Texto espacios no mixtos.docx - Movimiento de Acción Estudiantil

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Espacios no mixtos de mujeres, auto organización y empoderamiento. Una
herramienta a construir en el movimiento estudiantil sevillano.
Cristina Basallote y Lucía Cayro
Los feminismos, el feminismo, es un grito de lucha social y, parece lógico que pretender cambios en la
sociedad precise de la participación del conjunto de la misma, y no solo de una parte. En este sentido, es
fundamental analizar, individual y colectivamente, cómo el machismo y el patriarcado nos oprimen. Una
opresión que se efectúa de manera desigual según tu clase social, raza, carácter migrante,… sexualidad,
sexo y género.
En sentido amplio, sin pretender caer en el binarismo hombre-mujer, el papel y condición de las
mujeres se ven subordinados a la posición de los hombres. Sin embargo, no quiere decir que, incluso
disfrutando de unas condiciones favorables, no les afecte; en mayor o menor medida, deben cumplir el
rol de lo “masculino”, por “muy” laxa que se presente esta condición de género en la actualidad.
Por tanto, además de por todo lo que hay de empático en la solidaridad con otras luchas, el feminismo
no es “cosa de mujeres” exclusivamente, debe ser algo compartido. De hecho, son muchos los que
trabajan sus masculinidades, son conscientes de su papel como opresores y trabajan en la cesión de
cuota de poder. Sin embargo, partimos de la base de que “cada grupo oprimido tiene que tomar las
riendas de su propia liberación”. Así, las mujeres, entendiendo que la diversidad entre las mismas es
inmensa, comparten problemas comunes que pueden ser mejor detectados y resueltos en espacios no
mixtos; hasta cierto punto, no queremos decir que los problemas de las mujeres sean solo
comprendidos por ellas. Es decir, los espacios no mixtos de mujeres dentro de las distintas
organizaciones responden al principio de auto-organización. Por poner un ejemplo de su utilidad, el
feminismo de los 70 tuvo un gran crecimiento gracias a los denominados grupos de autoayuda, en los
que las mujeres se reunían, expresaban su malestar y sus preocupaciones, así encontraban apoyo y
perdían el miedo a hacer política.
El hecho de que estos espacios se cuestionen por hombres y mujeres se puede interpretar en dos
vertientes, como un ataque o como un avance feminista. En la segunda, por un lado, implica que hay
hombres que sienten la lucha feminista como propia y necesitan trabajar con nosotras. Por otro, quiere
decir que las mujeres nos sentimos capaces de luchar en igualdad de condiciones, pese a partir de una
condición de desigualdad. La solución a este dilema no es, a nuestro parecer, única, sino una cuestión
de momentos: conjuntamente en la comisión feminista y, en los momentos que las compañeras lo
veamos necesario, solas.
Dentro del activismo estudiantil, los espacios no mixtos pretenden fomentar el empoderamiento y la
construcción de la sororidad entre las compañeras. Entendiendo esto, en palabras de la feminista
Marcela Lagarde, como la “experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones
positivas y la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras
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mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión
y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer.”
Es por esto que vemos positivo que en el Movimiento de Acción Estudiantil llevemos a cabo espacios no
mixtos de mujeres para combatir la opresión constante a la que nos vemos expuestas y que nos
permitan el empoderamiento, el traslado de experiencias y la búsqueda colectiva de soluciones.
Rescatando aquello de las feministas de la segunda ola de que “lo
personal es político”, aquellas problemáticas que encontramos en
nuestro activismo como mujeres no son individuales, sino comunes.
El contenido y los objetivos de los espacios no mixtos pueden ser muy
variados, en función del grado de sororidad entre las participantes, la
autoconciencia, el ámbito en el que se desarrollen y otros muchos
factores. Para crear un buen ambiente es esencial la disponibilidad de
tiempo suficiente y un espacio de seguridad. Es importante también que
las compañeras más nuevas se sientan cómodas, acudan y puedan
expresarse abiertamente. Es por esto que las compañeras de la
organización debemos volcarnos para que las más y las menos nuevas,
quienes más y quienes menos han trabajado el empoderamiento y toda nuestra diversidad como
mujeres, podamos expresarnos en un clima de confianza. Esto es básico para buscar soluciones
colectivas a aquello que pensamos individual, tanto a nivel organizativo, como en la universidad o el
instituto, sin olvidar los espacios de ocio.
Esperamos que esto nos permita construir una organización más fuerte y solidaria. No somos
estudiantes con problemáticas individuales, sino un sujeto con unas condiciones precarias específicas
que nos configuran como un importante elemento dentro de las luchas. Esperamos potenciar que
nuestras activistas no sean ni sumisas ni pasivas, sino estudiantes combativas.
Espacios no mixtos de hombres: desempoderamiento y deconstrucción
Álvaro R. Távora (Lembo)
Respecto a los espacios no mixtos masculinos, el sentido es justamente el contrario, es decir,
desempoderar a los hombres de la organización. Por tanto, no podemos entender este espacio al
mismo nivel que el femenino ya que no se trata de dotarnos de un lugar de encuentro donde tengamos
mayor seguridad, entendiendo que los hombres ya disponemos de seguridad suficiente en los espacios
mixtos.
Para cumplir este objetivo de desempoderamiento, los espacios no mixtos masculinos no pueden
convertirse en talleres de autoayuda, es decir, el objetivo no es aliviar nuestra conciencia por los
comportamientos machistas que tenemos sino precisamente evitar seguir cometiéndolos. Por el mismo
motivo el ejercicio de desempoderamiento no puede quedarse simplemente en el espacio, este debe
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ser un punto de inicio y seguimiento para un proceso que debe partir de cada uno de nosotros, ser
duradero en el tiempo y afectar a todos los aspectos de nuestra vida (empezando por el propio trabajo
dentro del MAE).
En estos espacios no se debe marcar la línea feminista de la organización, que será decidida en la propia
comisión feminista y en los espacios no mixtos femeninos, entendiendo como ya se ha dicho que el
papel principal en esta lucha (también dentro del MAE) lo deben tener las mujeres como grupo
oprimido. Nuestro papel como opresores que pretenden dejar de serlo debe enfocarse en la cesión de
cuotas de poder hasta ahora monopolizadas, el abandono de las conductas machistas (empezando por
las que dificultan la participación de las mujeres dentro del propio MAE) y, en definitiva, la
deconstrucción del rol masculino que desempeñamos.
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