LA AUTORIDAD DADA POR DIOS - 2ª Co. 10:1 al 18

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LA AUTORIDAD DADA POR DIOS
- 2ª Co. 10:1 al 18 .
Lectura Bíblica:
2ª Co. 4:5 -5:20 al 21.
“No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor; nosotros nos
declaramos simplemente servidores de ustedes por amor a Jesús” (D.H.H).
2ª Co. 4:5.
“Así que somos embajadores en el nombre de Cristo, como si Dios rogase por
medio de nosotros: les rogamos en nombre de Cristo: reconcíliense con Dios. Al
que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en Él” (VRV).
2ª Co. 5:20 - 21.
Hace unos domingos que tenemos la ilustración que nos acompañará el resto de los
estudios de esta carta cuyo autor prefiere el anonimato.
Para una explicación del significado de esta ilustración, nos remitiremos a
los mensajes anteriores en la web www.jesucristorey.org
INTRODUCC IÓN:
En esta sección se produce un cambio drástico en el tono
de la carta pasando de dirigirse cautelosamente a los cristianos de Corinto a una
forma más drástica y severa. Incluso esto ha hecho pensar a algunos comentaristas
de la Biblia a que desde este capítulo 10 hasta el 13 se trate de otra carta, adosada
a 2da. De Corintios por algún copista a la cual se la ha denominada “La Carta
Severa”.
Es interesante notar lo que significa el nombre de este gran
Apóstol de Jesucristo PAULO (transliterado a Pablo) de acuerdo a la Enciclopedia
Bíblica ILUMINA.
“PAULO (en griego, Paulos, cf. en latín, pequeño) (Es interesante que este
nombre lo adoptó luego de su conversión en discípulo de Jesucristo) . «Apóstol a los
gentiles» (Ro 11.13) llamado también Saulo (en hebreo, pedido; • Saúl).
Probablemente llevaba ambos nombres desde la niñez, pero comenzó a usar el
nombre grecorromano al iniciar su ministerio entre los gentiles. Su conversión al
evangelio fue una prueba contundente de la veracidad del mensaje cristiano. Sus
enseñanzas han contribuido grandemente a la formación del pensamiento cristiano.
Como autor, solamente lo supera Lucas en la extensión de su contribución al Nuevo
Testamento. Fundó iglesias en Asia Menor, Macedonia y Grecia durante tres viajes
misioneros. Trabajó ministrando en Roma y posiblemente viajó ha sta España
predicando el evangelio.”
La presencia física de Pablo no era nada impactante. Incluso
probablemente no se vestía nada bien como lo hacían los filósofos contemporáneos
de él. O tal vez muy probablemente era torpe en sus ademanes, ele mento muy
valorado en la época para la oratoria pública y que era recalcada por los retóricos...
En otras palabras, era “mejor escritor que orador público”.
Encontramos una descripción física del Apóstol Pablo en un primitivo libro
denominado “Los Hechos de Pablo y Tecla” originario del año 200 d.C. La
descripción del Apóstol es tan poco halagadora que podría llegar a ser cierta. Lo
describe como un hombre de corta estatura, cabellera rala, piernas torcidas, con
cejas abundantes que se unían sobre su nariz la cual era de aspecto aguileña. ¡¡¡Lo
más positivo que describe de él es que era de buen estado físico!!!...
Parecido a esta descripción se asemeja el personaje de Willam Wilberforce
quien fuera el responsable de la emancipación de los esclavos en Inglaterra. Se
refiere que era una persona tan pequeña y frágil que parecía que un viento fuerte
podría derribarlo... Pero una vez un señor llamado Boswell lo escuchó ha blando en
público y dijo: “Vi subir sobre la mesa lo que me pareció un camarón, pero
mientras hablaba crecía y crecía hasta convertirse en una ballena...”
Pero justo en el comienzo de su defensa, el Apóstol Pablo planta como base
de su apología dos palabras muy significativas a la fe cristiana y a la autoridad que
Dios nos da para nuestros ministerios... Habla de la mansedumbre y ternura de
Jesucristo (v.1)...
Según Willam Barclay, la palabra griega “prautes” = mansedumbre, es
muy interesante. Aristóteles la definió como el término medio entre estar
demasiado enojado y nunca enojarse. Es decir, es la cualidad del hombre cuyo
enojo está dominado y controlado que siempre se enoja en el momento correcto y
nunca cuando no corresponde... Describe al hombre que nunca se enoja ante
ningún insulto ni injuria personal que reciba sino que es capaz de un enojo justo
cuando ve que otros son atacados...
