Compromiso neurológico en la lepra Luis Arturo Gamboa* Mónica Paredes* * Centro Dermatológico Federico Lleras Acosta ESE. RESUMEN La lepra, enfermedad producida por Mycobacterium leprae, es una de las causas más frecuentes y más antiguas de afección neural periférica. Posee un espectro clínico en piel y en nervio que va desde las formas paucibacilares (tuberculoide) hasta las formas multibacilares (lepromatosa) pasando por una forma intermedia (dimorfa). El diagnóstico se realiza por la historia y la presentación clínica del paciente, sumado a las baciloscopias y hallazgos de biopsias de piel. La biopsia de nervio periférico es un método diagnóstico de alta morbilidad que se utiliza sólo en casos muy seleccionados. La detección precoz del compromiso neurológico en la enfermedad de Hansen sumado a una adecuada terapia farmacológica e interdisciplinaria para el manejo de sus discapacidades hace la diferencia en el pronóstico y calidad de vida de los pacientes afectados. Palabras clave: lepra, Mycobacterium leprae, nervio periférico ABSTRACT Leprosy is caused by Mycobacterium leprae. It is one of the most frequent causes of peripheral nerve damage since ancient times. The disease is manifested in a spectrum in skin and peripheral nerve with two polar forms, tuberculoid and lepromatous leprosy, and a intermediate form, borderline leprosy. The diagnosis is made based on the clinical history, the skin smear and the skin biopsy. The peripheral nerve biopsy is a high morbidity procedure reserved for special cases. Early diagnosis, appropriate therapy and multidisciplinary management, prevent disability and improve prognosis and quality of life of these patients with Hansen’s disease. GENERALIDADES La lepra es una enfermedad causada por Mycobacterium leprae, bacilo Gram positivo, inmóvil, ácido alcohol resistente[4] y parásito intracelular obligado, que habita principalmente en las células de Schwann y en los macrófagos en donde se acumula en grupos conocidos como globias[1]. Esta es la única especie de micobacteria que infecta los nervios periféricos y, específicamente, las células de Schwann. La temperatura ideal para el crecimiento del bacilo está por debajo de los 37°C y ésta es una de las razones, aunque no la única, que explica la predilección de M. leprae por la piel, la mucosa nasal y los nervios periféricos[1,2]. A pesar de los extraordinarios avances de la ciencia, la lepra ha logrado sobrevivir hasta la modernidad y continúa siendo un problema de salud pública y tópico de intensa investigación. El Boletín Epidemiológico Semanal de la OMS del 4 de enero de 2002 reportó que, para fines del 2000, se registraron 719.330 nuevos casos a nivel mundial durante ese año, es decir, una incidencia de 11,9 por 100.000 habitantes y 597.232 casos registrados para tratamiento al final del mismo período[3]. La enfermedad tiene un gran espectro de manifestaciones clínicas desde la forma tuberculoide, con una carga baja de bacilos, hasta la forma lepromatosa, que es multibacilar. En cualquiera de los casos puede llevar a deformidades físicas irreversibles y daño extenso de los nervios periféricos. Aparte de su compromiso físico, la naturaleza y el curso de la lepra causan una considerable angustia que es exacerbada por el estigma social que la acompaña. La investigación bacteriológica de los pacientes con lepra, para su diagnóstico, clasificación clínica y monitorización del tratamiento depende de una serie de técnicas muy limitadas hasta ahora, que comprenden extendidos de las secreciones nasales y de muestras de piel. La baciloscopia (extendido de raspados de piel) es la técnica más utilizada para estimar el número de M. leprae en las lesiones del paciente (índice bacilar); estos extendidos se pueden teñir con coloraciones de Ziehl-Nielsen para determinar ácido-alcohol resistencia o con sustancias fluorescentes (naranja de acridina fenólica, fluoresceína diacetato y bromuro de etidio) para su detección[4-6]. La biopsia de las lesiones de piel es muy importante para el diagnóstico y clasificación adecuados de la enfermedad. La prueba de