato durante
el período de cautiverio. Se prohíbe toda discriminación y se deberá
garantizar a todas las personas una igual y efectiva protección contra
cualquier discriminación por motivos de raza, color, sexo, orientación
sexual, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier índole,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier
otra condición social.
Los prisioneros de guerra conservarán su plena capacidad civil tal como era
cuando fueron capturados. La potencia detenedora no podrá limitar
el ejercicio de esa capacidad, sea en su territorio sea fuera del mismo,
más que en la medida requerida por el cautiverio.
Este principio tiene su clara manifestación en el III Convenio de Ginebra
de 1949, sobre el trato debido a los prisioneros de guerra. Su contenido
pretende resguardar la dignidad humana de toda persona que se encuentre
en calidad de prisionero de guerra en un conflicto armado, procurando un
régimen de normalidad en la protección de los derechos fundamentales
en circunstancias de excepción. El principio fundamental que se recoge
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
es que, en todo conflicto armado, el derecho de las partes en conflicto a
elegir los métodos o medios de hacer la guerra no es ilimitado, cuestión
que se ve complementada por el subprincipio de necesidad militar en el
empleo de medios bélicos. Su contenido, puede ser concordado con diversas
disposiciones internacionales, como el Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos (artículos 16, 17 y 26) y la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (artículos 3, 11, 24), si bien en estos casos estamos hablando del
Derecho Internacional de Derechos Humanos en su régimen de normalidad
y no de excepción, como es el caso del Derecho Humanitario. Respecto del
régimen interno, la Constitución Política de la República protege los mismos
derechos en el artículo 19 números 1, 2 y 4.
Como se señala, el principio busca proteger tanto a los prisioneros de guerra,
como a toda persona privada de libertad a causa de un conflicto armado, ya
sea internacional o interno, según las disposiciones de los cuatro convenios
de Ginebra. El fundamento de esta protección internacional radica en el hecho
que se trata de personas que han dejado de participar en las hostilidades,
por lo que no se encuentran actualmente siendo parte del conflicto armado.
Su contenido prescribe que, aun en caso de conflicto armado, los prisioneros
de guerra no pueden ser vulnerados en su derecho al honor, especialmente,
en su régimen de detención, así como tampoco pierden su capacidad
jurídica para obrar, por encontrarse en dicha condición. Finalmente, el
principio establece una exigencia de isonomía iusfundamental en el trato a
los prisioneros, siendo obligación no realizar distinciones injustificadas en
virtud del sexo (o bajo otras consideraciones o criterios sospechosos).
PRINCIPIO V
Manutención de los prisioneros de guerra
La potencia detenedora de los prisioneros de guerra está obligada a
atender gratuitamente su manutención, a proporcionarles
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
gratuitamente asistencia médica que su estado de salud requiera y
asegurar las mínimas garantías en lo que respecta a condiciones de
seguridad personal.
Al igual que en el principio anterior, éste se trata de una de las múltiples
manifestaciones de las obligaciones que tienen los Estados contratantes en
caso de conflicto armado. Su fuente directa, en consecuencia, es el Convenio
de Ginebra sobre el trato debido a los prisioneros de guerra, de 1949.
Además de lo anterior, puede ser concordado con el artículo 19, números 7 y
9 de la Constitución Política de la República, así como el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (artículo 12), para los casos
de normalidad y no de excepción.
En conformidad con el convenio, los prisioneros de guerra nunca podrán ser
enviados o retenidos en regiones donde quede expuesto al fuego de la zona
de combate ni podrá utilizarse su presencia para proteger ciertos puntos o
lugares contra los efectos de operaciones militares. Además, y en general, se
dispone que serán aplicable a ellos cualquiera otra medida de protección que
se tome en favor de la población. Por otra parte, se establecen disposiciones
especiales en materia de alojamiento, alimentación, vestimenta, higiene y
asistencia médica; se asegura, asimismo, la prohibición de trabajos forzados
y se establece excepcionalmente la posibilidad de realizar determinados
trabajos autorizados, procurando satisfacer aspectos mínimos que aseguren
la no coacción ilegítima a los prisioneros de guerra.
En otros términos, se trata de establecer mínimos de subsistencia para
aquellos que están de cargo de la potencia detenedora, constituyendo,
nuevamente y tal como es la regla general en el sistema de protección
humanitaria, derechos inalienables e irrenunciables por parte de las
personas beneficiadas por este estatuto.
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Finalmente, debe señalarse que se trata de una exigencia ineludible para
el tratamiento de prisioneros durante los procesos judiciales en que
eventualmente sean sometidos, a la luz de las disposiciones de un nuevo
Código de Justicia Militar, especialmente en aquellos casos en que el ejercicio
de la jurisdicción se dé en caso de conflicto armado.
PRINCIPIO VI
Protección de civiles en tiempo de guerra
Las personas que no participen directamente en las hostilidades,
incluidos los miembros de las Fuerzas Armadas que hayan depuesto las
armas y las personas puestas fuera de combate por enfermedad,
herida, detención o por cualquier otra causa, serán, en todas las
circunstancias, tratadas con humanidad, sin distinción alguna de índole
desfavorable.
En virtud de ello se prohíbe:
a) los atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente
el homicidio en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos crueles,
la tortura y los suplicios;
b) la toma de rehenes;
c) los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos
humillantes y degradantes;
d) las condenas dictadas y las ejecuciones sin previo juicio ante un tribunal
legalmente constituido, con garantías judiciales reconocidas
como indispensables por las exigencias del debido proceso.
Asimismo, las personas protegidas por el Derecho Internacional
Humanitario no podrán, en ninguna circunstancia, renunciar parcial o
totalmente a los derechos que se les otorga, salvo que se trate de
medidas más favorables tomadas a su respecto, por parte de una de las
potencias involucradas en el conflicto armado.
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Tal como los principios anteriores, éste tiene su fundamento en los
convenios de Ginebra de 1949, en este caso, respecto de la protección
de civiles en un conflicto armado. Se trata de derechos inalienables e
irrenunciables, en virtud del contexto dentro del cual se ejercen estos
derechos y requieren de protección. En general, se mantiene una noción
amplia de los sujetos protegidos por estas disposiciones, sin discriminación
en virtud de cualquier consideración de raza, nacionalidad, religión u
opinión política y, en general, cualquier otro criterio que conduzca a
un menoscabo de estos derechos, puesto que no se trata de una lista
exhaustiva.
Este principio se conecta, tal como los anteriores, con una serie de preceptos
nacionales e internacionales, como es el caso de la Constitución Política
de la República (artículo 19 números 1, 3, 4 y 7), el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos (artículos 7, 9, 10 y 14), la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (artículos 5, 7, 8 y 11) y, en general,
la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos
o Degradantes.
Específicamente, asegura un umbral mínimo de protección de los civiles, en
tanto persona humana, procurando velar por su integridad física y psíquica,
su honra y el resguardo de garantías judiciales en el marco de un proceso
penal militar. Este marco general se ve complementado por el estatuto de
protección de civiles en conflictos armados, que se desarrolla en el siguiente
principio. Lo relevante es que determina las bases esenciales de actuación de
los órganos involucrados en el marco de este tipo de conflictos, ya sea por
parte de los uniformados que actúen o dentro del proceso penal militar que
se dé en este tipo de enfrentamientos. De esta forma, incluso para el caso
de la especialidad de la competencia de los tribunales militares, éstos no se
encuentran exentos para satisfacer estándares necesarios en el tratamiento
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
de civiles y en las garantías procesales para su juzgamiento, como se prevé
excepcionalmente.