Al utilizar esta palabra Pablo está diciendo en el mismo comienzo de su
severa carta que no se deja llevar por su enojo o ira personal, que está hablando
con la fuerte mansedumbre de Jesucristo...
Arroja más luz sobre al respecto la otra palabra, en griego
“Epieikeia=Ternura”, que por los griegos era definida como aquello que es justo
y aún mejor que lo justo... Es decir, la cualidad que debía aparecer cuando la
justicia, debido a su generalidad, está en peligro de convertirse en injusticia...
Algunas veces puede ocurrir en ciertas circunstancias en las cuales la
verdadera justicia es no insistir en las rigurosas leyes, sino que deben entrar a
formar parte de nuestras decisiones cualidades mayores... El hombre con esta clase
de Ternura es el que sabe que en último análisis la norma cristiana no es la justicia,
sino el amor.
También es importante destacar que para enfrentar a sus detractores el
Apóstol Pablo no utilizará las herramientas que usa habitualmente el mundo
pagano, imponiendo su autoridad por la fuerza o por la manipulación, sino que
utilizará las ARMAS PODEROSAS EN DIOS PARA DESTRUCCIÓN DE FORTALEZAS
COMO LO SON LA ORACIÓN Y LA OBEDIENCIA A LA PALABRA DE DIOS.
El Apóstol Pablo comienza a autenticar su autoridad y desarrolla las
características de LA AUTORIDAD QUE ES DADA POR DIOS y de la cual, Jesucristo
enseñaba “Como quien tiene Autoridad” (Mt. 7:28 – 29).
Las características de la AUTORIDAD QUE DIOS DA presentadas en esta
sección, se pueden distinguir las siguientes:
1.- LA AUTORIDAD DADA POR DIOS ES RESPALDADA POR DIOS (v. 7 al 11).
Pablo les hace notar a los corintios que su Autoridad no era impuesta por él
mismo, sino que le había sido otorgada por Dios (vv. 7b y 9; en especial el v. 8)...
Demuestra esta afirmación el hecho de que el Espíritu Santo le respaldaba
en las conversiones que se producían mediante su ministerio, en las señales que
acompañaban con frecuencia a su predicación y en la firmeza sin ejercicio tiránico
con la que ejercía el ministerio que le había sido concedido (vv. 10 – 11) (5).
Dios nos ha llamado a estar en la Libertad que Él nos ha dado para andar
en su caminos y ser salvos por la Gracia de Dios (Ef. 2:8)... Todo siervo de Dios a
cargo del cuidado de la grey de Dios debe tener cuidado de no ejercitar el poder
amedrentando a los hijos de Dios mediante la manipulación de las personas
obligándolas a cumplir un activismo religioso bajo pena de que si no le obedece es
un reo digno de perder la Salvación...
Cada responsable pastoral debe ser consciente que guiamos a los que
obedecen a Dios y que nunca podremos obligar a las personas a servir a Dios, pues
el que convence a las personas de pecado es el Espíritu Santo (Jn 16:8), y también
es quien provoca en nosotros el querer como el hacer (Fil. 2:13) y que el motivo de
todo servicio en la obra de Dios es como consecuencia del amor que Dios nos ha
tenido, pues le servimos en amor porque Él nos amó primero (1ª Jn 4:19).
Ningún cristiano debería servir por temor al pastor, sino por Reverencia a
Jesucristo y a su Obra de la extensión de su Evangelio. (Col 3:23).
Haremos bien en recordar lo que dice Watchman Nee al respecto en su
libro La Autoridad Espiritual:
Existen tres requisitos para ser autoridad delegada:
1. Debe saber que toda autoridad viene de Dios. Toda persona llamada a ser
autoridad debe recordar que "no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que
hay, por Dios han sido establecidas" (Romanos 13.1). Ella misma no es la autoridad
ni nadie puede hacerse autoridad. Sus opiniones, ideas y pensamientos no son
mejores que los de los demás. Son totalmente sin valor. Tan sólo lo que viene de
Dios constituye autoridad y ordena la obediencia del hombre. Una autoridad
delegada tiene que representar a la autoridad de Dios; nunca debe presumir que
también tiene autoridad.
Nosotros mismos no tenemos ni la más mínima autoridad en el hogar, en el mundo
ni en la iglesia. Todo lo que podemos hacer es ejercer la autoridad de Dios; no
podemos crear autoridad por nosotros mismos. El policía y el juez ejercen autoridad
y hacen cumplir la ley; pero ellos mismos no escriben la ley. De igual modo, lo que
están puestos en autoridad en la iglesia representan simplemente la autoridad de
Dios. Su autoridad se debe a que están en una capacidad representativa, no a que
en sí mismos tengan algún mérito más excelente que los demás...
