Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana BLOQUE I: EL SER HUMANO UNIDAD DIDÁCTICA 1: LA ESPECIFICIDAD DE LA NATURALEZA HUMANA La asignatura de Filosofía I se encuentra dividida en varios bloques que intentan analizar y reflexionar sobre prácticamente todos los aspectos que tienen que ver con las condiciones de la existencia de los seres humanos: el modo en que los seres humanos nos relacionamos socialmente (Bloque IV), el tipo de acciones característicamente humanas (Bloque III), la manera en que nos relacionamos con la realidad exterior para conocerla (Bloque II); y un asunto todavía más fundamental: el conocimiento de lo que somos los humanos, de dónde venimos, cuáles son nuestras peculiaridades y nuestro destino… Esto es lo que comenzaremos a ver en este Bloque I y en este tema. APARTADO 1: INTRODUCCIÓN: EL MITO DE PROMETEO La filosofía es una actividad fundamentalmente reflexiva. Supone siempre reflexionar y preguntarse por el origen, el sentido y el por qué de las cosas. La filosofía como forma de conocimiento comenzó a tomar cuerpo en Grecia hace aproximadamente unos 2600 años (no obstante, todas estas cuestiones las veréis con mucho más detalle en la asignatura de Historia de la Filosofía el año próximo). Nuestra herencia y nuestra tradición cultural es fundamentalmente de origen griego, así que comenzaremos a analizar y reflexionar sobre el ser humano a partir de las primitivas ideas de los griegos. Veremos entonces qué pensaban ellos acerca del origen de los seres humanos, de su destino y de sus características peculiares. Hay un texto clásico dónde todas estas ideas aparecen de una forma muy clara y muy ilustrativa. Se trata de una de las historias más conocidas de la mitología griega: el mito de Prometeo (Texto 1). Se trata de una historia muy peculiar y característica que intenta dar respuesta a la siguiente cuestión: cuál es el origen y la peculiaridad de los seres humanos, y su relación con el resto del mundo natural. Este mito demuestra que el asunto es, como poco, sorprendente. Los seres humanos somos una rareza; somos y no somos animales. Como el resto de los animales, estamos sometidos a pautas biológicas, pero no nos parecemos a ninguno de ellos: hablamos, pensamos, construimos edificios y sistemas sociales, establecemos creencias. Así como un tigre se parece a una pantera, y una golondrina a un vencejo, ¿a qué o a quién nos parecemos nosotros? ¿Cuál puede ser nuestro peculiar origen? Somos una rareza y una extrañeza, y de esta manera hemos sido percibidos desde muy antiguo. De hecho, culturas muy diversas en el tiempo y en el espacio construyeron mitos que intentaron dar una explicación a estas cuestiones. (Se apreciará con claridad en los textos 2 –un mito característico de la civilización maya americana-, 3 –otro de la cultura judía, sobre la que se inserta el cristianismo- y 4 –otro de la civilización brahmánica de la India-). Ahora bien ¿Son estas cuestiones igualmente acuciantes para nosotros? ¿Nos llaman la atención en la misma medida? La respuesta ha de ser ambigua: sí y no. Sí, porque dada la capacidad humana para abstraerse y reflexionar, sería raro encontrar un humano que no se haya hecho muchas veces estas preguntas. Y no, porque en buena medida la ciencia moderna ha resuelto buena parte de nuestras dudas al respecto, y ha logrado explicar el origen del universo, de nuestro sistema solar y del planeta tierra, de la vida sobre ella y de nuestro origen evolutivo; y ha logrado comprender que tipo de animal somos desde el punto de vista anatómico y fisiológico; y también desde el cultural y social. No obstante, sin los intentos de nuestros antepasados difícilmente 1 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana podríamos haber adquirido todas estas respuestas. Con esto podríamos dar por contestada la Cuestión 1. Y de paso, aprovechamos para ir dando respuesta a la Cuestión 2. El asunto del origen y la peculiaridad del ser humano es tratado en el texto desde una perspectiva diferente de la científica. Se trata, obviamente, de la perspectiva mitológica. ¿Qué es lo que caracteriza la perspectiva mitológica frente a la científica? ¿Por qué la humanidad comenzó construyendo e imaginando mitos antes que buscando la verdad observando e investigando el mundo que nos rodea? ¿Qué sentido histórico tienen los mitos? Vamos a ir respondiendo a estas cuestiones narrando otro mito griego diferente de este e igualmente muy ilustrativo: “En un pasado feliz, Helios, el dios sol, vivía contento y alegre con su hermosa hija. Brillaba y alumbraba constantemente, alegrando y facilitando la vida de los pobres mortales. Pero ¡ay! Un día, Hades, el dios oscuro de las profundidades de la tierra la vio y se enamoró de ella. En vano se la pidió en matrimonio a su padre; este se negó una y otra vez a concedérsela. Ni corto ni perezoso, Hades la rapta y la lleva consigo a su morada, donde no alcanzan los rayos del Sol. Inútil era para este buscarla; sus rayos no alcanzaban a verla. Ida la tristeza de su vida, su vida se iba apagando, y con ella su luz y su calor. Los mortales inocentes, padecían su pesar, y se morían de hambre y frío, sin que los dorados rayos del sol hicieran crecer las cosechas, y calentaran sus moradas. Imploraron a Zeus con generosos sacrificios, el dios supremo, y éste envió al mensajero Hermes en búsqueda de una explicación a este suceso. Descubrió éste con su habitual perspicacia y habilidad la causa de la lenta agonía del Sol, y también la traidora acción de Hades. Reunió Zeus a ambos y les pidió una solución para evitar que desapareciera la raza mortal. El Solo quería su hija de vuelta con él; y Hades no estaba dispuesto a entregar a su esposa”. Por tanto estableció Zeus el dios supremo que a partes iguales habrían de repartírsela los dos. La mitad del año viviría con uno, y la mitad con el otro. Es por eso por lo que el Sol brilla más y despliega su alegría más alto por el firmamento cuando le acompaña su hermosa hija; y menos brilla y menos deseos tiene de elevarse a ver el mundo desde lo alto cuando la tristeza le amarga y en vano desea la vuelta de su hija y le quedan años de larga espera. Es por eso por lo que se suceden las estaciones, y los humanos tienen que trabajar duro en la fértil primavera y el cálido verano para sobrevivir a los rigores del triste otoño y el frío y cruel invierno, agudizando su ingenio y su laboriosidad para la mayor gloria de Zeus y de los dioses”. Vemos, pues, que con una lógica peculiar, los mitos sirven para explicar. Explican desde los fenómenos de la naturaleza, a los fenómenos sociales. Es característico de ellos que en todos aparecen los dioses, o figuras divinizadas. Estas figuras divinizadas personalizan en sus características antropológicas precisamente esos elementos o fuerzas naturales y sociales. Entonces el mito, adoptando una estructura típicamente narrativa, nos cuenta una historia humanizada que simboliza precisamente el funcionamiento y el comportamiento de todos esos elementos mediante las relaciones y sucedidos de esos personajes. Es también peculiar del mito el suceder de forma irreversible; es decir: suceder en un tiempo y un lugar indefinidos (“érase una vez”) de una vez para siempre, sin posible enmienda ni marcha atrás. Sobre esto volveremos más adelante, cuando contestemos a la Cuestión 4 de los Textos 2, 3 y 4. Pues bien ¿qué nos cuenta el mito de Prometeo, con sus peculiares características, sobre el origen del ser humano? Pues nos describe una serie de elementos que podríamos describir de la forma siguiente: en primer lugar, que frente al resto de los animales, con una clara especialización biológica de carácter adaptativo (nuestro lenguaje es científico y moderno, ya no es el del mito), el ser humano no posee ningún rasgo peculiar que le permita sobrevivir frente al resto de la naturaleza. Por lo tanto, las peculiaridades humanas residen más bien en su capacidad técnica, ejemplificada sobre todo por el poder del fuego. Y por supuesto, por su capacidad racional, su “logos”. Capacidad racional que le permite, no sólo utilizar las más diversas técnicas, sino también 2 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana emplear el lenguaje para organizarse, adquirir nociones religiosas o espirituales que le vinculan a sus creadores, y por último, adquirir la capacidad social, la capacidad de vivir junto a otros humanos estableciendo normas y valores que organicen y determinen sus relaciones. Con estas ideas daríamos por respondida la Cuestión 3. Es evidente, que la primera característica, la ausencia de especialización competitiva, el hecho de no tener ningún rasgo peculiar que permita al ser humano sobrevivir es diferente de las otras características posteriores, y no es el elemento más peculiar a la hora de distinguir al ser humano del resto de los animales. Esa primera característica es de tipo biológico o natural. Las otras características son de tipo cultural. Los animales se distinguen todos ellos unos de otros por sus características biológicas o naturales, pero el ser humano no se distingue de ellos fundamentalmente por sus características naturales, sino por la posesión peculiar de una serie de elementos culturales. Con esto daríamos por respondidas la Cuestión 4 y la Cuestión 5. Conviene retener y comprender bien el significado de estos dos conceptos, naturaleza y cultura, y el alcance de la diferencia entre lo natural y lo cultural. Ahora podemos decir que todo lo que nos rodea pertenece a alguno de estos dos mundos (“categorías” dirían los filósofos): la naturaleza o la cultura. La naturaleza vendría a ser lo que existe, se caracteriza y/o se comporta con independencia de los actos intencionales o voluntarios humanos; la cultura, todo lo demás. 