PRINCIPIO VII
Estatuto de protección de civiles en tiempo de guerra
Las personas protegidas tienen derecho, en todas las circunstancias, a
que su persona, su honor, sus derechos familiares, sus convicciones
y prácticas religiosas, sus hábitos y sus costumbres sean respetados.
Siempre serán tratadas con humanidad y protegidas especialmente
contra cualquier acto de violencia o de intimidación, contra los insultos
y la curiosidad pública.
Hombres y mujeres serán protegidos contra todo atentado a su honor y,
en particular, contra la violación, la prostitución forzada y todo
atentado a su pudor.
Los niños deberán ser protegidos en todo momento. Además, deberán
adoptarse todas las medidas para asegurar que las personas que sean
menores de 15 años no participen directamente de ninguna forma en el
conflicto armado.
Ninguna persona protegida podrá ser utilizada para proteger, mediante
su presencia, ciertos puntos o ciertas regiones contra las operaciones
militares.
No podrá ejercerse coacción alguna de índole física o moral contra las
personas protegidas, en especial para obtener de ellas, o de terceros,
cualquier información.
No se castigará a ninguna persona protegida por infracciones que no
haya cometido.
Están prohibidos los castigos colectivos, así como toda medida de
intimidación o de terrorismo.
Se prohíben las medidas de represalia contra las personas protegidas y
sus bienes.
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Tal como en el caso de los anteriores principios, éste se desprende de
los convenios de Ginebra de 1949, específicamente, el IV Convenio sobre
protección a civiles en tiempo de guerra. Su artículo 4 especifica las personas
sujetas a la protección especial que brinda este estatuto, señalando como
tales en cualquier momento y de la manera que sea, estén, en caso de
conflicto o de ocupación, en poder de una parte en conflicto o de una
potencia ocupante de la cual no sean súbditas. Sin embargo, los súbditos
de un Estado que no sea parte en él. Los súbditos de un Estado neutral que
estén en el territorio de un Estado beligerante y los súbditos de un Estado
cobeligerante no serán considerados como personas protegidas, mientras
que el Estado de que sean súbditos tenga representación diplomática normal
ante el Estado en cuyo poder estén. Esta disposición, por otro lado, debe ser
entendida de manera armónica y sistemática con los demás convenios de
Ginebra sobre la materia.
Al igual que todos los principios del subsistema de Derecho Humanitario,
se trata de derechos inalienables e irrenunciables por parte de los sujetos
beneficiados. Asimismo, sus disposiciones pueden ser concordadas con el
artículo 19 de la Constitución Política de la República, específicamente, en
sus números 1, 3, 4, 6 y 7. En el ámbito internacional, la misma coordinación
puede efectuarse con la Convención Americana sobre Derechos Humanos
(artículos 4, 5, 7, 9, 11, 12, 17 y 19), el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (artículos 6, 7, 9, 10, 15, 17, 18, 23 y 24) y la Convención
de Derechos del Niño (especialmente, artículos 32, 37, 38 y 39), si bien estas
disposiciones están pensadas para un régimen de normalidad.
En general, se busca que incluso en caso de conflicto armado o en tiempo
de guerra –es decir, en tiempos de excepcionalidad o anormalidad- se
mantenga la protección a los civiles de sus derechos más elementales,
procurando resguardar su autonomía, sus derechos familiares, sus garantías
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
procesales mínimas y su integridad física y psíquica. Se trata, por lo tanto, de
excluir de los medios bélicos la disponibilidad de estos derechos y asegurar
en cualquier momento su tutela, especialmente, cuando pudieren verse
amenazados dentro de procesos judiciales militares en crisis de guerra o en
caso de conflicto armado.
PRINCIPIO VIII
Inserción de los tribunales militares en el sistema judicial del
Estado
Los tribunales militares son parte del Poder Judicial y, como tales,
plenamente independientes. Su establecimiento deberá emanar de la
Constitución o la ley y se encuentran bajo la superintendencia
directiva, correccional y económica de la Corte Suprema.
Los órganos judiciales militares son parte integrante de los sistemas de
justicia generales, formando parte del Poder Judicial, entendiendo por tal
el poder del Estado que, respetando el principio de separación de poderes,
asume la facultad de conocer, de resolver los conflictos de relevancia
jurídica, con efecto de cosa juzgada, y de hacer ejecutar los juzgados. Los
tribunales militares, como órganos jurisdiccionales, ejercen una potestad
que es improrrogable y que sólo puede ser conferida por la Constitución o
las leyes. Además, como parte del Poder Judicial chileno, se encuentran bajo
la superintendencia directiva, correccional y económica de la Corte Suprema,
sin distinción alguna, conforme a la reforma constitucional de 2005.
Este principio se encuentra en plena coherencia con la Constitución Política de
la República, especialmente con su artículo 19, números 3, 76 y 77. Además,
puede ser concordado con normas internacionales, como la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (artículo 8) y el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (artículo 14).
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Todo tribunal militar deberá ser establecido por la Constitución o por la
ley, con anterioridad a la perpetración de los hechos que por ley estén
sometidos a su juzgamiento, en conformidad con el principio de legalidad
del tribunal y la exclusión de juzgamiento por comisiones especiales. Esto
rige para todos los tribunales militares sin excepción, tanto en tiempo de
paz, como en situaciones de crisis o en tiempo de guerra. En razón de lo
anterior, los tribunales militares deberán gozar de independencia respecto
de toda otra institución u organismo, ya sea estatal o no, y en particular,
deberán ser independientes respecto de las instituciones militares a cuyos
miembros juzgan.
PRINCIPIO IX
Aplicación de las normas de Derecho Internacional en materia de juicio
imparcial
Los tribunales militares deberán aplicar las normas y procedimientos
reconocidos en el ámbito del Derecho Internacional, especialmente
aquellas que recogen los principios en materia de un juicio previo,
independencia e imparcialidad, cuyo establecimiento se corresponda
con los procedimientos que dictan la Constitución y las leyes.
Los órganos judiciales militares deberán aplicar en sus fallos y resoluciones
las normas reconocidas en el ámbito del Derecho Internacional para la
garantía de un juicio imparcial. Se trata de un principio que se recoge en el
artículo 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el artículo
14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y con normas de
la Constitución Política de la República, tales como el artículo 19, número
3 y el artículo 76. Se trata, desde luego, de un principio que requiere ser
complementado con el resto de las garantías judiciales que se establecen en
este catálogo y que se especifican más abajo.
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
En aplicación de este principio, los tribunales militares deberán ajustarse
en la tramitación y fallos de los asuntos sometidos a su conocimiento, a
un procedimiento previo establecido por la ley que asegure las mínimas
garantías para la sustanciación de un juicio justo e imparcial.
