RECENSIONES BECKER, DAN Mĕqorot ‘arabiyim šel “Sefer ha-hašwa’ah beyn ha-‘ibrit wĕ-ha-‘arabit” lĕ-Yishaq ben Barūn (Arabic Sources of Isaac Ben Barūn’s Book of Comparison Between the Hebrew and the Arabic Languages), Texts and Studies in the Hebrew Language and Related Subjects, Edited by Aron Dotan; Volume XII, Tel-Aviv 2005, 228 págs. + viii + ח- אpp. El presente estudio continúa la línea inaugurada por el profesor Dan Becker en el volumen Mĕqorot ‘arabiyim lĕ-diqduqo šel Rabbī Yonah Ibn Ŷanāh (Tel-Aviv 1998). Siguiendo un método casi deconstructivo, Becker identifica las fuentes islámicas de las que estos autores comparatistas se nutrieron para la elaboración de sus obras. En el caso de Ibn Ŷanāh los pasajes paralelos, enfrentados en columnas, alcanzaban la cifra de doscientos cincuenta. En este volumen se da forma final a varios años de investigación dedicada a la labor comparativa de Yishaq Ibn Barūn. Aunque las primeras conclusiones sobre las fuentes que empleó este autor para redactar la sección gramatical habían ido apareciendo en forma de artículos, en este monográfico se da forma final a esos datos y se añade un minucioso análisis de la sección lexicográfica del Kitāb al-Muwāzana, siendo este último punto la gran novedad. El único objetivo perseguido es, según el autor, la identificación exacta de las fuentes árabes (quiere decir islámicas) que ben Barūn empleó en la redacción del Muwāzana; por lo tanto, no se recogerán en esta ocasión aspectos que no estén realmente relacionados con la comparación propiamente dicha. En un futuro presentaré un estudio completo sobre el Muwāzana en la edición crítica del libro, en la que ya he comenzado a trabajar y que espero pronto vea la luz (pág. [1]). Para su análisis ha empleado la edición y conclusiones de Pável K. Kokóvtsov (1890 y 1916), además del trabajo póstumo de Pinchas Wechter (1964); ambos trabajos han merecido ser revisados. Sin embargo, se han MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 516 RECENSIONES descartado los nuevos manuscritos descubiertos que han quedado reservados para la nueva y anunciada edición. El trabajo se divide en una introducción en la que de manera muy breve se explica quién es Ibn Barūn, su obra y se describe la metodología y las fuentes empleadas en el análisis; un estudio de las fuentes empleadas para la redacción de la sección gramatical; otro dedicado a la sección lexicográfica; una conclusión; y unos índices muy útiles. La conclusión más inmediata es que Ibn Barūn se nutrió, principalmente, de la obra Kitāb al-ŷumal/Libro de sintaxis, redactada por el famoso gramático alZaŷāŷī para la redacción de la sección gramatical. Mientras que en la redacción de la sección lexicográfica su fuente principal fue el Mujtasar al-‘ayn/Resumen de al-‘ayn de al-Zubaydī. En el capítulo dedicado a la vida y obra de Ibn Barūn, puesto que el objetivo del estudio es única y exclusivamente ofrecer datos lingüísticos, el profesor Becker se ha limitado a reproducir las conclusiones de Wechter, quizá un poco desfasadas hoy en día y objeto de revisión. Por ejemplo, no parece totalmente seguro afirmar que el Kitāb al-Muwāzana de Ibn Barūn se redactara alrededor del año 1080 a partir de los datos, posiblemente corruptos, recogidos en el Kitāb al-Muhādara wa-lMudākara de Mošeh Ibn ‘Ezra’; tampoco se alude a la etimología romance del nombre Barūn (=varón) apuntada por Stern. Sí parece correcto afirmar que Ibn Barūn sólo redactó un libro (Kitāb al-muwāzana bayn al-luġa al-‘ibrāniyya wa-l-‘arabiyya), pues este autor falleció aún siendo joven, dato al que no se alude en este estudio. Sí merece mucha atención la lista de fuentes que citan esta obra, la más completa conocida, y la nómina de estudios y ediciones sobre su persona y obra, en la que por cierto, se ha echado en falta la edición en grafía árabe de Ahmed Mahmūd Hawaydī, Kitāb al-muwāzana bayn al-luġa al-‘ibrāniyya wa-l-‘arabiyya, Abū Ibrahīm Yishaq ben Barūn, El Cairo 1999. En el capítulo 2 (pp. 9-16) se presentan brevemente las fuentes islámicas empleadas en el estudio comparativo cronológicamente. El impresionante catálogo está compuesto por veinticinco obras lingüísticas, lo cual ayuda a entender el tremendo esfuerzo llevado a cabo por el autor del estudio. Estas fuentes se distribuyen en tres grupos: a) Ocho obras o autores citados explícitamente por Ibn Barūn: Kitāb al‘ayn de al-Jalīl (m. 786-791), Kitāb al-nabbāt de Abū Hanīfah (m. 895), al-Munaŷŷad fī al-luġah de Kurā‘ al-Naml (m. 922), Kitāb fa‘altu waMEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 517 af‘altu de Abū Ishāq al-Zaŷāŷ (m. 923), Kitāb ŷamharat al-luġah de Ibn Durayd (m. 933), Kitāb al-mudakkar wa-l-mu’annat de Abū Bakr ben alAnbārī (m. 940), al-Rasā’il de Badi‘ al-Zamān (al-Hamadānī, m. 1007) y el no identificado totalmente Kitāb al-ahŷār, posiblemente de Ŷābir Ibn Hayyān. b) Obras de las que Ibn Barūn sólo cita el nombre del autor y de las que Dan Becker ha identificado cuatro: Ma‘āni al-Qur’ān de al-Farrā (m. 822), Mu‘ŷam al-Asma‘ī, Kitāb al-muqtadab de al-Mubarrad (m. 898) y el Kitāb al-wādih de al-Zubaydī (m. 989). c) Obras que no han sido citadas por Ibn Barūn y de las que Dan Becker ha identificado trece: Kitāb Sibawayh (m. 796), al-Muŷarrad fī ġarīb kalām al-‘arab wa-luġātiha de Kurā‘ al-Naml (m. 922), al-Usūl fī alnahw de Ibn al-Sarrāŷ (m. 928-929), Kitāb al-addād de Abū Bakr ben alAnbārī (m. 940), Kitāb al-ŷumal de al-Zaŷāŷī (m. 949-951), Tahdīb alluġah de al-Azharī (m. 981), Mujtasar al-‘ayn de al-Zubaydī (m. 989), alMuhīt fī al-luġah de Ismā‘il ben ‘Abbād (m. 995), Kitāb al-luma‘ fī alnahw de Ibn Ŷinnī (m. 1002), al-Sāhibī fī fiqh al-luġah wa-sunan al-‘arab fī kalāmiha, Muŷmal al-luġah y Mu‘ŷam al-maqāyīs fī al-luġah de Ibn Fāris (m. 1005) y Tāŷ al-luġah wa-sihāh al-‘arabiyyah de al-Ŷawharī (m. 1005-1007). En la sección dedicada a la comparación gramatical (pp.17-68), tras dividir esta parte del Kitāb al-muwāzana en epígrafes que faciliten su análisis, Dan Becker determina que el criterio para establecer la legitimidad de las fuentes es doble: comparaciones gramaticales en las que se indica la fuente islámica por un lado y comparaciones gramaticales en las que no se indica la fuente por otro. Comienza entonces un despliegue exhaustivo de textos a doble columna acompañados de comentarios y explicaciones del autor en los que establece el papel jugado por cada fuente, resultando que la principal es el Kitāb al-ŷumal de alZaŷāŷī, no citada explícitamente por Ibn Barūn. El estudio dedicado a la sección lexicográfica (pp. 69-196) es el centro de atención y la gran novedad de este volumen. La realidad es que de esta sección sólo nos han llegado 549 lemas (se supone que el total rondaría los mil, frente a los algo más de dos mil que suelen contener los diccionarios hebreos medievales en general), pero puesto que Dan Becker está interesado única y exclusivamente en las voces hebreas equiparadas MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 518 RECENSIONES con las árabes, establece que cada lema introduce un artículo lexicográfico (‘erek ha-šoreš); éste puede ser simple, si contiene una única voz hebrea (‘erek ha-milah), o múltiple si contiene dos o más (‘arke ha-milah). En su análisis, citará las voces en cuestión (‘erek ha-milah), no los lemas o raíces (‘erek ha-šoreš). De los 549 artículos supervivientes, 423 son simples frente a 126 compuestos. Estos últimos contienen 306 casos, por lo que la suma total de voces hebreas comparadas por Ibn Barūn y revisadas en este estudio asciende a 729, de las que el profesor Dan Becker ha estudiado 534, segundo argumento a favor del esfuerzo realizado por el autor. A continuación se nos explican los tipos fundamentales de comparaciones establecidas por Ibn Barūn que quedan reducidas a dos: comparaciones etimológicas, que son las más frecuentes y en las que las raíces hebreas y árabes comparten radicales y significado, si bien en muchas ocasiones opera la permuta; y comparaciones semánticas, en las que las raíces hebreas y árabes no coinciden pero sin embargo comparten significado; por ejemplo, ’ayl y kabs significan carnero pero metafóricamente ambas se aplican a los poderosos en ambos idiomas. Junto a éstas y como era de esperar, se encuentran notas sobre gramática y sintaxis comparada de manera salpicada. En lo que se refiere a la técnica comparativa se comenta la terminología empleada por Ibn Barūn para establecer una comparación, destacando sobre todas la voz árabe muŷānasa/equivalente. La presentación de paralelos puede ser simple, si sólo se muestra el equivalente árabe y de la que es más difícil hallar la fuente islámica, o compleja si se presenta lo que Becker denomina “molde de definición” (tabnit-piruš), es decir, equivalente árabe+definición; por lo general, el molde coincide con el presentado en las fuentes islámicas, pudiendo ser reproducción literal o con alguna variante respecto a la fuente original. Antes de pasar al grueso del estudio, se presentan otras indicaciones que funcionan a manera de “autoridades” (‘edim/šawāhid), es decir, citas del Corán, del hadīt, versos árabes, dichos, máximas y refranes populares. La conclusión sobre este último tipo de indicaciones, tras su meticuloso análisis, es que provienen de fuentes lexicográficas que ya las habían empleado previamente, y no que Ibn Barūn las manejase directamente. Los criterios para establecer la legitimidad de las fuentes contrastadas son idénticos a los de la sección gramatical, incluyendo como legítimas MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 519 aquellas que presentan alguna variante leve. Entre las legítimas hay que diferenciar entre legítimas, posiblemente legítimas y posibles. Las primeras indican explícitamente su fuente, por lo que son legítimas. Las segundas presentan una serie de variaciones textuales respecto al original que no afectan al sentido. Las últimas son de naturaleza gramatical, sintáctica y semántica y no son citas literales sino reelaboradas. De hecho, Ibn Barūn puede comenzar una definición según un diccionario y concluirla con las palabras de otro. Dados estos criterios, el objetivo final de esta sección es descubrir las fuentes árabes (quiere decir islámicas) de los moldes de definición, así como las fuentes de las autoridades citadas junto a los moldes (p. 80). Tras un exhaustivo análisis, sin precedentes en este campo, se llega a la conclusión de que la fuente principal es el Mujtasar al-‘ayn de al-Zubaydī (del que se ha tomado el 55% de las definiciones), seguida del Kitāb al‘ayn (17%) y al-Ŷamharah (13%). El resto de las comparaciones provienen de fuentes secundarias y ocasionales. De nuevo, como en la sección gramatical, la fuente principal, Mujtasar al-‘ayn, permanece en el anonimato. El volumen, tras una bibliografía muy completa, cierra con unos interesantes y útiles índices que contienen las obras y autores musulmanes citados por Ibn Barūn, relación de moldes de definición de las que se conocen fuente y relación de moldes de definición de los que no se conocen fuente islámica. Con todo, el estudio, impresionante e interesante, provoca un cierto escepticismo en el lector y no goza de la credibilidad que disfrutó el dedicado a Ibn Ŷanāh en 1998. En aquél, el título casaba perfectamente con el contenido de la obra y la realidad del autor. Nadie se había pronunciado en árabe sobre cuestiones generales de la lengua hebrea tal y como las plantea Ibn Ŷanāh, por lo que era lógico que se inspirase en fuentes árabes que, a excepción aparentemente de obras monográficas tipo el Libro de Hayyūŷ y la literatura que éste provocó, eran islámicas. Sin embargo, Ibn Barūn, que redactó su obra, a mi parecer, a comienzos del siglo XII y en paralelo al Kitāb al-Muhādara wa-l-Mudākara de Mošeh Ibn ‘Ezra, ya contaba con un amplísimo legado judío redactado en árabe. Este legado, importante donde los haya, ha sido descartado en este estudio, marginalidad que provoca el escepticismo del lector allí donde MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 520 RECENSIONES Becker no encuentra una equivalencia absoluta y aún así entiende que la fuente islámica es legítima. Por ejemplo: “ben Barūn introduce algunos de estos moldes de definición con ma‘nāhu (su significado es), por ejemplo, ’hd (2): hit’ahădī heyminī (Ez 21,21), ma‘nāhu ista’hidī ay infaridī (su significado es ista’hidī, es decir, hazte única). Hemos encontrado en el Ŷamharah: wa-ista’hada al-raŷul idā anfarada (el hombre ista’hada cuando se ha hecho superior). Ben Barūn cambió la persona del verbo por un imperativo singular femenino a causa de hit’ahădī” (p. 79). Ahora bien, si tenemos en cuenta toda la producción árabe a la que Ibn Barūn tuvo acceso, y no única y exclusivamente el material islámico, resulta que el escepticismo embarga al lector. Sin rebuscar mucho, en el Kitāb alUsūl de Ibn Ŷanāh, la fuente principal de todo lingüista hebreo medieval, en la raíz ’hd encontramos hit’ahădī heyminī (Ez 21,21), tafsīruhu ista’hidī ay infaridī… yuqālu ista’hada al-raŷul idā anfarada (La interpretación de hit’ahădī heyminī es ista’hidī, es decir, hazte única… se dice que el hombre ista’hada cuando se ha hecho superior (Edición de Neubauer 33:19-21; el pasaje no figura en la traducción de Ibn Tibbon). De dónde han salido estos datos o quién ha copiado a quién son cuestiones que no encuentran respuesta si sólo se tiene en cuenta a una parte de dos. En varios casos, que no son la mayoría, parece que Ibn Barūn aceptaba el significado ofrecido por Ibn Ŷanāh y buscaba el equivalente árabe, y véase, por ejemplo, la raíz ’gr 1 (b) donde el significado general ŷama‘a “reunir” ha sido dado por Ibn Ŷanāh y Ben Barūn se ha limitado a documentar la equivalencia por medio de fuentes islámicas. Quizá en estas equivalencias se encuentre la interpretación del verso de Mošeh Ibn ‘Ezra’, en el que afirma que el Kitāb al-Muwāzanah ha cumplido todas las expectativas del refugiado al recoger importantes palabras del hebreo y el árabe que son como pilastras y aposentos para los de habla impenetrable (=árabes). Una sensación de escepticismo similar se obtiene en las comparaciones de la sección gramatical. Por ejemplo, “como fuente posible sólo se encuentra un fragmento (véase más adelante el epígrafe 3.3.1). Ben Barūn presenta una explicación sobre la cualidad del verbo transitivo para regir tres objetos en lengua árabe, demostrando que no hay verbo que funcione así en hebreo. El contenido es similar a las palabras de al-Mubarrad en al-muqtadab sobre este particular, si bien la disposición del texto es diferente, el análisis varía levemente e incluso la partícula que MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 521 introduce el ejemplo es distinta. A pesar de estas variaciones, creemos que las palabras de al-muqtadab se configuran como la fuente de este fragmento, ya que al-Mubarrad ha sido citado por su nombre en otro lugar de la sección gramatical del Muwāzanah y a partir de esto es lícito afirmar que Ben Barūn consultó al-muqtadab” (p. 20, 3.0.1.2 b). De nuevo, el hecho de centrarse única y exclusivamente en una parte de dos crea escepticismo en el lector. La discusión tiene su origen en una afirmación de Mošeh Ibn Chiquitilla, que opinaba haber encontrado un versículo bíblico en el que un verbo transitivo regía tres objetos. Si bien es cierto que esta afirmación de Ibn Chiquitilla no nos ha llegado directamente, al menos se debería haber otorgado el beneficio de la duda en lo que se refiere a la procedencia directa de materiales. De la misma manera, al tratar la concordancia (p. 36, 3.2.4) la conclusión del profesor Becker es: “el contenido de las palabras de Ben Barūn se parece al de las palabras de al-Zaŷāŷī, si bien el análisis varía levemente.” Considero que los siguientes textos iluminan la auténtica doble personalidad de las fuentes empleadas por Ibn Barūn. Aprovechando el ejemplo: En árabe el calificativo concuerda con el calificado tanto en desinencia como en significado. En nuestro caso, que carecemos de desinencias, el calificativo concuerda con el calificado en el significado, quiero decir que un singular califica a un singular, que un plural califica a un plural, en masculino y en femenino, que un indeterminado califica a un indeterminado y que un determinado califica a un determinado. Esto es analógico en ambas lenguas. Ahora bien, en nuestro caso, se daban alteraciones y un determinado