1.1. EL PAPEL DEL MITO EN LA EXPLICACIÓN DEL ORIGEN DEL SER HUMANO Vamos a ver a continuación otros textos de carácter mitológico que nos ayudarán a comprender mejor el papel esencial que juegan los mitos a la hora de comprender qué son los seres humanos. Se trata de los Textos 2, 3 y 4. Como ya comentamos, el primero de ellos es un mito que proviene de la cultura maya del centro de América; el segundo es un fragmento del libro del Génesis, que forma parte del Antiguo Testamento: su origen es judío, pero también se encuentra asimilado a la cultura cristiana, y parcialmente a la cultura islámica; el tercero, por último es característico de la cultura y la civilización propia de la religión hinduista. Evidentemente, el tema que tratan es común a todos ellos y al mito que acabamos de ver: ¿cuál es el origen del ser humano? Tras su lectura crítica, conviene preguntarse de una vez si los mitos pueden ser creíbles. Es la única manera de comprender su papel histórico, y de dar respuesta a la Cuestión 1. Evidentemente las respuestas posibles son dos: o bien no son creíbles, desde nuestra perspectiva, o bien sí lo son, en su contexto histórico. Vamos a analizarlas y comprobar que no son contradictorias. Efectivamente, para nosotros no son creíbles, porque los vemos como invenciones fantásticas que no resisten la comprobación con los hechos observables, y además contradictorios entre sí, puesto que dan explicaciones diferentes para una misma pregunta. Pero precisamente esa es la perspectiva moderna, la perspectiva racional científica. Para quien carece de esa perspectiva son perfectamente creíbles, puesto que tienen lógica interna y logran explicar algo. Al escuchar el mito del Sol y su hija todos comprendisteis que ese mito explicaba la sucesión de las estaciones y la necesidad del trabajo humano; las personas que escuchaban los mitos, entendían y comprendían el sentido de las cosas. Por lo tanto (y lo comentaremos con más detalle más adelante): los mitos son creíbles en estadios de la civilización históricamente anteriores al nuestro. Los mitos son la infancia de la civilización y la cultura humana. Un niño cree que los Reyes Magos pasaron por su casa a traer regalos, y no se plantea la imposibilidad de movilizar miles y miles de camellos que en una sola noche son capaces de dejar regalos en ¡millones! de hogares. Cuando deja de ser niño, pierde la ingenuidad y comprende de donde vienen los regalos, y se da cuenta de la imposibilidad de que tres personas y unos cuantos pajes puedan ser los responsables de todo eso: ¿cómo podrían tener tiempo? ¿Dónde fabrican los juguetes? ¿Por qué no me despertaba el ruido de los miles de camellos…? El mito acaba por ser superado por la perspectiva científica, pero constituye una 3 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana escalera necesaria para subir a un piso superior, aunque una vez arriba, no tengamos necesidad de bajar y podamos tirarla. Más adelante explicaremos el contexto filosófico en el que se da la superación de la forma de pensamiento mitológica. De esta forma también explicamos en buena medida la Cuestión 2: ¿Qué razones tenían para inventar estos mitos? La necesidad de saber y comprender. Estos pueblos carecían de otra forma racional de explicar y dar sentido a la peculiaridad de la existencia del ser humano. Analizándolos con más detalle, vemos que todos ellos tienen una estructura muy similar: en todos ellos los seres humanos aparecen como una creación intencional divina. Son los dioses los que deciden crearlos, animando (dando vida y alma) la materia inanimada. En todo ellos se establece un vínculo entre los humanos y los dioses. Hasta ahí, sus similitudes. ¿Sus diferencias? Que en el primer caso es el maíz, en el segundo el barro y en el tercero los trozos de un gigante (y que, como explicaremos a continuación sus motivos y sus relaciones son diferentes). De esta manera respondemos a la Cuestión 3. No obstante, no está de más la siguiente aclaración: los mitos responden al contexto cultural propio en el que son construidos. Seguro que en un mito propio de las culturas esquimales el ser humano está hecho de hielo o de algún material que allí abunde; por eso en América esta hecho de maíz. En Extremo Oriente, donde abunda el agua y la tierra despojada de vegetación, y existe una amplia tradición alfarera, el ser humano está hecho de barro. Fijémonos ahora en la Cuestión 4. ¿Qué motivos tienen los dioses para crear los seres humanos? En el mito americano, para que los sustenten y alimenten. El ser humano ha de ser sumiso a los dioses gracias a los que obtuvo su vida y su existencia, así que es lógico que los alimente. ¿Cómo? Sacrificándose para ellos. Los sacrificios humanos eran corrientes en las culturas maya y azteca, y sorprendieron e impresionaron incluso a los violentos y brutales conquistadores españoles. En el segundo, el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto se aparta del resto de la naturaleza que los humanos deben dominar con su trabajo y esfuerzo para hacer méritos de cara a ganarse el perdón divino e ir al cielo, desde que fue expulsado del paraíso por haber pecado… (estas cosas ya las sabes aunque no están en el mito). En el tercero, el ser humano aparece de forma accidental, y lo que es más importante: pierde la unidad. Distintos tipos de seres humanos aparecen de distintos fragmentos del gigante: aquí tenemos justificadas las famosas castas de la india, y porque algunas de esas castas son sacerdotales y están en contacto directo con la divinidad (los brahmanes), y otras son más sucias e impuras (los dalit, intocables o parias), deben realizar los peores trabajos y someterse a penosos ciclos de reencarnaciones. Lo peculiar de estos sucesos es que sucedieron en un tiempo y espacio indefinidos (retomamos ahora el asunto pendiente), y no tienen posible marcha atrás. Sucedieron de una vez para siempre y solo cabe resignarse. La condición y la situación social humana es la que es y no admite crítica ni enmienda, sino resignación. De esta forma, los mitos, a la vez que explican algo, justifican un orden social o unas determinadas relaciones humanas e imposibilitan su crítica. Es una pena que el pobre y humilde azteca sufra la extracción de su corazón… ¡Qué se la va a hacer, las cosas son así! ¡Claro que la vida es durísima y hay que trabajar mucho para sobrevivir de mala manera…! Pero Dios no puede hacer nada, que más quisiera, ya nos había dado toda la felicidad en el paraíso, pero con un pecado original tan gordo… No cabe crítica ni enmienda social: las cosas son como son de una vez por todas. La Cuestión 5 ya no tiene lugar en estos apuntes; con la información recibida el alumno debe tener la capacidad de redactar y elaborar una definición exhaustiva de lo que es un mito, y aprender a reconocerlos y señalar sus características peculiares. A continuación pasaremos a ver la manera en que la perspectiva mitológica se fue superando. 4 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana 1.2. LAS EXPLICACIONES FIJISTAS De la misma forma en que fue la cultura griega la que desarrolló una mitología más rica, compleja y desarrollada, fue también la cultura y la civilización griega la que sintió por primera vez la necesidad de superar esa perspectiva y establecer una forma de explicación y comprensión del mundo radicalmente diferente. Este acontecimiento cultural histórico se denomina “el paso del mito al logos”, o en un lenguaje más actual, el paso del pensamiento mitológico al pensamiento lógico, científico y racional (aunque, como ya sabemos, los mitos tienen su forma propia y original de racionalidad). La cuestión de la perspectiva científica ya apareció páginas atrás y llega el momento de desarrollarla. Una serie de “amantes del conocimiento”, es decir filósofos (porque eso es lo que significa este término de origen griego), desde el siglo VI A. de C. y en las costas del Mar Jónico que hoy en día pertenecen a Turquía, comenzaron a plantearse sistemáticamente la crítica y la superación de la forma de pensar mitológica. No obstante, no vamos a ver en detalle el porqué de este proceso ni su evolución, por ser materia de la Historia de la Filosofía de 2º de Bachillerato: nos limitaremos a mencionar su aspecto fundamental: que estos filósofos jónicos empezaron a plantear lo que ya hemos comentado anteriormente; que los mitos no son creíbles, son contradictorios, son imaginarios, no hay garantías de que las cosas sucedieran así, no se pueden comprobar, son diferentes para cada cultura, impiden el cambio y el progreso social… En este momento, y con esta actitud, los filósofos jónicos o jonios inauguran la perspectiva racional, científica, crítica y filosófica moderna, de la que nosotros somos herederos. Ya en el siglo IV, situado ya en plenamente en esta perspectiva filosófica y científica, uno de los filósofos más importantes de todos los tiempos, Aristóteles (384-322), y en Atenas, desarrolló la primera teoría científica sobre el origen y el lugar del ser humano en el universo: la teoría fijista griega. Aristóteles argumenta de la forma siguiente: desde el punto de vista lógico, de la nada, nada puede salir. Las cosas aparecen a partir de otras cosas. Las cosas se transforman unas en otras, pero nada sale de la nada y nada puede volver a la nada. Por lo tanto, la idea de una creación es absurda; nada puede ser creado si no existe anteriormente. Además, sostener que el ser humano fue creado por los dioses, complica el problema, porque entonces, ¿quién creó a los dioses? ¿Otros dioses? ¿Y a éstos? Tendríamos infinitas causas, que no explican nada. Y si decimos que a los dioses no los creó nadie, estamos en las mismas, porque si algo puede existir sin que nadie lo hubiera creado, ¿qué necesidad tenemos de buscar creadores para los seres humanos? La única solución posible para Aristóteles era que todas las especies y el cosmos en su conjunto fuera eterno y existiera desde siempre. El cosmos y las especies de seres vivos, son, pues, infinitas en el tiempo; carece de sentido preguntar de dónde salen. Segunda cuestión: ¿Cómo eran antes? Y Aristóteles razona por observación: ¿cómo eran antes las personas? ¿Y los perros, los gatos o las truchas; o los robles y las encinas? Tal y como son ahora; nadie ha visto, ha escrito o recuerda que alguna vez hayan sido distintas. Por lo tanto, las especies son fijas e inmutables y no están ni han estado nunca sometidas a cambio alguno ni evolución; son eternamente idénticas a sí mismas, tal y como hoy las vemos. De ahí el nombre para su teoría de teoría fijista o fixista, como se escribe algunas veces, latinizando la expresión. (¿Qué pasa entonces con los fósiles? Contestaremos a esta cuestión al final de este subapartado). El ser humano, por lo tanto, es una especie viva más, un animal más, pero con la peculiaridad de poseer logos (lenguaje, razón o entendimiento). Es por ello por lo que es un zoon politikón, un animal capaz de vivir en polis, en sociedad. Ese es el nombre científico con el que Aristóteles nos bautizó en la clasificación de los seres vivos. Un discípulo sueco de Aristóteles muy posterior, al filo de la Ilustración, llamado Linneo, diseño el sistema moderno de nomenclatura científica de los animales en el que nos correponde el nombre de Homo Sapiens Sapiens. Aunque incorrecto (las especies no son fijas, evolucionan), el punto de vista aristotélico es plenamente científico: en primer lugar, no emplea dioses ni figuras divinizadas, sino términos 5 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana concretos de carácter abstracto; no explica lo natural acudiendo a lo sobrenatural, sino acudiendo a causas y efectos naturales, intentando apoyarse siempre en la comprobación y la observación experimental, y utilizando una estructura argumental de carácter lógico, estableciendo premisas y conclusiones, y razonando paso a paso. Y en segundo lugar: con una actitud que muestra que hay que ir hacia la verdad poco a poco, paso a paso, argumentando y razonando, y que la verdad y el conocimiento no está dado de una vez por los dioses, sino que es construido poco a poco por los seres humanos. Por eso, aunque su teoría sea incorrecta, eso no es problemático, puesto que admite la crítica racional, y que los que vengan detrás analicen sus pruebas y argumentos, descubran en que se pudo equivoca y mejoren y corrijan sus teorías (que será el asunto de los fósiles, fundamentalmente). La