2. Debe negarse a sí mismo. Mientras no conozcamos la la voluntad de Dios,
debemos guardar silencio. No debemos ejercer la autoridad descuidadamente. El
que ha de representar a Dios tiene que aprender, en lo positivo, a conocer lo que es
la autoridad de Dios; y en lo negativo, a negarse a sí mismo. Ni Dios ni los
hermanos van a tener en gran estima sus pensamientos. Es probable que usted
mismo sea la única persona en todo el mundo que considere que su opinión es la
mejor.
Son de temer las personas que tienen muchas opiniones, ideas y pensamientos
subjetivos. Quieren ser consejeros en todo...
3. Debe mantenerse en comunión constante con el Señor.
Los que son autoridades delegadas de Dios tienen que mantenerse en estrecha
comunión con él. No sólo debe haber comunicación sino también comunión.
Todo aquel que expresa opiniones libremente y habla sin cuidado en el nombre del
Señor está muy lejos de Dios. El que menciona casualmente el nombre de Dios sólo
demuestra lo lejos que se halla de él. Los que están cerca de Dios tienen un temor
piadoso; saben lo contaminador que es expresar descuidadamente sus propias
opiniones.
La comunión es, por lo tanto, otro requisito principal del que está en autoridad.
Cuanto más cerca estamos del Señor, con tanta más claridad vemos nuestras
propias faltas. Habiéndonos enfrentado a Dios, no nos atrevemos de allí en
adelante a hablar con tanta firmeza. No tenemos confianza en la carne ;
comenzamos a tener miedo de errar. Por otra parte, los que hablan
descuidadamente se exponen a alejarse de Dios. No se puede aparentar tener
temor de Dios; sólo poseen esta virtud los que siempre esperan en el Señor.
Aunque había oído mucho, no fue hasta que llegó a la presencia de Salomón que la
reina de Sabá se quedó asombrada. Pero tenemos ante nosotros a uno mayor que
Salomón. Debiéramos estar atónitos, esperando a la puerta como siervos,
reconociendo que ciertamente no sabemos nada. No hay nada más grave que el
que un siervo de Dios hable descuidadamente antes de conocer la voluntad de Dios.
¡Qué problema creamos cuando emitimos un juicio antes de estar seguros con
respecto a la voluntad del Señor!...
No se defienda
La vindicación, defensa o cualquier otra reacción que pudiera haber, debe venir de
Dios; no del hombre. El que se vindica a sí mismo no conoce a Dios. Nadie en la
tierra pudo ser más autoritario que Cristo; sin embargo, nunca se defendió.
La autoridad y la defensa propia son incompatibles. Aquel de quien usted se
defiende se convierte en juez suyo. Se pone por encima de usted cuando usted
empieza a responder a sus críticas.
El que habla a favor de sí mismo está bajo juicio; por lo tanto, carece de autoridad.
Cada vez que uno trata de justificarse,pierde la autoridad.
Sea Muy manso
Pablo se puso ante los creyentes corintios como autoridad delegada; sin embargo,
dijo: "Ni aun yo me juzgo a mí mismo" (1ª Co. 4.3). La vindicación viene de Dios.
Cuando usted se justifica ante una persona, ella se convierte en su juez. En cuanto
trata de dar explicaciones, cae ante ella.
El versículo 2 de Números 12 consigna que Dios oyó la injuria y el versículo 4, que
Dios tomó medidas. Pero entre ambos está el versículo 3 como una declaración
parentética: "Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres
que había sobre la tierra." Moisés no disputó, porque se daba cuenta de que había
errado. Dios no puede constituir autoridad a una persona testaruda; no delegará su
autoridad en ninguna persona arrogante. Los que él pone en autoridad son los
mansos y tiernos; y ésta no es la mansedumbre ordinaria, es la mansedumbre de
Dios. Jamás debemos intentar establecer nuestra propia autoridad. Cuanto más lo
intentamos, menos aptos somos para ejercer la autoridad. No son los violentos ni
los fuertes, sino hombres como Pablo, cuya presencia corporal es débil y cuya
palabra es menospreciable, los que constituirán autoridades. El Señor dijo que su
reino no es de este mundo y que, por lo tanto, sus siervos no tienen po r qué pelear
por él. La autoridad que se consigue peleando no es la que Dios da...
