(los niños de llullaillaco)

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LOS NIÑOS DEL VOLCÁN LLULLAILLACO
Uno de los descubrimientos más
importantes a nivel mundial en la historia
de la arqueología se halla en el Museo de
Arqueología de Alta Montaña (MAAM), en
la ciudad de Salta, y lo que allí se exhibe
son las momias de los Niños de Llullaillaco,
de 500 años de antigüedad.
El MAAM es el museo arqueológico más
moderno del país, conserva las momias en
cámaras con cápsulas crioconservadoras a
20° bajo cero que mantienen las
condiciones de temperatura, humedad e
iluminación necesarias para proteger éste
valioso patrimonio arqueológico. Y allí
mismo son exhibidas, de a una por vez, ya
que rotan cada 4 meses. La obra costó casi
1.8 millones de dólares, fue adjudicada a la
Empresa INVAP y se financió con un
crédito del BID.
Los cuerpos que se presentan son los de
La Niña del Rayo, La Doncella y El niño,
que fueron hallados en 1999 en la cima del
volcán Llullaillaco, a 6.730 m de altura por
un equipo de 14 profesionales
-dos norteamericanos, seis argentinos y
seis peruanos-, que contaron con el apoyo
logístico del Ejército. El grupo debió
superar una verdadera aventura para
alcanzar el hallazgo. Especialmente,
soportar el intenso frío de la zona, factor
que permitió que los cuerpos se
mantuvieran en un estado casi perfecto, al
punto de ser considerados los mejores
conservados del mundo.
Cinco siglos atrás, en los dominios del inca,
eran los niños quienes intercedían ante los
dioses para ahuyentar las sequías o
garantizar el éxito de las cosechas.
Elegidos por su perfección física y por su
condición política y social, los niños
debieron recorrer 1.600 km desde Cuzco
hasta la cima del volcán Llullaillaco. -en lo
que es la tumba más alta que el hombre
jamás haya construido, o al menos
encontrado, en el planeta-, el punto más
cercano al Sol, para convertirse en dioses
vigilantes y protectores de las comunidades
bajo el imperio incaico. Allí le dieron de
beber chicha para bajarlos dormidos
vestidos con un hermoso y rico ajuar
funerario. Así, esos seres elegidos eran
sacrificados como ofrendas o bien como
mensajeros para el Más Allá para el mundo
de los dioses en un ritual denominado
Capacocha, por ello llevaban con ellos
alimentos, calzados y prendas para el viaje.
No morían, sino que se reencontraban con
sus antepasados.
1
Los «Niños del Llullaillaco» fueron declarados «Bienes Históricos Nacionales» y la cima del
volcán «Lugar Histórico Nacional» en 1999, por la Comisión Nacional de Monumentos y
Lugares Históricos.
En el año 2001 se sancionó la Ley 25.517, en la que se estableció que “los restos mortales de
aborígenes, cualquiera fuera su característica étnica, que formen parte de museos y/o
colecciones públicas o privadas, deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas
y/o comunidades de pertenencia que lo reclamen”. Esta nueva legislación resguarda los
derechos de las comunidades autóctonas y les brinda una iniciativa de defensa, para una
Cultura que intenta subsistir dentro de la amenaza constante de ser extinguidas y devastadas
por la Globalización y la Comercializa
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