Un formidabie inc teatro BarbierL con io ha destruido ei vetusto

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Precio: Diez céotimoi
Dieciséis páginas
MADRID, DICIEMBRE 1927
ifiiMinmMiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiuitiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiineiiiMMniiiiiiiiniiiiiiiniiiiiitiiuiiiiiiiiiiiiiuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii^
EN EL CORAZÓN DE LOS BARRIOS BAJOS
io ha destruido ei vetusto
Un formidabie inc
teatro BarbierL con ertido actualmente en cabaret
Hubo momentos de gran angustia en que se creyó que iba a arder
toda la manzana de casas.-Las pérdidas son cons;derabHes
El teatro Barbieri, instalado ea el
corazón mismo de los barrios bajos
madrileños, en la calle do la Primavera, ha quedado destruido por un
incendio.
Desde hace unos años el vetusto
teatrillo de bai'riada estaba convertido en cabaret.
El edificio era actualmente propiedad de doña llomedios López Egea,
que vive en la calle de Sagasta, número 17, y estaba arrendado a don
Fermín Martínez Navarrete, con domicilio en la travesía de la Ballesta,
número 7.
Emtpezaba el espectáculo a las diez
y media de la noche. Había varietés
hasta la una, y desde esa hora hast a las cuatro, baile. Figuraban en
el programa de varietés modestas
artistas—cancionistas, bailarinas—, y
acudía al cabaret un público muy
heterogéneo: lo más deleznable de
la baraúnda noctámbula madrileña
en todos sus matices.
El programa de
Barbieri
Como decimos, el local lo llevaba
en arriendo D. Fermín Martínez Navarrete, que explotaba el negocio
de cabaret con sus hijos.
El programa de Barbieri lo constituían ahora la Trigueñita, _bail.arin a ; Teresjta Aguirre, cancionista;
Pepita Salas y, como número de
fuerza, Antinea.
Amenizaba el espectáculo la orquesta Ibá.fiez.
Ss iiíicia el incendio
El cabaret cerró sus puertas al
público, como de costumbre, a las
cuatro de la madrugada.
A las cuatro y cuarto sólo q^iedaban en el edificio la Empresa, el
Jefe de camareros, que hacía la liquidación, y el conserje.
y a las cinco, luego de haber apagado las luces y de haber cerrado
las puertas, el conserje, José Ibargüen Alonso, se retiró a sus habita
cienes.
Vivía. Ibargüen en el edificio doi
teatro, con su hija, con su_ yerno,
Carmjelo Pérez, y con los hijos del
matrimonio: Encarnación, de once
años; Petronila, de seis; Carmen, de
cinco; Julio, de dos, y Pepe, de dos
meses.
Ibargüen y Carmelo son carpinteros y tenían u n pequeño taller en el
mismo loeal.
Iba a acostarse ya—eran las cinco y cuarto—^el S-r. Ibargüen, cuantío percibió un. olor extraño.
—-Parece—pensó—que se quema algo por aiií.
Y celoso cumplidor de sus deberes
se asomó a uno de los palcos de entresuelo y escudriñó la sala.
Advirtió desde su observaitorio un
vivo resplandor en u n a de las plateas de los números pares. Bajó precipitadamente la escalera y procuró
apagar_ las llamas; pero éstas habían
adqu¡TÍdo g r a n incremento y le fue
imposible,
Entonces corrió al teléfono y avisó a la Dirección de Incendios. Y
seguidamente salió a la calle y pidió auxilio a los serenos.
principalmente, el mobiliario de los
vecinos ocupó completamente las
aceras y la calzada.
Nosotros recorrimos algunas de las
casas contiguas al edificio siniestrado, en los momentos de mayor confusión. Son casas de corredor, y a
él salían, con el terror pintado en el
semblante, los inquilinos, despertados por el estruendo, en paños menores, dando gritos desaforados.
De una casa frontera al teatro
fueron extraídas, envueltas en mantas, dos mujeres gravemente enfermas de bronconeumonia, que fueron
recogidas en lugares más lejanos del
incendio.
Menudeaban también los incidentes pintorescos. Una muchachita salió al corredor de su casa casi en
cueros, con las ropas en brazos. Y
empezó a vestirse precipitadamente.
Pero tan aturdida estaba, que se
colocó las dos medias en una misma
pantorrilla, y en la otra, como en
compensación, las dos ligas.
Salvamento de la familia del
conserje
Una de las notas más emocionantes en estos primeros momentos fué
el salvamento de la familia del conserje.
Carmelo Pérez, el yerno de José
Ibargüen, ayudado por éste, fué sacando por una ventana que tiene una
a l t u r a de más de cuaitro metros, a su
mujer y a sus hijos.
Después, salvaron algunos muebles,
los de más valor, y, en fin, dando
pruebas de una gran serenidad, saliero'n a la calle, pon la misma ventana José Ibargüen, primero; Carmelo Pérez, después.