2.- LA AUTORIDAD DADA POR DIOS TIENE LÍMITES QUE ESTÁN DADOS POR
ÉL MISMO EN SU PALABRA PARA QUE NO SE TRANSFORME EN UNA
TIRANÍA (vv. 12 al 15).
En esta porción del capítulo que nos ocupa, se repite cinco veces la palabra
límites. Ninguna autoridad delegada por Dios puede ser ilimitada pues Jesucristo
mismo se sujetaba al Padre... Aún en su hora más difícil, Jesús clamó a su Padre
Celestial para que pasara de sí la amarga copa que debía tomar... pero que no se
hiciera su voluntad (la de Jesús) sino la del Él (su Padre) (Mt. 26:39).
La humildad, la mansedumbre, el amor que ejercita el Apóstol Pablo al
conceder la posibilidad que se haya excedido en su autoridad (aunque en realidad
no lo había hecho) ya que él sabía que tal autoridad le había sido otorgada para
edificación y no para destrucción de los cristianos de Corinto... Le hería el corazón
la mera sospecha de que consciente o inconscientemente pudies e hacerle daño a
alguien... ¡Qué ejemplo para nosotros!.
3.- DIOS ES QUIEN PONE Y QUITA ESTA AUTORIDAD (v. 18).
David fue un fiel ejemplo de un siervo de Dios que Sabe esperar para que
Dios sea quien respalde su autoridad y no ejercerla por mano propia...
Saúl, al enterarse de que Dios le había retirado la autoridad para gobernar
Israel y saber que David gozaba de la popularidad de los israelitas, decidió matarlo
apenas pudiera tener la oportunidad. El mismo David tuvo que esquivar las lanzas
que éste le arrojaba...
Sin embargo cuando este escogido de Dios pudo hacerlo en medio de una
cueva donde el rey Saúl había entrado sin darse cuenta de que allí también estaba
presente David, no tomó venganza pues tenía la convicción que era hombre que
Dios había puesto y era Dios quien debía encargarse de sacarlo. (1ª Samuel 16 al
cap. 31).
De la misma manera cuando su hijo Absalón quiso arrebatarle su reinado
confabulando una revolución para derrocar a su padre, David huyó y dejó que Dios
se encargara de defenderle en su reinado, de manera que al poco tiempo volvió a
su trono en Jerusalén para seguir reinando (2ª Samuel capítulos 15 al 19).
Nadie ni siquiera debería defender su puesto de autoridad procurando
alabarse a sí mismo. En lugar de alabarnos o recomendarnos a nosotros mismos,
deberíamos procurar ser aprobados por Dios, y su aprobación será nuestra mejor
recomendación.
CONCLUSIÓN:
El Gran Apóstol Pablo, el Apóstol levantado por Dios para alcanzar a
nosotros los no judíos, nunca se creyó ser un gran Apóstol...
En el año 48 d.C. Escribió la carta a los Gálatas y se veía a sí mismo como “Un
Apóstol no por voluntad humana, sino de Jesucristo y de Dios” (Ga. 1:1).
En el año 55 d.C. Escribió la carta 1ª Corintios y se veía a sí mismo como “Apóstol”
(1ª Co. 1:1).
En el año 61 d.C. Escribió la carta a los Efesios y se veía a sí mismo como “Menos
que el más pequeño de los santos” (Ef. 3:8).
En el año 65 d.C. Escribió 1ª Timoteo y sabía que Cristo vino a “Salvar a los
pecadores, de los cuales él era el primero” (1ª Ti. 1:15).
¿Cómo es que te ves a ti mismo? ¿eres el más grande o el más pequeño de los
siervos de Dios?.
¿Quien te respalda en tu ministerio? ¿tu propia mano o la mano de Dios?.
¡S.D.G!
BIBLIOGRAF ÍA:
1.- COMENTARIO DEL CONTEXTO CULTURAL DE LA BIBLIA. EL NUEVO
TESTAMENTO. Craig S. Keener. Ed. Mundo Hispano.
2.- ENCICLOPEDIA VIRTUAL ILUMINA. Ed. Caribe.
3.- EL NUEVO TESTAMENTO COMENTADO POR WILLAM BARCLAY. VOL 9. Ed. La
Aurora.
4.- COMENTARIO BÍBLICO DE WILLAM MAC DONALD. Ed. Clie.
5.- COMENTARIO EXEGÉTICO DEVOCIONAL A TODA LA BIBLIA. M. HENRY. Ed. Clie.
6.- LA AUTORIDAD ESPIRITUAL. Watchman Nee. Ed. Vida.
Rubén Salcedo
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