Mitsuda no es una prueba diagnóstica, sino clasificatoria; puede ser positiva en sujetos sanos que hayan estado en contacto con el bacilo y, por tanto, da una idea del estado de inmunidad celular del paciente frente a la enfermedad[7]. Un sinnúmero de trabajos que usan la técnica de PCR se han implementado en el estudio del ADN de M. leprae utilizando sus antígenos específicos. En general, son secuencias de ADN que codifican antígenos mayores, como las proteínas de 15 kDa, 18 kDa[8], 36 kDa[9] o 65 kDa, o secuencias codificadas no antigénicas, que son específicas y repetitivas, o secuencias del ARN ribosómico[10]. Sin embargo, la sensibilidad de estas pruebas en pacientes paucibacilares no es muy alta y la identificación del bacilo no siempre puede realizarse. En estos casos, el diagnóstico se establece por la sumatoria de las características clínicas e histopatológicas que presente el paciente y por sus antecedentes epidemiológicos. Clasificación cutánea La clasificación de la enfermedad se basa en la presentación clínica y en los hallazgos de laboratorio. La clasificación de Ridley y Jopling sitúa los pacientes dentro de un espectro que comprende un polo anérgico (lepromatoso) y uno hiperérgico (tuberculoide) y las formas intermedias conocidas como dimorfas (dimorfa lepromatosa, dimorfa y dimorfa tuberculoide). Existe una forma clínica conocida como lepra indeterminada que, según esta clasificación, se encuentra por fuera del espectro[11]. En el polo lepromatoso están los pacientes con múltiples lesiones y con gran cantidad de bacilos en ellas debido, al parecer, a una alteración en la inmunidad celular. El infiltrado celular consta de macrófagos cargados de bacilos y llenos de lípidos denominados células espumosas (figuras 1 y 2). En estos pacientes, la reacción de Mitsuda es negativa. Clínicamente se puede observar infiltración difusa, máculas y lepromas, entre otras lesiones en piel (figura 3) [1,11]. El polo tuberculoide tiene pocas lesiones en piel, consistentes en placas infiltradas bien delimitadas con alteraciones en la sensibilidad donde, por lo general, no se encuentran bacilos en la biopsia ni en las baciloscopias (figura 4). Presentan una gran reacción inflamatoria granulomatosa que consiste en células epitelioides rodeadas de linfocitos y células gigantes multinucleadas. Tienen una prueba de Mitsuda positiva[1,11]. Figura 1. Infiltrado celular inflamatorio de nervio periférico en lepra lepromatosa, HE. Figura 2. Bacilos intraneurales en lepra lepromatosa, ZN. Figura 3. Lepra lepromatosa. Figura 4. Lepra tuberculoide. El grupo de lepra dimorfa se caracteriza por varios grados de inmunidad celular contra el bacilo y por lesiones clínicas que varían desde formas que recuerdan la lepra tuberculoide hasta formas que recuerdan la lepra lepromatosa. Existe una gran tendencia para hacer reacciones de reversa con signos de inflamación de las lesiones de piel o daño neural[1,11]. En la lepra indeterminada hay una o varias lesiones maculares hipopigmentadas en piel, con leve alteración en la sensibilidad. Histológicamente, se observa un escaso infiltrado linfohistiocitario perivascular, perianexial y perineural, y pueden tener reacción de Mitsuda positiva o negativa[1,11]. La lepra neural pura es de difícil diagnóstico ya que no tiene lesiones en piel. Se manifiesta únicamente por trastornos sensitivos y motores del nervio periférico afectado. Ocasionalmente hay engrosamiento del mismo y las biopsias de piel del área anestésica, en general, no muestran cambios histopatológicos sugestivos de la enfermedad ni presencia de bacilos ácido-alcohol resistentes, a diferencia de las biopsias del nervio comprometido en las cuales las características histológicas son altamente específicas para lepra y se pueden evidenciar los bacilos ácido-alcohol resistentes[1,2]. Afección neural La lepra es una causa frecuente de neuropatía periférica en todo el mundo[12]. La afección neural clínica o microscópica es una de sus características más importantes y ocurre prácticamente en todos los tipos de la enfermedad asociados o no con compromiso