La brillante labor de los bomberos.
El fuego, aislado
Cuando llegó—aunque llegó rapidísimamente—el Parque de Incendios de la Dirección, con el jefe de
zona, Sr. Pingarrón, a la cabeza, el
'dificio a r d í a en pompa. Por los
iiuecos salían gruesas columnas de
fuego. El espectáculo era horroroso.
Las llamas lamían los aleros de las
casas próximas, donde hacían presa.
al fin, pudo conseguirse. Las casas números 44 de la calle de
Buenavista y 11 de la calle de
la Fe, ya citadas en estas notajs informativas, estuvieix)n a punto de
ser pasto de las llamas. La angustia
de los vecinos fué tremenda, hasta
que los bomberos lograron aislar el
foco del incendio.
Todos los parques de bomberos
rivalizan en los trabajos de
extinción
Pocos minutos después de haber
llegado al lugar del siniestro el personal del parque de la Dirección con
todo el material de que disponía
se encontraban en !a,s calles de la
Primavera, Buenavista y Fe el personal y material de todos los demás parques de Madrid.
La gran máquina extintora funcionó admirablemente a las órdenes de
los hermanos Monasterio, que t r a
baja.ron denodadamente, y los jefes
de zona, Sres. Pingarrón, Martínez,
Rodríguez y Crespo.
Pero escaseaba todavía el agua y
fueron utilizados también los tanques de la Limpieza pública.
El incendio fué combatido con
gran eficacia, y a las siete de !a
mañana estaba dominado.
Los elogios al benemérito Cuerpo
de bomberos eran unánimes. Gracias a él no llegó a alcanzar el incendio proporciones aterradoras.
A las once y media de la mañana
las llamas estaban extinguidas por
completo y se retiraba del lugar del
suceso el personal del último parque.
Sólo quedó un retén, ocupado en
apagar los pequeños focos que se
descubrían entre los escombros.
La fuerza pública y las autoridades
En los primeros instantes, acudieron al lugar del suceso numerosas
fuerzas de Orden público, de infantería y caballería, que acordonaron
la zona del incendio para que el
trabajo de los bomberos fuera eficaz y pusieron orden en los traba-
E l teatro arde en pompa.—Gran
alarma en los barrios bajos
Eil incendio adquirió rapidísimo
incremento. A los pocos aninutos
las llamas se habían enseñoreado
del edificio. Sobre el tejado se elevaba una gruesa columna de humo,
rasgada de vez en vez por el resplandor de las llamas.
El espectáculo era imponente.
La alarma en el vecindaido fué
enorme. Los serenos hicieron sonar
los silbatos para prevenir del peligro al vecindario. Uno de ellos hizo varios disparos de arma de fue
go...
Y en seguida empezaron a abrirse balcones y ventanas, en los que
aparecíam los vecinos ds las casas
próximas al teatro en paños menores.
—^¡Puiego! ¡Fuego!...
—^¡Auxilio!...
L a confusión era tremenda, especialmente en la oasa número 44 de
la calla de Buenavista y la número 11 de la calle de la Fe, que son
las más próximas al teatro. Ayes,
gritos, imprecaciones._
—^¡ Ño te tires !—^gritaba una pobre mujer, enloquecida al ver que
uno de sus hijos, poseído de gran
pánico, se disponía a arrojarse por
ei balcón...
y entre un tumulto espantoso, los
vecinos empezaron a tirar por los
balcones muebles y enseres, temerosos de que ardiera toda la manzana
Se edificios y perdieran sus ajuares.
Los muebles, amontonados en las
ealles, dahifn a j^^taa im pintoresco
s^pwoto. E& m- eallé de Bnenaiósta,
El teatro Barbieri reducido a escombros.
Rápidamente, con gran- pericia y
denuedo, los bomberos extendieron
las mangas e hicieron funcionar el
tanque...
Eil primer cuidado fué aislar el
foco del incendio. La sahí del teatro era un inmenso braseino, y cuaado los bomberos se disponían a atacar el fuego se vino abajo, con formidable estrépito, la cubierta del
edificio.
La labor de lois bomberos_ fué penosísima. Colocados en sities de
gran peligro, con desprecio de siu
vida, todas sus actividades fueron
enderezadas a evitar la propagación
del incendie, a aislarlo, a impedir
que las llamas destruyenan las casas inmediatas al teatro. Y refrescarom las paredes de oítos edificios
.y apagaron los jaequeños focos que
en ellos empezaban a producirse...
No poco tjrabajo costó é s t o ; pero,
jos para el salvamento del mobiliario.
La vigilancia fué perfecta. No se
tiene noticia de que a ninguno de
los vecinos la haya faltado nada.