En conformidad con lo que dispone, es deber del Estado propender a
la implementación de un sistema que, tanto en su dimensión orgánica
como en las normas adjetivas aplicables, se encuentre en plena armonía
con los procedimientos establecidos en el Derecho Internacional en
materia de juicio imparcial. La existencia de este tipo de garantías
judiciales eficaces, constituyen un elemento intrínseco del respeto de las
obligaciones internacionales que emanan de los tratados sobre derechos
fundamentales.
PRINCIPIO X
Competencia funcional de los órganos judiciales militares
Los tribunales militares, como jurisdicción especializada, tienen
competencia sobre los delitos militares cometidos por militares.
Excepcionalmente, en tiempo de guerra o en situaciones de crisis,
tendrán competencia para conocer casos calificados en que el delito no
revista carácter militar y afecte sustancialmente los principios de los
cuerpos armados.
Lo anterior, se entiende sin perjuicio de la potestad disciplinaria.
La justicia militar se justifica por la protección de la eficacia de las Fuerzas
Armadas como organismo de combate especializado en la defensa de la
seguridad exterior del Estado. Se trata de una especialidad que se justifica
por la protección de la eficacia operativa y el resguardo de los principios de la
organización militar, en defensa del Estado de Derecho Constitucional. Sólo la
necesidad funcional puede justificar la existencia limitada, pero irreductible de
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
una justicia militar. Se trata, por lo tanto, de un principio que se relaciona con
el derecho a un juez natural y a un tribunal independiente e imparcial, todos
integrantes de la máxima general del debido proceso y que constituyen bases
esenciales ampliamente recogidas en tratados internacionales que versan
sobre derechos fundamentales. Así por ejemplo, la Convención Americana
sobre Derechos Humanos recoge implícitamente estas exigencias en el artículo
8, mientras que lo propio hace el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos en su artículo 14. La Constitución Política de la República recoge
estos principios en su artículo 19, número 3.
La jurisdicción militar tiene un fundamento de su establecimiento en el
resguardo del orden, la disciplina y la jerarquía de las Fuerzas Armadas
y es en virtud de ello que el principio restringe la competencia de estos
tribunales a delitos cometidos en relación con las funciones castrenses
y cuando son cometidos por militares. Sin embargo, se admite una
excepcional y calificada extensión de competencia para otros delitos que
no revisten dicho carácter, en los casos de tiempo de guerra o situaciones
de crisis donde, cumpliéndose exigentes circunstancias, dichos ilícitos son
conocidos por tribunales militares. En estas situaciones, y sólo cuando afecte
sustancialmente los principios constitucionales de los cuerpos armados, se
justifica esta ampliación de competencia.
PRINCIPIO XI
Incompetencia de los tribunales militares para juzgar a los menores de
18 años
Los menores de edad en ningún caso pueden estar sujetos a la
competencia de los tribunales militares.
Los menores de edad pertenecen a la categoría de personas vulnerables,
en conformidad con el Derecho Internacional y no pueden ser imputados
22
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
en una investigación criminal dirigida por órganos militares o juzgados por
un tribunal militar en caso alguno. Con independencia de lo anterior, en
cualquier caso deberán ser juzgados con estricta observancia de las garantías
establecidas en la Convención sobre los Derechos del Niño y las estipuladas
en las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la administración de la
justicia a menores (Reglas Mínimas de Beijing).
En caso de conflicto armado, se estará a lo dispuesto a propósito de los
principios de Derecho Humanitario (principios VI y VII), en completa
conformidad con la Convención sobre Derechos del Niño (especialmente, los
artículos 32, 37, 38 y 39). Sin embargo, en tiempos de paz, los tribunales
militares nunca podrán juzgar a un menor de edad, más aún, cuando existe
una legislación penal especial en la materia. En virtud de lo dispuesto por el
artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el menor
que sea detenido deberá ser conducido prontamente al tribunal ordinario
competente para conocer de su causa.
PRINCIPIO XII
Derecho a juicio previo, oral y público
Toda persona tiene derecho a un juicio previo, oral y público.
Se debe garantizar plenamente, en todos los casos, el derecho a un
juicio justo e imparcial y toda sentencia que emane de un órgano que
ejerce jurisdicción debe fundarse en un proceso previo legalmente
tramitado.
Este principio forma parte del derecho al debido proceso, quizás la garantía
angular dentro de todo enjuiciamiento criminal. Sus fuentes datan de la
Carta Magna inglesa y, contemporáneamente, puede encontrarse en las
siguientes fuentes internacionales: los artículos 10 y 11 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, los artículos 18 y 26 de la Declaración
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Americana de los Derechos del Hombre, el artículo 14 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 8 de la Convención Americana
de Derechos Humanos. Dentro del ordenamiento interno, la garantía del
debido proceso se encuentra recogida en el artículo 19, número 3 de la
Constitución Política de la República. Si bien todas estas fuentes no se
refieren expresamente a un derecho a juicio previo, oral y público, sí lo
hacen a propósito de las exigencias que debe satisfacer un proceso penal
legítimo. Es la técnica que utiliza la Constitución, cuando se refiere a la
necesidad de un juicio previo legalmente tramitado, cuestión que se ve
profundizada por el artículo 1 del Código Procesal Penal que explicita las
condiciones que debe revestir el procedimiento, es decir, que debe ser
previo, oral y público.
El derecho a un juicio previo importa una exigencia respecto de que toda
persona tiene derecho a ser oída y facultar la posibilidad de esgrimir su
defensa frente a las acusaciones que se le formulen. La misma Constitución
exige imperativamente que la sentencia de un órgano que ejerce jurisdicción
se funde en un proceso previo, lo que significa que la sentencia judicial es
el fundamento legítimo para la imposición de una pena concreta y, a través
del proceso, hay una mediatez en la aplicación de la sanción punitiva,
materializando la posibilidad de defensa de las personas frente a los cargos
que se le formulen. Además, y conforme a las obligaciones internacionales,
toda persona acusada de una infracción penal militar, tendrá derecho a ser
juzgada sin dilaciones indebidas y en su presencia.
La exigencia de publicidad se encuentra en íntima conexión con un Estado
Democrático de Derecho y, en especial, con el principio de publicidad que
rige para todos los actos estatales, en virtud del artículo 8 de la Constitución
Política de la República. Permite un control ciudadano sobre la corrección de
las decisiones judiciales y, en consecuencia, procura aumentar la confianza
24
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
pública en la administración de justicia de los Estados, al evitar la posibilidad
que circunstancias externas influyan en el tribunal y, con ello, en la sentencia.
La publicidad de los debates debe ser el principio en esta materia y el secreto
debe ser totalmente excepcional y restrictivo, así como siempre sujeto al
control judicial. La posibilidad de establecer excepciones debe entenderse
en términos calificados y ser interpretadas de manera restrictiva, procurando
siempre, dotar de la mayor eficacia la transparencia del debate en un proceso
penal militar.
Finalmente, y aunque no se encuentra desarrollado explícitamente por las
fuentes del Derecho Internacional, el derecho a un juicio oral se encuentra en
una relación estrecha con el derecho a un juicio público y con los principios
de inmediación, concentración y continuidad del juicio. Permite garantizar
que la decisión del tribunal sea la consecuencia directa del debate público
que la antecedió, donde el órgano jurisdiccional pudo examinar la prueba a
través de sus percepciones directas y de manera continúa y concentrada.