calificaba a un indeterminado y un indeterminado calificaba a un determinado, cuando dijeron et ha-kebeś ehad (a uno de los corderos), harim ha-gĕbohim la-yĕ‘elim (los altos montes son para los gamos). Esto se aparta de la analogía, por lo que no debe imitarse. Sin embargo, zeh ha-yam gadol, no es este caso, pues gadol no califica a ha-yam, sino que se refiere al estado, y se traduce “este mar es inmenso”, igual que se dice hādā al-raġul rākiban (este hombre está cabalgando) o hādā ‘Amrun ğālisun (‘Amr está sentado) y en el Corán huwa al-haqqu musaddiqan (Él es la verdad, es justo) MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 522 RECENSIONES (2,91). Idéntico a éste es zeh lahmenu ham (este pan nuestro estaba caliente), donde ham no es un calificativo de lahmenu, pues está indeterminado y lahmenu determinado, sino que se trata de un estado antepuesto a histayyadnu. Se traduce “este es nuestro pan, caliente estaba cuando nos hicimos con él” y los masoretas apoyan el significado que propongo. En cuanto a wĕ-ha-eben gĕdolah tampoco pertenece a este caso, sino que es un sujeto con predicado nominal. Se traduce “la piedra es enorme” igual que se dice al-rağulu ‘āqil (El hombre es inteligente). El resto de calificativos indicarán, entre otros, oficios, gentilicios, etc. En este caso, ambas lenguas siguen la misma analogía. (Kitāb al-muwāzanah, ed. de Kokóvtsov). Mientras que en el Kitāb al-Muhādara wa-l-Mudākara de Mošeh Ibn ‘Ezra, libro muy relacionado con el Muwāzanah tal y como demuestran los poemas que se intercambiaron estos autores, encontramos un pasaje gramatical de contenido paralelo al expuesto por Ibn Barūn. En la declinación presta atención al calificativo, recuerda que el calificativo concuerda con el calificado en significado, es decir, debes calificar el singular con el singular, el plural con el plural, en femenino y en masculino, el indeterminado con el indeterminado y al determinado con el determinado. La lengua hebrea se aparta un poco de esta regla, pues se ha dicho: et ha-kebeś ehad (a uno de los corderos), harim ha-gĕbohim la-yĕ‘elim (los altos montes son para los gamos). No apliques esta regla ya que es una excepción, salvo como licencia métrica. Sin embargo zeh ha-yam gadol (este mar es grande), zeh lahmenu ham (este pan nuestro estaba caliente), wĕ-haeben gĕdolah (y la piedra es grande), no son calificativos, sino casos de predicado (nasb) árabe. (Edición de Montserrat Abumalham Mas, Madrid 1986). Para finalizar, he de insistir, el escepticismo atisba única y exclusivamente en aquellos casos en los que el profesor Dan Becker duda al no encontrar una equivalencia exacta entre las palabras del judío y las de los musulmanes y aún así fuerza la situación aceptando que los datos provienen directamente de fuentes islámicas. En ningún momento estos casos aislados interfieren en el valor de las más de cuatrocientas voces MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 523 correctamente analizadas. Sí es cierto que en este punto hubiese sido muy útil consultar la tradición judía. De hecho, si el análisis lexicográfico se hubiese basado en un trabajo similar sobre el Kitāb al-Usūl de Ibn Ŷanāh o ayudado de la tabla de comparaciones establecida por A. Maman en Comparative Semitic Philology in the Middle Ages. From Sa‘adiah Gaon to Ibn Barūn (10th-12th C.) (2004), estoy seguro que las conclusiones de este estudio tomarían otra dirección en determinados puntos. Lo cierto es que estamos ante un trabajo sumamente interesante, exhaustivo, meticuloso y de alto rigor filológico en el que se ha llevado a cabo un esfuerzo humano tremendo. Es, en definitiva, un estudio que nos muestra la manera privada y particular de trabajar de Ibn Barūn, el secreto de las horas invertidas en la redacción de su obra. Tanto el análisis de cada una de las voces como los índices finales son piezas de lectura obligada para los interesados en la historia de la semitística comparada medieval, no es fácil encontrar trabajos tan meticulosos en este campo. Y sobre todo, el estudio merece ser alabado y defendido por haber servido para realizar varias decenas de correcciones y reconstrucciones del texto del Muwāzanah (p. 199) permitiendo que hoy conozcamos mucho mejor la realidad de una de las piezas literarias más importante del legado andalusí. JOSÉ MARTÍNEZ DELGADO BELTRÁN, MIGUEL- FULLANA, GUILLEMA El Dios de Maimónides, ed. Libros Certeza, Colección Tres Culturas, Zaragoza, 2005, 262 págs. ISBN 84-96219-30-5, El libro que reseño es una obra que toma como argumento principal el que su título indica, el Dios de Maimónides pero que llega a este tema a través de una larga introducción que ocupa los capítulos I la VI. En el Capítulo I se introduce la obra con una primera consideración sobre la tensión entre el Dios de la Biblia, de características tan humanas, y el Dios de la filosofía griega, la de la unicidad absoluta que trasciende al ser. Continua con el relato de la introducción y consolidación de este Dios de los filósofos en la religión hasta el extremo de hacernos creer que forma parte de la herencia judeo-cristiana cuando es un elemento griego “infiltrado” en este legado. MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 524 RECENSIONES De los orígenes de esta infiltración con Filón llegamos a Saadia Gaón, y con él nos encontramos con otra tradición: la noción coránica de Dios que tiene sus raíces en creencias preislámicas que de nuevo nos acercan a visiones contrapuestas, en este caso la relación de Dios con el ser humano: el fatalismo propio de esas creencias preislámicas y la noción del libre albedrío, que se introduce en la discusión de los mutacálimes a través de la influencia cristiana de autores como Juan Damasceno. Este capítulo, tal y como puede apreciarse en esta descripción, sitúa el tema del libro en su contexto y de paso nos muestra la imbricación de unas y otras culturas y creencias que afectaron al judaísmo. En el Capítulo II se retoma el tema de la predestinación y el libre albedrío a partir de la interpretación de Saadia del episodio del sacrificio de Isaac y la propia interpretación de Maimónides. En el difícil intento de conciliar la predestinación y la libre elección se ponen de manifiesto algunos aspectos interesantes del pensamiento y modo de obrar de Maimónides tales como la influencia del neoplatonismo en su concepto de dios y su intento de ocultarla (en la carta a Semuel ibn Tibbon) o la distinción entre creencias verdaderas y necesarias que lleva a propugnar el mantenimiento de creencias a sabiendas de su falsedad. Una de estas creencias necesarias sería precisamente la del libre albedrío propugnada por Maimónides en el Shmonah praqim. En el Capítulo III, el intento de conciliación entre Escritura-Razón no es entendido como fruto de la oposición entre filósofos y ortodoxos de la religión sino que nos conduce al problema del mal. En palabras de los autores: “La obcecación con que ciertos pensadores se sintieron obligados a descartar el origen divino del mal resulta, de nuevo, fascinante, por cuanto la absoluta bondad de Dios no es, en las Escrituras, un imperativo” (p.52). En este punto sí que Maimónides se muestra como aristotelista y siguiendo al filósofo griego argumentará que el mal es sólo la privación del bien y no tiene existencia real. Incluye este capítulo la interpretación de Maimónides sobre la figura de Job, así como un reflexión sobre las dificultades de conciliar al primitivo del pueblo de Israel con la filosofía de la negación medieval. Es un planteamiento novedoso de la disyuntiva revelación/razón por cuanto, como he señalado, se estudia desde la perspectiva de los problemas filosóficos y teológicos y no se tiene en cuenta las relaciones entre dos grupos: el de los seguidores de una ortodoxia rabínica y los MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 525 filósofos racionalistas y la amenaza que, para unos y otros, representa en la existencia del pueblo judío el grupo contrario. En el Capítulo IV los autores se ocupan principalmente de Filón de Alejandría. La incursión de la filosofía en las concepciones sobre Dios no empieza con Saadia sino que mucho antes existió Filon cuya obra precede al Talmud y no es desconocida para muchos de los rabinos cuyas opiniones se recogen en él. Su influencia llega más allá, su noción de la existencia de Dios no nace en las fuentes griegas sino en su propia reflexión teológica que se difunde a occidente a través de Plotino. La figura de Filón sigue siendo protagonista en el Capítulo V donde se refieren los autores a conceptos suyos sobre Dios que reaparecen en Maimónides; además se traza el camino por el que la filosofía de Filón llega a la filosofía medieval y al corazón mismo de las tres religiones monoteístas a través de los filósofos paganos, especialmente Plotino. Si en el Capítulo I se aseguraba que la noción del Dios único estaba profundamente imbuida de concepciones filosóficas griegas paganas, aquí apreciamos como “el desembarco definitivo del Dios bíblico en el modelo de pensamiento que se originó en Grecia” (p.105). Se recoge el reflejo de todo ello en los filósofos árabes, muy detalladamente en al-Kindi, y se enlaza así el pensamiento de Maimónides con su ambiente intelectual, esto es, con las corrientes filosóficas y teológicas que se desarrollan en el ámbito musulmán. Los Capítulos siguientes, VI al IX, se centran ya en el tema del libro: el Dios de Maimónides. Se parte para este estudio de una afirmación de Maimónides en la Guía de la que se deduce que la indagación sobre la naturaleza de Dios recae en la filosofía. La definición de esta naturaleza está condicionada por la exigencia de salvaguardar el principio de la unicidad absoluta de Dios. El conocimiento de la esencia y de la acción divina es inasequible para el ser humano al que no se le ha dado más conocimiento que el del resultado o los frutos de esa acción: el mundo creado. Estas premisas de partida condicionan el modo de acercamiento de Maimónides a un tema tan difícil. Así hay en la Guía contradicciones, calificadas como deliberadas. Mientras otros autores han señalado que la razón de estas contradicciones residen en una actitud consciente de autoprotección de Maimónides ante las críticas que su obra despertaba MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 526 RECENSIONES tanto entre los ortodoxos musulmanes como los judíos, Beltran-Fullana van mas allá de lo meramente coyuntural. Para ellos hay una ocultación premeditada ocultación del verdadero pensamiento ante el peligro que para la religión significaba la concepción de un Dios que es “Uno que existe más allá del Ser” y que no estando pendiente de las acciones de los hombres ni las castiga ni las premia. A lo largo de estos capítulos se analizan cuestiones relacionadas con al concepción de Dios: los atributos negativos y la naturaleza de la moralidad frente a la perfección intelectual El Epílogo de este libro se ocupa de encontrar los puntos de encuentro, las ligazones entre lo que la historia de la filosofía judía ha entendido tradicionalmente como antagónicos: La Guía de perplejos, en cuanto la obra principal del racionalismo aristotélico judío, y la Cábala, entendida como una mística que rechaza ese racionalismo. La radicalidad de la teoría de los atributos negativos, la insistencia en que Dios es inasequible al conocimiento de los hombres, deja el campo abierto a que sólo desde la experiencia mística pueda haber algún acercamiento a Dios. Finaliza el libro con una cita que parecen suscribir los autores respecto al “temperamento místico” de Maimónides a despecho de aquéllos que lo consideraron el prototipo del racionalismo y, añaden Beltrán-Fullana, de él mismo. A través de esta descripción de los contenidos, que aunque larga no es exhaustiva, he pretendido mostrar la riqueza y originalidad de este libro. Riqueza por cuanto la contextualización que los autores hacen del pensamiento de Maimónides nos lleva a un recorrido a través de toda la filosofía medieval, árabe y judía, que le precede y que le sigue. Originalidad para lectores que, como yo misma, se interesan por Maimónides desde el campo del hebraísmo y que habitualmente sólo se acercan a su obra filosófica a través de la historia de la filosofía y no desde la filosofía misma. La filosofía es una disciplina difícil para el que no está familiarizado con sus conceptos y su lenguaje. Desde esta perspectiva, puedo afirmar que esta obra te la hace accesible y recomiendo, por tanto, que el lector se anime a leerla y descubrir que gracias a la habilidad de los autores podemos sumergirnos en ella sin ahogarnos. LOLA FERRE MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 527 FRONZAROLI, PELIO-MARRASSINI, PAOLO(EDS.), Proceedings of the 10th Meeting of Hamito-Semitic (Afroasiatic) Linguistics (Florence, 18-20 April 2001) (Quaderni di Semitistica, 25), Dipartimento di Linguistica, Università di Firenze, 2005 (distribuido por Herder, Roma). XVIII+427 págs. ISBN 88901340-1-1/ISSN 1724-8213. Como el título indica, se trata de las actas del 101 congreso de estudios camitosemíticos o afroasiáticos, celebrado en Florencia del 18 al 20 de abril de 2001. En el “Preface” (p.VII), los editores se limitan a presentar el volumen y dedicar unas palabras de agradecimiento a las organizadoras del congreso, Amalia Catagnoti y Cecilia Picchi. La primera aportación recogida es la de Paolo Marrassini (“Florence: the Orient Connection”, pp.IX-XVIII), que, como su título indica, tiene como finalidad justificar la celebración del encuentro en Florencia, que ya había sido sede de uno de los primeros congresos de lingüística camitosemítica (1974), destacando la proyección histórica de Florencia y sus lazos con el Oriente, así como la presencia de dicho tipo de estudios en su universidad a partir de la segunda mitad del siglo XIX. A continuación, reproduzco la lista del resto de las aportaciones recogidas en el volumen: D.Cohen, “Les mutations de systèmes en chamitosémitique” (pp.1-28); A.Dolgopolsky, “Emphatic and Plain Voiceless Consonants in Hamito-Semitic in the Light of Internal and External Comparative Evidence” (pp.29-34); L.Kogan-A.Militarev, “Toward Common Afrasian Faunal Lexicon” (pp.35-48); O.Stolbova, “Chadic *n, *r, *l and their Correspondences in Semitic and Kushitic” (pp.49-63); G.Takács, “Problems of Afro-Asiatic Historical Phonology: Ancient Remnants of Sibilant Affricates in South Cushitic and Chadic” (pp.65-83); A.Zaborski, “The Oldest Periphrastic Conjugations of Hamito-Semitic” (pp.85-94); M.G.Amadasi Guzzo, “Les phases du phénicien: phénicien et punique” (pp.95-103); F.Aspesi, “Some Comparative Remarks About the Hebrew Stative” (pp.105-116); A.Avanzini, “Some Remarks on the Classification of Ancient South Arabian Languages” (pp.117-125); S.Baldi, “On Isoglosses of Arabic Loans in Some West African Languages” (pp.127143); A.Catagnoti, “Traditions onomastiques sémitiques dans la documentation du IIIe millénaire” (pp.145-154); P.Fronzaroli, “Structures MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 528 RECENSIONES linguistiques et histoire des langues au IIIe millénaire” (pp.155-167); G.Goldberg, “Word-Structure, Morphological Analysis, the Semitic Languages and Beyond” (pp.169-193); G.Hudson, “Ethiopian Semitic Nonpast C2 Length” (pp.195-213); G.Mazzini, “Ancient South Arabian Documentation and the Reconstruction of Semitic” (pp.215-238); A.Mengozzi, “Neo-Aramaic and the So-Called 'Decay of Ergativity in Kurdish” (pp.239-256); M.Moriggi, “Peculiarità linguistiche in una coppa magica aramaica inedita” (pp.257-266); J.Pasquali, “Innovazione e continuità nel lessico dell'artigianato nella Siria del III millennio a.C.” (pp.267-299); F.A.Pennacchietti- E.Braida- S.Destefanis- A.MengozziR.Saccagno, “A Project for the Publication and Lexicographic Study of Christian Neo-Aramaic Texts” (pp.301-313); M.V.Tonietti, “Le système prépositionnel de l'éblaïte” (pp.315-332); M.Frascarelli-A.Puglielli, “The Focus System in Cushitic Languages. A Comparative-Typological Analysis” (pp.333-358); O.Kapeliuk, “The Syntax of Synthetic Verbal Forms in EthioSemitic as Compared with Cushitic” (pp.359-370); V.Brugnatelli, “Voyelles et accents dans l'histoire du berbère” (pp.371-380); H.Satzinger, “On the Assumed Ergativity of the Berber language(s)” (pp.381-389); C.TaineCheikh, “Le problème des verbes dérivés en berbère et l'exemple du