de piel[2,13]. Ésta ocurre tempranamente en la lepra; puede aparecer antes, durante o después de instaurado el tratamiento y usualmente está relacionada con reacciones inmunológicas, aunque también se ha encontrado compromiso directo del nervio por el bacilo previo a la presencia de otras manifestaciones y puede persistir aún después de muchos años de haber terminado el tratamiento con las dosis adecuadas[1,7,11]. El daño neural se reconoce mejor histológica que funcionalmente ya que la sola presencia de bacilos no está necesariamente asociada con daño nervioso; nervios claramente anormales en la biopsia pueden funcionar adecuadamente y se describe que se requiere la destrucción de 30%, aproximadamente, de las fibras nerviosas antes de que se puedan detectar alteraciones en la sensibilidad del área inervada[14]. Los bacilos se encuentran en los nervios desde los ganglios simpáticos e intervertebrales, pero más comúnmente en los nervios periféricos en todas las formas de lepra[15]. Fisiopatología de la afección neural El nervio es considerado un sitio mixto: ofrece un ambiente relativamente bueno para el crecimiento del bacilo, además de ser su sitio predilecto ya que protege en forma relativa al bacilo de las reacciones inmunológicas en su contra[1,11]. Se han podido encontrar bacilos intactos en los nervios periféricos de pacientes con reacciones inmunológicas con las cuales los bacilos no habrían sobrevivido en otros sitios[16]. El compromiso de las fibras neurovasculares y la naturaleza generalizada del proceso sugieren un modo de diseminación hematógena de M. leprae a los nervios y a la piel. La invasión de los nervios se logra a través de axones no mielinizados, sin perineuro, característicos de la dermis superficial con posterior ascensión proximal[14,15]. En el nervio periférico, las células de Schwann están cubiertas por una lámina basal que, a su vez, se compone de lamininas, entactina/nidógeno y proteoglicanos heparán sulfato. Si M. leprae interactúa con las células de Schwann, también lo hace con la lámina basal, en la cual las lamininas tienen una presencia continua[17]. En la lámina basal del nervio periférico, la laminina dominante es la 2 (merosina) que se compone de una cadena pesada α2 y de cadenas livianas β1, γ1. Se han realizado diferentes estudios que han demostrado que la porción c-terminal o dominio G de la cadena α2 de la laminina es el mediador de la unión de M. leprae a las células de Schwann tanto in vitro como in vivo[18]. El distroglicán, componente del complejo glicoproteínadistrofina, es un receptor de laminina. El α-DG interactúa con la laminina 2 en la membrana basal y el β-DG se une a las proteínas del citoesqueleto que contienen distrofina, las cuales a su vez interactúan con los filamentos de actina; todo esto llevaría a la internalización de M. leprae en la célula de Schwann[17,19]. Actualmente se está trabajando en la identificación de las proteínas de superficie de M. leprae que se unen a la laminina 2; una de ellas es la proteína de 21 kDa (rMLLBP21)[20]. A pesar de que es claro el importante papel de estas interacciones, el bloqueo del complejo distroglicán no inhibe completamente la adhesión de M. leprae al nervio, por lo que otras interacciones ligando-receptor también estarían comprometidas en la patogénesis del compromiso neural[20]. La patogénesis de las lesiones de nervio está poco entendida, pero la respuesta inmune del huésped parece tener un papel importante. Según un estudio inmunohistoquímico[21], la caracterización fenotípica de los componentes celulares de las lesiones que son multibacilares en el nervio, muestra una disminución de la relación células T ayudadoras/supresoras, disminución de las células con rct IL-2 y del número de sus receptores para IL-2, lo cual corresponde a los hallazgos en el nervio a la parte lepromatosa del espectro, independientemente de la forma clínica en la piel. Recientemente se ha observado que las células de Schwann podrían estar implicadas, aunque se pensaba que no eran capaces de procesar y presentar antígenos; sin embargo, en los cultivos