PRINCIPIO XIII
Prohibición de persecución penal múltiple o nom bis in idem
La persona condena, absuelta o sobreseída definitivamente por
sentencia ejecutoriada, no podrá ser sometida a un nuevo
procedimiento penal por el mismo hecho.
La prohibición de persecución penal múltiple se trata de una garantía del
imputado frente al Estado que excluye la posibilidad de ser juzgado o
sancionado por un delito por el cual haya sido condenado o absuelto por
una sentencia firme, de acuerdo con el procedimiento penal establecido por
la ley, cuando exista una identidad de sujetos, hechos y causa y sin perjuicio
de la responsabilidad civil y administrativa que pudiere afectarle. Se trata
de una extensión del principio de proporcionalidad y de la cosa juzgada
25
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
material. A nivel internacional, se encuentra recogido en el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos (artículo 14.7) y la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (artículo 8.4). Bajo este principio, se garantiza la
prohibición de doble enjuiciamiento de una persona por los mismos hechos,
respecto de una condena, no siendo entendido, por ejemplo, para impedir la
revisión de una sentencia firme a favor del imputado o condenado. Se busca,
en consecuencia, limitar la acción de persecución, acusación y condena y no
restringir las revisiones que puedan favorecer la libertad de las personas.
El principio de nom bis in idem requiere la concurrencia de tres presupuestos:
que en los procesos en cuestión exista una identidad de personas, identidad
de objeto e identidad de motivo de persecución penal o, en otros términos,
identidad de la pretensión punitiva estatal. La identidad de persona exige
una identidad física entre los imputados de ambos procesos penales; la
identidad de objeto dice relación con la identidad del hecho imputado,
prescindiéndose de la valoración o calificación jurídica que se haga de los
mismos; la identidad de causa o fundamento, finalmente, se refiere a la
pretensión punitiva del Estado.
Esta triple identidad se da, por ejemplo, si un tribunal militar quisiere incoar
un procedimiento contra una persona que ya fue objeto de otro procedimiento
ante un tribunal ordinario, puesto que el nom bis in idem no exige identidad
en la clase de los tribunales que conocen del proceso.
PRINCIPIO XIV
Presunción de inocencia
Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se establezca su culpabilidad conforme a la ley y
en un juicio público en que se hayan asegurado todas las garantías
necesarias para su defensa.
26
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
La presunción de inocencia se constituye como uno de los pilares fundamentales
del Estado de Derecho. En virtud de ésta, se presume que los ciudadanos no son
autores de conductas tipificadas como delito en tanto no se haya establecido
su responsabilidad penal mediante sentencia firme. De tal forma, la prueba
de su participación y de la concurrencia de los elementos del tipo delictivo
son de cargo de la parte que actúa como acusadora en el correspondiente
proceso penal. Se trata de un principio elemental, contenido en el artículo 11.1
de la Declaración Universal de Derechos Humanos y en los artículos 8.2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.2 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos. A nivel interno, el artículo 4 del Código de
Procedimiento Penal la considera entre sus principios básicos, lo que también
realiza el artículo 7 del Reglamento de Establecimientos Penitenciarios (Decreto
N° 518) respecto de los internos detenidos y sujetos a prisión preventiva.
Esta garantía se desarrolla en distintos ámbitos. La primera de ella se refiere
a la imputación de un hecho delictivo a un sujeto que aún no ha sido juzgado,
de manera que no se suponga a priori su culpabilidad. La segunda, a la forma
en que se determina la participación en un hecho ilícito, puntualmente, en lo
que dice relación con la carga de la prueba. Por último, se refiere al trato que
se debe dar a quienes están siendo imputados por un delito, particularmente
a quienes se encuentran en prisión preventiva, respecto de los cuales, las
reglas mínimas para el tatamiento de lo reclusos contiene una serie de
normas acerca del trato preferencial de aquellos privados de libertad que no
han sido condenados.
PRINCIPIO XV
Derecho de Defensa Jurídica
Todo imputado tiene la facultad de intervenir en el proceso penal
militar que se dirige en su contra a objeto de evidenciar la falta de
fundamento de la pretensión punitiva u otra circunstancia que la
excluya o atenúe.
27
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Este derecho busca hacer efectiva la protección de los derechos subjetivos,
ya sea que se realice por el titular de estos derechos o por su abogado. Por
lo tanto comprende la llamada defensa material entendida como el ejercicio
de los derechos conferidos por el ordenamiento jurídico durante el curso del
procedimiento y dimensión técnica, entendido como el derecho a ser asistido
por un abogado desde la primera actuación en el proceso. Este principio se
encuentra contenido en los siguientes instrumentos internacionales: artículo
11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el artículo 14.3 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 8.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Respecto de las normas internas, comparte
su fuente constitucional del artículo 19, número 3 y su fuente legal del artículo
8 del Código Procesal Penal.
Este principio comprende una serie de derechos y obligaciones, como derecho
a ser informado sin demora, en idioma que comprenda y en forma detallada
de la naturaleza y de las causas de la acusación formulada en su contra; la
posibilidad de disponer del tiempo y de los medios adecuados para la
preparación de su defensa y a comunicarse con un defensor de su elección,
además de estar facultado para hallarse presente en el proceso y a defenderse
personalmente o a ser asistido por un defensor de su elección y, por otra parte,
a ser informado, si no tuviera defensor, del derecho que le asiste a tenerlo.
Debe señalarse que toda persona tiene derecho a que se le nombre un defensor
de oficio, gratuitamente, si careciera de medios suficiente para pagarlo.
En otro ámbito, el derecho de defensa jurídica involucra la facultad
de interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a obtener la
comparecencia de los testigos de descargo y que éstos sean interrogados en
las mismas condiciones que los testigos de cargo y, en general, el derecho
a probar los hechos que invoca, valorar la prueba producida y exponer
las razones de hecho y derecho para obtener una sentencia favorable,
28
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
facilitándose en todo momento la asistencia gratuita de un intérprete si no
comprende o no habla el idioma empleado por el tribunal.
PRINCIPIO XVI
Derecho a guardar silencio
Entre las garantías del imputado frente a un proceso penal militar se
encuentra su derecho a guardar silencio, y de este modo, se impide su
utilización como fuente de información. Lo que implica que no puede
ser obligado a declarar contra sí mismo ni declararse culpable.
Dentro del derecho a la defensa se encuentra este principio, el que a
su vez guarda relación con el derecho a no autoincriminarse, lo que se
opone al sistema inquisitivo que colocaba al imputado como medio de
prueba, por cuanto actualmente se concibe la declaración del imputado
como un medio de defensa. El derecho a guardar silencio, bajo la
fórmula del derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a
declararse culpable se encuentra recogido en los artículos 8.2 letra g)
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.3 letra g) del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. En nuestro derecho
se consagra en el artículo 19 número 7 letra f), en tanto que el Código
Procesal Penal lo contempla como uno de los derechos del imputado en el
artículo 93 letra g).