cultura clásica griega, de la que Aristóteles forma parte, se extendió por buena parte del mundo conocido entonces, y fue asimilada por el Imperio Romano. De esta manera, Aristóteles y las ideas fijistas se fueron imponiendo entre todas las personas mínimamente cultas e ilustradas de su tiempo. Sin embargo, dando inicio al siglo I, un fenómeno histórico y cultural radicalmente nuevo cambia el mapa cultural de la sociedad de su época. Se trata de la aparición del cristianismo, religión con una ideología propia y peculiar, opuesta en buena medida al pensamiento griego, y que se extiende rápidamente por todas las clases sociales alrededor del Mediterráneo (de hecho, se convierte en la religión oficial del Imperio Romano en el siglo IV). La ideología cristiana se fusiona y se mezcla con la cultura griega y romana, y nuestra civilización actual es en buena medida mezcla de esa fusión. El cristianismo tiene una visión propia sobre el origen del ser humano y su relación con el resto del universo, y esa visión se fusiona parcialmente con la visión griega aristotélica, de la forma que explicaremos a continuación. La teoría cristiana se denomina “fijismo creacionista” o “creacionismo”, sin más: El cristianismo comienza por coincidir con Aristóteles que las especies son fijas e inmutables, aunque por motivos diversos a los suyos: porque un libro sagrado (la Biblia, dentro de ella el Antiguo Testamento, y dentro de éste, el Génesis), dictado por Dios, cuenta como éste creo el mundo, y en esta creación aparecen seres vivos exactamente iguales a los que hoy en día conocemos. Por lo tanto las especies son fijas e inmutables, y no están sometidas a cambio alguno. A partir de aquí, comienzan las diferencias: en primer lugar, se vuelve a la idea de que las especies y el universo no son eternos, sino que tienen un origen en el tiempo; previamente a este origen, no existían. Este origen se sitúa en la creación divina, con lo que también volvemos a la idea de creación a partir de la nada. Y por último, el ser humano recupera un vínculo directo con Dios, a cuya imagen y semejanza fue creado, con un fragmento de alma inmortal dentro de él, que le separa y opone al resto de la naturaleza animal, que carece de este vínculo. Desde el punto de vista de la historia de las ideas, el cristianismo es un paso atrás con respecto al pensamiento griego, más racional y científico. El fijismo creacionista cristiano no tiene otro argumento frente el fijismo griego que el de la fe. Es preciso creer ciegamente en lo que dice un libro que fue dictado directamente por Dios. Esta actitud era un disparate a los ojos de las personas cultivadas, pero todas las clases populares del mundo romano adoptaron este punto de vista con facilidad, porque aunque irracional, el cristianismo primitivo tenía una actitud comprensiva y piadosa para los pobres y miserables (que eran prácticamente todos; estamos hablando de una sociedad esclavista). Todos, sin distinción de clases, podrían vivir una vida feliz en el paraíso futuro si amaban a Dios y se comportaban con bondad, y por eso el cristianismo fue adoptado masivamente como religión. Volvamos ahora al papel de los fósiles. Los fósiles, restos petrificados de la estructura ósea de los animales, nos muestran la existencia de animales desaparecidos y que hoy en día ya no vemos. ¿Cómo los podemos hacer compatibles con los puntos de vista fijistas? Para el fijismo griego, de la manera siguiente: en la eternidad del tiempo, algunas especies han desaparecido. Las que quedan siguen siendo exactamente iguales a como han sido desde siempre. Los fósiles tan sólo nos muestran que algunas se quedaron por el camino. 6 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana Para el fijismo creacionista cristiano, en principio, no hay que dar ninguna explicación; se cree por fe y punto. La palabra de Dios no admite dudas ni cuestionamientos. Pero los fósiles no se limitan a estar ahí, en el suelo y entre las rocas. Los fósiles muestran parecidos de familia, muestran parentescos, muestran secuencias relacionadas. En otras palabras, los fósiles de especies desaparecidos muestran parecidos sospechosísimos con las especies actuales, como abuelos, padres e hijos… En palabras modernas: muestran líneas y árboles evolutivos. Esta claro que los puntos de vista fijistas, sean griegos o sean cristianos, no se pueden sostener, puesto que son incompatibles con los hechos que se pueden observar en la naturaleza. Pero no fueron los hechos los que nos obligaron a reformar las teorías, sino las teorías las que nos obligaron a ver los hechos –los fósiles, en este caso, bajo otra perspectiva diferente-. Veremos a continuación la pequeña historia de las teorías evolucionistas. APARTADO 2: LAS TEORÍAS EVOLUCIONISTAS SOBRE EL ORIGEN DEL SER HUMANO Ahora bien, adoptar este punto de vista, el de que los fósiles demuestran que las especies de seres vivos no son fijas, sino que cambian y evolucionan a partir de otras, es adoptar de nuevo un punto de vista racional, y admitir que los argumentos, las razones y los hechos valen más que lo que digan una serie de curas que afirman que están en contacto con Dios. Admitir eso es recuperar el punto de vista científico y filosófico y superar de nuevo la perspectiva mitológica. La humanidad nunca se acaba de librar del todo de las barreras mentales del pensamiento mitológico, la superstición o la religión, pero ese proceso comenzó con la Edad Moderna, en el Renacimiento, y se consolidó en el Siglo de la Razón o Siglo de las Luces: la Ilustración, en el siglo XVIII. Por eso las primeras teorías científicas de tipo ilustrado aparecen en ese siglo (y acaban por triunfar en el siglo XIX), porque es el siglo XVIII en el que por motivos históricos que ya conocéis, el poder de la iglesia se debilita y los seres humanos pueden volver a pensar con cierta independencia sin miedo a que los quemen en la hoguera. La pregunta a la que toca contestar ahora es la siguiente: ¿por qué las iglesias se oponen a la verdad científica? Se trata de una constante histórica, y la encontramos tanto en los tiempos de Galileo (encarcelado, castigado y amenazado por decir que la Tierra se movía en torno al Sol) como en el presente (intentos sistemáticos de impedir el uso del preservativo en el Tercer Mundo – y en el primero- para prevenir el Sida y los embarazos no deseados). Con respecto a la teoría de la evolución, la respuesta es sencilla: la visión y concepción filosófica del ser humano que implica la teoría de la evolución es radicalmente diferente de la que implica el cristianismo. Veamos este asunto con más detalle. La visión que tiene sobre el ser humano el cristianismo es la siguiente (la visión antropológica, sería el término filosófico adecuado): el ser humano es un ser que tiene un sentido, un propósito y un destino. Es un ser de origen sobrenatural, vinculado directamente a Dios que lo crea a su imagen y semejanza. Su existencia es fundamental para el conjunto de la naturaleza; su existencia es necesaria, porque sin él no se concibe para qué existe el universo. Es un ser subordinado y dependiente, con obligaciones respecto a su creador. A cambio de ello, su vida no es una vida animal, puesto que además de un cuerpo natural, tiene un alma inmortal y eterna. En esta alma inmortal y eterna, destinada a Dios, descansa el sentido y el valor de su vida. Porque el sentido y el valor de la vida humana no es inmanente, sino trascendente (recuerda la explicación en clase de estos términos), no está aquí ni ahora, sino más allá, en un futuro tras la muerte física y biológica. Todo el universo y todo lo que le rodea tiene un sentido claro: es el escenario diseñado por Dios para que el ser humano, usando su libertad, juegue la partida de su salvación o su condenación. La visión antropológica de la filosofía griega, por el contrario, es inmanente. En general, los filósofos griegos no creen en el alma y su inmortalidad, sino que piensan en ella como una 7 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana fuerza y un aliento de carácter psicológico. Por lo tanto, la vida genuinamente humana es la que se desenvuelve en el mundo presente, buscando la eudaimonía o felicidad a partir del uso del logos o razón que nos hace genuinamente humanos. Y lo razonable es buscar esa felicidad a partir de la belleza estética, de los bienes materiales, de los placeres del cuerpo, de la reflexión, de la búsqueda del conocimiento, de la mejor comprensión del mundo que nos rodea, de la amistad… Sobre estas cuestiones las distintas escuelas filosóficas griegas mantienen distintos puntos de vista; los epicúreos, por ejemplo, hacen más hincapié en los placeres sensibles que los aristotélicos (son más hedonistas, diríamos nosotros). En cambio, la visión antropológica de la teoría de la evolución es la siguiente: el ser humano no se encuentra separado del resto de la naturaleza. Es un ser biológico más, con sus peculiaridades (el ciempiés tiene muchos pies, y el Homo Sapiens, mucho cerebro), pero con un origen puramente natural. Su aparición se puede explicar científicamente paso por paso, y es un resultado más de un proceso evolutivo que en buena medida es aleatorio, azaroso y fruto de la casualidad. Existe tal y como lo conocemos, pero podría no existir. No es preciso sostener la existencia de ningún dios para explicar porque está aquí. No tiene cuerpo y alma, sino un cuerpo con unas funciones cerebrales muy sofisticadas (que descansan en la estructura y conexión de sus neuronas). Muerto el cuerpo, muere el ser que vive dentro; el destino humano es inmanente y se encuentra aquí y ahora, porque no hay nada más allá de la muerte, y el universo no es el escenario escatológico de su lucha por ningún paraíso. Ningún Dios lo crea, y todo lo que haga, bueno o malo, de él depende y él será quien lo valore. No es ninguna excepción de la naturaleza, y en ningún sentido es un ser extraordinario. Evidentemente, el cristianismo, católico o protestante, no puede tolerar que una teoría así se investigue o se difunda, porque eso debilita el control ideológico y mental sobre los seres humanos, asustándolos con el pecado y el infierno, y premiando las conductas que le interesan con el paraíso y la vida eterna. Pero si nada de eso existe, o por lo menos, no es una verdad incuestionable, ¿por qué han de ser los sacerdotes los guías de la conducta humana? Desde este momento no está claro cuál ha de ser la conducta humana ni su sentido, así que nadie puede intentar establecer estas cuestiones por la fuerza. (Ampliando un poco más estas cuestiones, podemos decir que lo que se debilita cada vez más es el antropocentrismo. El antropocentrismo es la idea de que el ser humano es el centro de todo el universo, lo más importante y fundamental, el ser en función del cual existen todas las cosas. El antropocentrismo, históricamente se ha visto enormemente debilitado por tres teorías científicas. En primer lugar (siglo XVI), por la teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico: la casa del ser humano, la Tierra, no ocupa ningún lugar central ni preponderante en el universo. El ser humano vive en un planeta cualquiera de un sistema solar cualquiera, en una esquina del universo. En segundo lugar, la teoría de la evolución (segunda mitad del siglo XIX), como ya hemos explicado: el ser humano no ocupa ningún lugar central en la creación, porque no hubo nunca tal cosa. Es un animal más en la naturaleza. Y en tercer lugar, la teoría psicológica de Sigmund Freud, la llamada teoría del inconsciente, o el psicoanálisis (finales del siglo XIX): el ser humano no posee ni siquiera el privilegio de ser el único animal racional, porque buena parte de lo que los humanos pensamos que son comportamientos conscientes y libres, en buena medida se encuentran determinados por nuestros instintos inconscientes.) 