Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx http://biblio.juridicas.unam.mx Hipoteca g Alimentos Preferencia Por el Lic. Salvador CI-lAVEZ H A Y H O E . El artículo 165 del códigó Civil, ha dado lugar a que se considere que los alimentos son preferentes a las hipotecas. Esta tesis da origen a dos consecuencias igualmente perjudiciales : una, acabar con el crédito que hasta ahora ha sido el más sólido, y la otra, la de que deudores sin escrúpulos supongan deudas alimenticias y hagan ocur,rir a sus hijos y a su esposa para obtener una sentencia de preferencia, haciendo a los familiares más íntimos cómplices de chicanas encaminadas a encubrir la falta de cumplimento de una obligación. ¿Son, en realidad, los alimentos preferentes a la hipoteca? Estudiaremos primero la naturaleza y objeto de los dos créditos para llegar a la debida conclusión. ALIMENTOS.-La obligación de dar alimentos está fundada en la necesidad que tiene el deudor de conservar la vida; es pues un derecho primario. Nace de las relaciones de familia, y por eso la ley obliga al padre, a la madre, hermanos, abuelos y parientes colaterales dentro del cuarto grado a ininistrar los alimentos. (303 y sigs. del Código Civil). Los primeramente obligados son los padres para con los hijos, porque ellos los engendran, y por naturaleza, hasta cierta edad están imposibilitados para alimentarse a sí mismos. Esta obligación, indiscutible en p,rincipio, en la vida real, adquiere modalidades q w la delimitan y hasta llegan a hacer que se es- Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, núm. 3, México, 1939. DR © Escuela Nacional de Jurisprudencia Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx http://biblio.juridicas.unam.mx tinga. Lo natural es que el padre alimente a la esposa y al hijo; siii embargo, puede suceder lo contrario, y de aquí que el artículo 301, establezca la reciprocidad de la obligación de dar alimentos. Pobres y ricos tienen, en principio, la misma obligación de dar alimentos, pero la diversidad de medios da nacimiento a modalidades sin cuento que la ley pretende resolver con la regla general dada en el articulo 311 del Cod. Civ., al decir que los alimentos han de ser proporcionados a la posibilidad del que los da, y a la necesidad del que los reciba. La obligación de dar alimentos, que en principio no puede dejar de existir, sin embargo, puede extinguirse legalmente, si el acreedor ya no los necesita, o el deudor no puede darlos. E n este Último caso están obligados los demás parientes. (320 fracs. 1 y 11. 304 y 305.). Estas dos causas de la extinción de la obligación de dar alimentos son justas, más no sucede lo mismo con las otras causas parque la ley releva al deud0.r de esta obligación (injuria o falta grave, abandono del domicilio o poca aplicación al trabajo), porque la obligación de dar alimentos no nace de la coduct: del aliinentista, sino de su necesidad a la vida. Sin embargo, el legislador, admite hasta estas limitaciones a la obligación del deudor de conservar la vida de los suyos. De lo dicho podemos concluir: la obligación de dar alimentos es, en principio, ineludible, de interés público, pero en la práctica adquiere n~odalidades, limitaciones, y el hecho de, en determinados casos, no cumplir con esta obligación, en nada afecta al interés público. HIPOTECA.-Es una garantía real que se constituye sobre bienes que no se entregan al acreedor, y que da derecho a éste, en caco de incumplimiento de la obligación garantizada, a ser pagado con el valor de los bienes, en el grado de preferencia establecido por la ley (art. 2893). La hipoteca es un desmembramiento de la propiedad porque limita el derecho del dueño sobre la cosa. Entre otras limitaciones podemos citar las siguientes: la enagena con el gravamen; el usirfructuario no puede renunciar este derecho, si ha sido hipotecado (art. 2903). Esta regla puede aplicarse, por analogía, a cualquiera otro derecho que se extinga por la renuncia. No puede arrendar por más más de cinco años ni pactar pago adelantado de rentas por el mismo período (art. 2194). El adeudo hipotecario no es igual a todos los demás adeudos. Al obtenerse una cantidad prestada el deudor se hace dueño de ella, y el acreedor sólo tiene derecho a que se le devuelva otro tanto de la mis- Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, núm. 3, México, 1939. DR © Escuela Nacional de Jurisprudencia Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx http://biblio.juridicas.unam.mx ina especie y calidad. Si el deudor no tiene con qué pagar, existe una imposibilidad, y a lo imposible nadie está obligado. E n la hipoteca es distinto; por ella se adquiere