Se trata de un derecho de carácter renunciable; sin embargo, en el caso
que el imputado decida prestar declaración, se deben resguardar otra
serie de garantías: tal decisión debe ser realizada de manera libre, sin que
se le someta a ninguna clase de coacción, amenaza o promesa ilegítima
para su otorgamiento; el imputado debe adoptar esta decisión una vez
que sea informado de sus garantías procesales y, finalmente, el desarrollo
de la declaración debe ocurrir en presencia de su defensor.
29
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
PRINCIPIO XVII
Legalidad de las medidas privativas o restrictivas de libertad
Toda persona tiene derecho a la libertad personal y a la seguridad
individual.
No se podrá citar, arrestar, detener, someter a prisión preventiva ni
aplicar cualquiera otra forma de privación o restricción de libertad a
ninguna persona, sino en los casos y formas señalados por la
Constitución y las leyes.
Las disposiciones del Código de Justicia Militar que autorizan la
restricción de la libertad o de otros derechos del imputado o del
ejercicio de alguna de sus facultades, serán interpretadas
restrictivamente y no se podrán aplicar por analogía.
La legalidad de las medidas privativas o restrictivas de libertad constituye
una garantía del derecho a la libertad personal. La dimensión de garantía
viene constituida por el establecimiento de una reserva legal y constitucional
a efectos de la aplicación de cualquier restricción o privación de la libertad
de una persona. En definitiva, estas medidas deberán estar restringidas a los
casos y la forma que determine la Constitución y la ley dictada conforme a
ella. Se trata, por tanto, de una extensión de la tutela a la libertad personal
que realiza la reserva de ley y, por tanto, un principio fuertemente extendido
en fuentes nacionales e internacionales. En el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos se recoge en los artículos 9 y 12 mientras que en
la Convención Americana sobre Derechos Humanos se expresa en su artículo
7. Además, nuestra Constitución Política de la República lo eleva a un rango
constitucional, al ser establecido como derecho fundamental en el artículo
19, número 7, en sus letras b) y c).
El principio agrega, además, una regla hermenéutica que, por un lado, impone
una interpretación acotada de las disposiciones normativas que autorizan la
30
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
restricción de libertad o de otros derechos del imputado y que, por otro,
proscriben la aplicación analógica de esas disposiciones, reforzando el
carácter estricto que la reserva de ley tiene sobre estas materias.
Finalmente, las dos ideas matrices contenidas en el principio vienen a
confirmar el carácter excepcional que tienen las restricciones a la libertad
personal o las restricciones, en general, de cualquier otro derecho
fundamental de quienes se ven sujetos a una persecución penal.
PRINCIPIO XVIII
Principio in dubio pro reo
Todo tribunal que no arribe al convencimiento de la culpabilidad del
sujeto más allá de toda duda razonable, tendrá la obligación de
absolver.
Esta máxima latina se traduce como “la duda favorece al reo”. Conforme
a este principio, cuando de la prueba obtenida en el juicio el sentenciador
no adquiere una alta certeza que el imputado o acusado ha incurrido en un
hecho punible, éste debe ser absuelto. Se trata de un principio que opera
como norma de interpretación de la prueba rendida y en caso de que ella
dejare duda en el ánimo del juzgador sobre la culpabilidad del imputado o
acusado, deberá estarse a aquella consideración que sea más favorable al
afectado. Se trata de un principio que, si bien no se identifica, se implica a
partir de la presunción de inocencia y por lo tanto, se encuentra en diversas
disposiciones internacionales como en el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (artículo 14) y la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (artículo 8).
Este principio de carácter interpretativo también ha sido concebido como
la faz procesal del principio de legalidad estricta del Derecho Penal. De tal
31
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
manera que, mientras que en el ámbito procesal será necesario probar el
hecho punible y la participación culpable –debiendo absolverse en caso
de duda-, en el ámbito sustantivo, debe optarse por la interpretación más
restrictiva en materia de punibilidad.
PRINCIPIO XIX
Garantía de habeas corpus
Toda persona que sufre privación, perturbación o amenaza de su
libertad, por resoluciones de los tribunales militares o por actos u
omisiones arbitrarios o ilegales, referidos a hechos y personas que se
encuentren en el ámbito militar, tiene derecho a recurrir ante el
tribunal superior que determine la ley, que sea competente,
independiente e imparcial, a fin de que éste resuelva sin demora,
sobre la legalidad de la privación, perturbación o amenaza de la libertad,
o la haga cesar, en su caso, ordenando su puesta en libertad.
Las resoluciones que se dicten por el tribunal militar superior serán
recurribles ante la Corte Suprema de Justicia.
El recurso de amparo o habeas corpus es una de las principales garantías para
tutelar y proteger la libertad personal y la seguridad individual. Se trata, pues,
de un principio que tiene amplio reconocimiento en el ámbito internacional,
y que responde a la lógica del derecho al recurso o, en otros términos, se
trata de una garantía judicial efectiva para hacer frente a privaciones de
libertad ilegales o arbitrarias. Dentro de sus fuentes internacionales se
encuentran los artículos 7, números 6 y 8; ambos de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y los artículos 9 y 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos. A nivel interno, el derecho a la libertad personal
se encuentra expresado en la Constitución Política de la República en su
artículo 19, número 7 y su garantía, el recurso de amparo, se recoge en el
artículo 21.
32
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Se trata de un derecho que no tolera excepción, ya que, incluso en tiempo
de guerra o en caso de conflicto armado, se aplican las garantías del
Derecho Humanitario –en este caso, el IV Convenio de Ginebra- permitiendo
siempre ejercer el recurso de habeas corpus. Se trata de una obligación
generalizada para garantizar un recurso efectivo ante un tribunal superior
competente que determine la ley. El amparo o habeas corpus es un derecho
de la persona privada de libertad de ser llevada ante el juez, con el objeto
de que analice la privación, perturbación o amenaza de su libertad que esté
sufriendo, a fin de establecer su eventual ilegalidad y dar pronto remedio
a esta situación.
PRINCIPIO XX
Independencia de los tribunales militares
Todo tribunal militar deberá ser independiente e imparcial. La ley
deberá proveer los medios para resguardar esta independencia, así
como proveer a las partes los derechos y recursos en caso que la
independencia o imparcialidad pudiere verse afectada.
El derecho a ser juzgado por un tribunal independiente e imparcial en
todas las fases de un proceso penal es un derecho fundamental de amplio
reconocimiento. A nivel internacional se encuentra recogido en la Declaración
Universal de Derechos Humanos (artículo 10), el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (artículo 14) y la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, entre otros instrumentos internacionales. A nivel interno,
la Constitución Política de la República contempla la independencia funcional
o institucional de los tribunales de justicia en su artículo 76, en cuanto
reserva exclusivamente la facultad de ejercer la jurisdicción, excluyendo –en
virtud del principio de separación de poderes– la intervención de los otros
poderes del Estado.
33
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
El principio de independencia de los tribunales tiene, además de la faz
institucional, una dimensión personal que no dice relación con otros poderes
del Estado, sino que hace referencia a la persona que ejerce la función judicial.