2.1. EVOLUCIONISMOS PIONEROS: ANAXIMANDRO, LAMARCK Y DARWIN Aunque la historia cultural de la humanidad haya sido fundamentalmente fijista, es curioso descubrir que un filósofo jónico anterior a Aristóteles, ya se había planteado la hipótesis de la evolución humana. Se trata de Anaximandro de Mileto (tercio central del siglo VI A.C.), y son muy pocos los fragmentos que se conservan de él. Entre ellos, los que llevan el nombre de Texto 5. 8 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana ¿Qué es interesante comentar de dichos fragmentos? En principio, que lo que en ellos aparece es, según hoy en día sabemos, falso. Pero no es esto lo que nos interesa, sino que en primer lugar, apreciamos que Anaximandro tiene ya una perspectiva claramente científica y racional y en absoluto mitológica. Sin emplear dioses, y utilizando la observación y la lógica, trata de conocer cuál es el origen del ser humano. Su explicación es plenamente naturalista, y razona de forma excelente cuando en el segundo fragmento anticipa la idea de la competencia entre las especies y de la lucha por la existencia. Como él dice, el ser humano no pudo ser siempre como lo conocemos hoy en día, porque no habría podido sobrevivir en competencia –luchando por la existencia- con las otras especies, que adquieren su madurez orgánica antes que él y se encuentran antes en condiciones de defenderse. El resto de lo que comenta nos parece fantástico, pero al menos refleja el intento de observar el comportamiento de otras especies animales y deducir a partir de ello como podría haber sido el proceso evolutivo humano. En cualquier caso, mencionamos a Anaximandro como una curiosidad histórica, porque fue totalmente oscurecido por el éxito y la influencia de Aristóteles y no tuvo nada que ver con el desarrollo de las ideas evolutivas modernas. Es con Jean Baptiste de Lamarck (1744-1829) con quien se abre paso el evolucionismo moderno en el siglo XVIII. La primera cuestión que plantea es que la evolución es un hecho biológico necesario, y la única manera de comprender como pueden existir tantas especies diferentes con tantos rasgos tan variados. Y la evolución se da necesariamente como una respuesta de los seres vivos a los cambios continuos en el ecosistema que les fuerzan necesariamente a cambiar y modificar sus rasgos y características si es que quieren sobrevivir. Hasta aquí sabemos que lo que plantea es correcto. También acierta plenamente cuando se plantea claramente la idea de establecer un mecanismo que explique el cambio evolutivo, o dicho en otras palabras, un mecanismo que establezca cómo pueden aparecer los rasgos nuevos, y cómo pueden aparecer especies nuevas sumando rasgos diferenciales y poco. Sin un mecanismo evolutivo, la idea de la evolución pierde toda su fuerza. Sin embargo, se equivoca a la hora de determinar el mecanismo. El mecanismo evolutivo lo constituyen las llamadas leyes de Lamarck. La primera ley es aparentemente verdadera (el uso continuado de los órganos los fortalece, agranda y/o desarrolla), pero si se examina con más cuidado, se aprecia que sólo puede ser cierta en el caso de los músculos. La segunda ley (los caracteres adquiridos en vida por los progenitores son transmitidos a la descendencia) es rotundamente falsa: ninguna característica biológica adquirida en vida puede ser transmitida a los hijos por herencia; sólo las que se poseen de forma innata. No obstante, las leyes lamarckistas, aplicadas al ser humano, podrían ayudar a entender su ascendencia evolutiva. ¿De dónde podría haber salido la especie humana? Pues ante el cambio climático y la desaparición de las selvas que eran su hábitat natural, algún tipo de mono primitivo se enderezó para poder caminar por las praderas que iban apareciendo, etc. Pues bien: Lamarck, deliberadamente, mantuvo al ser humano al margen del esquema evolutivo que aplicó al resto de los seres vivos, y atribuyó directamente sus características a la creación divina. Pero el hecho de la evolución de las especies ya se plantea abiertamente. Igualmente es curioso reconocer que las explicaciones de tipo popular acerca de la evolución humana, son de tipo lamarckista, como se desprende de lo que acabamos de mencionar hace unas pocas líneas: “el ser humano desciende del mono, de un tipo de mono que bajó de los árboles y se puso de pie…” ¿A qué se debe esto? Al hecho de que Lamarck mantiene una concepción teleológica de la evolución, es decir, la idea de que la evolución responde a una finalidad, un propósito, una intención… y que por lo tanto tiene un sentido, y se puede sostener que hay algún director y planificador de esta evolución (¿Dios?). Cuando hablemos del neodarwinismo veremos que ni siquiera podemos afirmar eso: la evolución carece de sentido y dirección, y eso afecta a la visión que podamos tener del ser humano como especie. 9 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana Por obra de Lamarck y de otros evolucionistas posteriores como un abuelo de Charles Darwin, Erasmus Darwin, o contemporáneos suyos como Alfred Russell Wallace o Herbert Spencer, hacia la mitad del siglo XIX la teoría de la evolución de las especies no era considerada una rareza ni un disparate, sino una hipótesis que podía ser tomada en consideración. Es en 1859, cuando Darwin (1809-1882) publica El origen de las especies, unos de los libros científicos más influyentes en la historia cultural humana, el momento en que la evolución comienza a poner las bases para imponerse en el campo científico. El planteamiento inicial de Darwin es muy similar al de Lamarck,: la evolución de las especies es un hecho en la naturaleza, un hecho consecuencia de una serie de fenómenos del que los seres vivos no pueden escapar. En primer lugar, de la superpoblación. Darwin conocía una obra política y sociológica de un estudioso escocés, Robert Malthus, el Ensayo sobre la población. En ella se defendía la idea de que la población humana tenía la capacidad de crecer de forma exponencial o geométrica, y la producción de alimentos, de manera aritmética. Si no se ponen límites a la fertilidad humana, la mortalidad de la población y la incapacidad del planeta para mantener a tanta gente es la única consecuencia posible. Darwin aplicó este esquema a todos los seres vivos; todos ellos sin excepción tienden a producir más descendientes de los que pueden sobrevivir. Una pareja de una especie cualquiera podría llenar de descendientes la Tierra; sin embargo no lo hace porque la superpoblación entraña la mortalidad forzosa de la mayoría de los seres. La superpoblación lleva a la lucha por la existencia. Si a ello añadimos que no todos los miembros de una especie son exactamente iguales en cuanto a sus funciones y sus capacidades, sino que entre ellos hay pequeñas diferencias (variabilidad) que, en circunstancias determinadas les pueden ayudar a sobrevivir, no hay otra conclusión posible que la de que sólo los seres que porten esos rasgos más adaptativos pueden sobrevivir, y transmitir por herencia esos caracteres a la descendencia. Los seres que no posean esos rasgos no podrán sobrevivir ni tener descendientes, por lo que sus rasgos diferenciales, que son diferentes, irán desapareciendo con ellos. (Ojo: esos caracteres que permiten la supervivencia no los han adquirido en vida fruto de una intención y un propósito deliberados – teleologismo: la jirafa “estira el cuello”, como sostenía Lamarck; sino que ya nacen con ellos, de forma aleatoria y casual). Darwin creía que con el tiempo suficiente, la especie inicial va modificando sus rasgos, y con el tiempo suficiente, puede dar lugar a una especie nueva (especiación). En esto consiste el mecanismo evolutivo, la llamada selección natural, como una respuesta a las presiones continuas e incesantes del medio ambiente. 2.2. EL NEODARWINISMO Y LA GENÉTICA MOLECULAR Había sin embargo, dos cosas que Darwin no fue capaz de explicar, y para dar respuesta a las cuales tendremos que esperar hasta el siglo XX. En primer lugar: ¿Dónde reside la capacidad de los seres naturales para producir una casi infinita variedad de formas y caracteres? Es decir, ¿dónde reside la variabilidad? Y en segundo lugar: ¿Cómo funciona la herencia? ¿Cómo es posible que, en general, los rasgos se transmitan a la descendencia, pero que, a pesar de todo, esta mantenga intacta su variabilidad? La respuesta y la solución a todas las dos cuestiones anteriores la tenemos en el Texto 6, que en realidad es un resumen de la teoría neodarwinista de la evolución, o teoría sintética de la evolución. Esta teoría, en realidad, no es más que la aplicación de los conocimientos adquiridos a lo largo del siglo XX sobre la existencia y el funcionamiento de los genes, a la selección natural darviniana. Se trata de encajar todos los nuevos conocimientos de genética en el marco general del pensamiento de Darwin, solucionando los asuntos que éste dejó sin respuesta. Vamos en primer lugar con la herencia. A finales del siglo XX, un monje austríaco, Gregor Mendel (1822-1844), experimentando con arbejos, descubrió que los rasgos de éstos (color, tipo de piel) dependían de unos elementos que denominó genes, y que era la combinación 10 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana de ellos en la reproducción la responsable de las características que adquirían los descendientes. Ahora ya sabemos de qué dependen los rasgos que permiten el éxito: de los genes que los determinan. Y también sabemos por qué los descendientes tienden a parecerse a sus padres y conservar sus rasgos exitosos: porque llevan los genes de sus antecesores. ¿Y cómo es posible que, pese a todo, se conserve siempre la variabilidad, y la posibilidad de que los genes provoquen nuevas adaptaciones? A causa de varios mecanismos que sólo vamos a comentar (pues ésta no es una clase de biología), y que ya no fueron descubiertos únicamente por Mendel sino a lo largo del siglo XX: la recombinación (el nuevo ser lleva genes mezclados aleatoriamente del padre y de la madre, en los casos de reproducción sexual), las mutaciones al azar (un gen se transforma de forma absolutamente casual; normalmente es perjudicial pero nunca se sabe…); los errores en la copia (el ARN copia el ADN para que la célula trabaje con él, y en la copia siempre hay errores: nuevos genes o genes diferentes). Con estos