u:1 crédito sobre la cosa, sin que el acreedor sea afectado por la situación econónlica de su deudor; éste se hace dueño del dinero, pero a la vez se desliga, se desapropia de parte del bien hipotecado, casi pudiéramos decir, se i~iancoinuniza hasta cierto !imite la propiedad sobre la cosa. Por tanto, puede decirse: el crédito hipotecario es de naturaleza muy especial, que da derechos al acreedor y limita los del deudor sobre la cosa, llo pudiendo hacer éste nada que perjudique los derechos adquiridos por el acreedor. Antes de entrar al estudio de la preferencia de uno y otro crédito, nos vamos a colocar en la SUPOSICION de que lo sea el alimenticio, a fin de demostrar como, aun dentro de esta suposición, n o puede, como hasta ahora se ha hecho, declararse de una manera absoluta dicha preferencia, sino que es necesario, además, probar diferentes elementos, que en todo caso, coiistitui.rían el tnotivo de la preferencia. Se ha dicho que puesto que la necesidad de vivir es de interés público, y la hipoteca sólo afecta al orden económico, debe prevalecer la primera necesidad. Anteriormente indicamos que la obligación de dar alimeiltos está fundada en la necesidad del acreedor alimentista, luego, si no hay necesidad, no hay obligación (art. 320, frac. I I ) , y la preferencia sólo puede existir en tanto en cuanto se demuestre la necesidad, que es la que le da el car5cte.r de orden público. Por este niotivo creemos que dentro de la suposición de la preferencia de los alimentos, y precisaineilte para justificarla, el acreedor alimentista debe probar los siguientes extremos: a).-La necesidad que tiene de recibir la pensión. Si el deudor no contradice esta necesidad, su confesión no puede perjudicar al acreedor hipotecario, porque la confesión sólo perjudica al que la hace. De ahí que el alimentista deba probar dentro de la tercería que en su caso existe la necesidad urgente que requiere el interés público. b).-Debe probar además, que la persona a quien demandó por los alimentos es la úiiica que puede suministrárselos, pues si hay algún otro obligado que puede hacerlo, cae por su base la necesidad de proceder, precisamente contra el deudor hipotecario, deja de existir una razón de interés público, puesto que el alimentista puede ser alimentado, por otro. Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, núm. 3, México, 1939. DR © Escuela Nacional de Jurisprudencia Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx http://biblio.juridicas.unam.mx c).-Debe justificar que la persona a quien demandó no tiene más bienes para responder de su obligación, que aquellos que están hipotecados, pues no cabe discutir la preferencia cuando el deudor alimentista tiene otros bienes para garantizar su obligación. En este caso queda igualmente satisfecha la necesidad del acreedor, que es la única razón que puede alegar en favor de su preferencia. d).-El alimentista debe presentar un título que funde su preferencia (661 Cod. Proc. Civ.), y este título no puede ser la sentencia dictado en el juicio de alimentos, en el que el acreedor hipotecario no fué parte, y mucho menos puede serlo una resolución dictada en jurisdicción voluntaria, po.rque entonces, ni siquiera ha habido contienda y no existe cosa juzgada. Sin la prueba de estos elementos dentro de la tercería, que es donde se discute la preferencia, no puede resolverse ,ésta en favor del acreedor alimentista, aun en el supuesto caso de que fueran preferentes, en principio, los créditos por alimentos. Pasemos ahora al estudio de la cuestión planteada. i.Es p.referente el crédito por alimentos al hipotecario? El fundameno legal de la tesis que sostiene la afirmativa es el artículo 165 del Código Civil, que dice: "La mujer tendrá siempre derecho preferente sobre los productos de los bienes del marido, y sobre su sueldos, salarios o emolumentos, por las cantidades que co,rrespondan para la alimentación de ella y de sus hijos menores. También ten,drá derecho preferente sobre los bienes propios del marido para la satisfacción del mismo objeto. La mujer puede pedir el aseguramiento de bienes para hacer efectivos estos derechos". Los que sostienen la pselereilcia de los créditos alimenticios se fundan en este artículo, y argumentan diciendo: que tal precepto establece una preferencia para los alimentos de la mujer y de los hijos menores, lo cual se fortifica si se le compara con el artículo 277 de la Ley de Relaciones Familiares, que decía que esta preferencia existía después de que se hubieren pagado los créditos hipotecarios y prendarios; que al suprimir la ley esta última parte, debe entenderse que es preferente aun sobre esta clase de