zénaga” (pp.391-409); H.Jungraithmayer, “Prefix and Suffix Conjugation in Chadic” (pp.411-419). La simple enumeración de estos veintiséis títulos hace ver claramente la imposibilidad de dar un resumen siquiera superficial de su contenido, no sólo por las 419 páginas que cubren, sino también y principalmente por la heterogeneidad de los temas en ellos tratados. Algunos de los artícuclos tocan aspectos relacionados con el sistema verbal camitosemítico. Aún no he abandonado la idea de publicar un pequeño artículo exponiendo las experiencias que modestamente he creído adquirir a lo largo de mis años de docencia del hebreo (y del arameo) bíblico y tratando de reducirlas a un esquema. Si, D.m., consigo llevar a cabo ese propósito, entonces sería quizás el momento de aludir a alguno de esos artículos. Aquí, pues, me limitaré a resumir el contenido de alguna de las aportaciones que, por diversos motivos, han despertado mi interés durante el examen del libro que nos ocupa. Empezaremos por el primero de los artículos propiamente dichos, del de David Cohen (“Les mutations de systèmes en chamito-sémitique”, pp.1-28) MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 529 por su carácter de ojeada histórica sobre el desarrollo de los estudios camitosemíticos. En él, en efecto, se alude a las dificultades que tuvieron que vencer el autor y André Caquot para conseguir que se celebrara el primer congreso dedicado a esa rama de la lingüística (1969), con el objetivo de situar al semítico en su lugar, “dans sa famille” (p.1), y de contrarrestar las reservas que todavía existían sobre el tema. Personalmente, puedo recordar que, cuando, hace ya años, tuve que manejar los dos volúmenes de la obra coordinada por A.S.Kaye, Semitic Studies. In Honor of Wolf Leslau. On the Occasion of His Eighty-Fifth Birthday November 14th, 1991 (Wiesbaden 1991) para la reseña que apareció en las páginas de esta revista (43 [1994] 161-167), me llamó la atención el escepticismo que todavía por esas fechas mostraban algunos autores respecto a la posibilidad de establecer un parentesco genético entre los miembros de esa supuesta familia lingüística. D.Cohen continúa su exposición resaltando el progreso que supuso el mismo cambio de título desde el de “estudios de lingüística semítica y camito-semítica” del primer congreso al de “estudios camitosemíticos” del segundo (Florencia 1974). Y alude a que ese 101 congreso que se inauguraba podía constituir “une nouvelle étappe”, por el empleo cada vez mayor de las técnicas 'comparativas', con lo que ello supone de ruptura del sistema de compartimentos estancos distribuidos por áreas lingüísticas. Y, con ese trasfondo, se termina afirmando (p.4) que “la grammaire comparée ne doit pas être l'affaire des seuls spécialistes; pour tous ceux qui ne le sont pas, elle doit se tenir à l'arrière plan des travaux, comme recours, comme renfort, parfois comme guide”. El resto del artículo está dedicado al estudio de algunos aspectos del sistema verbal semítico y sus mutaciones. Por las razones expuestas más arriba, dejo su consideración para un planeado estudio sobre ese tema. Tres aportaciones versan más específicamente sobre diversos aspectos del sistema fonológico semítico y, más en concreto, del consonantismo. Dado que en este mismo número de MEAH aparece un artículo mío con algunas reflexiones sobre ese tema, les dedico unas breves consideraciones. El primero de esos artículos es el de Aharon Dolgopolsky, “Emphatic and Plain Voiceless Consonants in Hamito-Semitic in the Light of Internal and External Comparative Evidence” (pp.29-34). Está explícitamente citado en el artículo al que antes me referí. Se empieza recordando la triple oposición que se detecta en semítico y en otras ramas del camitosemítico, MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 530 RECENSIONES dentro de un mismo punto de articulación, entre los grados 'sonoro', 'sordo' y *enfático+. Del sonoro prácticamente no se va a ocupar en el resto del artículo, centrado en el juego de los otro dos. Se da por supuesto que las consonantes *enfáticas+ del semítico eran originalmente glotalizadas (eyectivas). Se trata de notar que las “plain voiceless consonants” del semítico permanecieron como sordas a lo largo de la historia de las lenguas semíticas, para pasar a continuación a dar los reflejos de las enfáticas semíticas en otras ramas del camitosemítico. Para el caso de las “glottalized sibilants” (en semítico, y en la nomenclatura tradicional, la 'sibilante', la 'interdental' y la 'lateral'), se dan los reflejos en egipcio y en beréber, anotando (p.30) que “The Cushitic and Chadic reflexes of these emphatic (glottalized) sibilants are still to be elucidated; in any case, they are usually sibilants or affricates”. El artículo de G.Takács al que vamos a aludir enseguida deja fuera de consideración las *enfáticas+. En cambio, otro artículo más reciente del mismo autor (“Recent Problems of SemitoEgyptian and Semito-Cushitic and -Chadic Consonant Correspondences”: AuOr 23 [2005] 207-231) sí las incluye en la lista de correspondencias. La conclusión final de Dolgoposky es que “in many cases we observe lack of emphaticity (glottalization) in branches of HS, that is, plain voiceless consonants instead of the expected emphatics” (p.31). Tras aludir al problema concreto de las labiales, tema este sobre el que yo también traté de reflexionar en el artículo arriba citado con explícita alusión a Dolgopolsky, nuestro autor, que, como es sabido, fue, hace unas décadas, uno de los relanzadores de la teoría 'nostrática', junto con Vl.M.Illich-Svitych, concluye (p.31) sugiriendo que “the opposition of glottalized vs. plain voiceless consonants is to be considered only one of possible realizations of the opposition 'fortes <--> lenes' y que “It may be better considered with means of a deeper comparativistic reconstruction, namely in the framework of the Nostratic theory”. Se dan a continuación las equivalencias de las *enfáticas+ en las diversas ramas de esa supuesta macrofamilia. El autor recuerda (p.32) que tanto Illich-Svitych como él admitieron en otro tiempo la realización glotalizada de las consonantes enfáticas en nostrático, para anotar que “Today I am not sure about it”, dando razones en contra de la hipótesis, pero también a favor, y adoptando la ambigua conclusión de que “We cannot draw any definitive conclusion about the original phonetic realization of 'emphaticity' (p.33). El artículo termina con unas consideraciones sobre cuál es el término 'marcado' en la oposición “emphatic vs. plain voiceless”, con la MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 531 posibilidad de que en esa oposición entre en juego, además de la glotalización, también la aspiración. Aludí a ello someramente en el artículo citado. El artículo de Olga Stolbova, “Chadic *n,*r,*l and Their Correspondences in Semitic and Kushitic” (pp.49-63), tiene como objetivo describir determinados cambios fonológicos producidos, en una serie de fonemas, dentro de la familia chádica y aludir a procesos similares en otras ramas de la familia camitosemítica. Como es sabido, se trata de las tres consonantes (en origen, probablemente 'sonantes') que la gramática tradicional llamaba 'líquidas'. El fenómeno, siempre dentro de esa nomenclatura tradicional, podría calificarse como 'intercambio de líquidas'. En nuestro espacio lingüístico hispánico es bien conocido, con documentación, dentro del castellano, del intercambio n/r (homine[m]>hom[b]re), n/l (anima>alma; Onuba>Huelva) y, en cuanto al intercambio l/r, en concreto en posición implosiva, basta tener los oídos atentos en algunas zonas de nuestro sur peninsular. La autora se centra en el cambio *n/l en chádico, aludiendo también a su esporádica documentación dentro del área semítica y cušítica. La conclusión, avanzada ya desde el principio, es que parece tratarse de un cambio condicionado por la presencia en sílabas contiguas de fonemas labiales o postalveolares. Conclusión matizada (p.60) con la hipótesis de que “Most probably, it can be accounted for a dissimilation of two sonorants (n and m) extended to the dissimilation of n and labials in general [y también a consonantes postalveolares]”. Finalmente, y siempre dentro de este apartado de estudios sobre fonología camitosemítica, podemos aludir al artículo de Gábor Takács, “Problems of Afro-Asiatic Historical Phonology: Ancient Remnants of Sibilant Affricates in South Cushitic and Chadic” (pp.65-83). Se empieza aludiendo a la aportación presentada por el autor en el anterior congreso de lingüística afroasiática (Trieste, 1998), con el título “Sibilant and Velar Consonants of South Cushitic and Their Regular Correspondences in Egyptian and Other Afro-Asiatic Branches”. Aquí se restringe el punto de mira a la preservación de las sibilantes africadas no glotalizadas (en transcripción con dígrafos: /ts/-/dz/-/tš/-/dž/) en el cušítico del sur, que, junto con dos grupos chádicos (Angas-Sura y Bauchi del norte), dice el autor, “at the present level of my knowledge and experience, I regard to be the most archaic of all modern African daughter languages of the Afro-Asiatic family MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 532 RECENSIONES from the view point of historical phonology” (p.65). Conviene recordar que se trata de los elementos no enfáticos de las series etiquetadas tradicionalmente en la lingüística semítica como 'sibilantes' e 'interdentales'. Al final del artículo (p.76) se ofrece un interesante cuadro comparativo de las equivalencias de los cuatro fonemas en los dos dialectos chádicos arriba citados (del norte de Nigeria), en hausa, en semítico, en egipcio y en cušítico del sur, y su conjetural reconstrucción en protoafroasiático. Como apuntamos más arriba, el investigador húngaro aportó al simposio de semitística comparada de Barcelona (19-20 noviembre 2004) un interesante estudio sobre las correspondencias de esos y otros fonemas en el sistema consonántico semítico comparado con el del egipcio, el del cušítico del sur y el chádico. En qué medida esas equivalencias apoyan o deslegitiman el cuadro originario que se propone en el artículo sobre el consonantismo protosemítico publicado en este mismo número de MEAH es algo que en este momento no me encuentro en condiciones de valorar. Pasando a otro tema, hay varios artículos que tocan el, siempre interesante y en este momento complejo, tema de la clasificación de las lenguas semíticas. Me limitaré a aludir a un par de ellos. El artículo de Alessandra Avanzini, “Some Remarks on the Classification of Ancient South Arabian Languages” (pp.117-125), se centra en un grupo lingüístico relativamente poco estudiado dentro de la semitística. La autora empieza su exposición recordando la tendencia más o menos reciente, apoyada en los criterios de geografía lingüística, a distinguir , dentro del sudarábigo epigráfico, entre un sabeo, central e innovador, y un resto de áreas más conservadoras, representadas por el mineo, el qatabánico y el hadramítico o hadramáutico. Anota también que esa concepción es un reflejo de una “space-related perspective” (aunque, naturalmente, esa perspectiva no pueda ignorar la coordenada temporal) usada por varios autores para clasificar las lenguas semíticas y para explicar los cambios lingüísticos que previamente se había intentado explicar exclusivamente desde una perspectiva temporal, a base del famoso 'árbol genealógico' (Stammbaum). En la nota 1 (pp.117-118) del artículo se alude a esos intentos de clasificación, que dieron como resultado el aislamiento de un “Semítico Central”, presuntamente innovador, que incluiría las 'lenguas del noroeste' y el 'árabe' (con cierta división de opiniones respecto al dato concreto de si sólo entran los dialectos dl norte o si también se incluyen los antiguos del sur, atestiguados epigráficamente [cf. p.118 nt.2]). En definitiva, sería la MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 533 aplicación de la ya vieja teoría de las 'áreas periféricas', entrelazada con la también veterana de las 'ondas' (Wellentheorie). Volviendo al campo concreto del sudarábigo antiguo, el modelo supone que, durante la primera mitad del I milenio a.C., el reino de Saba, abierto a los influjos del norte, habría actuado como foco irradiador de innovaciones lingüísticas proyectadas hacia áreas colindantes más o menos conservadoras. La arqueología vendría a apoyar este esquema interpretativo. Pero, a continuación, la autora nos adelanta que “A number of thoughts concerning Qatabanic documentation have, however, led me to a general reassessment of this assumption” (p.119), y pasa a examinar una serie de fenómenos, empezando por el de la alternancia s/h en sufijos y prefijos. La conclusión final (p.122) es que “There was no single centre of prestige in southern Arabia” y que “The fundamental premise is therefore overturned: in my view, the common traits in South Arabian cultures and languages are archaic, not recent. Sabaic, despite what is continually repeated, was not the most innovative and 'arabised' language of southern Arabia”. A continuación, se pasa a examinar la historia lingüística de la Arabia del sur a la luz de la de Siria del II y I milenio a.C. Habría que partir, en el II milenio, de un continuum lingüístico que podría definirse como “proto-South-Arabian”, y que tendría su paralelo en la Siria del I milenio, cuando se desarrollaron los dos grandes grupos lingüísticos, cananeo y arameo. Ese hipotético protosudarábigo del II milenio debería de tener ya muchos de los rasgos que más tarde emergerían en el sabeo. No se trataría, pues, de una 'sabeización' producida por la supremacía política y cultural de la Saba del I milenio. Todas las lenguas sudarábigas estarían fuertemente estratificadas. La consecuencia es que “My opinion is that geographic dissemination of variations in South Arabia is more an effect of stratigraphic adjustmnt or polygenesis than linguistic geography” (p.123). De ahí se extraen algunas conclusiones que afectarían al conjunto del “Semítico Central”, del que presumiblemente formaría parte el sudarábigo antiguo. Los que defienden el esquema de la geografía lingüística no dejan de aludir al factor sociológico, identificando esa área central innovadora como 'nomádica' (la autora añade la forzosa referencia al proceso de 'amorreización' de G.Garbini). Los dos componentes (sedentario y 'nomádico') de los pueblos semitas (la sociedad 'dimórfica') estarían interactuando desde que empezaron a aparecer los primeros documentos MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 534 RECENSIONES escritos. Con ello, a la dimensión espacial y temporal, se añadiría la del factor sociolingüístico. Y la conclusión final (pp.123-124): “Both in south Arabia and in general in Semitic, the geographic distribution is not sufficient to explain the itineraries and the times of change, essentially it does not tie us down to such categorisation as recent vs. archaic, innovating vs. conservative which, in my opinion, is often misleading when classifying Semitic languages”. Por mi parte, sólo quisiera añadir una modesta observación: la autora, a pesar de esas precisiones, da la sensación de que identifica de algún modo 'cambio' con 'elemento nomádico'. El paralelo que propone para el espacio siropalestinense del I milenio, con la contraposición 'cananeo' vs. 