asuntos ya entramos dentro del campo de la genética molecular o de la bioquímica, y basta por tanto con comentarlo. (Un resumen de todas estas ideas Darvinistas y neodarwinistas lo realizaremos en el transcurso de las clases, al construir un esquema sintético de todas estas cuestiones, con ejemplos concretos -como el de la población de los osos en América del Norte, o algún otro comentado en clase, como la distribución del color de la piel de la población humana desde el trópico hasta los polos-, basándonos en el Texto 6). Volviendo ahora a la perspectiva filosófica, ¿cuál es la visión antropológica que implica el neodarwinismo? O para ser más exactos, ¿en qué sentido cambian las nuevas ideas de la genética la concepción acerca de lo que es un ser humano? Hay que realizar antes una pequeña distinción. Como ya dijimos, Mendel descubrió que existían unos paquetes llamados genes responsables de las características de los seres vivos, pero en realidad no sabía lo que eran. Watson y Crick, dos científicos estadounidenses, descubrieron en 1953 la famosa estructura en doble hélice del ADN. Como igualmente dijimos, esta asignatura no es biología, y no nos interesa saber la estructura y el funcionamiento bioquímico de todo este asunto. Lo importante es que el descubrimiento de Watson y Crick abre camino a la comprensión de cómo se fabrica un cuerpo, un organismo o materia viva a partir de unas estructuras químicas determinadas (los genes) y siguiendo unas transformaciones químicas determinadas. Y abre paso a la idea de que puede ser posible fabricar o modificar materia viva trabajando con su materia prima, los genes (en esto consiste la ingeniería genética). Además, deja traslucir la sospecha de que si el soporte del comportamiento de un animal es su cuerpo orgánico, que se fabrica con genes, también los genes pueden ser los responsables de la conducta social y psicológica de los animales, y por lo tanto, del ser humano. Desde este momento, el ser humano pierde los últimos restos de excepcionalidad y misterio que le acompañaban. Su origen es puramente natural. En primer lugar, el ser humano carece total y absolutamente de originalidad. No es más que una máquina. Una complejísima maquinaria biológica, cuyas instrucciones de montaje y de funcionamiento vienen escritas en un manual de instrucciones: su código genético. No se diferencia de cualquier otro ser vivo más que en el hecho de ser una máquina con más piezas en algunas partes de su estructura y de funcionamiento en algunos sentidos más complejo. En segundo lugar, la libertad que el ser humano se supone a sí mismo se encuentra gravemente amenazada, porque en realidad no es más que una suposición. Creemos que nuestra conducta es libre, pero en realidad se encuentra determinada por las características de funcionamiento de nuestro organismo, que a su vez determinan nuestra conducta. El neodarwinismo y la genética abren paso a una visión determinista del ser humano. Y en tercer lugar, se rompen las barreras entre naturaleza y cultura. Toda la naturaleza (y el ser humano también, puesto que forma parte de ella) puede pasar a ser un elemento cultural, un elemento artificial creado por las tecnologías adecuadas. El ser humano, mediante el control de las técnicas adecuadas de ingeniería genética puede alterar y construir tipos de frutas o virus, pero también el propio cuerpo humano y quizá también su comportamiento y personalidad. Podemos fabricar niños altos o bajos, hombres o mujeres, rubios o morenos; podemos repetir (clonar) 11 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana ejemplares que nos gusten las veces que queramos, etc. ¿Dónde podemos entonces situar los seres humanos nuestra identidad, nuestra personalidad individual, nuestro yo…? Si tuviéramos que resumir todas estas ideas en una sola expresión, deberíamos decir que a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, el Dios tradicional ha sido definitivamente desterrado del origen y la esencia humana; y ha sido sustituido por una nueva divinidad: el código genético. También es justo reconocer que muchas de las potencialidades de la ingeniería genética están muy lejos de poder alcanzarse, si es que acaso es posible alcanzar alguna vez todo lo que aquí se ha planteado. APARTADO 3: HOMINIZACIÓN Y HUMANIZACIÓN Una vez conocidos los mecanismos evolutivos responsables del origen del ser humano, así como sus consecuencias ideológicas, vamos a contar su historia natural, o su historia evolutiva. Vamos a ir viendo en concreto cómo y de qué organismos anteriores aparecieron los animales humanos, así como sus características peculiares, y no sólo en el plano biológico y natural, sino también en el cultural, recogiendo nuevamente la distinción que aparecía en el mito de Prometeo. Las distintas especies de homínidos (reconstrucción aproximada) No obstante, veamos antes un pequeño cuadro como materia de reflexión: MILLONES DE AÑOS HISTORIA DE LATIERRA: ACONTECIMIENTOS AÑO SOLAR - 4.600 Formación de la tierra 1 de enero - 3.800 Formación de las rocas más antiguas 5 de marzo - 3.600 - 2.000 - 650 - 590 - 440 - 400 “Fósiles” más antiguos: algas Cantidades significativas de O Vida pluricelular en los océanos Comienzo del registro fósil Vida en tierra firme Abundancia de peces-vertebrados 22 de marzo 26 de julio 10 de nov. 14 de nov. 25 de nov. 29 de nov. - 250 Aparición de los dinosaurios 12 de dic. - 65 Extinción de los dinosaurios 26 de dic. -4 - 100.000 años - 5000 años Primeros homínidos Primeros homo sapiens sapiens Historia escrita 31 dic.; 7:30 23:49 23:59:34 12 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana Veamos también una serie de datos básicos sobre todos nuestros antepasados homínidos: Australopithecus Afarensis: 4 - 3 millones de años. 400 cm3. SSE África. Australopithecus Africanus Gracilis: 3 - 2 millones de años. 450 cm3. SSE África. Homo Habilis: 2 - 1´5 millones de años. 650 - 800 cm3. SSE África. Homo Erectus: 1´5 millones de años – 300.000 años. 900 – 1100 cm3. África, Asia y Europa. Homo Sapiens Neandertalis: 300.000 – 35.000 años. 1300 – 1500 cm3. Europa, Extremo Oriente. África y Asia: Homo Sapiens Arcaicus. Homo Sapiens Sapiens: ¿75.000? 40.000 años. África y Asia primero; Europa después. Australopithecus Africanus Robustus: ¿2´5 – 1´5 millones de años? SSE África. Australopithecus Africanus Boisei: ¿2´5 – 1´5 millones de años? SSE África. Veamos igualmente las distintas hipótesis evolutivas: HIPÓTESIS DE DONALD JOHANSON AUSTRALOPITHECUS AFARENSIS AUSTRALOPITHECUS AFRICANUS GRACILIS AUSTRALOPITHECUS AFRICANUS ROBUSTUS AUSTRALOPITHECUS AFRICANUS BOISEI HOMO HABILIS, HOMO ERECTUS HOMO SAPIENS HIPÓTESIS DE RICHARD LEAKEY ANTEPASADO DESCONOCIDO HOMO HABILIS ARCAICOS HOMO HABILIS, HOMO ERECTUS HOMO SAPIENS 13 TODOS LOS AUSTRALOPITHECUS Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana HIPÓTESIS DEL JARDÍN DEL EDÉN HOMO ERECTUS EN ÁFRICA HOMO SAPIENS NEANDERTALIS EN EUROPA HOMO SAPIENS ARCAICUS EN ÁFRICA HOMO SAPIENS SAPIENS EN ÁFRICA HOMO SAPIENS SAPIENS EN EL RESTO DEL MUNDO 3.1. LA EVOLUCIÓN DE LOS HOMÍNIDOS NOTA: Los árboles anteriores muestran los esquemas evolutivos más habituales sobre el origen del ser humano. El último de ellos se refiere a la aparición concreta del Homo Sapiens Sapiens y el papel que juega en ello el Homo Sapiens Neandertalis. Por otra parte, las especies, fechas y lugares que aparecen son las clásicas en la historia de la paleo antropología. De hecho, los últimos descubrimientos, como los de Atapuerca, obligarían a introducir nuevas especies (Homo Ergaster, Homo Heidelbergensis y Homo Antecesor) y modificar fechas y lugares, si bien es cierto que, en lo sustancial, el esquema que seguiremos es correcto. Australopithecus Afarensis Suele ser considerado el primero de todos los homínidos, es decir, el antepasado de todos ellos. La cuestión de considerarlo en la clasificación taxonómica un homínido y no un hominoide proviene de una apreciación sencilla: es el primer "mono" del que sabemos con absoluta certeza que caminaba erguido (en 1976, Mary Leakey descubrió en Laetoli huellas bípedas de 3.750.000 años de antigüedad, correspondientes a pisadas Afarensis). El primer animal puramente bípedo, por lo tanto. A partir de esta adaptación biológica fundamental, se inicia el firme y decisivo proceso de hominización que nos llevará a ser lo que somos hoy en día: Homo Sapiens Sapiens y sus complejas formas culturales. Una hipótesis muy general acerca de como se inició este proceso de hominización con el Afarensis puede ser la siguiente: Por motivos climáticos (en los que no nos vamos a extender), hace 4 millones de años las selvas estaban en recesión en África, y las zonas de sabana, más despejadas, cubiertas de altas hierbas y con menos árboles, en aumento. La competencia entre los primates superiores, todos animales de un hábitat boscoso y arborícola, aumentó terriblemente. En ese momento, algunos de ellos adoptaron la locomoción bípeda ("bajaron de las ramas": no hay que interpretarlo en sentido lamarckista) y se decidieron a vivir en los bordes de la selva y de las zonas de sabana. Al caminar sobre dos patas, erguidos, podían ver mejor por encima de las hierbas de la sabana y practicar allí una vida de cazadores y recolectores. Pero hay muchas adaptaciones relacionadas: las manos libres permiten el empleo de útiles; que a su vez refuerzan la pericia como cazadores y recolectores; que a la vez estimula la necesidad de una visión más aguda y compleja; de un cerebro más refinado; de 14 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana un mecanismo de regulación de la temperatura mediante el sudor; de una dentición más omnívora; de una rebaja de la mandíbula; de la capacidad de fonación más desarrollada, para practicar un lenguaje exigido por unas formas de vida más complejas y sociales, que a la vez exigen una prolongación de la maduración y el desarrollo de las crías, y una socialización enorme entre los miembros de cualquier especie homínida... En cualquier caso, ninguno de estos factores podía aparecer aislado de los demás. Todos son mutuamente independientes y están en mutua interconexión. Pero es preciso aclarar un nuevo punto: el factor que se considere más importante en el proceso de hominización es en buena medida respuesta a los prejuicios culturales de cada época. En distintas épocas se consideró esencial para el proceso de hominización alguno de los siguientes factores: la competencia entre homínidos, el uso cada vez mayor de más armas e instrumentos para evolucionar más que los rivales y superarlos; el desarrollo de la inteligencia y el aumento de la capacidad cerebral; el empleo de útiles, la capacidad cada vez mayor de transformar la naturaleza; la agresividad y violencia innata del homínido que le permitió exterminar a sus competidores; el empleo y desarrollo de un lenguaje cada vez más complejo; la capacidad para formargrupos humanos de caza y recolección muy cooperativos y eficientes… Sobre estas cuestiones no es mucho lo que tenemos claro, pero en cualquier caso, lo que es evidente es que la hominización ha de ser un complejo proceso de interrelación y equilibrio entre todos estos factores. Australopithecus Africanus Con este homínido, evolución del anterior y enormemente similar a él, son dos los problemas que se suelen plantear. Uno de ellos ya fue mencionado anteriormente, y es el problema de la agresividad instintiva. En uno de los yacimientos de restos de Africanus más famosos, el de Makapansgaat, Dart, un famoso antropólogo, encontró muchos de los cráneos rotos y con señales de haber sido objeto de violencia (hipótesis acogida con entusiasmo por otros famosos estudiosos, como Robert Ardrey, Konrad Lorenz, y Desmond Morris). Para ellos se trataba de una prueba indudable de que los primeros homínidos eran agresivos por naturaleza y genética, y que la violencia y la destrucción mutua se encuentran asociadas a los mismos orígenes de los seres humanos. (Esta teoría, en el fondo, es una justificación de la violencia, y una negación del hecho de que la violencia tiene causas culturales -pobreza, ignorancia, etc.