En ese sentido, el derecho a un juez independiente se traduce en la libertad
que el juez debe tener para llevar a cabo el cumplimiento de sus funciones
frente a presiones o imposiciones que alteren la sustanciación y fallo de
una causa conforme a Derecho. Esta independencia tiene dos aspectos, uno
interno y otro externo. Independencia interna importa que el juez no dependa
de ninguna autoridad al interior de la estructura judicial, salvo en el control
de sus resoluciones por las causales que establezca la ley. El aspecto externo
dice relación con la no dependencia del juez respecto de otra autoridad del
Estado. De esta forma se logran las circunstancias objetivas de imparcialidad,
en virtud de las cuales el diseño de la institucionalidad –tanto interna de los
tribunales, como fuera de ellos– permite al juez fallar conforme a Derecho
y sin presiones indebidas. Este tipo de circunstancias se ligan, además, con
las subjetivas, en virtud de las cuales el juez no puede estar relacionado o
vinculado con las partes o intervinientes del conflicto, así como no puede
estar comprometido con ninguna de las tesis que se presenten durante la
tramitación del proceso.
Al respecto, los principios básicos relativos a la independencia de la
judicatura establecen que los jueces deben resolver los asuntos que
conozcan con imparcialidad, basándose en los hechos y en consonancia
con el derecho, sin restricción alguna y sin influencias, alicientes,
presiones, amenazas o intromisiones indebidas, sean directas o
indirectas, de cualquier sector o por cualquier motivo. Además, agregan,
este principio se conecta con el derecho al juez natural y la prohibición
de ser juzgado por comisiones especiales que sustituyen el ejercicio de
la jurisdicción entregada por la Constitución Política y las leyes a los
tribunales de justicia.
34
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Una de las principales garantías de independencia de los jueces es la
inamovilidad de los mismos, permitiendo que éstos no sean removidos de
sus cargos no obstante las decisiones que tomen basadas en razonamientos
jurídicos. Otra vía de asegurar la independencia constituye el establecimiento
de un régimen severo de implicancias y recusaciones, procurando que el juez
no se encuentre comprometido con ninguno de los actores de un proceso
penal. En el ámbito militar, además, debe ser particularmente resguardado el
ámbito interno–objetivo, evitando toda subordinación directa o indirecta del
juez, en cuanto a la organización y el funcionamiento de la propia justicia, o
en cuanto al desarrollo de la carrera de juez militar, cuando éste se sujeta a
la cadena de mando.
PRINCIPIO XXI
Reserva legal
Nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el
momento de cometerse no fueran delito por el derecho aplicable.
Toda pena deberá estar siempre establecida por la ley.
El principio de reserva legal es uno de los más importantes en materia penal.
Se relaciona directamente con la legitimidad democrática para limitar y regular
los derechos de las personas, así como para dar garantías de publicidad y
transparencia en el establecimiento de figuras penales que privan de derechos
fundamentales a través de sus sanciones. Su formulación latina obedece a la
conocida expresión de nullum crimen, nulla poena sine lege praevia, stricta,
scripta. La ley debe establecer tanto las conductas que son merecedoras de
reproche penal, a través de los delitos, como la sanción que se establezca.
Asimismo, el término “pena” debe entenderse en un sentido amplio, de
manera tal que integre las medidas de seguridad y corrección. En general,
y con respecto de sus fuentes, se trata de una disposición universalmente
aceptada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (en su artículo
35
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
11) y que se encuentra recepcionada en diversos tratados internacionales,
como el artículo 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
y el artículo 9 de la Convención Americana de Derechos Humanos. A nivel
interno, la Constitución Política de la República se encarga de detallarlo en
su artículo 19 número 3 y su regulación legal se recoge en los artículos 1 y
18 del Código Penal.
El principio de reserva legal comporta tres dimensiones: la ley previa,
estricta en su tipificación y ser ley en el sentido jurídico formal. La legalidad
de los delitos fundamenta la legitimidad de su imposición, ya que a través
de los representantes elegidos por el pueblo se acuerdan las infracciones
que vulneran gravemente bienes jurídicos relevantes para la sociedad. Por
legalidad, en consecuencia, se entiende un concepto técnico formal, como
aquella norma que emanan del Parlamento cumpliendo el procedimiento
establecido por la Constitución. Se trata, por tanto, de un principio
ampliamente consensuado en la dogmática penal y busca ser una forma de
garantía frente a la aplicación de sanciones, ya que si el legislador no ha
previsto una pena para una conducta determinada, no es legítimo que un
tribunal la imponga.
Además de lo anterior, debe hacerse notar ciertos problemas que ha
presentado este principio en el ámbito militar, en lo que respecta a las leyes
penales en blanco. El principio de reserva, en su vertiente de taxatividad
o tipicidad, exige que la conducta se detalle explícitamente y de manera
completa en la ley, no dejando posibilidad que la conducta punible o la
pena pueda estar regulada en una norma de inferior jerarquía. Por lo tanto,
debe propenderse a excluir la admisibilidad de las leyes penales en blanco
para satisfacer el exigente estándar del principio de legalidad. Su inclusión,
afecta el fundamento democrático de legitimidad que tiene la imposición
de sanciones por parte del Estado y la debida garantía de publicidad y
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
advertencia que requieren los ciudadanos para ajustar su comportamiento
a las expectativas normativas punitivas positivadas en un ordenamiento
jurídico dado. Un nuevo Código de Justicia Militar debe buscar fortalecer una
estricta tipificación de la conducta que se castiga en cada caso, procurando
alcanzar el mayor grado de detalle y excluyendo fórmulas amplias, vagas o
indeterminadas.
PRINCIPIO XXII
Irretroactividad de la ley penal militar
Ningún delito se castigará con otra pena que la que señale una ley
promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que la nueva
ley favorezca al afectado.
La irretroactividad de la ley penal es una derivación del principio de legalidad
y la manifestación de una regla general del Derecho: toda ley debe regir
para conductas que acontezcan con posterioridad a la promulgación de ésta,
cuando se establezca un tipo penal. En consecuencia, la retroactividad de las
leyes penales, es decir, que se apliquen a conductas realizadas con anterioridad
de la entrada en vigencia de la ley en cuestión, es, en principio, proscrita.
Esta disposición, en materia de fuentes internacionales, se encuentra en las
mismas disposiciones que el principio anterior: artículo 11 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, el artículo 15 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y el artículo 9 de la Convención Americana de
Derechos Humanos. Respecto de las normas internas, comparte su fuente
constitucional del artículo 19 número 3 y su fuente legal del artículo 18 del
Código Penal.
Si bien la irretroactividad es la regla general, se establece como excepción
la posibilidad de aplicar retroactivamente disposiciones que sean más
favorables al afectado. Se trata de la retroactividad posterior favorable que
37
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
rige en materia penal, en virtud del principio de humanidad de las penas.
Conforme a éste, si el legislador ha concebido un cambio de criterio en
la aplicación de sanciones a conductas que, con anterioridad, recibían un
trato más severo, parece razonable que las personas que en el pasado
cometieron las mismas conductas se vean beneficiadas por este cambio
del criterio del legislador. En estos casos, el juez está obligado a aplicar la
disposición posterior con efecto retroactivo, si favorece al afectado. Esta
excepcionalidad en materia de retroactividad, también alcanza a quienes se
encuentran cumpliendo penas impuestas por sentencia firme y ejecutoriada
y no solamente a aquellos sujetos a un proceso penal en curso.