'arameo', me atrevería a decir que más bien parecería ir en sentido contrario: los 'nómadas' arameos de la estepa hablarían un tipo de lengua menos 'innovador' que los 'cananeos' sedentarios de la costa (que habían sufrido más de cerca los efectos desestabilizadores de las conmociones sociopolíticas que cerraron el II milenio). Con plena conciencia de lo arriesgado que es hoy en día cualquier toma de postura en ese terreno, me permitiría aludir al carácter más 'conservador' que parecen presentar, incluso dentro del grupo 'cananeo', las lenguas de la montaña palestinense y de las estepas y montañas transjordánicas ()correspondientes a 'nómadas' más o menos sedentarizados?) respecto a las de la zona costera. Por versar sobre un tema análogo al del artículo anterior, quisiera hacer una alusión al estudio de Giovanni Mazzini, “Ancient South Arabian Documentation and the Reconstruction of Semitic” (pp.215-238). El autor empieza recordando cómo el libro de Jacqueline Pirenne, Paléographie des inscriptions sudarabes (1956), databa el período arcaico de la historia de la Arabia del sur preislámica en el siglo V a.C. Como anécdota personal, puedo contar que, unos años antes de la aparición de ese libro, había tenido yo ocasión de leer un libro de viajes titulado Im Land der Königin von Saba, en que el autor (no consigo recordar su nombre) narraba sus aventuras en una excursión semiclandestina que había realizado por aquellas tierras, todavía vedadas a los viajeros occidentales, y que habían estado a punto de costarle la vida. Volviendo a nuestro artículo, en él se nos recuerda el enorme avance que han significado, para el conocimiento de esa cultura y de esas lenguas, las excavaciones realizadas en los últimos tiempos y los numerosos documentos que se han añadido al acervo de los ya conocidos. La consecuencia es que hoy en día se puede afirmar que la fase más antigua de MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 535 la historia de la Arabia del sur se puede retrotraer al comienzo mismo del I milenio a.C. Y que, puesto que esa fase aparece ya plenamente desarrollada, es lícito postular una fase previa que podría etiquetarse como “Formative Period of Pre-Islamic South Arabia” y que llegaría al II milenio “if not even earlier” (p.217). Por lo que respecta al aspecto textual, “such a documentation appears to be a linguistical entity which is quite complex and articulated according to diachronical developments as well as regional differences” (p.218). Y el autor se detiene en una breve exposición de lo que supone esa complejidad tanto desde el punto de vista de la distribución de los dialectos como de sus fases, terminando por cuestionar el mismo término “South Arabian”, impuesto por la tradición y la geografía, ya que “South Arabian, meant as a language or a civilization, does not show a particular enough connection with 'Arabic' to induce the preference of this name” (p.219 nt.9). En el segundo apartado del artículo, Mazzini recuerda que, a pesar de ese avance en la documentación textual, la aportación del sudarábigo a los estudios de semitística comparada ha sido hasta ahora bastante pobre. Interesantes son los datos bibliográficos aportados por las notas 16-18 (pp.220-221), especialmente la última, con su alusión al intento de R.M.Voigt (1987) de incluir el sudarábigo antiguo dentro del 'Semítico Central'; intento (revisado por el propio autor en 1990) que Mazzini considera basado en una serie de isoglosas “in my view not sufficient for such a far reaching conclusion”. El apartado se cierra con unas consideraciones sobre la posibilidad de aislar un 'Semítico del Sur' y las discusiones recientes sobre si el sudarábigo antiguo se encuadra en ese subgrupo o en el del 'Semítico Central'. Problema que se entrelazaría con el de la misma clasificación del norarábigo (“Arabic” en la terminología que sigue Mazzini, reservando el adjetivo “Arabian” para su uso de tipo más bien geográfico). Se apunta (p.222) ya algo que aparecerá más tarde con cierta reiteración a lo largo del artículo: “The main reason for this lies not only in the mentioned limits of the Ancient South Arabian studies but also in an exclusively strict usage of the genealogical model, never supported by any historical evidence”. Con eso se pasa al tercer apartado del artículo, dedicado a exponer y criticar la hipótesis de N.Nebes en su estudio de 1999 (publicado dos años después) “Zur Genese der altsüdarabischen Kultur. Eine Arbeitshypothese”, MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 536 RECENSIONES en que el autor se fija en una serie de posibles isoglosas entre el sudarábigo antiguo y el semítico del noroeste, especialmente el hebreo, tratando de situarlas en el marco de un origen temprano de la civilización sudarábiga dentro de un influjo cananeo, e intentando explicarlas a base de que (en el resumen de la teoría presentado por Mazzini) “Peoples coming from the North (the Canaanite home) and speaking a type of Canaanaic of the second millennium might have reached an area inhabited a long time since by another population linguistically characterized by the Southern typology of Semitic” (p.224). Mazzini resalta los puntos positivos de esa hipótesis, pero no le convence el 'modelo migratorio' adoptado por el autor alemán, que considera condicionado por el “genealogical model” subyacente, y que carecería de fundamentación histórica. Sin embargo, sí considera que el tema de las isoglosas entre el hebreo y el sudarábigo antiguo merece una discusión más profunda. Por lo que respecta a los posibles paralelismos de tipo morfosintáctico (como el uso del infinitivo independiente o el imperfecto narrativo), tanto en un espacio lingüístico como en el otro se podría tratar de reflejos de una etapa lingüística anterior, conocida en el caso del hebreo y elucubrada en el caso del sudarábigo. En consecuencia, “The coincidence of linguistic features exclusively attested, on the one side in North West Semitic since its most ancient phase (therefore in Hebrew, too) and on the other in the historically known South Arabian is strong evidence, in my opinion, for a common linguistical connection, not necessarily to be explained by means of 'migration' of peoples coming from Canaan, within a quite late epoch. Such a connection is a major problem within the wider question of subgrouping Semitic, a problem on which scholarly discussion should particularly focus” (p.227). Me he permitido la larga cita porque en ella queda claro que nuestro autor no pretende resolver el problema de la clasificación del semítico (en la nota 227 de esa misma página se insiste en que “Such a topic needs still to be systematically investigated”, aduciendo alguna bibliografía). Por eso, prefiere llamar la atención sobre “a few lexical items”, aduciendo la autoridad de W.Leslau y P.Fronzaroli para centrarse sobre ese campo concreto. Se analiza en total una decena de términos, añadiendo algunos comentarios: existe un “common lexical stratum” compartido por el semítico del noroeste y el sudarábigo antiguo y ese estrato puede remontarse a un período muy anterior; pero, puesto que esos elementos léxicos no están atestiguados en acadio, no debe de tratarse de una fase que se pueda asignar a un primitivo estadio de MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 537 semítico común; desde una “traditionally genealogical perspective”, ese hecho resultaría inesperado, puesto que se trata de isoglosas que vinculan ramas del semítico que generalmente se consideraban separadas, como el semítico del noroeste (perteneciente al 'Semítico Central') y el antiguo sudarábigo (encuadrado en el 'Semítico del Sur'); por lo que respecta al sudarábigo moderno y al etiópico, sí existe conexión léxica y “we are not allowed to affirm, as in the case of East Semitic, that no lexical connection may be pointed out” (p.235), pero la presencia del vocabulario antes citado parece marginal, lo que acentúa la complejidad del problema de vincular el sudarábigo antiguo con las otras supuestas lenguas del semítico del sur. Tengo que reconocer que me produjo cierta dificultad el tratar de entender un párrafo de ese apartado (p.234) que afirma que “the similarity appears to be persistent judging from the attestation of all of the compared items within the geographically closest languages of both North West Semitic and Ancient South Arabian in latest stages, namely Hebrew and Arabic”, ya que parece moverse dentro de la clasificación muy tradicional que engloba el *árabe+ (representante principal de las lenguas norarábigas) dentro del 'Semítico del Sur', cuando acaba de hablar de 'Semítico Central'. En el último apartado del estudio, Mazzini subraya que “At the present state of the art any conclusion appears to be hazardous and this contribution is solely intended to be a first attempt at employing more seriously Ancient South Arabian documentation within the studies devoted to the reconstruction of Semitic” (p.237). Con todo, la documentación lingüística procedente de la Arabia meridional preislámica podría llevar a reconsiderar algunos aspectos tradicionalmente aceptados respecto a la subclasificación de las lenguas semíticas, pero esa reconsideración “should, however, rely on a more articulated usage of linguistic models inspired by linguistic geography, and applied to those historical and sociological peculiarities unique to ancient Near East” (ibídem); a lo que se añade una explícita alusión al dimorfismo 'nómadas'/'sedentarios' que vimos aludido en el artículo de A.Avanzini. Desde mi modesto punto de vista personal, estoy de acuerdo con la afirmación de que un modelo excesivamente centrado en el *árbol genealógico+ no es hoy suficiente. Con todo, me pregunto si los modelos excesivamente centrados en la geografía lingüística y la sociolingüística no nos pueden llevar a un punto en que “los árboles no nos dejen ver el bosque”. MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 538 RECENSIONES Me hubiera gustado poder exponer las aportaciones de Amalia Catagnoti, “Traditions onomastiques sémitiques dans la documentation du IIIe millénaire” (pp.145-154) y de Pelio Fronzaroli, “Structures linguistiques et histoire des langues au IIIe millénaire av. J.-C.” (pp.155-167). Pero ello hubiera supuesto extender esta reseña más allá de lo tolerable. Creo que el hecho de que la simple consideración de cinco de los veintiséis artículos de este volumen haya dado lugar a esta amplia recensión es un buen testimonio del interés que puede despertar la obra. ANTONIO TORRES FERNÁNDEZ GALLEGO, MARÍA ÁNGELES El judeo-árabe medieval; Edición, traducción y estudio lingüístico del Kitāb al-taswi’a de Yonah ibn Ğanāh, Peter Lang AG, International Academic Publishers, Bern 2006. XI+180 págs. ISBN: 3-03910-860-3. Interesante y valioso trabajo en el que la doctora María Ángeles Gallego revisa y actualiza los contenidos de su tesis doctoral, defendida en la Universidad Complutense de Madrid en el año 1996. Los motivos que llevaron a la elaboración de este trabajo surgían a partir de la realidad de las ediciones realizadas a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX de este tipo de fuentes. Entre otros, los trabajos del más famoso de los lingüistas hebreos andalusíes, Abū-l-Walīd Marwān Ibn Ğanāh de Córdoba (c. 985/990 - d. 1039), merecen ser revisados, pues en estas ediciones no se ha respetado la naturaleza del judeo-árabe (JA), con todo lo que eso puede conllevar. El volumen está compuesto por dos grandes bloques. El primero, totalmente nuevo, se encarga de describir la variante conocida como JA, mientras que el segundo, reelaboración de su tesis doctoral, se centra en el análisis lingüístico, edición y traducción del Kitāb al-taswi’a de Yonah Ibn Ğanāh. Ambos bloques han quedado perfectamente fusionados y la armonía reina entre los conceptos de ambas partes, siendo uno complemento del otro. Tras un sucinto capítulo dedicado a la vida y obra de Ibn Ğanāh, a manera de nexo, la autora nos invita a una interesante descripción del JA (pp. 17-47), siendo éste uno de los puntos más fuertes y sólidos del volumen, que sin pretenderlo aparentemente, parece configurarse como MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 539 una introducción a la “historia del JA” en castellano y esperamos que la doctora María Ángeles Gallego continúe y complete plenamente esta carencia que padecemos a la hora de enfrentarnos al patrimonio andalusí. La conclusión más inmediata que se obtiene sobre la naturaleza del JA a partir de esta síntesis es que estamos ante una auténtica “caja de Pandora”. No todos los especialistas aceptan que se trate de una lengua o dialecto, de hecho siquiera hay unanimidad ni datos concluyentes que nos ayuden a entender qué es el JA propiamente dicho. Dado que los primeros testimonios escritos se remontan al siglo IX, época de expansión de la lengua árabe, el uso del JA es tan amplio como el propio mundo árabe, por lo que el análisis diacrónico ha de ser muy tenido en cuenta a la hora de enfrentarse a este enorme bloque lingüístico y literario. Es necesario, por ende, establecer los principales rasgos, períodos, contextos y clasificaciones del JA, objetivo conseguido por la doctora María Ángeles Gallego. Los rasgos principales del JA son lingüísticos y literarios. Según la autora (p. 17) los primeros rasgos pueden resumirse en: empleo del alfabeto hebreo, reflejo de un árabe coloquial alejado de los usos del clásico o estándar, uso de pseudocorrecciones, presencia de terminología hebrea y aramea y rasgos fonéticos diferenciales respecto a otras comunidades del mismo entorno geográfico. En el plano literario, la emergencia de traducciones calco de la Biblia, conocidas como šarh (comentario, explicación), provocan la aparición de una lengua árabe específica empleada por los judíos arabófonos que se enfrentaban a las Escrituras hebreas. En lo que se refiere a los rasgos lingüísticos del JA, la autora va desgranando cada uno de los elementos y las dificultades que pueden surgir en el análisis. Así, por ejemplo, en el caso del empleo del alfabeto hebreo su conclusión es que a pesar de que los alfabetos son elementos de un enorme simbolismo social y que el alefato está unido a la tradición judía y gozó de un rico uso en las sinagogas, aún sufriendo períodos de prohibición por parte de las autoridades musulmanas, “la utilización del alfabeto hebreo no es condición sine qua non para la clasificación de un texto como judeo-árabe” (p. 20). Dada la realidad de que autores caraítas de los siglos X-XII utilizan indistintamente el alifato y el alefato, no queda más remedio que aceptar que el uso de uno u otro alfabeto es una MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 540 RECENSIONES cuestión de mera preferencia personal. Por lo tanto, el auténtico rasgo definitorio de este tipo de textos, según la autora, es que se trate de un escrito redactado por un judío y dirigido a un público judío también. Esta conclusión, aunque acertada, parece rizar el rizo a la hora de clasificar la naturaleza de textos redactados por judíos pero dirigidos a lectores arabófonos en general como, por ejemplo, el famoso Fons Vitae de Ibn Gabirol o el propio Kitāb al-Taljīs de Ibn Ğanāh. Por otro lado, sí resulta más claro el empleo de dos sistemas ortográficos diferentes a la hora de reflejar el árabe con letras hebreas: ortografía arabizada o clásica (s. XXV), que adopta las convenciones ortográficas del árabe clásico por un lado, y ortografía fonética por otro. Esta última es mucho más compleja que la clásica a todos los niveles, pues se caracteriza por transcribir fonéticamente la lengua árabe y se reconocen incluso períodos (primitiva hasta el s. X y tardía a partir del s. XV). Otra de las características del JA es la presencia del estadio árabe conocido como neo-árabe que es, en realidad, la lengua coloquial. De este estadio apenas tenemos noticias, ya que los musulmanes tienden a emplear el clásico por una cuestión de prestigio literario y en intento de emular al Corán. Hoy, gracias a textos judíos, cristianos y a composiciones populares como el zéjel, se va teniendo acceso a esa parcela de la historia de la lengua árabe medieval, tantos años reprimida y oculta. En este punto, radica la importancia del JA, que deja de ser materia de unos pocos hebraístas para trasformarse en objeto de estudio por parte de arabistas, ya que los textos judeo-árabes suelen aportar una mayor información sobre el árabe dialectal al estar los judíos libres del ideal de pureza lingüística de los musulmanes a la hora de emplear la lengua del Corán. Esta libertad, sin embargo, no va a significar que el autor que se exprese en JA no intente conseguir el mayor grado de corrección gramatical, y en ocasiones, esa búsqueda lleva a la aparición de hipercorrecciones e hipocorrecciones. No es justo, sin embargo, juzgar el conocimiento de la lengua árabe por parte de un autor a partir de estas pseudocorrecciones, pues muchas de ellas se fueron estandarizando a lo largo del proceso de fijación y redacción. Por cuestiones metodológicas, el JA puede dividirse en cuatro grandes bloques o períodos: a) primitivo (anterior al s. X): se caracteriza por el empleo de una ortografía fonética, la mayoría de los textos proceden de Egipto; b) medieval o clásico (ss. X-XV): emplea una MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 541 ortografía arabizada y es el período de