-, y que eliminando esas causas culturales, también ella puede ser eliminada) Bob Brain, otro famoso estudioso, demostró sin embargo que las presuntas lesiones de los cráneos se debían a la presión de las piedras colocadas en los estratos superiores del yacimiento debido a su peculiaridad geológica -en la que no vamos a entrar-, que, por así decirlo, hacían de maza o de perforador sobre los cráneos que se encontraban debajo. No había pues, evidencias de violencia y destrucción sistemáticas entre los Africanus. (Aquí vemos con claridad como las teorías y los prejuicios guían la interpretación de los hechos). Lo que sí es cierto es que entre los homínidos hay algunas pruebas de violencia y canibalismo ritual -entre los Erectus, por ejemplo-, pero en modo alguno sistemáticas y universales, como pertenecientes a una innata genética violenta. (No obstante, recientes descubrimientos de Atapuerca pueden volver a modificar nuestro análisis de estas cuestiones). La otra cuestión hace referencia a la posibilidad de que emplease útiles sistemáticamente. Aquí deberíamos realizar comparaciones con los útiles que los animales son capaces de emplear. Lo mejor es establecer analogías a partir de los estudios realizados sobre monos, especialmente con una especie de monos del Japón. Estos macacos eran capaces de fabricar esponjas masticando hojas, que luego escurrían e introducían en troncos de agua para que se empaparan de agua que luego bebían; o eran capaces de apilar cajas que estaban por el suelo y subirse a ellas para llegar a un piño de plátanos colgado del techo de una habitación, etc. Todos los primates superiores son capaces de emplear útiles en procesos no codificados genéticamente. 15 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana (Un útil sería un medio material interpuesto entre el organismo biológico que se sirve de él, y la acción o resultado a conseguir sobre el medio. Si un pájaro deja caer un huevo para romperlo y comerlo, eso no es un útil. Si en cambio, coge una piedra con el pico y la deja caer sobre él, eso sí que es un útil). El empleo de útiles en el Africanus iría por estos derroteros. Lo que no existe todavía entre ellos es su empleo universal, sistemático y organizado, que luego se transmite culturalmente de una generación a otra, y va progresando acumulativamente. Homo Habilis Entre los Habilis sí que se da ese empleo sistemático, universal y organizado de útiles artificiales. Por eso no son meros homínidos, por eso ya son animales humanos, pertenecientes a nuestro mismo género. Son los primeros animales que emplean útiles de forma universal, sistemática y organizada y que transmiten su empleo y aprendizaje, culturalmente de una generación a otra (de ahí su nombre científico; más adelante se comentarán más cosas respecto de esta cualidad humana). En el barranco de Olduvai (por eso la cultura típica del Homo Habilis se suele denominar cultura Olduvaiense), en Tanzania, se encontraron numerosos restos de útiles del Habilis -aunque existen en todos los yacimientos de Habilis-: básicamente "chopers" o rascadores de pieles para suavizarlas y pelarlas; pero también piedras para machacar, golpear animales o cortar huesos y tendones. Todos estos útiles -los más antiguos de los cuales tienen casi 2 millones de años de antigüedad- confirman una vida social y organizada relativamente compleja de cazadores y recolectores. La relativa complejidad de la vida social y el aumento de la capacidad cerebral también hizo suponer que el Homo Habilis poseía un lenguaje relativamente complejo, y quizá iniciaba la peculiaridad del lenguaje humano frente al resto de los lenguajes animales: la doble articulación. (Se trata, de todas formas, de hipótesis sin posible confirmación. En cualquier caso, volveremos a hablar en detalle de estas cuestiones más adelante). Homo Erectus El Homo Erectus es el primer homínido que, aunque evolucionando, como los anteriores, en África, se extendió desde allí por Europa y Asia (No obstante, los descubrimientos de Atapuerca nos deben hacer mostrarnos cautos en este punto. Es muy posible que una especie intermedia y antepasada de esta – el Homo Antecesor - haya poblado Europa con anterioridad). Ello se debe a una serie de innovaciones culturales (aunque, evidentemente, le corresponden mejoras biológicas como el aumento de la capacidad cerebral, etc.): La primera de esas innovaciones culturales es la utilización del fuego. La importancia cultural del fuego es amplia y múltiple. Para autores como Lévy-Strauss, es otro de los factores fundamentales de hominización, puesto que permite pasar "de lo crudo a lo cocido". Con el fuego aumenta la eficacia de la recolección, puesto que cociéndolo y ablandándolo, prácticamente todo lo que se recoge es comestible. Esto garantiza una mayor supervivencia de los grupos de cazadores recolectores, guardar comida para cocinar: es decir, organizarse y hacer previsiones y cálculos de futuro... Además refuerza los vínculos sociales y la organización del grupo, con el consiguiente desarrollo de la inteligencia y del lenguaje. Por si esto no fuera poco, el fuego sirve como fuente de calor para colonizar zonas más frías que África, como así fue, puesto que se encuentran Erectus muy al norte de Europa. Y por último, no solo mejora la eficacia de la recolección, sino también la de la caza, puesto que permite asustar a los animales y, por ejemplo llevarlos así a despeñarse por barrancos -como se aprecia en los famosos yacimientos españoles de Torralba y Ambrona-. No es extraño entonces que fuera el Erectus el primer homínido en colonizar el mundo. Otra importante innovación es la casi seguridad existente acerca de la posesión por parte de los Erectus de un lenguaje doblemente articulado. En el cerebro humano hay un área encargada de regular las funciones lingüísticas, llamada área de Broca. Las circunvoluciones cerebrales de las distintas áreas dejan marcas microscópicas en el interior de la caja craneana. Con 16 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana esta idea, los paleoantropólogos buscaron y encontraron marcas del área de Broca en el interior de cráneos de Habilis y sobre todo, mucho más grandes y claras, en el interior de los cráneos de Erectus. La importancia y volumen de estas últimas, el aumento general de la capacidad cerebral y la socialización muchísimo mayor es lo que hace pensar que el Erectus ya tenía un lenguaje específicamente humano (desarrollaremos este asunto un poco más páginas adelante). Y, por supuesto como tercera innovación, la mejoría cultural general. A los útiles de los Habilis podemos añadir el fuego, evidentemente, y también lanzas -no el arco y la flecha-, hachas de mano, bifaces, cuchillas, cinceles, yunques y martillos de piedra, taladros, posibles útiles de hueso, quizás cuencos de madera… La cultura típica del Erectus se suele llamar Acheulense, por la importancia del yacimiento francés de Saint Acheul. Homo Sapiens Neandertalis Con el Neandertalis o Neanderthalensis entramos dentro de lo que se considera la especie humana. ¿Qué es lo que añade el Neandertal a los anteriores homínidos, y que nos obliga ya a calificarlo de Homo Sapiens? El factor fundamental que nos obliga a ello, al margen de su desarrollo biológico, es el de que con el Neanderthal tenemos evidencias de una sensibilidad muy cercana a la nuestra y de una plena autoconciencia humana. Para afirmar lo anterior nos basamos en las evidencias de un descubrimiento del norte de Iracq, como fue el del famoso hombre de Shanidar. Dicho fósil fue descubierto enterrado de forma ritual, cuidadosa y respetuosa, y con el cuerpo cubierto de flores -lo que se supo por los restos de polen que le cubrían-. A partir de aquí, los antropólogos suelen desarrollar las siguientes precisiones: en primer lugar, que esto muestra una alta sensibilidad y sentido estético. Las flores son hermosas y efímeras, como la vida humana (tras un breve y bello florecer, se arrugan y secan, pierden la gracia, y mueren). Por eso son el adorno de prácticamente todos los rituales funerarios humanos: son el perfecto símbolo de nuestra vida y de nuestra muerte. Ahora bien: estas consideraciones acerca de la muerte y su sentido solo las puede hacer un animal con sentido y autoconciencia plena de su destino, que se sabe destinado a morir, y que no contempla sus congéneres muertos con indiferencia, sino con respeto, tristeza y temor. Y cuando hablamos de esta sensibilidad y autoconciencia, de esta reflexión acerca del propio destino, estamos hablando de seres humanos, sin duda alguna, de animales que saben que son ellos mismos y son conscientes de serlo. (No obstante, desarrollaremos este asunto más adelante). Hay otra cuestión que conviene aclarar. La transmisión y la evolución cultural siguen los patrones establecidos por Lamarck, que ya conoces. Es por ello por lo que cada generación conserva todas las aportaciones culturales adquiridas en vida de la generación anterior. Su transmisión no se realiza mediante genes, sino mediante la socialización, el lenguaje y el aprendizaje de una generación sobre las adquisiciones de la anterior, y así sucesivamente (los rasgos biológicos, sin embargo, y como ya sabes, se almacenan y transmiten a través de los genes, y las ganancia biológicas conseguidas en vida de un animal no se transmiten a la descendencia). ¿A qué viene esta aclaración? Pues a que desde este momento ya no iremos señalando todos los útiles y avances culturales de los homínidos -lo que correspondería más a la asignatura de Historia-. Se debe dar por sentado que se conservan y mejoran todos los anteriores, y que cada vez se es mejor cazador y recolector, y técnicamente más dotado. Tan solo hemos mencionado del Neandertal, por tanto, el avance cultural filosóficamente novedoso y significativo. Lo mismo haremos con respecto al Homo Sapiens Sapiens. Una última aclaración con respecto al Neandertalis. Encontrado básicamente en Europa, Extremo Oriente y Oeste de Asia, según algunas teorías es una particular adaptación homínida a ambientes fríos y