a largo plazo de células de Schwann humanas se expresan moléculas del CMH clases I y II, ICAM 1 y CD80, las cuales participan en el proceso de presentación antigénica. De esta forma, las células de Schwann procesan y presentan M. leprae a linfocitos T CD4+ restringidos a moléculas clase II del CMH[22]. Clínica de la afección neural La afección neural ocurre tempranamente en el curso de la enfermedad y puede asociarse o no con compromiso cutáneo. Estas mononeuropatías únicas o múltiples no constituyen una patología sistémica; por tanto, aunque algunas veces comprometen múltiples troncos nerviosos no es correcto utilizar el término polineuritis[23]. Se presentan principalmente alteraciones sensitivas (usualmente pérdida o alteración de la sensibilidad a la temperatura, la cual es más extensa, tacto superficial y profundo y dolor). También se puede encontrar debilidad muscular, atrofia, cambios autonómicos y tróficos, hiporreflexia y arreflexia[13,24,25]. Las características principales para tener en cuenta en los cambios neurológicos de la enfermedad de Hansen son los siguientes[14]: • Cuando se observe engrosamiento localizado e irregular de un nervio en las áreas endémicas de Hansen, se debe tener siempre en cuenta esta enfermedad en los diagnósticos diferenciales. • La debilidad muscular se debe siempre al daño de la motoneurona inferior y nunca compromete la musculatura proximal o del tronco. • Se puede encontrar, en casos más avanzados, un patrón en bota y guante; en estos casos, los reflejos osteotendinosos están intactos. • La propiocepción casi siempre está preservada; en los casos en que se encuentra alteración, se debe a un déficit neurológico grave[26]. • El sistema nervioso central nunca está comprometido por la lepra. En la lepra tuberculoide y en las lepras dimorfa y dimorfa tuberculoide, el mecanismo de daño neural es idéntico y se debe a la respuesta inmunológica del huésped contra la infección, incluyendo la reacción tipo I. El examen de fibras nerviosas revela una disminución de la conducción neural paralela a la lesión[14,27]. En la lepra lepromatosa y dimorfa lepromatosa, generalmente, la distribución de lesiones de piel no concuerda con las alteraciones de la sensibilidad, produciendo una forma lenta pero insidiosa de agresión neural; su manifestación clínica usualmente es tardía. Otro mecanismo para la producción del daño neural en estos pacientes es el asociado con lesiones de reacción tipo II o eritema nodoso leproso y, aun no estando asociado a éste, el daño neural puede corresponder a la formación de complejos inmunes dentro de los nervios. En el examen de conducción nerviosa, las fibras mielinizadas están disminuidas en número, se puede documentar desmielinización segmentaria y, en casos avanzados, degeneración axonal[14,23,27]. La lepra neural pura puede pertenecer a cualquier grupo del espectro de la clasificación de Ridley y Jopling, de acuerdo con los hallazgos histopatológicos de los nervios[28]. Debido a que la biopsia de nervio no es una técnica sencilla que tiene riesgos potenciales, en general los casos atendidos en primer nivel, se clasifican como pertenecientes a los polos tuberculoides ya que la mayoría de estos pacientes tienen Mitsuda positivo y sus baciloscopias en piel son negativas; sin embargo, diferentes estudios han mostrado que muchos pacientes de esta categoría tienen características histológicas típicamente lepromatosas en el nervio con una alta carga bacilar[12,13,29]. Diferenciar la lepra de otras neuropatías es usualmente fácil; las lesiones hipopigmentadas asociadas con alteraciones de la sensibilidad se ven únicamente en la lepra; la alteración del nervio facial en otras entidades se manifiesta principalmente por debilidad de la musculatura perioral más que con lagoftalmos, por el contrario, éste predomina en la enfermedad de Hansen. Encontrar nervios aislados engrosados es muy común en la lepra, aunque también pueden encontrarse en algunas neuropatías hereditarias[25]. Las enfermedades que entran en el diagnóstico diferencial con la lepra incluyen aquéllas asociadas con