máximo esplendor literario; c) tardío (ss. XV-XX): emplea una ortografía fonética con rasgos arabizados, más tolerante con la presencia de elementos dialectales y vehículo de expresión de la literatura de šarh; y d) moderno (ss. XX-XXI): muy similar al período anterior, se caracteriza por producir una literatura de corte popular y folclórica y por el hecho de mantenerse vivo, lo cual permite su estudio dialectológico a todos los niveles, si bien, tras la fundación del estado de Israel, este estadio ha quedado herido de muerte junto con el ladino y otras lenguas judías, por lo que la tarea resulta de emergencia. Dadas estas realidades, la autora revisa la crítica histórica para aclarar qué es el JA. Partiendo de los criterios que pretenden establecer sin éxito qué lenguas son judías, se obtiene que los rasgos comunes de todas estas lenguas son su fuente principal: los sustratos del hebreo y el arameo que afectan a niveles léxicos, sintácticos, morfológicos y fonéticos. Por lo tanto, dado que estos rasgos, y otros perfectamente sintetizados por la autora (p. 33), se manifiestan en el JA, sólo queda preguntarse si el JA es una lengua, un dialecto, una variante confesional o un registro dentro del árabe, tema bastante polémico que llega incluso a tomar tintes xenófobos. En resumen, los argumentos para considerar al JA como una entidad autónoma no sólo son lingüísticos, sino también de tipo cultural; sin embargo, la denominación de lengua es variable y está sujeta a criterios sociológicos, por lo que el JA podrá o no ser definido como tal dependiendo del criterio utilizado. María Ángeles Gallego decide tratar al JA como una lengua judía al desarrollarse en un ámbito y contexto específicamente judío y al contar con diferencias lingüísticas exclusivas; pero desde un punto de vista lingüístico más pulcro, para ella estamos ante una variante, dado que no resulta claro qué es lo que se entiende hoy día por lengua o dialecto en estos ambientes. Sea como fuere, el JA tiene la suficiente fuerza para plantear una cuestión de capital importancia: ¿qué es una lengua? Un interesante epígrafe (2.5. El JA medieval y su estudio) pone fin al primer bloque del libro. Tradicionalmente se entiende que este período comienza con la traducción de la Torah al JA por Să‘adyah Ga’on (882942). Este último epígrafe revisa la historia de la investigación, sus logros y derrotas, las principales colecciones y maestros, además de recoger los MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 542 RECENSIONES recursos bibliográficos e institucionales dedicados a esta disciplina. El primer bloque, en definitiva, es un trabajo de síntesis magistral y de capital importancia, pues no se limita a describir y resumir, sino que invita a la investigación contextualizando correctamente el tema y ofreciendo las claves principales para entender el JA, así como todos los recursos disponibles para enfrentarse a este enorme monolito lingüístico y literario. El segundo bloque, dedicado al estudio lingüístico, edición y traducción de un tratado gramatical, también resultaba de emergencia dado que es sumamente difícil encontrar un análisis tan exhaustivo y provechoso como el presente, aplicación muy consecuente del trabajo de Joshua Blau. En lo que se refiere a la fonética y ortografía del texto puede afirmarse que las características descritas pueden encontrarse por lo general en cualquier texto JA del período clásico, por lo que no se trata de un fenómeno aislado en la obra analizada, sino de un catálogo que ayuda a interpretar otros textos de esta naturaleza. La misma conclusión se obtiene de los datos del estudio morfológico, sobre todo en la esfera verbal, y del sintáctico, especialmente en las oraciones de relativo. El estudio semántico pone de manifiesto la presencia de lo hebreo en el Kitāb al-taswi’a, de hecho, puede dar la sensación de que el hebreo es, además del objeto estudiado, componente de una terminología metalingüística bilingüe, propiedad exclusiva del JA. En lo que se refiere a la edición y traducción del Kitāb al-taswi’a, tras cotejar los manuscritos se llega a la conclusión de que las variantes entre los diferentes ejemplares pueden no afectar al sentido de la frase, pueden ser variantes lingüísticas que tampoco afectan al contenido y por último, destacan aquellas que sí repercuten en el significado y aclaran las lecturas oscuras. A continuación se examina la edición y traducción clásica de los hermanos Derenbourg (1880) y la principal conclusión es que esta versión está bastante limitada. Por un lado, como ya ocurrió con el Kitāb almustalhaq (editado como al-mustalhiq), el título de la obra no fue correctamente interpretado al confundir hamza con yā’, por lo que aquello que durante más de un siglo ha sido conocido como “Libro del enderezamiento (al-taswiya)”, según María Ángeles Gallego es, en realidad, el “Libro de la reprobación (al-taswi’a)”. Argumento que la autora justifica con pruebas sólidas, filológicas e históricas. Por otro lado, el texto original publicado por J. & H. Derenbourg ha sido despojado de MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 543 su auténtica naturaleza, el JA, y travestido con los criterios y la grafía del árabe clásico, lo cual, oculta una realidad existente durante más de un milenio y puede incluso llegar a oscurecer los títulos reales de estas obras, por no hablar del resto de los contenidos tal y como la autora demuestra. En lo que se refiere a la edición, hemos de felicitarnos al encontrarnos ante un texto “puro” que recoge todas sus variantes y que exige del lector el conocimiento y manejo del JA tal y como el de los usuarios a los que iba dirigido, es decir, saber puntuar las letras enfáticas que no están marcadas en el original, diferenciar el árabe del hebreo y el arameo, si bien la editora ha marcado por lo general en negrita aquello que no es árabe, y reconocer las pseudocorrecciones estandarizadas, entre otros fenómenos. En este punto, el estudio lingüístico es una pieza clave para aprender a leer estas fuentes en su forma original. Resulta sumamente interesante que se haya seleccionado un texto de naturaleza gramatical, redactado además por el más insigne gramático hebreo de la Edad Media en general, para elaborar una descripción del JA. Ibn Ğanāh conocía y dominaba el árabe a la perfección, cualidad que se le reconoce justamente incluso en varias fuentes islámicas; de hecho, se inspiró en las grandes obras lingüísticas de los musulmanes para la redacción de su famoso Kitāb al-Tanqīh, obra que, en su sección gramatical, coincide con los principios lingüísticos de los musulmanes en más de doscientos cincuenta puntos. En este dominio de la lengua árabe por parte del autor es donde entra en juego y se ha de reconocer la existencia del JA como identidad independiente dentro del amplio crisol que supone el mundo árabe. Es decir, aunque Ibn Ğanāh domina el árabe clásico a la perfección y describe datos exclusivamente lingüísticos, no renuncia en ningún momento a su “idioma”, con sus pseudocorrecciones estandarizadas, el uso del alefato y la presencia del neoárabe, a pesar de estar más que cualificado para redactar una prosa árabe pura y clásica, como la que debió emplear al redactar su obra médica, más universal que el resto, Kitāb al-Taljīs. En definitiva, la editora ha hecho un esfuerzo tremendo por reflejar el texto tal cual es y se le ha de agradecer con creces dado que los procesadores de texto no están aparentemente aún a la altura de las circunstancias. La traducción, por su lado, es bastante literal, aunque muy cómoda de leer, y se ajusta a la realidad del texto editado. Es, en MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 544 RECENSIONES definitiva, una versión mucho más madurada y sincera que aquella del año 1880 a todos los niveles. En lo que se refiere al Kitāb al-taswi’a, desde un punto de vista más literario, hemos de encuadrarlo en el género de disputa filológica, tan del gusto andalusí. Ya desde los orígenes, en el siglo X, se produjo una acalorada diatriba entre los lingüistas hebreos de al-Ándalus. Las principales diferencias entre una y otra disputa son que en el siglo X las obras polémicas se redactaban en hebreo y la discusión se centraba en los sentidos de pasajes bíblicos, mientras que en el siglo XI se expresan en árabe y la discusión gira en torno a las teorías de Hayyūŷ y sus críticas. De hecho, determinados epígrafes (2§, 12§) conservan la estructura típica de este tipo de textos tal y como la encontramos en el siglo X, es decir, exposición de hechos lingüísticos, discusión y descalificación pública mediante fórmulas que pretenden mofarse del adversario: ¡Ojalá supiese yo qué presa es ésta a la que da caza el polvo! ¿Una gacela o una cabra? (p. 134), abandonar el camino abierto y meterse por los senderos en los que se esconden los cocodrilos no es una buena solución (p. 150), o incluso en verso al final, si vuelve el alacrán volveremos a él / y el zapato va a estar preparado para él (p. 152), a manera de “continuará si continúan”, entre otras. Desde finales del siglo X se abandonó el hebreo para hablar de cuestiones gramaticales y se comenzó a redactar prosa científica en JA. El personaje de transición de una lengua a la otra es Hayyūŷ (2ª mitad del s. X), que adaptó la metodología empleada por los musulmanes, con su lengua y su terminología, para explicar los verbos débiles y geminados del hebreo bíblico, provocando que cualquier judío culto que conociese la gramática árabe clásica pudiese adentrarse en el estudio de la Biblia desde sus mismas categorías. Tras la aparición de su obra, parece que se produjo un silencio, bien para la asimilación de conceptos, bien por la situación que provocó la interminable Gran Revuelta (al-fitnah al-kubrà); décadas en las que los escritos de Hayyūŷ se configuraron como una tradición (taqlīd) de indudable fidelidad. Según lo que sabemos, Ibn Ğanāh, en plena juventud, fue el primero en romper este silencio académico y tras leerse la Biblia hebrea completa ocho veces, redactó su Kitāb alMustalhaq/Libro anexo, en el que revisaba y completaba la labor del más afamado maestro de la lengua hebrea. Aunque no pretendía ofender a nadie, esta obra, más o menos extensa, desencadenó una disputa filológica MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 545 intensa de la que sólo nos ha llegado una parte y de la que el Kitāb altaswi’a es un eslabón más. Aunque Ibn Ğanāh adoptase a pie juntillas la teoría de Hayyūŷ, elaborase su discurso sobre sus conclusiones y las llevase a su máximo apogeo y difusión, construyendo su obra a partir de éstas, su inquietud o rebeldía científica fomentaba la discusión y es explícita cuando llega a reconocer que soy de los que no adopta la opinión de Abū Zakariyyā’ ni de ningún otro en algo en lo que encuentre un indicio que me haga discrepar de sus palabras (146). A pesar de que Ibn Ğanāh reconoce que no ha pretendido acusar de ignorancia (a nadie) pues no es (propio) de mi carácter ni de mi condición y preferí callarme (p. 151), lo cierto es que no parece disgustarle del todo que la disputa gire en torno a sus palabras en alMustalhaq, de hecho llega a reconocer que lo único que yo me propuse con este libro es daros a conocer la explicación de aquellas partes del Mustalhaq que han sido contradichas, a pesar de que están claras para quien haya reflexionado sobre ellas (p. 141). ¿Qué es lo que se está discutiendo en realidad en esta disputa? Convencido de que está rodeado de ignorantes que se dedicaron a una disciplina para la que no sirven y se adentraron en una cuestión para la que no están capacitados (p. 131), que son el fruto de la ignorancia y el producto de la envidia (p. 131) y que según él desconocen el funcionamiento de las letras débiles hebreas (p. 141: no es mi obligación aclararlo), no duda en humillar a su interlocutor con fórmulas tipo ¿Vosotros habéis entendido lo que dijo Abū Zakariyyā’ al final de ese capítulo? (p. 137). La verdad es que su adversario, tal y como lo describe Ibn Ğanāh, más que un lingüista es un aficionado que algo ha oído sobre gramática, terco e incapaz de dominar la conjugación verbal de forma improvisada, situación que provoca la mofa descarada del autor que dice sufrir un desvanecimiento similar al de lo epilépticos (p. 138) ante los desvaríos lingüísticos del aprendiz de su auténtico adversario, que siempre permanece en el anonimato (al-qawm). Por último, el Kitāb al-taswi’a pone de manifiesto que Ibn Ğanāh es ante todo un lexicógrafo. La obra de Hayyūŷ contiene principalmente una descripción de datos morfológicos en los que la información semántica queda implícita o debe ser obtenida a partir del análisis de formas, de hecho, son diccionarios sin definición. Por su lado, Ibn Ğanāh, sin abandonar el factor morfológico formal da un paso más allá y enriquece la MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 546 RECENSIONES técnica agregando al método el estudio del contexto para aclarar determinadas voces que no resultan del todo claras. De hecho, en varios epígrafes el argumento principal es el semántico (2§, 8§) y gusta en muchas ocasiones de traducir el versículo hebreo al árabe empleando giros perifrásticos y sinonímicos. Además, en esta pequeña obra encontramos un uso explícito de la semitística comparada, ya sea con el árabe (p. 139) o con el arameo (p. 147), el empleo de la antonimia para aclarar pasajes de la Biblia (p. 149), el uso de la masora (p. 144) y un análisis que está por encima del convencional o popular: su significado no es el que le da la gente (p. 136). En varias ocasiones anuncia que ha comenzado o está a punto de emprender la redacción del Kitāb al-Tanqīh (pp. 139, 146 y 149). Estamos, en definitiva, ante un valioso y precioso volumen compuesto por dos bloques que ofrece una panorámica, a manera de síntesis, del JA y contiene un ejemplo práctico que da sentido a la teoría recogida en la primera sección. Hemos de felicitarnos por la aparición de esta nueva edición que pretende ofrecernos un texto “puro”, es decir, en su forma natural, en la que fue redactado por su autor y empleado por sus usuarios y acompañado de un exhaustivo análisis que nos enseña a leer y entender estas importantes fuentes tal y como son en realidad. JOSÉ MARTÍNEZ DELGADO GONZALEZ, FEDERICO Y VALLS, MIREIA, Presencia viva de la Cábala. Libros del innombrable, Zaragoza, 2006. 