glaciales; según otras fue justamente esto lo que acabó con él. Biológicamente es ancho, tosco y achaparrado, estructura fisiológica que permite conservar mejor el calor corporal en ambientes fríos. Se supone que era blanco -según esto los anteriores homínidos serían negros; adaptación lógica al sol y calor de la sabana-, para poder adaptarse a la sintetización de vitamina C, 17 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana para lo cual es necesaria la luz solar: en zonas boscosas, nubladas, con pocos día de insolación, el ambiente seleccionaría (al revés que en zonas cálidas), las pieles que mejor dejaban pasar la luz solar. En zonas glaciales, evidentemente, el cáncer de la piel no sería problemático ni seleccionador. (Estos asuntos ya los tomamos como ejemplos para explicar la teoría de la evolución). En África y otros lugares de la tierra, sin embargo, se prefiere hablar de otra especie o subespecie, en lugar de Neandertalis, y lo que tendríamos entonces sería el Homo Sapiens Arcaicus. Esto se debe al hecho de que no esta claro ni dónde, ni cómo, ni cuándo se dio el paso del Horno Sapiens al Homo Sapiens Sapiens. Homo Sapiens Sapiens. El hombre de Cro-Magnon Uno de los primeros fósiles de Homo Sapiens Sapiens (y por lo tanto de nuestro mismo género, especie y subespecie: un ser humano idéntico a nosotros) es el Hombre de CroMagnon, encontrado en Francia. ¿Qué aspecto filosóficamente significativo en el proceso de hominización aporta a la ya evolucionada sensibilidad y autoconciencia del Neandertalis? Pues uno de los ingredientes fundamentales de la conciencia humana: la presencia del arte. El CroMagnon y sus contemporáneos eran refinados artistas. Algunos de los mejores ejemplos del arte prehistórico, paleolítico, o arte de las cavernas se encuentran en España: Altamira, Tito Bustillo...; y sobre todo en Francia: Lascaux, Niaux, Pech-Merle... Los hermosos frescos de las cavernas de estos seres indican de forma directa varias cosas: En primer lugar, una refinadísima pericia, sentido estético, sensibilídad, sentido del gusto... El arte es propio de formas de conciencia muy elevadas y complejas. De homínidos que ya no tienen nada de primitivos. En segundo lugar, una técnica compleja y conocimientos muy amplios acerca de pigmentos, composición de las substancias vegetales, fabricación de tintes. De nuevo muestra esto formas de conciencia superiores. Y sobre todo, que esto nos indica un mundo mental de una complejidad y un simbolismo extremadamente sofisticados. ¿Con que finalidad realizaron los primeros Sapiens Sapiens estas pinturas? Ni siquiera nosotros, con nuestros gigantescos avances culturales, somos capaces de comprender estas pinturas o interpretarlas: ¿extraños rituales de caza, muestras de religiones complejas, pinturas sin otro sentido que el de decorar y entretenerse...? Otras pruebas de los extraños vericuetos de la mente de estos homínidos nos las dan las pinturas de manos humanas en las cuevas francesas de Gargas y Tibiran y la española de Maltravieso. ¡Dichas pinturas muestran mutilaciones sistemáticas y rituales de las falanges de los dedos! ¿Con que finalidad nuestros antepasados se automutilaban? Esta conducta es, desde luego, biológicamente no adaptativa, dolorosa, potencialmente infecciosa. La explicación de este fenómeno seguramente seguirá siendo un misterio para nosotros (podríamos enumerar muchísimos más extraños simbolismos del arte de las cavernas, pero con estos ejemplos ya es suficiente). Si la mente del Cro-Magnon ya era tan extraña y retorcida como la nuestra, toda la técnica del primitivo Homo Sapiens Sapiens no le va a la zaga y le convierte en un cazador cada vez más poderoso y un recolector más eficiente. El proceso de hominización quizá sea completo en este momento. Pero hace 10.000 años, el Homo Sapiens Sapiens, en ciertas zonas del Centro y del Sur de América, del Extremo Oriente, y del Sudoeste de Asia, dieron pasos decisivos hacia la civilización. Por motivos que no vamos a enumerar aquí, se produjo la llamada Revolución Neolítica, y se superó la Edad de Piedra. Apareció la ganadería y la agricultura, el sedentarismo y la vida en ciudades. (Evidentemente, no de golpe: hay indicios de domesticación de animales correspondientes incluso al Erectus, por las marcas dentales de los fósiles de caballos, que indicaban cautividad). ¿Cuál es el significado filosófico de la aparición de esta nueva forma de vida? La vida en ciudades exige orden, normas acerca de lo que se puede hacer y lo que no para organizar la convivencia. Pero esto supone establecer lo bueno y lo malo, lo que está 18 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana bien y lo que esta mal. Acordémonos del mito de Prometeo; el sentido de la justicia y de la vida moral en sociedad era el último elemento que adquirían los humanos. De esta forma, junto con el sedentarismo y la vida en ciudades aparecen por primera vez de forma sistemática y organizada nociones de justicia, derecho, ética, moral, religión (de forma asistemática e implícita, es evidente que el hombre de Cro-Magnon ya poseía referencias morales)... Y, sobre todo, la escritura, la documentación acerca del tiempo y espacio en que se vive. Pero con ello ya entraríamos dentro de la Historia en que prácticamente se mueve toda la humanidad hoy en día. Los aspectos esenciales acerca de lo que supone, biológica y culturalmente, ser un humano, ya quedan con esto totalmente tratados. En este momento, y para terminar, convendría resolver una serie de cuestiones. Hoy en día, aunque cada vez más escasamente, existen poblaciones humanas que viven en la Edad de Piedra. Por ejemplo, los primitivos habitantes de Australia entraron allí hace unos 50.000 años, aprovechando la desecación de los mares fruto del hielo acumulado en los polos por la glaciación. Al subir el mar, al terminar la glaciación, se quedaron aislados. Biológicamente, evolucionaron desde Homo Sapiens arcaicos hacia Homo Sapiens Sapiens. Culturalmente, sin embargo, no evolucionaron desde el paleolítico, sino que la civilización le fue traída por difusión, por la colonización anglosajona. Así pues, el paso hacia la civilización y la vida sedentaria no es algo esencial en el desarrollo humano: puede darse o no darse. Lo mismo podríamos decir de América: poblada un poco más tarde que Australia, aprovechando también la glaciación (el Estrecho de Bering era entonces un paso seco y terrestre), sus pobladores evolucionaron biológicamente hacia Homo Sapiens Sapiens, aunque culturalmente, por evolución interna, muchos de sus pobladores no pasaron de la Edad de Piedra -pueblos amazónicos, por ejemplo- y muchos de ellos sí dieron el paso hacia la civilización -mayas, aztecas, etc.-. Lo que sucede es que junto a la evolución cultural, la difusión también opera, y acabará por traer la civilización a todos los grupos humanos, por aislados que se encuentren. Una última aclaración: todos los seres humanos del planeta tierra pertenecen a la misma subespecie Homo Sapiens Sapiens, y poseen la misma capacidad y potencialidad biológica de desarrollo. La clasificación en razas carece de valor científico, y se trata, tan solo, de una aproximación descriptiva a los diferentes tipos humanos. Todo el patrimonio genético de la humanidad se encuentra extraordinariamente repartido, y el color de la piel, por ejemplo, apenas tiene relevancia biológica. 3.2. CARACTERÍSTICAS BIOLÓGICAS ESPECÍFICAS DEL SER HUMANO Vamos a retomar en un contexto radicalmente distinto la vieja distinción entre las características naturales y culturales que anticipaba el mito de Prometeo. ¿Cuáles son las características biológicas o fisiológicas, específicas del ser humano? ¿Cuáles son las características que hacían de él, según el viejo mito, un animal débil e indefenso, sin ninguna especialización funcional? Son las siguientes, y tras revisarlas, no podremos negar que en muchos sentidos también somos un animal peculiar, aunque no tengamos trompa o garras: Bipedismo, bipedestación: la postura del ser humano es la postura erguida. Nos desplazamos sobre las dos patas traseras con la mirada al frente, y toda la estructura de nuestra columna vertebral y nuestras caderas se encuentra adaptada a ello. Pulgar en oposición, mano prensil: la postura erguida nos deja las patas de alante libres; en realidad ya no son patas, sino brazos con manos, unas manos en las que el pulgar se opone a los demás dedos y nos permite agarrar las cosas con mucha fuerza o con mucha precisión, según necesitemos. Sistema nervioso: nuestro sistema nervioso es único. No tanto por su tamaño y lo peculiar de su centro, el cerebro, sino por la increíble capacidad de conexión e integración neuronal que tiene, lo que le proporciona un rendimiento descomunal. Dependencia cría-progenitores, lento proceso de maduración: Apenas exige comentarios; somos un animal que madura enormemente despacio en todos los sentidos: tardamos 19 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana en aprender a caminar, retrasamos la madurez sexual, etc. Y sobre todo: nuestro sistema nervioso tarda mucho en interconectarse y organizarse debidamente. Visión estereoscópica: poseemos una visión bastante precisa y realista, que nos permite coordinar nuestro movimiento y el movimiento de nuestras manos, por ejemplo, con enorme exactitud, fundiendo en nuestro sistema nervioso central imágenes diferentes provenientes de ambos ojos. Piel desnuda: somos el único animal cuya piel carece de protección aparente. Además, regulamos la temperatura mediante una enorme cantidad de glándulas sudoríparas responsables de enfriar el cuerpo. Órganos adaptados a la fonación: poseemos una estructura muy peculiar en la laringe y la faringe que nos permite articular, producir y emitir una enorme cantidad de sonidos. Mandíbula y dientes pequeños: tenemos una dentición muy particular, en el sentido de que no está adaptada a ningún tipo concreto de alimentación, y carece de grandes molares (lo que permite aumentar el tamaño del cerebro, de paso). Hay un típico ejercicio que conviene realizar al llegar a este punto. Se trataría de intentar reflexionar sobre la importancia relativa de todas estas adaptaciones. ¿Cuáles podrían haber aparecido primero? ¿En qué medida dependen unas de otras? ¿Pudieron aparecer todas, o alguna, a la vez? En la redacción sirve de mucha ayuda lo que se comento acerca del inicio de proceso de hominización al hablar del Australopithecus Afarensis. Se podrá apreciar entonces la complejidad de la hominización, y lo lejos que estamos todavía de alcanzar un conocimiento preciso de este asunto. 