LA MARSELLESA, de François Rude Introducción histórica A lo largo del siglo XIX, los fenómenos innovadores en la escultura se presentan, en general, unidos a los movimientos pictóricos. La dependencia, todavía muy fuerte, de los encargos oficiales determina una cierta tendencia primitiva respecto a la pintura, que poco a poco alcanza un elevado grado de autonomía. Así, podemos considerar que mientras la pintura del siglo XIX describe una curva ascendente desde del romanticismo al Realismo, y al Impresionismo, la escultura recibe una curva descendiente que desde Canova conduce a un academicismo reiterado (insistente, pertinaz). De este modo, en Francia, la importancia de la escultura es cuantitativa y cualitativamente menor que la de la pintura. Surgen ciertos géneros bastardos, que nada tiene que ver con la noble tradición de la escultura que hasta ahora se había dado, ni tampoco con las ideas progresistas del momento. Se dará mucha importancia dentro de este arte a las caricaturas de yeso o terracota, a los adornos para chimeneas, a los centros de mesa, medallones y relieves diversos, que siguiendo el gusto de la burguesía, se harán generalmente pequeños. Junto a esto, la preocupación por la economía y por la apariencia, lleva a sustituir el mármol o el bronce por el hierro fundido o el cinc dorado. En 1837, se descubre la electrólisis y desde entonces, mediante la galvanoplastia (técnica para reproducir por electrodeposición objetos a partir de moldes), muchas figuras recibirán una metalización artificial que contribuye a su falsa apariencia de riqueza o venerable solidez. Sólo en algunos artistas concretos y ante ciertos encargos, se revivirá la tradición del arte francés. Así, el neoclasicismo, que tiene gran importancia en la arquitectura y en la pintura, no ofrece signos equivalentes en la escultura. François Rude Nació en Dijon en 1784 y murió en París en 1855. Sus obras más importantes son: El despertar de Napoleón, Aristeo deplorando la pérdida de sus abejas y la obra que trataremos La Marsellesa o La marcha de los voluntarios. Descripción de la obra: La marcha de los voluntarios Rude compuso esta obra para el Arco del Triunfo de l'Étoile, situado en la Plaza de la Estrella, en París. Este arco fue adornado con diferentes relieves. A la derecha La Marsellesa y a la izquierda El triunfo de 1810 celebrando la Paz de Viena. En la parte superior fue decorado con dos relieves más Los funerales de Marceau y La batalla de Aboukit. El escultor francés confeccionó el grupo escultórico de manera independiente: en la parte superior Belona (la diosa romana de la guerra) avanza decididamente e incita a los voluntarios a seguirla. A ésta, se le representa cubierta con un casco, una coraza, y una espada que utiliza para abrir camino a las valientes tropas. La diosa que sostiene el arma con su mano derecha, eleva la otra haciendo un ademán en el aire, acción mediante la cual arenga a los voluntarios. 1 Detrás de Belona sobresalen dos grandes alas, elementos que denotan su carácter veloz. Tras ellos podemos observar que en la parte inferior hay un grupo de soldados esculpidos a la manera de los ejércitos de la antigüedad. Dichos soldados los podríamos dividir en dos grupos diferentes: · el primero, formado por aquellos voluntarios que observan con atención como uno de ellos, de aspecto maduro, que representa a la figura del capitán de la tropa, anima a un joven soldado en tanto que se encaminan hacia la batalla. · el segundo grupo estaría representado por estas dos figuras centrales que acabamos de comentar: el voluntario joven y el veterano revolucionario. Por otro lado, encontramos una última figura, situada a la izquierda del conjunto, que mientras sostiene una lanza en su mano, alza el rostro, para mirar a la diosa. La composición de las esculturas y los ropajes siguen siendo neoclásicos, esto se observa en los propios de soldados revolucionarios. Por ejemplo, los que se presentan desnudos mostrando sus exuberantes torsos o bien vestidos a la romana. Por otro lado, topamos con que el espíritu vibrante de la canción La Marsellaise (himno patriótico francés) se ha encarnado en la piedra. Así, los más altos ideales adquieren un tono heroico, sincero y extremadamente emotivo que entra de lleno en el espíritu romántico. Igualmente, se destacan de pleno elementos y formas clásicas que enaltecen, paradójicamente, un acontecimiento contemporáneo. Rude dota a la obra de una armónica combinación entre agitación y dinamismo, dados por la dichosa Belona alada que empuja la mirada hacia la izquierda, y la contención, que se muestra en las figuras verticales de los guerreros, convirtiendo a este relieve en una de las obras culminantes de la plástica del siglo XVIII. Técnica En cuanto a la técnica, el artista podemos decir que Rude reaccionó contra las estatuas rígidas, frías y moderadas de Angers (principal retratista de la corriente moderada cuya obra se oponía a la de Rude) y de sus discípulos con un arte individualista y sentimental. Así, a la escultura de actitudes, Rude antepuso una escultura de expresión que chocaba con la de sus contemporáneos. Y ya en sus últimas obras evolucionó claramente hacia el realismo, sin abandonar, a pesar de todo, la gesticulación y el movimiento brusco típicamente romántico de sus personajes. 2