398 págs. ISBN: 84-95399-67-9. En España, en el siglo XIII, se llegó a la más espléndida plasmación de la mística judía, que los cabalistas de Girona y Castilla supieron disponer a través de elementos neoplatónicos, para postular sus intuiciones acerca de la naturaleza insondable de Dios y también de sus manifestaciones. Sin embargo, sólo varios escritos breves de entre su ímproba producción han sido traducidos al castellano. Cuatro textos breves de Ezra de Girona (Cuatro textos cabalísticos, traducción de Miriam Eisenfeld, Ed. Riopiedras, 1994) y su Comentario al Cantar de los Cantares (Ed. Índigo, 1998) traducido por Nuria Gurión. También la Carta Santa de Nahmánides traducida al catalán, y que, como señalan los autores del libro que reseñamos, “estudios actuales (apuntan a) que pudiera deberse a la pluma de Chiquitilla y no a la de Nahmánides” MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 547 (p.137) o, por ejemplo, otras epístolas de Nahmánides, en artículos publicados en revistas de investigación. En cuanto a la cábala castellana, el Zohar en diversas traducciones, pero apenas un texto breve de Chiquitilla (El secreto de la unión de David y Betsabé, traducido también por Eisenfeld al castellano y con una introducción de Charles Mopsik, Ed. Riopiedras, 1996). La obra capital de este cabalista, Puertas de la Luz, conoce traducciones inglesa y francesa, pero no castellana, como tampoco su magno tratado sobre mística lingüística, El Jardín del Nogal, al igual que carecemos de traducción alguna de Abulafia, su maestro, y de los tratados que sabemos con certeza que escribió Moisés de León. En este desolador paraje se saluda con agradecimiento la aparición de un libro que, como Presencia viva de la Cábala, nos permite la apreciación de un panorama general de la mística judía de esos tiempos, el siglo XIII, de máximo esplendor para la cábala de Girona y la castellana, pero también de sus precedentes canónicos (Sefer Yetsirá, Bahir) como asimismo de la ulterior (pues se dedican capítulos monográficos a Cordonero, Elijah de Vidas, Isaac Luria, Hayyim Vital y aun a cabalistas posteriores –igual que al Talmud, en un intento de desvelar sus muchos elementos esotéricos-) para dar cuenta tanto de la ingente producción a la que hacíamos referencia como de la profusa maraña de influjos que tuvo lugar entre los textos capitales de la tradición mística judía, a partir del referente primero que constituye el Sefer Yetsirá. Aun sin profundizar en la totalidad de elementos que conforman cada uno de los acercamientos de los diferentes cabalistas a la esencia divina y sus manifestaciones, se da un certero retrato de cada una de las perspectivas que aquéllos sostuvieron, y el modo en que se desgranan sus especulaciones es eficaz para su explicitación, en particular en cuestiones como la de la relación entre las sefirot y la identificación o no, en ellos, de la última de éstas con la esencia misma de la divinidad, el infinito o En Sof. La exposición de la doctrina mística de cada cabalista es extraordinariamente clara dada la complejidad de la materia, que sigue dándose aún cuando se pretenda, como es el caso, una sucinta exposición de la misma (como decíamos, en lo tocante a ciertas problemáticas la lectura va más allá y aporta conocimientos que denotan una investigación meditada de los textos, además de una sapiencia de la materia fuera de toda duda). Es notable la labor de síntesis de las diversas corrientes de la mística hebraica, MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 548 RECENSIONES condensando en 400 páginas informaciones precisas acerca de los más importantes pensadores de las distintas corrientes, de modo que el libro puede considerarse un muy útil instrumento de trabajo para el conocimiento primero de cada uno de ellos, al tiempo que se cita una bibliografía que abarca los más capitales estudios e investigaciones del siglo pasado acerca de aquéllos, desde Vajda a Mopsik, desde Scholem a Idel; el trabajo describe las tendencias de los círculos de cabalistas con objetividad, aunque sabemos que resulta harto difícil sintetizar la historia del pensamiento místico en el judaísmo. La elección de pensadores y obras es acertada, como lo son también las diferentes explicitaciones de los vínculos entre ellos, y las observaciones sobre las predilecciones que acusa cada uno de ellos, en una publicación que, no dirigida a los especialistas en el tema, obliga a los autores a insertar consideraciones más generales acerca del judaísmo o la conceptualización cabalística. Obra que pretende ser lo más clarificadora posible sobre las abstrusas cuestiones a las que se abocaron los cabalistas, logra en gran medida su propósito de hacer viable un primer acercamiento a los textos de un modo objetivo y neutral, y aun es útil a los mismos especialistas en lo momentos en que se demora en las cuestiones recurrentes que en el seno del misticismo judío parecen interesar más particularmente a sus autores. MIQUEL BELTRÁN GOSHEN-GOTTSTEIN, MOSHE HENRY Tahbirah u-milonah šel ha-lašon ha-‘ibrit še-bi-tĕhum hašpa‘atah šel ha-‘arabit (Syntax and Vocabulary of Medieval Hebrew as Influenced by Arabic), Revised by Sarga Assif & Uri Melammed, Ben-Zvi Institute, Jerusalén 2006, 470 págs. ISBN: 965235-107-5 Dos discípulos del profesor Goshen-Gottstein (1925-1992) han rescatado de los anaqueles de la Universidad Hebrea una de las tesis doctorales más importantes redactadas a lo largo del siglo XX y, por fin, la han transformado en libro. Aunque previamente había sido publicada en formato “stencil paper” en 1951, lo cierto es que aquellas viejas fotocopias resultaban bastante incomodas para navegar en el exhaustivo trabajo que contenían. La tesis del profesor Goshen-Gottstein se presentó como un trabajo de vanguardia, de consulta obligada, que analizaba la MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 549 sintaxis y el léxico del hebreo “arabizado” y, de hecho, hasta la fecha, no se ha vuelto a redactar nada que se le parezca, ni en forma, ni en contenido. Consciente de ello, el autor siempre deseó verlo en las librerías y llegó a afirmar que “este libro merece una edición impresa corregida”. Tras medio siglo de espera, el libro ha visto por fin la luz. La tesis de Goshen-Gottstein se presenta como un modesto intento de análisis metodológico en este campo. Con “innovación lingüística por influencia del árabe” se refiere a aquellas combinaciones que no existían previamente e incluso aquellas formas conocidas en hebreo bíblico y rabínico pero que han tomado un nuevo carácter. Por lo general, estas innovaciones se producen en el campo de la traducción y sólo recopilando todos estos cambios puede fijarse de qué manera cambió la lengua hebrea en la Edad Media. Con estas premisas, el objetivo del trabajo era determinar en qué medida la prosa de los traductores, e incluso de los autores hebreos, está influenciada por la sintaxis y el léxico de la lengua árabe. Para ello se seleccionaron textos traducidos por los “traductores clásicos” (Banū Tibbon y al-Harīzī), obras de Maimónides y una antología representativa de todos los campos del saber de la época, de rabanitas y caraítas, obras literarias y científicas y de la Geniza de El Cairo; textos todos ellos previamente publicados. Se incluyen además redacciones de época tardía que ya no están influenciadas directamente por el árabe sino por las obras hebreas arabizadas de las que tomaban sus conocimientos. La lengua hebrea arabizada que analizó Goshen-Gottstein no es una lengua nueva, pero tampoco una continuación orgánica de lo que había sido el hebreo; no es una lengua “pura”, pero tampoco un mischsprache; no es una lengua natural, pero tampoco es totalmente artificial; tampoco es una lengua viva, pero no encaja del todo en lo que entendemos por lengua literaria. Se compone de dos elementos: una base que se mantiene fija y preexistente en el hebreo, y otra nueva más flexible resultado de la influencia del árabe. Con todo, aunque es cierto que el árabe revitalizó al hebreo, no todos los cambios son resultado de esta influencia, de hecho, los payĕtanim palestinenses y determinados autores y traductores no arabizados condujeron a la lengua por sendas diferentes. La sección dedicada a la influencia del árabe en la sintaxis hebrea se divide en siete capítulos: verbo, nombre, complementos del verbo, MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 550 RECENSIONES pronombres, partículas, oraciones simples y complejas y oraciones subordinadas. Se analizan en profundidad todos los ejemplos, mostrando en paralelo la frase hebrea y la árabe, acompañado todo de un comentario del autor. En la esfera del verbo, por ejemplo, se presentan los nuevos tiempos (compuestos) originados gracias a la influencia del árabe (p. e.: qad kāna=kĕbar hayah); los nuevos usos de las conjugaciones, especialmente las pasivas; la influencia de las formas árabes del verbo (I, II, IV, etc.) sobre el binyan (pa‘al, pi‘‘el, hif‘il) empleado en hebreo; y las soluciones dadas por los traductores a la hora de verter un masdar árabe, forma única de infinitivo, al hebreo que cuenta con tres infinitivos diferentes (dos verbales y uno nominal). En lo que se refiere al nombre, se aprecia una seria influencia del árabe en la concordancia de los componentes de la oración; se estudia la nueva naturaleza de la he’ determinante y “la nueva vida” del estado constructo o sĕmikut que altera y trastorna todas las reglas fijadas en la Biblia. En el caso de los complementos, las desinencias árabes se encargan de que el nombre hebreo aparezca sin partículas adverbiales. Junto a esto, se originan nuevas partículas interrogativas a la manera de las árabes. Son precisamente las partículas hebreas y sus nexos los que más alteraciones presentan frente al nombre y al verbo. Los pronombres posesivos disfrutan de un uso inusitado en los estadios anteriores del hebreo. Sin embargo, la sintaxis de las oraciones simples y complejas apenas presenta alteraciones, frente a los grandes cambios que pueden encontrarse en las subordinadas. La sección cierra con un análisis de usos “anormales” y estilísticos específicos. La sección dedicada al léxico hebreo arabizado es un diccionario que incluye combinaciones de verbos y nombres con partículas así como usos de las conjugaciones, si bien, el autor reconoce que es necesario revisar y cotejar todas las fuentes, incluidas las manuscritas, para completar el inventario. Se presenta como un suplemento a los diccionarios existentes en el que se recogen combinaciones y sus usos y combinaciones ya conocidas pero que no se sabían resultado de la influencia árabe, además de otros particulares minoritarios. Las conclusiones del autor son: cuando un mismo verbo árabe es traducido por diferentes verbos hebreos, todos estos rigen la misma preposición que el verbo original; cuando determinados verbos árabes que comparten significado rigen la misma preposición, los verbos hebreos rigen esa misma preposición; por último, MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 551 cuando determinados verbos árabes que son antónimos naturales rigen una misma preposición, la traducción hebrea adopta esa preposición. Para finalizar, el principal problema con el que se han encontrado los editores ha sido cómo abordar la publicación de un libro que se escribió hace cincuenta años. El profesor Blau, gran especialista en las relaciones de la lengua hebrea con la árabe y viceversa, les advirtió que de actualizarlo habría que cambiar todo el libro, por lo que lo más conveniente sería mantenerlo en su forma original, como resultado del trabajo de un investigador joven. Siguiendo el consejo de este importante lingüista, los editores han decidido no alterar la doble estructura del trabajo, ni el estilo del autor, respetando incluso la grafía. Sí han corregido todos los errores tipográficos de la edición “stencil” mecanografiada a partir de las ediciones que el autor empleó en su época. Además, han reelaborado de nuevo la bibliografía, algo confusa en el original; han rehecho los índices, especialmente los de las voces árabes que han sido ordenados según el alifato; han remarcado las voces árabes analizadas; han introducido vocales que faciliten la lectura del texto aljamiado; y han anexado una bibliografía que contiene los trabajos posteriores del autor en este campo. En definitiva, le han otorgado tanto al trabajo como al autor el grado de clásicos, quizá el primero del siglo XX reconocido. Su traducción a alguna lengua occidental no debería hacerse esperar, ya que ayudaría con creces a difundir este método de estudio tanto tiempo olvidado en anaqueles privilegiados. JOSÉ MARTÍNEZ DELGADO MARTÍNEZ DELGADO, JOSÉ, La semitística comparada en Alandalus. De los orígenes a Ibn Barun, Zaragoza 2006. Ed. Conocer Alandalus, col. Guías de Historia, arte y cultura islámica. 95 págs. Rústica. El libro realizado por José Martínez está enmarcado en una colección de guías, calificada como de “alta difusión’, pero de hecho supera esa categoría para entrar en la de investigación, pues es evidente que una parte considerable del mismo es producto de la investigación del autor. Como estudio del desarrollo de la gramática hebrea en Sefarad me parece una aportación muy interesante pero también debo decir que el sistema de transcripción –cargado de signos diacríticos– es propio de un trabajo MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 552 RECENSIONES especializado y no de una obra de divulgación o difusión y tal vez el autor debiera haberlo evitado para adecuar el texto al propósito divulgativo de la obra. Asimismo, para una Guía la lengua empleada por el autor es en exceso barroca y la exhibición de erudición de la que hace gala, en ocasiones, puede dificultar la comprensión del texto. El estudio comienza con la Introducción donde ofrece una panorámica general de los estudios gramaticales hebreos y la semitística comparada antes de su pleno desarrollo en al-Andalus. Esta Introducción es muy completa, pero para poder seguirla se han de tener profundos conocimientos del tema pues su redacción en confusa, mezclando unas cuestiones con otras. El segundo capítulo, ‘La arabización de la lengua hebrea en Alandalús’ es un magnifico trabajo donde se hace un repaso de todos los gramáticos judeoandalusíes anteriores al protagonista de la obra, Ibn Barun, y un análisis bastante pormenorizado de sus obras. El tercer capítulo titulado ‘Abu Ibrahim Yishaq ben Yosef ibn Barun de Zaragoza’ está dedicado a realizar una biografía comentada del gramático judeoandalusí y su producción. Como ya he indicado antes, el capítulo adolece de un exceso de erudición; por ejemplo considero innecesario analizar La Poética de Mosé ibn Ezra en este contexto (pp. 52-56), máxime cuando ese análisis no aporta nada al contenido de un capítulo; por lo demás el capítulo es muy bueno y en el que destacaría los pasajes dedicados a su formación. En los capítulos cuarto y quinto titulados ‘La sección gramatical’ y ‘La sección lexicográfica’, Martínez Delgado hace un buen y pormenorizado análisis de El libro de la equivalencia de Ibn Barun, basándose, fundamentalmente en el estudio de A. Mamán (Compatative Semitic Philology in the Middle Ages. From Sa´adiah Gaon to Ibn Barun (10th-12th). El anexo de la bibliografía es bastante completo, pero su presentación puede resultar incómoda pues sin ser un práctico listado de títulos tampoco es una bibliografía comentada. Acompañan al texto un numeroso y bello material gráfico y cuadros complementarios a los distintos temas, estos cuadros son muy ilustrativos y útiles. También se ha destacar la cuidada presentación. Mª JOSÉ CANO MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 553 NAVARRO PEIRO, ÁNGELES, Literatura hispanohebrea, Madrid 2006, ed. del Laberinto, col. Arcadia de las Letras. 256 págs.. Rústica. Entre todos los libros dedicados a la Literatura hispanohebrea éste en el primero en el que encontramos, por fin, una acertada elección de los géneros (poesía, prosa rimada, prosa); en él se tratan los auténticos géneros literarios y no, como en otros tratados de Literatura hispanohebrea, género científicos, filosóficos o gramaticales. En la presentación se incluye una útil tabla cronológica en la que se cotejan acontecimientos históricos con hitos notables de la Literatura hispanohebrea. El libro está dividido en cuatro capítulos. El primero de ellos, ‘Desarrollo de la literatura hispano hebrea en su contexto histórico’, lo divide la autora, a su vez, en cuatro epígrafes bien elegidos y desarrollados de forma breve y sistemática. El método seguido es el de ir seleccionando a los personajes relacionados con las distintas fases del desarrollo de la Literatura hispanohebrea. Cada uno de estos epígrafes se complementa con textos alusivos a los mismos; los textos seleccionados proceden fundamentalmente del Kitab de Mosé ibn Ezra, del Sefer hacabala de Ibn Daud y del Tajkemoní del Al-Jarizi. Ángeles Navarro aprovecha este primer capítulo para reseñar esa producción de los judíos hispano que con toda lógica ha eliminado del cuerpo principal de la obra, pero que es ineludible citar por el importante papel que desempeñaron en la cultura hispanohebrea, como son los gramáticos, los filósofos, los polemistas, etc., dedicando un subeprígrafe (1.3.3.1) independiente a Maimónides. Es destacable el epígrafe 1.4, dedicada a la literatura hebrea en los reinos cristianos, en el que la autora hace una sucinta y precisa presentación de los acontecimientos que influirían en el desarrollo y fatal desenlace de las juderías castellanas y catalana-aragonesas, así las polémicas internas (antimaimonidianas) y las disputas externas (Barcelona, Tortosa). En el capítulo 2 comienza el cuerpo del libro acometiendo el género poético. Tras un breve preliminar –epígrafe 2.1– dedicado a los antecedentes de la poesía hispanohebrea y al marco de aplicación (ritual sinagogal), divide el resto del capítulo dos epígrafes, uno dedicado a la poesía litúrgica y otro a la secular. En ambos trata los diferentes géneros MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 554 RECENSIONES y en el segundo de ellos aborda a los grandes poetas judeoandalusíes – subepígrafe 2.3.4– y a los poetas de los reinos cristianos – subepígrafe 2.3.5– documentando cada uno de los géneros con fragmentos de poemas. Esta forma de exposición, con no