3.3. CARACTERÍSTICAS HUMANO CULTURALES ESPECÍFICAS DEL SER ¿Cuáles son las características no biológicas que hacen a los seres humanos diferentes de cualquier otro animal? Ya sabemos que el mito de Prometeo recogía ya esta distinción; sabemos igualmente que la mejor manera de denominarlas era el de características culturales. Casi todas ellas fueron mencionadas en el curso de las explicaciones anteriores; ahora las veremos de forma sistemática y exhaustiva. La posibilidad de crear útiles artificiales: el ser humano es el único que animal que puede prolongar las limitaciones de su cuerpo físico mediante el uso sistemático e intensivo de útiles artificiales, uso que transmite después, de forma cultural, a la descendencia. La capacidad adaptativa que permite este empleo de los útiles no admite comparación. En primer lugar, porque como acabamos de mencionar, permite al ser humano traspasar cualquier límite impuesto a su cuerpo por el mundo físico (con una espada tenemos mejores garras que un león; y con un coche corremos más que los más rápidos antílopes); y en segundo lugar, porque le permite transforma la naturaleza en algo más sencillo, comprensible y amable para él, lo artificial. Mediante los útiles el ser humano transforma la naturaleza en artificio a la medida de nuestras necesidades, desde las casas hasta la luz artificial, pasando por la agricultura… La existencia de un lenguaje doblemente articulado: el ser humano es el único animal que dispone de la posibilidad de utilizar un lenguaje que tiene una potencialidad infinita. Mediante una serie de sonidos limitados construimos arbitrariamente una serie amplia de “palabras” que, a su vez, articuladas en oraciones, nos permiten expresar, virtualmente cualquier contenido (infinitas cosas diferentes). La capacidad adaptativa del lenguaje es descomunal: permite referirse a la realidad sin tenerla delante, razonar en abstracto sin acudir a la realidad, almacenar de forma económica los conocimientos, transmitirlos… E igualmente proporciona al ser humano una extraordinaria capacidad (el fundamento de la creación y la sensibilidad artística): la capacidad simbólica. Somos un animal simbólico que es capaz de relacionarse con la realidad de forma indirecta. Por así decirlo, no con las cosas, sino con símbolo y signos de las cosas, cuyo sentido es en buena medida una creación humana arbitraria. Y eso afecta a nuestra forma global de razonar y pensar, porque nuestro cerebro se organiza lingüísticamente. 20 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana La sociabilidad: el ser humano es un animal que va más allá del simple gregarismo, o de la enorme sociabilidad de los primates superiores, como los chimpancés. El ser humano es un animal esencialmente social; es un animal que sólo se entiende en sociedad (recuerda como lo llamaba Aristóteles: zoon politikon). Todo en él, desde su lenguaje y su pensamiento hasta su manipulación de lo artificial, de su sensibilidad a su organización biológica en familias, se tiene que realizar de forma social. No es posible concebir un ser humano al margen de las formas sociales. La autoconciencia: la autoconciencia, la capacidad racional, el alma, la mente el pensamiento, el entendimiento…; todas estas son maneras diferentes de nombrar a lo que para muchos es la esencia humana, lo que realmente nos hace ser lo que somos. Quizá autoconciencia sea la mejor forma de entender esta peculiaridad humana. En pocas palabras: algunas formas de vida muy sencillas no son, con casi total seguridad, conscientes. Es decir: no perciben ni representan lo que les rodea, el mundo exterior. Algunos, o muchos, animales complejos, sí que lo son; sin duda perciben o representan la realidad. Nadie en su sano juicio duda del hecho de que un perro representa, percibe o conoce la realidad. Pero sólo el ser humano percibe la realidad, la representa o la conoce, y además y a la vez, es consciente de que la percibe, la representa o la conoce. Incluso se percibe a sí mismo, a su interior, dentro de su mente. Es decir, que el ser humano es autoconsciente. El ser humano posee autoconciencia. Por lo tanto, el ser humano es el único animal consciente de su conciencia, consciente de que conoce, consciente de que él es él mismo. Cuando teníamos pocos meses de vida, éramos conscientes del mundo exterior, nos alegrábamos al ver a nuestra madre, o reaccionábamos con curiosidad ante las cosas. Pero no nos acordamos de ello, no pensamos que aquello forma parte de nuestro yo, porque entonces todavía no éramos autoconscientes. El verdadero yo humano es consciente de sí mismo. Dos cosas cabe comentar respecto de esta espléndida (o terrible) originalidad: en primer lugar, ¿cómo sabemos que no la poseen otros animales, quizá los más inteligentes de entre ellos? La respuesta es fácil: no lo sabemos pero lo suponemos con casi total fundamento, por las conclusiones que adoptamos al conocer los ritos florales del Hombre de Shanidar (y, evidentemente, muchos otros fenómenos similares), sin comparación posible en ninguna otra especie animal. Ya dijimos que puede ser una posesión terrible: ningún otro animal sufre lo que nosotros podemos sufrir ante el temor a la muerte y desaparición definitiva de nuestra conciencia y nuestro yo. En segundo lugar: ¿Cómo pudo aparecer? No es una cuestión del todo clara. Está claro que depende de las peculiaridades y la organización de nuestro cerebro. Un cerebro tan grande como el nuestro, tan complejo y tan enormemente interconectado, es el requisito esencial para una propiedad mental tan sofisticada. Diríamos que en algún punto de nuestro desarrollo evolutivo, el cerebro adquirió esa propiedad. Al llegar a un punto determinado de complejidad, pudo desarrollarla, y cuando aún no poseía tanta, pues no podía alcanzar. En realidad viene a ser una pregunta similar a ésta: ¿en que momento los antepasados de los pájaros pudieron volar? A su vez, la posesión de la autoconciencia permite el desarrollo de una serie de aspectos que enriquecen y hacen definitivamente sorprendente la sensibilidad humana, alejándonos ya de cualquier similitud con en el resto de la vida animal. Vendrían a ser los siguientes: La autoconciencia humana posibilita el ensimismamiento. Cada uno de nosotros, en el interior de su conciencia, posee una serie de contenidos, recuerdos, puntos de vista, imágenes, en las que puede sumergirse. Toda persona puede refugiarse en su yo interior, en el interior de su conciencia, olvidándose del mundo exterior. De ahí la expresión: “fulano esta ensimismado”. No está atendiendo en clase, aunque su cuerpo está aquí, su mente no lo está, porque se encuentra “sumergida en sí misma”, esto es ensimismada. La autoconciencia humana posibilita la temporalidad. El hecho de poseer una conciencia que se ve a sí misma posibilita a su vez su dimensión temporal. La conciencia humana puede escarbar en sí misma dentro de los recuerdos pasados, puede recrearlos y revisarlos (San Agustín, de hecho, decía que el único soporte de la identidad humana es la memoria de todo lo que nos ha 21 Filosofía I La especificidad de la naturaleza humana sucedido); y la conciencia humana puede también realizar previsiones y cálculos para el futuro, porque se ve a sí misma existiendo en el tiempo futuro, en su autoconciencia. La autoconciencia humana posibilita el libre albedrío. “Libre albedrío” es la expresión filosófica que significa, sin más “libertad”. El ser humano, en principio, parece el único animal libre. Un animal, que no es autoconsciente, vive en el puro presente, sometido a sus instintos. Un ser humano puede, si quiere, ante una acción determinada, escarbar en su conciencia, y ver que le sucedió en situaciones similares en el pasado, o que le podría suceder, de comportarse de tal manera, en el futuro. Sólo a partir de esa reflexión actúa. Por eso el libre albedrío se encuentra también relacionado con la temporalidad de la conciencia. Por otra parte, la autoconciencia humana posibilita la vida en la realidad. Un animal vive en mundo de estímulos. La realidad no es para él sino una fuente de estímulos ante la que responde instintivamente; casi podríamos decir pasivamente. Pero nosotros, por nuestro uso de lenguaje, nos relacionamos con la realidad de forma simbólica e indirecta. Para nosotros las cosas tienen sentido y significado, deben ser interpretadas, relacionadas, manipuladas, admiradas, olvidadas, recordadas… La conciencia humana vive en una realidad plena de sentido, vive en un mundo rico de interpretaciones. El mundo objetivo que nos rodea no es una realidad pasiva. La autoconciencia humana posibilita la apertura al mundo. Se deduce claramente de lo anterior. ¿Cómo no vamos a ser el animal más curioso? La realidad que nos rodea, el mundo, nunca se puede agotar, porque no se limita a estimularnos para que respondamos de forma automática. En la medida en que es preciso interpretarla, relacionarla y darle sentido, el ser humano ha de permanecer siempre abierto, curioso y dispuesto a reaccionar de forma activa ante todo lo que le rodea. La autoconciencia humana posibilita la inconclusión. Igualmente se deduce de lo que acabamos de comentar. La conciencia de un animal es finita. Cuando llega a la madurez, todas sus funciones se encuentran establecidas, funcionan correctamente y no van a evolucionar. Eso jamás se puede decir del ser humano. Su conciencia nunca se termina de formar, nunca se completa: está inconclusa. Continuamente la realidad le obliga a introducir en ella nuevos elementos y a relacionarlos de formas diferentes. Eso implica necesariamente modificar de continuo lo que en ella se almacena, sus recuerdos; modificar sus previsiones de futuro; modificar sus estrategias de interpretación y conocimiento… A pesar de todo ello, y paradójicamente, seguramente somos el animal que más se aburre. Una última reflexión para ir ya concluyendo con este tema. Todas estas curiosas peculiaridades humanas son las que no sólo abren la posibilidad de la cultura, sino que constituyen propiamente la cultura humana (no obstante, esto lo veremos con detalle en la Unidad 2). Quizá lo más interesante de la cultura para los seres humanos es que sea enormemente superior como adaptación, a las adaptaciones biológicas. ¿Por qué? En primer lugar, por su superior plasticidad: si sobreviniera una terrible glaciación, la especie humana no necesitaría esperar a la lenta selección natural dejando sobrevivir solo a los capaces de almacenar más grasa; mejoramos nuestra vivienda, ponemos más ropa y la calefacción. En segundo lugar, por su transmisión lamarckista: heredamos la cultura adquirida en vida por nuestros antepasados (cuando nacimos ya había teléfono y luz eléctrica, y nacimos a un lenguaje rico y elaborado). Y en tercer lugar, porque puede superponerse a la propia naturaleza, modificándola y alterándola. De hecho, nuestro hábitat no es natural, se encuentra modificado por la cultura (pueblos, ciudades, carreteras, cultivos…); e incluso nuestra propia naturaleza puede ser modificada por la ingeniería genética. Hay un típico ejercicio que conviene realizar al llegar a este punto. Se trataría de intentar reflexionar sobre la relación de dependencia que guardan todos estos rasgos culturales con los rasgos biológicos. ¿Podrían haber aparecido los unos sin los otros? ¿Es lo específicamente humano lo natural, o lo es lo cultural? ¿Dónde está la auténtica y verdadera esencia humana? ¿Existe algo así como la esencia humana, al margen de su substrato natural y biológico? Todas estas son preguntas filosóficas de difícil solución. 22