Gual Parrona, Teresa [email protected] Universitat de les Illes Balears La naturalización del a priori y el problema del realismo ingenuo Es interesante apreciar una nueva dimensión de lo apriorístico en las ciencias naturales, muy diferente a la clásica, y será la epistemología naturalizada quien tratará de proporcionar teorías innovadoras al respecto. Para reflexionar acerca de esta cuestión se estudiará el a priori como algo biológico y, además, por un lado, el marco teórico acerca de la percepción (es decir, qué realismo o antirrealismo defender y en qué grado) y, por otro lado, los elementos imprescindibles en torno a ello para, consecuentemente, decidir si se trata o no de algo problemático. ¿Es defendible aceptar que nuestras capacidades cognitivas y conceptuales son definidas como un a priori y, en caso afirmativo, cómo justificar tal propuesta? Precisamente, la epistemología evolutiva (abreviada EE), la cual se ha ido conformando a partir de la década de los 80, define que el contenido mental no es sino el resultado de la evolución de las capacidades cognitivas a lo largo de la filogénesis. Esta teoría aborda cuestiones tanto de justificación como de percepción del ser humano. Por ello considero interesante el análisis de las virtudes y las dificultades de una nueva epistemología naturalizada que, si bien plantea argumentos y elementos innovadores, no abandona las teorías clásicas del conocimiento; se trata de un nuevo camino para abordar nuevos temas. Para ello, la EE descansa sobre el conocimiento científico: parte de teorías neodarwinistas y, en general, de la biología actual. En otras palabras, consiste en un programa de investigación que pretende unificar el carácter reflexivo de la filosofía con la eficacia propia de la ciencia y de la investigación biológica, fundamentándose así en las ciencias cognitivas, neurociencias, química, genética, etc. En base a ello, la EE estudia las capacidades adaptativas a nivel natural y cognoscente del ser humano. 1 Mi propuesta se centrará en el análisis del problema de asumir las capacidades cognitivas como un a priori, otorgándole así una nueva dimensión. Para ello será interesante estudiar la aportación de Konrad Lorenz (Lorenz & Wuketits 1996) al respecto, considerado el iniciador de la filosofía naturalizada —si bien quien acuñó el término de EE fue D. Campbell—. De acuerdo con el autor, la interacción con el medio consiste en un proceso cognitivo. Así K. Lorenz recogió la teoría kantiana de los juicios a priori como condición para las facultades cognoscitivas, y tratará de explicar la génesis de dichas facultades a lo largo de la filogénesis en cuanto a evolución, selección y adaptación; son éstas, precisamente, las facultades denominadas como a priori. En consecuencia, se destruye el término clásico en aras de una nueva concepción en términos biológicos. En efecto, el autor se pregunta por lo apriorístico bajo el prisma de la biología, partiendo desde un realismo naturalista en ocasiones considerado ingenuo, ya que su punto de partida es la existencia de la naturaleza, siendo así la posición intuitiva, la del sentido común. No obstante, la naturalización del a priori ha suscitado debates y problemas: ¿existen realmente mecanismos a priori como facultades innatas conformadas a lo largo de la filogénesis? ¿Es, de hecho, compatible lo orgánico y lo evolutivo con dicho término? Wuketits (Wuketits 1984, 1-29) asegurará que la aproximación evolucionista al conocimiento humano transgrede los límites de Kant y, por esa misma razón, la EE termina en aquel mismo punto donde comienza la epistemología kantiana. El autor, analizando la obra de K. Lorenz, y contrastando las aportaciones de K. Popper, K. Lorenz, R. Riedl y D. Campbell (Wuketits 1984, 1-29), concluye que la cognición no puede comenzar de la nada, de modo que es defendible asumir mecanismos apriorísticos para captar la realidad. Por lo tanto, aceptar el sistema nervioso central y las capacidades biológicas en general como un a priori puede ser defendible. Para fundamentar tal argumento, G. Vollmer (Íbid., 69-121), en base a este punto de partida, no sólo definirá la EE, sino que propondrá dos elementos indispensables para fundamentar la teoría: el ajuste y la fijación del contenido mental. En cuanto al primero, el ser humano se adapta, se ajusta (fitness) al mundo a través del conocimiento pre- 2 científico, del sentido común (en cuanto al conocimiento científico puede decirse que se trata de una fase posterior, un a posteriori). Dicho conocimiento pre-científico es denominado por la EE como mesocosmos, concepto antropológico que permite explicar cómo el sujeto cognoscente proyecta un objeto externo y lo interpreta gracias a estímulos de los datos sensoriales regulados por el sistema nervioso central, así como otras facultades (como la capacidad de representación o la memoria). En suma, el conocimiento mesocósmico permite la percepción, intuición y la experiencia pre-cientfica (para justificar no será el conocimiento mesocósmico quien se encargue, sino el científico). Por otra parte, en cuanto al segundo, la fijación del contenido mental requiere de la explicación teleosemántica o teleofuncional del conocimiento (Jaume 2012), la cual estudia la fijación del contenido del sujeto cognoscente en base a la teoría neodarwiniana, de tal modo que será la función biológica la que determine y justifique la fijación del contenido mental de las representaciones. Sin embargo parece que el realismo naturalista que defiende Lorenz, y que conforma el marco inicial de la propuesta del a priori naturalizado es vulnerable de ser considerado ingenuo, puesto que el autor afirma la existencia de las cosas tal y como el ser humano las contempla. Se trata de un realismo desprovisto de carácter crítico, ya que el realista ingenuo asegura que las propiedades de los objetos externos son tal y como el hombre las aprecia en condiciones normales. Es por ello que no se pueden obviar propuestas que podrían mejorar el modelo de Lorenz. Sin embargo, ¿acaso será mejor pensar en espejos de la naturaleza (R. Rorty 1979)? ¿Qué teoría perceptiva debe tomarse como marco? 3 Bibliografía Jaume, A.L. (2012): «¿Qué es la teleosemática? Una perspectiva cartesiana», en Factóum, vol. IX, pp. 129-137 Lorez, K. & Wuketits, F. (1965): La evolución del pensamiento. Argos Vergara, Barcelona Rorty, R. (1979): La filosofía del espejo de la naturaleza. Cátedra, Madrid. Vollmer, G. (1984): «Mesocosm and objetive knowledge — on problems solved by evolutionary epistemology», en Concepts and approaches on evolutionary epistemology. Reidel Publishing Company, Holanda, pp. 69-121 Wuketits, F. (1984): «Evolutionary epistemology — A challenge to science and philosophy», en Concepts and approaches on evolutionary epistemology. Reidel Publishing Company, Holanda, pp. 1-29 4