ser la habitual en los manuales clásicos resulta muy eficaz, ilustrativa y práctica. Con todo, considero que, tal y como se hizo en otros epígrafes, se podía haber añadido una breve aclaración sobre el uso particular de los géneros en la poesía religiosa hispanohebrea (yoser, ahaba…) que aparecen sólo citados en el marco general de los géneros. En el tercer capítulo, titulado ‘La prosa rimada’, la autora lo subdivide en función de los diversos géneros que fueron compuestos con esta técnica literaria: Cuento, macama, novela y otros escritos de carácter filosófico, satírico o disputas. Como en el caso de la poesía comienza con una introducción en la que se recogen los antecedentes de esta técnica, en general, y en cada uno de los géneros. El tratamiento de este capítulo es más extenso que el de la poesía y en él se reflejan los amplios conocimientos de la autora del libro, una de las mejores especialistas en este tema como ya mostró en su trabajo Narrativa hispanohebrea (Córdoba 1988), entre otros. Parte del estudio pormenorizado de cada uno de los géneros y de las obras que recoge en este libro Ángeles Navarro, lo había publicado con anterioridad en otros medios, pero aquí aparecen reunidos y sintetizados, ofreciéndonos una magnifica visión de conjunto. Los análisis de las obras se complementas con fragmentos de las narraciones. El cuarto y último capítulo titulado ‘La Prosa’, trata la prosa no literaria en la cual se encuentran una “notable presencia del elemento narrativo” y en él Navarro incluye la Literatura mística, la Literatura historiográfica y los Libros de viajes. Al primer epígrafe, titulado ‘La Literatura mística. La Cábala’ se le dedica una considerable extensión en la que aborda todos los círculos cabalísticos medievales y su producción: Provenza, Cataluña y Castilla, haciendo una mención especial a la obra cabalística de Abraham Abulafia y a los elementos narrativos de estos textos como justificante de su inclusión en este libro. Este epígrafe, como en los casos anteriores, comienza con la presentación de los antecedentes de la cábala medieval y los de la cábala hispanohebrea (Provenza), pero en este caso aportando breves análisis de las obras más importantes. La figura de Najmánides, el personaje más significativo de su época, es punto MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 555 de atención especial, a pesar de no haber sido una cabalista puro. Lógicamente los es también Mosé de León y el Zóhar, así como Yosef ibn Chiquitilla y a Abraham Abulafia y su cábala extática. Un subeprígrafe lo dedica la autora a los importantes epígonos de la mística en Sefarad. El segundo epígrafe de este capítulo, ‘Literatura historiográfica. Las Crónicas’ examina a todos los autores de crónicas hispanohebreos y sus obras. Finaliza este capítulo con el análisis de ejemplo más notable, y casi único, de la literatura de viajes producida en suelo hispano: el libro de Benjamín de Tudela. A modo de apéndices se incluyen los títulos ‘Los caminos de la crítica’ en el que hace un análisis del estado de la cuestión. Le sigue una ‘Bibliografía selecta’, que más que selecta se podría denominar actualizada y completa, pues sin ser absurdamente exhaustiva recoge las ediciones y estudios más importantes que existen y que son asequibles. En resumen una buena, práctica y real bibliografía. Finaliza con los índices. El libro en su conjunto es una obra muy atractiva de fácil y agradable lectura, tanto para los especialistas como para los iniciados en el tema y los profanos. Al margen de su valor general, quisiera resaltar varias cuestiones, una la novedosa y acertada elección de los géneros tratados y otra, que tal vez pudiera considerarse secundaria, es la tan discutida cuestión de las transcripciones. Ángeles Navarro opta por el sistema lógico en un libro de alta divulgación, con la que el lector será inducido a una lectura correcta de los términos hebreos, y demuestra que este sistema de transcripción no resta rigor ni seriedad a la obra. Mª JOSÉ CANO NAVARRO PEIRÓ, ÁNGELES Yehudá ibn Sabbetay. La ofrenda de Judá. Introducción, traducción y notas. Textos: Lengua hebrea. Universidad de Granada. Granada, 2006. 151 págs. ISBN 84-338-3692-7 Se afronta en este libro el difícil reto de traducir al castellano uno de los relatos más controvertidos y ricos de la narrativa hispanohebrea: la Ofrenda de Judá de Yehudá ibn Sabbetay (siglo XII). Basta recordar en este sentido el lugar destacado que su estudio ha ocupado entre los investigadores y, en especial, las numerosas interpretaciones que ha MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 556 RECENSIONES suscitado. Porque en la Ofrenda se ha visto una obra escrita contra las mujeres y el matrimonio (N. Roth), pero también un texto que reprocha posturas misóginas y trata de prevenir a los lectores de contraer matrimonios irreflexivos (I. Davidson, J. Dishon); hay quienes han subrayado su sentido humorístico (H. Schirmann-E. Fleischer, D. Pagis) mientras otros la han considerado una sátira donde el protagonista es una víctima de su propio fanatismo (R. Scheindlin ); y no han faltado lecturas que la explican desde la parodia (T. Fishman), el topos del “mundo al revés” (M. Huss) o la crítica feminista (T. Rosen). Creo que esta variedad de acercamientos a la obra es la mejor prueba del interés y valor literario de un texto abierto a numerosas lecturas y capaz de seguir interrogando a sus lectores muchos siglos después de ser escrito. Sin embargo, el disfrutar de esta historia había sido hasta ahora un placer vedado para aquellos desconocedores de la lengua original, el hebreo. Es por ello que no podemos sino felicitarnos por contar con la traducción integra de este texto en prosa rimada del que A. Navarro nos había ofrecido ya una selección de fragmentos en su Narrativa hispanohebrea (Córdoba 1988), selección que avivaba el deseo de disfrutar de la versión completa. Y esto es lo que ahora se nos ofrece en este libro, La ofrenda de Judá, un título que se suma a los ya publicados en la colección “Textos: Lengua Hebrea” dirigida por Mª José Cano. Como la autora indica, utiliza como texto base para su trabajo la magnifica edición crítica, vocalizado con notas y fuentes, de M. Huss (Jerusalem 1991), un texto que incluye las dos versiones y la revisión que ibn Sabbetay realizó de su historia. Esta circunstancia ha sido sabiamente aprovechada por Angeles Navarro que opta, en mi opinión con acierto, por ofrecernos la traducción de las dos ediciones originales del autor que se han conservado, lo que facilita al lector ser testigo de un hecho del todo inusual en el medievo hebreo: el proceso de revisión e introducción de cambios en la narración por mano de quien fue su creador. Pero abordar una tarea de este tipo no es labor fácil. Yehudá ibn Sabbetay emplea en su narración un lenguaje elevado que imita el hebreo de la Biblia, muy diferente al utilizado, por ejemplo, por ibn Sahl. De ella provienen los nombres de sus personajes que funcionan como símbolos, las numerosas citas con usos y efectos muy distintos que se suceden en el relato o abundantes pasajes y escenas que se recrean para acomodarse al nuevo contexto. Igualmente se hace uso de dichos y elementos de la MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 557 tradición rabínica, que con frecuencia se parodian y caricaturizan, así como de motivos de la literatura árabe y de la literatura universal. Estas muchas dificultades que la obra presenta a la hora de ser vertida a otra lengua han sido superadas con éxito por Ángeles Navarro. El texto resultante es una nueva muestra de su conocimiento de la lengua fuente, el hebreo, pero también de la lengua de destino en lo que considero una acertada aplicación del llamado principio de traducción dinámica. La autora hace gala, asimismo, de una exquisita sensibilidad literaria que no olvida mantener el placer estético, en el sentido amplio del término, que una narración de estas características debe producir en sus lectores. A. Navarro deja claro lo que sacrifica (notas, citas, transcripciones, etc.) en aras de la claridad y la difusión de la obra fuera de los límites de los especialistas. Esta opción tiene, sin duda, elementos positivos pero no comparto la idea de que un aparato de notas algo más extenso en comentarios o sugerencias personales conlleve, necesariamente, hacer más complejo el acceso a la obra; a mi modod de ver, puede también facilitar y, sobre todo, enriquecer su lectura. Y en este sentido, expreso un deseo: que esta hermosa y cuidada versión castellana pueda ofrecerse en un futuro acompañada del texto hebreo que traduce, un texto de difícil acceso en su edición más reciente, la de M. Huss, por tratarse de una tesis doctoral aun no editada. Ignoro si esto es posible, pero animaría a plantear una edición bilingüe que en nada molestaría al lector no conocedor de la lengua hebrea y que haría las delicias de los que nos dedicamos a este ámbito de la literatura hispanohebrea. La ofrenda de Judá viene precedida de un estudio preliminar donde se ofrece información acerca del autor, se analiza el estilo y la lengua de la obra, se detalla el contenido y la estructura de la misma y se repasa y actualiza la problemática cuestión de las fuentes, datación o posibles redacciones. Esta información se acompaña de la lista de manuscritos y de una bibliografía. Todo ello, el estudio introductorio y la versión castellana de la obra, nos brindan la oportunidad de acercarnos con garantías a un relato que, sin duda, abre nuevas puertas para conocer y gozar de una literatura que, con independencia de la lengua en que se creó, forma parte de nuestro MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 558 RECENSIONES patrimonio cultural. Confiemos en que obras como la de la Dra. Navarro contribuyan a convencernos de ello. AURORA SALVATIERRA REGUERA FEO, ANTONIO [ הפועלי התורהsic] La flexión verbal en la Torah, León: Universidad de León, 2006.- 381 pág. Ha sido publicado este mismo año por la Universidad de León el libro titulado La flexión verbal en la Torah, título que en principio podría albergar algunas expectativas positivas a los que nos dedicamos o nos hemos dedicado al estudio del sistema verbal del hebreo bíblico. Sin embargo, la lectura de su contenido nos revela que este libro no es el fruto de un análisis del funcionamiento de las formas verbales hebreas en el Pentateuco, ni siquiera un manual en el que se expliquen los principios de la conjugación del verbo en el hebreo bíblico de una manera científica. Esta obra ofrece únicamente un listado de todas las formas verbales del Pentateuco, ordenadas por raíces, y con indicación de los lugares en los que aparecen. Es decir, lo que aquí tenemos son unas concordancias que se reducen a las formas verbales del Pentateuco. Si hoy en día, gracias al avance de las bases de datos informatizadas y al desarrollo del software especializado en Biblia (como Bible Works), tiene poco sentido trabajar en unas nuevas concordancias bíblicas en formato impreso (además de la excelencia de las que ya existen, ya sean las de Mandelkern o las de Even Shoshan), mucho menos sentido tiene publicar una lista que se reduce a la presentación de las formas verbales, y únicamente en el Pentateuco. La obra, que además del título en español tiene otro en hebreo ( הפועלי [ ;התורהsic]), contiene una “Presentación” (pág. 7); una “Justificación” (págs. 9-12); un listado de raíces verbales que aparecen en el Pentateuco, ordenadas alfabéticamente y con indicación de la conjugación en que aparecen (págs. 13-22); y, lo que compone el grueso del libro, una lista de las formas verbales del Pentateuco, ordenadas alfabéticamente por raíces y, dentro de cada raíz, por conjugaciones y formas, con indicación de los lugares en los que aparecen (pág. 23-380). Cierra el libro una “Bibliografía” (pág. 381), tan escasa como poco actualizada, ya que no se cita ninguna de las numerosas obras que han tratado el estudio del sistema verbal hebreo, ni las ya consideradas clásicas (Ewald, Driver, BauerLeander, Michel, Schneider) ni las aparecidas en las últimas décadas MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 559 (Talstra, Niccacci, Waltke-O’Connor, Richter, Endo, Longacre, etc.); tampoco se mencionan algunas de las gramáticas fundamentales del hebreo bíblico publicadas en la última centuria (especialmente GeseniusKautzsch y Joüon-Muraoka), con la excepción de las de Lambdin y Meyer. El autor, Antonio Reguera Feo, no es, según se dice en la “Presentación” (pág. 7), especialista en lengua hebrea, sino que es profesor de Parasitología en la Universidad de León, si bien imparte, además, hebreo bíblico en el Instituto Bíblico y Oriental de León. Es posible, por tanto, que por no ser especialista en la materia haya cometido el error de presentar una obra de este tipo sin conocer ni lo que se ha trabajado sobre el sistema verbal hebreo en las universidades españolas y extranjeras, ni las necesidades actuales de la investigación y la docencia en este campo. Es la única razón por la que se puede comprender la publicación de este libro bajo los auspicios de una editorial universitaria. A pesar de todas estas carencias, Constantino Robles García (Real Colegiata – Basílica de S. Isidoro de León), en su “Presentación” a la obra, no duda en calificar este libro como “la obra de mayor envergadura que se ha escrito en nuestro país en los últimos años, sobre el sistema verbal del hebreo bíblico”. Afirma también que “es insuficiente la oferta de material docente en el campo de la lengua hebrea”, algo que hoy en día no es cierto y que, desde luego, esta obra no podría venir a paliar, puesto que es difícil ver en qué sentido este libro serviría para la docencia. Incluso en español contamos con excelentes manuales docentes, como la Introducción al hebreo de Ferre, Donaire y Caballero, o la Gramática elemental del hebreo bíblico de Farfán, además de numerosas traducciones de gramáticas de nivel básico o intermedio; en inglés la oferta es numerosísima. “No vacilo en considerar [este libro] –continúa Robles García– como fundamental para los profesores y estudiantes del hebreo bíblico, tanto por su claridad como por la rigurosa exploración con que aborda el sistema verbal hebreo”, consideración ante la que debo expresar mi opinión absolutamente contraria, ya que no hay en este trabajo ninguna “rigurosa exploración” del funcionamiento del sistema verbal hebreo. Pese a todos estos inconvenientes, no hay que dudar en ningún momento de la buena voluntad y del esfuerzo y dedicación invertidos por MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 560 RECENSIONES el autor en la composición de esta obra. Sin embargo, cabría pedir al prof. Reguera Feo que se ajustara en el futuro con mayor precisión a las necesidades del estudiante de hebreo bíblico y a las de las tendencias actuales en la investigación del sistema verbal hebreo, puesto que La flexión verbal en la Torah no aporta nada en ninguno de los dos casos. FRANCISCO JAVIER DEL BARCO DEL BARCO TÉNÉ, DAVID Sefer ha-Hassagah, hu’ Kitāb al-Mustalhaq lĕ-R. Yonah Ibn Ŷanāh bĕ-tirgumo ha-ibri šel ‘Obadyah ha-Sefardī (Sefer ha-Hassagah which is Kitāb al-Mustalhaq of Rabbi Jonah Ibn Janāh in the Hebrew Translation of Obadiah ha-Sefardi), Posthumous Work Edited by Aharon Maman, The Academy of the Hebrew Language and the Bialik Institute, Jerusalén 2006, 61+238 págs. ISBN: 965-481-024-7. Hace ya tiempo que se venía anunciando en notas a pie de página la aparición de esta edición póstuma. El hecho de que el profesor David Téné (1922-1997) no llegase a darle forma definitiva a su redacción (no pudo concluir la introducción ni completar las notas del texto) ha sido sin duda el factor que más ha retrasado su publicación. Uno de sus discípulos, el profesor Aharon Mamán, se ha encargado de darle el aspecto final; según sus propias palabras, “he hecho lo que ha estado en mis manos para dotar a (aquellas partes inconclusas) de una disposición que, a mi parecer, muestre fielmente el espíritu y el estilo (del trabajo del profesor Téné), corrigiendo erratas obvias, creando unidad y eliminado ambigüedades” (p. )ט. El resultado ha sido brillante y por fin, aunque inconclusa, contamos con una versión del Kitāb al-Mustalhaq mucho más madura y sincera que aquella del año 1880 por los hermanos Derenbourg. La edición se basa en los dos únicos manuscritos