PRINCIPIO XXIII
Prohibición de analogía in malam partem
En ningún caso un tribunal militar podrá proceder a integrar una norma
que complete un delito, una situación calificante de un delito o una
circunstancia agravante de responsabilidad penal que pueda perjudicar
al afectado.
La prohibición de analogía, en materia penal, se deriva del principio de
reserva legal que rige esta materia. Conforme a éste, sólo el legislador
puede tipificar delitos e imponer penas a determinadas conductas, por lo
que estaría vedado al sentenciador integrar normas para colmar lagunas
jurídico penales. La analogía es un mecanismo de integración jurídica
y consiste en un proceso de completar vacíos o lagunas dentro del
ordenamiento. Para esto se aplica a una hipótesis no regulada, la solución
que presenta una norma aplicable a otro supuesto que presenta similitudes
sustanciales en cuanto a los fines normativos perseguidos. La proscripción
de analogía es una garantía formal en cuanto a que si se le prohíbe a un
juez recurrir a cualquier clase de normas que no estén contenidas en una
ley formal, con mayor razón ha de vedársele la creación de ellas mediante
38
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
un razonamiento analógico, siguiendo una interpretación a fortiori en
este punto.
Como puede desprenderse de lo anteriormente expuesto se trata de un
principio que emana de la reserva legal en materia penal y comparte, de
manera implícita, las fuentes que hemos señalado anteriormente, tanto
internas como internacionales.
La prohibición de analogía derivada del principio de legalidad debe entenderse
a aquella que se denomina in malam partem, es decir, en cuanto perjudica al
afectado. Por otra parte, la analogía in bonam partem, esto es, aquella que
favorece al afectado se encuentra permitida porque no se opone a limitar el
poder punitivo del Estado, favoreciendo así las libertades fundamentales de
los ciudadanos, al igual que el caso de la retroactividad de una ley posterior
favorable. La Constitución, al consagrar los derechos fundamentales, busca
limitar el ius puniendi estatal, por lo que la integración de normas favorables
al afectado a través del método analógico estaría conforme con el orden
constitucional.
PRINCIPIO XXIV
Lesividad del Derecho Penal Militar
El Derecho Penal Militar se estructura conforme al principio de ultima
ratio y, en conformidad con éste, sólo se tipifican conductas que la
sociedad estime de mayor gravedad atendida la ofensividad de la
misma, y se aplican sanciones únicamente cuando el caso no pueda ser
resuelto por otra vía menos lesiva de los derechos de las personas.
Las medidas disciplinarias tendrán siempre preferencia frente al
ejercicio del ius puniendi militar.
39
Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
El Derecho Penal, según esta garantía material, sólo es legítimo mientras
sus actuaciones descansen en la protección de bienes jurídicos. En su
expresión latina se le conoce como nulla poena sine injuria. Si bien se
trata de un principio que carece de reconocimiento positivo, diversas
disposiciones en el orden interno o de carácter internacional, permiten
extraer su contenido. Así, el principio se fundamenta en que el ejercicio
de la soberanía estatal reconoce como limitación el respeto a los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana, conforme a lo previsto
en el artículo 5 de la Constitución Política de la República. Esto explica
la idea de dar una mayor protección y vigencia a las libertades de las
personas, procurando restringir al máximo el empleo del Derecho Penal
a sólo aquellos aspectos donde su acción es estrictamente necesaria. La
conexión, por tanto, con el principio de proporcionalidad es ineludible,
como a continuación se expresa.
A nivel internacional, la Convención Americana sobre Derechos Humanos
prescribe, en su artículo 1, el compromiso de los Estados partes de la
convención en orden a respetar los derechos y libertades reconocidos en
ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta
a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color,
sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición
social, entendiendo que persona es todo ser humano. En relación con lo
anterior, en lo que respecta al libre ejercicio de los derechos fundamentales,
tanto la Convención Americana sobre Derechos Humanos, como el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos establecen la prohibición de
restricciones o menoscabos de los derechos fundamentales reconocidos o
vigentes en un Estado parte en virtud de leyes, convenciones, reglamentos
o costumbres, so pretexto de que dichos instrumentos no los reconozcan o
lo hagan en menor grado.
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Este principio, por otra parte, establece una prelación de órdenes
sancionatorios, en el evento de la ocurrencia de una conducta ilícita. Según
la lesividad que exige el Derecho, sólo aquellos casos más graves pueden ser
sancionados con una pena, mientras que la generalidad de los casos pueden
ser resueltos a través de medidas disciplinarias en sede administrativa. Por
lo tanto, un Código de Justicia Militar debe, necesariamente, estructurarse de
manera tal de tipificar, exclusivamente en sede penal, aquellas conductas que
vulneran gravemente los principios constitucionales de los cuerpos armados.
Otras materias de inferior magnitud deberían radicarse en los reglamentos de
disciplina de cada institución los que, sin embargo, no pueden estar ajenos
al resto de las principios jurídico penales y deben respetar las garantías que
establece el Derecho administrativo sancionatorio.
PRINCIPIO XXV
Proporcionalidad de la pena
Los delitos militares deberán asignar una pena que sea proporcional al
bien jurídico protegido.
En consecuencia, no se castigará con penas privativas de libertad
aquellas conductas que puedan ser reprimidas debidamente mediante
la suspensión o privación de otros derechos.
Conforme a este principio, la pena debe ser proporcionada tanto a la
gravedad del hecho como a la culpabilidad del sujeto. También se ha
entendido como la prohibición de exceso en el establecimiento de penas.
En un Derecho Penal legítimo no se permite que delitos que atentan contra
bienes jurídicos de mayor entidad tengan penas más bajas que las de
delitos que atentan contra bienes jurídicos de inferior entidad. Si bien
este principio no tiene reconocimiento constitucional expreso en nuestro
ordenamiento nacional, tiene un fundamento que ha recaído en la dignidad
y la libertad de la persona humana (artículo 1), así como en el principio de
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
servicialidad del Estado y en la igualdad ante la ley (artículos 1 y 19, número
2), lo que obliga hacer imperar la prohibición de excesos, haciendo que la
pena reconozca ciertos límites. Otros elementos constitucionales permiten
extraer el principio, como las consideraciones generales de los principios
de Estado de Derecho, conjuntamente con la interdicción de arbitrariedad
de los poderes públicos; la garantía de respeto del contenido esencial
mínimo de los derechos fundamentales (artículo 19, número 26); la lógica
de los estados de excepción constitucional, establecidos para situaciones
que afecten gravemente el normal desenvolvimiento de las instituciones
del Estado (artículo 39) y, finalmente, respecto del marco de la prisión
preventiva, donde establece la necesidad de cumplir con determinados
fines, demostrando su carácter instrumental dentro del proceso penal
(artículo 19, número 7).