créditos. A reserva de estudiar después esta supresión, por ahora estudiemos los términos del artículo 165, para ver lo que establece en realidad. Sólo se refiere a la mujer y a los hijos menores; no da preferen- Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, núm. 3, México, 1939. DR © Escuela Nacional de Jurisprudencia Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx http://biblio.juridicas.unam.mx Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, núm. 3, México, 1939. DR © Escuela Nacional de Jurisprudencia Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx http://biblio.juridicas.unam.mx pueden recaer sobre el mismo bien, los otros medios de garantía son individuales, y no darían lugar a discusión sobre preferencia. De acuerdo con la tesis de que los alimentos son preferentes, entonces simplemente la esposa puede embargar y se paga pnmero que el acreedor hipotecario. Pero entonces ¿para qué le da la ley el derecho de aseguramiento, si ya está asegurada? Entonces i q u é pasa con las doctrinas sobre hipotecas, sobre embargos y sobre graduación de créditos ? E n cambio, en la tesis que sostenemos, todos estas di,sposiciones se armonizan. Si la mujer concurre con los demás acreedores pidiendo el aseguramiento, es preferente para obtenerlo, y entonces, según la clase de garantía que tenga, es pagada con la preferencia que le corresponda. Supóngase el caso de que ejercitando el derecho de garantía, se le hipoteca una casa en segundo lugar. Por tratarse de alimentos, ¿sería preferente esta segunda hipoteca sobre la primera? Indudablemente que no. Y si la hipoteca en segundo lugar no da esta prderencia, dcómo puede sostenerse que la dé un embargo sobre un bien hipotecario? Lo mismo puede decirse por lo que respecta a un embargo que la mujer hiciera en segundo lugar, pues el artículo 165 no puede revocar ni revoca lo establecido en la fracción 11 del 543 del C d . de Proc. Civ. Todavía más: El artículo 430 del Cód. de Proc. Civ. habla de dos acciones que tiene el acreedor alimentista: "la que tenga por objeto el pago, o sólo el aseguramientov. Son pues, distintas las dos acciones: de la primera habla el artículo 323 del Cód. Civ. ; de la segunda tratan los artículos 165, 315, 316 y 317. Las dos acciones son diversas, se pueden ejercitar independientemente, y no hay necesidad de ejercitar la una para que proceda la otra. Por tanto, podemos concluir que el artículo 165 sólo habla de preferencia en el aseguramiento. Así se desprende de sus términos, y de su coordinación con los demás preceptos legales. Lo dicho hasta aquí, se confirma al estudiar las disposiciones legales que directa y expresamente tratan de la preferencia de acreedares. El artículo 2967 del Cód. Civ., dice que los capitales debidos serán pagados en el ORDEN ESTABLECIDO en este título; el 2976 establece que los créditos se graduarán en el orden en el en que se clasifican en los capítulos siguientes, con la prelación que para cada uno establezca en ellos. Los acreedores hipotecarios no entran al con- Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, núm. 3, México, 1939. DR © Escuela Nacional de Jurisprudencia Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx http://biblio.juridicas.unam.mx Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, núm. 3, México, 1939. DR © Escuela Nacional de Jurisprudencia Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx http://biblio.juridicas.unam.mx mentos a los hijos del primero, equivale a tanto como a quitar los alimentos al segundo. La hipoteca es un derecho real; persigue a la cosa, sea quien sea el poseedor. 2 Sería jurídico, lógico y moral, que al pasar la finca a un tercero que debe alimentos, desapareciera la garantía? La hipoteca es un desmembramiento de la propiedad. El deudor ya no es dueño absoluto de la cosa, y por tanto, ni siquiera se puede plantear la cuestión de preferencia, pues esto equivaldría a exigir los alimentos a un tercero. Además, el acreedor alimentista no puede tener mayores derechos que el dueño de la cosa; si éste representa sobre ella sólo cinco mil pesos, el deudor no tiene derecho para apropiarse los otros cinco mil. Por tanto, concluimos: E l artículo 165 no habla de preferencia de créditos, sino de derecho para ASEGURAR los alimenta. La hipoteca es un crédito privilegiado; los alimentos constituyen un crédito de primera clase. No es posible hablar siquiera de preferencia, pues esto equivale a tanto como a sostener que el acreedor hipotecario esfá obligado a dar alimentos a los hijos de su deudor. Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, núm. 3, México, 1939. DR © Escuela Nacional de Jurisprudencia