conocidos, uno del s. XIII y otro del XV; y según parece confirmarse a partir de ambos, la traducción del texto árabe se debió llevar a cabo a mediados del siglo XII. La edición es ecléctica, ya que las divergencias entre las copias son tantas, unas 3500, que más que ante dos recensiones de una misma traducción, parece que en realidad estamos ante dos traducciones diferentes. Esta ambigüedad textual es la responsable de que en la edición se haya tenido muy en cuenta la versión árabe, tanto la editada en el s. XIX como los nuevos manuscritos de la colección Firkovich. Tal es así, que el profesor MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 561 Téné iba configurando el texto hebreo definitivo a partir de la disposición del original árabe, llegando incluso a recuperar dos entradas que se habían perdido en la edición de Derenbourg (rwh y sbb) y añadiendo aquellos pasajes que el propio ‘Obadyah había eliminado de su versión hebrea. Los criterios de edición, la forma original del trabajo y demás datos han sido meticulosamente descritos por el profesor Aharon Mamán en su introducción (pp. יט-)ט. Sobre el trabajo original, el profesor Mamán ha incluido una serie de notas entre corchetes y ha organizado una introducción general recopilando cinco trabajos dispersos del profesor Téné sobre el periodo juvenil de Ibn Ŷanāh como gramático y el contexto de sus primeros opúsculos, que reunidos ahora configuran una introducción meticulosa sobre los contenidos, contexto y naturaleza del Kitāb al-Mustalhaq. De esta antología de artículos y ponencias se aprende que el Kitāb alMustalhaq pretende corregir y completar la labor comenzada por Hayyūŷ (Córdoba s.X), pero en ningún caso se trata de una obra polémica. Sin embargo, parece que sus contemporáneos entendieron que si Hayyūŷ fue el primero en hablar, Ibn Ŷanāh fue el primero en replicar. Sus palabras, consideradas como un ataque contra el maestro, originaron una nueva disputa entre los lingüistas hebreos de Córdoba, de la que sólo nos ha llegado una parte. De ahí que la primera etapa de Ibn Ŷanāh como lingüista siga dos rutas diferentes: por un lado redactó una serie de obras didácticas con las que pretendía enseñar la nueva metodología fijada por Hayyūŷ, añadir suplementos y explicar sus comentarios; y por otro, se defendió cuantas veces hizo falta con breves opúsculos de marcado carácter polémico a partir de la segunda década del s. XI. Lo interesante de esta disputa radica en el hecho de que la discusión gire en torno al Libro de Hayyūŷ y sus secuelas, nunca sobre el texto bíblico propiamente dicho. De hecho, Ibn Ŷanāh nunca llegó a superar este tenor y dependencia, y como si se sintiese el continuador legítimo de Hayyūŷ, dejó en su diccionario varios cientos de lagunas y ausencias de análisis y definición al remitir al Libro de Hayyūŷ (en 288 ocasiones) y al Kitāb alMustalhaq (en 239 ocasiones), privando a su Kitāb al-Usūl de la independencia y autonomía que merecía. La primera labor de Ibn Ŷanāh consistió en recoger raíces y formas específicas que Hayyūŷ se había dejado en el tintero, sin detenerse en MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 562 RECENSIONES aquellos puntos que el maestro ya había tocado en sus obras. Todas estas observaciones fueron recopiladas en el Kitāb al-Mustalhaq, obra que sigue a pie juntillas la estructura y contenidos del Libro de Hayyūŷ. A simple vista, la diferencia principal entre ambos autores es que Hayyūŷ, más preocupado por la aplicación del paradigma fa‘ala, nunca definía o traducía los versículos comentados mientras que Ibn Ŷanāh sí. Tras revisar las veinte raíces monolíteras y las trescientas diez bilíteras recogidas en el Mahberet de Mĕnahem ben Saruq (Córdoba s.X), Hayyūŷ identificó, catalogó y explicó cuatrocientas sesenta y siete raíces débiles y geminadas; cantidad a la que Ibn Ŷanāh añadió cincuenta y cuatro. En este punto (pp. לט-)לה, el examen del profesor Téné alcanza una perfección y meticulosidad inimitables. Se discute, además, el sentido exacto de la ambigua voz hebrea haśśagah ‘objeción’ (pero también ‘avance, progreso’) cuando traduce la voz árabe mustalhaq ‘anexo’ (y así traducido en ocasiones por Ibn Tibbon como tosefet), y la conclusión es que el Kitāb al-Mustalhaq es una obra que completa a la de Hayyūŷ a la vez que le plantea toda una serie de objeciones, por lo que ambas denominaciones deben ser en potencia válidas. En su juventud, Ibn Ŷanāh veía posible la conciliación entre la lógica aristotélica y el estudio de la lengua hebrea. Así, a partir de una frase, peregrina según Téné, del Libro de Hayyūŷ (He reunido la totalidad de los verbos que tienen letras débiles registrados en la Biblia… he agrupado asimismo, todas sus especies según su género y cada individuo dentro de su especie), Ibn Ŷanāh identificó o equiparó género (ŷins) con los diferentes tipos de raíz hebrea (asl), especie (nu‘a) con acepción (ma‘nà) e individuo (šajs) con forma atestiguada (lafz). Según Téné, esta nomenclatura será la que ensaye el autor del Mustalhaq a lo largo de todo su discurso, si bien, la dejará de lado en sus obras posteriores. A mi parecer, aunque en la esfera de su microcosmos la nomenclatura sea una adaptación de Ibn Ŷanāh, la metodología que muestra está extraída directamente del árbol que Porfirio dibuja en su Isagoge y su expresión más básica, desde un punto de vista lexicográfico, puede encontrarse ya en el propio Mahberet de Mĕnahem ben Saruq; no parece, por tanto, que la frase del Libro de Hayyūŷ sea tan peregrina (qalūnī). Para finalizar la antología de artículos se adjunta un estudio sobre los nuevos fragmentos árabes identificados del Kitāb al-Mustalhaq. Las conclusiones más inmediatas son que en la edición de Derenbourg faltan MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 563 dos artículos completos (rwh y sbb) y que Ibn Ŷanāh intentó editar un texto lo más crítico posible del Libro de Hayyūŷ a la par que iba actualizando el del Mustahaq. Sin embargo, a mi parecer, aunque proporcionó a la lengua hebrea de una gramática sistemática y de un léxico ordenado por raíces, ofuscado en coordinar su labor con la de Hayyūŷ, no consiguió dotar a su diccionario de la independencia y autonomía que goza su gramática, toda ella elaborada a partir de cero. En lo que se refiere a la edición, como ya se ha dicho es ecléctica, pretende ofrecer un texto basado en las versiones hebreas, pero construido sobre el original árabe. Dado el amplio conocimiento del profesor Téné y su familiaridad con el texto el resultado es muy aceptable. Las alrededor de 3500 divergencias entre los textos recogidas a pie de página ayudan a imaginar la edición diplomática y a entender cada versión a partir de la edición. Los capítulos sobre los verbos de primera, segunda, y prácticamente los de tercera, radical débiles cuentan con un enorme e interesante bloque de notas aclaratorias en las que el profesor Téné expone sus impresiones y conclusiones sobre las formas discutidas. Si bien en algunas ocasiones se percibe que no todas han conseguido su redacción definitiva, la conclusión final es que concentran el saber alcanzado e impartido en sus seminarios monográficos sobre el Libro de Hayyūŷ y sus versiones en la Universidad Hebrea de Jerusalén desde finales de los años sesenta, y del que han surgido trabajos tan válidos y útiles como el de Ali Hamed Watad, Mišnato ha-lĕšonit šel R. Hayyūŷ: mi-bĕ‘ad lĕ-munahaw bi-mĕqoram ha-‘arabī u-bĕ-targumam ha-‘ibrī, Jerusalén 1984. La parca nos ha privado de una introducción particular y definitiva. La gran carencia radica quizá en el estudio lingüístico del texto, es decir, los recursos de la traducción y análisis del léxico empleado en la versión hebrea. Resulta sumamente llamativa la facilidad con la que ‘Obadyah, del que no sabemos nada, adapta al hebreo la terminología lógicolingüística establecida por Ibn Ŷanāh en el Kitāb al-Mustahaq. Así, el género, la especie y el individuo aristotélicos encuentran su expresión hebrea en las voces bíblicas ‘iqar, min e ’iš. Más exclusiva, por otro lado, resulta la voz sabub/sibub para referirse al masdar árabe, forma que según Ibn Ŷanāh “están en el grado de género superior” (p. מב, nota 27). Sin MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 564 RECENSIONES duda, esta edición es valiosa e importante, es, en definitiva, el testamento del profesor David Téné. JOSÉ MARTÍNEZ DELGADO ZOHAR AMAR-YAEL BUCHMAN (eds), R. Natan ben Yoel Falaquera, Tzori ha- guf, Bar-Ilan University, Bar Ilan 2004, 318 págs. ISBN 96590414-8-9 (heb) La publicación de las fuentes medievales es siempre un motivo de celebración, para mÍ lo es particularmente cuando se trata de fuentes médicas como en el libro que aquí reseño. El número de obras médicas escritas originariamente en hebreo es limitado y lo es aún más el número de ediciones modernas. Tras algunas publicaciones de traducciones hebreas de obras escritas originariamente en otras lenguas y traducidas en la Edad Media a hebreo, satisface encontrar la edición de esta obra que se suma a un número reducido de ediciones de obras escritas originariamente en hebreo como la del tratado de las hemorroides de Selomoh ibn Ayyub (en Ha-rofe ha-ivri, vol.I, 1919-30), o los Versos para la sana conducción del Cuerpo. Versos para la conducción del alma (ed. y trad. Varela, Granada-Salamanca, 1986) o el más reciente Libro de amor de las mujeres (ed. y trad. Caballero, London-New york-Bahrain, 2004). El Tzori ha guf fue escrito por R. Nathan ben Yo’el Falaquera, médico hispano del siglo XIII. Se trata de una enciclopedia médica y como tal es un texto de gran extensión, compuesto por cuatro libros. En este libro se presenta la edición del libro IV que se ocupa De alimentos y drogas, sus complexiones, grados, acciones y utilidades o usos. La edición del texto viene precedida de una introducción (en hebreo) de los autores. La primera parte de esta introducción (pp. 13-47) trata sobre el autor y su obra siguiendo el siguiente orden: vida del autor, descripción del tratado, incluyendo un índice de sus cuatro partes, y de los capítulos que componen cada una de ellas así como ejemplos del estilo de redacción del autor y finalmente un listado de los manuscritos. Son 30 manuscritos repartidos principalmente entre bibliotecas europeas y americanas y representan un buen número de manuscritos en el contexto de las obras médicas, lo que significa una buena difusión a lo largo de los siglos XIV y XV. MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 565 La segunda parte (pp.49-66 ) busca contextualizar al autor en la España medieval, incluyendo unas breves reseñas sobre la medicina en España, los judíos y la medicina árabe y la revitalización del hebreo, aspectos que desarrollan a continuación en relación a Natan Yoel ben Falaquera. Me ha interesado especialmente el capítulo dedicado a la revitalización del hebreo y en el que encontramos los testimonios de distintos traductores; siempre resulta muy instructivo leer las palabras de los propios protagonistas. Me ha sorprendido la aparente equivalencia que establecen los autores entre las traducciones al latín y al castellano. Es sencillamente incomparable el número y el sentido de las traducciones que se hicieron al latín con aquellas que se hicieron al castellano. Es evidente que los autores conocen mejor el mundo de las traducciones árabes que el de las producidas en el ámbito cristiano. La tercera parte (pp.67-88) trata sobre principios generales de la medicina medieval. Una parte que puede considerarse prescindible para aquellos que están habituados a los textos médicos medievales pero que tiene una gran utilidad para los que se acercan a estas obras con más curiosidad que conocimiento. Es interesante que los autores recurran, siempre que el tema se lo permite, al propio Tzory ha guf. La cuarta y última parte de esta introducción (pp.89-254) se dedica ya al texto con la consiguiente explicación de los criterios de edición y los manuscritos utilizados. También se alude a dos cuestiones de interés para esta obra: la dificultad de identificar las plantas y la cuestión de los pesos y medidas con una traducción de las mismas a gramos. Tengo que confesar mi expectativa de que esa dificultad de identificación de las plantas a la que todo editor de estos textos se enfrenta va a ser solventada con cierta garantía de éxito por los autores de esta obra. Me refiero especialmente al Dr. Zohar Amar cuyas publicaciones anteriores dan fe de que posee un gran conocimiento de botánica. Finalmente se encuentra la parte fundamental de esta publicación: la edición del Libro IV (Sobre alimentos y drogas, sus complexiones, grados, acciones y utilidades). Este libro se compone a su vez de tres tratados: el primero de ellos es sobre aspectos generales relativos a los alimentos, el segundo sobre sus utilidades en particular y el tercero sobre las drogas. Particularmente lo que más me ha interesado del contenido de la obra es el tratado segundo sobre las utilidades de los alimentos (pp.111MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 566 RECENSIONES 150) y el tratado tercero sobre las drogas (pp.151-254). Ambos los organizó Nathan ben Yoel ibn Falaquera como listados por orden alfabético de nombres de alimentos y medicamentos. De cada uno de ellos nos da la información farmacológica que anuncia en el título de cada libro pero además aporta una información muy valiosa: los nombres en hebreo y /o árabe y en la’az (romance), estando estos últimos vocalizados con cierta frecuencia. Sigue una tradición de glosario que encontramos en la medicina árabe y de la que fue heredera el mundo cristiano (véase por ejemplo los Sinonimia delos nonbres delas medeçinas giegos e latynos e arauigos, ed. Mensching, Madrid, 1994.) De este tipo de obra son buenos exponentes las obras de Maimónides (Explicación de los nombres de las plantas) o Ibn al Baytar (Libro de los medicamentos simples), por citar obras que los autores han tomado como referencia en las notas a la edición. Los nombres tomados del árabe aparecen en grafía árabe entre paréntesis, lo cual resulta una aportación interesante de Amar-Buchman y que tendrá también gran utilidad para el manejo de otras fuentes. Me hubiese gustado el mismo tratamiento para los términos romances, en los que he advertido alguna lectura errónea que no se si es atribuible al copista o a los editores: en la p. 152 aparece como vocablo romance: rwqwna’ de re (corona real) en lugar de qwrwna’ de re (corona real); en la p. 163 be’ ’es en lugar de la lectura que creo correcta: be’ ’em , referido al ben que en las fuentes españolas medievales aparece como been o beem. Observo que han usado como fuente La materia Medicina de Dioscorides traducida y comentada por D. Andrés de Laguna, si a esto hubiesen añadido el Diccionario español de textos médicos antiguos, (ed. Herrera, María Teresa, Madrid, 1996) o los Sinonimia antes mencionados, estoy segura de que habrían podido ver con mayor claridad la terminología española que Natan ben Yoel Falaquera utiliza. En todo caso, esto no desmerece el valor que la obra adquiere para los romanistas que están utilizando estas obras en hebreo como fuentes para el estudio de la terminología romance. Los índices con los que se cierra el libro son cinco: el primero es sobre los términos médicos más frecuentes a lo largo de la obra, el segundo sobre formas de los medicamentos y su preparación, el tercero es una identificación de los nombres de plantas mencionados en la Biblia y en la literatura rabínica y que parecen en la obra de Natan ben Yoel MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567 RECENSIONES 567 Falaquera. Y por último un índice general en hebreo y otro con los nombres científicos de las plantas en latín. Agradezco la edición de este texto porque estoy segura de que va a ser muy útil para los que trabajamos con textos hebreos medievales de medicina. Sería de agradecer también su traducción a una lengua que hiciera la obra accesible a los que investigan en el campo de la farmacología medieval en general o de la farmacología árabe o la cristiana, porque cada vez es más evidente que trabajar estas obras sólo cobra pleno sentido cuando se hace en un marco multidisciplinar. Pero eso ya es otro libro. Felicito a Zohar Amar y Yael Buchman por la iniciativa y por el trabajo realizado. LOLA FERRE MEAH, sección Hebreo 55 (2006), 515-567