En el ámbito internacional, diversas disposiciones dan cuenta implícita del
contenido material del principio, como la prohibición de tortura, penas
inhumanas, degradantes o de tratos crueles, inhumanos o degradantes; la
restricción a los experimentos médicos sin consentimiento del paciente; la
protección del derecho a la vida; las limitaciones impuestas a los Estados
que han abolido la pena de muerte para reactivarla; las libertades de
pensamiento y expresión; las restricciones a la autorización de trabajos
forzados como pena accesoria; la segregación que debe existir entre
procesados y condenados en recintos penales; las finalidades de reforma y
readaptación social en regímenes penitenciarios y la prohibición de prisión
por deudas o por obligaciones contractuales (Convención Americana sobre
Derechos Humanos, artículos 6, 7 y 13 y Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, artículos 6, 7, 8, 10 y 11, respectivamente).
Se trata, por otra parte, de un principio que tiene amplio reconocimiento
internacional en la limitación de derechos fundamentales, tanto en el
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
concepto del Tribunal Europeo de Derechos Humanos como en la Corte
Interamericana, respecto de medidas limitativas de derechos fundamentales
que deben ser estrictamente necesarias en el marco de un estado
democrático de Derecho. En general, se sostiene que una norma que limite
derechos fundamentales, como es el caso de toda ley punitiva, requiere
ser proporcionada al fin que persigue, satisfaciendo íntegramente sus tres
dimensiones de idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido estricto.
La idoneidad se refiere a que la medida punitiva debe ajustarse previamente
a un fin determinado y ser adecuada para cumplirlo. La necesidad de la
medida importa la adopción de otras medidas menos gravosas para los
bienes jurídicos en juego. La proporcionalidad en sentido estricto, en último
término, exige que se ponderen los bienes en pugna procurando maximizar
la eficacia y protección de los mismos.
El principio de proporcionalidad en materia penal militar pretende dar
vigencia a la idea de ultima ratio del Derecho Penal general, castigando
determinadas parcelas de ilicitud del ordenamiento jurídico, con una pena
estrictamente necesaria para la protección de los principios constitucionales
de la organización militar. Además, se conecta directamente con la presunción
de inocencia, excluyendo, por ejemplo, la aplicación de la prisión preventiva,
en el curso de un proceso penal, cuando la pena a imponerse efectivamente,
sea privativa de otros derechos distintos de la privación de libertad o, por
otro lado, pudiere corresponderle al afectado un beneficio penitenciario,
como alternativa a la pena privativa de libertad.
El principio en cuestión, por lo tanto, tiene dos dimensiones, una abstracta y
otra concreta. La primera se refiere al establecimiento de tipos penales con sus
respectivas penas, donde se distingue según el bien jurídico, las formas de
comisión del delito, el dolo o la negligencia del agente y la magnitud del daño.
En el aspecto concreto, plantea respecto del derecho sustantivo, la exigencia de
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
aplicación proporcionada de penas para cumplir con el mandato de igualdad
en la ley y, además, en términos adjetivos, su consideración en el empleo y
aplicación de medidas cautelares.
PRINCIPIO XXVI
Principio de culpabilidad
Ninguna persona podrá ser sometida a una pena sino en virtud de una
sentencia que acredite su culpabilidad en el hecho.
No hay pena sin dolo o negligencia, debidamente acreditada en el
marco del proceso penal. Se prohíbe toda forma de responsabilidad objetiva
en materia penal militar.
La ley no podrá presumir de derecho la responsabilidad penal ni alguno
de los presupuestos de la misma.
Cuando la pena venga determinada por la producción de un resultado
posterior más gravoso, sólo se responderá de éste si se hubiere
causado, al menos, por negligencia.
Este es el principio material más importante del Derecho Penal y se ha
formulado en la expresión latina de nulla poena sine culpa. Consiste en
que, básicamente, para que un hecho pueda ser castigado penalmente es
necesario que éste sea considerado como la obra de una persona determinada,
como la expresión de la subjetividad de una persona y, por lo tanto, no basta
con la constatación de un hecho dañoso objetivo. En nuestro ordenamiento
jurídico, la Corte Suprema le ha dado anclaje constitucional, respecto del
artículo 19 número 3, a propósito de la prohibición de presumir de derecho
la responsabilidad penal.
Este principio explicita la necesidad de acreditar, en el marco de un proceso
penal, los presupuestos de imputación y el nexo subjetivo del agente con
respecto de la verificación de una conducta activa u omisiva.
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
Esta garantía material, además, cumple un rol importante en materia de
hermenéutica jurídica, en los casos que una norma ambigua puede aparecer,
a primera vista, como un caso de responsabilidad objetiva. En este tipo de
situaciones, cuando la vulneración no es inequívoca y puede interpretarse de
otra forma, esta labor de hermenéutica debe hacerse de modo que se encuadre
con lo preceptuado bajo el principio de culpabilidad. En consecuencia, y
específicamente para el caso de delitos calificados por el resultado, si el
resultado exigido por la norma determina la imposición de una pena mayor,
entonces debe entenderse, al menos en sede interpretativa, que para la
producción de dicho resultado se exige culpa de parte del agente.
PRINCIPIO XXVII
Régimen de las prisiones militares
En la prisión militar, los militares detenidos y aquellos sujetos a
prisión preventiva serán segregados de los militares que se encuentren
cumpliendo condenas. La calidad de militar se considerará al momento
de la comisión del delito que se le imputa.
El sistema penitenciario militar tendrá por objeto la reforma y
readaptación social del militar condenado.
El régimen de prisiones militares deberá cumplir lo dispuesto en las normas
internacionales, en particular, las Reglas Mínimas para el Tratamiento de
los Reclusos; los Principios Básicos para el Tratamiento de los Reclusos y el
Conjunto de Principios para la Protección de todas las Personas sometidas
a cualquier forma de Detención o Prisión, al igual que ser accesibles a los
mecanismos de inspección nacionales e internacionales, prohibiéndose en
éstas todo trato que atente contra la dignidad humana.
Este principio busca consolidar una institucionalidad para las prisiones
militares en las que la privación de libertad de las personas cumpla
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Principios Formativos para el Nuevo Código de Justicia Militar
con los estándares mínimos de cuidado y mantención que se aseguran
para el sistema penitenciario común u ordinario. De esta forma se ve
complementado con otros principios ya enunciados, como la prohibición de
tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes, la prohibición de efectuar
experimentos médicos y, en general, de todo trato que atente contra la
dignidad humana, respecto de los sujetos sometidos a prisión preventiva
o aquellos que se encuentran bajo el cumplimiento de una pena privativa
de libertad. Esta dimensión del principio se encuentra en íntima conexión
con normas internacionales, como la Convención contra la Tortura y Otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de 1984 y la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. Además, puede ser
concordado con disposiciones generales de derechos humanos, tales como
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en sus artículos 7, 9 y
10, y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en sus artículos
5, 6, 7 y 8. A nivel interno, por otro lado, este principio se conecta con las
disposiciones recogidas en el artículo 19, números 3 y 7 de la Constitución
Política de la República.
En general, debe entenderse la privación de libertad en un sentido amplio,
esto es, como cualquier forma de detención o encarcelamiento o incluso
de custodia de una persona, ya sea por orden de una autoridad judicial,
autorizada legalmente para ello, o por concepto de flagrancia.
Finalmente, se expresa la finalidad del régimen penitenciario en torno a
procurar la readaptación social del condenado por un militar, conforme a
lo dispuesto en el artículo 5 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y el artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos.
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