En el lugar del siniestro vimos al
alcalde de Madrid, conde de Mirasol;
al jefe superior de Policía, D. Valeriano del Valle ; al comisario general, Sr. Molina ; al jefe de la guardia municipal, Sr. Abarca, y al concejal delegado del servicio de Incendios, Sr. Chávarri.
Lo c¡ue se ha salvado y lo que
queda de! edificio
Los bomberos, con la ayuda eficacísima del conserje, de su yerno y^do
otras varias personas que conocían
perfectamente el edificio, se metieron denodadamente, pasando a veces
por entre las llamas, en los cuartos
de los artistas y lograron salvar ca-
Los bomberos trabajando en los tejados inmediatos.
si todias las ropas de las que ahora
aabuaban en el teatro.
También consiguieron librar de la
hoguera p a r t i t u r a s e instrumental
de la orquesta.
Del teatro Barbieri sólo queda en
pie la crujía correspondiente a la fachada. El vestíbulo, el mostrador,
la bodega, el teléfono, el cuarto del
conserje han sido respetados por las
llam.as.
El escenario h a desaparecido. Quedaban algunos muros en p i e ; pero
los Sres. Monasterio, p a r a eviitar
derrumbamientos, dispusieron que
fueran abatidos con vientos.
porteros, e! teatro Barbieri estaba
asegurado en La Urbana, en tmas
150.000 pesietas.
Lo
que dicen los familiares
dueña del teatro
de la
La dueña del teatro Barbieri, doña
Remedios López Egea, se halla gravemente enferma deisde hace varios
meses.
En la imposibilidad de hablar con
eil?, hemos interrogado a su madre,
una simpática viejecita, llamada, como su hija, doña Remedios.
—Mi memoria—mos dice—flaquea
lamentablemente. Yo no recuerdo
cuándo se construyó ©I teatro destruido. Sólo puedo decirle qae fué
adquirido por mi hermano, D. Francisco Egea, ya difunto, hace míos
cuarenta años. Se llamaba por entonces teatro de la Primavera Mi
hermano hizo en él grandes i-eformas y cambio el título dieil teatro
al que dio el nombre de Barbieri
La inauguración de esta isegundá
etapa fue con varietés. Por el e s c ^
n a n o de Barbieri desfilatron muv
notables artistas. Una de las primaras fue la célebre cancionista franceisa Berges.
Luego fué arrendado e] Barbieri a
diferentes Empresas. El Sr. Serrano
Jo explotó también durante varias
temporadas, con zarzuela.
También tuvimos ocasión de hablar
con el Sr. Mena, primo de la propietaria del inmueble.
--Recuerdo que el teatro fué adquirido hace unos cuarenta años por
mi tío, el procurador, D. Francisco
Egea, dueño, a la vez, del desaparecido «Chantecler». El edificio estaba asegurado, si no me equivoco, en
150.000 p e s e t a s ; pero estaba asegurado. Los daños del siniestro pesan
principalmente, casi exclusivamente,
sobre el arrendatario del teatro, soñor Martínez Navarrete.
Hablando con el dueño del cabaret
Asímfsmo conversamos brevemente con el arrendatario del teatro,
Sr. Martínez Navarrete.
Como hemos dicho,. llevaba el negocio con sus hijos.
—Sin duda—respondió a ^nuestras
preguntas—soy yo el principal perjudicado. He metido aquí mucho dinero, mucho. Seguramente las pér^
didas que pesan sobre mí y sobre
mis hijos alcanzarán la cifra de
treinta o cuarenta mil duros. Todo
Las fotografías que ilustran esta lo hemos perdido.
información acabarán de d a r a nuesDetalles complementarios
tros lectores una sensación acabada
Como queda dicho, se cree que el
de lo que fué el imcendio y de lo incendio fué originado por una punque queda del antiguo Bairbieri.
t a de cigarro. D. José Monasterio
Las causas del incendio
nos dijo, sin embargo, algo intereNo han podido ser, hasta ahora, sante.
perfectamente determinadas.
—El verano pasado—son sus palaPero el conseirje, José IbairgiVen, bras—reconocí el teatro Barbieri por
que, como hemos dicho, descubrió el orden de la Dirección general de Seincendio, cree que fué delsidoa una guridad, y encontré en no muy buepunta de cigarro, arrojada impen- nas condiciones la calefacción del
laadamente sin duda sobre uno die edificio y la instalación eléctrica.
los divanas del palco platea _ núme—e—
ro 2, que es demde se inició el
Al lado del teatro existe un tallet
fViego.
de soldadura autógena, domde faabla
¿Quién ocupó esta -^latea? La Po- seis barriles de carburo.
licía practica averiguiaciones poír si
Cuando se supo esto la alarma fué
hubiera lugaír a exigir responsabi- grande. Los bomberos se apresuralidades.
ron a sacar dichos barriles y llevarEl edificio estaba asegurado
los a sitio seguro.
Y la alarma oe^'
Según las mcticiaB de naestroB re-
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