ideológico.

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PROPUESTAS DE PRINCIPIOS PARA UN SINDICALISMO MODERNO1
Filosofía Sindical.
Unir a los seres humanos como trabajadores, para la defensa de sus intereses
económicos y sociales comunes.
Compromiso con la persona humana.
Para el sindicalismo, el ser humano constituye el centro y fin de la sociedad. Todo
hombre y toda mujer, por ser persona humana y por la dignidad que le es inherente,
merece ser reconocido, protegido y promovido por la sociedad.
Derechos y deberes.
La persona humana que trabaja tiene derechos que debe defender pacífica e
irrestrictamente, pero también tiene deberes para con la sociedad, que debe cumplir
generosamente. Por tanto, el trabajo debe ser visto no sólo como una necesidad, sino
también como una verdadera vocación.
El sindicalismo y los derechos humanos.
Aceptación integral de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, poniendo
de relieve la circunstancia que tales derechos no sólo lo constituyen valores de tipo
individual, sino también valores de tipo social, como el derecho de libre asociación
sindical, de libre elección de dirigentes, de libre negociación colectiva y de huelga.
El sindicalismo y la democracia.
Adhesión al sistema democrático, participativo, regido por el principio de la soberanía
popular. Donde no exista democracia no puede existir sindicalismo libre.
Derecho de participación.
La participación está en la lógica viviente de la democracia, por ello, se entiende la
participación como el derecho de tomar parte activa y fecunda en la vida pública para
contribuir al bien común. Por tanto, se proclama la existencia constitucional y legal de
estamentos sindicales y sociales tecnificados y participativos, en razón que la función
laboral e institucional de esas organizaciones hace indispensable que puedan evaluar
permanentemente su ubicación y manejo en relación a los elementos económicos,
sociales, políticos y culturales que conforman y condicionan el marco global en que
deben realizar sus actividades.
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Hernol Flores Opazo
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El sindicato como cuerpo intermedio de la sociedad.
La organización sindical es el cuerpo intermedio natural de participación que tienen los
trabajadores en la sociedad global, cuya misión básica es de naturaleza socio-política,
que tiene por objeto insertar a las trabajadoras y trabajadores de manera orgánica y
permanente a las empresas o centros de trabajo, y a las estructuras institucionales
que actúan en las decisiones técnicas o políticas relacionadas con sus intereses
laborales específicos.
El sindicalismo y el bien común.
Igual que las diferentes organizaciones sociales, el sindicato entiende que sus acciones
se llevan a cabo dentro de la democracia, lo que supone tener conciencia de lo que
ésta significa en derechos y deberes. Entre éstos, debe existir un consenso básico
acerca del valor de la democracia, con sus pro y contra. El sindicato debe incorporarse
al proyecto global de sociedad democrática, el que trasciende los distintos proyectos
particulares. Esto implica que toda organización sindical debe tener conciencia que los
límites que tiene el logro de sus objetivos es el interés de la sociedad toda,
representado por el concepto de bien común.
La estructura interna de toda organización sindical y social es algo dinámico, que
cambia de acuerdo a los tiempos y que se adapta a las distintas circunstancias sociopolíticas y económicas de la sociedad, con el fin de lograr el máximo de eficiencia en
su acción.
No obstante, en la estructura sindical, a lo menos hay tres principios que deben estar
siempre presentes:
Organización interna democrática, que garantice que sean los propios afiliados
quienes definan y determinen los objetivos y estrategias fundamentales.
Libre elección de dirigentes con voto secreto y universal.
Uso del referéndum o consulta directa a la militancia en la toma de decisiones
importantes, por ejemplo, huelgas.
El rol de los sindicatos no sólo debe ser la mera defensa de los intereses individuales y
colectivos de sus miembros, sino que también debe ser la defensa y desarrollo de los
intereses de la sociedad en que se inserta. Concretamente, el sindicato no es sólo una
mera organización integrante de la sociedad, es también; co-rresponsable de su
desarrollo, y actor social comprometido con la superación sus imperfecciones.
La autonomía sindical
Se valora la importancia de los partidos políticos en la sociedad, por ser los entes de
expresión organizada de la ciudadanía, y se reconoce sus legítimas aspiraciones de
acceder al poder para poner en práctica sus postulados y programas. No obstante, en
resguardo de la autonomía, se enfatiza que resulta contrario a la naturaleza de la
organización sindical el que se pretenda manipular sus funciones propias para ponerlas
al servicio de una ideología o movimiento determinado.
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El sindicalismo y la solidaridad internacional
La solidaridad entre las personas, las organizaciones y los pueblos es un principio, una
forma de vida que hace a las personas sentirse más cercanas y más humanas; que
hace sentir que no se está solo, que la organización no está desamparada. Ayuda a
superar conflictos objetivos o subjetivos,
y da confianza y esperanzas en los
momentos de satisfacción, o cuando se enfrentan dificultades complejas.
En un mundo que fomenta el individualismo y la mercantilización en los procesos
sociales, adquieren fundamental importancia las acciones y demostraciones de
solidaridad y fraternidad sindical entre las personas y entre las organizaciones. Frente
a la existencia de profunda xenofobia y discriminaciones raciales, de sexo, de religión y
de incertidumbre frente al futuro, la única bandera es la solidaridad y sus acciones
fraternas. El problema del otro es también nuestro problema, la crisis de la otra
organización también es nuestra crisis. Crear corrientes de solidaridad real y efectiva
es responsabilidad prioritaria del sindicalismo.
La unidad
La unidad es un viejo principio histórico, conocido y defendido por todos los
sindicalistas; sin embargo, ante el desafío que representa la globalización económica y
política mundial vigente, este principio debe necesariamente ser replanteado con una
visión nacional e internacional, y con fórmulas y voluntades políticas nuevas. Hoy es
imprescindible señalar objetivos programáticos comunes conforme a la naturaleza del
sindicalismo, cual es la protección y defensa de los derechos de los trabajadores. El
mundo del trabajo quiere ver un nuevo estilo de hacer sindicalismo. Exige debate,
explicación, respeto, y ser parte de un proyecto sociopolítico que represente
debidamente sus intereses. Quiere, en definitiva, creer en algo y en alguien, porque
hoy está escéptico, incrédulo y desencantado.
Los acuerdos
ideológicos.
programáticos
deben
reemplazar
a
los
emplazamientos
Los objetivos de grandes mayorías sobre puntos claros y concretos del presente y del
futuro, son los estímulos que motivarán al movimiento sindical tras la defensa de sus
derechos, de la igualdad y la justicia.
Como lo prueba la extrema debilidad del sindicalismo actual, el mesianismo
produce desconfianza, y el ideologismo crea desconcierto e inmovilismo.
Para que exista unidad no sirven las demostraciones de afanes hegemónicos ni de
intereses partidistas. Ni los acuerdos superestructurales ni las negociaciones políticas
conducirán hacia la unidad sindical. Por tanto, sólo puede haber unidad orgánica
cuando se tenga capacidad de definir proyectos y objetivos concretos, aprobados
democráticamente por las bases, y consensuados entre sus auténticos y
representativos dirigentes.
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