anormalidades de la médula espinal como la siringomielia, la esclerosis múltiple y la enfermedad de motoneurona inferior. También, las asociadas con las enfermedades de nervio periférico como la compresión medular, el síndrome del túnel del carpo y la parálisis de Bell; enfermedades metabólicas como la diabetes mellitus, la porfiria y la amiloidosis; el alcoholismo, la desnutrición, la malabsorción, el déficit de vitaminas B1 o B12, las intoxicaciones por plomo, arsénico, mercurio y otros químicos industriales; las infecciones, etc. [14]. Nervios comprometidos Los nervios en la lepra están comprometidos básicamente en dos zonas[14]: • Piel: los nervios dérmicos están comprometidos microscópicamente en casi la totalidad de los casos de lepra. Los nervios subcutáneos en la región de las placas cutáneas también están afectados y pueden ser palpables. • Troncos nerviosos: estos nervios grandes están afectados principalmente en sitios superficiales con temperaturas bajas, donde reposan sobre prominencias óseas y, por tanto, están más expuestos al daño debido a traumatismos menores repetidos. Los nervios cubital, nervio peroneo común, nervio peroneo superficial, tibial posterior, mediano, auricular mayor y supraorbitario son los que con mayor frecuencia se encuentran afectados[1,7]. El compromiso se hace más evidente a medida que el nervio emerge de áreas profundas al tejido celular subcutáneo; se observa con mayor frecuencia lesión en el nervio cubital, en la región del epicóndilo medial y la muñeca; el nervio mediano, justo por encima del túnel carpiano; el nervio radial, en la muñeca y encima del codo; el nervio tibial posterior a nivel del retináculo flexor; el nervio peroneo común a nivel del retináculo flexor y alrededor del cuello de la tibia, y el nervio facial cuando cruza el proceso cigomático del maxilar. Los nervios sensitivos más comúnmente afectados son el radial cutáneo superficial, el digital y el auricular mayor, sobre el músculo esternocleidomastoideo y el sural[27]. Biopsia de nervio Se cree que la biopsia de nervio es más útil que la biopsia de piel para clasificar a los pacientes con lepra ya que se correlaciona mejor con los hallazgos clínicos de la enfermedad, principalmente en aquellos pacientes bacteriológicamente negativos, pero que en nervio pueden ser multibacilares[7,32]. Tiene valor principalmente en los casos dudosos de lepra en los que es diagnóstica en un tercio de ellos, cuando la biopsia de piel no muestra cambios específicos; además, se han encontrado diferencias importantes entre las biopsias de piel y de nervio de los pacientes con enfermedad de Hansen[7,29]. Se dice que en la biopsia de nervio se puede observar el espectro completo de la lepra, inclusive casos de lepra lepromatosa (multibacilar) que se presentan en forma de lepra neural pura, hallazgo que no es usual, pero que está reportado[33,34]. Se han realizado diferentes estudios que muestran una concordancia baja entre las biopsias de piel y las de nervio. En este último se presentan con mayor frecuencia cambios compatibles con lepra lepromatosa que no se observan en las muestras de piel[12]. La biopsia de nervio tiene gran valor para la clasificación de las formas de lepra dimorfa, principalmente en el grupo de lepra dimorfa tuberculoide[32]. En un estudio[29] en el que se compararon biopsias de piel y de nervio se demostró que 47,6% de los pacientes diagnosticados como lepra dimorfa tuberculoide tuvo histopatología de nervio de dimorfa lepromatosa, con índices bacilares en nervio de 2 a 4. En las formas polares tuberculoides, en las lepromatosas y en la forma dimorfa lepromatosa no se han encontrado diferencias significativas entre la piel y el nervio[32]. Sin embargo, existe otro estudio donde se valoró la eficacia diagnóstica de la biopsia de nervio en la lepra neural pura, y se encontró que tan sólo en 49,4% de los casos se logró hacer un diagnóstico confirmatorio de lepra con base únicamente en los hallazgos de la biopsia de nervio[34]. Las biopsias de nervio periférico se pueden llevar a cabo sobre nervios puramente sensitivos o en nervios que tengan pérdida completa de la función motora; se deben excluir nervios mixtos (fibras sensitivas y motoras) y aquellos nervios que sólo tengan pérdida parcial de la función motora[13]. El sitio de elección para realizar la biopsia neural podría ser el nervio sural, el nervio peroneo superficial y, en las extremidades superiores, el nervio radial superficial que es el único fácilmente accesible en los miembros superiores y que puede ser removido sin causar pérdida de sensibilidad en otros sitios diferentes del pulgar[21,29]. La selección de un nervio clínicamente afectado (engrosamiento, alteración de la sensibilidad) da buenos resultados. Al decidir tomar biopsia de nervio para el diagnóstico de un paciente se debe tener en cuenta que este procedimiento podría producir un daño mayor al ocasionado por la misma enfermedad; por esta razón, se debe evaluar la gravedad del compromiso, el tipo y localización del nervio y si en realidad este método diagnóstico beneficia al paciente. A pesar de la evidencia existente de los resultados superiores de la biopsia del nervio comprometido sobre la de piel para el diagnóstico y clasificación de la enfermedad de Hansen, sigue siendo un recurso reservado para casos muy especiales dada la alta morbilidad del procedimiento. TRATAMIENTO El tratamiento recomendado en Colombia actualmente se realiza según las indicaciones del grupo de estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), enunciadas en 1981, que recomendó la implementación de la terapia multidroga para pacientes con lepra paucibacilar: rifampicina, 600 mg/mes, y dapsona, 100 mg/día por 6 meses; y para pacientes multibacilares: rifampicina, 600 mg/mes, dapsona, 100 mg/día, y clofazimine, 300 mg/mes y 50 mg/día por dos años, o hasta que la baciloscopia se torne negativa y el paciente no presente lesiones activas de enfermedad[35,36]. La posibilidad de tener pacientes con lepra multibacilar en nervios periféricos y piel paucibacilar expone la necesidad de llevar a cabo estudios clínicos, histológicos, inmunológicos y bacteriológicos para clarificar los criterios diagnósticos de lepra paucibacilar y el tratamiento para este grupo de pacientes con afectación exclusivamente neural[12,33,37]. Se propone que aquellos pacientes con baciloscopias negativas, clasificados clínica e histológicamente como dimorfa tuberculoide, pero con biopsia de nervio compatible con dimorfa lepromatosa, sean manejados con terapia para lepra multibacilar por dos años, o hasta que los estudios de Ziehl-Nielsen en nervio sean negativos[32,33]. Por otro lado, se ha propuesto dar tratamiento multibacilar a todos los pacientes sin importar su clasificación[37], ya que se han encontrado casos de lepra paucibacilar en piel en los que se ha detectado la presencia de antígenos micobacterianos en 62% de las biopsias de nervio y que 3/10 biopsias de nervio contienen números significativos (dos veces más que en la piel) de bacilos viables posterior a recibir el esquema de terapia multidroga recomendado por la OMS[38]. Además de los esquemas de quimioterapia multidroga, no se debe olvidar que los pacientes deben recibir un enfoque integral interdisciplinario, en el cual se haga énfasis en la educación para la prevención de secuelas que puedan aumentar su discapacidad, el uso de aditamentos protectores (guantes, calzado, etc.), la inclusión en programas de rehabilitación, de apoyo psicológico e, idealmente, de reubicación laboral en los casos que sea necesario. A pesar de que el número de casos reportados ha mostrado disminución, debe recordarse que existe un gran subregistro de esta enfermedad y que aún se presentan debilidades en el diagnóstico de las formas precoces, factores que hacen que Colombia siga siendo endémico para la lepra. Por estas razones, es importante tener la enfermedad de Hansen en mente cuando haya pacientes con mononeuritis en estudio, ya que su oportuno diagnóstico y tratamiento puede representar una gran diferencia en el pronóstico del paciente. BIBLIOGRAFÍA 1. Hastings RC. 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